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lunes, 1 de abril de 2024

Formosa equatorial o el Taiwán ibérico (VII)

Campaña de Gabón (1940).
Hay dos temas que generan furibundas reacciones cada vez que los aludimos en este paseo por la calle 19 de septiembre de la vieja Santa Isabel: uno es cuando señalamos el origen africano del presidente José Giral y el otro con cada nuevo relato que incluimos en la serie El Taiwán Ibérico... Surgen así, reacciones del tipo de "Chorradas esto es de risa y el que lo publica mas y el que lo permite mucho más. Menudos demócratas."

Así, que vamos a hacer un repaso cronológico de El Taiwán Ibérico:

Victor Alba, en “Historia de la resistencia antifranquista (1939-1955)” cuenta cómo el gobierno republicano en el exilio confiaba en la acción de las potencias para derribar a Franco… pese a que era evidente que éstas no estaban dispuestas a intervenir: «Cuando un republicano moderado pero con imaginación propuso que el gobierno tomara un avión y se plantara en Madrid para crear a Franco un problema insoluble, le dijeron que estaba loco. Cuando otro propuso que se organizara un desembarco en Fernando Póo, para que el gobierno [en el exilio] estuviera en territorio español, le dijeron lo mismo».

Pero ese moderado republicano no será el único en ficcionar con esa posibilidad:
  • Con la caída del frente catalán, se produce la retirada masiva al territorio francés. Los exiliados españoles serán internados en campos de refugiados a la espera de una solución individualizada. Sin embargo, con la invasión alemana de Francia en 1940, muchos de ellos de encuadrarán tanto en la defensa militar del territorio como en la resistencia, por lo que -tras la ocupación de Francia por el ejército alemán- los republicanos serán perseguidos y confinados en campos de concentración nazis ante la indiferencia del gobierno franquista. A algunos de los exiliados españoles, aprovechando su experiencia militar, se les dio la posibilidad de integrase en la legión extranjera francesa,… fuera del territorio europeo. En agosto de 1940, Leclerc seguirá instrucciones de Charles de Gaulle e inicia su gira africana intentando sublevar a los territorios africanos bajo la administración francesa del gobierno títere de Vichy. Encuentra diferentes apoyos, entre otros de los españoles integrantes del ejército francés, y conforma con éstos la 13ª Demi Brigade de la Legión Extranjera con la que logra que Camerún se adhiera amistosamente a la Francia Libre. En cambio, los soldados y civiles de Gabón, incitados por el obispo local, permanecerán leales a Vichy, por lo que el siguiente destino será Libreville (Gabón), vía principal de entrada de las colonias francesas del África Ecuatorial. Así, tras desembarcar en la bahía de Corisco, remontan el rio N´Tsini y traban combate por primera vez con las fuerzas de Vichy.
-Cuando la 13ª asaltó el aeródromo -dijo Leclerc-, se oyeron gritos en español desde sus filas. Koenig sonrió.
-¿Gritos como estos? -preguntó, y alzó la voz-: «¡Cómo en el Ebro, compañeros!». «¡Cómo en Madrid!». «¡No pasarán!»…
-A eso me refiero.
-Lo llamamos el «recital español». Todos los republicanos españoles se lanzan al ataque a golpe de esas consignas. Para ellos esta guerra es continuación de la suya.
-¿Cuántos españoles tienes en la 13ª?
-La mitad: quinientos. Pero en la 1ª División hay casi tres mil. (...)


Tras la batalla de Gabón, el gobernador general -en funciones por ausencia de Juan Fontán- Víctor Suances organiza la acogida de los funcionarios de Vichy en su huida y
verá con preocupación cómo Río Muni queda rodeado por territorios administrados por los aliados y tan sólo el río Utamboni le separará de soldados republicanos organizados y mejor equipados que las tropas coloniales. Un temor vano: las tropas de Charles de Gaulle seguirán combatiendo en territorio francés (africano y europeo) hasta liberar París. Participaron en la batalla de Gabón -entre otros- el adjudant Felipe Maeztu y Etelvino Pérez, siendo condecorados con la Compagnon de la Libération y Chevalier de la Légion d'Honneur, o Antonio Medina Pérez "Turuta" y Miguel Campos que junto a La Nueve entró en primer lugar en París en agosto de 1944.
  • Iniciada la guerra mundial, al igual que Franco recibió el apoyo de alemanes e italianos durante la guerra civil, en la II Guerra Mundial el gobierno franquista colaboraba con mayor o menor descaro con el Eje Roma-Berlín-Tokio, ocupando el territorio ecuatorial un papel interesante como veíamos en El granero en la retaguardia o incluso en Operación Gibraltar. Así, previendo tanto la posible entrada española en la guerra, como la importancia estratégica del territorio en una posición de neutralidad sesgada, el gobierno vasco en el exilio manejó varias opciones, incluyendo la posibilidad de un levantamiento en el territorio para -juntamente con el gobierno de la República en el exilio- apelar al apoyo aliado para derribar al gobierno de Franco. O incluso magnificar la presencia alemana en Guinea para forzar una intervención de los aliados. De ahí que estratégicamente, «el 11 de septiembre de 1941 se creó en Gran Bretaña el 3º Batallón de Fusileros Marinos de las Fuerzas Navales Francesas Libres. Esa unidad debía de componerse de vascos españoles exiliados y también de voluntarios iberoamericanos», así como una extensa red de espionaje articulado por la diáspora vasca, incluyendo la numerosa presencia de colonos vascos en el territorio ecuatorial. El levantamiento, emulando la experiencia de la Francia Libre en las colonias que rodean La Guinea Española, estaría apoyada por los fusileros, quedando el territorio bajo administración del Gobierno Vasco en el exilio, garantía del respeto a los principios civilizadores del cristianismo, mientras el gobierno republicano no estuviera en condiciones de asumir la gestión. Finalmente, el batallón fue disuelto el 23 de mayo de 1942 como respuesta a una queja formal del Duque de Alba, embajador franquista en Londres, al Foreign Office, pero la red de espionaje sobrevivió incluso al fin de la guerra mundial y estuvo operativa durante el periodo de la guerra fría. 

  • En enero de 1942, meses antes de la disolución, apoyándose en miembros del 3º Batallón de Fusileros Marinos de las Fuerzas Navales Francesas Libres y con apoyo local de la red de espías del gobierno vasco en el exilio, el ejército británico da un audaz golpe (la operación Postmaster) al eje italo-alemán durante la II Guerra Mundial, secuestrando un enorme buque de pasajeros italiano, el Duchesa d'Aosta, una de las mejores unidades de la flota mercante, y de dos lanchas alemanas, Likomba y Bibundi, amarradas en el puerto de Santa Isabel. Por cierto: Ian Fleming -más conocido como autor de James Bond- se involucró en esta operación como comandante de la División de Inteligencia Naval británica: ésta primera acción y posteriores fueron parte de los insumos que crearon al agente 007. De hecho, no son pocos los que creen que Gustavus March-Phillipps, el oficial a cargo de la misma, fue precisamente la inspiración de James Bond.

