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viernes, 27 de diciembre de 2019

Sobre arqueología y apologías imperiales


Puedes leer también Las ruinas de un imperio del blog "Arqueología de la Guerra Civil" de Alfredo González-Ruibal.

viernes, 20 de diciembre de 2019

El caso del viejo Gobernador que murió descalzo

Éste es un caso especial: la Guinea española contó con un gobernador integrante de la masonería y que fue fusilado.

¿Recordáis al gobernador Núñez de Prado?: Fue miembro de la masonería con el nombre de «Lafayette» y -en el periodo republicano- se afilió a la Unión Militar Republicana Antifascista-UMRA (la misma organización que salvó al crucero Méndez Núñez de pasarse a los golpistas).

En 1926, como General de Brigada, es nombrado Gobernador Militar de los territorios españoles del Golfo de Guinea, en cuyo destino permanece hasta proclamada la II Republica.

Contábamos en 80 años del exilio republicano español, que también sufrieron el exilio «funcionarios que pasaron en algún momento por la administración colonial, y acabaron inhabilitados para el cargo público y se vieron forzados al exilio. Son casos como el del doctor Juan Bote, León Felipe, boticario y administrador del hospital de Elobey que falleció en el exilio en México, Joaquín Mallo, presidente del Consejo de Vecinos de Santa Isabel que falleció en el exilio en Francia, o Guillermo Cabanellas de Torres, exSecretario del Gobierno General de la Guinea Española que falleció en el exilio en Argentina». Pero no sólo sufrieron el exilio... hubo de todo, hasta fusilamientos como el de Fulgencio Rosique Maya, el de Restituto Castilla González o el del gobernador Miguel Núñez de Prado Susbielas.



Celebraciones en Santa Isabel con motivo
de la llegada del nuevo gobernador.

Gonzalo Álvarez Chillida le dedica un párrafo al gobernador en Los gobernadores de Fernando Póo (1858-1930):
Los escándalos de corrupción y de abusos en la recluta de mano de obra del continente paras las plantaciones de Fernando Poo, que estallaron en la prensa tras la caída del dictador [Miguel Primo de Rivera], salpicaron a Núñez de Prado, quien abandonó la colonia el 19 de abril de 1931, reclamado desde Madrid por el Gobierno provisional de la recién proclamada república. Tenía entonces 49 años, y era el único de los últimos gobernadores de Guinea que permanecía como militar en activo. En Madrid supo ganarse a las nuevas autoridades, a pesar de su pasado primorriverista y monárquico. Pese a sus buenas relaciones con los misioneros claretianos, fue el único de los gobernadores de los que se tiene constancia de haber pertenecido a la masonería. Se inició en ella en 1923, antes del golpe de Primo de Rivera, pero al poco debió suspender sus actividades en la misma, que debió renovar durante la república. Durante ésta desempeñó puestos militares importantes, como el mando de la 2ª División orgánica, la Inspección General del Ejército o la Dirección General de Aeronáutica. Cuando la sublevación militar de julio de 1936 se mantuvo leal al Gobierno hasta el punto de que accedió a ir a Zaragoza a intentar revertir la insurrección en la ciudad del general Cabanellas, aun sabiendo de sus escasas posibilidades de éxito.
Tal vez, el hecho de que tanto Cabanellas como Queipo de Llano hubieran -según Ramón Franco- participado del intento del golpe de Estado republicano de diciembre de 1930, le hicieran confiarse.

Sin embargo, fue fusilado pocas semanas después.

En El general Miguel Núñez de Prado y el comandante Francisco León, asesinados por los franquistas en Pamplona en 1936 por defender la legalidad republicana desarrollan más su trágico final:
A su llegada a Zaragoza el avión fue confiscado, y Núñez de Prado y sus acompañantes fueron capturados: el mecánico se pasó a los sublevados, el piloto sería fusilado meses más tarde, y el comandante ayudante fue cosido a tiros el 26 de noviembre de 1936 con el pretexto de que había intentado fugarse. El propósito de Núñez de Prado era persuadir al general Cabanellas al mando de la V División Orgánica para que no se uniera a los sublevados. Éste y sus jefes le retuvieron varios días, hasta que fue trasladado a Pamplona. Hacia el 23 o 24 de julio de 1936 fue encarcelado en el fuerte de San Cristóbal (Pamplona) y fusilado poco después por órdenes de Mola. Hugh Thomas sostiene que junto a Núñez del Prado también fue fusilado su ayudante el comandante de caballería Francisco León López. Otros autores creen que fueron asesinados.
Por último, concluye el artículo:
La Asociación de familiares fusilados de Navarra (AFFNA), creen tener localizado el lugar exacto que alberga sus restos mortales, según el testimonio de Ricardo Sola testigo directo en solitario y oculto del fusilamiento, en el cruce a Murugarren de la carretera Bearin a Abarzuza (Navarra). Hay pleno convencimiento de que los ejecutados en aquel lugar el 10 de agosto de 1936 fueron el general Miguel Núñez de Prado y su ayudante, el comandante de caballería Francisco León López. Verdugos y prisioneros, todos con ropas militares, llegaron en un coche. Los 2 fusilados calzaban botas rojas de buena calidad y los ejecutores, se las quedaron. “..Se metieron en la pieza, aquí, de estas flores, ocho metros para arriba, en este orillo y... a ver, quitaros los zapatos, las botas. Se quitaron las botas..¡daros media vuelta! Pun, pun, al agujero..se cayó y todo. Aquí mismo, yo estaba aquí. Ahí había una pared..”.

Sorprendente el detalle de las botas... que recuerda al relato del cónsul británico tras el bombardeo y toma de Bata: "los prisioneros del Ciudad de Mahón fueron llevados a tierra a la 1:30 pm, bajo el sol abrasador. La mayoría de ellos no tenía zapatos. A todos les habían afeitado la cabeza. Hoy comienza la corte marcial. Se esperaba que los prisioneros fueran llevados a Canarias para ser juzgados, pero el comandante del Mahón parece tener poderes muy amplios y podrían ejecutarse aquí mismo las sentencias."



Tras el fusilamiento del viejo Gobernador, a su viuda le negaron durante años (hasta 1944) la pensión por carecer de certificado de defunción. «Su mujer, que se encontraba en Barcelona, ​​vendió la colección de objetos de Núñez de Prado en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​y fueron incorporados a la Sección de Etnografía del Museo de Arqueología, bajo el nombre de 'colección de Arte Negro, armas y vasijas de los indígenas de Fernando Poo'. Ésta fue una de las colecciones que constituyeron los fondos del Museo Etnológico de Barcelona, ​​1948».

martes, 10 de diciembre de 2019

Entrevista a Antonio Nombela

Hace unos años empezamos nuestro paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel con La Gürtel de la CEDA en Guinea...:
La "denuncia Nombela" o "Caso Tayá" es una historia vieja... la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) tuvo su propia caja B, un comisario Villarejo, su respectivo conseguidor como el pequeño Nicolás y un desconocido M. Rajoy que acabó generando la caída del gobierno de derechas en la II República... caída inesperada para los partidos que integraban la coalición, y cuya frustración por la consecuente victoria del Frente Popular desencadenó la ruptura del 18 de julio de 1936.
(...) Incluso entre la documentación elaborada por José Antonio Primo de Rivera en la prisión de Alicante, se incluye la referencia al "Asunto de Guinea..." como parte de su "síntesis moral" de los motivos que condujeron a la "rebelión" en julio de 1936.
Hoy reproducimos una entrevista de Mundo Gráfico a Antonio Nombela publicada en diciembre de 1935:

El ex inspector general de Colonias don Antonio Nombela, autor de la sensacional denuncia a las Cortes de "los tres millones de Tayá" habla a MUNDO GRÁFICO: "Para mí era un problema de conciencia, y no tenía más camino que el que he tomado".

