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martes, 23 de mayo de 2023

La memoria histórica deslocalizada II

La memoria histórica en España se olvida que las fronteras evolucionan con el paso del tiempo como señala Mª del Mar Fernández Pérez en "Memoria y frontera...":

En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial.
Resulta llamativa esta falta de referencias a las colonias si tenemos en cuenta que el imaginario colectivo de la Guerra Civil está plagado de referencias al norte de África: allí se produjo el golpe de estado en un primer momento, de allí venía el ejército africano y la famosa y temida guardia mora. Esta guerra, tan importante para la historia europea, empezó en África, y allí se produjeron los primeros asesinatos de quienes permanecieron fieles a la legalidad republicana. Es muy difícil hablar de este periodo sin hacer referencia al protectorado y situados en el momento actual, habrá que afrontar el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica en territorio extranjero.

Siendo así, ¿cómo reaccionar cuando la memoria histórica española es protagonista en otras tierras? Cuenta precisamente Juan Miguel Baquero en El país de la desmemoria: del genocidio franquista al silencio interminable cómo:

En otra parte del planeta existe un insólito reducto de simbología del régimen de Franco. Filipinas desafía a la memoria histórica con varias calles dedicadas a falangistas y militares sublevados. Mola St aparece en los letreros callejeros de Manila recordando al cerebro del fallido golpe de Estado de julio del 36 que provocó la Guerra Civil española. Del cruce de esta vía salen otras llamadas Aranda, Ponte, Mascardo -por Moscardó- y Dávila, en homenaje a veteranos de la campaña de Marruecos y luego rebeldes contra el gobierno republicano. Estas calles enlazan con Primo de Rivera, en el barrio de Singkamas, hasta llegar a La Paz en el distrito obrero de Pasong Tamo. El distrito del área de Makati es una ruta del fascismo español por el apoyo que la oligarquía manileña brindó a los golpistas. «De todos los países, Filipinas fue donde hubo más apoyo a Franco en la colonia española», explicaba a la agencia Efe el profesor especializado en Historia de Asia de la Universidad Complutense de Madrid Florentino Rodao, autor del libro Franquistas sin Franco: una historia alternativa de la Guerra Civil desde Filipinas. «Filipinas fue uno de los países que se pusieron del lado de Franco cuando la retirada de embajadores de la ONU», tras la resolución que sometía a España al aislamiento diplomático en 1946. Y la Iglesia católica local apoyó al golpista español, nombrándolo incluso Rector Magnificus de la Universidad de Santo Tomás. O celebrando misas en memoria de José Antonio Primo de Rivera, cuyo padre, el dictador Miguel Primo de Rivera, había participado en la guerra contra los independentistas del archipiélago a finales del siglo XIX. En el barrio de La Paz también hay un callejón dedicado al general sublevado Miguel Cabanellas. El franquismo lo retiró de la nomenclatura, pero Manila conservó su nombre. «Como Cabanellas era masón, pasó a ser ignorado por las autoridades rebeldes pero en Filipinas no se enteraron de la situación, por lo que conservó la calle», explicaba el historiador. Y ahí siguen las calles fascistas de Filipinas. La memoria histórica de Franco está construida en esta base material, palpable, pero los símbolos etéreos del relato de los vencedores también han penetrado en el ideario popular hasta crear una dura e impermeable coraza. El franquismo sociológico no conoce fronteras.




Si Filipinas, Marruecos, Guinea Ecuatorial o -por ejemplo- Guatemala mantuvieran simbología equívoca o monumentos desafortunados, ¿podrían verse privados de subvenciones (art. 39 de la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática), incluidas las correspondientes a la Ayuda Oficial al Desarrollo?


Aprovecha para pasear de nuevo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel: