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lunes, 3 de octubre de 2022

El Taiwan Ibérico (V)


Esta es una historia curiosa... ¿recordáis El Taiwán ibérico (IV) y el oro de Moscú, conforme al cual el Gobierno de la República en el exilio habría financiado a los independentistas ecuatoguineanos (con el oro de Moscú) como vía para combatir a Franco?
No fue la única ni la última teoría conforme a la cual el declive de Franco debería iniciarse en el reducto más remoto del territorio español... y en las entradas dedicadas al Taiwán Ibérico encontraréis una relación de intentos.

Ésta es una entrada curiosa, ya que PARES conserva una carta (1965-01-28, Nueva York) de Moe Fishman a Margarita Nelken (Comité de Ayuda al Pueblo Español en México):
Se trata de una misiva en la que Mosess "Moe" Fishman, el secretario ejecutivo de Veteranos de la Brigada Abraham Lincoln que luchó en la Guerra Civil española, refiere a Nelken asuntos tocantes a la labor de obtención de fondos para los refugiados y a la actividad de distintos colectivos (Frente Nacional de Liberación de Guinea Española) e individuos (Álvarez del Vayo, Enrique Líster, Modesto, etc.) involucrados en la lucha antifranquista. 
En el caso de los ecuatoguineanos, «éstos ven su lucha como parte de la lucha antifranquista», razona el excombatiente de la guerra civil.
El documento está escrito en papel con membrete de la referida asociación de excombatientes norteamericanos.



They see their struggle as part of the anti-Franco struggle.

lunes, 7 de febrero de 2022

El Taiwán ibérico (IV) y el oro de Moscú

Yate Vita
En este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hemos recopilado anteriormente
varios momentos históricos en los que las dos islas Formosa (Bioko y Taiwan) estuvieron a punto de correr procesos en paralelo.

Básicamente se trataba de facilitar la reconstitución del gobierno republicano en el exilio en un territorio no europeo y -con el apoyo internacional- forzar un cambio en el resto del territorio español.
Un proceso fallido que necesariamente recuerda al del la isla de Taiwán.
La última experiencia que incluiremos la relata Rafael de Mendizábal Allende en Misión en África. La descolonizaciónde Guinea Ecuatorial(1968-1969). Conforme al magistrado, tras la guerra mundial «había comenzado a fermentar un sentimiento nacionalista de baja intensidad y sin brotes graves de violencia, salvo el ataque el año 1962 en las cercanías de Ebebiyin a dos Guardias Civiles que, heridos, repelieron la agresión matando a cuatro de sus atacantes nativos. Ese fermento fue fomentado por los republicanos españoles exiliados en Méjico que pusieron a disposición de los descontentos 200 millones de pesetas del tesoro del yate Vita, cifra fabulosa en aquella época, con el fin de desestabilizar el Régimen, colocándole en una situación semejante a la del Portugal de Salazar, enzarzado en guerras coloniales, pequeño gran país siempre bravo, pero equivocado en aquella coyuntura».

Es una especie de leyenda urbana, conforme a la cual el yate Vita, habría partido al exilio mexicano al
final de la guerra civil, por instrucciones del gobierno español. En su bodega estaría almacenado parte del conocido como "oro de Moscú" (incluyendo el de las arcas de la Generalitat) y diversos bienes patrimoniales. Este "tesoro" sería por años un elemento de discordia entre los exiliados, incluyendo el Gobierno Vasco en el exilio a través de la tripulación vasca del yate.
Según algunas fuentes, el "tesoro" se usó para financiar los trabajos del Gobierno Republicano en el Exilio, agotándose finalmente en las primeras elecciones tras la muerte de Franco.

La información de PARES difiere con esa información, ya que el "tesoro" -tras un pulso inicial con el Gobierno de Negrín- fue administrado por la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), «organización creada por la Diputación Permanente de las Cortes Republicanas en el exilio a instancias del socialista Indalecio Prieto, para asisitir a los refugiados españoles en el exilio. Su finalidad era la de "administrar cuantos recursos y bienes pueda y deban destinarse al auxilio de quienes emigran de España por defender las instituciones democráticas de nuestro país" (...). Entre los años 1940 y 1942, la JARE desarrollando su actividad en Francia bajo la cobertura de la delegación del gobierno mexicano de Ávila Camacho. En diciembre de 1942, Ávila Camacho incautó los bienes de la JARE, cuya administración pasó a manos del estado mexicano, creando la comisión CAFARE para administrarlos. Con el objetivo de escolarizar a los hijos de los refugiados la JARE creo en México la Academia Hispano-Mexicana y el Instituto Hispano-Mexicano Ruiz de Alarcón».


Mendizabal, que fue asesor de Macías y -entre otros compromisos- Magistrado del Tribunal Constitucional, Presidente de Sala del Tribunal Supremo y Presidente de la Audiencia Nacional, es posible que tenga acceso a información privilegiada. Lo curioso de esta hipótesis, es que el propio Pío Moa alude al tesoro del Vita en su obra "Mitos del franquismo" pero no recoge que se utilizara en financiar a la disidencia o a los independentistas ecuatoguineanos.

Todavía en 2010, el argentino Bill Vidal desarrollaba un thriller histórico sobre el "Oro de Moscú" que derivaba en una trama ecuatoguineana: «En julio de 1936, el gobierno republicano decidió evacuar las reservas de oro españolas. Siete mil novecientas cajas llenas de oro partieron desde Cartagena rumbo a Odessa, pero sólo llegaron a destino 7.800. Así empezó el misterio del Oro de Moscú. En 2004, [Jack Hadley] un académico británico se propone escribir la biografía de El Azteca, un brigadista mexicano que intervino en la operación. Al hacerlo, se ve inmerso en una conspiración de primer orden. El CNI, el ICEX y Raúl Castro lo persiguen hasta lograr implicarlo en el golpe de estado de Severo Moto. España, América Latina, Guinea Ecuatorial... un nuevo eje sirve de marco a esta trepidante novela de acción en la que, más que nunca, nada es lo que parece».
Pero esa es otra historia....

lunes, 24 de enero de 2022

El Taiwán ibérico (III)

Euzko Deya-La voz de los vascos,edición de 1971.
Ésta es una gran historia: de cómo las dos islas Formosa (Bioko y Taiwan) estuvieron a punto de correr procesos en paralelo.

Básicamente se trataba de facilitar la reconstitución del gobierno republicano en el exilio en un territorio no europeo y -con el apoyo internacional- forzar un cambio en el resto del territorio español.
Un proceso fallido que necesariamente recuerda al del la isla de Taiwán.

En este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hemos recopilado anteriormente varios intentos durante el periodo de guerra fría:
Pues faltó una más, previo al inicio de la guerra fía...: Se trata de las maniobras del Gobierno Vasco en el exilio, en plena guerra mundial.

Es una obviedad, que al igual que franco recibió el apoyo de alemanes e italianos durante la guerra civil, en la II Guerra Mundial el gobierno franquista colaboraba con mayor o menor descaro con el Eje Roma-Berlín-Tokio, ocupando el territorio ecuatorial un papel interesante como veíamos en El granero en la retaguardia o incluso en Operación Gibraltar.

