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jueves, 19 de junio de 2025

De marqueses varios

Fernando de León y Castillo,
I Marqués del Muni

Realmente, no nos aporta nada esta historia, pero os la vamos a contar igual:

Mientras allegados de José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, Senador del Reino y Teniente General de la Marina, pedían en su nombre el título de Marqués de Fernando Póo: «el 21 de julio de 1847 se presentaba a S.M. la reina doña Isabel II, por medio del Ministerio de Gracia y Justicia, un escrito de don José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, teniente general de la Armada y senador del Reino, en el que, tras alegar sus muchos méritos y servicios, pedía para sí y sus sucesores un Título de Castilla, con la denominación de marqués de Fernando Poo...», él niega que lo haya pedido y solicita que se suspenda la tramitación y se devuelva el expediente. En éste se apelaba a méritos propios del general, si bien la elección del marquesado no era casual, al tratarse del hijo del brigadier Joaquín José Primo de Rivera y Pérez de Acal, responsable de la expedición de 1777/1778 tras el fallecimiento del conde de Argelejo.

Eso fue en 1847, y es un movimiento extraño. Probablemente lleve implícita la inquietud por la reafirmación simbólica sobre el territorio, frente al intento de venta a Inglaterra de hacía unos años. Al fin y al cabo, la titubeante expedición de Lerena, apenas había tenido lugar cuatro años antes. 

Y sí, este Primo de Rivera del frustrado marquesado era el abuelo del que fue dictador en la segunda década del siglo XX y bisabuelo del fundador de la Falange.

Del sonrojante y fallido intento del gobernador Faustino Ruiz por ser elegido el botuku de los bubis, en sustitución del rey Malabo, ya ni hablamos.

Pero hubo otro marquesado que sí prosperó, en su caso en reconocimiento a las negociaciones que dieron lugar al Tratado de París de 1900, afianzando el -exiguo- dominio español sobre la franja costera continental. 

Lo cuenta Fernando Bruquetas de Castro en "El sexo y los políticos": 

«En 1879 Isabel II acudió a la segunda boda de su hijo Alfonso XII, celebrada en la basílica de Atocha, sin disimular su aversión a Cánovas. Nunca le perdonó que este hubiese prescindido de ella para propiciar la restauración monárquica. Una década más tarde, en abril de 1887, aún rebrotaba el interés por la unión de los regios cónyuges, a cuyo fin intercedió el nuevo embajador de España en París, el canario Fernando León y Castillo, quien llegó ese año y que, salvo algún intervalo, desempeñó la representación diplomática hasta el año de su muerte en Biarritz en 1918. Durante ese tiempo, a decir de los contemporáneos, fue el mejor amigo que tuvo la reina en Francia, defendiendo con exigua fortuna los intereses de España, y pese a ello, consiguió hacerse acreedor al título de marqués del minúsculo territorio africano obtenido para el país en el río Muni. La reina, para referirse a él, solía acercar sin llegar a unir el índice con el pulgar a la vez que pronunciaba la "u" francesa, como si fuera una "i" latina, dando un evidente acento cómico a sus palabras cuando decía "mi marqués del Muni"».

Es sorprendente que al Embajador le premiaran con un marquesado por la deplorable negociación. 

Especialmente si tenemos en cuenta que su colega, el Comisario Regio, en su viaje de regreso a España se suicidó por la frustración de sólo haber logrado salvar 28.000km en el Tratado de París, frente a los 200.000km que eran el punto de partida de la negociación. Considerando Pedro Jover y Tovar que la comisión que presidía no había hecho sino cooperar a la cumplimentación de un convenio deshonroso, no deseando sobrevivir al mismo, en un acceso de neurastenia aguda puso fin a su vida en el camarote que ocupaba, disparándose un tiro en la cabeza la mañana del 31 de octubre de 1901. Sepultado por las aguas del golfo de Biafra, se puso su nombre a una calle en Almería (se conserva) y el Estado español dio el nombre de “Cumbre de Jover” al pico más alto de los montes Bombananyoko. Su colega el marqués cuenta, a su vez, con su calle dedicada en Santa María de Guía, así como en el antiguo municipio de San Lorenzo en Las Palmas de Gran Canaria, o en el de Veneguera... ; pero lo del callejero y la memoria histórica, esa es otra historia.

Ya que lo preguntáis; sí, actualmente existe un marqués del Muni: En el BOE encontraréis la Orden JUS/2333/2008, de 17 de julio, por la que se manda expedir, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Real Carta de Sucesión en el título de Marqués de Muni, a favor de don Luis Alfonso Ascanio Panyasart, por fallecimiento de su padre, don Alonso Ascanio León y Castillo.

Y, bueno, a otros le salió mejor la jugada: a Antonio López y López, esclavista que redondeó su fortuna con el monopolio de transporte marítimo a Guinea Ecuatorial, le otorgó Alfonso XII en 1879 el título de marqués de Comillas, y en 1881 la Grandeza de España. Sobre él y sus "negros negocios", os contábamos en El Santoral Ecuatoguineano.

O a Antonio Vinent y Vives, marino y capitán de barcos negreros cuyos hermanos José y Francisco tenían factorías en Corisco (la trama esclavista de nuevo...), la reina Isabel II le otorgó el título de marqués de Vinent en 1868. Ambos marquesados están también actualmente en vigor, pero seguro hay más, ya que Isabel II fue especialmente proclive a otorgar marquesados a familias involucradas en el tráfico de seres humanos.

Otros, como veíamos en Preparando el viaje del Ciudad de Mahón, obtuvieron la rehabilitación de viejos títulos tras significarse en la trama golpista del 36. Es el caso de Enrique Pueyo, capitán de la guardia civil y mano derecha del teniente coronel Serrano en los "sucesos" del 19 de septiembre de 1936 en Santa Isabel, que obtuvo la rehabilitación del título de Conde del Val en 1955 y a cuyo nombre hay una calle en Madrid (probablemente por algún ilustre conde predecesor).

Siempre hay excepciones: José Elduayen y Ximénez de Sandoval, marqués de Elduayen, o Joaquín de Arteaga y Echague, duque del Infantado y marques de Santillana, ambos con intereses productivos y comerciales en el territorio ecuatorial, llegaron ya con el título nobiliario. El primero con inversiones en Río Muni, en donde además se involucró infructuosamente en la trama golpista, y el segundo volcado especialmente en las producciones agrícolas de Moca. Suyos eran los toros de lidia de la cabaña ganadera de Moca que emocionaban al aficionado a los toros de Santa Isabel.

jueves, 5 de junio de 2025

Banquete monstruo

Decía uno de los informantes de José Luis Vila-San Juan en El curioso alzamiento en Guinea:

-Los españoles que fuimos a Guinea (...) podíamos ser cualquier cosa, menos políticos... Yo llegue el 33. Aquellos españoles habían ido allí, sencillamente, por ambición. Por un correctísimo deseo de lucro: buenos sueldos (aunque dificilísimas condiciones de trabajo, habitabilidad, clima y salubridad), largos permisos o vacaciones retribuidas, posibilidades de ascensos y de independizarse, etc. (...)

-Si claro, pero, había lucha entre los partidos políticos?

-No. No es que hubiese o no lucha, es que no había partidos políticos.

