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lunes, 26 de septiembre de 2022

Mi caballo murió

Razonábamos en El funcionario de Naciones Unidas que «no se trata de hurgar en viejas historias, sino de conocer mejor lo que pasó en el territorio ecuatorial. Y para eso... es esclarecedor conocer a sus protagonistas».

La figura de Juan Fontán ya la hemos tratado anteriormente, pero desconocemos al otro oficial (Edmundo Hernández Medina) que le acompañaba como lugarteniente en la toma de Bata

A través de El curioso alzamiento en Guinea del monárquico José Luis Vila-San Juan sabemos que:
... hay que subrayar que los elementos de la fuerza expedicionaria, a los que se esperaba como amigos, se comportaron en líneas generales, como ocupantes.
Inmediatamente después de una Misa de Campaña, que coincidió con la Fiesta de la Raza, el 12 de octubre de 1936, los canarios se hicieron cargo de cuanto significaba mando. Los presos, hasta entonces respetados, fueron maltratados y apaleados. Los que se habían sublevado (la gente de orden) tratados casi como "nacionales de 2ª clase" o "semirrojos".
Nada me han dicho en contra del Jefe de la expedición (el capitán Fontán). Sí, en cambio, respecto a otro oficial, al que apodaron "Mi caballo murió" pues siempre iba con una fusta de montar (¿o de pegar?) aunque no tenia caballo.
Puede decirse que hubo represalia. No cruenta, no como la de Badajoz, pero si saliéndose algo de la línea moderada que hasta entonces había prevalecido.
El gracejo popular recurrió en este caso a un conocido tango de moda en los años 30, muy festejado entre la tropa, para describir al capitán Edmundo Hernández Mediana ya que -según Donato Ndongo- «andaba siempre fustigando a su alrededor con un látigo, aunque no tenía caballo».



No hay mucha información sobre él, pero se entiende que había tomado parte activa del golpe de Estado en Canarias:

Así, por ejemplo participó en la sustitución de las autoridades republicanas, siendo designado el 4 de agosto por el Gobernador Civil franquista como presidente de la Cámara de Comercio y vicepresidente de la Junta de Obras del Puerto de Las Palmas [un inciso para entender la importancia de esta institución: ¿recuerdas el caso de Joaquín Masmano, y del comité de huelga del puerto, desaparecido en el viaje del 5 de septiembre del Dómine?].

Igualmente, en el portal de Pedro Medina Sanabria, se recoge el expediente de Alberto Hernández Suarez, brigada del Regimiento de Infantería Canarias número 39, en servicio de Jefe de la Guardia Municipal de Las Palmas en 1936.

En ese expediente, consta la declaración del propio Edmundo Hernández:
Que era el Jefe de las fuerzas, y, que obedeciendo ordenes de la comandancia Militar, se personó [el 30 de julio] en el domicilio del denunciante acompañado de varios subordinados.
Que previo consentimiento de la familia del mismo, y a presencia de ella se registraron minuciosamente todas las habitaciones.
Que en la sala de la casa se encontró una Biblioteca comunista; y que a presencia de la citada familia y de los subordinados que le acompañaban, se recogieron todos los tomos, se ataron con cuerdas, poniendo por fuera un papelito en que decían a quien pertenecían.
El brigada denunciante afirmaba en el expediente que la «biblioteca comunista» no era sino ejemplares de la colección Vida Nueva, y que en concreto un tomo «titulado el País de la bruma del autor Conan Doyle» tenía escondidas 5.000 pesetas de un premio de lotería, y que éstas le habrían sido robadas en el registro realizado «sin mandamiento judicial alguno» dirigido por «un paisano que tocándose con el gorro de cuartel ostentaba en el mismo las estrellas de Capitán».
Y pese a ser acusado inicialmente por desobediencia, tras su denuncia del robo del dinero, su acusación se modificará a auxilio a la rebelión (ver: Denunciante transformado en Denunciado), acabando finalmente condenado a muerte por un consejo de Guerra.

El brigada fue fusilado a las dieciocho horas del día 3 de octubre de 1936, en el Campo de Tiro Militar de la Isleta. Y -al día siguiente del fusilamiento- el capitán Hernández embarcaba como oficial del Batallón de Voluntarios Patriotas de Las Palmas.

Tras la caída de Bata, al igual que Fontán, asumirá la función de juez instructor en el encausamiento a los 150 coloniales (la tripulación del vapor Fernando Poo y los leales a la República en el territorio ecuatorial), hasta el traspaso de los expedientes a los tribunales Canarios y confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando. Es el caso, por ejemplo, de la instrucción por "delito de rebelión" (sic) al guardia colonial Sebastián Nacarino Romero.