Así, previendo tanto la posible entrada española en la guerra, como la importancia estratégica del territorio en una posición de neutralidad sesgada, el Gobierno Vasco en el exilio manejó varias opciones, incluyendo la posibilidad de un levantamiento en el territorio para -conjuntamente con el gobierno de la República en el exilio- apelar al apoyo aliado para derribar al gobierno de Franco. O incluso magnificar la presencia alemana en Guinea para forzar una intervención de los aliados.

Se daban dos circunstancias:
  1. En Guinea, el PNV sabía por fuentes fiables que había infiltraciones alemanas desde diciembre de 1936, y que en Fernando Poo -centro neurálgico de las comunicaciones militares con las colonias francesas adheridas a De Gaulle- estaban realizando obras militares.
  2. Las cuatro décimas partes de la población blanca de Guinea eran de origen vasco. 
No es de extrañar, que en un intento por sustraer de miradas curiosas y hostiles la connivencia de las autoridades franquistas con la Alemania nazi, se produjeron expulsiones de diferentes colonos, incluyendo vascos (está documentada la de Elías Barrenechea, Manuel Olazábal Masa y la de su pariente  Ignacio Olazábal Uriarte).

Aquí es donde introducimos el relato de Ángel Elo de Tierra, Joven, Dorado, Guinea Ecuatorial, conforma al cual, «el 11 de septiembre de 1941 se creó en Gran Bretaña el 3º Batallón de Fusileros Marinos de las Fuerzas Navales Francesas Libres. Esa unidad debía de componerse de vascos españoles exiliados y también de voluntarios iberoamericanos, pero tuvo la oposición de las autoridades inglesas -que no deseaban indisponerse con Franco- y finalmente fue disuelta el 23 de mayo de 1942», como respuesta a una queja formal del Duque de Alba, embajador franquista en Londres, al Foreign Office.

Durante su efímera existencia, «la unidad quedó en un desarrollo puramente teórico: reglamentos, comisiones y nombramientos de oficiales. Su única plasmación práctica fue el envío de dos de sus oficiales bajo la tapadera de una misión comercial al África Ecuatorial Francesa Su objetivo era vigilar las actividades secretas alemanas en Río Muni, realizar labores de información y preparar una operación para el caso de que España entrara en guerra. Pero también esta misión se frustró al disolverse el Batallón y tener que regresar los dos oficiales».

Oficiales del 3er. BFM durante un curso de armas ligeras en Browndown, desarrollado del 30 de septiembre al 18 de octubre de 1941. En 1ª fila sentados: capitán de corbeta Servando Marenco, capitán Ries, mayor West, oficial de enlace PhilipKieffer y médico de 1ª Ángel Agirretxe. En 2ª fila,de pie: sargento instructor Blandford, alférez de navío de 1ª José María de Ballabriga, aspirante Servando Marenco alférez de navío de 1ª Antonio González, sargento instructor Guttridge.

Se trataba de Servando Marenco Reja, amigo de Fermín Galán y responsable de la sublevación en Lérida simultánea a la de Jaca, y teniente coronel del Ejército Republicano con el grado de capitán de corbeta y jefe del 3er. Batallón de Fusileros Marinos, y su hijo el aspirante Servando Marenco Delgado, que había sido alférez de Infantería republicano.

Como relata Juan Pardo San Gil en Marinos vascos en las Fuerzas Navales Francesas, «finalizados los cursos de preparación para oficiales, los dos Marenco, padre e hijo, fueron destinados a una misión especial en Brazzaville. Debían vigilar las actividades secretas alemanas en las posesiones españolas en Guinea Ecuatorial. Se tenían informaciones de la presencia de alemanes en la colonia española desde 1936 y se temía que, amparados en un pabellón neutral, pudieran realizar operaciones de desestabilización en el África Ecuatorial Francesa Libre. La tarea de estos oficiales era contactar con los vascos de la colonia, que formaban un núcleo numeroso entre la población blanca local, para recoger información y preparar una lista de personas favorables, susceptibles de ser utilizadas para sus fines. En caso de peligro se prepararía una operación desde el interior de la colonia que pareciera una querella interna entre españoles y tendría menos repercusiones que una acción militar internacional, fórmula que quedaría excluida a menos que España entrara en guerra. Sin embargo, los oficiales tardarían en llegar a Brazzaville, por las dificultades de transporte marítimo derivadas de la guerra, y apenas tendrían tiempo de realizar la misión puesto que el Batallón sería disuelto en 1942 y ellos tendrían que regresar. Además, en el desempeño de su labor, se toparon con que algunas autoridades francesas y personas de contacto en la región eran en realidad simpatizantes de Vichy y dificultaron aún más su trabajo. Les costaría un año regresar a Londres, sin que hubieran conseguido establecer una red de contactos con el interior de la colonia».

Oficiales del 3er. Batallón de Fusileros Marinos, en septiembre de 1941. En 1ª fila sentados: capitán de corbeta Servando Marenco y capitán de corbeta Juan de Arce. En 2ª fila, de pie: alférez de navío de 1ª Antonio González, alférez de navío de 2ª Juan de Basabe, médico de 1ª Ángel Agirretxe, aspirante Servando Marenco, alférez de navío de 1ª José María de Ballabriga. 

Mikel Rodríguez, en su libro Espías vascos afirma:

«... de los espías e informantes aliados que actuaban en la colonia, sólo conocemos que Elías Barrenechea y Manuel e Ignacio Olazábal fueron expulsados por “anglófilos furibundos”. Prepararon operaciones de auténtico fuste ¡hasta sublevar la colonia!
(...). En uno de los informes de la red de espionaje, podemos leer:
Uno de los tres miembros de la comisión comercial que se encuentra en África ecuatorial es un agente del servicio secreto español que tiene la función de supervisar la llegada de alemanes en Río Muni y Fernando Po. Ya en diciembre de 1936 el embajador en La Haya, Semprún y Gurrea, había advertido de infiltraciones alemanas y trabajos militares y no había razones para pensar que los alemanes se habían ido.
Ante el peligro de que los alemanes se apoderen de la Guinea española, en el corazón de las posesiones de la Francia Libre, el hecho de que los vascos representen los 4/10 de la población blanca de la Guinea española y sus dependencias constituye un factor favorable a una acción vasca. Se informa además desde hace alrededor de tres meses de diversos casos de expulsión de colonos vascos, lo que parece indicar un incremento de la actividad que debe sustraerse de ojos curiosos y hostiles.
La labor del agente vasco consistirá en alentar las labores de inteligencia en los miles de vascos y eventualmente entre los oficiales españoles, secundar el servicio competente francés en su labor de información, elaborar la lista de personas simpatizantes susceptibles de ser utilizadas para nuestros fines y, dado el caso, si un peligro concreto aparece, preparar una acción que, partiendo del interior y estando revestida de querella intestina entre españoles, presentaría menos riesgos de repercusiones desfavorables que una acción militar de orden internacional, forma de acción que, además, a menos de una entrada oficial en guerra de España, queda totalmente excluida".
Volvemos a encontrarnos ante el leitmotiv de los “servicios”: exageración del peligro nazi para convencer a los Aliados de la hostilidad española. Resultaba imposible para los alemanes, que no dominaban el mar, hacerse con el control de Guinea. Por otra parte, parece improbable que los colonos iniciaran cualquier aventura al grito de “libertad”, pues los 150.000 indígenas a los que recientemente habían expropiado las tierras podrían tomar buena nota del eslogan.

