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sábado, 18 de noviembre de 2023

El capellán del Fernando Póo

En Inicio de causas contra los tripulantes del vapor "Fernando Poo" contábamos cómo un confuso incidente con el capellán del barco acabó siendo parte de las indagatorias realizadas por Juan Fontán y Lobe, juez nombrado para el esclarecimiento de los hechos  tras la caída de Bata.

Retomamos el relato:

Sobre el padre Tomás Ribé, que al igual que Eduardo Selma, había sido superviviente del naufragio en 1932 del vapor Teide en aguas del golfo de Guinea, corría el rumor de que habría sido asesinado por la tripulación del correo Fernando Póo, reforzándose esa creencia al no aparecer entre los supervivientes del 14 de octubre de 1936, ni encontrarse su cuerpo en aguas de la bahía de Bata.

Y esa convicción fue incluida en la indagatoria, por lo que en las transcripciones de Pedro Medina Sanabria es posible recopilar varias declaraciones sobre este tema por parte los encausados durante los interrogatorios del 1936 y 1937.

Salta la alarma cuando, iniciadas las indagatorias el 9 de noviembre -poco después de la caída de Bata-, el tercer maquinista Manuel de Dios y del Águila declara que «presentó la dimisión de su cargo del Comité de abordo, a la llegada a Bata y, que en Valencia la presentó irrevocablemente, por tener disgustos con los demás, con motivo de su oposición a entregar el [ilegible] de a bordo a los rojos». 

En diciembre de 1936, La Guinea Española publicará un artículo lamentado cómo la tripulación del capitán Antonio Pasajes Repeto había asesinado a «aquel cura bajito, regordete, colorado, calvo, de andar y hablar pausado, simpático y sin enemigos posibles».
A modo de folletín, dramatizaba el asesinato a tiros en la escalera, a la puerta de su casa, tras recibir el padre Tomás Ribé Comas a los marineros con un «¡Hola, chiquets! ¿Qué tal? Entren, que tomarán alguna cosa».

Iniciado 1937, los interrogatorios del 12 de enero seguirán registrando esa inquietud. Tanto el segundo radiotelegrafista Francisco Pérez Rodríguez como el panadero Juan Munar Lladoz serán preguntados sobre el supuesto asesinato:

  • «PREGUNTADO quienes eran los más peligrosos del vapor dijo: entre los peligrosos que considera el declarante son Manuel Tarí y Antonio Dieste; y Dieste fue uno de los que decía que había que tirar al Cura al agua.
    PREGUNTADO respecto al comentario habido en el barco acerca del Padre Ribé dijo que no sabe nada», responderá el radiotelegrafista.
  • «PREGUNTADO respecto a la muerte del Capellán del Fernando Póo Padre Ribé dijo; que oyó el comentario de que se lo habían llevado del barco donde estaba él y que no asegura donde lo oyó si fue en el muelle de Barcelona o en el mismo vapor», declarará el panadero.

En las siguientes declaraciones se irá aclarando el tema, ya que el 27 de enero, el mismo radiotelegrafista aclarará que «respecto a que el llamado Dieste, dijo que había que tirar al Cura al agua, no se refiere al Padre Ribé, sino al Padre José Ausejo en el viaje anterior al de estas actuaciones».

A su vez, el tercer maquinista Manuel de Dios y del Águila matizará su declaración inicial de noviembre sobre las consecuencias personales de su resistencia a entregar al padre, por lo que «en Málaga en el anterior viaje llevaron a la presencia del Comité de Tierra al procesado [Manuel de Dios], con objeto de recriminarle por haber influido en dejar al Padre en Dakar, siendo llamada la atención al primer oficial y al procesado». 

Ese primer oficial al que también se llamó la atención por defender al capellán era Rafael Muñoz García, y sobre él manifestará Bartolomé Garcia Carrasco, Jefe del Campamento Nacionalista de Santa Isabel, que en un viaje que realizó de España a Santa Isabel, en el buque Fernando Poo, comprobó que era (junto con el electricista León Mercader Navarro, el médico Antonio Fuertes Villavicencio y el capitán Antonio Pasajes Repeto) uno de los tripulantes que se puede considerar como simpatizante del fascio.

Precisamente el capitán Antonio Pasajes Repeto respaldaría la afirmación de Manuel de Dios y del Águila, aclarando que él «entregó al Capellán en Dakar por mediación del Cónsul y que en esto influyó Manuel de Dios el cual pertenecía al comité».

No se trataría, por tanto del Padre Tomás Ribé Comas, sino del Padre José Ausejo Castillo (párroco de Igueste de San Andrés en Santa Cruz de Tenerife y capellán de la Trasmediterránea desde abril de 1931) el cual habría sido dejado en Dakar durante el viaje anterior, para frustración de los más radicales de la tripulación, generándose reclamos mutuos y comentarios al respecto.

Finalmente, el auto de procesamiento a la tripulación del Fernando Póo no incluirá alusión al padre Ribé ni a Ausejo, ni parece haberse tenido en cuenta en la Sentencia del Consejo de Guerra contra el personal del Fernando Poo.

Así, pese a estas acusaciones reflejadas en la indagatoria, tres años después de publicar la dramática narración de diciembre de 1936, La Guinea Española rectificará la noticia publicando que el capellán realmente estaba vivo:


Queda, por tanto, excluido del santoral y martirologio ecuatoguineano.

Con todo, Guillermo Portilla recoge en El derecho penal bajo la dictadura franquista: Bases ideológicas y protagonistas cómo años después de esa rectificación, en noviembre de 1942 «El Consejo Supremo de Justicia Militar condenó a muerte por un delito de adhesión a un sujeto que formó parte del Comité revolucionario a bordo del Fernando Póo e intentó entregar al capellán, sigue la sentencia, a las autoridades rojas de Málaga, lo que finalmente no consiguió (Sentencia de 18/11/1942 RJA. 1394)».

Nos falta averiguar quién sería ese "sujeto" condenado a muerte...:

Como sabemos, el auto de procesamiento a la tripulación del Fernando Póo detallará que el “Comité Rojo” estaba «formado por el 2º radiotelegrafista Francisco Pérez Rodríguez, como Presidente; Secretario, el 4º Maquinista Vicente Filló Places; Vocales, Francisco Seguí Darder, Segundo Oficial; Domingo López Santos, engrasador; Antonio Tarí Quiles, Ayudante gambucero y Juan Calvo, marinero (estos dos últimos huidos durante la operación), así como también del 3er Maquinista Manuel de Dios y del Águila».

De estos dos "desaparecidos", ambos están entre los retornados a España a bordo del Banfora a través del territorio francés, si bien en 1947 sale Antonio Quiles en libertad condicional (y liberación del destierro) de la Prisión Central de San Miguel de los Reyes, mientras que de Juan Calvo hay un oportuno requerimiento en fechas previas a esta sentencia...

martes, 19 de septiembre de 2023

El relato de Doreste

Las memorias Cuadros del penal: (memorias de un tiempo de confusión) de Juan Rodríguez Doreste recogen su vivencia en el campo de concentración del viejo Lazarero de Gando.
Éste texto, es citado recurrentemente en este paseo por la calle 19 de septiembre de la vieja Santa Isabel, ya que es un relato de primera mano conocer del sufrimiento de los 150 presos coloniales y tripulación del Fernando Poo en ese penal de Las Palmas.

Igualmente incluye una narración del proceso histórico:

Los funcionarios y la guarnición militar del continente, reducida ésta prácticamente a unas milicias que tenían más carácter de gendarmería civil que de unidad castrense, se mantuvieron fieles al gobierno legítimo por espacio, poco más o menos, de tres meses. Suspendido el contacto y la comunicación regular con la Península, en espera de una inminente sofocación del levantamiento, en la que todos confiaban al no triunfar en los primeros días la vasta conjuración, aquellas gentes decidieron aguardar pacientemente el que estimaban cercano desenlace. El único acto que pudiera tildarse de rebeldía, aunque realmente no lo fuera en sus especiales circunstancias, fue la decisión unánime de los tripulantes del "Fernando Poo" de negarse a zarpar con rumbo a Europa, dejando el barco fondeado en aguas de Bata, en la Guinea continental, hasta que el horizonte político se aclarara. Su pecado mayor, tan ingenuo como contraproducente, fue detener a unos cuantos misioneros, que estaban esparcidos por el interior, y concentrarlos en el "Fernando Poo", convertido en parcial prisión militar, bastante diferente por comodidades y trato al inmundo pontón en que fueron encerrados los presos políticos de Tenerife hasta que se trasladaron a la prisión de Fyffes. El gobierno nacionalista decidió, por razones de prestigio exterior, rescatar aquellos territorios y encomendó la misión al Gobierno militar de nuestra provincia. Se requisó y se artilló conveniente mente el vapor "Ciudad de Mahón", que prestaba servicios entre las islas, se reclutó un batallón que se llamó de voluntarios canarios, en el que se inscribieron hombres jóvenes y maduros a quienes no agradaba la adhesión directa al falangismo, y en los primeros días de octubre la expedición puso proa aventura. Se rumoreó entonces que la partida se estuvo difiriendo hasta comprobar que el Blas de Lezo, unidad de guerra naval fiel al gobierno republicano, abandonaba las aguas guineanas donde estaba apostado.