-Pero Vds. bien tendrían ideologías distintas...

-Nosotros habíamos ido allí a trabajar y a luchar por ganar dinero. La Península, Madrid y el Congreso, quedaban muy lejos.

Pero, ¿era cierto que la población era indiferente a los debates peninsulares? Este paseo por la calle 19 de septiembre de la vieja Santa Isabel nos induce a pensar otra cosa:

«En Bata -cuenta La Guinea Española del 3 de mayo de 1931- ha tenido lugar un "Banquete monstruo": El día 19 del actual (abril) y para conmemorar el advenimiento de la República hubo un banquete monstruo en la fonda del Sr. [Manuel] Bernal al que acudieron unos noventa comensales europeos. El local resultó pequeño e incapaz de contener a tanta gente; reunió mucha cordialidad, no habiendo desmanes de ninguna clase y haciendo uso de la palabra dos o tres de los asistentes».

Pero no sólo en Bata, ya que en Santa Isabel, Tomás L. Pujadas recogía en La Iglesia en la Guinea Ecuatorial, Fernando Poo el soterrado pulso en entre lo que él llamaba come-jamones y los clericales, cuando con motivo de la celebración del «aniversario del advenimiento de la república coincidió con el día de viernes santo y naturalmente fue necesario celebrar una recepción oficial en el palacio del gobierno con su inevitable servicio de bocadillos anticlericales, es decir, de jamón en día de abstinencia», debiendo mediar Guillermo Cabanellas, Secretario del Gobierno General de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea y «republicano de primera hora». 

Y en el tercer aniversario..., incluso tenemos el registro fotográfico de la fiesta republicana en Río Benito.

Fiesta republicana en Río Benito (1934):
«La colonia española en Río Benito (Guinea española)
festejó el aniversario de la proclamación de la República
que simboliza la niña María Luisa [del Arca] Domínguez,
a quién rodean en la foto varios indígenas».

sábado, 10 de mayo de 2025

Quién se acuerda de Eduardo?

El 14 de octubre del 36, caerá la ciudad de Bata bajo los cañones del Ciudad de Mahón. Antes hundiría al buque civil Fernando Poo, muriendo 17 tripulantes ahogados en la bahía. Incluyendo Eduardo Selma, maquinista y héroe del naufragio del vapor Teide

En la madrugada del 8 de junio de 1932, el Teide embarranca en punta Oscura, al SO de la isla de Fernando Poo, en un lugar llamado por los nativos Etepo, junto al río Baña y muy próximo a punta Sagre. El 1er maquinista Eduardo Selma, logró que el barco se mantuviera estable, facilitando la evacuación ordenada de tripulación y pasajeros junto al capitán.

02.00 h - El buque no para de dar terribles golpes contra las piedras y no cesa de llover un momento.

-Siguen las señales de SOS sin desesperante resultado.

-El buque ha iniciado una tumba a estribor y los golpes contra las piedras son cada vez más alarmantes.

-Continua la lluvia y las señales de SOS.

04.30 h - Llamadas a CRR con las señales de SOS sin resultado.

-A causa de entrar agua en la máquina, me dicen han apagado los hornos de estribor y funciona solamente el de babor bajando la corriente a 60 V.

-Continúan los espeluznantes golpes del buque contra las rocas y la tumba a estribor va acentuándose cada vez más.

Sigo haciendo llamadas de SOS desesperadamente.

 

Finalmente, a las 5 de la tarde, Selma, el capitán del Teide y Jaime Ors -el delegado de la Trasmediterránea- tomaron la última lancha dando por perdido el buque.

Francisco Font Betanzos relata el hundimiento, y concluye con "años más tarde otro buque de la Compañía Trasmediterránea se perdería en estas aguas guineanas, aunque por motivos diferentes. El Fernando Poo era hundido por el Ciudad de Mahón, de la misma naviera, el 14 de octubre de 1936… pero ésta es otra historia".


Precisamente, el maquinista del Fernando Póo sería también Eduardo Selma, aunque en esta ocasión, el capitán Emilio Ley Arata, director de la Trasmediterránea, en la edición del 12 de noviembre de La Prensa afirmaba que «resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista».
Resulta sorprendente esa afirmación de "marxista", dirigida a quién propició la salvación de la tripulación y pasaje (obispo de Santa Isabel incluido) del Teide en 1932. Ya que no hay nada que nos induzca a pensar que Eduardo Selma merezca la inquina del director de la Trasmediterránea.

Si revisamos el Blog de Pedro Medina Sanabria | Memoria e Historia de Canarias es posible consultar las declaraciones que la tripulación del Fernando Póo realiza a Juan Fontán, en calidad de juez, sobre los hechos ocurridos el 14 de octubre de 1936 en la bahía de Bata:

Así, el radiotelegrafista Enrique López Astudillo, declara «que Antonio Tarí obligó a los maquinistas con pistola», lo cual coincide con el electricista Jaime Tomás Romeo, con «que bajó Antonio Tarí con pistola en mano, negándose el 1º [Eduardo Selma] y 2º a poner los motores en marcha y obligándoles Antonio Tarí con la pistola». De hecho, según el cuarto maquinista Ceferino Sáez Sánchez, no sólo fue obligado, si no «que el 1º maquinista [Eduardo Selma] dio la orden de cerrar el combustible» y parar el barco.
Esto cuadraría con la declaración del capitán Pasajes, que afirma que «cuando vio que el barco se ponía en movimiento fue a la entrada de la máquina y gritó que parasen sin saber si fue por su orden o por otra causa pero el barco paró». Y -en un intento por protegerse y proteger a su tripulación- el capitán enumera al personal menos sospechoso de ser leal al gobierno republicano y -entre otros- «cita como simpatizantes del movimiento [nacional] al médico Fuertes, a Muñoz, Zamora, y a todos los maquinistas excepto Filló y Bausá».

Incluso Manuel de Dios y del Águila, recuerda cómo él y Selma se habrían peleado con los tripulantes más combativos...: «con motivo de la celebración de las Asambleas tuvieron un disgusto el declarante y el primer Maquinista Eduardo Selma con Filló». Y ya sabemos que Manuel de Dios era señalado por sus compañeros como derechista frente a Filló que era considerado uno de los líderes revolucionarios del barco.

En definitiva, cuando en la historiografía franquista se recuerda (o se oculta) a los 17 ahogados de la tripulación del Fernando Póo, los únicos a los que se pone nombre es al "comunista Eduardo Selma" y al "barbero Caparrós". Pese a que Selma, el héroe del hundimiento del vapor Teide, realmente no se habría significado en los sucesos del 14 de octubre como para merecer el desdén del director de la Trasmediterránea.