  • Unos años después, Juan Goytisolo recibía asombrado la petición de Rafael Lorente y Martínez Pontremuli, vicecónsul de España en París, de que «quería que le presentase a Pasionaria, discutir y tomar unas copas con ella (). Luego, algo excitado con el coñac o calvados que yo le servía, me expuso su plan de desembarcar con un puñado de amigos en Fernando Poo y proclamar la República: si resistíamos unos días al asedio de la armada franquista, podríamos reunir allí al gobierno y diputados en el exilio y obtener el reconocimiento diplomático de los países del campo socialista». El vicecónsul acabó cesado y castigado con un destino en Haití, por lo que renunció a la carrera diplomática hasta la llegada del PSOE al poder.
  • El 9 de enero de 1961, un comando del Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación DRIL, integrado por catalanes, gallegos y portugueses, secuestró el trasatlántico portugués “Santa María” con pasajeros y tripulación incluida, para dirigirlo al golfo de Guinea. La fallida acción se conoció como la Operación Dulcinea y pretendía incentivar un levantamiento popular, declarar la III República y expandir un movimiento liberador hasta la España de Franco o el Portugal de Salazar. Según Miguel Urbano Rodrigues, un periodista del “Estadao” y futuro eurodiputado comunista llegado desde Pernambuco para unirse a los secuestradores: «La madrugada nos encontró hablando. De quimeras. Quería llegar a África, sublevar la Guinea Española y salir de allí para Angola. A bordo había veinticuatro comandos portugueses y españoles, una tripulación rencorosa y ochocientos pasajeros en la frontera de la desesperación. Sin embargo, a José Velo todo le parecía posible. Su fuego interior me contagió».
  • A finales de ese mismo año, el FBI y la CIA identificaron la posibilidad de un pacto entre comunistas españoles exiliados y cubanos con el objetivo de invadir «uno de los territorios africanos de España». La fuente de las agencias estadounidenses indicó que Enrique Líster, al que describía como «un ex general del ejército republicano español y miembro del Partido Comunista", había estado en Cuba preparando el asalto y que, como resultado del acuerdo, entre 700 y 800 combatientes cubanos habían viajado a Checoslovaquia para recibir un entrenamiento militar intensivo. El FBI suponía, y así lo escribió, que el gobierno español estaba al tanto de esta información», concluyendo que «Dicha invasión no sería posible en el caso de las fuertemente fortificadas Ceuta y Melilla, y no se sostendría en la expansión tórrida del Sahara español, ni en Ifni, donde hay estacionadas suficientes fuerzas militares españolas para repeler dicha invasión. Guinea Española (Río Muni continental y las islas de Fernando Poo y Annobón) son los territorios africanos españoles más desarrollados, excluyendo Ceuta y Melilla y son los más alejados de España y, aparentemente, los menos defendidos militarmente.»
  • La última ficción que incluiremos la relata Rafael de Mendizábal Allende en “Misión en África. La descolonización de Guinea Ecuatorial (1968-1969)”. Conforme al magistrado, tras la guerra mundial «había comenzado a fermentar un sentimiento nacionalista de baja intensidad y sin brotes graves de violencia, salvo el ataque el año 1962 en las cercanías de Ebebiyin a dos Guardias Civiles que, heridos, repelieron la agresión matando a cuatro de sus atacantes nativos. Ese fermento fue fomentado por los republicanos españoles exiliados en Méjico que pusieron a disposición de los descontentos 200 millones de pesetas del tesoro del yate “Vita”, cifra fabulosa en aquella época, con el fin de desestabilizar el Régimen, colocándole en una situación semejante a la del Portugal de Salazar, enzarzado en guerras coloniales, pequeño gran país siempre bravo, pero equivocado en aquella coyuntura».
  • Un poco en la línea anterior, todavía en 1965, Mosess "Moe" Fishman, el secretario ejecutivo de Veteranos de la Brigada Abraham Lincoln que luchó en la Guerra Civil española, escribía referente a la labor de obtención de fondos para los refugiados españoles y a la actividad de distintos colectivos (incluyendo el Frente Nacional de Liberación de Guinea Española) e individuos (Álvarez del Vayo, Enrique Líster, Modesto, etc.) involucrados en la lucha antifranquista. Y en el caso de los ecuatoguineanos, «éstos ven su lucha como parte de la lucha antifranquista», razonaba el excombatiente de la guerra civil.
Al final, el que las dos islas a las que los portugueses bautizaron como Formosa (Bioko y Taiwán) no corrieran procesos históricos en paralelo sería pura casualidad.

Y un bonus track, en este caso no del Taiwán ibérico... sino del Ibérico Taiwán (¿?):

Se trata de unas ruinas del Alcázar de Toledo que se trasladaron a Quemoy (Kinmen, 金門縣, Jīnmén Xiàn) isla perteneciente a Taiwán para erigir un monumento a los defensores del Alcázar en la isla “avanzada de la China anticomunista”. En mayo de 1960, Muñoz Grandes (ex máximo responsable de la División Azul y en este momento Jefe del Alto Estado Mayor) visitó la primera línea defensiva de la República de China ante las costas de la primera línea defensiva de Taiwán ante las costas de la China continental, en la isla de Quemoy (Jinmen). Como consecuencia de esa expedición militar española y como muestra de la fraternidad, hermandad y confluencia ideológica entre los regímenes del general Franco y del general Chiang Kai-shek la delegación española regaló algunas reliquias relacionadas con el asedio del Alcázar. Entre otras, piedras del mismo Alcázar, un casco, una pistola, un trozo de metralla y una granada de mano. Todo ello se colocó en una vitrina incrustada en la roca de la montaña Taiwu, de la isla de Quemoy (Jinmen), flanqueada por dos lápidas traídas desde España, con escritos en inglés, chino y castellano que sentenciaban: «Los valientes del Alcázar de Toledo (España). A los héroes de Kinmen (China). 16 de mayo de 1960». Fue inaugurado en 1962 por el embajador Larracoechea.

Por otro lado, como muestra de agradecimiento, la misión militar china a España de octubre de 1961, dirigida por el general Peng Mengji, regaló una placa conmemorativa en la que, en chino y español, se podía leer: «A los héroes anti-comunistas del Alcázar de Toledo / Luchar por el anti-comunismo / Ofrecida por los oficiales y soldados de Kinmen y Matsu de la República de la China / Octubre del año quincuagésimo de la República de China».

Tras el giro español en 1973 hacia la china continental, se pierde el rastro del monumento incrustado en la ladera rocosa del monte, y al que se accedía a través de dos estrechas escalerillas. Hay constancia de una nota de Blas Piñar en la que pedía que las piedras del Alcázar de Toledo no fueran devueltas a España y que se mantuvieran como una representación de la fiel amistad y la camaradería anticomunista de ambos países en el pasado.

De igual forma, la placa toledana se encuentra en la actualidad inventariada y almacenada, fuera de toda exposición pública, en el Museo del Ejército situado en el Alcázar de Toledo.


miércoles, 3 de enero de 2024

El Taiwán ibérico (VI) o la Guinea Vasca

Es conocido que el explorador alavés Manuel Iradier creía ver en la lengua benga algo compara­ble al euskera. Así, en la publicación de sus diarios de viaje tras incluir el diccionario básico reproduce un supuesto diálogo entre «un vascongado natural de Arechavaleta (Guipúzcoa) y el autor».

El gipuzkoano afirmará:

He leído con gusto las pruebas de la gramática y vocabulario de la lengua venga que acaba V . de imprimir y encuentro entre esa lengua y nuestra euskara, una relación tan grande, un parecido tan extraordinario especialmente en las terminaciones, que me suena al oído como si este idioma africano fuera una derivación, con muy pocas alteraciones, del idioma euskaro. Aun cuando en muchas palabras, el sentido de la frase no sea el mismo, en la mayoría de ellas, en casi su totalidad se encuentra un significado vasco. No desciendo al mecanismo de la lengua porque no la conozco, pero sospecho haya también en él una gran analogía.

A lo que el propio Iradier completará con:

Un venga que conoce el español, lo habla dándole el mismo sentido, la misma pronunciación é idéntica construcción que un vascongado.

Y procederá a realizar una comparativa entre palabras y expresiones en benga y el euskera, de forma que ibayagane (sic) 'cualquier liquido que sesobra' le recordaba el vasco ibaigañes (sic), y un pueblo africano a la orilla de un rio lo pone Iradier en el mapa con el nombre de Ibai (!).

Tal vez un siglo después Iradier hubiera reforzado el vínculo del benga ibayagane con algo tan vasco como el Palacio de Ibaigane, sede del Athletic Club de Bilbao... Pero por si no fuera suficiente que las cuatro décimas partes de la población blanca de Guinea fueran de origen vasco, y para que no hubiera dudas, el barakaldés Olaechea bautizó como San Mamés al estadio municipal de Ebebiyín, población en zona fang (fuera del territorio tradicional benga) y cuya iglesia-catedral está dedicada a Nuestra Señora de Begoña.


Bromas aparte, en El Taiwán Ibérico hemos recogido en varias ocasiones el interés del PNV por el territorio ecuatorial

Otro día os contaremos sobre curiosidades como la mítica campana de Elgorriaga, que en realidad no es un cencerro vacuno sino una elëbbó, la tradicional campana usada por los baölëólë bubis. O del frontón que construyeron los hermanos Lauzirika en el solar de Artieda en Sevilla de Niefang. Incluso de las aventuras (y desventuras) de Pedro Arriola Bengoa, conocido entre las tribus del Utamboni como Nsoc-Ntang (Elefante blanco); vasco y último gran explorador, contribuyó a afianzar el dominio español sobre el territorio, por lo que contó en su día con una calle dedicada en Santa Isabel y un monumento funerario en el cementerio de San Fernando «erigido por suscripción popular al héroe, 1971-1916» tras su suicidio.