 

En la crónica histórica, que la prensa local relató a través de literatura tan ditirámbica como altisonante, fueron presentadas la conquista y la ocupación como una epopeya heroica. En realidad hubiera podido ser calificada de episodio de opereta —más de seiscientos hombres, entre los cuales figuraba un Tabor moro de Tiradores de Ifni, un batallón de voluntarios uniformados, artilleros, médicos, etc. para reducir a un puñado de aparentes rebeldes que no disponían ni de una sola ametralladora— si no hubiese costado a los vencidos el tributo de numerosas vidas, y a los expedicionarios cinco desaparecidos en el mar, al ladearse inesperadamente el casco del buque "Fernando Poo", cuando ya se encontraban a bordo numerosos voluntarios que lo creían definitiva mente estabilizado. De los tripulantes que perecieron, unos se ahogaron al tratar de ganar la orilla a nado, otros fueron ametrallados en la lancha en que huían desde una falúa que el Ciudad de Mahón desplazó para perseguirlos. Pocos pudieron escapar alcanzando, a través de los bosques, la frontera del Camerún. El navío artillado conminó a rendirse al "Fernando Poo". Al no acceder la tripulación, le disparó varios cañonazos, uno de los cuales abrió un boquete en la banda de estribor. El barco se escoró y quedó totalmente acostado.

El resto de la epopeya fué un sencillo y marcial paseo. Ingresaron en la prisión todos los funcionarios en activo, los supervivientes del barco hundido, y unas cuantas personas más, caracterizadas en la colonia por un republicanismo más o menos tibio, pero desde luego nunca muy extremado y ardoroso.

Lo que sí resultó ardoroso fue el largo encierro. Amontonados en unos barracones, en condiciones climáticas tan desfavorables, con servicios higiénicos y sanitarios apenas elementales, desprovistos de ejercicio y de adecuada alimentación, la salud de los presos comenzó a quebrantarse, su estado físico a descaecer visiblemente. Y así un día aparecieron por Gando, derrotados, pálidos, con evidentes señales del estrago corporal que les había causado una reclusión que lindaba en infrahumana. Constituían un buen contingente, muy heterogéneo de composición, pero muy homogéneo en la solidaridad, en el buen espíritu. Venían funcionarios caracterizados: el tesorero de Hacienda, el jefe de Correos, el jefe de la Policía gubernativa, el comisario López García, pintoresco personaje, realmente detenido por error, pues no era ni chicha ni limonada, dependientes de la Curaduría, algunos profesionales, cultivadores y finqueros, escritores, un excelente poeta, etc. y la totalidad de la tripulación [del Fernando Póo].

(...) Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora.

lunes, 8 de agosto de 2022

El último viaje del Fernando Póo

Fue un gran barco, si bien sus últimos meses fueron accidentados...

ABC, 24 de junio de 1936.
El mes previo al golpe de Estado, la tripulación se vio inmersa en una huelga, quedando bloqueados por días en el puerto de Barcelona, el 23 de junio de 1936, el diario Universal recogía la noticia de que «a última hora de la noche de ayer la Policía se personó a bordo del trasatlántico Fernando Poo cuya tripulación se declaró en huelga de brazos caídos, a consecuencia de unas diferencias con la Compañía. Los agentes practicaron la detención de los 80 tripulantes de la nave, que ingresaron detenidos en el Juzgado de guardia, donde de madrugada continúa el interrogatorio»

Todavía el 29 de junio, La Vanguardia recogía que «El correo de Fernando Póo sigue amarrado en el muelle de España sin tripulación a bordo y en espera de que la Compañía mande nueva tripulación, para substituir a la que llevaba. Después de la entrevista que los consignatarios y comerciantes de fruta de esta plaza celebraron con el delegado marítimo se procedió a la descarga de los huecales de plátanos y otras frutas que llevaba a bordo, terminando la descarga a las cuatro de la madrugada».

«Otro de los informadores le preguntó qué noticias tenía del vapor Fernando Poo, que, teniendo señalada la salida de este puerto, como vapor correo para la Guinea, el 17 de cada mes, aun no había salido.
El señor España explicó el proceso de este asunto diciendo que se trata de un conflicto que tiene dos partes: una, de la tripulación con la Compañía, y otra, de los obreros con el Estado. El primer aspecto, ya solucionado, puesto que interviene el delegado del Gobierno de Madrid, era que la tripulación quería cobrar viaje doble, por entender que hacia un viaje de los llamados intercóloniales, lo que da derecho a cotizar doble sueldo.
Mi intervención fue considerar viaje intercolonial el que hacía dicho buque alrededor de la isla de la Guinea, pero no viaje intercolonial el que hacía el buque desde la península a Fernando Poo y vuelta.
El segundo conflicto es que la tripulación cree que debe ser aumentada, y la Dirección General de Comunicaciones opina lo contrario. La Compañía, por estar subvencionada por el Estado, ha de someterse a lo que ordena la Dirección General de Comunicaciones.
Como el barco no salía y representaba una desobediencia, el delegado marítimo pidió fuerzas a la Delegación del Puerto y fueron conducidos al Juzgado los tripulantes de dicho buque, que ha quedado bajo la protección de las.fuerzas de la Armada.
Como ustedes ven, es un conflicto, en que no interviene el Gobierno de la Generalidad, sino el poder central, y está pendiente de solución. Tengo noticias -terminó diciendo- que el Juzgado ha libertado a los tripulantes que fueron puestos a su disposición».

Vaixell Fernando Poo, atracat al port de Barcelona.

Así que la Gobernación se vio obligada a intervenir... y tras muchas presiones se lanzaron nuevamente a la mar: el 30 se publicaba que «anoche, poco después de las diez, terminó la reunión celebrada en la consejería de Gobernación, bajo la presidencia del consejero don José María España, entre las representaciones designadas para encontrar una solución al conflicto planteado a bordo de varios buques surtos en nuestro puerto, al hacer causa común las tripulaciones de los mismos con la actitud adoptada por la de la motonave Fernando Póo. En virtud de los acuerdos tomados en dicha reunión, el conflicto dióse por terminado. A las once, o sea con dos horas de retraso de la señalada, salía de nuestro puerto el vapor correo Ciudad de Barcelona, para Palma de Mallorca, habiéndose reintegrado al trabajo sus tripulantes. Poco después se hacía a la mar el correo de Mahón, Ciudad de Tarragona. Se espera que sucesivamente, y a medida que se reintegran sus tripulantes, lo harán los demás vapores, cuya salida había sido imposibilitada por igual motivo, normalizándose totalmente las entradas y salidas en nuestro puerto».

Sorprendidos en pleno viaje por el golpe de 18 de julio, se posicionan. Conforme documenta Francisco Font Betanzos en La corta vida marinera del buque Fernando Poo de la Compañía Trasmediterránea, cuando se inicia el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, el Fernando Poo navegaba en aguas de Guinea. La tripulación remite un telegrama de aliento y adhesión al presidente de la República:
En aguas Guinea tripulación buque Fernando Poo compuesta afiliados C.N.T. y U.G.T. protestan enérgicamente cobarde criminal levantamiento horda fascista, lamentando no estar Península para luchar unidos hermanos proletarios aplastar imperialismo. Doloridos por victimas reacción, nos ofrecemos Gobierno Frente Popular defender República.
Y, a su vuelta de la Guinea Española, recogía El Diluvio: diario político de avisos, noticias y decretos en su edición del 30 agosto 1936 que:
— Procedente de la Guinea ha llegado el buque «Fernando Póo», con importante cargamento. El Gobierno le había ordenado, mediante un radiotelegrama, que no hiciese escala en ningún puerto hasta llegar a Málaga. Captado de radio por los rebeldes, éstos ordenaron al buque que hiciera escala en Ceuta, amenazándole, si no lo hacia así, con que sería bombardeado por los aviones. El capitán, atendiendo a las órdenes del Gobierno legitimo, no hizo caso y ha hecho el viaje costeando y expuesto a encallar en cualquier playa, antes de someterse a los facciosos. Se encontraron con un destructor leal, que ha venido protegiéndolo durante el resto del viaje. El barco no descarga en este puerto, ya que tiene orden del Gobierno de llevar su carga a Valencia, de donde saldrá cuando lo disponga la superioridad.
El 6 de septiembre, los periódicos informarán que «el Comité de incautación de la Compañía Trasmediterránea comunica al comercio y al público en general que mañana, a las siete de la tarde, saldrá de este puerto [Barcelona] la motonave Fernando Póo, para Femando Póo y demás puertos de la Guinea, para los cuales admitirá carga y pasaje hasta las once de la mañana del mismo día de la salida...».

El desafortunado final de ese viaje, ya es historia: el 14 de octubre de 1936, faltando tres días para que el Fernando Poo cumpliera su primer año de vida es hundido en la bahía de Bata.


Como contábamos en La batalla y los Mártires y en La huida, se estiman en 17 los muertos anónimos en el hundimiento del Fernando Poo.
Están documentados sin muchos detalles tanto por la prensa republicana, como por la prensa del movimiento, ya que la propia Gaceta de Tenerife: diario católico de información, en su edición del 21 de noviembre de 1936, recoge el relato y fotografías del tercer comandante del Ciudad de Mahón: Ángel García Uzariaga cuenta que el Fernando Poo «rápidamente se hundió, pereciendo ahogados gran número de rojos, entre ellos el cabecilla de la subversión».

