CB

Mostrando entradas con la etiqueta mártires. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mártires. Mostrar todas las entradas

martes, 18 de octubre de 2022

Requiem

Lo recogía el diario de Las Palmas Falange en su edición del 18 de octubre de 1939:

Misa de Réquiem por los Caídos de la Guinea Española

Por iniciativa del capellán y oficiales que pertenecieron al Batallón de Voluntarios Patriotas de Las Palmas, en la mañana del sábado último se rezó una misa en la parroquia de San Bernardo (San Telmo) en sufragio de los Caídos en la Guinea Española el 14 de octubre de 1936, día en que se incorporaron a la Nueva España aquellos territorios, por la columna expedicionaria canaria.

Ofició el citado capellán, don Manuel Rodríguez Falcón, y, entre los numerosos fieles que asistieron al piadoso acto, se encontraban la oficialidad que perteneció al Batallón de Voluntarios Patriotas de las Palmas, así como muchos compañeros y familiares de los Caídos.

El piadoso recuerdo, dentro de su sencillez, resultó muy emocionante.

La Patria les agradecía, remarcaba el periódico La Guinea española, por el sacrificio de sus vidas “que para siempre estarán al lado de los luceros eternos”.

Diario Falange de Las Palmas.
12 de octubre de 1938.





Voluntarios canarios
desfilando en el puerto de Santa Isabel

viernes, 29 de octubre de 2021

Los caídos

¿Recordáis cómo el calendario local del territorio ecuatorial se adaptó a las festividades peninsulares, incluyendo Día del Alzamiento Nacional y el de los Caídos, con su correspondiente ofrenda floral en la Cruz de Punta Fernanda
Se incluyeron igualmente dos festividades locales de aplicación a jornada completa: el día de Santa Isabel de Hungría, patrona de la ciudad, y el consabido 19 de Septiembre, en conmemoración de la derrota del gobierno de la República en la isla de Fernando Poo.

Precisamente el Día de los Caídos se conmemoró desde los primeros días, y este par de fotografías (coloreadas) tomadas a finales de 1939 por Günter Wolff, un diplomático de la Alemania nazi,  atestiguan esa presencia.

"José Antonio Primo de Rivera ¡¡PRESENTE!!",
dirá durante años una de las torres de la Catedral de Santa Isabel.


La población local realiza el Saluto Romano
en un minuto de silencio.




Así, las escuelas participarán del homenaje: «fue nota muy simpática y educativa la que dieron los niños y niñas de todas las escuelas al desfilar ante la Cruz de los Caídos depositando al pie de ellas sus ramos de flores», recogía La Guinea Española en noviembre de 1939.
la Falange establecerá igualmente turnos de guardias de honor entre sus militantes, hasta la inauguración del monumento a los caídos en Punta Fernanda

Nos lo relata Valeria -la protagonista de El corazón de los pájaros de Elsa López-, en sus bucólicos recuerdos de infancia en Santa Isabel: «la ermita adornada con banderas esperando las fiestas de septiembre».

miércoles, 22 de enero de 2020

Ojos que no ven

Juan Valbuena, en su proyecto sobre la relación entre España y Guinea Ecuatorial, Ojos que no ven,corazón que no siente, describe este periodo:

Imagen familiar en el parque de Punta Fernanda, al fondo Monumento a los Caídos en la guerra civil.
Fotografía del album familiar de Erika Reuss incluido en la selección de OQNVCQNS.
«España y Guinea estaban muy lejos, las escasas comunicaciones consistían en un barco mensual y la inercia política fue convirtiendo a la colonia africana en una especie de virreinato donde los sucesivos gobernadores tenían atribuciones casi absolutas. La inestabilidad social de la metrópoli llegaba amortiguada y con mucho retraso: la instauración de la II República en 1931 no supuso grandes cambios en la cuestión colonial, si bien se nombró por vez primera a un civil como Gobernador de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea. Duró poco en el cargo: era el otoño de 1932 y, en su primer viaje de reconocimiento, el diplomático Gustavo de Sostoa fue asesinado en extrañas circunstancias por el Sargento Castilla, la máxima autoridad de la remota isla de Annobón. Tres años después tiene lugar un episodio vinculado a Guinea con una gran repercusión en la política española: el Inspector General de Colonias, Antonio Nombela, puso en conocimiento de las Cortes un caso de corrupción vinculado a la cancelación de un contrato público de transportes marítimos con la colonia. El escándalo consiguiente dio pie a la ruptura de la coalición conservadora en el poder y la posterior convocatoria de las elecciones, en febrero de 1936. La victoria del Frente Popular en esos comicios se considera el punto de no retorno que desencadenó el levantamiento del ejército y la trágica Guerra Civil, un conflicto que acabó con la victoria del General Franco y su nombramiento como Caudillo de España.