Pero volviendo al tema, Santiago de Pablo lo razona en ¡Grita Libertad! El nacionalismo vasco y la lucha por la independencia de las naciones africanas:

Tras su derrota en la Guerra Civil, el PNV y el Gobierno vasco, establecido en 1936, centraron su actividad en el exilio. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, ambos trataron de ayudar a los aliados, pensando que la derrota nazi llevaría consigo la caída del franquismo. En este plan, la situación africana, clave desde el punto de vista geoestratégico, fue objeto de atención por el PNV. Si Franco entraba en la guerra, apoyando al Eje, el control de los territorios españoles en África (el protectorado de Marruecos, Ifni, el Sahara occidental y la Guinea española) podía ser crucial. Existía, además, el precedente francés, pues la Francia Libre del general De Gaulle había arrebatado al régimen de Vichy varias posesiones galas en África. En junio de 1941, el líder del PNV Manuel Irujo propuso al Ministerio de Asuntos Exteriores británico la ocupación de las colonias españolas en África, incluyendo Canarias.

Así, tras revisar la oficialidad republicana en el exilio, se elige a Servando Marenco Reja, «republicano, muy político y honrado», amigo de Fermín Galán y responsable de la sublevación en Lérida simultánea a la de Jaca de 1930. Marenco, como capitán de corbeta tenía el grado de teniente coronel del Ejército Republicano, por lo que le fue asignada la jefatura del 3er. Batallón de Fusileros Marinos, que se crearía con voluntarios republicanos y latinoamericanos (fueran o no vascos) en territorio británico y siempre como una unidad de las Fuerzas Francesas Libres. Desde Londres, Marenco escribía: «Se proyecta un Estado Mayor y servicios especiales, uno de ellos con destino a Guinea, organizado mediante una misión militar que se propone enviar seguidamente a África Ecuatorial Francesa y que ha comenzado a prepararse (…) Me he propuesto para el cargo de Jefe de la Unidad para dirigir la Comisión de Guinea, cuya excepcional importancia no necesito resaltar. (…) Dentro de poco entraremos en España y hemos de hacerlo por derecho propio y por la puerta grande».

Con este fin, el PNV preparó un informe sobre las “condiciones estratégicas de la Guinea española”, con vistas a una posible acción militar. En este documento anónimo, un militante nacionalista facilitaba datos sobre la situación geográfica y política de Guinea, naturaleza del terreno, comunicaciones con la metrópoli, población, economía, posibilidades de desembarco en puertos y ríos, acuartelamientos de tropas españolas, estaciones de radio, etc. Se destacaba que la Guinea española era fronteriza con Camerún y Gabón, territorios controlados por la Francia Libre del general De Gaulle, y se facilitaba un listado de españoles residentes en Guinea, especificando si eran favorables o contrarios a Franco. 
El texto hacía hincapié en la colonia vasca y sobre todo en quienes, por sus ideas nacionalistas, podían ser cabeza de puente para un movimiento antifranquista y pro-aliado en Guinea. Éste era el caso de los representantes de la empresa bilbaína Eixaguirre (“todos nacionalistas vascos”), de Alejandro Iruregui, o de Jesús Azcune, un comerciante que, por conocer “perfectamente la costa y gran parte del interior”, podría ser útil en una invasión. 
Sin embargo, estos preparativos no sirvieron de nada, pues la idea de ayudar a los aliados, no sólo con información sino militarmente, no fue más allá, debido a la neutralidad franquista.

 






«(...) La compañía Eizaguirre, Manukanela de Bilbao. Sus componentes y empleados son de formación nacionalista vasca. Director en Guinea - Sr Urrutia.

González Gorbeña -  Director (Ajon) monárquico vascófilo.

El principal taller de reparaciones de tractores y lanchas se el de Larrañaga mecánico guipuzcoano, apolítico, que que fué a Guinea, seleccionado en una huelga de Eibar.

(...) José Espeleta - Nacionalista vasco concomitancia con los fascistas.

(...) Jesús Azkune -  Remolcajes y practicajes y consignaciones. Nacionalista vasco de izquierdas. Hombre aprovechable el que mejor conoce la costa. Se desplaza amenudo a Libreville. Se puede entrar en relaciones con él.

(...) Malancha. Cía Vasco-Africana. Gerente Alejandro Iruregi. Nacionalistas vasco exiliado en octubre 1934 por auxilio a la revolución de aquel tiempo. (...)»

Al final, ese 3º Batallón de Fusileros Marinos de las Fuerzas Navales Francesas Libres creado desde el Consejo Nacional de Euzkadi y la Francia Libre fue efímero, y pese a dar los primeros pasos asignando oficiales para información y operaciones en África (orientándose a Guinea Ecuatorial), logrando un único resultado práctico con la participación de Servando Marenco, y su hijo del mismo nombre, en la operación Postmaster en la noche del 14 al 15 de enero de 1942, apenas unos meses antes de disolverse el 3er. BFM. 


Pese a la confusión inicial, el servicio exterior de Franco reclamará con dureza la inaceptable injerencia e irrespeto a la soberanía nacional de un puerto neutral.

Poco después de la operación Postmaster -en febrero de 1942-, previo a su incorporación a su puesto en el África Ecuatorial Francesa, Servando desarrollaba un plan de invasión en el que proponía a Julián Hickman Urrutia como integrante de la unidad, ya que éste tenía el valor añadido de conocer personalmente al subgobernador -Ignacio Gorbeña- en Río Muni, por haber trabajado como técnico a sus órdenes en Altos Hornos de Bilbao. Se incluía a Ángel Aguirreche, con relaciones personales y políticas entre los vascos «acogidos en la colonia para alejarse de los peligros inherentes a su vida en España» y a Cándido Echeverría del Servicio Vasco de Información.


Fusileros de la 1ª compañía del 3er. BFM
con un guion con la cruz de San Andrés.

El borrador incluía que «En el desarrollo de este plan habrían de ser aplicadas las normas que siguen: (…) B) Si fuera preciso ocupar los territorios, serían puestos bajo la autoridad del Gobierno de Euzkadi que preside Don José Antonio de Aguirre, con destino a la Confederación Peninsular u Occidental Europea si llegara a constituirse» Este párrafo tachado en la redacción en castellano, no aparecerá en la redacción final en inglés.



La Delegación de Servando Marenco e hijo, portaba un manifiesto -fechado en Bata- para usarse en caso de que el plan de invasión fuera activado. En éste se informaba a sus habitantes de la toma de posesión de Río Muni por el Gobierno de Euzkadi presidido por Aguirre, la vigencia de la legislación republicana y el establecimiento de un orden basado en el espíritu cristiano y en el respeto de los derechos de la persona humana. Se subrayaba -y aquí puede verse de nuevo una de las obsesiones políticas de Irujo en aquellos momentos- que el Gobierno Vasco mantendría «su autoridad hasta que se constituya la Confederación integrada, al menos, por todos los pueblos que formaron parte de la República Española».

La propuesta, que puede parecer bizarra, guarda relación con que el territorio equatorial estaba, desde la caída de Libreville en noviembre de 1940, completamente rodeada en su zona continental por la Francia Libre del general De Gaulle y la insular a escasos kilómetros de costas bajo el dominio británico y francés. Y que existiera el precedente de que en la batalla de Gabón hubieran participado exiliados republicanos alentaba esa percepción.

Finalmente, el 23 de mayo es disuelto abruptamente el 3er. BFM a raíz de una queja formal del Duque de Alba, Embajador de la españa franquista en Londres. Pero no es de extrañar que la disolución ocurriera poco después del airado reclamo del Embajador por la "inaceptable injerencia" de la Operación Postmaster: La decisión fue acordada por el Comité Nacional Francés ante «la posición adoptada por el Gobierno británico que ve inconvenientes para permitir la constitución en su territorio, bajo etiqueta francesa, de una importante fuerza compuesta de hombres de nacionalidad no francesa e invoca, contra el principio mismo del reclutamiento en curso, los acuerdos Churchill-De Gaulle». 

Con la disolución del 3er. BFM, y una vez terminada la Guerra Mundial, el interés del PNV por Guinea Ecuatorial se acabará diluyendo:

... la independencia de Guinea no fue especialmente destacada por la prensa del PNV. Este hecho resulta sorprendente, si se tiene en cuenta que su idea era enfatizar el ansia de libertad de los países africanos y subrayar cualquier cuestión que supusiera un problema para Franco. Sin duda ello fue debido en parte a que, en el fondo, el PNV reconocía que el caso vasco era diferente del guineano. De hecho, el PNV, que mantenía en el exilio relaciones con partidos de diversos países, no estableció contactos con el movimiento independentista de Guinea Ecuatorial. 

Si te interesa el tema, revisa El Taiwán ibérico (III) y El primer vuelo. Tal vez, incluso El recital español.

lunes, 3 de octubre de 2022

El Taiwan Ibérico (V)


Esta es una historia curiosa... ¿recordáis El Taiwán ibérico (IV) y el oro de Moscú, conforme al cual el Gobierno de la República en el exilio habría financiado a los independentistas ecuatoguineanos (con el oro de Moscú) como vía para combatir a Franco?
No fue la única ni la última teoría conforme a la cual el declive de Franco debería iniciarse en el reducto más remoto del territorio español... y en las entradas dedicadas al Taiwán Ibérico encontraréis una relación de intentos.