Creemos –y es una suposición– que estos espías debieron informar en profundidad sobre las defensas de la colonia, porque allí se produjo una de las acciones más enigmáticas de la guerra: la Operación Postmaster. En enero de 1942 un remolcador, que no lucía bandera, penetró en la bahía de Santa Isabel y abordó el líner italiano Duquesa de Aosta y los mercantes alemanes Likomba y Bibundi. Grupos de comandos saltaron sobre los buques, lanzaron cables de arrastre y zarparon ante la impotencia de la Guardia Colonial, que los hostigó a tiro de fusil a falta de medios más potentes. Como Londres intentaba evitar los incidentes con España, se pensó que era cosa de la Francia Libre. Y, sin embargo, fue el 62 Comando del SOE, cincuenta hombres -entre ellos tres exiliados republicanos de los que no conocemos la identidad- denominados Small Scale Raiding Force. Esta incursión exigía una información pormenorizada de las defensas de la isla y del estado de la máquinaria de los mercantes. La presencia de una simple ametralladora o de un mortero podía hacer fracasar la operación y provocar un incidente internacional. Alguien debió dar todo tipo de seguridades de que nada más que fusiles roñosos se opondrían al abordaje».

Oficiales del 3er. Batallón y miembros del PNV y del Consejo Nacional de Euzkadi (de izquierda a derecha): médico de 1ª Angel Agirretxe, Elías Etxebarria, alférez de navío de 2ª Juan de Basabe, Luis Arredondo, capitan de corbeta Servando Marenco, Manuel de Irujo (presidente del CNE), capitán de corbeta Juan de Arce, Antonio Gamarra, alférez de navío de 1ª José María de Ballabriga, José Ignacio de Lizaso, aspirante Servando Marenco y alférez de navío de 1ª Antonio González.

Sobre el último párrafo Mikel Rodríguez, los investigadores Pedro J. Oiarzabal y Guillermo Tabernilla afirman en La OSS y el Servicio Vasco de Información-la Organización Airedale que «el Comando Número 62, una fuerza de incursión a pequeña escala (Small Scale Raiding Force) compuesto por cincuenta y cinco soldados, creada en 1941 y desmovilizada en 1943, fue puesto bajo la dirección del SOE. Su primera acción fue la Operación Postmaster (14 de enero de 1942) con el objetivo de desarticular una base de operaciones del Eje en la isla de Fernando Po (Guinea Ecuatorial española), que se dedicaba a aprovisionar de combustible a barcos italianos y alemanes. A pesar de la reticencia de las autoridades británicas para atentar contra un país neutral, el SOE llevó a cabo la operación especial con gran éxito, enviando un mensaje de advertencia claro y directo a España. En esta operación intervino el comandante del 3er Batallón de Fusileros Marinos, Servando Marenco, y su hijo del mismo nombre, que también estuvo en el batallón».

Como anécdota final, Postmaster fue uno de los primeros éxitos de los comandos británicos y sirvió de modelo para otras operaciones similares. Pero no sólo para futuras operaciones: Ian Fleming -más conocido como autor de James Bond- se involucró en esta operación como comandante de la División de Inteligencia Naval británica: ésta primera acción y posteriores fueron parte de los insumos que crearon al agente 007. De hecho, no son pocos los que creen que Gustavus March-Phillipps, el oficial a cargo de la misma, fue precisamente la inspiración de James Bond.



lunes, 22 de noviembre de 2021

El Taiwán ibérico (II)

Pues no fueron los únicos intentos... cuenta Eduardo Martín de Pozuelo en la edición del 5 de agosto de 2005 de La Vanguardia que "CIA y FBI supieron en 1962 de una insólita alianza militar de cubanos y exiliados para atacar territorios africanos españoles":

«No siempre los servicios de información norteamericanos están seguros de la veracidad de lo que averiguan, pero aún en esos casos no dejan de emitir la nota secreta correspondiente. Esto es exactamente lo que sucedió a finales de 1961 cuando el FBI y la CIA tuvieron noticia, cada uno por su lado, de un extraño plan de invasión militar de alguna colonia africana española del que formaría parte nada menos que Enrique Líster, el líder comunista español entonces exiliado en la Unión Soviética. Los norteamericanos no terminaron de creer que el ataque pudiera producirse, pero sí que estuvieron convencidos de que la URSS andaba muy interesada en el Sahara español, en el que desde mediados de los años cincuenta las escaramuzas contra el llamado Ejército de Liberación del Sahara se sucedían sin solución de continuidad. Estados Unidos descartó la supuesta invasión pero dejó escrito que, de intentarse, el territorio escogido sería el de Guinea.

Esta curiosa historia arranca el 19 de octubre de 1961 cuando una fuente cubana a la que no se identifica en la nota hallada por este diario en los Archivos Nacionales de Estados Unidos informó al FBI de un pacto entre comunistas españoles exiliados y cubanos con el objetivo de invadir "uno de los territorios africanos de España". La fuente indicó que Enrique Líster, al que describía como "un ex general del ejército republicano español y miembro del Partido Comunista", había estado en Cuba preparando el asalto y que, como resultado del acuerdo, entre 700 y 800 combatientes cubanos habían viajado a Checoslovaquia para recibir un entrenamiento militar intensivo. El FBI suponía, y así lo escribió, que el gobierno español estaba al tanto de esta información.

El 28 de noviembre, la CIA informó, de fuentes españolas que no identificaba, de que en Cuba se estaba formando una brigada internacional - con cubanos y voluntarios extranjeros- liderada por Líster con la ayuda de otros diez miembros del PCE en el exilio. Estos últimos colaborarían en el entrenamiento militar de la brigada en Checoslovaquia o Polonia. El montaje contaría con el apoyo de la URSS, que facilitaría los submarinos para el transporte.

La inteligencia de EE. UU. analizó las informaciones precedentes y sacó la conclusión que transcribimos íntegramente: "Puesto que el informe de la CIA descarta el aspecto de la brigada internacional de Cuba, lo que queda es el entrenamiento indicado de cubanos y de miembros del Partido Comunista español tras el telón de acero, con el objetivo supuesto de invadir un territorio africano español. Dicha invasión no sería posible en el caso de las fuertemente fortificadas Ceuta y Melilla, y no se sostendría en la expansión tórrida del Sahara español, ni en Ifni, donde hay estacionadas suficientes fuerzas militares españolas para repeler dicha invasión. Guinea Española (Río Muni continental y las islas de Fernando Poo y Annobón) son los territorios africanos españoles más desarrollados, excluyendo Ceuta y Melilla y son los más alejados de España y, aparentemente, los menos defendidos militarmente. En esta zona hay alrededor de 1.000 personas entre militares y Guardia Civil, siendo la gran mayoría nativos locales.