Nota social del diario Falange de marzo de 1938
Mientras tanto, en Canarias -ante la ausencia de su presidente Edmundo Hernández-, la Cámara de Comercio de Las Palmas aplazaba las elecciones para renovar reglamentariamente su directiva. 

Revisando la documentación accesible, su puesto en la gestora de la Cámara se mantenía todavía en mayo de 1938 (a su retorno de Fernando Poo), cuando se incorporaron nuevos miembros a la misma.

El boletín de la Cámara de Comercio resumirá el triunfo de la expedición canaria sobre la Guinea republicana con un lacónico «la tranquilidad es ahora absoluta».

lunes, 19 de septiembre de 2022

El caso de Horacio Pérez Cruz

Veíamos en Sombreros de Copa en Fernando Poo, las dificultades por las que pasaron algunos francmasones en el territorio.

Horacio Pérez Cruz, como a al resto de la población canaria, le ocurrió como a Matías López Morales: es de sobra sabido, que Canarias con el "Manifiesto de Las Palmas" se adelantó al resto de España en el golpe de Estado del 36, Franco como comandante militar de Canarias dejó a sus primos Francisco Franco Salgado-Araujo (Pacón) y Juan Fontán y Lobé al mando mientras él volaba en el dragón rapide al continente africano. Canarias no pasó, por tanto, por la experiencia de la guerra, pero sí por la de la represión de la retaguardia. Así, Horacio o Matías se vieron inicialmente reclutados para integrar el ejército golpista, y posteriormente depurados y sancionados en función a supuestas lealtades o actividades previas al quiebre institucional. 

En el caso de Horacio Pérez Cruz, en octubre de 1936, una declaración anónima marcada como "Notas de Zaragoza" le incluye entre los militares canarios pertenecientes a la masonería, en su caso como sargento de complemente en infantería. Fue depurado y apartado del servicio. Años después (2008), en la esquela de su hermano, Julio, se aludirá a ese proceso derivado de «sus preocupaciones sociales, su trato fraternal y su sentida defensa de la libertad y la igualdad, que compartió desde su infancia con su padre, Julio Pérez Cabrera, y su hermano Horacio, que fueron internados en Fyffes y perseguidos por defender ideales democráticos en los inicios de la dictadura franquista».

Al igual que otros, se desplazó (1938-1942) al territorio ecuatorial como vía para distanciarse de las persecuciones y buscar la subsistencia económica. En su caso, la estrategia no funcionó.


DON HORACIO PEREZ CABRERA (sic)
Nació en 1910, soltero, Comisionista, natural y domiciliado en Santa Cruz de Tenerife, calle de Eduardo Cobián número 19. (Hotel Continental).
Masón grado cuarto. Nombre simbólico “Sabinosa”.
Ingresó en Infantería cuando fue llamada su reemplazo, con la categoría de Sargento de complemento, se retiró cuando fue licenciado el remplazo que le correspondía, no siguiendo como voluntario. Mas tarde ingresó de voluntario con las aspiraciones de ser Oficial de complemento, pero al realizarse una información en la que resultaba haber sido anarquista y más tarde socialista, muy propagandista, los Jefes acordaron desmovilización e impedirle fuera aprobado para alférez.
Situación económica mal.
Con un motivo de un conato de insurrección que se iniciaba en Infantería, estuvo en los primeros meses del Movimiento detenido en la Prisión Militar de la Costa.

Hay una confusión en su apellido, ya que "[Julio] Pérez Cabrera" era su padre.