Ésta es una entrada curiosa, ya que PARES conserva una carta (1965-01-28, Nueva York) de Moe Fishman a Margarita Nelken (Comité de Ayuda al Pueblo Español en México):
Se trata de una misiva en la que Mosess "Moe" Fishman, el secretario ejecutivo de Veteranos de la Brigada Abraham Lincoln que luchó en la Guerra Civil española, refiere a Nelken asuntos tocantes a la labor de obtención de fondos para los refugiados y a la actividad de distintos colectivos (Frente Nacional de Liberación de Guinea Española) e individuos (Álvarez del Vayo, Enrique Líster, Modesto, etc.) involucrados en la lucha antifranquista. 
En el caso de los ecuatoguineanos, «éstos ven su lucha como parte de la lucha antifranquista», razona el excombatiente de la guerra civil.
El documento está escrito en papel con membrete de la referida asociación de excombatientes norteamericanos.



They see their struggle as part of the anti-Franco struggle.

lunes, 7 de febrero de 2022

El Taiwán ibérico (IV) y el oro de Moscú

Yate Vita
En este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hemos recopilado anteriormente
varios momentos históricos en los que las dos islas Formosa (Bioko y Taiwan) estuvieron a punto de correr procesos en paralelo.

Básicamente se trataba de facilitar la reconstitución del gobierno republicano en el exilio en un territorio no europeo y -con el apoyo internacional- forzar un cambio en el resto del territorio español.
Un proceso fallido que necesariamente recuerda al del la isla de Taiwán.
La última experiencia que incluiremos la relata Rafael de Mendizábal Allende en Misión en África. La descolonizaciónde Guinea Ecuatorial(1968-1969). Conforme al magistrado, tras la guerra mundial «había comenzado a fermentar un sentimiento nacionalista de baja intensidad y sin brotes graves de violencia, salvo el ataque el año 1962 en las cercanías de Ebebiyin a dos Guardias Civiles que, heridos, repelieron la agresión matando a cuatro de sus atacantes nativos. Ese fermento fue fomentado por los republicanos españoles exiliados en Méjico que pusieron a disposición de los descontentos 200 millones de pesetas del tesoro del yate Vita, cifra fabulosa en aquella época, con el fin de desestabilizar el Régimen, colocándole en una situación semejante a la del Portugal de Salazar, enzarzado en guerras coloniales, pequeño gran país siempre bravo, pero equivocado en aquella coyuntura».

Es una especie de leyenda urbana, conforme a la cual el yate Vita, habría partido al exilio mexicano al
final de la guerra civil, por instrucciones del gobierno español. En su bodega estaría almacenado parte del conocido como "oro de Moscú" (incluyendo el de las arcas de la Generalitat) y diversos bienes patrimoniales. Este "tesoro" sería por años un elemento de discordia entre los exiliados, incluyendo el Gobierno Vasco en el exilio a través de la tripulación vasca del yate.
Según algunas fuentes, el "tesoro" se usó para financiar los trabajos del Gobierno Republicano en el Exilio, agotándose finalmente en las primeras elecciones tras la muerte de Franco.

La información de PARES difiere con esa información, ya que el "tesoro" -tras un pulso inicial con el Gobierno de Negrín- fue administrado por la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), «organización creada por la Diputación Permanente de las Cortes Republicanas en el exilio a instancias del socialista Indalecio Prieto, para asisitir a los refugiados españoles en el exilio. Su finalidad era la de "administrar cuantos recursos y bienes pueda y deban destinarse al auxilio de quienes emigran de España por defender las instituciones democráticas de nuestro país" (...). Entre los años 1940 y 1942, la JARE desarrollando su actividad en Francia bajo la cobertura de la delegación del gobierno mexicano de Ávila Camacho. En diciembre de 1942, Ávila Camacho incautó los bienes de la JARE, cuya administración pasó a manos del estado mexicano, creando la comisión CAFARE para administrarlos. Con el objetivo de escolarizar a los hijos de los refugiados la JARE creo en México la Academia Hispano-Mexicana y el Instituto Hispano-Mexicano Ruiz de Alarcón».


Mendizabal, que fue asesor de Macías y -entre otros compromisos- Magistrado del Tribunal Constitucional, Presidente de Sala del Tribunal Supremo y Presidente de la Audiencia Nacional, es posible que tenga acceso a información privilegiada. Lo curioso de esta hipótesis, es que el propio Pío Moa alude al tesoro del Vita en su obra "Mitos del franquismo" pero no recoge que se utilizara en financiar a la disidencia o a los independentistas ecuatoguineanos.

Todavía en 2010, el argentino Bill Vidal desarrollaba un thriller histórico sobre el "Oro de Moscú" que derivaba en una trama ecuatoguineana: «En julio de 1936, el gobierno republicano decidió evacuar las reservas de oro españolas. Siete mil novecientas cajas llenas de oro partieron desde Cartagena rumbo a Odessa, pero sólo llegaron a destino 7.800. Así empezó el misterio del Oro de Moscú. En 2004, [Jack Hadley] un académico británico se propone escribir la biografía de El Azteca, un brigadista mexicano que intervino en la operación. Al hacerlo, se ve inmerso en una conspiración de primer orden. El CNI, el ICEX y Raúl Castro lo persiguen hasta lograr implicarlo en el golpe de estado de Severo Moto. España, América Latina, Guinea Ecuatorial... un nuevo eje sirve de marco a esta trepidante novela de acción en la que, más que nunca, nada es lo que parece».
Pero esa es otra historia....

lunes, 24 de enero de 2022

El Taiwán ibérico (III)

Euzko Deya-La voz de los vascos,edición de 1971.
Ésta es una gran historia: de cómo las dos islas Formosa (Bioko y Taiwan) estuvieron a punto de correr procesos en paralelo.

Básicamente se trataba de facilitar la reconstitución del gobierno republicano en el exilio en un territorio no europeo y -con el apoyo internacional- forzar un cambio en el resto del territorio español.
Un proceso fallido que necesariamente recuerda al del la isla de Taiwán.

En este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hemos recopilado anteriormente varios intentos durante el periodo de guerra fría:
Pues faltó una más, previo al inicio de la guerra fía...: Se trata de las maniobras del Gobierno Vasco en el exilio, en plena guerra mundial.

Es una obviedad, que al igual que franco recibió el apoyo de alemanes e italianos durante la guerra civil, en la II Guerra Mundial el gobierno franquista colaboraba con mayor o menor descaro con el Eje Roma-Berlín-Tokio, ocupando el territorio ecuatorial un papel interesante como veíamos en El granero en la retaguardia o incluso en Operación Gibraltar.

Así, previendo tanto la posible entrada española en la guerra, como la importancia estratégica del territorio en una posición de neutralidad sesgada, el Gobierno Vasco en el exilio manejó varias opciones, incluyendo la posibilidad de un levantamiento en el territorio para -conjuntamente con el gobierno de la República en el exilio- apelar al apoyo aliado para derribar al gobierno de Franco. O incluso magnificar la presencia alemana en Guinea para forzar una intervención de los aliados.

Se daban dos circunstancias:
  1. En Guinea, el PNV sabía por fuentes fiables que había infiltraciones alemanas desde diciembre de 1936, y que en Fernando Poo -centro neurálgico de las comunicaciones militares con las colonias francesas adheridas a De Gaulle- estaban realizando obras militares.
  2. Las cuatro décimas partes de la población blanca de Guinea eran de origen vasco. 
No es de extrañar, que en un intento por sustraer de miradas curiosas y hostiles la connivencia de las autoridades franquistas con la Alemania nazi, se produjeron expulsiones de diferentes colonos, incluyendo vascos (está documentada la de Elías Barrenechea, Manuel Olazábal Masa y la de su pariente  Ignacio Olazábal Uriarte).

Aquí es donde introducimos el relato de Ángel Elo de Tierra, Joven, Dorado, Guinea Ecuatorial, conforma al cual, «el 11 de septiembre de 1941 se creó en Gran Bretaña el 3º Batallón de Fusileros Marinos de las Fuerzas Navales Francesas Libres. Esa unidad debía de componerse de vascos españoles exiliados y también de voluntarios iberoamericanos, pero tuvo la oposición de las autoridades inglesas -que no deseaban indisponerse con Franco- y finalmente fue disuelta el 23 de mayo de 1942», como respuesta a una queja formal del Duque de Alba, embajador franquista en Londres, al Foreign Office.