El día 18 de julio de 1936 fue un día normal en la colonia, donde glorioso, alzamiento y nacional son tres palabras que no describen lo ocurrido. Hasta el mes de agosto no hubo movimientos significativos, estos devinieron en la paradójica situación de que, durante algunas semanas del mes de septiembre, el continente permaneciera fiel al gobierno republicano del Frente Popular mientras la isla ya se había alineado con las tropas sublevadas. En octubre hubo un único enfrentamiento armado que se saldó con dos soldados negros muertos, uno por cada bando. También fallecieron por error los llamados Mártires de Bata, unos seglares y religiosos hechos prisioneros en las bodegas de un barco hundido por el fuego amigo del Ciudad de Mahón, nave que llegó desde Canarias con tropas leales a los golpistas para tomar el control de la región continental. Desde ese momento, Guinea fue zona nacional. La Administración española resultante modificó los estatutos del Patronato de Indígenas, ahondando más en la separación entre indígenas y negros emancipados, cuyos derechos eran equiparables a los de los blancos gracias a su “grado de cultura, educación, moralidad y posición económica” individual o familiar. En esta rígida estructura legal, que se mantuvo vigente hasta los años sesenta, serían considerados indígenas -sujetos sin independencia jurídica efectiva- todas las personas negras, ya fueran originarias de Guinea o hubieran llegado como comerciantes o fuerza de trabajo en cualquier momento. Poco a poco, la colonia dejó de ser un lugar abierto al que se podía llegar sin papeles. Se disparó la expedición de documentos y salvoconductos (wakabuk, en pichin), la burocracia y la fotografía útil aparecieron con fuerza en escena y se generalizó el control de movimientos por el territorio. Se empezó a perseguir la ociosidad, el comercio informal y se impuso la habitual construcción “vagos y maleantes”. Pese a todas estas medidas, no se consiguió establecer un mecanismo fiable de identificación y marcación de origen, por lo que existió bastante confusión, y muchas personas fueron asignadas erróneamente a lugares o grupos humanos a los que no pertenecían. Como cuenta Enrique Martino, el valiente investigador español que puso en marcha opensourceguinea.org, sigue sin haber una estructura individualizadora fuerte, la gente tiene varios documentos diferentes y las cifras de los censos bailan a lo largo de las décadas (...). Las dificultades económicas consecuencia de la Guerra Civil y el aislamiento internacional tras el fin de la Segunda Guerra Mundial hicieron de España un país eminentemente autárquico. Las necesidades de abastecimiento de materias primas en todos los sectores convirtieron los productos procedentes de Guinea en preciados bienes. La oferta y la demanda de los mismos no dejó de aumentar en décadas, propiciando las explotaciones privadas intensivas: especialmente de madera en el continente y de cacao en la isla. La presencia del Estado estaba destinada a garantizar el bienestar de los colonos -ahora llamados coloniales-, sus posesiones y sus negocios. Se estima que el 90% de las exportaciones de productos que salían de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea llegaban a los puertos de la península, en una relación de dependencia económica característica del colonialismo. El escaso número de españoles que ha habido siempre en Guinea es llamativo; sin duda, esto ha propiciado históricamente una especie de régimen de finca privada protegida por recursos públicos, lo que acaba explicando ciertas inercias en la relación entre ambos territorios. Es sorprendente también el reducido número de familias de guineanos casi todas de origen Krio, que acabaron residiendo en España, muchas de ellas en Barcelona y Bilbao. Como contraejemplo de la historia de aquellos años: José Grey Molay, nacido como Carlos Graykey en Barcelona en 1913. Brillante estudiante que no pudo acabar Medicina por el estallido de la Guerra Civil, luchó en ella por el bando perdedor y, como muchos otros españoles, tuvo que exiliarse, cruzando a pie los Pirineos. En la Segunda Guerra Mundial fue derrotado de nuevo en territorio francés, capturado e internado en el campo de concentración de Mauthausen donde, según la investigación llevada a cabo por la periodista Lucía Asué Mbomío, le adjudicaron el número 5124, la S de Spanier y el triángulo azul de los apátridas. Fue el único prisionero negro retratado por el fotógrafo español Francisco Boix, cuyas imágenes y testimonio se utilizaron en los Juicios de Nuremberg. Liberado en 1945, nunca quiso volver a España y hasta 1982 vivió en La Corneuve, un barrio de la periferia de París con gran número de vecinos de origen africano....».


jueves, 29 de agosto de 2019

El caso del barbero

Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea».

Es cierto; más allá del fusilamiento de Luis González Peña, resulta muy difícil rastrear a los desaparecidos, presos, represaliados o muertos, como tampoco sabemos de los dos soldados indígenas fallecidos en la batalla del río Ekukú.

La caída de Santa Isabel el 19 de septiembre daría lugar a lo que Lorenzo Bela definía con horror como «gran palabra tienen los blancos...» consternado al ver hasta una veintena de europeos detenidos -cosa nunca vista en la Colonia-. De esos veinte y su destino... tan sólo sabemos del tiro accidental que recibió el dueño del Chiringuito.

De igual forma que contábamos en La batalla y los Mártires y en La huida, que fueron 17 los muertos anónimos en el hundimiento del "Fernando Poo".

Esos 17 muertos anónimos están documentados sin muchos detalles tanto por la prensa republicana, como por la prensa del movimiento, ya que la propia "Gaceta de Tenerife: diario católico de información", en su edición del 21 de noviembre de 1936, recoge el relato y fotografías del tercer comandante del "Ciudad de Mahón": Ángel García Uzariaga cuenta que el "Fernando Poo" «rápidamente se hundió, pereciendo ahogados gran número de rojos, entre ellos el cabecilla de la subversión».



Acompaña la narración con una imagen del cuerpo en el agua, de «el cabecilla de los rojos que dirigía el tiroteo desde el "Fernando Poo", en cuya bodega quedó sepultado».

Igualmente, el Capitán Emilio Ley Arata, director de la Trasmediterránea, afirmaba el 12 de noviembre de 1936 en un artículo de La Prensa: «Los oficiales del barco casi todos son rojos. El oficial que se exceptúa de haber estado de parte de los marxistas es el señor Devesa, casado con una joven de Las Palmas, de familia muy conocida. El Capitán del Fernando Póo, don Antonio Pasaje Respeto (sic), estaba también de parte de los rojos. Resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista.»

Tras el bombardeo de Bata se sucederán igualmente las detenciones y paseíllos.

Así, tras instruir diferentes causas, del África ecuatorial se deportarían 150 presos para el penal de Gando, entre tripulación superviviente del Fernando Poo, funcionarios y ciudadanos del territorio.