Cuenta Porcel en Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte que «El 4 de noviembre y a bordo del Banfora, fueron embarcados para la península, vía Francia, los siguientes refugiados: Ramón Hernández; Antonio Gil; Juan Marti; Santiago Bosie; Francisco Córdoba; Juan Sil; Vicente Zaragoza; Félix Gutiérrez; Tomás Vil; Ricardo Follona; Juan Vázquez; Francisco Ruiz; José Teuler; Francisco Picó; Pedro Gutiérrez; Jesús Vázquez; Benito Pérez; Pedro Llabres; Antonio Villanueva; Joaquín Martín; Vicente Mancho; Tomás Contell; Eliseo Maciá; Manuel Fernández; Juan Calvo; Francico Carrasco; Emilio Ramos; Andrés Paz; Faustino Pereira; Juan Sanmartín; José Rodríguez; Antonio Vadell; Antonio Tari Quiles; Luis Rey Pereira. Estos treinta y cuatro repatriados pertenecían a la dotación del buque Fernando Poo y pudieron salvarse del hundimiento del mismo, a nado».

En cualquier caso, la compañía se desquitará con sus empleados -una vez hundido el barco- por los sucesos de reivindicaciones y huelga de junio. El Capitán Emilio Ley Arata, director de la Trasmediterránea, será muy explícito en sus declaraciones a La Prensa: «Los oficiales del barco casi todos son rojos. El oficial que se exceptúa de haber estado de parte de los marxistas es el señor Devesa, casado con una joven de Las Palmas, de familia muy conocida. El Capitán del Fernando Póo, don Antonio Pasaje Respeto (sic), estaba también de parte de los rojos. Resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista».
Los supervivientes acabarán confinados en el campo de concentración del viejo Lazarero de Gando, tal y como recoge Juan Rodríguez Doreste en sus memorias: «Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora».

lunes, 7 de marzo de 2022

El barco hundido

Entre los interesantes Relatos breves de Esteban Calderón queremos señalaros El barco hundido (¡gracias Esteban!):

El "Fernando Poo (foto de la Cª Transmediterránea),
visto desde la amura de babor y su famoso mástil en primer término.
Desde la playa de Bata se podía divisar perfectamente el mástil de un barco cuando se producía la bajamar, que en aquellas latitudes es máxima, hasta el punto de dejar dos centenares de metros de arena al descubierto y poder circular por aquella improvisada pista de arena con un Land Rover. De noche era un espectáculo contemplar con las luces del coche el pulular de millares de cangrejos blancos que hormigueaban deslumbrados por la arena. En Bata estaba también destinado un tío segundo mío y justamente delante de su casa se podía observar aquel mástil mejor que desde cualquier otro sitio de la pequeña ciudad. Un buen día me contó la historia.

Nos remontamos a julio de 1936. La motonave “Fernando Poo” había sido botada en 1934, unía la Península con la colonia africana y era uno de los buques más modernos de la Compañía Transmediterránea. En los confusos momentos iniciales del Alzamiento la Isla y el Continente se situaron en bandos opuestos: Fernando Poo se alzó contra la República, mientras que Río Muni permaneció leal al régimen. El “Fernando Poo”, que se hallaba en el puerto de Barcelona, embarcó tropas y se dirigió a Guinea, pero al tener conocimiento del levantamiento en la Isla, se desvió hacia Bata y fondeó frente a la ciudad, puesto que en esta no había puerto por la escasa profundidad de su costa. Allí fue usado como prisión flotante, ingresando en sus bodegas aquellas personas sospechosas o declaradas desafectas a la República. El 14 de octubre se presentó frente a Bata el “Ciudad de Mahón”, también buque de la Compañía Transmediterránea, procedente de Las Palmas, con tropas rebeldes a bordo y artillado con un cañón a proa y otro a popa. A poco más de una milla el “Ciudad de Mahón” abrió fuego contra su compañero de flota, provocando un importante impacto en la línea de flotación. La dotación se puso a salvo, pero los prisioneros, entre ellos tres misioneros claretianos, se hundieron con la nave en aquellas aguas someras. Hasta 1951 se hicieron esfuerzos por reflotar el buque, pero las dificultades técnicas, el clima agotador y el constante peligro a que los buzos se veían sometidos por los tiburones obligaron a olvidar la empresa.

Pero aquel mástil, que con insistencia y rigurosa puntualidad surgía de entre las aguas con la bajamar, nos incitaba a hacer una incursión. Mi tío Luis era persona muy aventurera, aviador, hombre avezado en el bosque por su afición a la caza y con muchas horas de pesca submarina; además, para esta última afición poseía una lancha, que era el instrumento imprescindible para acercarnos a la tumba del “Fernando Poo”. Así fue como una buena mañana dispusimos todo lo necesario mi tío, una prima mía, Mariemi, y yo. Mariemi era una chica muy inteligente --actualmente enseña matemáticas en la Complutense-- y siempre me pareció muy guapa; habíamos pasado la infancia juntos, con mucha complicidad, en Cartagena y ahora nuestras vidas se volvían a encontrar en el corazón de África. Como el buque se hallaba en aguas poco profundas, la inmersión era a pulmón libre y no hacía falta botella de oxígeno, solamente gafas de buceo y tubo.

Con esta sana intención nos dirigimos en unos minutos al lugar del naufragio y echamos el ancla a unos veinte metros de distancia. En aquellas aguas tranquilas y sumamente limpias se divisaba claramente la estructura del “Fernando Poo” desde la superficie. Pero fue al introducirnos en el mar y comenzar la aproximación cuando un estremecimiento recorrió mi cuerpo de pies a cabeza: la visión cuasi fantasmal del pecio hundido era un espectáculo que ya no podría olvidar jamás. Aquellos 150 metros de eslora y 9.000 toneladas de obra muerta estaban ligeramente recostados sobre la amura de babor en un fondo arenoso y en sus bodegas aún se hallaban los cadáveres de los prisioneros que con él se fueron a pique. A su alrededor un nutrido coro de peces tropicales de diversas especies y tamaños parecían danzar lenta y acompasadamente con un ritmo difícil de descifrar; los más atrevidos entraban y salían por cualquier orificio de la nave. Los ojos de buey, por donde en otro tiempo los pasajeros reconocían el exterior, permanecían oscuros, inertes, sin vida. Realizamos un recorrido a todo lo largo del buque, interesándonos especialmente por la cubierta y lo que fuera el puente de mando, ahora con el cristal roto y los peces nadando por su interior; delante, el famoso mástil que se oteaba desde la playa. De vez en cuando subíamos a respirar aire sin el tubo y despojarnos por unos instantes de las gafas de buceo y lo hacíamos apoyando nuestros pies en la barandilla del navío, que quedaba casi en la superficie. En la última inmersión nos acercamos por la amura de estribor a la que fuera cubierta de paseo del barco, lugar por el que tantos pasajeros pasearon sus ilusiones, sus esperanzas en una nueva vida en la colonia o, por el contrario, donde contaban los días que faltaban para llegar al destino en la Península y poder abrazar a sus seres queridos.

De manera abrupta, repentina y casi sin percatarnos, la presencia de un tiburón martillo, que empezó a curiosear y a interesarse por nuestra presencia, puso fin a la inmersión. De manera lenta, aunque sin pausa, nos fuimos alejando del “Fernando Poo” y dejando que el escualo ejerciese su reinado sobre aquellas aguas. Antes de subir a la lancha eché una última mirada a aquel fascinante pecio gigante, que en su día fuera el orgullo de la Compañía Transmediterránea, construido para flotar, y que con menos de dos años de navegación yacía sumergido para siempre en el fondo de la costa africana.

domingo, 20 de febrero de 2022

Requerimiento a Juan Calvo

El 20 de febrero de 1941, publicaba el Juzgado Permanente de Marina el requerimiento de comparecencia de «Juan Calvo, que durante el glorioso Movimiento nacional permaneció embarcado en la motonave Fernando Poo, con plaza, al parecer de gambucero"», para un "asunto de interés propio".

¿Todavía en 1941? ¿pero quién era Juan Calvo?

Según el grumete Juan Fernández Hermo, de la tripulación del Fernando Poo”, el cual confesó durante la instrucción de Juan Fontán Lobé «que al oír el primer cañonazo se refugió en el oficio de 2ª con las camareras», Juan Calvo era uno de los líderes revolucionarios: «Dice que el Comité lo formaban Domingo López, Juan Calvo, Antonio Tarí, Francisco Pérez, Vicente Filló y Francisco Seguí». De hecho -afirmaba el cuarto maquinista Vicente Filló Places en su declaración- que, durante el último viaje, el barco se habría acercado demasiado («a 7 millas aproximadamente del faro») a la isla en manos de los sublevados generando protestas de los tripulantes y que incluso «Maciá, Manuel de Dios y Juan Calvo amenazaron al Capitan y Oficiales por esto».

Igualmente, según el cuarto maquinista Ceferino Saez Sánchez, Juan Calvo sería responsable de la maniobra del vapor «tratando de levar anclas para abordar al Ciudad de Mahón», que generó la reacción de la artillería del Ciudad de Mahón, ya que «Juan Calvo dio orden de dar [marcha] atrás, siendo transmitida por Maciá a Ántonio Tarí».