La clave, probablemente serán deudas anteriores... vinculadas al proceso de huelga en el puerto de Barcelona, antes de partir el último viaje del Fernando Póo: el 23 de junio de 1936, el diario Universal recogía la noticia de que «a última hora de la noche de ayer la Policía se personó a bordo del trasatlántico Fernando Póo cuya tripulación se declaró en huelga de brazos caídos, a consecuencia de unas diferencias con la Compañía. Los agentes practicaron la detención de los 80 tripulantes de la nave, que ingresaron detenidos en el Juzgado de guardia, donde de madrugada continúa el interrogatorio»

lunes, 5 de mayo de 2025

Dos tenientes en Guinea

Los hermanos Juan y Pedro Medina Sanabria son fuente de inspiración e información para este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel. Y el Blog de Pedro Medina Sanabria | Memoria e Historia de Canarias hace un trabajo constante de difusión, por lo que merece la pena bucear un rato por sus páginas. Hoy, recuperamos esta entrada: 

CAUSA 537 DE 1936 CONTRA DOS TENIENTES EN GUINEA

A.0.000.829*

Comandancia    Militar    de      Canarias

13058 – 420 – 18

Plaza de Santa Isabel de Fernando Poo                                            Juzgado Militar Eventual num.1

Causa numero 537 de 1936

Delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Encartado. Tenientes Don Enrique Olivera Medrano y Don Francisco Rancaño Sarilles

Ocurrió el hecho el día  . . . . . . . . . . . .

Dieron principio las actuaciones  el día 5 de Mayo de 1937.

En prisión preventiva el día  . . . . . . . . . . . . . . . . . .

En libertad provisional . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

JUEZ INSTRUCTOR               SECRETARIO
Capitán de Artillería.Teniente de Infantería
Don Juan Fontan Lobe.Don Pedro Baeza Martinez.

Cfr.: Archivo del Tribunal Militar Territorial 5.- 13058-420-18.- Causa número 537 de 1936.- Cubierta.

viernes, 11 de abril de 2025

El calvario del abuelo

Hace un año, se instaló en acto público el "adoquín de la memoria" en Gijón, como homenaje y recordatorio del leal cartero de Bata. Se trata de Isidro Álvarez Martínez, que se significó en Río Muni por su lealtad al gobierno, integró el reconstituido Frente Popular del territorio ecuatorial, y como funcionario organizó la colecta de donaciones para apoyar a la República. Tras el bombardeo y caída de la ciudad de Bata, huyó al Camerón francés, desde donde se incorporó por barco al territorio bajo administración republicana. Con la derrota, se suma a la retirada al territorio francés iniciando su exilio, separado de su familia. Los siguientes años itinerará entre campos de refugiados, prisiones y de concentración, especialmente tras la invasión nazi de Francia. Finalmente, sus orígenes cubanos/estadounidenses (nació en Cuba, siendo en ese momento un territorio administrado por Estados Unidos) le permitió gestionar su liberación y volver a España en 1947. Pasó por las purgas e investigaciones (incluso por masonería) de rigor. El Ayuntamiento de Gijón recuerda: «El Fiscal especial de Correos que se ocupó del caso recopiló declaraciones de funcionarios, alcaldes y párrocos de diversas regiones en las que Isidro había servido entre 1920 y 1939, así como de la administración colonial en Guinea Ecuatorial. Todos los inquiridos coincidían en que era un hombre moderado, reservado y recto. Todos menos los que informaron desde Guinea Ecuatorial, quienes cargaron las tintas contra aquel administrador de Correos de Bata que se habría destacado en el microcosmos de españoles de la colonia como opuesto en acto y palabra al “Glorioso Alzamiento”. Estas vagas acusaciones desde Río Muni bastaron para que el juez sentenciara contra el regreso de Isidro Álvarez a la Administración».

"... se trata de una buena personal de la cual nadie tiene queja alguna."

Finalmente, y prácticamente a tiempo de jubilarse, logró ser reincorporado al cuerpo de correos.


Isidro Álvarez Martínez fue un funcionario de Correos que se despidió de su familia a finales de 1934 tras serle concedido el traslado a la colonia española de Guinea Ecuatorial. Iba a trabajar allí dieciocho meses y después tendría opción a un destino permanente y bien remunerado en Asturias. Sin embargo, lo que él no sabía es que no los volvería a ver hasta doce años más tarde. Todo le salió mal. Le pilló allí el golpe militar del 18 de julio de 1936, que era el año en el que tenía que volver a España. Afortunadamente, logró huir antes de caer en mano de los franquistas y se refugió en el país vecino, Camerún. De ahí se fue en barco hasta Marsella y, desde allí, pasó a España por Cataluña.

A comienzos de 1939 tuvo que exiliarse a Francia. Allí pasó por diversos campos de refugiados, como el de Bram, del que pudo salir al encontrar empleo en la construcción. Pero a finales de 1942 fue detenido por los alemanes e internado en el campo de tránsito de Compiègne (Francia). Después fue deportado a Sachsenhausen (Alemania) en enero de 1943 y, cuatro meses más tarde, en mayo, fue llevado a una prisión de la capital alemana y posteriormente a la cárcel de Laufen. Es probable que acabara allí por tener la nacionalidad cubana (sus padres emigraron a la isla y le nacieron ahí), aunque se hubiese criado desde los nueve meses en la gijonesa calle de los Moros. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial , inició un periplo por numerosos campos de refugiados italianos: Cartago, Túnez, Nápoles, Aversa, Bari y Cine Città. Hasta que finalmente, gracias a una sentencia absolutoria del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, pudo regresar a España el 22 de febrero de 1947. «Nuestro abuelo vivió un calvario fuera de España y otro cuando volvió», recordó una de sus nietas, Carmen Jardón Álvarez, minutos antes de colocar el "stolpersteine" o "adoquín de la memoria" que, desde ayer, conmemora la figura de su abuelo como víctima del nazismo a la altura del número 2 de la calle de los Moros.

Pero si quieres saber más sobre Isidro Álvarez Martínez, revisa:

martes, 1 de abril de 2025

Adhesión a la paz...

Recordáis las entradas Al paso alegre de la paz y España en paz sobre cómo el territorio ecuatorial se suma a la celebración de los "XXV años de paz"?

Se trataba del esfuerzo de Manuel Fraga Iribarne desde el Ministerio de Información y Turismo por celebrar el aniversario de la victoria sobre el comunismo con el lema reconciliador de la Paz.

Y desde África funcionarios y autoridades coloniales se suman con entusiasmo a las celebraciones: 

«Con motivo del XXV aniversario del glorioso Alzamiento Nacional, en la Dirección General de Plazas y Provincias Africanas se han recibido los siguientes telegramas de adhesión a Su Excelencia el Jefe del Estado: 
Alcalde de Puerto Iradier, Cámara de Comercio de Bata, Alcalde de Evinayong, Alcalde de Bata, Alcalde de Ebebiyin, Alcalde de Mongomo de Guadalupe, Alcalde de Acurenam, Presidente de la Diputación de Bata, Gobernador General de Ifni, Alcalde de Valladolid de los Bimbiles, Alcalde de Nsorc, Gobernador General de Guinea, uno muy expresivo también de las autoridades nativas de la provincia de Ifni, Decano de las Cooperativas del Campo de Fernando Poo, Vicepresidente de la Cámara de Santa Isabel, Presidente de la Diputación de Fernando Póo, Gobernador General de la provincia del Sahara, Alcalde de Sevilla de Niefang, Ayuntamiento de Annobón, 
Ayuntamiento de Santa Isabel de Fernando Póo e Instituto de Estudios Africanos».