El ex-Inspector general de las Colonias don Antonio Nombela Tomasich nos recibe en su domicilio de la calle de Narváez. El señor Nómbela es un hombre joven, sencillo, de pocas palabras, pero enjundiosas; de gesto sobrio y de modales francos. El escrito enviado a las Cortes por el ex inspector de Colonias denunciando graves irregularidades administrativas ha colocado a este funcionario en el primer plano de la actualidad. Nombela es Caballero de la Orden de San Fernando -tiene la laureada-, y ha vivido siempre alejado del barullo político.
Cuando el reportero le habla de la sensación que ha causado en las gentes su denuncia, nos responde con firmeza:
-No he querido ni he buscado el escándalo, y aquí, si hay escándalo, no es en mis palabras, sino en los hechos que denuncio. He ido demorando mi determinación a instancia del señor Chapaprieta y ante la promesa de que ellos resolverían. Por último, viendo que las Cortes iban a cerrarse, y cansado de recibir felicitaciones y de oír epítetos contra el señor Moreno Calvo, sin que en definitiva se sacara a la luz este asunto, opté por enviar mi escrito a la Cámara de los Diputados para que ella hiciera justicia. Yo no he estado afiliado nunca a ningún partido político, ni he sentido jamás deseos de mezclarme en ninguna lucha de partidos. Me he limitado a cumplir con mi deber y a ir donde se me ha mandado.
Y añade, después de una ligera pausa:
-No es cierto, como se ha dicho, que yo pedía la restitución de mi cargo. Al contrario, afirmé que al dar este paso no aceptaría ni reposición ni cargo alguno, sino que mi deseo se limitaba a que se hiciera justicia y se castigara a los culpables.
-¿Es usted militar, señor Nombela?
-Soy capitán de Aviación.
-Creo que es usted un hombre muy enterado de los problemas coloniales, y que a ellos ha dedicado su actividad.
-No sé si los conoceré bien o mal; pero lo que puedo decirle a usted es que he estudiado los problemas coloniales en los libros y en la realidad, con afanes de acierto. He estado diez años en África, dos años de subgobemador en Guinea, y para completar lo que se puede llamar, quitándole todo aire de jactancia o de pedantería, la «cultura colonial», fui comisionado -durante el Gobierno del señor Martínez Barrio- a Bruselas, Amsterdam, Amberes y París, para estudiar la organización de las Colonias y los centros coloniales extranjeros.
-Afirma usted en su escrito a las Cortes que la organización de nuestras colonias de África Occidental -Guinea y Fernando Poo- adolecen de taras y defectos que es necesario subsanar. ¿En qué consisten estos defectos?
-Es muy largo de contar. Precisamente en el decreto orgánico -con la creación de la Inspección de Colonias- estaba hecho por mí para limar estos defectos. Pero la mayoría de estos proyectos tropezaban con la obstrucción, tenaz e irreductible, del señor Moreno Calvo.
-La oposición del subsecretario de la Presidencia culminó en el asunto Tayá.
-Este acoso ha durado siete meses. El señor Moreno Calvo empleaba conmigo desde la amenaza a la conminación o el soborno verbal. Todo era inútil, por la sencilla razón de que yo he pensado siempre que el Estado me pagaba a mí para que defendiera los intereses del país; y el señor Moreno Calvo -como usted habrá leído en el escrito mío- opinaba lo contrario. Por eso, en una de las muchas discusiones que tuvo conmigo exclamó irritado: «¡Qué... tanta defensa del Tesoro!»
-¿Todos los asuntos de las Colonias pasaban por las manos de usted?
-Todos. Ahora que en este asunto de Tayá, o sea del cheque de los tres millones trescientas diez y ocho mil pesetas, con la orden del Consejo de Ministros, mi responsabilidad era solamente de índole moral; pero como yo veía que aquello no era una cosa limpia, creí mi deber oponerme con todas mis fuerzas para que se frustrara el propósito del señor Moreno Calvo. Para mí era un problema de conciencia, y no tenía más camino que el que he tomado. Ahora estoy tranquilo.
-¿Trató usted al señor Tayá?
-Yo no he visto al señor Tayá más que una vez. Sólo ha hablado conmigo en una ocasión.
-Sobre este tema interpeló al Gobierno el diputado señor Cano López.
-Cuando el señor Cano López llevó este asunto al Parlamento, yo no tenía el gusto de conocerlo. Ahora, sí.
-«Me consta -dice usted, señor Nombela, en su escrito a las Cortes- que ninguna investigación se efectúa respecto de la gestión del señor Moreno Calvo, tan públicamente denunciada y conocida no solamente en el asunto que nos ocupa, sino en otros muchos, como el de la Comisión de Agricultores, Productores de Cacao y Chocolateros»... ¿Qué hay en estas palabras suyas?
-En esto de los Agricultores, Productores de Cacao y Chocolateros -arguye el señor Nombela- hay cosas interesantísimas, de delicada índole moral, que es necesario que conozca el país, y no -como ahora ocurre- sólo un número determinado de personas. Por eso yo pido una investigación que deje al descubierto de una forma clara y diáfana la conducta de cada uno, y que al que haya hecho granjeria y cotización de su cargo se le castigue. Pero, en fin, esto está entregado al Parlamento, y él hará justicia, como lo ha hecho otras veces. Por eso digo en mi documento que, «movido principalmente por estímulo de este doloroso pero estricto deber de ciudadanía, de promover la sanción de los que delinquen desde los altos puestos que les confía la nación, y por la justa aspiración de que en el lugar donde se ha puesto mi honor en entredicho .se depure mi conducta y se proclame mi correcto proceder, acudo, en ejercicio de un derecho constitucional, a las Cortes con este escrito».
Estrecho la mano del señor Nombela, le felicito por su actitud, y me voy.
El reportaje ha terminado.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Requeté tropical

Joaquín Coll y Astrell en Guinea.
Vimos anteriormente en Falangistas morenos o El Cejas en Bata, que la Falange contaba con presencia en el territorio ecuatorial: «meses antes del 18 de julio existían milicias de Falange en Santa Isabel, organizadas por Luis Ayuso Sánchez-Molero, capitán de la Guardia Civil (...), las cuales apenas declarado el estado de guerra se presentaron correctamente uniformadas y equipadas».

Pero ¿y el carlismo?

El carlismo tuvo presencia efímera en el territorio desde que a raíz de las fallidas guerras carlistas sus militantes fueran deportados a Filipinas y Fernando Poo.
De hecho, en 1876 hay censados «71 deportados carlistas, la mayoría ya indultados, adaptados al país».

Y aunque parezca anecdótico, el carlismo dejó su impronta en la Guinea Española: precisamente Iradier acabó en el golfo de Biafra, tras coincidir en 1873 con el explorador Stanley, que en esa época era corresponsal del New York Herald cubriendo el conflicto carlista.
Pero Iradier, como francmasón, es muy poco probable que fuera carlista.

Sí hay otros casos con vinculación real y mayor permanencia, especialmente entre algunos finqueros de origen catalán:

Es un buen ejemplo Joaquín Coll y Astrell, médico y periodista que dirigió la revista África y que poseía importantes propiedades en la isla de Fernando Póo, donde pasó bastantes temporadas. 

Pero si la última guerra carlista y los deportados son del siglo anterior, y el propio Coll falleció en 1910....  ¿qué fue del carlismo en la Guinea Española durante el golpe del 36?

Quien nos haya acompañado por este paseo a lo largo de la calle 19 de septiembre de la vieja Santa Isabel, no le resultará desconocido el nombre de Teodomiro Avendaño y del Hoyo, finquero y responsable de la fuga de los oficiales del crucero Méndez Núñez.

Según Historia del Tradicionalismo Español, en Fernando Poo existía un «núcleo carlista de prestigio dirigido por el hacendado don Teodomiro Avendaño». 