Conforme a la historiografía franquista esa maniobra sería imperdonable, ya que en palabras de Juan Ramírez Dampierre, vicecónsul portugués en Fernando Poo: «en determinado momento el vapor comunista, cuyas anclas estaban izadas y pronto a zarpar, reculaba para tomar posición de atacar al vaporcito, el cual siendo de 600 toneladas brutas intentó partirlo por medio. En este momento el vaporcito disparó debajo de la línea de agua, produciéndole agujeros que momentos después lo hundió».

Requerimiento en el BOE burgalés
de septiembre de 1937
a Antonio Tarí Quiles y Juan Calvo.
Por todo eso, no es de extrañar que fuera incluido en el auto de procesamiento de enero de 1937 como vocal del Comité Rojo, y si bien se aclarará en el auto que él y Antonio Tarí Quiles acabaron «huidos durante la operación», serán acusados de un «delito de Rebelión Consumado, previsto en el Código de Justicia Militar en el artículo doscientos treinta y ocho».

Cuenta Porcel en Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte que el 4 de noviembre y a bordo del Banfora, fueron embarcados para la península, vía Francia treinta y cuatro repatriados pertenecientes a la dotación del buque Fernando Poo y que «pudieron salvarse del hundimiento del mismo, a nado». Entre éstos estarían los fugitivos/desaparecidos Antonio Tarí y Juan Calvo.

Esa ausencia no será impedimento para su acusación, y aunque su nombre no aparecerá en la posterior Sentencia del Consejo de Guerra contra el personal del Fernando Poo, Juan Calvo sí será nuevamente requerido unos años después... y en cuanto a Antonio Tarí, condenado a 12 años y un día de prisión, éste cumplirá condena en la Prisión Central de San Miguel de los Reyes, de donde se le se concederá la libertad condicional el 3 de octubre de 1947.

Resulta inquietante hacer una asociación de ideas, por la cercanía de fechas: Guillermo Portilla recoge en El derecho penal bajo la dictadura franquista: Bases ideológicas y protagonistas cómo en noviembre de 1942 «El Consejo Supremo de Justicia Militar condenó a muerte por un delito de adhesión a un sujeto que formó parte del Comité revolucionario a bordo del “Fernando Póo” e intentó entregar al capellán, sigue la sentencia, a las autoridades rojas de Málaga, lo que finalmente no consiguió (Sentencia de 18/11/1942 RJA. 1394).»

Pero puestos a elucubrar... en cuanto a su huida y todavía "desaparición" entrada la década de los 40... ¿recordáis a los también desaparecidos maquinista Eduardo Selma y al barbero Francisco Caparrós, compañeros del gambucero Juan Calvo en el Fernando Póo e integrantes con él del Comité? ¿y al sargento Anastasio Núñez?

La respuesta probablemente esté en La Navaja de Ockham ecuatorial.

lunes, 25 de octubre de 2021

Violaciones del acuerdo de no intervención

Las distancias y dificultades en la comunicación, generan este tipo de noticias en ORIENTACIÓN SOCIAL, ÓRGANO DEL FRENTE ARAGONÉS, editado en Barbastro el 25 de Octubre de 1936.
En ella, se hace eco de la cobertura alemana al Ciudad de Mahón, que se hizo pasar por el Ciudad de Macao con pabellón alemán... precedido por la llegada del cónsul alemán a la ciudad de Bata con la noticia del regreso de los colonos alemanes al territorio.

El Embajador de España entrega al Foreing Office una nota denunciando otras violaciones del acuerdo de no intervención

Londres.—La Embajada de España ha entregado al Foreing Office dos notas señalando algunas violaciones del pacto de no intervención cometidas por Alemania y Portugal. En la primera nota se explica que el acorazado alemán «Neutchiand», al dirigirse a Málaga y Valencia, recibió órdenes y el correo destinado a un hidroavión alemán que está al servicio de los insurrectos. El mismo documento demuestra que la noche del ro del corriente, quince submarinos alemanes atravesaron el Estrecho y que el día 8 de octubre r6o jóvenes alemanes, indudablemente soldados especializados, llevando doce cañones antiaéreos, llegaron a Sevilla a bordo de un buque alemán y partieron inmediatamente can destino a los frentes insurrectos. En la segunda nota se cita un telegrama entregado por el ministro de Negocios extranjeros francés a la Embajada de España en París. Dicho telegrama había sido entregado al ministro francés por el comisario francés en el Camerón, a petición del subgobernador de Bata (Guinea española). Según dicho telegrama, el buque portugués «Ciudad Macao» disparó cuatro cañonazos contra el navío «Fernando Póo», que enarbolaba la bandera republicana. Dicho buque se incendió y hundió con los 40 hombres de la tripulación y el Capitán. El «Ciudad de Macao» disparó cuatro obuses más contra la residencia del subgobernador. Después se acercaron a la costa cuatro canoas automóviles equipadas con ametralladoras, obligando a los ocupantes de la residencia a retirarse a Ebayen, donde se hallan actualmente todos los europeos, los guardias coloniales y milicianos,—Fabra,

jueves, 1 de abril de 2021

República victoriosa

En La República Truncada intuíamos algunos de los costes del proceso de involución en el territorio ecuatorial, y en La Casa del padre de Raquel Ilombe cómo fue la caída de Bata.

Por el contrario, Jesús Torbado ficciona en En el dia de hoy con cómo sería el desfile triunfal de una República victoriosa:
DESENTONADOS, roncos, ululantes, bajaban la avenida con las armas al hombro y, los que no tenían armas, con los puños en alto. Al lado de las canciones entrecortadas, las viejas canciones del campo de batalla que mezclaban el amor y la muerte, el odio y la tristeza, entre los himnos partidistas entonados con sentimientos antiguos y los versillos populares a los que se habían colgado palabras nuevas, brotaban ocasionalmente los gritos del casi olvidado ritual de la esperanza.
—¡No pasarán! ¡No pasarán!
Parecía tan grande su fatiga que sólo estas dos palabras podían pronunciar sin cansarse, sin omitir una letra. De los demás cantos se oían tan sólo retazos prontamente apagados por los versos que se iniciaban en alguna otra región del desfile y que, a su vez, se desvanecían antes de completarse bajo los gritos insistentes como cañonazos.
Los espectadores se habían contagiado muy pronto y ahogaban la voz de los soldados con estas palabras ya sin sentido pero que, muchos meses antes, habían caldeado los corazones e hinchado los músculos. (...)
Una reducida compañía de soldados negros, con uniforme colonial, cerraba la presencia de tropas regulares en el desfile. Eran los pamues de la Guardia Colonial que habían ganado la guerra en Guinea, al frente de las milicias de madereros, después de haber estado el territorio en manos de los ricos triunfadores unidos a los facciosos. Ellos, junto a los marineros del mercante Fernando Poo, habían dominado la sublevación sin apenas gastar una libra de pólvora. Su uniforme y el color de su piel levantaron oleadas de entusiasmo.
—¿Y qué hacen éstos aquí?
—Son nuestros moros —contestó Alejo riendo a golpes—. En un solo día metieron en un barco a todos los fascistas de África. Y me han dicho que ni siquiera saben leer.
—¡Maldita sea, tenías que fotografiarlos! ¡Ganar una guerra los negros!
Ya era tarde. El medio centenar de guineanos desaparecía hacia «la bella tapada», la diosa Cibeles que resplandecía más hermosa que nunca desde que le quitaron el bunker de ladrillos con que la habían rodeado los madrileños por miedo a que la destrozaran los bombardeos. 

viernes, 19 de marzo de 2021

El relato de Fernando "El Africano"

Afirma José Luis Vila-San Juan en El curioso alzamiento en Guinea: «Muy poco, casi nada, se ha escrito sobre lo ocurrido en Guinea en aquellas fechas de julio de 1936 que conmovieron a toda España. Y Guinea, aunque distante y en África, también era España».

Fernando García Gimeno, El Africano, nos cuenta en su blog el HUNDIMIENTO DEL FERNANDO POO EN BATA (1936):