Durante su efímera existencia, «la unidad quedó en un desarrollo puramente teórico: reglamentos, comisiones y nombramientos de oficiales. Su única plasmación práctica fue el envío de dos de sus oficiales bajo la tapadera de una misión comercial al África Ecuatorial Francesa Su objetivo era vigilar las actividades secretas alemanas en Río Muni, realizar labores de información y preparar una operación para el caso de que España entrara en guerra. Pero también esta misión se frustró al disolverse el Batallón y tener que regresar los dos oficiales».

Oficiales del 3er. BFM durante un curso de armas ligeras en Browndown, desarrollado del 30 de septiembre al 18 de octubre de 1941. En 1ª fila sentados: capitán de corbeta Servando Marenco, capitán Ries, mayor West, oficial de enlace PhilipKieffer y médico de 1ª Ángel Agirretxe. En 2ª fila,de pie: sargento instructor Blandford, alférez de navío de 1ª José María de Ballabriga, aspirante Servando Marenco alférez de navío de 1ª Antonio González, sargento instructor Guttridge.

Se trataba de Servando Marenco Reja, amigo de Fermín Galán y responsable de la sublevación en Lérida simultánea a la de Jaca, y teniente coronel del Ejército Republicano con el grado de capitán de corbeta y jefe del 3er. Batallón de Fusileros Marinos, y su hijo el aspirante Servando Marenco Delgado, que había sido alférez de Infantería republicano.

Como relata Juan Pardo San Gil en Marinos vascos en las Fuerzas Navales Francesas, «finalizados los cursos de preparación para oficiales, los dos Marenco, padre e hijo, fueron destinados a una misión especial en Brazzaville. Debían vigilar las actividades secretas alemanas en las posesiones españolas en Guinea Ecuatorial. Se tenían informaciones de la presencia de alemanes en la colonia española desde 1936 y se temía que, amparados en un pabellón neutral, pudieran realizar operaciones de desestabilización en el África Ecuatorial Francesa Libre. La tarea de estos oficiales era contactar con los vascos de la colonia, que formaban un núcleo numeroso entre la población blanca local, para recoger información y preparar una lista de personas favorables, susceptibles de ser utilizadas para sus fines. En caso de peligro se prepararía una operación desde el interior de la colonia que pareciera una querella interna entre españoles y tendría menos repercusiones que una acción militar internacional, fórmula que quedaría excluida a menos que España entrara en guerra. Sin embargo, los oficiales tardarían en llegar a Brazzaville, por las dificultades de transporte marítimo derivadas de la guerra, y apenas tendrían tiempo de realizar la misión puesto que el Batallón sería disuelto en 1942 y ellos tendrían que regresar. Además, en el desempeño de su labor, se toparon con que algunas autoridades francesas y personas de contacto en la región eran en realidad simpatizantes de Vichy y dificultaron aún más su trabajo. Les costaría un año regresar a Londres, sin que hubieran conseguido establecer una red de contactos con el interior de la colonia».

Oficiales del 3er. Batallón de Fusileros Marinos, en septiembre de 1941. En 1ª fila sentados: capitán de corbeta Servando Marenco y capitán de corbeta Juan de Arce. En 2ª fila, de pie: alférez de navío de 1ª Antonio González, alférez de navío de 2ª Juan de Basabe, médico de 1ª Ángel Agirretxe, aspirante Servando Marenco, alférez de navío de 1ª José María de Ballabriga. 

Mikel Rodríguez, en su libro Espías vascos afirma:

«... de los espías e informantes aliados que actuaban en la colonia, sólo conocemos que Elías Barrenechea y Manuel e Ignacio Olazábal fueron expulsados por “anglófilos furibundos”. Prepararon operaciones de auténtico fuste ¡hasta sublevar la colonia!
(...). En uno de los informes de la red de espionaje, podemos leer:
Uno de los tres miembros de la comisión comercial que se encuentra en África ecuatorial es un agente del servicio secreto español que tiene la función de supervisar la llegada de alemanes en Río Muni y Fernando Po. Ya en diciembre de 1936 el embajador en La Haya, Semprún y Gurrea, había advertido de infiltraciones alemanas y trabajos militares y no había razones para pensar que los alemanes se habían ido.
Ante el peligro de que los alemanes se apoderen de la Guinea española, en el corazón de las posesiones de la Francia Libre, el hecho de que los vascos representen los 4/10 de la población blanca de la Guinea española y sus dependencias constituye un factor favorable a una acción vasca. Se informa además desde hace alrededor de tres meses de diversos casos de expulsión de colonos vascos, lo que parece indicar un incremento de la actividad que debe sustraerse de ojos curiosos y hostiles.
La labor del agente vasco consistirá en alentar las labores de inteligencia en los miles de vascos y eventualmente entre los oficiales españoles, secundar el servicio competente francés en su labor de información, elaborar la lista de personas simpatizantes susceptibles de ser utilizadas para nuestros fines y, dado el caso, si un peligro concreto aparece, preparar una acción que, partiendo del interior y estando revestida de querella intestina entre españoles, presentaría menos riesgos de repercusiones desfavorables que una acción militar de orden internacional, forma de acción que, además, a menos de una entrada oficial en guerra de España, queda totalmente excluida".
Volvemos a encontrarnos ante el leitmotiv de los “servicios”: exageración del peligro nazi para convencer a los Aliados de la hostilidad española. Resultaba imposible para los alemanes, que no dominaban el mar, hacerse con el control de Guinea. Por otra parte, parece improbable que los colonos iniciaran cualquier aventura al grito de “libertad”, pues los 150.000 indígenas a los que recientemente habían expropiado las tierras podrían tomar buena nota del eslogan.

Creemos –y es una suposición– que estos espías debieron informar en profundidad sobre las defensas de la colonia, porque allí se produjo una de las acciones más enigmáticas de la guerra: la Operación Postmaster. En enero de 1942 un remolcador, que no lucía bandera, penetró en la bahía de Santa Isabel y abordó el líner italiano Duquesa de Aosta y los mercantes alemanes Likomba y Bibundi. Grupos de comandos saltaron sobre los buques, lanzaron cables de arrastre y zarparon ante la impotencia de la Guardia Colonial, que los hostigó a tiro de fusil a falta de medios más potentes. Como Londres intentaba evitar los incidentes con España, se pensó que era cosa de la Francia Libre. Y, sin embargo, fue el 62 Comando del SOE, cincuenta hombres -entre ellos tres exiliados republicanos de los que no conocemos la identidad- denominados Small Scale Raiding Force. Esta incursión exigía una información pormenorizada de las defensas de la isla y del estado de la máquinaria de los mercantes. La presencia de una simple ametralladora o de un mortero podía hacer fracasar la operación y provocar un incidente internacional. Alguien debió dar todo tipo de seguridades de que nada más que fusiles roñosos se opondrían al abordaje».

Oficiales del 3er. Batallón y miembros del PNV y del Consejo Nacional de Euzkadi (de izquierda a derecha): médico de 1ª Angel Agirretxe, Elías Etxebarria, alférez de navío de 2ª Juan de Basabe, Luis Arredondo, capitan de corbeta Servando Marenco, Manuel de Irujo (presidente del CNE), capitán de corbeta Juan de Arce, Antonio Gamarra, alférez de navío de 1ª José María de Ballabriga, José Ignacio de Lizaso, aspirante Servando Marenco y alférez de navío de 1ª Antonio González.

Sobre el último párrafo Mikel Rodríguez, los investigadores Pedro J. Oiarzabal y Guillermo Tabernilla afirman en La OSS y el Servicio Vasco de Información-la Organización Airedale que «el Comando Número 62, una fuerza de incursión a pequeña escala (Small Scale Raiding Force) compuesto por cincuenta y cinco soldados, creada en 1941 y desmovilizada en 1943, fue puesto bajo la dirección del SOE. Su primera acción fue la Operación Postmaster (14 de enero de 1942) con el objetivo de desarticular una base de operaciones del Eje en la isla de Fernando Po (Guinea Ecuatorial española), que se dedicaba a aprovisionar de combustible a barcos italianos y alemanes. A pesar de la reticencia de las autoridades británicas para atentar contra un país neutral, el SOE llevó a cabo la operación especial con gran éxito, enviando un mensaje de advertencia claro y directo a España. En esta operación intervino el comandante del 3er Batallón de Fusileros Marinos, Servando Marenco, y su hijo del mismo nombre, que también estuvo en el batallón».