Pero pongamos un ejemplo concreto: El caso del barbero Caparrós.

Sabemos que existió, y que no es un personaje literario de Ángel Miguel Pozanco, ya que son varios los testimonios al respecto.

La crónica franquista otorga precisamente a Caparrós un papel protagónico: «Desde que llegó a Bata [el vapor Fernando Póo], su Comité de control, compuesto de elementos ácratas de Barcelona, que preside un tal Caparrós, se instala en tierra y asume todas las funciones gubernativas. La autoridad de Hernández Porcel está anulada».

El misionero Amalio Esteban asegura en la rectificación de su declaración que junto al motor del bote que le llevó preso al buque Fernando Póo se encontraba «el que llevaba una camisa especie de pijama, el barbero según las señas». Es decir, el barbero Caparrós no era una ficción de Pozanco.

Concuerda con el del grumete Juan Fernández Hermo, de la tripulación del Fernando Póo que declara al Tribunal Militar Territorial 5, en la Causa 24 de 1937, que «al oír el primer cañonazo se refugió en el oficio de 2ª con las camareras» y que «considera como elementos peligrosos al barbero Caparrós y a Antonio Tarí». O el el Médico Antonio Fuertes Villavicencio que se refiere a él en su declaración como «delegado de la F.A.I.».

Igualmente, el segundo Cocinero Fernando Barba Macero declarará a su vez que «el Comité rojo lo formaban el barbero Caparrós, Antonio Tarí, el cuarto Maquinista Filló, el marinero Calvo y el Engrasador Domingo López».

O el tercer oficial Jacinto Devesa Paredes, que «dice haber sido él quien puso la bandera blanca en el asta de popa [del Fernando Poo]», y que «considera el elemento más extremista del barco al Barbero Caparrós.(...) Sabe que andaban con fusil; Manuel Bauzá, Martorell, un cocinero y el barbero (todos desaparecidos)».

Resulta inquietante ese «todos desaparecidos» afirmado por el tercer oficial... especialmente porque la crónica franquista de la jornada recoge que «Desde las mismas lanchas se ordenó a la gente que aparecía sobre cubierta que levantase las manos. Momentos después los soldados estaban a bordo y se les rendían cuarenta tripulantes, entre los que figuraban el capitán Pasajes, el hombre primer oficial Muñoz y el radiotelegrafista Francisco Pérez y Caparrós, presidente del Comité del control».

En cualquier caso, otros desaparecidos fueron incluidos en el auto de procesamiento posterior como "ausentes", algo no que ocurre con Francisco Caparrós.

Francisco G. González, integrante del Batallón de Voluntarios Patriotas de las Palmas, publica la crónica de la toma de Bata en "El Nacionalista". En ella, le dedica un párrafo la ser detenido en el Fernando Póo por los expedicionarios: «Otro tipo tan repulsivo y de más mala entraña es el barbero de a bordo considerado como uno de los principales jefes y portador de cantidad de municiones, pistola y varias bombas. Este pobre iluso que para mayor infortunio suyo, tiene los ojos bastante torcidos, gozaba haciendo sufrir a todas aquellas personas que él consideraba como nacionalistas y por tanto destinadas al sacrificio». 

A su vez, Ángel Miguel Pozanco señala en "Guinea Mártir - Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte" que Caparrós, del comité de a bordo, fue asesinado por los facciosos cuando el Ciudad de Mahón se dirigía a Santa Isabel:
Nos contaron la manera inhumana con que llevaron a efecto este asesinato los fascistas. Un moro, al conjuro de las palabras "éste, incomunicado", le segó la cabeza de un golpe de alfanje, después de haberle martirizado horrorosamente.
O como relata La Guinea Española en el primer aniversario de la "liberación" de Bata: «Al más cínico-acometivista- provocador y bravucón del Comité del Fernando Póo, tal vez por ser buen manejador de navajas barberas... en aguas mismas de Bata recibió su digno merecido: él que tanto se vanaglorió de que cortaría el cuello a los Padres».

Fueron 150 los presos "coloniales" hacinados en campo de concentración del viejo Lazareto de Gando... pero el barbero Caparrós, nunca apareció.

Imagen del campo de concentración del Lazareto de Gando en Gran Canaria
(Cortesía de Fernando Caballero Guimerá).
En "Los campos de concentración de Franco" de Carlos Hernández de Miguel.

martes, 14 de mayo de 2019

El santoral ecuatoguineano

La guerra civil no sólo marcó el calendario de festivos con su propia festividad local de "19 de Septiembre" o los consabidos "Día del Caudillo" y "Día del Alzamiento Nacional", celebrados en toda España. Igualmente supuso -décadas después- la trágica ampliación del santoral local.

Es un proceso que se ha prologado hasta fechas recientes: a algunas de las víctimas del conflicto en España se les ha reconocido la condición de beatos, y de éstas hay varias que dedicaron gran parte de su vida a la labor misionera en los territorios españoles del golfo de Guinea.

Así como en su día fue importante para los fieles nicaragüenses la beatificación de la salesiana María Romero o en Guatemala la del franciscano Pedro de San José Betancur, igualmente son significativas estas beatificaciones para el contexto ecuatoguineano.