Atravesando Río Benito
En Santa Isabel el levantamiento de una parte de España contra la República, el llamado Alzamiento Nacional de julio de 1936, hizo que viendo su consolidación el 18 de septiembre de ese mismo año, destituyen al Gobernador y se proclaman del bando Nacional, no así en Bata donde se constituye Un Comité a lo Frente Popular de España, lo primero que hicieron fue reducir a obediencia y adueñarse de la Guardia Colonial y del armamento de la misma depositado y declarar un bando en estado de guerra en la población. Ese comité presionaba al jefe de las fuerzas militares señor Fontanet para detener entre otros a todos los misioneros.
Organizaron levas para proteger y vigilar las playas de Utonde y del Ekuku, por sin desembarcaban tropas procedentes de Santa Isabel. Bien provistos se lanzaron a mano armada a la caza de cuantos no comulgaban con sus ideas, entre ellos los administradores del interior como los capitanes Roncaño, Aguilar y don Antonio del Valle y Furundarena.
En eso llegó a Bata la motonave Fernando Poo. El día 1 de octubre llegó a la Misión el practicante del hospital y destacado comunista, señor Paco Diez, y dado que era amigo desde la infancia del padre Bruno, les dijo con toda reserva , que si querían salvarse¡ debían salir y esconderse inmediatamente, fuera donde fuese, ya que aquella noche los vendrían a buscar los del Comité del Fernando Poo, para llevarlos a las bodegas del barco.
El padre Superior convocó a la Comunidad y les notificó la gravedad de su situación. Oír lo que decía el padre Larraya y marchar todos a sus cuartos para dejar las sotanas y cambiarlas por chaquetas y americanas que a buen recaudo cada uno guardaba en su maleta. Todos salieron de la Misión salvo el hermano Isidoro Gil que se quedó como guardián de la casa.
Al final todos cayeron en manos de los milicianos y trasladados a las dependencias de la Alena, donde permanecieron encerrados, salvo los de Kogo que huyeron a Libreville y dos de Nkue que se fueron al Camerún el día 13 de octubre a las cinco de la mañana, fueron trasladados a las bodegas del Fernando Poo, con ánimo de desentenderse de todos ellos hasta el día que se les antojara.
Los primeros de la Comunidad de Bata en caer en manos de sus perseguidores fueron los padres Egusquiza y Boixadera, iban nuestros padres camino de Movó, por detrás del cementerio de la Misión, cuando al llegar encima de la loma les avistaron algunos indígenas, los cuales al verlos con indumentaria peregrina y con sendos bultos en la mano, creyendo que eran unos señores que escapaban de los milicianos con armas sustraídas a los mismos, dieron parte. Las armas eran los paraguas que llevaban en las manos. Así fueron cayendo uno a uno.
Serían, en efecto, sobe las ocho y media de la mañana del día siguiente que nuestros hermanos llegaron al Fernando Poo, cuando en la lejanía y entre brumas empezó a perfilarse la silueta de una motonave que a todo meter intentaba colarse en el puerto de Bata (en la ensenada, no había puerto en Bata entonces)Sorprendida con semejante aparición la oficialidad del Fernando Poo, enfilaron todos sus prismáticos hacia la misma por ver si lograban distinguir la nación y matrícula que se correspondía a aquel navío.
Mientras tanto, la motonave, asegurada de que se hallaba ya cerca del puerto a cuyas aguas se dirigía, adelantaba cada vez más, cuando al cabo de media hora escasa, retumbaron en el espacio, con horrísono estruendo, dos cañonazos, disparados con tan certera puntería, que ambos dieron al Fernando Poo, inutilizándolo por completo para navegar. Tras estos dos disparos vinieron otros contra la población y caserío de Bata, con lo que ya nadie dudó que la motonave que con tanta certera puntería así disparaba, no podía ser otra que algún navío que hubieran artillado para el caso las fuerzas nacionalistas de Franco, enviándolo a Bata para libertarla del yugo comunista que tan villanamente la oprimía.

Así era en efecto: la motonave era el vapor Ciudad de Mahón, salido de Canarias hacia unos diez días con unos ochocientos voluntarios y uno o dos tabores de Ifni y la conveniente oficialidad. La partida se había liquidado, quedando la victoria para las tropas de nuestra España nacional.
Las bajas: dos misioneros muertos por el disparo de popa, el padre Acacio Ferraz y el hermano Angel Roig, más un paisano de la casa Abascal y cuatro heridos más, todos hermanos nuestros, alguno de ellos con tanta gravedad, como el hermano Isidoro Gil, que a los pocos días fallecía en el Hospital de Santa Isabel.
La oficialidad del Fernando Poo y los milicianos, al grito de sálvese quien pueda, a nado algunos y otros con botes, corrieron como locos a escapar de la llegada del Mahón. Llegados a tierra buscaron vehículos para huir al Camerún, tanto es así que los voluntarios canarios, en una batida que organizaron por las poblaciones cercanas a Bata, no capturaron a ninguno.
El barco a todo esto empezó a escorarse, por lo que todo el mundo lo abandonó, salvo algunos que no se dieron cuenta a tiempo y fallecieron al hundirse parte del barco.
NOTA MÍA [de Fernando]: En ese Fernando Poo viajaba mi abuela Polonia y unos primos míos, según me contaron.

lunes, 14 de diciembre de 2020

El viejo alcalde de Las Palmas

Este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel se nutre de numerosas fuentes: son recurrentes La Gaceta y el Boletín Oficial del Estado, La Guinea Española y el Semanario Ébano, así como diversas bases de datos memorialistas. Sin olvidar algunos blogs especializados, entre los que destacan Benito Sacaluga Rodríguez, El exilio de los marinos republicanos o el de Pedro Medina Sanabria. Y -por supuesto- Crónicas de la Guinea Ecuatorial, el portal de la diáspora del 69.
Igualmente son varios los libros que citamos y consultamos, pero de éstos resulta una fuente privilegiada de información el libro Cuadros del penal: (memorias de un tiempo de confusión) de Juan Rodríguez Doreste.
Gracias a esa memoria es posible conocer del sufrimiento de los 150 presos coloniales y tripulación del Fernando Poo en el campo de concentración del viejo lazareto de Gando.

¿Pero quién era Juan Rodríguez Doreste al que le prologó el libro Felipe González?

Fue un periodista y militante del PSOE en Canarias, que se significó como compromisario para la elección del presidente de la II República.
Caricatura de Doreste realizada con esmaltes por
el recluso Gonzalo Carrillo, de Fernando Poo
Cumplió prisión en Gando, y décadas después, en democracia fue elegido alcalde de Las Palmas y senador.

El Diccionario Biográfico del socialismo español lo describe así:

Las Palmas de Gran Canaria (Canarias) 29/11/1904 -- Las Palmas de Gran Canaria (Canarias) 26/07/1988 
Profesor mercantil, escritor y crítico de arte. En 1914 inició sus estudios en la Escuela de Comercio de Las Palmas, obteniendo el título de profesor mercantil en 1921. Viajó por vez primera a París y a su regreso ejerció durante dos años como profesor de Física y Química, trabajando por las tardes en una agencia marítima. Entre 1923 y 1925 vivió en Madrid, donde fue para preparar oposiciones. Estudió Filosofía e Historia del Arte en la Universidad Central. Allí asistió a las clases de Ortega y Gasset y conoció a Negrín. Regresó a Las Palmas sin haber efectuado los exámenes de la oposición comenzando a trabajar como funcionario de Obras Públicas en la Junta del Puerto y posteriormente en la Junta de Carreteras. En 1926 publicó en Diario de Las Palmas su primer artículo periodístico sobre la obra musical de Víctor Doreste. En 1927 comenzó a colaborar en La Rosa de los Vientos (Tenerife), donde publicó sus dos primeros ensayos «El ángulo recto en el cubismo» y «En torno a Goya», con ocasión de su centenario. Colaboró también en Cartones y Cosmópolis. En 1928 se hizo socio de El Museo Canario y en 1930 entró a formar parte de su Junta Directiva, en la que fue director, presidente y secretario en diferentes etapas de su vida. Ese mismo año comenzó a trabajar en el diario El País, del que fue redactor-jefe hasta 1931. Ingresó en la AS de Las Palmas en 1929. Fue director del diario Avance, órgano del PSOE en Las Palmas entre 1931 y 1933. Asistió como delegado al XIII Congreso del PSOE en 1932, donde fue propuesto para formar parte de la Comisión de «propaganda». En abril de 1936 fue elegido compromisario del PSOE por Las Palmas para la elección del nuevo Presidente de la República (Manuel Azaña). En mayo de ese mismo año fue iniciado en la masonería con el nombre simbólico de «Ortega y Gasset», perteneciendo a la logia «Andama» de Las Palmas, donde alcanzó el grado 1º. 
Al producirse el golpe de Estado del 18 de julio estuvo escondido hasta que finalmente se entregó a finales de septiembre. Fue encarcelado en el campo militar de la Isleta y en 1937 trasladado al penal de Gando del que Salió a finales de 1940. De 1941 a 1956 trabajó como subdirector y director de la firma exportadora de fruta Hijos de Juan Rodríguez SA, compaginándolo con varios proyectos periodísticos avalados por el diputado socialista exiliado en México José Antonio Junco Toral como fueron Canarias Deportiva y Canarias Económica en 1945 y la constitución de Editorial Prensa Canaria en 1952 con el objetivo de la reaparición de Diario de Las Palmas. En 1956-1957 residió en La Habana, México y Caracas. A su regresó a Gran Canaria dirigió la firma consignataria «Camilo Martinón Navarro» donde trabajó hasta su jubilación en 1975. 
Participó en la reorganización del PSOE en Gran Canaria y colaboró activamente en la campaña electoral de 1977. Fue elegido concejal del ayuntamiento de Las Palmas en las elecciones municipales de 1979 y designado alcalde el 26 de agosto de 1980. Dimitió el 30 de julio de 1982 al ser sometido a una moción de censura. Volvió a ser alcalde en mayo de 1983 al obtener la candidatura del PSOE mayoría absoluta en las elecciones municipales celebradas ese año permaneciendo en el cargo hasta 1987. Además fue elegido senador por Gran Canaria en las elecciones de 1982 y 1986. Escribió dos libros autobiográficos: Cuadros del penal (1978) y Memorias de un hijo del siglo (1988). Fue Académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y de la de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla y secretario del Museo Canario de Las Palmas. Falleció en Las Palmas de Gran Canaria el 26 de julio de 1988.
No olvidéis leer:
Cuadros del penal: (memorias de un tiempo de confusión)

lunes, 19 de octubre de 2020

Relatos de viajeros

Afirma José Luis Vila-San Juan en El curioso alzamiento en Guinea: «Muy poco, casi nada, se ha escrito sobre lo ocurrido en Guinea en aquellas fechas de julio de 1936 que conmovieron a toda España. Y Guinea, aunque distante y en África, también era España».