De hecho, esa adhesión formará parte del relato; unos meses antes de la independencia, en pleno aniversario de golpe de Estado de 1936, Franco dirige un mensaje a los Guineanos, a través de Manuel Fraga Iribarne: "En estos días en que se cumple un aniversario más de la gloriosa efemérides de nuestro Movimiento en la vida española (...) Vosotros, mejor que nadie, sabéis hasta qué punto España ha procurado, en todo momento, desde que la paz volvió a nuestra Patria, atender a vuestras necesidades presentes y prever vuestro futuro. De las provincias guineanas España ha sabido hacer un territorio ejemplar, que se compara favorablemente, en el orbe africano en que se halla inscrito, por el nivel de vida, por el estado sanitario, por el número de alfabetizados, por tantos datos que acreditan su progreso. Pero, sobre todos esos bienes, el Gobierno español os ha traído el más deseable de todos: el bien de la paz. En un continente convulsionado por las luchas raciales, tribales y sociales, en el que determinados pueblos han caído en ciertos momentos en niveles próximos a la anarquía, las provincias de Guinea han vivido en paz, en trabajo y en orden, en una línea constante de progreso y de confianza, sin los que todo intento de mejoramiento hubiese sido imposible".


Aunque, tal vez, esa "Paz" no signifique lo mismo para todo el mundo...



viernes, 28 de marzo de 2025

El caso del secretario del Gobernador

Las leyes memorialistas, tanto la del 2007 como la del 2022, por las que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, obvian que hay territorios en los que imperó el franquismo y sus normas durante décadas… y que hoy en día éstos quedan por fuera de las fronteras españolas.

Precisamente en "Memoria y frontera", de María del Mar Fernández Pérez, se analiza:

En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial.
Resulta llamativa esta falta de referencias a las colonias si tenemos en cuenta que el imaginario colectivo de la Guerra Civil está plagado de referencias al norte de África: allí se produjo el golpe de estado en un primer momento, de allí venía el ejército africano y la famosa y temida guardia mora. Esta guerra, tan importante para la historia europea, empezó en África, y allí se produjeron los primeros asesinatos de quienes permanecieron fieles a la legalidad republicana. Es muy difícil hablar de este periodo sin hacer referencia al protectorado y situados en el momento actual, habrá que afrontar el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica en territorio extranjero.

Así, tenemos a los gobernadores Juan Fontán (callejero en Las Palmas), Faustino Ruiz (callejero de San Fernando) o al subgobernador Juan Vara Terán (callejero de Santa Cruz de Tenerife). Todos ellos con responsabilidad en la administración colonial, y vinculación tanto con la represión franquista como con 
el ejercicio de autoridad durante la dictadura.


Pero no todos fueron gobernadores... también hubo secretarios de Gobernador.
Contábamos en El callejero y la memoria histórica:

A veces olvidamos que el golpe de Estado de 1936, respondió también a lealtades personales, camaraderías cuartelarias, intereses económicos y vínculos familiares. Por ejemplo, el Capitán de complemento de artillería y abogado Francisco Hernández González (Franito): fue golpista, combatiente en la guerra civil... y cuñado de Juan Fontán Lobé. Fue Consejero del Cabildo entre 1936 y 1937, poco después de su cese, La Guinea Española recoge un viaje del gobernador Fontán con su esposa, acompañados por «el abogado don Francisco Hernández González, secretario particular del señor Fontán». Desde los 40 ejercerá como Concejal y Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Las Palmas («el alcalde accidental de la ciudad, camarada Hernández González», dirán los periódicos de la época) y en 1945 será nombrado Alcalde, cargo que ocupará hasta 1953.


El camarada Franito (sic), además de cuñado de Juan Fontán (y su secretario, siendo éste Gobernador y Jefe de la FET y de las JONS del territorio ecuatorial), compartía con él la adscripción al cuerpo de artillería, ser excombatientes de la guerra civil, participaron en procesos de depuración y persecución, fueron procuradores en Cortes (Franito apenas unos meses después de que su cuñado cesara por fallecimiento), y ambos cuentan con calles dedicadas a su memoria en el municipio de Las Palmas. En el caso del gobernador Fontán, sería su propio cuñado el que aprobó ponerle el nombre en Sesión extraordinaria del 26 de julio de 1944, como Concejal y Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Las Palmas («el alcalde accidental de la ciudad, camarada Hernández González», dirán los periódicos de la época).

Como curiosidad, quien le sustituyó como secretario del gobernador del territorio ecuatorial fue el capitán Luis Soraluce Irastorza.

Encontraréis ejemplos de la participación de Hernández González en el aparato represor del franquismo a través del imprescindible blog de Pedro Sanabria, incluyendo las causas contra los republicanos de Fernando Póo y Río Muni.

viernes, 21 de marzo de 2025

Los ecuatoguineanos de la Patrulla Atlántida (I)

Cuenta Agustín de Foxá en Madrid de corte a checa:

Por la noche recibieron a José Félix con grandes aspavientos en casa de Fifí Estrada. Ya estaba puesta la mesa, con unas velas negras y unas fuentes de plata, para el consomé. Estaban Perico Castro-Nuño, María Parla, los Alberti, Federico García Lorca y el capitán Martínez, héroe de Aviación, con el negrito que se había traído de Fernando Poo.

¿"El negrito que se había traído de Fernando Póo"?  Así, es: aunque no queda claro que fuera precisamente el capitán Manuel Martínez Merino -como dice Foxá-, a los ibéricos pilotos parece que les apeteció emular a Robinson Crusoe y tener su propio "Viernes". Hay constancia de 2 ecuatoguineanos que acompañaron a los pilotos en el viaje de vuelta (en los barcos de apoyo, no en los hidroaviones): José Friman Mata y José Epita Mbomo.

Lo teníamos pendiente desde hace años, y hoy en este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel vamos a incluir el relato de José Epita Mbomo, corisqueño al que El País dedicó en 2021 el artículo El electricista que saboteó a los nazis y salvó a sus amigos. El artículo generó conmoción en una Guinea Ecuatorial, siempre falta de noticias positivas y acostumbrados a no dejar impronta en el ámbito internacional.

Las redes sociales se llenarán de expresiones espontáneas como ésta: «Es una de las historias más increíbles, bonitas y emocionantes que he leído. Y es sobre un guineano de Corisco».

Orgullosos, tampoco pasó desapercibido que Mbomo (conocido también como Yoni) era tío de la poeta Raquel Ilombe. Otro día hablaremos de Friman, pero hoy es el turno de Epita:

El guineano se formó como mecánico de aviones y se casó con una blanca en Murcia en 1936. En el exilio dirigió un grupo local de la Resistencia francesa, fue deportado a Neuengamme y sobrevivió a un bombardeo británico sobre barcos de prisioneros en el Báltico. Una investigadora de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona ha descubierto su paso por el campo de concentración. Esta es su biografía, reconstruida por EL PAÍS.

José Epita Mbomo nació el 15 de agosto de 1911 en Ibanamai, en la isla de Corisco, entonces parte de la colonia española de Guinea. Allí acude a la escuela que gestionan religiosos claretianos que castigaban a sus alumnos a arrodillarse sobre garbanzos, contaría años después a su hijo Andrés. Vive con su tía Esperanza. El 6 de enero de 1927 aterrizaron en la isla tres hidroaviones de la Patrulla Atlántida, una misión militar y científica que buscaba sacar pecho en la carrera de los cielos y recoger información para cartografiar la costa occidental africana. La exitosa expedición regresa con dos adolescentes guineanos a bordo de los barcos de apoyo: José Epita Mbomo y José Friman Mata. 