Hno. Antonio Vilamassana
CMF
Los Misioneros del Corazón Inmaculado de María, de san Antonio María Claret, han contribuido al santoral ecuatoguineano con:
  • Andreu Feliu Bartomeu, trabajó en estas tierras africanas de 1903 a 1934. Beatificado en 2013.
  • Pau Castellà Barberà, destinado en las misiones de Fernando Poo desde 1893 a 1908. Beatificado en 2013.
  • Antoni Vilamassana Carulla, destinado 30 años en Guinea Ecuatorial. Beatificado en 2013.
  • Cirilo Montaner Fabré, párroco de Santa Isabel de 1904 a 1915. Beatificado en 2017.
  • Josep Ros Nadal, de 1904 a 1907, su centro principal de operaciones fue Annobón. Beatificado en 2017.
  • Pere Vives Coll, de 1908 a 1918, su primer destino fue Banapá, luego Basilé y finalmente San Carlos. Beatificado en 2017.
  • Manuel Font Font, misionero en Fernando Póo de 1904 a 1905. Beatificado en 2017.
  • No forman parte de esta relación, los religiosos fallecidos -Acacio Ferraz Latorre (por quien llevó el nombre Acacio Mañe), Angel Roig Barcelis e Isidoro Gil Barrio- en el hundimiento del buque "Fernando Poo" el 14 de octubre de 1936: «Algunas semanas después llegó a Bata el Ciudad de Mahón, barco de guerra enviado desde Canarias para apoyar la sublevación, el cual bombardeó el puerto y el Fernando Poo, hundiéndolo con los prisioneros dentro. El franquismo consideró a aquellos ahogados mártires de la Cruzada, aunque solía olvidar, habitualmente, que había sido él mismo el que los había enviado al fondo del mar».
  • Tampoco integra el santoral ecuatoguineano el padre Tomás Ribé Comas, capellán de la Trasmediterránea asignado al correo Fernando Póo, al cual Juan Fontán daba inicialmente como muerto por la tripulación en las indagatorias tras la caída de Bata.
Es una larga lista de misioneros beatificados, que inicia un siglo antes con Jerónimo Mariano Usera y Alarcón. El padre Usera fue integrante de la primera expedición misionera católica en Clarence (1845-1846): «Deberé decir, para los que no me conozcan, que hace tiempo me he consagrado por entero a los derechos de la raza negra a la que amo en Jesucristo, que es el mejor y más desinteresado amor. (...) Ni las distancias, ni los mares, ni el rigor de los trópicos, junto a los grandes quehaceres que me proporcionaba el gobierno del Arzobispado de Cuba, del cual me hice cargo al poco tiempo de mi arribada a aquella isla, pudieron entibiar en mí el entusiasmo a favor de mis queridos isleños del golfo de Guinea».
Desde hace varios años se trabaja en el proceso de su beatificación, el cual se halla en Roma esperando la última decisión del Vaticano. El 28 de junio de 1999 fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II: «Certifico que el Siervo de Dios Jerónimo Mariano Usera y Alarcón, sacerdote y Fundador de las Hermanas del Amor de Dios, vivió en grado heroico las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad hacia Dios y hacia el prójimo, así como las virtudes cardinales de Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza y las demás virtudes anexas, para que surta efecto en relación con la Causa en cuestión».

Mención a parte merece la postulación como beato de Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas:

Como recoge Fernando Ballano en Los negros negocios del beato Marqués de Comillas, «uno no es responsable de lo que hayan hecho sus antepasados, pero sí de aprovecharse de los frutos de esos actos. Antonio López López, primer marqués de Comillas y padre de Claudio López Bru, hizo buena parte de su fortuna traficando con esclavos con destino a Cuba cuando la ilegalización de dicha actividad a partir de 1817 hizo subir los precios. Posteriormente consiguió la exclusiva del transporte de tropas y sus correspondientes municiones de boca y guerra entre España y Cuba. (...) Claudio López Bru fundó la naviera Trasatlántica. Continuó con el transporte de tropas y suministros a Cuba. Entre 1895 y 1898 llevó a 220.285 soldados (240.000 según otras fuentes). En el conflicto murieron 55.078 –2.000 por heridas de guerra y el resto por enfermedades–. Tras la rendición, EE.UU. le pagó a Comillas 100 pesetas por soldado repatriado. En 1919, 20 años después, un pasaje en buenas condiciones para ese recorrido sólo costaba 70 pesetas. A pesar del buen precio cobrado, Comillas les trajo en tan malas condiciones que en el trayecto murieron 4.000. Pero volvieron cantando porque ya se había acabado la pesadilla: hay gente que sabe sacar beneficio hasta de las derrotas.

Crucero Isla de Panay. Conocido como el Barco de la Muerte, fue usado para transportar hacinadas a las tropas españolas asignadas a la guerra hispanoamericana en Cuba. Terminada la guerra fue reasignado por la Trasmediterránea al golfo de Guinea hasta su hundimiento, para cobrar el seguro, en Punta Europa: «Fue en la noche del 7 de Diciembre de 1929, tras embarrancar en un bajo llamado Los Primos entre Santa Isabel y San Carlos. Los supervivientes dijeron que serían casi las tres de la mañana cuando se oyó un ruido sordo debajo del barco, como si hubiese tropezado con un arrecife, y que al ir muy despacio evitó partirse por la mitad; comenzó a inclinarse lentamente y se hundió ante la vista de todos, posándose suavemente en el fondo. Allí debe de estar aún, junto a la conciencia del señor marqués».
Antes de que terminara el conflicto cubano, en 1887, se le concedió a la Trasatlántica la línea Barcelona-Santa Isabel (capital de Fernando Póo), lo que permitió que el cacao de la colonia Póo llegara a Barcelona en lugar de a Inglaterra. Comenzaron a establecerse allí muchas empresas catalanas, pero la más importante fue la Trasatlántica, que, a sus actividades marítimas, unió las agrícolas y comerciales. El problema fundamental de Fernando Póo era la mano de obra. Los nativos bubis eran pocos, entre 10.000 y 20.000 según las fuentes, pero estaban escondidos en la selva y no querían trabajar en las plantaciones de cacao, por lo que se llevaba mano de obra engañada desde Liberia a los que se denominaba krumanes (por proceder de una región costera llamada Kru). Claudio se lanzó también a este negocio trasladando esos trabajadores forzados desde esta república a la isla de Fernando Póo en barcos subvencionados por el gobierno. Además supo aliarse en la colonia con el poder fáctico de los misioneros claretianos...»