Cuenta Manuel de Paz en Masones en el Atlántico la historia de Horacio Pérez Cruz, conocido por el nombre de Sabinosa:
Santa Cruz de Tenerife, 5 de octubre de 1910. Estudiante, comisionista y sargento de complemento de Infantería. Casado. Hijo de un miembro del taller, resultó iniciado (1-07-1929) en la logia Añaza, nº 1 (GLC-GLE), de la capital tinerfeña, en la que fue exaltado a los grados 2º y 3º, obteniendo además el grado 4º (1933) en el plano capitular, con lo que entró a formar parte del SCRC Añaza de su ciudad de nacimiento. Redactó un trabajo de grado sobre su experiencia masónica. Principal promotor de la revista masónica Lux, de la que salieron dos números, según carta del 12-03-1934 entabló relaciones comerciales con don Luis Gertsch respecto a la representación de firmas cinematográficas y otros asuntos. Secretario (1932-1936) del taller, resultó elegido también para representarlo ante la obediencia regional. Fundador de la Juventud Socialista en la capital tinerfeña, según manifestó en la plancha mencionada, se había «dado de baja» para aquellas fechas. Ocupó también el cargo de gran orador (1934-1935) de la GLC, aunque esta obediencia había salido muy mal parada de la escisión del taller santacrucero a raíz de la proclamación de la República. Firmó (22-05-1936), como secretario de su logia, una plancha dirigida a Martínez Barrio, al objeto de evitar el traslado del inspector de Hacienda y cofrade Manuel Guisado Durán, por presiones de «nuestros enemigos».
Al producirse el Alzamiento fue movilizado y, en 1937, se le separó por su relación con la masonería. Según informes policiales (18-01-1939) había sido «propagandista del partido comunista y últimamente de los de izquierdas» y, en aquellas fechas, se encontraba en Fernando Poo, a donde había marchado en 1938.
Previamente, según otros informes complementarios, había estado detenido en la prisión militar de la Costa Sur y, según se afirmó, su vocación militar se había visto truncada, con anterioridad a la contienda, por su ideario inicialmente anarquista, que luego evolucionó hacia el socialismo. En 1942, según manifestó más tarde, regresó a Santa Cruz de Tenerife desde Guinea, por lo que no pudo presentar la declaración-retractación conforme a la Ley de 1-03-1940. El juzgado nº 3 del TERMC le instruyó el sumario 534/1943, por lo que compareció en Madrid, donde reconoció su intensa vinculación con la Orden, abjuró ante las autoridades eclesiásticas y, realizados los trámites oportunos, el Tribunal dictó (17-12-1943) sentencia condenándole a doce años y un día de reclusión menor y accesorias. Recluido por esta causa en la prisión provincial de Madrid, presentó recurso de alzada ante el Consejo de Ministros y, tras diecinueve meses de prisión, el Gobierno le conmutó (28-05-1945) la pena impuesta por la de seis años y un día de prisión mayor y accesorias. El TERMC decretó (31-05-1945) prisión atenuada en su domicilio, pero poco después falleció (30- 06-1945), en su lugar de nacimiento (Libro 111, fol. 91v, nº 541), sin hijos (AGGCE, 113-A-3, 364-A-5; TERMC, nº 7231).

En Historia de la francmasonería en Canarias (1739-1936), Manuel de Paz incluirá también que Horacio Pérez fue editor en 1931 de la efímera revista literario-masónica ¡Luz!.
La editorial del primer número decía:
Hoy más que nunca, en que los eternos principios de la fraternidad se vulneran, en que los hombres se acometen bajo banderías egoístas y las naciones se resquebrajan por haber atropellado los sentimientos básicos sobre los cuales se cimenta el bien colectivo; en que la moralidad está ausente de toda actividad, se precisa instaurar nuevamente el credo triple y unitivo de «Libertad, Igualdad, Fraternidad». [...] Las islas necesitan de puertos esperanzados en los que atraquen los barcos de las inquietudes puras. [...] Las ideologías no deben ser barrotes entre los que se debate y acongoja la alegría esencial del ser. No deben estar sujetas a otro mandato que al interior-individual.

lunes, 5 de septiembre de 2022

El médico del penal

¿Recordáis El caso del cocinero?

Se trataba de Mariano Juan Mas, cocinero del Fernando Poo, al que le cayeron los 12 años y un día de prisión. Con el tiempo, ese castigo fue la salvación de sus compañeros, ya que mejoró la alimentación de los reclusos pese a los escasos medios disponibles.

Además del hacinamiento y carencias en la limpieza y alimentación, el penal era deficitario en atención y recursos médicos: «Aunque las condiciones de vida durante la estancia en esta penitenciaría fueron bastantes duras, todos coinciden que el estado sanitario era muy lamentable, sobre todo por el hacinamiento de los detenidos, escasez de agua y medios para desinfectar las perennes plagas de piojos, chinches, cucarachas y demás insectos, además de dañinos roedores que campaban a su antojo por todo el recinto penitenciario».

«Pasados los meses del miedo -contará Juan Rodríguez Doreste- empiezan a preocuparse de cosas más materiales como la alimentación. Juan Mas, cocinero del barco Fernando Poo, mejora la calidad del rancho. También, dos médicos presos se encargaban de la sanidad del Penal, era una especie de clínica ambulante, sin camas».

Así, al igual que la presencia del cocinero del Fernando Poo fue providencial, los propios reclusos suplieron las carencias/ausencias del personal sanitario del campo de concentración: es el caso del doctor Abelardo Lloret Peral, recluso del África ecuatorial.