Y éste fue un actor clave en el triunfo de los golpistas en la isla.

Ya había tenido contradicciones anteriores con el gobernador por discrepar con las regulaciones laborales que estaba impulsando (se puso coto a la recluta de nativos realizada hasta entonces, siendo sustituida por bolsas de trabajo reglamentadas), ejerciendo Avendaño su oposición como presidente de la Cámara Agrícola.

Avendaño, entrevistado en octubre de 1932.

En el verano de 36, con el inicio del conflicto, asumirá nuevamente un rol protagónico entre los confabulados (el denominado sector clerical y lobby agrícola), canalizando las reuniones del casino y de la Cámara Agrícola.

Cuenta el diplomático Francisco Pascual de la Parte en Las Puertas del Paraíso que «una noche, tuvo lugar una reunión en el barracón de la Cámara. Allí estaban los hacendados, presididos por Teodomiro Avendaño, algunos mandos de la Guardia Civil, el jefe de la Guardia Colonial y su ayudante, (…). Avendaño comenzó la alocución patriótica que ya traía preparada. Siguieron intervenciones de los oficiales del Méndez Núñez que habían quedado en la isla tras el motín de la marinería. Su prestigio era alto y su nivel cultural muy superior al de todos los presentes, de modo que fueron escuchados con mucha atención. El principal objetivo de la reunión era confirmar la actitud que adoptarían las fuerzas del orden. Estas se hallaban compuestas por unos 500 hombres en total, que incluían efectivos de la Guardia Civil y seis compañías de la Guardia Colonial a las órdenes un teniente coronel llamado Luis Serrano Marangues. Para tranquilidad de los hacendados, en la reunión quedó claro que las simpatías de las fuerzas del orden, sin excepción alguna, se decantaban hacia el bando nacional».

Según "La guerra silenciosa y silenciada" de los hermanos Salvador y Fernando Moreno de Alborán y Reina, en el proyecto de hacerse con el crucero Méndez Núñez, pensaron incluso incluso en su voladura. A tal efecto, el finquero fernandino Maximiliano Jones, por mediación de su vecino Avendaño, facilitó la dinamita que fue transportada a pie por el teniente de complemento Velo desde San Carlos a Santa Isabel. El proyecto se frustró por haber llegado a oídos del propio Gobernador el cual ordenó registrar la casa del Sr. Avendaño donde se incautaron algunas de las armas que poseía.

En cualquier caso, estos preparativos fueron frustrados por la deposición de los oficiales del Méndez Núñez y su confinamiento en la hacienda de Avendaño en San Carlos. Y si bien esas reuniones fueron la base del posterior golpe del 19 de septiembre, la posterior fuga de los oficiales organizada por -y con- el finquero, le impidió participar en el mismo.

La información es escasa: Cuenta La Guinea Española en el obituario (falleció en 1962) de Avendaño, que éste les habría  acompañado hasta Canarias en la huida, y que regresó para participar  de la toma de Bata entre los voluntarios canarios del Ciudad de Mahón. En esa acción asumió el nombre de guerra de "sargento Paisa".
Tras el sometimiento de la zona continental, el "sargento Paisa" asume de forma interina la subgobernación de Bata, siendo recibido y festejado a los pocos días en la isla, para retornar poco después a la península, en donde participa en Salamanca de las negociaciones entre Franco y Salazar. Recalca el artículo que el finquero contribuyó además con su patrimonio personal al sostenimiento del bando franquista, hasta poner en riesgo su propia economía. 
Tras la guerra se valoró su nombre como gobernador general y Jefe Provincial de la recientemente unificada Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. en los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, rechazando Avendaño el ofrecimiento, para volcarse en sus negocios y en la participación activa en la Cámara Agrícola.

Él fue quien dio empleo en la década de los cuarenta al coronel Félix Muedra como gerente de su empresa Bokoko (gestora de la finca Avendaño, antigua hacienda Jones). Muedra, había sido un militar republicano asignado al Estado Mayor del Grupo de Ejércitos de la Región Central sobre quien siempre cayó la sospecha de connivencia con los franquistas (se le señaló reiteradamente como saboteador y quintacolumnista en el frente de Madrid).

Pasadas las décadas -seguirá su obituario- las oxidadas armas que había reunido a escondidas para el alzamiento en Santa Isabel y que usó para secuestrar la lancha con la que huyó de la isla en el 36, generaron sospechas en una generación más joven de autoridades franquistas, por lo que los viejos compañeros de la guerra tuvieron que interceder por él para evitarle problemas.

Completamos su biografía con un par de detalles familiares: el sargento Paisa había nacido en Liendo (Cantabria) en 1896, en una familia indiana que había hecho fortuna en Cuba y Nueva Orleans. De hecho su tío Peregrino Avendaño había sido comandante confederado de la milicia española de esa ciudad.

Fragmento de Cuaderno de viaje a África de Mª de las Nieves Braganza Borbón.
Archivo de la familia Borbón-Parma, PARES.

No tiene que ver con esta historia... pero os dejamos un bonus track en forma de carta certificada de ¿1943? de un desconocido "T. Avendaño" desde Bokoko al capitán de artillería Luis Gil-Delgado Agrela en Madrid.




domingo, 1 de diciembre de 2019

Fallecimiento de Manuel Pérez Teira en prisión

La información sobre Guinea Ecuatorial es escasa y dispersa... y en lo que al golpe de Estado del 36 se refiere, éste se resume habitualmente en un par de anécdotas.

Sin embargo, razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea», como fue el fusilamiento de Luis González Peña.
Pero tampoco hay datos sobre los fallecidos en prisión (como Jaime Gay Compte)... o con motivo de su paso por ella como es el caso de Sebastián Nacarino Romero.

Pedro Medina Sanabria está realizando un gran trabajo para permitir el acceso a diferentes expedientes a través de su blog, y éste nos cuenta del Fallecimiento de Manuel Pérez Teira en prisión preventiva, durante el periodo de instrucción: tripulante (timonel según el 2º oficial Francisco Seguí Darder) del "Fernando Poo", no llegaría a ver los muros del campo de concentración de Gando. A Pérez Teira apenas le dio tiempo de declarar el 20 de octubre ante Juan Fontán, juez nombrado para el esclarecimiento de los hechos ocurridos en el vapor “Fernando Poo” el 14 de octubre de 1936, y pasado el mes de esa declaración falleció en Santa Isabel.

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[Oficio encabezado por el escudo republicano español, y membrete de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea]
109
Tengo el honor de informar a V.S. en contestación a su atento escrito de fecha de ayer, que el tripulante del “FERNANDO PÓO”, Manuel Pérez Teira, ingresó en este establecimiento, el día 24 de Noviembre del año próximo pasado, gravemente enfermo de Pleuresía, y falleció el día 1º de Diciembre siguiente, a consecuencia de emplema de la pleura del lado izquierdo, obrando el correspondiente certificado de defunción, en el Registro civil de este Juzgado Municipal.
Dios guarde a V.S. muchos años.
Sta. Isabel 20 de Enero de 1936.
[Firma rubricada]
[Al pie]
Sr. Juez Eventual Militar, Don José González, Capitán.
en la Cámara Agrícola.

Cfr.: Archivo del Tribunal Militar Territorial 5.- 9342-297-21.- Causa 24 de 1937.- Folio 109.
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Salta a la vista que, en este documento, el año de la fecha debía haber sido 1937, y no 1936.
Lapsus calami típico del cambio de año.

viernes, 29 de noviembre de 2019

El caso Acacio Mañé: ‘Negro limbo’, la historia olvidada del colonialismo español en África

Tamara García nos cuenta en el Diario de Cádiz sobre la realización de un nuevo documental de Lorenzo Benítez:
  • El realizador gaditano Lorenzo Benítez comenzará el próximo año el rodaje de un documental sobre la desaparición de un líder negro en la Guinea española bajo el régimen franquista
Un fotograma del documental ‘Negro limbo' del realizador gaditano Lorenzo Benítez.
Tres años de investigación, meses y meses de trabajo en nuevas fórmulas narrativas e incontables horas en las que volcar todo el talento y la pasión por el audiovisual han convertido a Negro limbo en una realidad que cada vez está más cerca. Y es que el proyecto documental del realizador y periodista gaditano Lorenzo Benítez, con el que sacará a la luz la cara más desconocida, la historia olvidada, del colonialismo español en África, comienza su rodaje el próximo año.