Tendríamos, por tanto, otro ecuatoguineano como Carlos Grey Molay que sobrevivió a un campo de concentración nazi. Y bueno, no todos iban a ser como el comandante Tray o el sargento Guerra Tonga.

Cuenta Afropoderossa en "España no sólo es blanca":

EL AVIÓN ES, QUIZÁ, UNO DE LOS AVANCES TECNOLÓGICOS más importantes del siglo XX y también uno de los que más rápido ha evolucionado. Apenas transcurrió una década entre los primeros vuelos de los hermanos Wright o del brasileño Alberto Santos Dumont, cortos y aparatosos, y el uso de aviones por parte de la mayoría de los ejércitos durante la Primera Guerra Mundial. Acabada la guerra, entre los años 1918 y 1939 tuvo lugar lo que podemos llamar «la edad de oro de la aviación». Los países comenzaron a competir por crear mejores aviones y más rápidos, por batir récords y por volar hasta donde nadie antes había llegado montado en una aeronave. Por ejemplo, en 1924, un grupo de aviadores de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos dieron la primera vuelta completa a la Tierra en ciento setenta y cinco días. Y en 1927, el norteamericano Charles Lindbergh fue el primero en viajar de Nueva York a París sin realizar ninguna escala. España también participó en aquella carrera aeronáutica y, en invierno de 1927, aterrizaban en la base aérea de Los Alcázares, Murcia, tres hidroaviones bautizados como Cataluña, Andalucía y Valencia. Los tres aviones regresaban de un largo viaje que les había llevado hasta Guinea Ecuatorial, y sus tripulantes fueron recibidos como héroes. Pero aquel día, además de la tripulación, pisaron el suelo del aeródromo de Los Alcázares dos adolescentes negros llegados directamente de Guinea Ecuatorial. 

LA PATRULLA ATLÁNTIDA 

Aquellos tres aviones que aterrizaron en Los Alcázares constituían la Patrulla Atlántida, cuyo objetivo había sido sobrevolar la costa atlántica africana hasta llegar al golfo de Guinea, gesta que no se había conseguido jamás hasta entonces, y cartografiarla. En aquella época, por mucho que Guinea Ecuatorial fuera una colonia española, estaba muy mal comunicada con la península, así que debió de ser toda una sorpresa para los guineanos ver aparecer aquellos aviones de repente en el cielo y que aterrizaran en su territorio. Quizá fue precisamente aquella visión lo que impresionó a dos adolescentes de dieciséis años de la isla de Corisco. Se llamaban José Friman y José Epita Mbomo, y ambos se embarcaron en los hidroaviones de la Patrulla Atlántida cuando inició su regreso a España. Algunas fuentes afirman que la tripulación se había traído a los dos jóvenes como una especie de «trofeo» para demostrar que efectivamente la expedición había llegado hasta su destino, pero, de todos modos, nada parece indicar que ninguno de los chicos viajara obligado y nadie se desentendió de ellos al llegar. Al contrario. José Epita Mbomo consiguió un trabajo en el aeródromo y fue «apadrinado», prácticamente adoptado, por la familia de uno de los oficiales de Los Alcázares. Y prosperó. En apenas dos años, José Epita se había convertido en mecánico de aviones en la base y se formaba como electricista. Estaba integrado y progresaba. Entonces, una noche de carnaval, José decidió asistir a un baile que se celebraba en un casino de la zona. 

«¿NO TE DA MIEDO, DE NOCHE?» Aunque José Epita se había integrado en su pueblo, eso no significa que todo el mundo lo aceptara por igual. De hecho, esa noche de carnaval, al entrar en el pabellón donde se celebraba la fiesta, mucha gente se escandalizó. La orquesta dejó de tocar. Las madres agarraron a sus hijas para que no se apartaran de su lado. Y, sin embargo, José acabó bailando con una chica. Se llamaba Cristina. Si José había sido valiente al ir a una fiesta en la España de principios del siglo XX sin importarle tener que enfrentarse a comentarios y actitudes racistas, Cristina no lo había sido menos. El hermano de Cristina conocía a José de la base, por lo que, pese a la resistencia de los amigos, acabó presentándolos. Y esa noche bailaron. A partir de ese momento, José y Cristina estuvieron juntos. Superaron el rechazo de los vecinos y de las amigas de Cristina, e incluso algunos ataques de los jóvenes de Los Alcázares, que no estaban dispuestos a dejar que un chico negro se llevara a «una de sus chicas». Por otro lado, la familia de Cristina, aunque quizá no los apoyara activamente, nunca se opuso al noviazgo. Así que, el 1 de enero del año 1936, José Epita Mbomo y Cristina Sáez se casaron. La boda, en aquella España de principios del siglo XX, levantó un revuelo tremendo no solo en Murcia, sino también en todo el país. A Cristina la gente le decía: «¡Uy! ¡Casarse con un negro! ¿Y no te dará miedo por las noches, cuando esté oscuro?». Y, al salir de la iglesia, ya les esperaban vecinos, curiosos y periodistas. De hecho, llegaron a dar entrevistas para la prensa de la época. José y Cristina fueron una de las primeras —si no la primera— parejas interraciales del país. Durante un tiempo muy breve fueron felices, pero entonces estalló la guerra civil española. 

LUCHADOR 

Durante la guerra civil española, parte del ejército se alineó con los sublevados del general Franco, mientras que otra parte se mantuvo fiel a la República, como es el caso del aeródromo de Los Alcázares donde trabajaba José. Sin embargo, a medida que la guerra avanzaba, y la República iba perdiendo terreno contra los sublevados, José se dio cuenta de que se encontraba en grave peligro porque, además de ser un idealista, era un militante de izquierdas convencido. En ese periodo, eso le habría costado años de cárcel o, seguramente, la vida, así que José y su familia decidieron escapar. Primero lo hizo Cristina con sus dos hijos y con su madre. Durante un tiempo permanecieron en Cataluña y luego, en 1939, pasaron al otro lado de la frontera, a Francia. No mucho después, José hizo lo mismo. Por desgracia, la llegada a Francia no significaba estar a salvo, pues, como tantos otros refugiados españoles, José acabó recluido casi diez meses en diversos campos de refugiados, el más famoso de los cuales fue seguramente Argelès-sur-Mer, un lugar insalubre construido en la propia playa. Las personas allí recluidas, que eran gente inocente que escapaba de la guerra, tenían que dormir sobre la arena dura y fría, no disponían de suficiente comida ni atención médica, y recibían continuos maltratos de los guardias. Aun así, José logró salir. Cristina le había conseguido un trabajo de electricista en la ciudad de Mérignac, cerca de Burdeos, y, gracias a eso, por fin pudo reencontrarse con su mujer y sus hijos. Esa mala experiencia no logró que José perdiera sus ideales y su espíritu combativo, por lo que, al estallar la Segunda Guerra Mundial, él siguió luchando. Cuando Francia cayó bajo las garras del nazismo, José se sumó a la Resistencia que combatía al Tercer Reich, acompañado de partisanos franceses y republicanos españoles exiliados como él. Entre otras acciones de espionaje y de sabotaje, el grupo de José hizo saltar por los aires un hangar lleno de vehículos del ejército alemán y también saboteó el suministro de energía del aeródromo de Mérignac para impedir la salida de aviones. Solo con eso, José Mbomo habría sido un héroe merecedor de todos los honores, pero su historia no acaba aquí, porque en 1944, a causa de sus acciones en la Resistencia, fue capturado por la policía francesa. 