Cierra esa información El País con un «Claudio López, amigo de Gaudí y protector del extravagante mosén Jacint Verdaguer, (...) regaló a los jesuitas la imponente Universidad de Comillas y, entre otras ostentaciones de religiosidad, fletó decenas de barcos para llevar a Roma a 18.000 obreros -todos asalariados suyos- para rendir pleitesía a León XIII con motivo de un aniversario de aquel largo pontificado. El proceso de santificación, que llegó a Roma en 1948, incluso contó con el impulso del dictador Franco en carta a Pío XII de 1954, centenario del nacimiento de rico y, de momento, fallido probeato».

«Fue el marqués de Comillas el fundador de la Acción Católica en España», aseguraba Francisco Franco en la carta postulatoria que dirigió a Pío XII. «Su alteza de miras y elevado patriotismo al frente de las empresas que dirige, han dado a su personalidad tal relieve, que constituye, en el mundo social y político, una de las figuras más salientes y populares. Contribuye a ello su labor constante en materias sociales, su espíritu caritativo, y su actuación en el partido católico. Ferviente y entusiasta defensor de la política social cristiana, ha podido ser a un tiempo su propagandista y su ejecutor, aplicándola a las empresas que dirige, donde ha establecido, mucho antes de ser prescritos por las leyes, todos los beneficios de pensiones, retiros, mutualidad,...».

Por último, el caso de José Si Esono, "el guardián del ara", del  que el seminario Catalunya Cristiana informaba el 28 de enero de 1993 que «Ja s'han començat a donar els primers passos per incoar la seva causa de beatificació».
Fallecido en 1941, sigue siendo a día de hoy un referente entre los animadores de las parroquias rurales de Guinea Ecuatorial.
Incluso Gustau Nerin, le dedica un par de párrafos, como  objeto de la furia del teniente Ayala: «José Si Esono, un catequista al que los guineanos consideran un auténtico santo, no pudo escapar a las vejaciones de Ayala. José Si Esono se negaba atrabajar en las obras públicas, ya que, argumentaba, no podía abandonar la predicación de la palabra de Dios para dedicarse a tareas mundanas. Ayala le citó en Mikomeseng y le exigió que le explicara por qué no podía trabajar como los demás. El catequista le respondió que estaba al servicio de Dios y de la humanidad. El teniente le contestó que, como se resistía a trabajar, él le enseñaría a servir a la humanidad. Le ordenó cargar con los blancos que viajaran de Mikomeseng a Akonangui, una distancia de unos cien kilómetros.Los europeos iban cómodamente sentados en una silla que se sostenía sobre dos palos y que un par de negros cargaban a sus espaldas. Aunque Si Esono era de constitución muy endeble, parece ser que llevaba a cabo tan ardua labor con mucha dignidad; él aseguraba que Dios le ayudaba y que, cuando rezaba, los blancos pesaban menos. Ayala, al ver que Si Esono, gracias a su fe, resistía el cumplimiento de la sanción, prolongó la duración del castigo».


Autoridades y fieles asistiendo en la Real Basílica de San Francisco el Grande (Madrid) a la «consagración del primer Obispo indígena de La Guinea Ecuatorial Española, Monseñor Rafael María Nzeabuy» (sic) el domingo 13 de diciembre de 1965.



Y si os interesa el tema religioso, no os perdáis:

sábado, 26 de enero de 2019

Las ruinas de un imperio

En el blog de "Arqueología de la Guerra Civil", Alfredo González-Ruibal le dedica una entrada a Elobey Chico:

Ruinas de la misión claretiana de Elobey Chico
Las ruinas de la isla pertenecen sobre todo al período inmediatamente anterior a la Guerra Civil Española (el primer tercio del siglo XX), pero se relacionan de diversas maneras con algunos temas clave del blog: en primer lugar, se trata de arqueología del siglo XX; en segundo lugar, es una forma de arqueología del conflicto, pues si el colonialismo se caracteriza por algo es por la violencia. Finalmente, resulta interesante investigar las ruinas del colonialismo español contemporáneo por la relevancia que el imperio tuvo en el imaginario político franquista a partir de 1936.

Elobey Chico es una isla minúscula de 0,2 kilómetros cuadrados situada en la desembocadura del Muni, el caudaloso río que separa Gabón de Guinea Ecuatorial. Este fue el lugar elegido para establecer el subgobierno colonial del territorio de Río Muni en 1884. Desempeñó esta función hasta 1926, cuando el mencionado subgobierno se trasladó al continente, a la localidad de Kogo (entonces Puerto Iradier). A partir de entonces la selva se fue adueñando poco a poco de la isla.

Sin embargo, durante cuatro décadas florecieron en Elobey los negocios europeos: factorías inglesas, francesas, alemanas y españolas tenían aquí su sede y desde aquí comerciaban con las costas de Gabón y Guinea. Los claretianos fundaron una misión y las concepcionistas una escuela para niñas. Había edificios administrativos, viviendas, aljibes y pozos, un faro, muelles y un gran cementerio con muy pocas tumbas.

Aljibe.
Elobey Chico se convirtió en una pequeña ciudad europea a las puertas de un continente que España (al contrario que sus vecinos) no se atrevía a conquistar.