No obstante, hay un destructor de la Armada española permanentemente estacionado en Fernando Poo. Si fueran a intentar invadir un territorio africano español, parecería que Guinea Española sería el punto lógico para intentarlo. No obstante, estos dos informes son altamente especulativos y puede que no haya nada de cierto en ellos".

Extraños, y poco realizables, proyectos de invasión aparte, lo cierto es que el 13 de febrero de 1962, las comunicaciones internas secretas del Departamento de Estado daban por ciertas las informaciones de la CIA referentes a que los soviéticos tenían intereses en "las reclamaciones marroquíes de territorios españoles". El asunto africano-español preocupaba y mucho a EE. UU., sobre todo a causa de que el Portugal de Oliveira Salazar estaba siendo reprobado por la o­nU debido a su inicial pero violentísima guerra colonial en Angola que generaba una situación que a ojos norteamericanos convenía a la URSS.

"La condena y el aislamiento virtual por la cuestión colonial de una potencia de la OTAN, Portugal, por parte de la comunidad internacional son indudablemente vistos con gran satisfacción por los soviéticos. La tirantez consecuente de las relaciones entre Portugal y EE. UU., con su posible efecto adverso en los derechos de las bases de EE. UU. en las Azores, y en el aumento de la inestabilidad del régimen de Salazar, ha sido igualmente bien recibido por los soviéticos", se escribe en el documento en el que se analiza el impacto que tiene para EE. UU. de la cuestión africano-española.

Los analistas americanos escribieron en 1962 que "los soviéticos pueden, perfectamente, estar preparando tácticas para animar y apoyar a los marroquíes y posiblemente a otras reclamaciones africanas sobre los territorios africanos de España", un territorio al que consideraban un "objetivo muy vulnerable debido a la naturaleza de su régimen". Por esa razón, estaban persuadidos de que una campaña contra España en Naciones Unidas "probablemente obtendría un considerable apoyo entre la comunidad mundial". Todo ello ponía a EE. UU. en el dilema de "elegir entre las bases militares, con su contribución a nuestra seguridad nacional, y la imagen de EE. UU. y la posible influencia en el mundo afroasiático".

Los norteamericanos sopesaron qué camino debían tomar para que sus intereses - de imagen internacional o estratégicos de defensa- no se vieran perjudicados en el conflicto entre Marruecos y España. "A la vista de la naturaleza de nuestras relaciones con ambos países - escribieron- hemos evitado implicarnos en su disputa. Hemos animado a ambos a que resuelvan sus diferencias mediante conversaciones bilaterales. La sensación es que, cualquier iniciativa por nuestra parte en esta etapa, solamente vendría a complicar la situación. Cualquier acción por nuestra parte, no importa lo discreta que fuere, de presionar a España para que se acomode a las demandas de Marruecos sería vista con la mayor sospecha por el Gobierno español a la vista de la experiencia de Portugal".

Pese a su posición inicialmente neutral, el Departamento de Estado no desperdició la ocasión para especular sobre los territorios africanos de los que España se desprendería con más facilidad. El análisis aún impresiona: "Los españoles podrían considerar negociables Ifni y el Sáhara Español (este último únicamente si no se encuentra petróleo) bajo ciertas circunstancias, como podría ser la continuidad asegurada de Ceuta y Melilla como ciudades españolas, posiblemente con un territorio extendido. Intensas presiones sobre los españoles para que entregaran esas ciudades podrían acarrear renovadas demandas españolas sobre la devolución de Gibraltar utilizando los mismos argumentos. Con respecto a Guinea Española, existe la posibilidad, si el tema se trata de forma tranquila y sensible y sin el alboroto de Naciones Unidas, de que se pueda persuadir a España para que permita un autogobierno en esa zona, aunque intentaría por todos los medios retener los vínculos entre Guinea y España"».

jueves, 1 de abril de 2021

República victoriosa

En La República Truncada intuíamos algunos de los costes del proceso de involución en el territorio ecuatorial, y en La Casa del padre de Raquel Ilombe cómo fue la caída de Bata.

Por el contrario, Jesús Torbado ficciona en En el dia de hoy con cómo sería el desfile triunfal de una República victoriosa:
DESENTONADOS, roncos, ululantes, bajaban la avenida con las armas al hombro y, los que no tenían armas, con los puños en alto. Al lado de las canciones entrecortadas, las viejas canciones del campo de batalla que mezclaban el amor y la muerte, el odio y la tristeza, entre los himnos partidistas entonados con sentimientos antiguos y los versillos populares a los que se habían colgado palabras nuevas, brotaban ocasionalmente los gritos del casi olvidado ritual de la esperanza.
—¡No pasarán! ¡No pasarán!
Parecía tan grande su fatiga que sólo estas dos palabras podían pronunciar sin cansarse, sin omitir una letra. De los demás cantos se oían tan sólo retazos prontamente apagados por los versos que se iniciaban en alguna otra región del desfile y que, a su vez, se desvanecían antes de completarse bajo los gritos insistentes como cañonazos.
Los espectadores se habían contagiado muy pronto y ahogaban la voz de los soldados con estas palabras ya sin sentido pero que, muchos meses antes, habían caldeado los corazones e hinchado los músculos. (...)
Una reducida compañía de soldados negros, con uniforme colonial, cerraba la presencia de tropas regulares en el desfile. Eran los pamues de la Guardia Colonial que habían ganado la guerra en Guinea, al frente de las milicias de madereros, después de haber estado el territorio en manos de los ricos triunfadores unidos a los facciosos. Ellos, junto a los marineros del mercante Fernando Poo, habían dominado la sublevación sin apenas gastar una libra de pólvora. Su uniforme y el color de su piel levantaron oleadas de entusiasmo.
—¿Y qué hacen éstos aquí?
—Son nuestros moros —contestó Alejo riendo a golpes—. En un solo día metieron en un barco a todos los fascistas de África. Y me han dicho que ni siquiera saben leer.
—¡Maldita sea, tenías que fotografiarlos! ¡Ganar una guerra los negros!
Ya era tarde. El medio centenar de guineanos desaparecía hacia «la bella tapada», la diosa Cibeles que resplandecía más hermosa que nunca desde que le quitaron el bunker de ladrillos con que la habían rodeado los madrileños por miedo a que la destrozaran los bombardeos. 

domingo, 6 de diciembre de 2020

Constituciones truncadas

En La república truncada contábamos los intentos fallidos de la República por instaurar mejoras en el
territorio ecuatorial.

¿Pero y las Constituciones?

Las convulsas constituciones españolas fueron igual de fallidas.