PRISIONERO 

Como tantos otros, José acabó en un campo de concentración, en su caso Neuengamme, en Alemania. Las condiciones en el campo eran inhumanas. Hambre y miseria, maltratos continuos, trabajos forzados, enfermedades y muerte. Incluso para José, que al ser electricista se le asignó un trabajo que conllevaba ciertos privilegios, las condiciones eran durísimas. Irónicamente, puede que lo que acabó salvándolo a él y a algunos de sus compañeros fue precisamente que José fuera un hombre negro. De hecho, parece ser que en todo el campo de Neuengamme no había ni siquiera diez prisioneros negros, a los que los nazis consideraban inferiores, exóticos y solo aptos para servir. Así que José, además de electricista, también trabajó de camarero para los oficiales nazis del campo. De ese modo tenía acceso a las sobras de comida, que compartía con sus compañeros. 

EL FIN 

Los nazis, cuando vieron que la guerra estaba perdida, decidieron borrar todo rastro de sus crímenes. Eso significaba cerrar los campos de concentración, eliminar pruebas documentales, archivos, fotografías… y a los prisioneros. José, como tantos otros, fue sacado del campo. Ya fuera metiéndolos en trenes para ganado, sin ventilación, ni agua, ni espacio para respirar, o bien a pie, en extenuantes «marchas de la muerte» donde muchos morían de agotamiento y muchos otros, los que no eran capaces de seguir el ritmo, eran ejecutados, llegaron hasta el mar Báltico. José Mbomo acabó como prisionero en el Cap Arcona, un antiguo transatlántico de lujo —habría que imaginar una nave muy parecida al Titanic—. Allí, en las cubiertas superiores, los soldados y oficiales nazis disfrutaban del lujo del barco. En cambio, las bodegas estaban llenas de prisioneros en condiciones todavía peores que las del campo que habían dejado, unos prisioneros que los nazis pretendían usar como moneda de cambio para negociar una rendición ventajosa frente a los Aliados. No llegó a ocurrir. La RAF, la fuerza aérea británica, bombardeó el Cap Arcona sin saber que sus bodegas estaban llenas de prisioneros. El navío se incendió y, al final, se hundió. Solo sobrevivieron 316 prisioneros de los más de 4.500 que iban a bordo. Entre ellos, José. 

UNA VIDA TRANQUILA 

José Epita Mbomo se salvó. Quizá fue pura suerte. Quizá fue porque, al contrario que muchos de los demás prisioneros del Cap Arcona, él sabía nadar. Sea como sea, en esa ocasión José tampoco se rindió. Fue rescatado por una lancha de la Cruz Roja y, al fin, pudo regresar junto a su familia. La guerra había acabado definitivamente, así que, tal vez por primera vez en muchísimos años, ya no tuvo que luchar más. José y su familia se establecieron en Francia. Incluso si hubiera sido seguro para ellos regresar, no lo habrían hecho. José siguió trabajando como electricista, y Cristina y él llegaron a tener cinco hijos. Este hombre incansable acabó muriendo de cáncer en los años setenta y su historia probablemente habría quedado olvidada con el tiempo. Es cierto que había recibido algunos honores y condecoraciones del Estado francés por su participación en la Resistencia, sí, pero, al igual que muchos otros, José nunca hablaba de la guerra, de los campos y de las veces que tuvo que luchar por salvar su vida. Y, sin embargo, poco a poco la gente fue sabiéndolo. Se comenzaron a investigar los campos de concentración y la historia de los supervivientes españoles, una historia que había sido silenciada durante años por el régimen franquista, que se desentendió completamente de los ciudadanos de ideología republicana porque no eran «de los suyos». Como siempre, aquello que no se cuenta no existe. Los hijos de José también descubrieron que su padre, aunque no les había contado nada, sí que había escrito en cuadernos y en agendas los hechos más importantes de su vida, que así han llegado hasta nosotros. Una historia extraordinaria de un hombre valiente que, por fin, sale a la luz.

sábado, 15 de marzo de 2025

Una de fotografías

Alberto Quintana, exCoordinador General de la Cooperación Española en Guinea Ecuatorial, recordará en su libro Un despropósito Ecuatorial:

Ordenémonos y comencemos por algún sitio. Por ejemplo, por una foto.

 


Tengo conmigo una del puerto engalanado. Es la despedida de los voluntarios franquistas llegados en el Ciudad de Mahón para poner orden en la retaguardia. Los mismos que en Bata habían hundido el Fernando Poo. Bueno, no de todos; porque en el cementerio de Elá Nguema he encontrado dos lápidas pertenecientes a soldados de aquel contingente que murieron acá. Habrá más, seguro.

Los mármoles dicen:

Domingo Artiles Cruz. Voluntario de Canarias. Falleció el 9 - 12 - 1936.

Y Pablo Cutiérrez - ¿será Gutiérrez? - Quintero. Tri. del CRC. AXLR. CD. de Mahón. Falleció el 1-2-37.


La foto está reproducida en un libro publicado por el Ministerio de Defensa que presta mucha atención a la descripción en detalle de las unidades militares. En su página 202. Lo que más llama la atención es que el muelle del puerto está presidido por una, grande y vistosa (en lugar de "libre") esvástica nazi. Y justo un poquito más abajo una pancarta que dice "Arriba España".

Recordemos que cruzada viene de cruz -aunque sea gamada- . Y que "el relato" de aquel tiempo remitía a una cruzada evangelizadora contra polígamos y antropófagos. En palabras de Díaz de Villegas, uno de los que dirigieron aquel cotarro, una raza originariamente viciosa y haragana.

Lo rematará años después Carrero Blanco, cuando le toque explicar la intervención española en Guinea: "…para nosotros, el hombre es, según frase feliz de José Antonio, un portador de valores eternos".

Era el lenguaje (y la ideología -atroz- ) de la época. Con el golpe de Estado el gobernador general había pasado a asumir también la función de jefe del Movimiento. Falange llegaría a tener en Guinea unos 600 afiliados. Dos centurias de ellos eran indígenas. He conocido a alguno de los que las integraron. Todavía recuerdan las canciones:

 

Yo soy moreno de Guinea que por España voy a luchar contra los rojos que la mancillan y que la tratan de destrozar.



Existe una fotografía -otra- en la que aparece un falangista con salacot rodeado de jóvenes negros. Y creo, no estoy seguro del todo, que le corresponde una lápida que también he visto (el tiempo es implacable). Se encuentra en el mismo cementerio de Elá Nguema y está presidida por un yugo y muchas flechas:

"DEP. El Camarada Remigio Ceballos Santiso, Secretario Local de Falange se ausentó a los 28 años de edad. ¡Presente! - Te has muerto, pero tu espíritu cristiano vivirá siempre en el corazón de tus padres y hermano: Rafael, María y Rafaelín. - Te fuistes, esposo querido, más nuestras almas continuarán comunicándose eternamente su amores. Ana María. - Papaíto, te veo entre los luceros, dando eterna guardia a mis cariños (...) ¡Viva España!"