Las ruinas de Elobey Chico, como cualquier ruina, son ambiguas. Ante los hermosos edificios ocupados por las lianas y las ceibas es fácil sentir una cierta añoranza por un mundo perdido. "En Elobey Chico" -escribe un periodista de La Vanguardia el mismo año de la descolonización de Guinea (1968)- "he sentido profunda tristeza. O tal vez nostalgia de una época de brillantez y heroísmos". ¿Brillantez y heroísmos?

Entrada al cementerio colonial de Elobey Chico
La ideología colonial construida desde fines del siglo XIX hizo ver en la empresa una labor civilizadora de pueblos atrasados. Como modernas ONGs, las agencias coloniales parecían instituciones altruistas con miembros dispuestos a dejar su vida por el desarrollo intelectual, moral y material de los "salvajes" africanos. Un elemento básico en esta ideología fue la religión. Los misioneros aparecían presentados como mártires abnegados y heroicos. En algunos casos indudablemente los religiosos respondían a esta imagen, pero no, desde luego, en Guinea Ecuatorial. Los claretianos, como ha demostrado el historiador Gustau Nerín en sus libros, fueron, ante todo, empresarios sin escrúpulos dedicados a explotar las riquezas del país que pretendían evangelizar. Para dicha explotación necesitaban sujetos dóciles: las escuelas religiosas y las misiones se encargaban de fabricarlos.

La producción de sujetos colonizados (la denominada "civilización") no se lograba sólo mediante la disciplina de la escuela y de la fe. Un papel preponderante en la transformación de los africanos lo tuvo la introducción del consumo masivo de bienes europeos. Los comerciantes extranjeros consiguieron hacer a los indígenas dependientes de las importaciones occidentales y particularmente de dos elementos: el alcohol y el tabaco.

Basurero de Elobey Chico con botellas de ginebra alemanas (ca. 1890)
En los basureros de Elobey, como en las islas circundantes, lo que encontramos principalmente son cantidades ingentes de botellas de ginebra y vino barato, que contribuyeron a la desestructuración de las comunidades locales. El alcoholismo es un legado nefasto que hemos dejado en Guinea Ecuatorial: todavía hoy se fabrican en España alcoholes de pésima calidad exclusivamente para la clientela africana.

Las ruinas de Elobey Chico no representan un pasado brillante y heroico (el que ensalzaba la retórica franquista), sino más bien una empresa depredadora y fallida en la que se aliaron el catolicismo ultraconservador y el capitalismo salvaje.

lunes, 16 de enero de 2017

Inicio de causas contra los tripulantes del vapor "Fernando Poo"

El Fernando Poo a su llegada 
por primera vez a Santa Isabel 
con el Obispo de Guinea Leoncio Fernández.
"La Gaceta de Tenerife: diario católico de información" en su edición del 16 de enero de 1937, 
    informa de inicio de CAUSAS contra los tripulantes del vapor "Fernando Poo", en la Guinea.

    Era previsible: conforme documenta Francisco Font Betanzos en La corta vida marinera del buque Fernando Poo de la Compañía Trasmediterránea, cuando se inicia el golpe de Estado del 18 de julio de 1936,  el Fernando Poo navegaba en aguas de Guinea. La tripulación remite un telegrama de aliento y adhesión al presidente de la República:
    En aguas Guinea tripulación buque Fernando Poo compuesta afiliados C.N.T. y U.G.T. protestan enérgicamente cobarde criminal levantamiento horda fascista, lamentando no estar Península para luchar unidos hermanos proletarios aplastar imperialismo. Doloridos por victimas reacción, nos ofrecemos Gobierno Frente Popular defender República.
    De hecho, el Capitán Emilio Ley Arata, director de la Trasmediterránea, afirmaba el 12 de noviembre de 1936 en un artículo de La Prensa: «Los oficiales del barco casi todos son rojos. El oficial que se exceptúa de haber estado de parte de los marxistas es el señor Devesa, casado con una joven de Las Palmas, de familia muy conocida. El Capitán del Fernando Póo, don Antonio Pasaje Respeto (sic), estaba también de parte de los rojos. Resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista.»
    Se trata de viejas deudas contra la tripulación. Tan sólo unos meses antes, el 23 de junio de 1936, el diario Universal recogía la noticia de que «a última hora de la noche de ayer la Policía se personó a bordo del trasatlántico Fernando Poo cuya tripulación se declaró en huelga de brazos caídos, a consecuencia de unas diferencias con la Compañía. Los agentes practicaron la detención de los 80 tripulantes de la nave, que ingresaron detenidos en el  Juzgado de guardia, donde de madrugada continúa el interrogatorio»

    Meses después, «el 29 de agosto de 1936 el Fernando Poo, que había permanecido fiel a la República como hemos podido comprobar -precisa Francisco Font-, arribaba a Málaga procedente de Guinea con un importante cargamento. Mediante un radiograma el Gobierno le había ordenado que no hiciese escalas hasta el puerto malagueño. Pero el Gobierno de Burgos, que había captado el radio, ordenó que procediesen al puerto de Ceuta bajo amenaza de ser atacado por la aviación si no obedecían. El capitán desatendió esta última orden. Había realizado el viaje costeando con la intención de encallar el buque antes de entregarlo a un gobierno que estimaba ilegítimo. A la entrada del Estrecho un destructor leal le estuvo protegiendo hasta llegar al puerto de destino. A pesar de arribar a Málaga la descarga se efectuaría en el puerto de Valencia, para el que saldría cuando la superioridad lo ordenase. (...)».