“Estamos en un momento muy especial porque ya tenemos armada la estructura narrativa del largometraje y contamos con apoyos económicos, especialmente el de Diputación de Cádiz, para poder pensar ya en rodar de cara a 2020”, explica el director de la cinta desde el Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam, uno de los más prestigiosos del sector, donde ha acudido con su equipo para completar la financiación de su proyecto y para reunirse con diferentes programadores de festivales interesados ya en Negro limbo.

Y es que el filme rescata uno de los episodios más desconocidos del colonialismo español en África durante el régimen franquista, “pues si todavía tenemos el capítulo abierto de la memoria histórica, de los muertos enterrados en cunetas en nuestro país, imagínate en qué situación de olvido se encuentra este tema en los territorios que fueron colonia como Guinea Ecuatorial”, reflexiona Benítez sobre el país en el que centra su película, actualmente, en fase de preproducción.

Así, la desaparición de un líder negro en la Guinea española durante la dictura franquista es el motor de una cinta donde se abordarán “los pactos de silencio” que se establecen “en las familias, las instituciones y la sociedad en general” para “esconder verdades incómodas”, adelanta.

De esta forma, Negro limbo situará al espectador en 1959, año en el que el continente africano hervía
“en procesos de independencia, más o menos violentos y, la mayoría, traumáticos”. África se convertía en el cruento escenario de la guerra fría, mientras que el régimen de Franco había logrado que España entrara en Naciones Unidas y procuraba ganar aliados en la diplomacia internacional para ir saliendo de la autarquía y el aislamiento internacional.

Con este telón de fondo nos encontramos con una Guinea española, actual Guinea Ecuatorial, como “granero de cacao, café y madera para la metrópoli” pero donde la mayoría de la población negra estaba tutelada como menor de edad, salvo una élite de hombres negros emancipados, finqueros y cazadores de elefantes, que empezaban a organizarse políticamente para reclamar la soberanía ante Naciones Unidas. Y en uno de esos hombres, un hombre cuya desaparición, sesenta años después, sigue sin resolverse, se fija Benítez en Negro limbo, “a partir de la investigación que inició entonces el Fiscal General de la colonia”, revela.

“Podríamos decir que en el documental se superponen dos capas, que lo recorren dos miradas, la de los nostálgicos de la época que tienen una visión idealizada de las colonias y otra visión más profunda y desconocida que se extrae de la propia investigación que se enmarcaría también en la memoria histórica de España”, valora su director.

Lorenzo Benítez, realizador del documental Madres invisibles (2016), es también productor de la cinta a través de Antonia Films –una casa productora de reciente creación en Cádiz orientada al cine documental creativo y que está impulsada por Benítez y la cineasta hispano-nicaragüense Mercedes Moncada– aunque también se cuenta con la producción de Izar Films (Guipúzcoa) y con la colaboración de 3boxmedia International Sales (Alemania) y la Diputación Provincial de Cádiz. Además, en el proceso de postproducción se sumará Elamedia Estudios (Madrid), gracias a un premio obtenido en el Mercado de Cine Documental de Tenerife Afrolatam 2019.

Además de este galardón, Negro limbo ha sido el único proyecto de documental creativo de los veinte seleccionados – entre más de 400– en el 17 Curso de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos organizado por Ibermedia, Fundación Carolina, Ministerio de Cultura, AECID, Fundación SGAE y EGEDA. Un curso, que finalizó la semana pasada y que tuvo como consultores de guión a Montxo Armendáriz y Michel Gaztambide, que ha dotado al realizador gaditano de “nuevas herramientas narrativas” provenientes del cine de ficción “con las que alimentar la estructura narrativa del documental”.

En el último año, el proyecto también ha participado en el laboratorio de proyectos de L’Alternativa Festival de Cine Independiente de Barcelona y en un taller de Sources2 Script Check de Europa Creativa Media Andalucía.

lunes, 18 de noviembre de 2019

El caso del farero

En la entrada Libre de toda sospecha exponíamos el ensañamiento con que se castigó la lealtad a la República o la tibieza en el apoyo a los golpistas dentro de la función pública.

En algunos casos, además de la inhabilitación perdieron bienes, fueron desterrados, estigmatizados socialmente o cumplieron prisión (o todas ellas combinadas). Y en otros, como el del Luis González Peña -el practicante de Fernando Poo-, la persecución acabó en fusilamiento.

Por su claridad, rescatamos el caso de Juan Viñolas Puig (* Sant Feliu de Guíxols, Girona 28/11/1906 - ✝ Málaga 13/2/2001), torrero en excedencia en su plaza en el faro de la isla de Aire (Menorca) desde junio de 1935 como "supernumerario activo por haber pasado al servicio de la Dirección General de Marruecos y Colonias" y al que tardaron décadas en reintegrarle en su puesto tras la salida de Guinea. 

Éste solicita en febrero de 1937 el reingreso en el cuerpo y el gobierno republicano le destina a la suplencia de Girona. Terminada la guerra es expedientado por los ganadores. No es hasta el 18 de noviembre de 1953 en que tras "depurar la conducta político-social del Técnico-mecánico de Señales Marítimas don Juan Viñolas Puig" es readmitido con sanción al cuerpo. Todavía en 1959 se documenta su solicitud de levantamiento de la sanción de postergación, quedando la misma sin efecto, colocándole en el Escalafón en el lugar que le correspondía.

Como parte de las sanciones, fue sometido a diferentes traslados forzosos (lo que en la práctica supone un destierro de Girona), pasando por los faros de Portman (Murcia), Vizcaya y Málaga, acabando jubilado el 28 de noviembre de 1976 en esta última suplencia.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Alias Charlie

Hubo un tiempo en el que Arturo Pérez-Reverte, el enfant terrible de las letras ibéricas fue enviado especial del diario Pueblo. «Cuando estaba en el diario Pueblo me iba a África, pasaba allí dos meses y a la vuelta decía: “Mira, tengo esto”, y lo ponían en primera. Pero eso se acabó». De ese período quedan las crónicas "Guinea Ecuatorial: ahora o nunca" y un rosario de relatos propios y ajenos, que -tal vez- algún día se puedan leer en un único tomo...

Mientras, disfrutemos de La noche de Malabo:

Alguna vez les hablé de mi amigo el espía, que era de los que espiaban como Dios manda, jugándose fuera el pellejo en vez de estar aquí apalancado cual rata de alcantarilla, pinchando teléfonos y trapicheando con secretos de bragas y coronas, como hacen otros. Mi amigo -a estas alturas puedo nombrarlo sin que pase nadase llama Carlos Guerrero y ahora, retirado del oficio, viste el uniforme que durante veinte años se apolilló en un armario. Carlos, alias Charlie, tuvo diferentes coberturas a lo largo de su azarosa vida profesional. Una fue la de agregado cultural en Guinea Ecuatorial, donde nos encontramos varias veces. Y allí ocurrió el episodio que quiero contarles.