Como anécdota final, Postmaster fue uno de los primeros éxitos de los comandos británicos y sirvió de modelo para otras operaciones similares. Pero no sólo para futuras operaciones: Ian Fleming -más conocido como autor de James Bond- se involucró en esta operación como comandante de la División de Inteligencia Naval británica: ésta primera acción y posteriores fueron parte de los insumos que crearon al agente 007. De hecho, no son pocos los que creen que Gustavus March-Phillipps, el oficial a cargo de la misma, fue precisamente la inspiración de James Bond.



lunes, 22 de noviembre de 2021

El Taiwán ibérico (II)

Pues no fueron los únicos intentos... cuenta Eduardo Martín de Pozuelo en la edición del 5 de agosto de 2005 de La Vanguardia que "CIA y FBI supieron en 1962 de una insólita alianza militar de cubanos y exiliados para atacar territorios africanos españoles":

«No siempre los servicios de información norteamericanos están seguros de la veracidad de lo que averiguan, pero aún en esos casos no dejan de emitir la nota secreta correspondiente. Esto es exactamente lo que sucedió a finales de 1961 cuando el FBI y la CIA tuvieron noticia, cada uno por su lado, de un extraño plan de invasión militar de alguna colonia africana española del que formaría parte nada menos que Enrique Líster, el líder comunista español entonces exiliado en la Unión Soviética. Los norteamericanos no terminaron de creer que el ataque pudiera producirse, pero sí que estuvieron convencidos de que la URSS andaba muy interesada en el Sahara español, en el que desde mediados de los años cincuenta las escaramuzas contra el llamado Ejército de Liberación del Sahara se sucedían sin solución de continuidad. Estados Unidos descartó la supuesta invasión pero dejó escrito que, de intentarse, el territorio escogido sería el de Guinea.

Esta curiosa historia arranca el 19 de octubre de 1961 cuando una fuente cubana a la que no se identifica en la nota hallada por este diario en los Archivos Nacionales de Estados Unidos informó al FBI de un pacto entre comunistas españoles exiliados y cubanos con el objetivo de invadir "uno de los territorios africanos de España". La fuente indicó que Enrique Líster, al que describía como "un ex general del ejército republicano español y miembro del Partido Comunista", había estado en Cuba preparando el asalto y que, como resultado del acuerdo, entre 700 y 800 combatientes cubanos habían viajado a Checoslovaquia para recibir un entrenamiento militar intensivo. El FBI suponía, y así lo escribió, que el gobierno español estaba al tanto de esta información.

El 28 de noviembre, la CIA informó, de fuentes españolas que no identificaba, de que en Cuba se estaba formando una brigada internacional - con cubanos y voluntarios extranjeros- liderada por Líster con la ayuda de otros diez miembros del PCE en el exilio. Estos últimos colaborarían en el entrenamiento militar de la brigada en Checoslovaquia o Polonia. El montaje contaría con el apoyo de la URSS, que facilitaría los submarinos para el transporte.

La inteligencia de EE. UU. analizó las informaciones precedentes y sacó la conclusión que transcribimos íntegramente: "Puesto que el informe de la CIA descarta el aspecto de la brigada internacional de Cuba, lo que queda es el entrenamiento indicado de cubanos y de miembros del Partido Comunista español tras el telón de acero, con el objetivo supuesto de invadir un territorio africano español. Dicha invasión no sería posible en el caso de las fuertemente fortificadas Ceuta y Melilla, y no se sostendría en la expansión tórrida del Sahara español, ni en Ifni, donde hay estacionadas suficientes fuerzas militares españolas para repeler dicha invasión. Guinea Española (Río Muni continental y las islas de Fernando Poo y Annobón) son los territorios africanos españoles más desarrollados, excluyendo Ceuta y Melilla y son los más alejados de España y, aparentemente, los menos defendidos militarmente. En esta zona hay alrededor de 1.000 personas entre militares y Guardia Civil, siendo la gran mayoría nativos locales.

No obstante, hay un destructor de la Armada española permanentemente estacionado en Fernando Poo. Si fueran a intentar invadir un territorio africano español, parecería que Guinea Española sería el punto lógico para intentarlo. No obstante, estos dos informes son altamente especulativos y puede que no haya nada de cierto en ellos".

Extraños, y poco realizables, proyectos de invasión aparte, lo cierto es que el 13 de febrero de 1962, las comunicaciones internas secretas del Departamento de Estado daban por ciertas las informaciones de la CIA referentes a que los soviéticos tenían intereses en "las reclamaciones marroquíes de territorios españoles". El asunto africano-español preocupaba y mucho a EE. UU., sobre todo a causa de que el Portugal de Oliveira Salazar estaba siendo reprobado por la o­nU debido a su inicial pero violentísima guerra colonial en Angola que generaba una situación que a ojos norteamericanos convenía a la URSS.

"La condena y el aislamiento virtual por la cuestión colonial de una potencia de la OTAN, Portugal, por parte de la comunidad internacional son indudablemente vistos con gran satisfacción por los soviéticos. La tirantez consecuente de las relaciones entre Portugal y EE. UU., con su posible efecto adverso en los derechos de las bases de EE. UU. en las Azores, y en el aumento de la inestabilidad del régimen de Salazar, ha sido igualmente bien recibido por los soviéticos", se escribe en el documento en el que se analiza el impacto que tiene para EE. UU. de la cuestión africano-española.

Los analistas americanos escribieron en 1962 que "los soviéticos pueden, perfectamente, estar preparando tácticas para animar y apoyar a los marroquíes y posiblemente a otras reclamaciones africanas sobre los territorios africanos de España", un territorio al que consideraban un "objetivo muy vulnerable debido a la naturaleza de su régimen". Por esa razón, estaban persuadidos de que una campaña contra España en Naciones Unidas "probablemente obtendría un considerable apoyo entre la comunidad mundial". Todo ello ponía a EE. UU. en el dilema de "elegir entre las bases militares, con su contribución a nuestra seguridad nacional, y la imagen de EE. UU. y la posible influencia en el mundo afroasiático".

Los norteamericanos sopesaron qué camino debían tomar para que sus intereses - de imagen internacional o estratégicos de defensa- no se vieran perjudicados en el conflicto entre Marruecos y España. "A la vista de la naturaleza de nuestras relaciones con ambos países - escribieron- hemos evitado implicarnos en su disputa. Hemos animado a ambos a que resuelvan sus diferencias mediante conversaciones bilaterales. La sensación es que, cualquier iniciativa por nuestra parte en esta etapa, solamente vendría a complicar la situación. Cualquier acción por nuestra parte, no importa lo discreta que fuere, de presionar a España para que se acomode a las demandas de Marruecos sería vista con la mayor sospecha por el Gobierno español a la vista de la experiencia de Portugal".

Pese a su posición inicialmente neutral, el Departamento de Estado no desperdició la ocasión para especular sobre los territorios africanos de los que España se desprendería con más facilidad. El análisis aún impresiona: "Los españoles podrían considerar negociables Ifni y el Sáhara Español (este último únicamente si no se encuentra petróleo) bajo ciertas circunstancias, como podría ser la continuidad asegurada de Ceuta y Melilla como ciudades españolas, posiblemente con un territorio extendido. Intensas presiones sobre los españoles para que entregaran esas ciudades podrían acarrear renovadas demandas españolas sobre la devolución de Gibraltar utilizando los mismos argumentos. Con respecto a Guinea Española, existe la posibilidad, si el tema se trata de forma tranquila y sensible y sin el alboroto de Naciones Unidas, de que se pueda persuadir a España para que permita un autogobierno en esa zona, aunque intentaría por todos los medios retener los vínculos entre Guinea y España"».

jueves, 12 de noviembre de 2020

El recital español

Tanques Hotchkiss H-35,
1era Compañía de carros de combate 
de la Francia Libre en la 
Campaña de Gabón.

Conocemos de los refugiados alemanes de Camerún, que durante la I Guerra Mundial pidieron asilo en el territorio neutral de la Guinea Española. Incluso, en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hemos mostrado cómo los territorios limítrofes de Camerún y Gabón permitieron al inicio de la guerra civil "acogerse a sagrado" a los golpistas fallidos del Río Muni, y posteriormente a los frentepopulistas españoles tras el bombardeo y caída de Bata

Para algunos de éstos últimos ese cruce de frontera fue de hecho el inicio del exilio.

Pero no se suele guardar memoria de los exiliados franceses que buscaron refugio en Río Muni tras la batalla de Gabón durante la guerra civil entre la Francia libre bajo el mando de Charles de Gaulle y la colaboracionista de Vichy. 

En agosto de 1940, Leclerc inicia su gira africana y tras una serie de frustrados intentos de la 13ª Demi Brigade de la Legión Extranjera por desembarcar en Dakar, los expedicionarios empiezan su periplo colonial en el puerto camerunés de Duala, donde reciben una cálida bienvenida y el 27 de agosto Camerún se adhiere a la Francia Libre. En cambio, los soldados y civiles de Gabón, incitados por el obispo local, permanecerán leales a Vichy, por lo que el siguiente destino será Libreville (Gabón), vía principal de entrada de las colonias francesas del África Ecuatorial. Así, tras desembarcar en la bahía de Corisco, remontan el rio N´Tsini y traban combate por primera vez con las fuerzas de Vichy. 