    En su siguiente viaje, el 30 de septiembre arribó a Bata el Fernando Poo, prescindiendo de la escala habitual en Santa Isabel, al discernir que los golpistas se habían hecho con el poder en la misma. «El material bélico que portaba, contradiciendo todos los comentarios sensacionalistas, se reducía a seis fusiles y una pistola. La oficialidad de cubierta estaba integrada por el capitán, Antonio Pasaje Repeto; oficiales, Francisco Zamora Enclasaus, Francisco Seguí Darder y Jacinto Devesa Paredes. Alumno de Náutica, Juan Sintes. Médico, Víctor Ruiz Gallardón». Por cierto, que este médico era hermano de Alberto Ruíz Gallardón, el "Cejas".

    Igualmente se les acusó durante la indagatoria realizada por Juan Fontán y Lobe, juez nombrado para el esclarecimiento de los hechos ocurridos en el vapor “Fernando Poo” el 14 de octubre de 1936, del asesinato en su domicilio en Barcelona del padre Tomás Ribé, capellán del barco.

    Así, son varias las declaraciones del 1936 y 1937 en las que los encausados responden sobre el final del padre Ribé, a quien La Guinea Española recordaba en diciembre de 1936 como «aquel cura bajito, regordete, colorado, calvo, de andar y hablar pausado, simpático y sin enemigos posibles» y que habría sido asesinado a la puerta de su casa tras recibir a los marineros con un «¡Hola, chiquets! ¿Qué tal? Entren, que tomarán alguna cosa».
    Pese a esa acusación, tres años después el periódico rectifica publicando que el capellán estaba vivo.

    Con todo, Guillermo Portilla recoge en El derecho penal bajo la dictadura franquista: Bases ideológicas y protagonistas cómo años después (1942) «El Consejo Supremo de Justicia Militar condenó a muerte por un delito de adhesión a un sujeto que formó parte del Comité revolucionario a bordo del “Fernando Póo” e intentó entregar al capellán, sigue la sentencia, a las autoridades rojas de Málaga, lo que finalmente no consiguió (Sentencia de 18/11/1942 RJA. 1394).»

    El resto... forma parte de la entrada La batalla y los Mártires.

    viernes, 14 de octubre de 2016

    La batalla y los Mártires

    No hay mucha literatura sobre el tema...
    En un foro de intenet lo razona así uno de los participantes:
    "Cuando los nacionales se sublevaron a favor de Franco, animados por el jefe local de la guardia civil (Luis Ayuso Sánchez-Molero), el subgobernador de Bata, Miguel Hernández Porcel, se negó a sumarse. En la orilla del río Ekuku, las tropas republicanas salieron al paso de la expedición rebelde que iba a tomar Bata. Se intercambiaron unos disparos y murieron dos soldados negros. Eso fue todo. Bata permaneció con la República. En realidad, la guerra civil en Guinea se ciñó, sobre todo, a la pelea radiotelegráfica por un barco, el Fernando Poo, que estaba en la zona. Ambas facciones, los sublevados desde Santa Isabel (actual Malabo); y los republicanos desde Bata, llamaban al barco afirmando que ellos eran los representantes de la legalidad, y ordenando al barco que se presentarse en su puerto. Finalmente, el Fernando Poo se fue a Bata, donde fue utilizado como prisión, sobre todo de sacerdotes y monjas. Algunas semanas después llegó a Bata el Ciudad de Mahón, barco de guerra enviado desde Canarias para apoyar la sublevación, el cual bombardeó el puerto y el Fernando Poo, hundiéndolo con los prisioneros dentro. El franquismo consideró a aquellos ahogados mártires de la Cruzada, aunque solía olvidar, habitualmente, que había sido él mismo el que los había enviado al fondo del mar."

    Informaba el diario católico El Defensor de Córdoba "En las costas de Guinea ha encallado el buque pirata Fernando Poo. La Tripulación fue hecha prisionera".

    El portal "La Compañía Trasmediterránea a través de sus buques" facilita la secuencia fotográfica del ataque:

    El Fernando Poo momentos antes de ser bombardeado

    Aproximación entre el Fernando Poo y el Ciudad de Mahón

    El Ciudad de Mahón envía una comisión al Fernando Poo
    El Ciudad de Mahón bombardea al Fernando Poo y envía tropas para abordarlo

    El Ciudad de Mahón envía un bote con una ametralladora hacia el Fernando Poo

    El Fernando Poo incendiado

    Cuenta en Guinea Española el padre Boixadera, superviviente del naufragio, que:
    Día 14 - Hacia las 8 de la mañana aparece un buque en el horizonte, entre 8 y 9, empieza a bombardear el Fernando Poo, por el Ciudad de Mahón, hacia las 11 había acabado el combate, con la victoria del Mahón, dejando dos misioneros cadáveres (padre Acacio Ferraz y el hermano Ángel Roig) en los camarotes de tercera del Fernando Poo junto con un empleado de la casa Abascal de Bata y otros cuatro misioneros con otro empleado de la misma casa, heridos. Por la tarde de este mismo día salen a tierra unos 200 tiradores de Ifni para tomar Bata que encuentran despoblada.
    Hacía las 5,30 de la tarde se tumba de costado el Fernando Poo, pereciendo cinco voluntarios del Ciudad de Mahón, debido a lo repentino del accidente.

    Día 15. Levanta anclas el Ciudad de Mahón con rumbo a Santa Isabel, llevando a bordo cuatro misioneros heridos. Donde al llegar a Santa Isabel se llevan al Hospital y se procede a la amputación de una pierna al hermano Isidoro Gil, que muere posteriormente.