Comparte Moncho Núñez en los relatos de viajeros del Foro de Crónicas de la Guinea Ecuatorial, unas Breves Notas Históricas Guineanas:

19 de septiembre de 1936.- El Tte. Coronel Luís Serrano Maranges, Comandante Militar, firma en Santa Isabel, dos meses y un día después del 18 de julio, la adhesión de Gobierno General de Guinea al ejercito sublevado, declarando el estado de guerra, dando un plazo de cuatro horas para entregar todas las armas e indicando que todos los funcionarios que falten a sus obligaciones serán declarados reos de rebelión.
Firma por España y por la República.
Las autoridades de Bata permanecen leales al Gobierno de Madrid.
26 de septiembre.- A partir de esa fecha se empiezan a dar órdenes a los misioneros de reunirse en Niefang con la idea de trasladarlos al Cameroun. Tres días después se decide su traslado a Bata donde son alojados 17 religiosos en la casa Alena.
12 de octubre.- Desde el buque Fernando Poo, anclado en Bata, se cursa un telegrama a Santa Isabel ofreciendo el canje de los misioneros detenidos allí por los prisioneros republicanos detenidos en la isla.
13 de octubre.- Los misioneros son embarcados en el buque Fernando Poo.
14 de Octubre.- Son embarcados también en el Fernando Poo dos europeos, empleados de la casa Abascal.
Aparece en el horizonte el buque artillado Ciudad de Mahón, que venía desde Canarias a Guinea con fuerzas franquistas, y que al acercarse a la costa dispara por sorpresa tres cañonazos al vapor Fernando Poo, cuya tripulación estaba descargando sacos de arroz. Los disparos apuntan a la popa del buque, que era donde estaban los misioneros, y dan en la hélice y en el timón, ocasionando el comienzo de su hundimiento. Una cuarta granada disparada desde el Ciudad de Mahón entró por el ventanillo del camarote que ocupaban los misioneros causando la muerte instantánea del P. Acacio Ferraz, del Hº Angel Roig y del empleado de la Casa Abascal D. Félix del Hoyo, quedando heridos otros dos religiosos y el otro empleado de Abascal. Un trozo de metralla penetró en el camarote de enfrente e hirió a dos Hermanos en las piernas. Los heridos fueron el Hº Isidoro Gil, Hº Visctoriano Gutiérrez, y los Padres Pedro Iturriza y José Boixadera.
Los marineros del buque lanzaron una lancha al mar, disparando sus ametralladoras al Ciudad de Mahón y consiguieron llegar a la playa.
Al cesar los cañonazos subieron a cubierta los misioneros ilesos y vieron como se  acercaban las lanchas del Ciudad de Mahón con fuerzas a bordo.
El hundimiento del Fernando Poo significa el fin de la última resistencia de los republicanos de Guinea frente a los sublevados.
Los religiosos son embarcados en el Ciudad de Mahón para su traslado a Santa Isabel.
16 de Octubre.- Llega a Santa Isabel el Ciudad de Mahón procedente de Bata, donde había dejado un Destacamento de 200 Tiradores de Ifni. Venían a bordo unos 500 hombres.
19 de octubre.- Se celebran en la Catedral de Santa Isabel los funerales por las victimas del bombardeo realizado contra el Fernando Poo y el enfrentamiento posterior. Estos eran: Los voluntarios canarios Luís Rodríguez, sargento; Lorenzo Frías Cabrera; Juan M. Sánchez Martín; Fernando Santana Bautista y Antonio Suárez Navarro. Los Misioneros P. Acacio Ferraz, superior de Río Benito y el Hº Angel Roig y finalmente el Empleado de la Casa Abascal en Bata Sr. Félix del Hoyo.
21 de Octubre.- Muere en el Hospital de Santa Isabel el Hº Isidoro Gil, herido en Bata. 
Milicianos Voluntarios canarios del Ciudad de Mahón.

lunes, 27 de abril de 2020

Capitanía General de Canarias

Los hermanos Juan y Pedro Medina Sanabria son fuente de inspiración e información para este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel.

El Blog de Pedro Medina Sanabria | Memoria e Historia de Canarias hace un trabajo constante de difusión, por lo que merece la pena bucear un rato por sus páginas.

Juan Medina Sanabria, a su vez, es autor de varias publicaciones. Destaca el trabajo Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración. En él, le dedica todo un capítulo a los 150 del campo de concentración del viejo lazareto de Gando, y presenta una relación de penados y sentencias. Os compartimos un extracto del mismo:
Declarado el Estado de Guerra en Canarias en el inicio del Alzamiento Militar, todos los detenidos por los incidentes acaecidos en la Guinea Española, ya sean de tipo político durante la etapa republicana como los habidos para que no se integraran estos territorios al Gobierno de Burgos, por razón de su jurisdicción, dependían de la Capitanía General de Canarias con sede en la isla de Tenerife, que a través del Gobierno Militar de Las Palmas de Gran Canaria, procede a la designación de los Jueces militares correspondientes. Para llevar a cabo lo previsto en el Código de Justicia Militar y celebrar los consejos de guerras, se hace preciso el traslado de todos los detenidos a Gran Canaria, hecho que se realiza de dos veces.
La primera mayor expedición de prisioneros llega a través del buque de la CIA. Trasmediterránea "Ciudad de Ibiza", transformado en crucero auxiliar, que llega al puerto de La Luz el Sábado 27 Febrero 1937 con 104 detenidos. Todos son ingresados el mismo día en el Campo de Concentración deGando, excepto las mujeres que pasan a la Prisión Provincial.
La situación de estos detenidos era la siguiente:
45 individuos estaban procesados por distintos Jueces, 20 tripulantes del buque "Fernando Poó" procesados. 34 tripulantes del buque "Fernando Poó" en libertad provisional (todos son liberados en la primera semana de Marzo 1937). 3 individuos a disposición del Auditor de Guerra de Canarias 2 individuos expulsados de la Guinea.
La segunda expedición sale de la Guinea Española a primeros de Junio 1937, siendo ingresados en el Lazareto de Gando, once detenidos el día 14 Junio 1937, a disposición de los Juzgados Militares de la Plaza de Las Palmas. 
En relación con los hechos acaecidos en estos Territorios, se ha logrado acceder a certificados de las sentencias de las causas militares que a continuación se indican: 
- Causa 338/36 y 568/36.- Se instruye por Rebelión contra Esteban Sánchez Navarro.
- Causa 393/36.- Por el presunto delito de excitación a la rebelión, contra el paisano, Valentín Redondo Abad. La instruye el Teniente de Infantería José Ramírez Bethencourt por haber prestado el citado individuo servicio con armas como miliciano y haber realizado manifestaciones tendenciosas a la llegada del "Ciudad de Mahón" a Bata. Se efectúa el consejo de guerra el 17 Marzo 1937, en el salón de actos del RIC-39 y se le condena por el delito de auxilio a la rebelión a 16 años de reclusión temporal [y destierro]. La sentencia es aprobada por la Autoridad Judicial el 24 Marzo 1937, siendo puesto en libertad el 15 Septiembre 1940.
- Causa 514/36. Contra el paisano Carlos Márquez Aceituno, por tenencia ilícita de  armas. Tenía una pistola "Lusitania 7,65" en el bolsillo, sin licencia para su uso.
- Causa 515/36. Contra el paisano Abelardo González Alonso, por tenencia ilícita de armas.
- Causa 516/36. Contra el paisano Ginés Pérez Ballesta, por tenencia ilícita de armas.
- Causa 518/36 Contra el paisano José Serrano Roldán, por tenencia ilícita de arma, al acreditarse que una pistola encontrada en un bosque, con la numeración raspada, era de su propiedad.
- Causa 519/36. Juez Instructor Alférez de Artillería Pedro González Rodríguez, por el presunto delito de ofensa a centinela, contra el paisano Andrés López Varona. Se trata en esta causa al citado individuo, dado que estando en prisión en Santa Isabel de Fernando Poó, estaba de centinela el miliciano nacionalista Luis Arzuaga Gimón y le falta de palabra a su madre. Tiene lugar el consejo de guerra el día 16 Marzo 1937 en el salón de actos del RIC-39, siendo aprobada la sentencia por la Autoridad Judicial el 24 Marzo 1937.
- Causa 521 /36 Juez Instructor Capitán Infantería Fortunato López Chávez, por el presunto delito de rebelión, contra el paisano Jaime Gay Compte y veintidós individuos más. Se enjuicia a todo el Comité del Frente Popular en Fernando Poó, por reuniones clandestinas tendenciosas desde el 18 Julio/19 Septiembre siguiente (estaba ya el F.P. suspendido en la isla), por los contactos con el Gobierno de Madrid y Bata y sus actuaciones con los subalternos y marinería del crucero "Méndez Núñez", implicándoseles en la destitución de la oficialidad del buque, etc. Tiene lugar el consejo de guerra el 27 Septiembre 1937 en el hogar del soldado del Cuartel del Grupo Autónomo Mixto de Ingenieros nº. 4, sito en La Isleta, siendo aprobada la sentencia por la Autoridad Judicial el 16 Octubre 1937.
- Causa 537/36. Juez Instructor Comandante Infantería Diego Figueroa Manrara, por el presunto delito de rebelión, contra los componentes de la Guardia Colonial, Brigada Sebastián Nacarino Romero, Sargento Joaquín Irles Pérez y Guardia indígena Simón N'Ganye Camerún y los paisanos José Serra Company, Jaime Andrés Sánchez, Martín Illeras Silbano y Ernesto Gómez García. El consejo de guerra se celebra el 4 Junio 1938, en el salón de actos del RIC-39 en La Isleta, y se efectúa para fallar dicha causa, sobre las actuaciones de dichos encausados en la Guinea Continental, donde actuaron como componentes del Frente Popular, haciendo servicios con armas dentro del territorio, destituciones con violencia y detenciones, administrar locales, etc. La sentencia es aprobada por la Autoridad Judicial con fecha 22 Junio 1938, destacando la absolución del Sargento Irles por falta de pruebas y el guardia Simón N'Ganye, por la circunstancia eximente de "obediencia debida" (le ordenaron desarmar a un Oficial que hizo ademán de defenderse antes de su detención, poniéndole el fusil en el pecho).
- Causas nº.537/36 y 538/36 (pieza separada de estas causas). Juez Instructor Comandante de Artillería Antonio Lucena Gómez, por el delito de auxilio a la rebelión, contra el Brigada de la Guardia Civil Eugenio Domingo Espinar y paisanos Vicente Moreno Cancho, Gabriel Martorell Mezquida, Juan-R. Bernal Estrada, Esteban Sánchez Navarro, José Cazorrán Gracia, Gregorio Álvarez Alonso, Generoso Rey Gracia, Ricardo Sáez García y Francisco Diez Arcelus. Se instruye para enjuiciar a los anteriormente citados, Directivos del Movimiento rebelde rojo F.P.y ejecutores de actos de violencia en la Guinea Continental, realizadores de incautación del armamento y municiones a los europeos, asaltos a mano armada, apoderándose de vehículos privados, detención de los Misioneros y Religiosas, disparando en la playa contra el buque "Ciudad de Mahón" y las lanchas de expedicionarios que intentaban desembarcar en Bata, etc. El consejo de guerra se celebra el 3 Noviembre 1938, en el salón de actos del RIC-39, en La Isleta, donde se condena a muerte a cuatro de los implicados, así como otras penas menores a los restantes, siendo aprobada esta sentencia por el Capitán General Vicente Valderrama, con fecha 23 Noviembre 1938. Dada cuenta la sentencia al Cuartel General del Jefe del Estado, con fecha 3 Octubre 1939, la misma es conmutada por la inferior en grado, pasando las penas de muerte a la de reclusión perpetúa.
- Causa nº. 589/36 Juez Instructor Alférez Pedro González Rodríguez, por el delito de rebelión Militar, contra el Sargento de la Guardia Civil retirado, Onofre Mañas Cortés. Según el atestado efectuado en Bata, unido a esta causa, el inculpado perteneció a la milicia de manera voluntaria, efectuando diversos servicios con armas. Al llegar el "Ciudad de Mahón" y oir los cañonazos bajó a la playa; se refugia en el edificio de Aduanas, donde ese visto disparando un fusil, contra las lanchas. El consejo de guerra se celebra el 7 Marzo 1937 en el salón de actos del RIC-39, en La Isleta, siendo aprobada la sentencia por la Autoridad Judicial del Archipiélago, el 24 Marzo 1937.
- Causa nº.24/37 Instruida por el Teniente José Ramírez Bethencourt por el presunto delito de rebelión, contra el paisano, Capitán de la Marina Mercante Antonio Pasajes Respeto y diecinueve individuos más. Se enjuicia el viaje y las actuaciones extremistas del "comité rojo" en el buque "Fernando Poó" desde Barcelona y en Bata, donde es hecho prisionero por la m/n."Ciudad de Mahón", al que trató de embestirle dado su mayor tonelaje, poniendo en marcha acelerada las máquinas interviniendo en este atentado además algunos tripulantes del buque ya fallecidos y otros en situación de rebeldía. El consejo de guerra se celebra en la salón de actos del Grupo Mixto Autónomo de Zapadores y Telégrafos nº. 4, sito en La Isleta, el 28 Septiembre 1937, siendo aprobada la sentencia por la Autoridad Judicial del Archipiélago Capitán General de Canarias Vicente Valderrama el 18 Octubre 1937.
- Causa nº .26/37 Juez Instructor Capitán de Infantería Bartolomé Martín Ortega por el presunto delito de auxilio a la rebelión, contra el paisano, Enrique Brutinel Ridaura. Se encausa un delito de auxilio a la rebelión, dado que el implicado es uno de los firmantes de un escrito dirigido al Subgobernador del Territorio en solicitud de crear las Milicias Coloniales donde presta servicios como miliciano armado, llevando a cabo diversas detenciones hasta la llegada del "Ciudad de Mahón". Se celebra el consejo de guerra el 20 Marzo 1937 en el salón de actos del RIC-39, en La Isleta, y la sentencia aprobada por la Autoridad Judicial del Archipiélago el 27 Marzo 1937.
- Causa nº.57/37 Juez Instructor Comandante Julio Crespo Colomer, por el presunto delito de excitación a la rebelión, contra el paisano Miguel RiestraMon. Se instruye para enjuiciar la actitud de este funcionario de la Administración de Santa Isabel, que en cierta ocasión después de haberse ocupado la colonia, había manifestado que "si ganaban los nacionales no habría paz en España, y que ponía en duda la Justicia del Movimiento". Se celebra el consejo de guerra el 17 Junio 1937, siendo calificados los hechos como "injurias al Ejército". Es aprobada la sentencia por la Autoridad Judicial con fecha 26 Junio 1937.
- Causa nº.299/37 Juez Instructor Alférez Manuel Palenzuela Curbelo por el presunto delito de injurias al Ejército (incitación a la rebelión), contra los paisanos, Francisco Longueira Seijo y Ginés José Sáez.Se trata de manifestaciones verbales e intento de recogida de firmas para patentizar la legitimidad del Gobierno de la República sobre los alzados en armas. El juicio se celebra en el Cuartel de San Francisco, el 17 Noviembre 1937 y la sentencia aprobada por el Comandante General de Canarias Vicente Valderrama con fecha 2 Diciembre 1937.
Los dos individuos expulsados del territorio fueron:
1.-Antonio Costa Roca (único dato obtenido), [Secretario de la Cámara Agrícola, masón y condenado por el TRP a la pérdida total de sus bienes en la colonia y seis años de destierro].
2.-Abelardo Lloret Peralt, de profesión Médico, Director de Sanidad en la Guinea. Se ha obtenido sobre su persona la siguiente información: Fue detenido en Santa Isabel el 19 Septiembre 1936 (fecha del Alzamiento Militar en esta zona), quedando a disposición del Auditor de Guerra de Canarias, que ordena su libertad el 4 Marzo 1937. El 26 Abril 1937 reingresa a disposición del Gobernador Militar de Las Palmas, siendo liberado definitivamente el 2 Julio 1937, de orden del Comandante General de Canarias, por nuevo examen de los antecedentes enviados por el Gobernador General de la Guinea Española. Después de ser puesto en libertad, desempeña durante muchos años su profesión en el municipio de Valleseco de Gran Canaria.

Imagen del campo de concentración del Lazareto de Gando en Gran Canaria
(Cortesía de Fernando Caballero Guimerá).
En "Los campos de concentración de Franco" de Carlos Hernández de Miguel.

Quedan por recopilar los juicios de los ciudadanos que se reincorporaron a la zona republicana tras un exilio temporal huyendo del bombardeo de Bata, y que fueron juzgados allí donde fueron apresados, o la población nativa que estaba sometida al Patronato Indígena.

Caso aparte son los desaparecidos que fueron represaliados sin ni siquiera molestarse en armar un atrezo jurídico-administrativo. O los que no pasaron por tribunales y fueron inhabilitados directamente para el ejercicio de la función pública, así como los que sufrieron el rigor arbitrario de los tribunales de responsabilidades políticas (predomina el de Santa Isabel, pero no es extraño que se le sumaran sanciones desde el tribunal de su provincia de orígen). En cualquier caso, todas estas vía punitivas eran acumulables entre sí, incluso respondiendo en ocasiones a lógicas contradictorias.

domingo, 26 de enero de 2020

Procesando a la tripulación del Fernando Poo

El Capitán Emilio Ley Arata, directivo de la Trasmediterránea, afirmaba el 12 de noviembre de 1936 en un artículo de La Prensa: «Los oficiales del barco casi todos son rojos. El oficial que se exceptúa de haber estado de parte de los marxistas es el señor Devesa, casado con una joven de Las Palmas, de familia muy conocida. El Capitán del Fernando Póo, don Antonio Pasaje Respeto (sic), estaba también de parte de los rojos. Resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista».

Así, en la entrada Inicio de causas contra los tripulantes del vapor "Fernando Poo" recogíamos el inicio de un proceso y en la Sentencia del Consejo de Guerra contra el personal del Fernando Poo, la resolución del Consejo de guerra que conduciría a la tripulación al campo de concentración del viejo Lazareto de Gando, en Canarias.