Se trata de uno de los frentepopulistas de Fernando Poo, de los que la historiografía franquista definía como «una docena de descontentos sin prestigio ni arraigo: un comerciante de Santa Isabel, don Jaime Gay Compte, hombre apasionado y violento; un contratista de Obras, José Serrano Roldán, aventurero procedente de Tánger, que había creado en la isla un logia llamada "Fernandina número 17", filial de otras de Valencia y Barcelona; un médico, Abelardo Lloret, y unos cuantos funcionarios de menor cuantía y colonos descalificados».
Al Dr Lloret, no le dedican en ese párrafo las habituales alusiones personales propias de la retórica franquista: se trata de un profesional con una trayectoria inusual entre los expatriados en Guinea. Nacido en valencia en 1897, se tituló como médico cirujano en Valencia, completando su formación -conforme a la edición del 17 de agosto de 1932 de Luz, Diario de la República- con «estudios especiales de parasitología en Londres, Berlín y París, siendo además diplomado de la Escuela de Medicina Tropical de Bruselas y habiendo trabajado en el Congo, por encargo de Bélgica, como jefe de misión contra la enfermedad del sueño, así como en Honduras al frente de misiones profilácticas contra la viruela, el paludismo y la uncinariasis», a lo que -añadimos- en el estudio y combate de la enfermedad de chagas. En 1932 dirigirá la Misión Especial de Endemias para la tripanosomiasis en la Guinea Española, y en 1934 será nombrado Director de Sanidad en el territorio.

Y -siguiendo con la historiografía franquista- tras la renuncia efectiva del gobernador Sánchez Guerra se ofreció el cargo de gobernador interino al registrador de la propiedad José María Martín-Gamero Isla y al Dr Abelardo Lloret Peral, declinando ambos el ofrecimiento.

Así, hasta la llegada del nuevo gobernado Estanislao Lluesma García, recayó el nombramiento interino finalmente en el jefe del Servicio de Sanidad colonial, comandante médico de la Armada José del Val Cordón. Aunque realmente tampoco hubo mucho margen de maniobra: a las pocas horas del nombramiento del Dr Lluesma (y de Dr del Val, en su ausencia) se produjo el golpe de Estado en Santa Isabel: «esa mañana -cuenta Juan Ramírez Dampierre, Vicecónsul portugues- desde las seis, fueron hechos presos cuantos constituían el grupo político Frente Popular y sus simpatizantes, siendo las prisiones hechas por milicias nacionalistas, acompañadas cada una de tres soldados de la Guardia Colonial indígena, todos debidamente armados y equipados. (...) Los presos políticos en número de cuarenta, están bien guardados y vigilados por las milicias, (…) Entre ellos hay media docena de funcionarios de la Secretaría General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central comunista. (...) El número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos».

De los dos gobernadores interinos propuestos y que declinaron el ofrecimiento, José Martín-Gamero acabó sumándose al aparato represor franquista integrando la Comisión de Incautación de Bienes prevista por la Junta de Defensa Nacional, y el Dr Lloret detenido e internado en el campo de concentración de Gando.

Lloret, tenía la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Juan Medina Sanabria recoge en su estudio Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración que:
-Abelardo Lloret Peralt, de profesión Médico, Director de Sanidad en la Guinea: Fue detenido en Santa Isabel el 19 Septiembre 1936 (fecha del Alzamiento Militar en esta zona), quedando a disposición del Auditor de Guerra de Canarias, que ordena su libertad el 4 Marzo 1937. El 26 Abril 1937 reingresa a disposición del Gobernador Militar de Las Palmas, siendo liberado definitivamente el 2 Julio 1937, de orden del Comandante General de Canarias, por nuevo examen de los antecedentes enviados por el Gobernador General de la Guinea Española. Después de ser puesto en libertad, desempeña durante muchos años su profesión en el municipio de Valleseco de Gran Canaria.
Pasadas las detenciones iniciales, es condenado en mayo de 1944 «como autor de un delito consumado de Masonería, (...) a la pena de doce años y un día de reclusión menor, accesorias legales de inhabilitación absoluta perpetua». Dos años después, el Juzgado de Instrucción número 2 de Las Palmas de Gran Canaria hace saber que ha sido sobreseído el expediente de responsabilidades políticas y «ha recobrado la libre disposición de todos sus bienes».

Es precisamente durante sus sucesivos cautiverios, que el  Dr Lloret pasaba consulta a sus compañeros de prisión.

Conforme a ASODEGUE, su repatriación definitiva sería en 1963.