Fue hace unos diez años. España iba de capa caída en Guinea, como siempre y en todas partes, y Francia se aprovechaba de los trenes baratos para acrecentar su in fluencia. Apenas derrocado Macías, el presidente Teodoro Obiang había pedido al gobierno de UCD una compañía de la Legión para garantizar la estabilidad de la ex colonia. Pero la timoratez y el miedo a lo políticamente incorrecto no son patrimonio exclusivo del Pepe ni del Pesoe, de modo que los de don Adolfo se acojonaron por el qué dirán y respondieron no, disculpe, oiga, no queremos ser tachados de neo-colonialismo. Por supuesto, la Frans, que sí lo tiene claro en África -donde mantiene tropas sin el menor complejo-, se apresuró a hacerse cargo del asunto; y por fin apadrinó un despliegue de soldados marroquíes, corriendo París con los gastos. De ese modo, controlando los gabachos la seguridad de Obiang, empezó el declive de la influencia española en Guinea y la reconversión de ésta al área franchute.

Aunque lo suyo era espiar -incluso tenía como alumno de castellano al embajador norteamericano en Malabo- Charlie no descuidaba las tareas de su cobertura diplomática. Y la creciente presencia francesa le repateaba mucho el hígado. Libraba sus dos batallas, la clandestina de agente secreto español y la pública de agregado cultural de la embajada, completamente en solitario, sabiendo que Madrid pasaba mucho del tema y que la suya era una causa perdida. Pero no se rendía, y una noche se le ocurrió un gesto simbólico que, como me dijo, no iba a cambiar nada pero le aliviaría, al menos, la mala leche. Así que, tras planificar casi militarmente la operación, nos vestimos de oscuro y salimos a la calle con un cargamento de pegatinas que la embajada tenía arrinconadas -Madrid había prohibido distribuirlas, por no herir, cielos, susceptibilidades francesas- que rezaban: Aquí hablamos español.

Fue una de esas noches que uno vive para recordarlas después. Nos acompañaba en la incursión una bellísima mujer llamada Gabrielle: una princesa africana auténtica, junto a la que Naomi Campbell no parecería más que una marmota y una ordinaria. Gabrielle era amiga nuestra, odiaba a los franceses porque habían fusilado a su padre en Camerún, y no había perdido el sentido del humor. Así que salimos los tres a recorrer las calles de Malabo, esquivando patrullas, y llenamos de pegatinas la ciudad, incluidas la puerta de la embajada francesa, la casa y el coche de su agregado cultural, la embajada norteamericana y los muros de la Ciudad Prohibida, donde los centinelas, por cierto, estuvieron a punto de trincarnos junto al palacio presidencial. Excuso decirles que, miedo aparte, nos reímos hasta saltársenos las lágrimas. Y uno de los recuerdos magníficos que conservo de aquella noche consiste en que Gabrielle llevaba unos téjanos muy ceñidos -tenía un tipazo soberbio-, y en uno de los bolsillos traseros se había puesto una pegatina. Y cuando estábamos tirados en el suelo, en la penumbra de una esquina, mientras esperábamos que se alejara una patrulla, yo tenía a un palmo de los ojos ese Aquí hablamos español, pegado en aquellos téjanos que moldeaban un culo estupendo.

En fin. Son recuerdos de cada cual. Pero me han venido hoy a la memoria después de enterarme de que Teodoro Obiang ha decidido convertir el francés en idioma oficial de Guinea, y de que España está a pique de perder el mísero hilo de influencia cultural que aún la ligaba a su ex colonia. Esa Guinea que los pichafrías de la UCD empezaron a perder, el PSOE -tan europeo y atlántico él- dejó pudrirse sin remedio, y ahora el PP no sabe cómo liquidar, porque de África, fuera del negrito de las huchas del Domund, no tiene ni puta idea.

sábado, 16 de noviembre de 2019

El farmacéutico de Bata

Vivienda familiar y Farmacia Lcdo Matamala en Bata.
Fotografía de noviembre de 1935
publicada en el twitter de D Matamala.
En este paseo por la calle 19 de septiembre de la vieja Santa Isabel ha surgido en varias ocasiones el nombre de Rafaél Matamala Baeza, el farmacéutico de Bata:

Podría haber surgido en más testimonios, ya que fue farmacéutico del Hospital de Santa Isabel, así como en el de San Carlos y en el de Elobey, precediendo en estos últimos puestos al poeta León Felipe. Siendo administrador y farmacéutico, asumió también funciones de gobierno, como la supervisión de la obra de comunicación terrestre de San Carlos a Santa Isabel, o la dirección del centro de salud, y -eventualmente- tareas de subgobernación del islote de Elobey.

A inicios de los años 30, prestando en ese momento servicio en la farmacia del Hospital de Santa Isabel la revista La Farmacia Moderna recoge su empeño por lograr el arraigo de la quina en la región como remedio contra el paludismo. Se trata de una encomienda del Comité Nacional del Quino, que se recibe con alegría «¡ya tenemos quinos nacidos en España!»: la malaria no se erradicó oficialmente en España hasta 1964, y la germinación de la semilla francesa y su cultivo eran fundamentales en el tratamiento, estando Matamala entre los pioneros tanto en el cultivo en estufa como en la identificación para aprovechamiento médico de posibles variantes locales.

Más avanzada la década, acabó teniendo su propia licencia farmacéutica en Bata.

En el artículo La casa del padre de Raquel Ilombe sobre el bombardeo de Bata por el Ciudad de Mahón, se recoge la narración de su hijo Gonzalo «...una vez en la bahía de Bata arriaron esta bandera [francesa] e izaron la bandera de los rebeldes (la actual) y sin previo aviso comenzaron a bombardear la ciudad y en especial muchos de los cañonazos fueron dirigidos hacía nuestra casa...», la huida y posterior repatriación a la España peninsular pasando por un breve exilio en Camerún. Precisamente en La huida, se incluye la relación de exiliados que desde Camerún remite Rodrigo Miralles 19 de octubre al Diario de Almería, en la que se encuentran:
Emilio Fontanet, Ángel García Villalba, Eugenio Domingo, Rafael Maciello, su señora y dos hijos; Antonio López y su señora; Toribio Villalobos, Juan Antonio Ortiz, Luis del Caso, Juan Notario Notario y su señora; Rafael Matamala, señora y dos hijos,...
Meses después, según Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte de Pozanco -al que citamos reiteradamente- se anota que «con fecha 11 de enero y en el vapor Asia, vía Burdeos, marcharon, rumbo a la península».

En abril de 1936, La Guinea Española informaba del asentamiento de una nueva factoria «TriSeGal, formada por los Sres Trigo, Sevilla y Gala. Está situada en el edificio propiedad de D. Bernardo López y en el mismo lugar, que ocupó la farmacia del Sr. Matamala».

Por último, en la publicación del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas - 3 de abril de 1940 (I) recogíamos su condena a «dos años de destierro de estos Territorios y la multa de dos mil pesetas». Realmente 2.000 pesetas eran una gran cantidad para la época, pero -sobre todo- la sentencia marca políticamente al farmacéutico y permitía la expropiación de sus bienes para cubrir la multa... a pesar de haber fallecido tres años y medio antes (el 17 de diciembre de 1936) en acción de guerra en Teruel, como recoge su hijo Gonzalo en Recuerdos de mi primera infancia.
En 1957, tras años de ensañamiento, la maquinaria franquista le genera un expediente de indulto, más de dos décadas después su muerte.

Pero para conocer más sobre su vivencia, os recomendamos este hilo redactado recientemente por uno de sus nietos:

viernes, 8 de noviembre de 2019

El caso del cartero de Bata

Contaba Juan Rodríguez Doreste en su vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazarero de Gando que «Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora. (...) Y así un día aparecieron por Gando, derrotados, pálidos, con evidentes señales del estrago corporal que les había causado una reclusión que lindaba en infrahumana. Constituían un buen contingente, muy heterogéneo de composición, pero muy homogéneo en la solidaridad, en el buen espíritu. Venían funcionarios caracterizados: el tesorero de Hacienda, el jefe de Correos, el jefe de la Policía gubernativa, el comisario López García, pintoresco personaje, realmente detenido por error, pues no era ni chicha ni limonada, dependientes de la Curaduría, algunos profesionales, cultivadores y finqueros, escritores, un excelente poeta, etc. y la totalidad de la tripulación del Fernando Poo».