No se procesará a toda la tripulación, ya que aparte de «el primer maquinista Eduardo Selma, marxista» muerto en el hundimiento, hubo otros que se ahogaron en la bahía de Bata (o que se dice que desaparecieron como el barbero Caparrós) o como Manuel Pérez Teira que falleció en la prisión de Santa Isabel sin llegar a juicio.

El incansable Pedro Molina Sanabria ha rescatado el auto de procesamiento, y en su blog podrás leer igualmente las transcripciones de las declaraciones que tomó el capitán Fontán durante las instrucción inicial en Santa Isabel:

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115
 A.0.026,761*
 AUTO DE PROCESAMIENTO
En Santa Isabel a veintiséis de Enero de mil novecientos treinta y siete.
RESULTANDO que el día catorce de Octubre del pasado año y con ocasión de encontrarse el barco rebelde “FERNANDO PÓO”, en aguas jurisdiccionales de Bata (Guinea continental) en poder de un “Comité Rojo”, formado por el Segundo radiotelegrafista Francisco Pérez Rodríguez, como Presidente; Secretario, el Cuarto Maquinista Vicente Filló Places; Vocales, Francisco Seguí Darder, Segundo Oficial; Domingo López Santos, engrasador; Antonio Tarí Quiles, Ayudante gambucero y Juan Calvo, marinero (estos dos últimos huidos durante la operación), así como también del Tercer Maquinista Manuel de dios y del Águila, que perteneció al Comité y estar de acuerdo en todo con el mismo, los que estaban erigidos en dueños del mencionado barco, hizo acto de presencia en dichas aguas la motonave “Ciudad de Mahón” transformada en Transporte de Guerra conduciendo fuerzas afectas al Movimiento del Glorioso General Franco al objeto de apresarle y sumar la Guinea al Movimiento Nacional, entonces en poder de los rojos, para lo cual se le disparó en señal de aviso para su entrega, contestándose del barco “Fernando Póo” con fuego de fusilería y pistola, poniéndose en movimiento y tratando de levar anclas para abordar al “Ciudad de Mahón”, el cual le bombardeó entonces para su defensa; así como también fue agredido un voluntario de Expedición el marinero Antonio Dieste Ojea que le dio un golpe con una botella. Está comprobado que el Capitán del barco Don Antonio Pasajes Repeto, tenía en su poder la clave de comunicación y hacía la traducción de los radios con el Segundo radiotelegrafista Francisco Pérez Rodríguez, Presidente del comité Rojo,  por imposición del Comité, pero pudo el Capitán haber desaparecido la clave, evitando así el que se comunicara el Comité con Madrid y recibiese la tripulación toda clase de noticias, consintiendo además el Capitán el que se remitiesen por la radio del barco los Radios del Subgobierno de Bata; también está comprobado que en el barco se hacían guardias armadas por la tripulación de vigilancia al barco y a los prisioneros de Bata que los habían trasladado al “Fernando Póo”, estas guardias las hicieron: los Camareros Manuel Tarí Quiles, Aristoteles Montolio Villalonga, Miguel Vivól Padró, Manuel Ferreiro Nieto, Juan Ruiz Sánchez, Antonio Pascual Pons; por el Marinero Antonio Dieste Ojea; por el ayudante lavandero Mariano Juan Más; por el Engrasador Adolfo Celis Mones, el encargado de tercera Francisco Cano Bravo, el Enfermero Manuel Diaz Diaz, el marmitón Claudio Hidalgo Quintanilla y por el Marinero Rafael Ginart Martín; y por último que el resto de la tripulación que se encuentra presente formada por el primer Oficial Rafael Muñoz García,; el Segundo Oficial Francisco Zamora Esclazans; el Tercer Oficial Jacinto Devesa Paredes; Primer radiotelegrafista Enrique López Astudillo; el Médico Antonio Fuertes Villavicencio; el practicante Francisco Aramendía Armendariz; el Cuarto Maquinista Vicente Filló Places; el Ayudante de Máquinas Pedro Bertran y García Barona; los Electricistas Jaime Tomás Romea, León Mercader Navarro, José Bo Ferráz; el Panadero Juan Munar Lladoz; el Gambucero Joaquin Bru Masip; el Ayudante Gambucero José Baches Uach; el grumete Juan Fernandez Hermo; el repostero Juan Timoteo Alemani; el lavandero Enrique López Bravo; el Jefe de cocina Antonio Petit Poriel; el segundo cocinero Fernando Barba Mercero; el Mayordomo José Fuster Tabaloyes; el ayudante de cocina Paulino Olivares Manzárraga; los engrasadores : Joaquin Barceló Chico y Leopoldo Martinez Ramos; el Marmitón Pedro Pereira Guerra; mozos de cubiertas: Antonio Hernández Sierro, Manuel Hidalgo Gálvez; los camareros: José Marín Verdejo,
Juan Ballesteros Palea, José Listán Posada; Antonio Reboul de Torres-Pardo; David Sanz López; Antonio Solabres Morales y las Camareras Virtudes Torres Subirats y Rosa Gran Espí, no se deduce responsabilidad alguna, en el hecho relatado, más que una cobardía colectiva.
CONSIDERANDO que los hechos relatados en el anterior resultando pueden calificarse a los solos efectos de instrucción, y sin perjuicio de la ulterior calificación que pudieran merecer, como Constitutivos de un delito de Rebelión Consumado, previsto en el Código de Justicia Militar en el artículo doscientos treinta y ocho del cual aparecen presuntos autores el Comité del barco; Presidente, Francisco Pérez Rodríguez, Secretario Vicente Filló Palces, Vocales Francisco Seguí Darder, Domingo López Santos, Antonio Taré Quiles y Juan Calvo (estos dos últimos ausentes y el ex – componentes del Comité Manuel de Dios y del Águila; como constitutivos de un delito consumado de Auxilio a la Rebelión previsto en el Código de Justicia Militar en el artículo doscientos cuarenta a Antonio Pasajes Repeto, Manuel Tarí Quiles, Antonio Dieste Ojea, Mariano Juan Más, Adolfo Celis Mones, Francisco Cano Bravo, Manuel Diaz Diaz, Aristoteles Montolio Villalonga, Miguel Vivól Padró, Manuel Ferreiro Nieto, Juan Ruiz Sánchez, Antonio Pascual Pons, Claudio Hidalgo Quintanilla y Rafael Ginart Martín; y como constitutivo de un delito de insulto de obra a fuerza armada previsto en el Código de Justicia Militar en el artículo doscientos cincuenta y tres a Antonio Dieste Ojea.
CONSIDERANDO que en atención en el anterior, es pertinente decretar el procesamiento de aquellos, de conformidad con lo prevenido en el artículo cuatrocientos veinte y uno del Código de Justicia Militar, en relación con el trescientos ochenta y cuatro de la Ley de enjuiciamiento Criminal.
CONSIDERANDO que dada la naturaleza del hecho y las penas que en su día pudieran corresponder por consecuencia de las figuras criminosas apuntadas, se está en el caso de decretar la prisión incondicional.
SE SECLARAN procesados por esta Causa a Francisco Pérez Rodríguez, Vicente Filló Palces, Francisco Seguí Darder, Domingo López Santos; Antonio Tarí Quiles, Juan Calvo, Manuel de Dios y del Aguila; Antonio Pasajes Repeto, Manuel Tarí Quiles, Antonio Dieste Ojea, Mariano Juan Más, Adolfo Celis Mones, Francisco Cano Bravo, Manuel Diaz Diaz, Aristoteles Montolio Villalonga, Miguel Vivól Padró, Manuel Ferreiro Nieto, Juan Ruiz Sánchez, Antonio Pascual Pons, Claudio Hidalgo Quintanilla y Rafael Ginart Martín, con los cuales se entiendan en forma las diligencias sucesivas, notifique este Auto a los encartados, instruyéndolos de los beneficios y recursos legales; recibansele declaración indagatoria, evacuando con urgencia las citas útiles que resulten y reclámense los antecedentes penales y la certificación de nacimiento librando los oficios necesarios.
SE ELEVA a prisión provisional la detención que sufren los procesados antes mencionados, librándose el correspondiente mandamiento para el Jefe de la Prisión en que se encuentran.
Así lo mandó y firma el Señor Capitán de Artillería Don José González Garcia, Juez Instructor, de lo que yo el Secretario doy fé.
[Firmas someramente rubricadas de JOSÉ GONZÁLEZ GARCÍA y LEON HERNÁNDEZ BENÍTEZ].
DILIGENCIA DEL JUEZ CAPITÁN GONZALEZ
En Santa Isabel a veintiséis de enero de mil novecientos treinta y siete.
No procede solicitar antecedentes penales y certificación de nacimiento de los procesados, por no existir comunicación con Madrid para los antecedentes penales y con las demás provincias de donde son los procesados.
Lo proveyó rubrica S.Sª; doy fé.
[Somera línea rubricadora de JOSÉ GONZÁLEZ GARCÍA y abreviada firma de LEON HERNÁNDEZ BENÍTEZ].
Cfr.: Archivo del Tribunal Militar Territorial 5.- 9342-297-21.- Causa 24 de 1937.- Folios 115 a 117.