La primer de ellas, la Constitución de Cádiz de 1812 fue debatida en Cortes en un periodo de ficticia república, ante la ausencia del Rey que vivía un cómodo exilio en Francia. Esta Constitución preveía:
Art. 10. º El territorio español comprende en la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia, Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla y Valencia, las islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de África.
Art. 22. º A los españoles que por cualquier línea son habidos y reputados por originarios del África, les queda abierta la puerta de la virtud y del merecimiento para ser ciudadanos: en su consecuencia las Cortes concederán carta de ciudadano a los que hicieren servicios calificados a la Patria, o a los que se distingan por su talento, aplicación y conducta, con la condición de que sean hijos de legítimo matrimonio de padres ingenuos; de que estén casados con mujer ingenua, y avecindados en los dominios de las Españas, y de que ejerzan alguna profesión, oficio o industria útil con un capital propio.
De vida efímera, en el momento en que el Rey retomó el poder fue anulada y se sucedieron diversas normas fundamentales con escasa repercusión para el territorio.

La caída de la primera República Española, impidió igualmente que prosperase el Proyecto de Constitución Federal de 1873:
TÍTULO I. De la Nación española
Art. 1.º Componen la Nación española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas.
Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas, según sus necesidades territoriales.

Art. 2.º Las islas Filipinas, de Fernando Póo, Annobón, Corisco, y los establecimientos de Africa, componen territorios que, a medida de sus progresos, se elevarán a Estados por los poderes públicos.
Art. 3.º Son españoles:
  1. Todas las personas nacidas en territorio español.
  2. Los hijos de padre o madre españoles, aunque hayan nacido fuera de España.
  3. Los extranjeros que hayan obtenido carta de naturaleza.
  4. Los que, sin ella, hayan ganado vecindad en cualquier pueblo del territorio español.
La calidad de español se adquiere, se conserva y se pierde con arreglo a lo que determinen las leyes.
TÍTULO III. De los Poderes Públicos
Art. 39. La forma de gobierno de la Nación española es la República federal.

Art. 40. En la organización política de la Nación española todo lo individual es de la pura competencia del individuo; todo lo municipal es del Municipio; todo lo regional es del Estado, y todo lo nacional, de la Federación.

Art. 41. Todos los poderes son electivos, amovibles y responsables.

Art. 42. La soberanía reside en todos los ciudadanos, y se ejerce en representación suya por los organismos políticos de la República constituida por medio del sufragio universal.

Art. 43. Estos organismos son:
  1. El Municipio.
  2. El Estado regional.
  3. El Estado federal o Nación.
La soberanía de cada organismo reconoce por límites los derechos de la personalidad humana. Además, el Municipio reconoce los derechos del Estado, y el Estado los derechos de la Federación.
Art. 44. En África y en Asia posee la República española territorios en que no se han desarrollado todavía suficientemente los organismos políticos, y, por tanto, se regirán por leyes especiales, destinadas a implantar allí los derechos naturales del hombre y a procurar una educación humana y progresiva.
El golpe de Estado de Pavía del 3 de enero de 1874 impidió completar su debate en Cortes... quedando en el olvido (¿observaron que el proyecto identificaba a los diversos territorios insulares de Guinea como potenciales Estados federados y no como una unidad territorial indivisible?).

La segunda República se dotará igualmente de su correspondiente Constitución en 1931:
Art. 8º El Estado español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía. Los territorios de soberanía del norte de África se organizarán en régimen autónomo en relación directa con el Poder central.
Art. 12 Para la aprobación del Estatuto de la región autónoma se requieren las siguientes condiciones:
a) Que lo proponga la mayoría de sus Ayuntamientos o, cuando menos, aquellos cuyos Municipios comprendan las dos terceras partes del Censo electoral de la región. (...)
En cualquier caso... ninguna de estas posibilidades tuvo la oportunidad de desarrollarse al verse su aplicación truncada por sistemáticos golpes de Estado.

martes, 7 de julio de 2020

El vínculo guineano del atentado a Franco (o tal vez no)

 Monumento en memoria de
Gustavo de Sostoa y Sthamer
en la plaza de Palea.
La historia de Restituto Castilla González no concluye con su fusilamiento el 8 de abril de 1940. Luis Leante la documenta en su novela "Annobón", así como la de su abogado defensor Alfonso Pedraza Ruiz, al que acusaron de comunista tras la guerra civil.


A su vez, Pedraza -siempre según la novela "Annobón"- sería condenado posteriormente a 30 años de prisión por intentar asesinar a Franco, 9 años después (14 de noviembre) de que Restituto Castilla lo hiciera contra el gobernador..., ambos al grito de "¡Ni reyes, ni tiranos!" y con la misma arma: una navaja barbera. 

Aunque el propio Luis Leante advierte que en su relato hay «mucha ficción. Es, como decía, un falso documental o una falsa entrevista. En el cine sí existe algo así. Nos cuentan una historia con apariencia real pero sabemos que nos están engañando. Se trata de jugar con los géneros para construir algo que en realidad no existe, aunque pueda tener apariencia documental. Un juego literario que te permite la novela pero que si fuera periodista no podría hacer jamás. (...) el germen de esta historia, hay muchas cosas autobiográficas. Refleja el proceso de documentación de estos siete años, pero con muchas transformaciones. Y ese descubrimiento que da pie a la historia existió, pero no tiene que ver con Restituto Castillo. Son realidades aisladas que al unirlas se convierten en ficción. De hecho, si cogemos los datos por separado, hay un 80-90% de realidad en "Annobón". Si la miramos en conjunto es una gran mentira, pero si la miramos por piezas son pequeñas verdades».

ZendaLibros facilita las primeras páginas de la novela:
Los nombres del capitán Alfonso Pedraza Ruiz y del sargento Restituto Castilla González no aparecerán nunca en los anales de la historia de España del siglo xx. El recuerdo de la aventura colonial del sargento Castilla y el atentado fallido del capitán Pedraza contra Franco se han desdibujado en la memoria individual y colectiva de la posguerra. Los nombres y las historias de Pedraza y de Castilla aparecen dispersos en informes militares, artículos de prensa, sumarios, cartas, diarios personales, documentos inéditos y testimonios orales. Con la suma de todo, hasta no hace mucho apenas se podía escribir un artículo de poca extensión. Y, en cualquier caso, resultaba difícil establecer la relación entre los dos personajes, que se conocieron en 1939 y nunca estuvieron juntos más de diez minutos seguidos en una sala de visitas y en un despacho de la prisión madrileña de Atocha. 
La historia de Restituto Castilla se parece a grandes rasgos a la de otros militares, funcionarios o aventureros anónimos que marcharon a Guinea en la primera mitad del siglo xx en busca de fortuna o huyendo del infortunio. Y, sin embargo, es diferente porque el resultado de su aventura colonial marcó de una u otra forma la vida de personas que jamás pusieron un pie en África o que, en algún caso, ni siquiera llegaron a conocerlo. 
Restituto Castilla González, sargento de la Guardia Civil, de treinta y cinco años en el momento de los hechos, fue condenado por asesinar en 1932 a Gustavo de Sostoa y Sthamer, gobernador general de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea. El crimen fue celebrado en secreto por unos en la colonia y condenado abiertamente por otros en la Península, donde provocó desconcierto e indignación, en igual medida, entre políticos y militares. Desde que Gustavo de Sostoa fue nombrado gobernador de Guinea y desembarcó en la isla de Fernando Poo, su cruzada contra la corrupción, el esclavismo encubierto, los privilegios y los abusos de poder había generado malestar y recelo entre una parte de la población blanca, acostumbrada a gobernantes sin escrúpulos que adaptaban, interpretaban y cumplían las leyes de manera arbitraria, en beneficio propio y de sus adláteres, en un régimen cercano al clientelismo. 
Según se puede leer en la prensa de la época, Gustavo Tomás María de los Dolores de Sostoa y Sthamer, de sesenta años en el momento de su muerte, soltero, hijo de padre español y madre alemana, educado en el colegio protestante El Porvenir, en Madrid, era un hombre «de gran temperamento y carácter singular», que pertenecía al cuerpo diplomático.
El señor Sostoa y Sthamer encontró la muerte el lunes catorce de noviembre de 1932 en Annobón, una isla de diecisiete kilómetros cuadrados, a tres días de navegación de Santa Isabel. En Annobón vivían entonces cuatrocientos sesenta y cinco hombres y setecientas setenta y cinco mujeres, todos africanos excepto tres misioneros claretianos, un practicante y el delegado del Gobierno –el sargento Castilla, cabo de la Guardia Colonial de facto–, que llevaba en la isla algo más de año y medio. El crimen se produjo en la plaza de la República del pequeño poblado de San Antonio de Palé, que había hecho construir el propio Castilla sobre la playa. La plaza tenía forma rectangular y estaba a unos veinte metros de la orilla del mar. Al anochecer, los nativos organizaron un baile tradicional, el balele, en honor a don Gustavo en su segunda visita a la isla. Cuando el sargento Castilla llegó al lugar, el balele ya había comenzado. El gobernador presidía el espectáculo sentado en una silla de campaña. Faltaban unos minutos para las nueve de la noche, según el sumario. El sargento Castilla se acercó al gobernador con unos papeles en la mano. Quería hablar con él, pero Gustavo de Sostoa le ordenó tajante que tratara cualquier asunto con su secretario. A pesar de la tensión, nadie le dio importancia a aquel desencuentro entre la máxima autoridad y su delegado. El sargento Castilla fingió que se retiraba. Se alejó unos metros, sacó su navaja de afeitar, se acercó al gobernador por detrás, con sigilo. Con la mano izquierda le agarró la cabeza y con la derecha le dio dos tajos certeros en el cuello. Los que estaban junto a Gustavo de Sostoa tardaron en darse cuenta de lo que había ocurrido. En la instrucción del juicio los testigos declararon lo mismo, que oyeron un crujido seco, como si se quebrara una rama; que pensaron que la silla del gobernador se había roto; que su secretario le tendió la mano al gobernador para que se levantara, pero su excelencia no se movió. Y en ese momento, el sargento Castilla comenzó a gritar para que la gente que se arremolinaba en torno al gobernador retrocediera. Gustavo de Sostoa, en el suelo y con el bastón de mando en la mano, no se movía. Según confirmaron más tarde los peritos forenses, en ese momento ya estaba muerto o inconsciente. El sargento Castilla sacó su pistola reglamentaria y disparó dos veces al suelo, contra el cuerpo del gobernador, e hizo un tercer disparo al aire. Y en ese instante la gente corrió en todas direcciones y la plaza quedó casi desierta. En medio de la confusión, el sargento comenzó a lanzar vítores y a gritar frases incoherentes. Según la declaración de los testigos, el massa Castilla gritó «Ni reyes, ni tiranos». El sargento, por su parte, declaró en el juicio que también había gritado «Viva la República», y que él era republicano de los pies a la cabeza. Pero el secretario del gobernador dijo que lo que gritó exactamente fue «Viva la República de Annobón». En lo que sí coincidieron los testigos y el acusado fue en que de inmediato Restituto Castilla clavó la rodilla en tierra y pidió perdón. Luego, el sargento se recompuso, se levantó y ordenó a la escolta del gobernador, formada por indígenas, que se subordinara y se pusiera inmediatamente a sus órdenes. Nadie lo obedeció; al contrario, los guardias corrieron a esconderse en las cabañas, se adentraron en el mar o se metieron debajo de algunos cayucos cercanos. 


Calle de Annobón en 1932.

Llegada de Sostoa a Annobón.

Castilla se dirigió entonces al edificio de la Delegación, donde convivía con la indígena llamada Mapudo Ballovera. En el trayecto, una cuesta empinada de quinientos pasos, se cruzó con un corneta al que obligó a acompañarlo y a iluminar con una lámpara mientras sacaba su mosquetón, dos cajas de munición, las cartucheras, el correaje, el cuchillo-bayoneta, un silbato, los leguis que utilizaba cuando se adentraba en el bosque y un botijo. En ese momento oyó un ruido en el exterior, cargó el mosquetón y salió a la puerta.

Según contó el padre Epifanio Doce al juez instructor, estaban rezando antes de irse a dormir, cuando un criado llegó a la misión gritando que habían disparado contra don Gustavo de Sostoa. El misionero, que no sabía si el gobernador estaba vivo o muerto, decidió entonces bajar a la playa por si necesitaba confesión o auxilio religioso. Al pasar por la puerta de la Delegación vio que el sargento Castilla le apuntaba con el mosquetón y le gritaba algo que no pudo entender. Inmediatamente el delegado disparó contra él, y el misionero echó a correr en dirección a la playa. Después de dispararle, el sargento Castilla se encaminó al bosque, pertrechado de mosquetón y botijo, dispuesto a resistir hasta que el barco del gobernador se marchara. Eso fue lo que le contó al juez. A pesar de su enemistad pública y manifiesta contra el padre Epifanio Doce y los otros claretianos, negó que tuviera intención de matarlo cuando le disparó al padre superior. 
La noticia llegó a las ocho de la mañana del martes quince de noviembre a Santa Isabel. El radiograma que envió el secretario del gobernador desde el vapor Legazpi decía:
  • Asesinado ayer nueve horas noche Gobernador General por Sargento Restituto Castilla, quien redujo gente desarmada a tiros e internóse en el bosque […] trasladándose cadáver a bordo del que se hizo cargo Capitán ordenando embalsamamiento propósito conducirlo a ésa. Particípole autor hecho conocedor Isla puede resistir. Esperamos órdenes urgentes. SOLER.


Inmediatamente se publicó un «Suelto Extraordinario» en la revista de los misioneros hijos del Inmaculado Corazón de María, La Guinea Española, en el que se anunciaba la noticia. Entre otras cosas decía:
  • Numeroso personal, así del elemento europeo como indígena, acudieron al Gobierno para enterarse de la noticia por sí mismo, no queriendo dar por seguro lo que se corría. Las banderas están todas a media hasta [sic] y la impresión en la ciudad es enorme, oficinas y comercio cerrados. La noticia circuló por la población como reguero de pólvora, produciendo una impresión difícil de reproducir. Éste es el tristísimo hecho, que ciertamente sumirá a la Colonia en patriótico sentimiento, al mismo tiempo que levantará en el espíritu de todo ciudadano la más viril protesta contra un tan horrible atentado.