¿El pero..., el jefe de Correos condenado a prisión?

La historiografía franquista narrará que «el jefe de Correos, Isidro Álvarez Martínez, inició una suscripción para las “fuerzas leales que luchan en los frentes”. Porcel la encabezó con quinientas pesetas y llegaron a recaudarse unas diez mil, que se entregaron al comité del control del barco para que las pusiese en manos del Jefe de Gobierno. También empezaron a cargarse en el correo frutos del país donados para los milicianos por los agricultores coaccionados por el Subgobernador». O en palabras de uno de los Voluntarios Canarios, «como dato muy del estilo rojo, diremos que el administrador de Correos se dedicaba a saquear los envíos de dinero y a retirar las cartas enviadas a las personas de derechas, que jamás pudieron recibirlas».
Aunque, tal vez, su principal pecado sería haber tomado parte de la reunión urgente en la subdelegación del Gobierno en Bata, tras la caída de Santa Isabel: «Por la noche se celebra una reunión confidencial y secreta de elementos del Frente Popular, que presiden Porcel y Pozanco, y a la que asisten Alejandro Torres, Rafael Iranzo, el jefe de Correos, Isidro Álvarez y el brigada e instructor de la Guardia colonial Emilio Fontanet. En esta reunión se adoptaron graves acuerdos: proclamar el estado de guerra; destituir y arrestar al capitán y a los oficiales de la Guardia colonial y nombrar comandante militar de la colonia a Fontanet. Y, por último, sustituir a todos los administradores territoriales que no inspirasen confianza».


Así con todo, el 1 de octubre -a instancias de la tripulación del vapor Fernando Poo- se habría elegido asambleariamente un Comité Central del Frente Popular en Río Muni (el de Fernando Poo -que era anterior- lo había disuelto el gobernador cesado), siendo Isidro Álvarez integrante de ese nuevo comité.

En cualquier caso, si la función pública se convirtió en un nuevo y cruel campo de batalla en la retaguardia, el cuerpo de carteros no quedaría al margen. Así lo cuenta Juan Ramírez Dampierre, Vicecónsul portugués en Fernando Poo, lo cuenta de esta forma en sus comunicaciones:
Los presos políticos en número de cuarenta, están bien guardados y vigilados por las milicias, (...). Entre ellos hay media docena de funcionarios de la Secretaría General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central comunista. (...) El número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos.

Imagen tomada del

Así, Álvarez, significado como uno de los apoyos de la administración pública al subgobernador, salió huyendo reintegrándose al cuerpo de correos en el territorio republicano. Con el avance de los golpistas, se suma a la retirada a Francia (en noviembre de 1937 el gobierno de Burgos decretó su suspensión delservicio). En el blog deportados de Asturias relatan que «hacia finales de 1942 Isidro Álvarez Martínez fue detenido por los ocupantes alemanes e internado en el campo de tránsito de Compiègne. Desde allí fue deportado el 24 de enero de 1943 a Sachsenhausen en el primer gran transporte  desde Francia a este campo de concentración situado al norte de Berlin. En el convoy iban más de cincuenta republicanos españoles, en su inmensa mayoría resistentes. A ellos se le sumarían en el año siguiente otros 150 compatriotas, entre ellos Francisco Largo Caballero, quien llegó al campo en el verano de 1943. Isidro Álvarez (prisionero nº 59282) no llegaría a coincidir con el antiguo jefe de gobierno español. En mayo de 1943, fue llevado a una prisión de la capital alemana y desde allí enviado a la cárcel de Laufen, a orillas de Danubio». Es probable que como nacido en Cuba fuera confinado con menor rigor que otros republicanos, por lo que  «Tras año y medio de cautiverio Isidro y sus improbables compañeros de prisión se beneficiaron de un intercambio de prisioneros auspiciado por las Naciones Unidas. Como hombres libres, en febrero de 1945 llegaron al campo de refugiados de Philippeville, Argelia». Con el fin de la guerra mundial, solicita la repatriación: «Se abrió así un proceso en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, en el que la principal prueba documental en su contra era una simple comunicación de 1936 de la Logia Jovellanos de Gijón con la Logia Constancia de Ourense interesándose por los antecedentes de aquel funcionario de Correos que había manifestado su voluntad de entrar la masonería. En el verano de 1947 el tribunal dicto sentencia absolutoria, dejando así vía libre para su retorno a España». Esa carta, enviada durante su servicio en Viana do Bolo (Ourense), el antecedente de haber sido fundador de la Agrupación Socialista de Viana, y los únicos informes desfavorables remitidos desde Bata la impedirán reincorporarse a su puesto en correos. Hasta que «a comienzos de 1970, Isidro reclamó una vez más su reintegración en el cuerpo de Correos. A punto de cumplir los setenta años, era la última oportunidad que le quedaba de volver a formar parte de la Administración y obtener así una pensión por los veinte años de servicio. En esta ocasión no hubo ningún informe negativo, y todo indica que in extremis Isidro volvió a ser funcionario del estado por unos meses». 

Oficina de Correos de Santa Isabel, antes de 1929
(fondo claretiano).

En el caso de Luis Buelta Saura, su colega adscrito a la oficina de Correos en Santa Isabel, para el que el fiscal pedía cadena perpetua, pesó mucho su compromiso con el semanario El Defensor de Guinea. Como La Guinea Española relataba en su edición del 21 de mayo de 1939, «llegó afortunadamente en 19 de septiembre de 1936 el alzamiento nacional en esta isla, y los Sres. Buelta, Gay, Robles y demás comparsa del Frente Popular fueron retirados de la circulación; y por tanto, muerto y sepultado EL DEFENSOR DE GUINEA, y la imprenta del Sr. Robles incautada por el nuevo Estado...», por lo que finalmente fue condenado a 10 años de prisión.

Es la experiencia, igualmente, de José Lizcano Barco, Oficial tercero de correos en en los territorios españoles del Golfo de Guinea.

No hay mucha información accesible sobre él, aunque fue un prolífico escritor cuyos artículos descriptivos de rutas y viajes abundan en revistas y periódicos.

Opositó en 1927, incorporándose en los servicios centrales del cuerpo de correos en 1930, y un año después -tras cumplir con los requisitos del servicio militar- fue destinado en Alcázar de San Juan (su pueblo natal), en donde se le recuerda como uno de los tres míticos promotores de la vuelta ciclista local en 1933.

En 1934, ya está ocupando plaza en Guinea, siendo uno de los funcionarios leales a la República depurados tras la caída de Bata. Según la historiografía franquista, fue Lizcano el que frustró el golpe de Estado en la zona continental al reportar al Subgobernador las comunicaciones de Oliveda a los oficiales de Bata para que secundaran su declaración de estado de guerra en Kogo y Río Benito.
Consta igualmente que que integró tanto el Comité Provisional del Frente Popular en Río Muni (al igual que Isidro Álvarez), como el Comité Central elegido posteriormente.

Desde Burgos, el gobierno de Franco
cesaba a los funcionarios de correos en 1937.
En enero de 1937, el gobierno de la República readmite en puesto y derechos a varios funcionarios coloniales, incluyendo en la declaración a «D. José Lizcano Barco, Oficial de Correos afecto a la Administración de Bata (Guinea Continental española)», así como a «D. José Monedero Carrillo, Oficial segundo del Cuerpo de Correos, Interventor de la Administración Principal de Correos de Santa Isabel de Fernando Póo. D. Rafael Masiello Guerrero, Administrador territorial de Guinea Continental. D. Eduardo Sánchez Hernández, Administrador del Servicio Radiotelegráfico de Río Benito, en los territorios españoles del Golfo le Guinea, y D. Emilio Fortanet Monfort, Instructor de primera de la Guardia Colonial».

En Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte. Colección Actualidad, 1937, Pozanco deja constancia de su exilio temporal y posterior repatriación con su familia: «En el vapor Brassa, zarparon con rumbo a Dakar y de allí a España, lo siguientes: José Lizcano Barco, Emilio Fontanet Monfort, Rafael Masiello Guerrero y familia y Luis Martínez y familia».

En  noviembre de 1937, los carteros de Fernando Poo y Rio Muni son cesados de puesto por el gobierno de Burgos. Una decisión que será reiterada dos años después.

Concluida la guerra,... estará cumpliendo pena de prisión en Canarias..

A estas sanciones previas, se le sumará en junio de 1941 una sentencia por unanimidad del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas con sede en Santa Isabel:

«Visto por el Tribunal que al margen se expresa el expediente de responsabilidad política seguido contra José Lizcano Barco, de treinta y tres años de edad, hijo de José y de Dionisia, soltero, oficial de Correos, natural de Alcázar de San Juan, provincia de Ciudad Real, y en la actualidad en ignorado paradero. Fallamos: Que debemos declarar y declaramos responsable políticamente al encartado José Lizcano Barco de hechos graves, y que procede imponer e imponemos la pena de doce años de destierro de estos territorios y la pérdida total de sus bienes que posee el mismo en la Colonia».

Unos años después, la ORDEN de 26 de julio de 1943 por la que se concede la libertad condicional, sin la liberación del destierro, a doscientos ochenta penados, establece su salida provisional de la Prisión Provincial de Las Palmas de Gran Canaria, sin la liberación del destierro.

Privado de su carrera profesional, apartado de la función pública, sin bienes y desterrado del territorio ecuatorial, rehace su vida en Alcázar de San Juan reciclándose como docente de primaria en el Colegio-academia Cervantes.

Años después, Antonio Moreno evoca con cariño su recuerdo de José Lizcano como maestro en El Semanal de La Mancha:

«Tengo recuerdos muy gozosos del día a día en la Academia (...). El aula de D. José Lizcano, la de Primaria, estaba inmediata a la entrada, a la izquierda junto al despacho de dirección, donde solía estar perenne D. José. Aprendí a leer en las cartillas de Trillo Torija; el resto de la Primaria, estudiando en las enciclopedias de Dalmau Carles, de los grados Elemental, Medio y Superior. De D. José Lizcano recuerdo su bondad, paciencia y desesperación, a veces, cuando la clase se “removía” y trataba de poner orden a base de palmetazos en la mesa. De vez en cuando se le escapaba algún pescozón para los que tenía cierta soltura. Era una clase unitaria, con todos los grados, y no menos de 80 alumnos entre 5 y 17 años. Un auténtico reto pedagógico que ahora haría temblar a más de uno. El hacinamiento, el frío o el calor según las épocas, y las incontinencias gástricas, incluso el ostentoso ventoseo, producían un olor casi masticable que mezclado con la humareda de los cigarros que fumaba el maestro, “caldo gallina” gordo y liado en papel Bambú, creaban un ambiente espeso y neblinoso que nos ha hecho resistentes a muchas adversidades tenidas ahora como nocivas e insoportables. A media mañana, el maestro Lizcano sacaba de su taquilla un paquete de galletas María y una botella de anís del Mono con agua. De pie, frente a todos, desperezándose, se comía las galletas y echaba tragos, a morro, acompañados de un sonante y rítmico glu, glu, glu; de postre, un suculento pito».

Y pese a todo, seguirá cultivando su afición por la escritura.
En la Memoria del curso 1948-49 de la Academia Cervantes podéis encontrar uno de sus artículos africanos.

miércoles, 30 de octubre de 2019

El último gobernador republicano

Hay datos que pasan desapercibidos en el anecdotario de la guerra civil...:

Así, no se recuerda que -tras la caída de los territorios del norte de África, Canarias, Fernando Poo y Río Muni- el último territorio africano fiel al Gobierno de la República será la isla de Annobón.

Igualmente tampoco se guarda memoria del nombre del último gobernador republicano en África. Se trata del abogado Rafael Masiello Guerrero, vinculado familiarmente a la Unión Patriótica, que sería -según la retórica de La Guinea Española- el administrador territorial "accidental" de Ebibeyin:

Cuenta la crónica franquista, que tras la caída de Bata se dio una estampida entre los pobladores de origen europeo, se da incluso «la fuga de Furundarena, administrador territorial de Ebibeyin, que abandona su puesto y se refugia en el territorio francés del Camerón (..). La calma queda rota y el Subgobernador y sus auxiliares empiezan a perder la tranquilidad. Al administrador fugitivo le sustituye un hombre incondicional: Rafael Masiello». Así, cuando se da el repliegue de los republicanos, «en Ebibeyin sale a recibirlos el administrador territorial, Rafael Masiello, nombrado por el Comité del Frente Popular para sustituir a Furundarena: consigo tiene los destacamentos de la Guardia colonial del poblado de Alén y de Mongomo. Está dispuesto a la resistencia».
El subgobernador Porcel resuelve cruzar la frontera en dirección a Yaundé, mientras el último grupo de republicanos se organiza al mando de Fontanet para defenderse en el área y -en asamblea- reconoce al administrador Masiello como último y máximo representante del gobierno, asumiendo éste de modo efímero las funciones de Gobernador General del territorio.

Al final, como sabemos, la posición resultaría indefendible y -tras sufrir bajas- se verán obligados a cruzar la frontera.

En Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte, Pozanco deja constancia de su exilio temporal y posterior repatriación con su familia: «En el vapor Brassa, zarparon con rumbo a Dakar y de allí a España, lo siguientes: José Lizcano Barco, Emilio Fontanet Monfort, Rafael Masiello Guerrero y familia y Luis Martínez y familia».

En enero de 1937, el gobierno de la República readmite en puesto y derechos a varios funcionarios coloniales, incluyendo en la declaración a «D. Rafael Masiello Guerrero, Administrador territorial de Guinea Continental». El 2 de abril, se reiterará en La Gaceta su condición de «afecto al Gobierno legítimo de la República».

A partir de ahí, resulta complicado seguir la pista del último Gobernador republicano. Si bien hay constancia de un Rafael Masiello Guerrero, que igualmente era abogado y nacido en Madrid. Éste, había sido nombrado el 7 de abril de 1937 -por el gobierno republicano en Valencia- presidente del Jurado de Urgencia de Cuenca, para lo que previamente se le había nombrado Juez de Primera Instancia e  Instrucción interino. 

Mientras el Gobierno republicano le rehabilita, por su parte el Gobierno de Burgos le incluirá en la requisitoria del 12 de diciembre de 1937 (II Año Triunfal) en la que se informa de la acusación de «delito de rebelión» y «se ruega y encarga a todas las Autoridades y Agentes de la Policía Judicial de la Nación, procedan á la busca y captura de dicho procesado, el que de ser habido será puesto a la disposición de este Juzgado». Y el 23 de marzo de 1939 -casi tres años después del triunfo del golpe de Estado en el territorio ecuatoguineano-, formará parte de la Causa 630 de 1936 de Fernando Poo.

Probablemente, por los orígenes de Masiello en la Unión Patriótica, tras la caída de Bata clamaba La Guinea Española contra «Los anfibios, acomodaticios (...) como aquellos que en tiempos de la Dictadura se hicieron de la Unión Patriótica y al cabo de unos meses, los vimos en las filas del socialismo. (...) ¡ojo! nada de contemplaciones, que de esa cantera han salido los traidores. Los dudosos no deben ocupar puesto alguno en la administración, de la que se debe separar todo lo que sea podrido».

