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martes, 5 de mayo de 2020

Operación Gibraltar

Es probable que en 1968 las expectativas sobre Gibraltar condicionaran el proceso de Guinea Ecuatorial, pero lo que sí es seguro, es que en los años 40 el territorio ecuatorial fue una codiciada moneda de cambio.

Así lo pronosticaba Ángel Miguel Pozanco Barranco en El granero en la retaguardia o incluso ficciona Manuel Hurtado en el dialogo entre Eugenio Montes y el inglés en "La librería del callejón":
-Unfortunately, allí estará Serrano Suñer, el más proclive al acuerdo para que España entre en guerra, el hombre que oculta intencionadamente a su cuñado la información sobre las victorias aliadas y amplifica, tanto como puede, los triunfos nazis.
Marvin podía tener razón. Franco acababa de cambiar el estatus de neutralidad por el de no beligerancia tras la invasión de Francia por los alemanes, lo que se interpretaba como un acercamiento evidente a las posiciones nazis.
-Nuestros servicios secretos han averiguado que Hitler tiene intención de pedir a Franco la cesión de una de las islas Canarias, de una base naval en Mogador o Agadir y de la isla de Fernando Poo, y que el general, además de nuestra colonia de Gibraltar, quiere que el Führer le prometa la cesión de Orán, Marruecos y la Guinea del imperio colonial francés. Esos arrogantes esquizofrénicos pretenden repartirse el mundo como si fuesen sus amos.

Peter Harris en Operación Félix sostiene la misma narrativa:

Franco los recibió con una sonrisa impostada. La reunión con el Führer lo había dejado preocupado. Una de las veladas amenazas lanzadas por Hitler, caso de mantener la neutralidad, podría suponer que la Wehrmacht cruzara los Pirineos de forma hostil. El Führer no lo había dicho, pero podía deducirse de sus palabras.
-¿Qué tal han ido las cosas, mi general?
-Bien. Hitler no se ha llevado lo que venía buscando. -La voz de Franco sonaba aflautada-. No hay fecha para que entremos en la guerra.
-¿Quiere decir que la posibilidad de entrar en conflicto se mantiene?
-No he querido cerrar esa puerta. -Utilizó un tono que daba a entender que era él quien había controlado la situación-. Pero les aseguro, caballeros, que no ha sido una reunión fácil. Planteé al Führer nuestras propuestas, explicándoselas punto por punto, y me respondió con una serie de exigencias que incluían la entrega de la isla de Fernando Poo y una de las Canarias.
-¿Fernando Poo y una de las Canarias? -preguntó sorprendido uno de los generales.
-Quiere establecer bases militares desde las que controlar las rutas del Atlántico, dando por descontado el cierre del Mediterráneo a los ingleses.
-¿Se ha hablado de Gibraltar?
-La operación que han diseñado se llama Félix y la tienen ultimada hasta en sus menores detalles. Me ha dicho que las tropas de dicha operación están listas al otro lado de la frontera.
-¿Qué le ha respondido usted?
-Le he dado la única respuesta digna que cabía. -Franco paseó la mirada por quienes habían sido sus compañeros de armas y palpó la expectación con que esperaban sus palabras-. Gibraltar es asunto nuestro y seremos nosotros quienes nos las veamos, llegado el caso, con los ingleses.
-¡Bravo, mi general!
-¡Eso es lo que yo llamo poner los cojones encima de la mesa! -El general se atusó las guías de su mostacho.
Hubo quien aplaudió, y Franco le dedicó una sonrisa cortés.

Pero para que no haya dudas, un repaso a la documentación de Stohrer, el embajador alemán en España nos sacará de dudas:



Como condiciones previas para la entrada en la Guerra, España cita las siguientes:
1. Obtención de cierto número de ganancias territoriales : Gibraltar, el Marruecos francés, la parte de Argelia colonizada y poblada por un número prominente de españoles (Orán) y, además, el ensanchamiento de Río de Oro y de las colonias del Golfo de Guinea (...).
Peligros de la operación para España: [Inglaterra] podría además ocupar las Islas Canarias, Tánger y las colonias españolas, lo que seguro ocurrirá cuando empiece la campaña (...). 


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