El 26 de noviembre de 1939, en el segundo aniversario de su muerte, Ébano publicó una esquela convocando a una misa en la catedral en honor del camarada Remigio. La noticia que venía a su lado era la organización de un tren especial para asistir a la inhumación de los restos de José Antonio en El Escorial.

Tal vez estas cosas ayuden a comprender que Ignacio Alonso, uno de los líderes en los 90 del grupo neonazi Bases Autónomas, hubiera nacido en Guinea, o que Vox cuente con dirigentes de origen ecuatoguineano.

Falange Española de las JONS (cuya organización había contribuido a poner en marcha Ernesto Giménez Caballero) instalará su sede en una casa de Maximiliano Jones, el fernandino. Una casa que antes nunca había sido habitada porque Jones la construyó para una hija -Mildred- que falleció prematuramente de tuberculosis.




Hoy ese edificio, que está ubicado en el perímetro del palacio de Obiang, alberga una Biblioteca Nacional que no tiene apenas libros

Vinculado a Falange, a la que se apuntaron numerosos fernandinos, nació en 1939 Ébano -el periódico de la esquela- . Los niños aprenden en la escuela el Cara al sol.

miércoles, 5 de marzo de 2025

El segundo golpe de estado de Franco

Ésta es una gran historia... y además es histórica.

En este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel, relatábamos en El hombre del chiringuito cómo Franco dio un golpe de Estado en Fernando Póo. Pero no fue el único.

Años después dio un nuevo golpe de Estado en el territorio ecuatorial, pero en esa ocasión éste fue fallido.

Lo contaba hace unos años el gran José Eburi Palé en uno de sus apuntes de la serie de Cartas desde el exilio guineano de Libro de Notas:

Un intento de marcha atrás – el otro golpe de Franco

Si hubo una chapuza paradigmática en todo el proceso de la independencia de Guinea esa fue el fallido golpe de estado de marzo de 1969, auspiciado soterradamente por el gobierno español. El irónico calificativo de chapuza podría ser el adecuado de no ser por las consecuencias: la venganza criminal de un demente, la tortura, el martirio y el asesinato de una ingente cantidad de ciudadanos ante la pasividad miserable del gobierno español; que en este caso fue responsable directo, por acción.

A aquellas alturas del proceso guineano el gobierno español comprende que la situación se le ha ido de las manos y que, como consecuencia de su desidia en Guinea, su prestigio internacional corre peligro. Macías ha enviado cartas a la ONU a raíz de los sucesos de la guerra de las banderas en Bata y el tema empieza a conocerse en el exterior. Tanto Carrero Blanco como Castiella ven peligrar su reputación personal y su posición en el régimen. Franco es ya un anciano que tardó solo seis años más en morir, pero aún ostenta el poder y de vez en cuando procura, mediante golpes de efecto bien recordados por todos, que eso quede claro.

Por fin, aunque tardíamente, los ignorantes políticos del “régimen”, que habían desoído clamorosamente las opiniones de todos los conocedores de Guinea, comprenden que Macías es un hombre paranoico, peligroso y que la prensa internacional se hace eco del desastre diplomático en Guinea. La actitud pusilánime de España no pasa desapercibida en los foros internacionales.

Los políticos y ministros guineanos moderados, cabales, la mayoría pro españoles deciden pasar a la acción no sin temor por miedo a su falta de experiencia; toman finalmente la decisión de parar a Macías, amparados por el apoyo tácito y material de España. Ese es el caso de Atanasio Ndongo Miyone, ministro de asuntos exteriores, y de Saturnino Ibongo, embajador de Guinea en la ONU, que por su actividad internacional no han perdido el contacto con Madrid y pasan por aquí a menudo. Los políticos guineanos más preparados y los profesionales cualificados, es decir, lo mejor de la pirámide poblacional guineana están horrorizados por las acciones criminales de Macías; pero cualquier acción que imaginen llevar a cabo no es posible resolverla sólo en territorio guineano y, más aún, sin el asesoramiento y la ayuda material de España. La situación es crítica, el futuro de Guinea y las vidas de muchos ciudadanos depende de que se actúe con rapidez. El asesinato de Bonifacio Ondó y de miles de guineanos anónimos, es ya un hecho conocido internacionalmente.
De las Memorias de estío, de Miguel Herrero de Miñón:

Un mes después, en otra reunión secreta el día 28 de febrero, me comunicaron (Atanasio y Saturnino), que proyectaban la incapacitación de Macías y la formación de un gobierno de salvación nacional. Para ello pidieron y obtuvieron mi colaboración y en mi casa se ajustaron proclamas y calendario.

Los hechos, a pesar del oscurantismo oficial al respecto, vigente todavía hoy, y de los 39 años transcurridos, sucedieron aproximadamente así:

Atanasio Ndongo regresa a Madrid procedente de Etiopía ante las preocupantes noticias de los sucesos de Bata y los baños de sangre ordenados por Macías. Durante los días 28 de febrero y 1 de marzo de 1969, tiene una reunión de varias horas con Fernando Castiella y otra igualmente profusa con Miguel Herrero de Miñón, arriba aludida, en la que se ultiman los detalles del plan de incapacitación de Macías.

El gobierno español, pone a disposición de Atanasio un avión entero de Iberia en el que además de él sólo viajan seis personas, entre otras Saturnino Ibongo, Armando Balboa, director de la TV guineana, y el asesor español de la TVE en Guinea, Luis Carrascosa. La policía “impide” el embarque en el vuelo a Jose Luis Novais, periodista de Le Monde e invitado personal del propio Ndongo.

 

Durante esos dos días, se han producido noticias dignas de mención:

La astucia de Macías brilla una vez más pues, enterado de las intenciones ocultas de España, nuestro sistema de inteligencia situándose siempre al más alto nivel guarda una jugada maestra en la manga y convoca en la tarde del día 4 e inesperadamente un Consejo de Ministros. Macías confiesa en el consejo su imposibilidad personal de acuerdo con España y su decisión de dimitir a favor de Atanasio Ndongo, al cual hace entrega del palacio presidencial. Saturnino, Atanasio y miembros de su confianza se instalan en él y el ambiente se relaja en una celebración improvisada, mientras el palacio es custodiado por la Guardia Nacional de etnia Combe. Macías ha denunciado ante la ONU “agresiones” por parte de las fuerzas españolas, absoluta falsedad por cierto. La agencia PYRESA informa del asesinato de Juan José Bima, español blanco en Rio Muni; la noticia es firmada por Diego Carcedo. Don Juan Durán Loriga, embajador de España en Guinea, es sustituido por Pan de Soraluce, cuya primera medida en Guinea es ordenar el absoluto acuartelamiento de las unidades de la Guardia Civil. Oficialmente, la radio exterior de España difunde la noticia de que la “crisis” con Guinea está resuelta y el viaje de Atanasio se perfila como el final de dicha crisis, que se espera zanjar con algunas mínimas disculpas por parte de Macías al cónsul español en Bata. Atanasio Ndongo llega a Guinea el 3 de Marzo de 1969 y después de una breve escala técnica en Santa Isabel, se dirige a Bata. Ante la negativa inicial de Macías de dar ningún tipo de disculpas al cónsul español, tal y como había prometido, queda implícitamente decidida su destitución por Atanasio, según el acuerdo con Madrid. Atanasio cuenta con la simpatía de la Guardia Nacional y la Guardia Marítima de Rio Benito, mayoritariamente de su misma etnia, Combe.

