El curioso alzamiento en Guinea" la narración de cómo la noche del 18 de septiembre de 1936 se detuvo a una veintena de vecinos identificados como leales a la República española:
—Se nos dio orden de detener, casa por casa, a los individuos del Frente Popular.Juan Ramírez Dampierre, Vicecónsul portugués en Fernando Poo, lo cuenta de esta forma en sus comunicaciones:
—¿Hubo mucha resistencia?
—No. Fue sencillísimo. ¿No ve que todos nos conocíamos? Llamábamos, entrábamos y le decíamos: «Oye, Fulano, quedas detenido; tienes que venir conmigo.» El hombre se vestía y me acompañaba.
—Así, ¿no se disparó ni un tiro?
—Si. Se disparó un tiro. Sólo uno. Se hirió en la pierna a uno de ellos. Era uno que tenia un bar en la Plaza España (el «Chiringuito»). Más bien creo que fue un accidente.
Pero ¿el dueño del chiringuito? no es casualidad: dentro de la estratificación social entre los coloniales, éste era el espacio abierto y accesible, contrapuesto al casino, un club privado al que sólo tenían entrada los propietarios y apoderados, y en el que planificó el golpe en la isla.Reteniendo con respeto al Gobernador General que continúa ocupando su casa particular en el Palacio, detenido e incomunicado, esa mañana desde las seis, fueron hechos presos cuantos constituían el Grupo Político Frente Popular y sus simpatizantes, siendo las prisiones hechas por milicias nacionalistas, acompañadas cada una de tres soldados de la Guardia Colonial indígena, todos debidamente armados y equipados. Todo Esto ocurrió con el mayor orden y serenidad, alterado tan sólo con el paso constante de camionetas con tropas armadas en los puntos estratégicos de la ciudad e iban a las casas de los individuos que iban a hacer prisioneros; sólo ha sido herido un extremista [el dueño de El Chiringuito] por haber disparado una pistola dos veces al intentar huir cuando en su casa le dieron la voz de alto [de un sargento], el cual se encuentra hospitalizado. (...) Los presos políticos en número de cuarenta, están bien guardados y vigilados por las milicias, como también bien tratados, pudiendo recibir de sus casas o pensión las comidas y todo lo que necesiten para su uso personal, pero sin comunicación con el exterior del enorme barracón de cemento, donde se encuentran muy bien instalados bajo rigurosa vigilancia. Entre ellos hay media docena de funcionarios de la Secretaría General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central comunista. (...) El número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos.
Heraldo de Zamora, 14/12/1936.
De hecho, éstas detenciones de la noche del 18 de septiembre, son las que dieron lugar al confinamiento de ciudadanos en el buque Fernando Poo en la republicana Bata, con la intención de intercambiarlos por los prisioneros republicanos de Santa Isabel.
Reapertura del chiringuito unas semanas después del golpe, con nuevo dueño: Enrique Tirador, quien era también el adjudicatario del bar del casino. |
Un 18 septiembre, la Guinea española se acostó republicana.... y a la mañana siguiente, nada volvió a ser igual.
Sobre las 8 de la mañana del mismo día 19, fue izada la bandera nacional antigua en medio de gran solemnidad y concurrencia del pueblo que la aclamaba, con la guardia de honor hecha por el regimiento local de la Guardia Colonial, cuya banda tocó el himno de Riego, izándose la bandera primeramente en el edificio del Consejo de Vecinos (Ayuntamiento) y después con la misma solemnidad en el Palacio del Gobierno General de la Colonia, seguido de grandes aplausos de la multitud. Entretanto, había asumido el Gobierno General de la Colonia, el Jefe de la Guardia Colonial, que ya era Comandante Militar de la ciudad, y hacía tiempo estaba en estado de sitio, fijándose enseguida, el bando cuyo ejemplar se adjunta.
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