    Es un hecho, que en los incidentes de la jornada, tanto en el mar como en tierra firme hubo más heridos y fallecidos. Sin embargo, 8 décadas después, todavía se carece de datos públicos referente a los republicanos fallecidos en el hundimiento.
    El Capitán Emilio Ley Arata, director de la Trasmediterránea, reconocía un muerto de su propia tripulación en la edición del 12 de noviembre de La Prensa: «Los oficiales del barco casi todos son rojos. El oficial que se exceptúa de haber estado de parte de los marxistas es el señor Devesa, casado con una joven de Las Palmas, de familia muy conocida. El Capitán del Fernando Póo, don Antonio Pasaje Respeto (sic), estaba también de parte de los rojos. Resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista.»
    El 21 de noviembre, La Gaceta de Tenerife señalaba  "... varios impactos dieron en la línea de flotación, empezando a hacer agua y a tumbarse. Rápidamente se hundió, pereciendo ahogados gran número de rojos, entre ellos el cabecilla de la subversión. El barco ha quedado acostado de banda y enseñando la quilla, se cree que podrá ponerse a flote. De los rojos que se salvaron, algunos lograron internarse en el campo, pero en su mayoría fueron detenidos".
    El diario La Libertad precisa en su edición del 4 de febrero de 1937, que el Fernando Poo "fue hundido, pereciendo 17 personas".
    Igualmente, Ángel Miguel Pozanco señala en "Guinea Mártir - Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte" que Caparrós, del comité de a bordo, fue asesinado por los facciosos cuando el Ciudad de Mahón se dirigía a Santa Isabel:
    Nos contaron la manera inhumana con que llevaron a efecto este asesinato los fascistas. Un moro, al conjuro de las palabras "éste, incomunicado", le segó la cabeza de un golpe de alfanje, después de haberle martirizado horrorosamente (p. 165).
    El 19 de octubre, Rodrigo Miralles desde Camerún remite al Diario de Almería una carta narrando la situación que han vivido y en la que se encuentran:
    Así las cosas hasta el día 14 del presente mes, en que apareció en la bahía de Bata un barco de tipo comercial enarbolando la bandera francesa; después de una rapidísima maniobra, se colocó a cien metros de la motonave «Fernando Póo», anclada en nuestra bahía desde hacía varios días, y sin previo aviso, y con la francesa enarbolada, disparó dos cañonazos sobre dicha motonave, destruyendo el puente de mando de la misma y parte de la popa; seguidamente, y al mismo tiempo que arriaba la bandera francesa e izaba la monárquica española abrió un nutrido fuego de ametralladoras sobre los españoles que tripulaban la motonave y sobre los indígenas que trabajaban en la carga y descarga. Debido a la sorpresa y a que en la motonave no se contaba más que con seis fusiles, el pánico fue enorme y la desmoralización completa. Por relato de los tripulantes que pudieron escapar de la tragedia, sabemos que el barco que atacó fue el «Ciudad de Mahón», pintado de negro. Los habitantes de Bata, al darnos cuenta de la traición, nos reunimos en la playa, y con los pocos fusiles que contábamos rompimos fuego, protegiendo a los tripulantes que venían a nado y que eran ametrallados sin compasión por el «Ciudad de Mahón»; nada pudimos hacer para salvar el barco; al poco rato ardía por los cuatro costados. Se dio orden de que las mujeres y los niños salieran de Bata y se trasladaran lo más cerca posible de la frontera: contábamos con poquísimas armas, pero decidimos vengar salvajismo tan grande y los que teníamos fusiles nos parapetamos en la playa decididos a evitar todo intento de desembarco a pesar de que las ametralladoras del barco lanzaban una lluvia de balas sobre nosotros.
    Después de bombardear el barco, el «Ciudad de Mahón» empezó a disparar sobre Bata, sin tener en cuenta que es una población indígena y que los negros están al margen de toda lucha entre nosotros. Poco podíamos hacer con nuestro medio centenar escaso de roñosos mosquetones contra los cañones y ametralladoras del «Ciudad de Mahón»....


    Con décadas de distancia, Miguel  Valverde  Espín razona en Los  cruceros  auxiliares en la Armada nacional. 36-39 el encuentro entre los dos buques:
    Personalmente  opino  que  este  drástico  final fue un disparate al carecer de otra información  más  detallada,  pues  se  trataba  de  una  moderna  y espléndida  motonave  recién  incorporada  al  servicio,  carente  de defensas  de  ningún  tipo,  excepto  su  mayor  velocidad,y  que  a  lo sumo  sólo  dispondría  su  dotación  de  algunas  armas  cortas.  Pienso que  se  debió  agotar  toda  clase  de  argumentos  y  argucias  para apoderarse  de  la  nave,  pero  seguramente  el  temor  a  que  pudiera escapar  decidió  que  se  disparase  nada  más  avistarlo.  Ensoñándome en el tema llego a pensar que el mando del Ciudad de Macao tal vez quiso  emular  al  célebre  utópico  D.  Quijote  de  la  Mancha  en  el episodio  de  su  descomunal  batalla  contra  un  colosal  y  demoníaco gigante  que  en  sueños  se  le  había  aparecido,  por  lo  que,  espada  en mano, había arremetido contra un montón de cueros de vino tinto almacenados  en  su  aposento.  Craso  error,  pues  España  perdió  el novísimo buque y la Armada nacional otro magnífico crucero auxiliar como su gemelo Dómine. Supongo que el Comandante del Ciudad de Mahón no recibiría ninguna felicitación por ello, ya que realizó lo más fácil.  Si  todos  los  buques  de  la  Armada  Nacional  hubieran  procedido igual, la Marina Mercante española habría desaparecido.

    A través de "Pellagofio" nos llega una fotografía tomada por Tomás Pérez, soldado canario, que es la que usamos para  imagen de cabecera de este blog:


    Durante años, la estructura languideció frente al puerto de Bata...


    Todavía en 1946 Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S.  recogía en su edición del 27 de septiembre: "Una empresa británica intentará sacar a flotelo buques hundidos en la costa de la Guinea española"