Macías previamente había organizado en secreto una fuerza de partidarios armados de su misma tribu, al frente de la cual se dirige a palacio a las cuatro de la madrugada. Al llegar a la entrada el desconcierto es general. Macías asesina por su propia mano a los centinelas Combes de la puerta principal y sus mercenarios suben las escalinatas disparando indiscriminadamente. Atanasio Ndongo escucha el escándalo y presa del pánico se arroja por la ventana del despacho presidencial, situado en la primera planta, produciéndose lesiones de gravedad. Hay versiones según las cuales es defenestrado directamente por las juventudes de Macías. Saturnino Ibongo huye despavorido y es alcanzado por un tiro en la nuca. Macías arenga a los miembros del ejército de tierra, de su misma etnia, convenciéndoles de que la marina, mayoritariamente Combe, se había sublevado. Entran en las dependencias sin resistencia alguna y sorprenden a la mayoría de la marinería durmiendo, siendo así asesinados en masa, incluyendo al oficial de guardia.


En la mañana del día cuatro y ajenos a lo ocurrido por el corte de las comunicaciones llega a Bata el avión procedente de Santa Isabel con casi todas las personas convocadas el día anterior por Atanasio Ndongo. Todas ellas fueron detenidas, encarceladas y en pocos días, asesinadas y torturadas. Se detiene también a oficiales españoles, que serán puestos en libertad días más tarde, a cambio de grandes sumas de dinero, que España paga religiosamente.

En la mañana del día cinco la radio oficial da su versión de lo sucedido, obviamente manipulada, falseada y favorable a Macías.

El incidente se salda con cientos de asesinados y torturados, entre otros: Atanasio Ndongo Miyone (Ministro de Asuntos Exteriores) Saturnino Ibongo Yyanga (Embajador de Guinea en la ONU) Armando Balboa Dougan (Director de la televisión guineana) Pastor Torao Sikara (Presidente de la Asamblea Nacional) Gustavo Watson (Diputado) Agustín Nve (Diputado) Enrique Gori Molubela (Presidente de la Diputación de Fernando Poo) Federico Ngomo Mandongo (Presidente de la Diputación de Rio Muni) Edmundo Bosio Dioco (Vicepresidente) La mayoría de Diputados de la “oposición”.

El total de asesinados en esa noche y los días sucesivos, es incalculable. De las Memorias de estío, de Miguel Herrero de Miñón:


...Incomprensiblemente, Ndongo, Ibongo y algún otro conjurado, en lugar de esperarle en Santa Isabel como habíamos acordado, fueron al continente tratando de detenerlo (a Macías).


Esa misma mañana, Macías agradece al nuevo embajador español, Pan de Soraluce, su “neutralidad”, lo cual no le impide horas más tarde acusar a España de organizar el golpe. En España, Fernando María Castiella y Manuel Fraga en el Consejo de Ministros del día 7 de marzo insisten en la no injerencia en los asuntos guineanos y en que mantendrán allí las tropas españolas “_para facilitar el éxodo de la población española_”. Ambas afirmaciones, son colosales embustes y la población española ya había iniciado su éxodo, con ayuda exclusiva de la providencia.

Macías ha entrado marcha atrás en el túnel del tiempo, quemado los puentes y arrastrado a un país entero tras él. Su cólera y su sinrazón llegan al paroxismo absoluto. Decide abolir por decreto la Constitución, que desde un principio despreció, a pesar de Don Antonio García Trevijano. Disuelve la Asamblea Nacional y prohíbe los partidos políticos, creando el partido único nacional (PUN). Prohíbe toda clase de culto religioso que no sea el de sus dioses ancestrales, en especial el culto católico. Encarcela a los sacerdotes negros y expulsa a los blancos. Asesina sin más a los “únicos” cuatro médicos autóctonos existentes en el territorio y expulsa al cuerpo médico español. Vocifera en la radio la vuelta a la medicina tribal y a la brujería ancestral, incorporando en su séquito a un hechicero adivinador de su misma etnia.

Toda esta situación desesperada, injusta y terrorífica es consecuencia de la ineptitud personal, la desidia y la cobardía de una larga lista de personajes incalificables; Franco, Carrero Blanco, Fernando Castiella, Manuel Fraga, Herrero de Miñón, Juan Durán, Pan de Soraluce, Antonio G. Trevijano, Paesa y un largo etcétera. Abandonaron un territorio español y a sus gentes inocentes, vestidas de país nuevo, en manos de un loco, como se abandona una mascota en la carretera un día de verano. No se prestó lícito consejo a tiempo a los políticos serios guineanos, que habían mamado nuestra cultura desde su nacimiento. Que habían estudiado en nuestras universidades, hablaban nuestro idioma desde la cuna, se llamaban Pedro, Juan o Enrique. Eran seguidores del Real Madrid, del Barcelona o del Atlético de Bilbao. Sabían cantar jotas y bailar sardanas. Habían leído a Quevedo, Ortega y Gasset, Bécquer, el ABC, La Codorniz y la Gaceta Ilustrada. Cantaban villancicos y tomaban polvorones en Navidad. A sus hijos les traían juguetes los Reyes Magos y seguían las procesiones en Semana Santa. Hacían quinielas y jugaban a la Lotería Nacional. Escuchaban Radio Nacional de España y el domingo seguían la retransmisión de la liga de futbol. Bebían Soberano, anís Del Mono, Rioja y Alvariño. Se casaban por la iglesia y sus hijos iban al Instituto Nacional Cardenal Cisneros. Habían estudiado latín en el bachillerato, la reválida de cuarto, sexto y Preu, la geografía española, los afluentes del Tajo, del Duero y la lista de los reyes Godos. Conocían nuestro cine y admiraban a Carmen Sevilla, Lola Membrives, Marisol o Lola Flores.

En definitiva, eran tan españoles como cualquiera, porque eso les habíamos dicho durante doscientos años y así lo sentían. Todos ellos, los más conocidos y preparados, murieron torturados, asesinados y fueron exterminados; mientras tanto la madre patria miraba de reojo porque unos cuantos aquí e impunemente decidieron que no eran nadie. Otros muchos miles, no tan conocidos, también murieron por la misma sinrazón.

Los aviones de Spantax y de Iberia comienzan a salir de Santa Isabel con cerca de sesenta personas más de su capacidad a bordo. Un viaje de ocho horas, con el pasillo de los aviones atestados de pasajeros tirados por los suelos, en manga corta, con lo puesto y teniendo que abonar el pasaje a su llegada desesperada a Barajas, Madrid, capital de la patria y reserva espiritual de occidente.

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La mayoría de fotos aportadas provienen del fondo fotográfico de: http://www.raimonland.net/