A las once y cuarto de la mañana, trastornado por el cansancio, enfebrecido y en estado de delirio, Castilla salió del bosque mientras hacía sonar el silbato para anunciar que se entregaba. Venía únicamente con el botijo en la mano izquierda y un pañuelo blanco que agitaba con la derecha para hacer ver que se entregaba. El mosquetón y el cuchillo-bayoneta, según declaró al cabo Sanz, que encabezaba la patrulla a la que se entregó Castilla, habían quedado en el bosque, al pie de la palmera bajo la que había pasado la noche.
Además de una pistola Browning fabricada en Lieja, del calibre siete sesenta y cinco, al sargento Castilla le fueron intervenidas cuatro mil trescientas pesetas de los atrasos que cobró dos días antes; un billete de lotería de Navidad que le había comprado al cabo Sanz, con el número 19537; una libreta en la que había redactado a lápiz dos oficios dirigidos a las autoridades, donde confesaba el móvil que lo llevó a cometer el crimen; dos juegos de esposas, un alicate, una navajita, una navaja barbera marca Solingen con mango de caucho negro y un suavizador para la misma.
El cadáver del gobernador viajó durante tres días sobre la litera de un camarote del Legazpi, envuelto en una sábana e hinchado a consecuencia de los líquidos que le habían inyectado el médico y el practicante del barco: ácido fénico cristalizado, alcohol, glicerina neutra y seis litros de agua. En el camarote contiguo, esposado la mayor parte del tiempo, viajaba su asesino. Cuando el vapor-correo llegó a Santa Isabel, hacía horas que una multitud se agolpaba en el muelle para recibir a ambos. Mientras desembarcaban el cadáver del gobernador, las campanas de la catedral tocaban a muerto. Lo condujeron al palacio presidencial en medio del griterío de los niños, que se peleaban para estar en primera fila. Allí dos médicos lo esperaban para hacerle la autopsia y enviar los datos por radiograma a Madrid, donde esperaban la información. Los doctores concluyeron que las dos heridas de catorce y dieciocho centímetros de la región cervical eran mortales de necesidad y que los disparos que recibió fueron efectuados por la espalda a una distancia de cinco metros.
A las pocas horas, antes de conocer el resultado de la autopsia, varios oficiales y suboficiales del ejército brindaban en el casino de Santa Isabel por la muerte del gobernador. Se unieron a ellos unos cuantos funcionarios. Algunos habían acudido al puerto a recibir al Legazpi y asegurarse de que la noticia del crimen era cierta. En el casino se pronunciaron vítores al rey. Al parecer, nadie sabía que el asesino del gobernador era defensor acérrimo de los ideales republicanos, los mismos que defendía el señor Sostoa. 
Mientras tanto, Castilla permanecía en el camarote del Legazpi, porque el único calabozo que había en la capital no reunía condiciones para encerrar al asesino del difunto gobernador. El sábado diecinueve de noviembre el juez instructor de Santa Isabel subió a bordo del Legazpi para tomarle declaración. En el primer momento Restituto Castilla aseguró que no recordaba nada de lo sucedido.
Funerales en Santa Isabel