Finalmente, el 25 de abril de 1940 será condenado a «tres años y un día de destierro y la multa de dos mil quinientas pesetas» por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel. Y «requerimiento de pago en forma a dicho encartado, cuyo actual paradero se ignora» en junio de 1941.


Todavía en 1947 en La Guinea Española se referían a él como «el Abogado Sr. Masiello, [administrador territorial de Ebibeyin] durante el mes de revolución».

Con respecto al Masiello destinado en Cuenca, tras la victoria golpista en la provincia, será denunciado por la Falange y condenado a muerte por el procedimiento sumarísimo de urgencia en Consejo de Guerra el día 31 de marzo de 1939, por un delito de adhesión a la rebelión.
Fue fusilado en Cuenca el 2 de abril de 1939, y sus bienes expropiados.
En septiembre de 1940, por resolución del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Albacete, será condenado a una multa 1.000 pesetas que deberían pagar sus herederos cuyo paradero se desconocía:
Orden Señor Juez Especial de Sentencias de la Auditoría de Guerra de la 5ª Región Militar. Heridas por arma de fuego (5:30 horas) Sus dos hijos y su mujer, Joaquina Quintero Ramos Izquierdo, emigraron a Venezuela en los años 50 por las dificultades que entrañaba su vida en España.
Al poco común apellido traído de Calabria a España por su abuelo Pascual Masiello, se suma una razonable coincidencia de fechas (rehabilitación e incorporación a la función pública en la zona republicana), profesión y la edad. De ser la misma persona (y todo apunta que así es), tendríamos un nuevo republicano de la Guinea Española fusilado tras Luis González Peña (†1937), a los que se podrían sumar los de Fulgencio Rosique Maya (†1936) y Restituto Castilla González (†1940).
Así, junto con Miguel Núñez del Prado (†1936), serían dos los antiguos gobernadores fusilados.

Y en su caso -algo inusual entre los coloniales, ya que la mayoría la obtuvo después cumplir condena o incluso haber fallecido- no pareciera tampoco haber un expediente de indulto (lo hay de 1957 a nombre de Rafael Manzielle Guerrero), aunque sí tiene ficha en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.

Su nombre está incluido en la lápida de homenaje en el Cementerio Municipal de Cuenca dedicada a los 500 represaliados.



miércoles, 23 de octubre de 2019

El libro como artículo de lujo


No es sólo porque lo diga Juan Tomás Ávila Laurel, el libro ha sido siempre un artículo de lujo en la tierra ecuatorial.

Escribía Miguel de Unamuno (Salamanca 1920) en el prólogo a El país de los bubis de José Más que:
«nos cuenta casos y cosas de países salvajes, un largo pasaje sobre la primera caja de libros que llegó, para la venta, a Fernando Poo, pasaje que más de una vez tendremos que recordar. Los anteriores colonos de la isla tropical africana no tenían libros; "nos aburre la lectura", le decían a José Más, pero éste, a quien fué la lectura la que le lanzó a los doce años a su vida aventurera, deseaba libros para alimentar su fuente de acción. Porque él vivía y los otros se dejaban vivir, él era un emigrado, los otros emigran- tes. Escribió a su casa pidiendo libros y le enviaron unas cuantas novelas de Julio Verne y del capitán Mayne Reid.
"¡Oh, cómo gocé -exclama- con aquellos cuadernos de portada azul; con aquellas hojas agarbanzadas, a dos columnas, de letra menuda; con aquellos ingenuos grabados en madera, donde adquirían vida real los personajes y las descripciones!"
Recordamos nuestra edad de los doce años, cuando, Quijotes casi infantiles, eran esas mismas novelas de Julio Verne y Mayne Reid nuestros libros de caballerías. Y aquel amigo que trastornado por su lectura estudió náutica y se embarcó de piloto para experimentar un naufragio. Y por cierto lo experimentó y no quiso volver a embarcarse. Lo que nos sugirió el primer pareado de unas aleluyas que escribimos por entonces, y que decía : "Le gusta naufragar, y se hace una vez al mar"».
«No, no olvidaré nunca aquel momento -escribió José Más-. Excuso decir que entre Pedro Gay y mi insignificante persona quedaron repartidos casi todos los libros. Sólo se pusieron a la venta los que venían repetidos. La compra de libros me costó el sueldo de un mes. Pero ¿qué importaba? ¡Si yo hubiera dado por ellos toda mi fortuna!».

Así, esa caja sería el origen de la primera venta de libros en el país:

Diario La Libertad, 7 de mayo de 1935.
«Más nos cuenta cuál fué la primera carga de libros que llegó para la venta a Fernando Poo, casi todos novelas extranjeras en traducciones de la Casa Maucci -era la casa misma, en efecto, la que traducía, y son traducciones industríales-, y cómo el primer volumen que se vendió fué el que incluye El jugador y Las noches blancas, de Dostoyeuski, y lo compró un oficial de infantería de marina. ¡Leer Las noches blancas en una noche negra de Fernándo Poo, no lejos del Ecuador! O en una de aquellas noches de las que Más nos dice que "la luna era un sudario que se extiende sobre las olas muertas" y "es todo como una inmensa tumba donde hubieran sepultado al mar, al cielo y a la tierra"».
Un hito, lo suficientemente inusual como para que años después, en la Feria del Libro de 1935 en Madrid, José Más diera una conferencia sobre «cómo se vendió el primer libro en Fernando Poo».

Propuesta de 1871 para la creación de
bibliotecas populares en Puerto Rico y Fernando Poo.




Otra cosa sería el endeble sistema bibliotecario en el territorio... Por años el monopolio del saber estuvo en las órdenes religiosas, que custodiaban los escasos libros de la isla, como pudo constatar un bibliófilo empedernido como el gobernador Fontán.

Ya en una etapa temprana (1871), desde la gobernación se había solicitado infructuosamente la incorporación del África ecuatorial al modelo de bibliotecas populares desarrollado en las provincias peninsulares.

Pero no es hasta 1939, en que siguiendo el modelo de "Lecturas para el Soldado" se desarrolla el servicio de "Lecturas para el marino", disponiendo bibliotecas de a bordo instaladas en los buques en armarios portátiles y de bibliotecas depósito situadas en los puertos españoles y «cuya misión es ir canjeando los fondos de aquellas, a la llegada de los barcos». Seguro que la instruida tripulación de la Trasmediterránea disfrutó de amena lectura con el paternal apoyo de la empresa.

Sin embargo, es en 1942, cuando para conmemorar la Fiesta del Libro, el Ministerio de Educación Nacional crea la biblioteca municipal de Santa Isabel en el edificio del Instituto Cardenal Cisneros: «Es la Biblioteca un depósito de energías vitales, una cantera de renovación de los conocimientos y un hogar donde el lector encuentra los medios adecuados para la formación y perfeccionamiento de su cultura. Son estos medios los libros, que llevan con­sigo la memoria de los siglos, contie­nen y encierran las emociones y la ciencia de la humanidad y abarcan hasta limites que parecían inverosími­les el saber de los hombres.
Con su actividad, la Biblioteca in­fluye poderosamente en el desarrollo y transformación de la individualidad religiosa, política, social, literaria, ar­tística, científica o profesional de su público; y fomentar su difusión es una de las más trascendentales misiones que competen a este Ministerio».

Fue inaugurada en 1944 con una sucursal en Bata y dos bibliotecas circulantes en Annobón y San Carlos. En 1951 se proyecta extender el servicio bibliotecario a nuevos territorios, en Santa Isabel: la Biblioteca del Patronato de Indígenas, dedicada a éstos exclusivamente, y la Biblioteca del Hospital General. Y en Guinea continental: en Niefang Ebebiyin, Mikomeseng, Río y Kogo.

Reglamento de la biblioteca pública de 1944.
Pero eso... ya es historia vieja: realmente la primera biblioteca pública de Santa Isabel tuvo una vida efímera, y décadas después el panorama no es mucho mejor.