La batalla de Gabón inicia con la toma de Mitzic por las Fuerzas Francesas Libres, seguida de Lambaréné. Tras duros combates (bombardeos incluidos), las tropas dirigidas por los generales gaullistas Leclerc y Koenig conquistan Libreville, y el 12 de noviembre capitulan las tropas de Vichy de Port-Gentil. Este episodio de la II Guerra Mundial, concluye con el suicidio del gobernador Masson, y la huida de los leales a Vichy al territorio español de Río Muni. Éstos fueron evacuados en diferentes fases del territorio español para reincorporarse a la Francia de Pétain.




El 3 de septiembre de 1940, Falange: diario de la tarde publicaba que «El lunes al mediodía, la radio francesa desmintió categóricamente las noticias según las cuales se ha extendido también a la colonia de Gabón el movimiento rebelde fomentado por el general De Gaulle dijo el locutor que el gobierno francés ha recibido un telegrama del alto comisario de Dakar, Boisson, diciendo que reina absoluta tranquilidad en dicho territorio colonial…». Dos meses después, Libreville era liberado por las tropas de Leclerk.


Aunque La Guinea Española no recogerá noticias de la batalla de Gabón siguiendo la lógica de no mostrar conflictos entre europeos, la prensa peninsular sí publicará diferentes informaciones. 

Incluyendo la denuncia del sufrido confinamiento de 500 prisioneros franceses que pelearon contra "los de gaullistas". De ahí huirán esporádicamente a territorio español, según José U. Martínez Carreras en Guinea Ecuatorial española en el contexto de la Segunda Guerra Mundial:

Días después, el buque «Calvo Sotelo» lleva a Santa Isabel desde Bata a ocho franceses de Vichy, marineros del «Bougainville», que se ha visto implicado en las operaciones próximas a Libreville, y que han sido acogidos como internados de guerra en Fernando Poo; también a comienzos de 1941, otros nueve marineros franceses escaparon de un campo de prisioneros en Gabón y se refugiaron en Río Muni.

Se generó, un éxodo de huidos y desertores franceses de Gabón. Una vez más, la misma frontera que protegió a los refugiados alemanes del Camerún de la I Guerra Mundial sirvió de protección a los franceses leales a Vichy que buscaban refugio en el Muni: la frontera sur que había protegido un año antes a los soldados franquistas tras la escaramuza del río Ekuku o incluso a los republicanos tras la caída de Bata volvió a ser protagonista.

Y el gobernador general -en funciones por ausencia de Juan Fontán- Víctor Suances verá con preocupación cómo el territorio continental quedó rodeado por los aliados y tan sólo el río Utamboni le separará de soldados republicanos organizados y mejor equipados que las tropas coloniales. Luis de Sequera recogerá en Poto Poto, las tropas de guarnición en los territorios españoles de Guinea, cómo los aliados se referirán al gobernador como «de tendencia acusadamente germanófila, se favorece el internamiento de franceses huidos de la prisión del Gabón, así como las actividades y concentraciones de alemanes en Guinea, y no se reconoce al gobierno de Francia Libre por considerarlo rebelde al de Vichy».

Pero es normal que no te suene: a la amnesia colectiva sobre Guinea Ecuatorial, hay que sumarle el temor del Gobierno franquista de evidenciar su velada colaboración con los países del Eje de los que era claro aliado el régimen del mariscal Philippe Pétain.

Si buscamos bien, seguramente este suceso con eufóricos soldados republicanos españoles en Gabón, separados tan sólo por el río Utamboni del territorio bajo administración española... y que supondrá el aislamiento de la España de Franco en el África ecuatorial, daría para otro interesante episodio de El Taiwán Ibérico

No lo haremos en esta ocasión, ya que cada vez que sacamos el tema se generan acaloradas discusiones (casi tantas como cuando dijimos que Negrín fue el primer presidente africano de España). Tan sólo vamos a rescatar un fragmento de Morir bajo dos banderas de Alejandro M. Gallo, que narra cómo terminada la guerra civil española, los soldados de la II República se dispersaron por el mundo. Meses después, al comenzar la II Guerra Mundial, algunos reagruparon en las unidades militares que combatieron al nazismo y al fascismo en todos los frentes, no sólo con las tropas de Lecrec que liberaron París, también con las que liberaron de Gabón, en donde los españoles de la 13ª DBLE participarán en algunos de los enfrentamientos más decisivos, como la toma del aeródromo de la capital, Libreville.

Entre otros el adjudant Felipe Maeztu y Etelvino Pérez, siendo condecorados con la Compagnon de la Libération y Chevalier de la Légion d'Honneur, o Antonio Medina Pérez "Turuta" y Miguel Campos que junto a La Nueve entró en primer lugar en París en agosto de l944:

(...) en un lugar perdido u oculto del Camerún o el Gabón o en medio de ambos o de ninguna parte con nombre propio, se asentaba uno de los batallones coloniales de la Legión Extranjera y lo que en ellos pasó sería el germen de vuestro asalto a los cielos. Los que habían regresado vivos de allí dijeron que se hallaba «en el manglar cerca del estuario del río Muni»; «incrustado en las piedras de los Montes Cristal», alegaron los que nunca lo visitaron; «con los dioses vengativos, en la cumbre del Iboundji», murmuraban los nativos; «en un valle profundo del Ogooué», publicitaban en la Legión. Cualquiera que fuese su ubicación exacta, sólo había una cuestión clara: nadie la conocía.
(...) los acontecimientos en el África Ecuatorial Francesa se precipitaban sin llegar aún a vosotros. Era viernes cuando noviembre de 1940 hizo su aparición bajo lluvias violentas y una temperatura de veintinueve grados. Aquel día, los integrantes del batallón colonial de Gabón no se despertaron a las cinco al toque de corneta. Media hora antes, una explosión a lo lejos los sacó de los camastros. 
-Han entrado en nuestras líneas. Todo el mundo a sus puestos -gritó el comandante Decoux. Los legionarios revisaron sus correajes, comprobando que las granadas de mano se encontrasen bien amarradas. Después empuñaron los fusiles y corrieron a ocupar las posiciones de defensa que mil veces habían ensayado. Aquella mañana, la bandera no se izó.
-Leclerc pensó que nos cogería desprevenidos, pero se equivocó -sentenció el comandante desde una de las torres de vigilancia, mirando por los prismáticos. Más explosiones. El cuerpo expedicionario de vanguardia de Leclerc caía en el campo de minas oculto entre la densa vegetación de la tundra. De repente llegó el silencio. «Se retiran», se dijo el comandante. Pero una explosión cercana le impidió saborear la idea. Un proyectil enemigo había impactado contra una de las torres del campamento, derrumbándola.
-¡Mierda, tienen artillería! -aulló Decoux-. ¡Todos a cubierto!
-Por el impacto no parece artillería pesada. Debe tratarse de un proyectil del 75 -opinó uno de sus tenientes. Tres nuevas explosiones en la selva produjeron más bajas en la vanguardia de Leclerc, pero, además, esta vez habían sonado cerca de las trincheras. Los legionarios del batallón colonial no habían disparado sus armas. Les habían educado bien y no malgastaban municiones. Con el dedo en el gatillo, esperaban a que asomara alguien entre la vegetación. Le siguió una media hora sin detonaciones, lo que indicaba que los soldados de choque de Leclerc habían abierto un corredor seguro. En cualquier momento se lanzarían sobre las trincheras y casamatas. La tensión crecía entre los hombres del batallón colonial. Ahí estaban: un pelotón se lanzó sobre una de las esquinas de la línea defensiva que bordeaba el fuerte. Granadas y balas llovieron sobre ellos. Uno a uno, comenzaron a caer. Sólo dos llegaron con vida, bayoneta en mano, hasta la posición de la primera sección de los coloniales. Una ráfaga de balas los tumbó dentro de la zanja defensiva. El sargento Torres se acercó a los caídos. Uno de ellos, un muchacho que alcanzaba con dificultad los veinte años, aún vivía. Torres le colocó la mano bajo la nuca y elevó un poco su cabeza del suelo.
-¿Quieres agua, chaval? -le preguntó en francés.
-No, maldito francés fascista -contestó el otro en castellano, y escupió.
-«¿Francés fascista?» -repitió Torres, sin salir de su asombro -. ¿Eres español?
-Claro que… ¿Tú también?
-¿Hay más de los nuestros con Leclerc?
-Sí, algunos que… combatimos a los nazis en…
-¡Médico para este soldado! -gritó el sargento y, mirando a los ojos del herido, añadió-: Muchacho, acabas de detener una matanza. Torres salió de la trinchera y corrió al encuentro del sargento jefe Fábregas y del cabo García.
-Seguidme -les ordenó-. Hay que liberar a Campos y detener esta locura. Los tres corrieron entonces entre las balas y el aguacero hacia el interior del fuerte. Su objetivo: el calabozo de tropa. El cabo García, manipulando una palanqueta, arrancó el candado de la cadena que aprisionaba la puerta de la celda.
-Campos -dijo el sargento Torres-, tenías razón: hay españoles con la Francia Libre.
-¿Qué hacemos? -preguntó el sargento jefe Fábregas.
-Id a detener a los tenientes; si se resisten, los matáis. Luego explicáis lo que ocurre al resto de los soldados españoles e izáis bandera blanca.
-¿Y tú? -preguntó Fábregas.
-Yo me ocuparé del señorito del comandante. Los tres mandos españoles de aquel batallón, jóvenes veteranos de una guerra perdida contra el fascismo en España y nada dispuestos a desaprovechar la revancha que les ofrecía la Historia, se apresuraron a cumplir las órdenes de su adjudantchef. Campos irrumpió con un fusil ametrallador en el despacho de Decoux, que, parapetado tras sacos de arena, oteaba el exterior con los prismáticos.
-¡Qué cojones…! -exclamó el francés, sin acabar la frase.
-Mi comandante, o iza la bandera blanca o queda detenido.
-Adjudant-chef, se lo advierto: esto es sedición y se castiga con la muerte. No sume al quebranto de su arresto mayor gravedad. Baje el arma. ¡Se lo ordeno! -gritó, y llevó rápidamente su mano a la cartuchera.
-Mi comandante, no lo haga.
-No va a mancillar un piojoso español el honor de mis raíces familiares -dijo, alzando la pistola.
-Se lo previne -sentenció Campos, y disparó una ráfaga. El comandante se retorció mientras su pistola se estampaba contra el suelo y su sangre brotaba del pecho y la boca.
-Este ya es historia -susurró el sargento jefe Fábregas, entrando en ese momento.
-¿Y los tenientes? -preguntó Campos.
-Detenidos.
-¿Alguna resistencia más?
-Ninguna, los suboficiales son nativos y no quieren morir. Y, por supuesto, la tropa española está con nosotros.
-¿Izasteis la bandera?
-Incluso está limpia, la condenada. Fábregas señaló el mástil donde hasta ese día había ondeado la tricolor para dejar paso a una sábana. Desde la ventana, Campos gritó:
-Coronel Leclerc, soy el adjudant-chef Miguel Campos. Pido un alto el fuego para que hablemos. Los disparos de los dos bandos cesaron y la tundra se silenció.
-Vamos -ordenó Campos a Fábregas. En cuatro zancadas alcanzaron la puerta del fuerte y la abrieron. Campos caminó despacio, seguido de Torres y Fábregas; el cabo García iba el último con un fusil ametrallador en bandolera, como protegiendo a los demás. Fábregas se situó a la derecha de Campos, y Torres a la izquierda. A veinte metros de la puerta y cincuenta del primer arbusto, se detuvieron. El silencio se había apoderado de las trincheras, del fuerte y de la selva. La bandera blanca se sacudía mecida por el cálido y violento viento que presagiaba el reinicio del diluvio. De pronto un todoterreno se interpuso entre los cuatro mandos y la selva. Cinco galones blancos: un coronel. Su figura les llamó la atención: botas de antílope y traje y gorra coloniales, muy desgastados. No era ningún señorito, sino un combatiente. Descendió del vehículo y andando con dificultad apoyado en un bastón, se ubicó a diez pasos de Campos. Pero si su estampa sorprendía a los mandos del batallón colonial, al coronel tampoco le pasó inadvertida la imagen de aquellos hombres que le esperaban: camisa abierta, barba de meses y cabeza rapada. El sargento de la derecha del adjudant-chef incluso llevaba un arete dorado. «Dan miedo al miedo. Parecen salvajes», pensó Leclerc. Frente a frente, los dos jefes de aquellos destacamentos se miraron a los ojos bajo la lluvia torrencial que había regresado y a la que se mostraban ajenos. Comprendieron que tenían algo en común: ambos habían borrado de sus diccionarios particulares la palabra miedo. Leclerc fue el primero en hablar. Tras presentarse, preguntó:
-¿Quiere plantearme las condiciones de su rendición?
-¿Rendición? -exclamó extrañado Campos-. No, coronel. Nosotros nunca nos rendimos.
-Entonces, ¿de qué quería parlamentar?
-De sumar nuestro batallón a la Francia Libre. Leclerc sonrió y, apoyándose en su bastón, se acercó tres pasos hacia Campos. Se acarició el bigote.
-Contrato hasta echar a los nazis de la Francia ocupada - contestó.
-Hasta el fin de la guerra, coronel.
-Expulsar a los nazis de territorio francés es el final de la guerra.
-Nuestra guerra es contra el fascismo.
-Que así sea, adjudant-chef. Hasta ese final, entonces. Se dieron la mano y gritos de «¡Viva la Francia Libre!» y «¡Viva la II República!», tanto en castellano como en francés, irrumpieron desde las trincheras y entre la espesura de la selva.
-Puede izar su bandera, mi coronel.
-Campos señaló el mástil sobre el que ondeaba la sábana.
-Nuestra bandera, adjudant-chef
-corrigió Leclerc, y se giró hacia el jeep para gritar-: Teniente Dronne, ordene traer la bandera de la Francia Libre.
-Tuguta -llamó el teniente girándose hacia la selva.
-¿Tuguta? -murmuró Campos extrañado. Entonces, de entre la espesura de la tundra, un soldado moreno y bajito, con una trompeta y una bandera tricolor cruzada por la Cruz de Lorena, avanzó rápidamente hacia la puerta del fuerte. Al llegar a la altura de Campos, le dijo:
-A sus órdenes, mon adjudant-chef Soy el Turuta. Nací en Ciudad Real y también combatí contra el fascismo en España. Me llamo…
-Tuguta -exhortó de nuevo el teniente desde el jeep-, coloque la bandera de una puta vez. El Turuta iba a iniciar la carrera hacia el mástil, cuando Campos ordenó al sargento jefe Fábregas:
-Entrégale una bandera de la II República y que la ice también. Nosotros, a partir de ahora, peleamos bajo dos banderas. Leclerc sonrió.
-Veo que no es su costumbre solicitar permiso a sus superiores -comentó.
-Mi lema es «Ni Dios, ni amo». El coronel meneó la cabeza y añadió:
-Extraño sitio para un anarquista.
-Extraño sitio para un aristócrata, mi coronel. La incipiente tempestad se convirtió en testigo de la alianza de sangre firmada, en aquel instante, entre aquellos dos hombres.
-A propósito, adjudant-chef, ¿este Batallón de Marcha no tenía oficiales franceses?
-Ordené que se les encerrase, al seguir defendiendo al régimen de Vichy…
-Entiendo. ¿Quién estaba al mando?
-El comandante Decoux.
-Ah, Jaques Marie Decoux. El hijo del duque de Mena… Voy a hablar con él.
-Me parece que no será posible, mi coronel.
-Y eso, ¿por qué?
-Contrajo una extraña enfermedad y murió de repente.
-Una lástima.
-Leclerc se giró de nuevo hacia el teniente Dronne y le ordenó-: Teniente, que los hombres entren al fuerte a guarecerse de la lluvia.
-¿Cuál es el siguiente paso, mi coronel? -preguntó Campos.
-Tomar el último foco de resistencia del África Ecuatorial Francesa: Libreville.
-Lo defienden franceses, mi coronel.
-Lo sé.
-Leclerc tragó saliva, alzó su mirada al cielo y sentenció-: Será nuestra propia guerra civil.





Imágenes de la campaña de Gabón
Y un último párrafo:

-Cuando la 13.ª asaltó el aeródromo -dijo Leclerc-, se oyeron gritos en español desde sus filas. Koenig sonrió.
-¿Gritos como estos? -preguntó, y alzó la voz-: «¡Cómo en el Ebro, compañeros!». «¡Cómo en Madrid!». «¡No pasarán!»…
-A eso me refiero.
-Lo llamamos el «recital español». Todos los republicanos españoles se lanzan al ataque a golpe de esas consignas. Para ellos esta guerra es continuación de la suya.
-¿Cuántos españoles tienes en la 13.ª?
-La mitad: quinientos. Pero en la 1.ª División hay casi tres mil. (...)



Así que no sólo participaron los exiliados republicanos en la liberación de París; también en la de Libreville.


Homenaje a La Nueve.