Cuatro días después, el Legazpi viajó de nuevo con el cadáver del gobernador y de su asesino en dirección a la Península. El siete de diciembre, a las seis de la tarde, hizo escala en Santa Cruz de Tenerife, donde Castilla fue entregado a la autoridad militar y encarcelado en el cuartel de San Carlos. Los únicos civiles a los que se les permitió acercarse a Castilla fueron un periodista y un fotógrafo del diario republicano de Tenerife La Tarde, que inmortalizó el momento en que el cabo de la Guardia Colonial era entregado por el capitán del vapor-correo a un teniente del Regimiento de Infantería n.º 37, cuyo nombre apareció confundido en el pie de foto con el del capitán del Legazpi.
El cadáver del gobernador continuó viaje hasta Cádiz, desde donde fue transportado en ferrocarril hasta Madrid. Fue enterrado con honores militares el once de diciembre de 1932 en la Necrópolis del Este, el actual cementerio de la Almudena. A su entierro acudieron autoridades políticas y militares, entre las que se encontraba el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, con quien Gustavo de Sostoa había mantenido una relación personal desde hacía más de treinta años. Las noticias que se publicaron en la prensa a modo de crónicas resultaban contradictorias. Algunos medios hablaban de «crimen de carácter político». Para unos Castilla era un republicano que había actuado movido por un elevado sentido del honor y el deber; para otros era un reaccionario que se había rebelado contra la República por considerarla dañina para España y sus tradiciones. Unos y otros retrataban a Castilla como un hombre cegado por la ambición y el poder, una víctima de las enfermedades tropicales, de la soledad y del exceso de ocio que generaban un ambiente propicio para el «arrebato y desvarío mental». Unos lo definieron como comunista, otros como conservador, y la mayoría como un loco. 
El recuerdo de Restituto Castilla se fue diluyendo en el tiempo, hasta su juicio en Gran Canaria en junio de 1934. Apenas los diarios ABC y La Vanguardia se interesaron ya por la noticia. Restituto Castilla González fue expulsado de la Guardia Civil y condenado a ocho años de prisión, de los que cumplió cuatro años y cinco meses en el penal del Puerto de Santa María. Se benefició de la amnistía política que el Gobierno del Frente Popular promulgó en febrero de 1936. Regresó a Madrid en el mes de marzo. Tres años después, cuando las tropas de Franco entraron en la capital, fue detenido y juzgado en consejo de guerra por adhesión a la rebelión militar y por pertenecer al Partido Comunista. Para entonces nadie sabía ya quién era Restituto Castilla, excepto el capitán que debía defenderlo en consejo de guerra, Alfonso Pedraza Ruiz, cuyo destino quedó marcado por aquel encuentro fortuito en las dependencias de la cárcel de Atocha. 
Cuando al finalizar la guerra civil al capitán Pedraza le tocó defender a Restituto Castilla, la historia, la cara y el nombre del sargento no le resultaban en absoluto desconocidos. Alfonso Pedraza había seguido por la prensa, años atrás, las circunstancias de la muerte del gobernador de Guinea y de su presunto asesino, el sargento Castilla. En la fecha en que se produjo el crimen, noviembre de 1932, Alfonso Pedraza tenía veintinueve años y ejercía de abogado en su ciudad natal, León, a la vez que preparaba las oposiciones a judicatura. Estaba casado y tenía una hija de dos años. Pedraza apenas conocía nada de la Guinea Española, excepto algunas particularidades de la legislación colonial que había estudiado en la carrera de Derecho; pero la noticia de la muerte de Gustavo de Sostoa y Sthamer, de quien el suegro de Pedraza no tenía buen concepto, despertó inexplicablemente su curiosidad y su interés. Habría sido lógico suponer que la curiosidad de Pedraza por aquel crimen estuviera motivada por el cariz macabro del delito, o por los motivos por los que aquel sargento de la Guardia Civil había asesinado a sangre fría al gobernador. También habría sido posible que su interés estuviera en el aspecto técnico del proceso. En cambio, lo que parece más probable es que, al ver en la prensa la fotografía del presunto asesino, Alfonso Pedraza reconociera, o creyera reconocer, al hombre que miraba impasible a la cámara -ojos pequeños y muy vivos, ligeramente entornados, como si tratara de leer el pensamiento del fotógrafo-, y reviviera un incidente de juventud, en sus años de estudiante de Derecho en Madrid, cuando se libró in extremis de ingresar en los calabozos del cuartel de la Guardia Civil del paseo de Extremadura. Sea como sea, cuando Alfonso Pedraza desmanteló su casa de León para marcharse con su familia a Madrid, en el traslado se llevó con él la carpeta en la que había guardado los recortes de prensa del asesinato y del proceso judicial de Restituto Castilla. 
Alfonso Pedraza había solicitado su incorporación al ejército al comienzo de la guerra, antes de que lo movilizaran, y en 1939 pidió su continuidad en el cuerpo jurídico, que le fue concedida con el grado de capitán. Pedraza, que hasta su entrada en el ejército había sido un hombre de leyes sin ambición más allá de su familia y de su trabajo, se hizo lamentablemente conocido a finales de 1941, cuando se le relacionó con un complot para asesinar a Francisco Franco. En el diario Arriba, en el número del sábado quince de noviembre de 1941, se puede leer: 
  • El falangista Alfonso Pedraza Ruiz entró en el día de ayer, pasadas las 8 de la noche, en la iglesia madrileña de los Jerónimos con la intención de acabar con la vida del Generalísimo Francisco Franco, que se encontraba en el interior del templo asistiendo a un oficio religioso de carácter privado. Pedraza Ruiz, antiguo Capitán del Ejército Español expulsado por oscuras razones, se abalanzó cobardemente y con gran violencia sobre Su Excelencia el Jefe del Estado cuando éste se disponía a tomar la Comunión, al tiempo que gritaba fuera de sí consignas ininteligibles. Una mano intercesora y milagrosa salvó a nuestro Caudillo de una muerte segura y le concedió la lucidez y frialdad necesarias para pedirle a su asesino [sic] que le entregara el arma, que se le había encasquillado en el momento de disparar. El criminal, a pesar de la resistencia, fue reducido inmediatamente y desarmado por los presentes. El Jefe del Estado, que en ningún momento perdió la calma, no sufrió daño alguno. 
El artículo, que no es mucho más largo, insiste a continuación en la condición de falangista de Alfonso Pedraza, y carga las tintas sobre algunos «elementos perniciosos que perviven ocultos en las filas de la Asociación fundada por el Mártir José Antonio Primo de Rivera». Por aquellas fechas, Falange Española de las JONS, o una parte de Falange, comenzaba a ser un problema para Franco en su intento de reconstruir el país, de manera que el aparato de propaganda del Régimen utilizó aquel intento de asesinato para denunciar la trama organizada por algunas personalidades falangistas, cuyo nombre se insinuaba sin mencionarse.
Aunque en las noticias que publicó la prensa de la época no se reflejan estos datos, hay que añadir que Alfonso Pedraza, falangista desde 1934, había estado casado con la única hija del general José María Pardo Andújar, amigo personal de Franco, cuyo nombre llevaba sonando desde el final de la guerra como candidato a ministro del Ejército.
Según reveló en 1998 el periodista Enrique Herrero en un reportaje de la revista Tiempo, que reproducía parte de la sentencia contra Alfonso Pedraza, el juicio sumarísimo de urgencia estuvo plagado de contradicciones e irregularidades. Incluso la información de la prensa tenía, en su opinión, un tufillo de propaganda que hacía pensar que las cosas no habían ocurrido exactamente como se contaron.
Probablemente lo único cierto de aquel oscuro asunto es que Alfonso Pedraza fue condenado a treinta años de prisión, de los que cumplió veinte. Cuando salió de la cárcel en 1961, Alfonso Pedraza era un hombre derrotado y enfermo, un anciano de cincuenta y ocho años. Nadie se acordaba de él ni recordaba aquel supuesto complot para matar a Franco en el que Pedraza participó como ejecutor. Únicamente a través de un libro de escasa tirada que publicó su hija en 1999, hubo un intento de rescatar y dignificar la figura de Alfonso Pedraza Ruiz, aunque en el libro no se menciona el atentado fallido contra Franco, como si no hubiera existido. Sin embargo, la hija de Pedraza le dedica un capítulo entero a un personaje «siniestro» que, según ella, fue decisivo en la caída en desgracia de su padre: el sargento de la Guardia Civil Restituto Castilla.
De la información que recabó para su artículo Enrique Herrero, se pueden deducir dos hechos que no encajan con la versión oficial. En primer lugar, Alfonso Pedraza Ruiz no pudo haber atentado contra Franco aquel catorce de noviembre de 1941 porque Franco, al parecer, estaba ese día en El Burgo de Osma. Y, en segundo lugar, el arma que le requisaron a Pedraza, según consta en el primer informe policial, no era una pistola, sino una navaja barbera de uso personal que Pedraza llevaba encima para degollar al general José María Pardo Andújar, que hasta la muerte de Pilar Pardo había sido su suegro.
Sin embargo, sí parece cierto que cuando Alfonso Pedraza se acercó a su víctima –es decir, a su suegro– con la intención de degollarlo, gritó algo que se interpretó en su día como una consigna. Y ese grito pudo ser, según contaron algunos testigos y se refleja en el sumario: «Ni reyes, ni tiranos».
Pero puestos a combinar realidad y ficción..., en febrero de 2018, la edición madrileña de ABC publicaba un listado con «los 335 "chequistas" a los que Carmena incluirá en el memorial del cementerio de La Almudena». Tras revisar el listado de nombres de fusilados del franquismo que se pretendería homenajear en el camposanto durante la pasada administración municipal, según el diario, Restituto Castilla estaría no sólo en el listado de fusilados homenajeados, sino que sería uno de los 335 "chequistas".

lunes, 15 de julio de 2019

El Taiwán ibérico...

¿Recordáis el El fallido intento de liberación de la Guinea Española de 1961?

El 9 de enero de 1961, un grupo de catalanes, gallegos y portugueses secuestró un barco portugués, con pasajeros y tripulación incluida, para dirigirlo al golfo de Guinea. Allí, contando con incentivar con su acción un levantamiento popular, declarar la III República y expandir un movimiento liberador... hasta la España de Franco o el Portugal de Salazar.

El diario Público tituló su artículo como "Operación Dulcinea: instrucciones para secuestrar un transatlántico e instaurar la Tercera República".

No sería la única ocasión. 

Javier Villán en Madrid canalla, nos recuerda otro intento por organizar una expedición marítima a Fernando Poo a fin de proclamar allí la Tercera República y provocar la intervención de las Naciones Unidas, fruto de la imaginación ardiente del entonces vicecónsul de España en París, Rafael Lorente, «militar de carrera y diplomático, hoy excedente, conocido en tiempos como el cónsul rojo por sus conspiraciones a lo carbonario y militancia en el PCE, Rafael Lorente se reconoce, en la actualidad, como escritor-poeta, viajero impenitente y apasionado gozador de la Naturaleza».

De haber prosperado su plan, Fernando Poo -la isla Formosa-, tal vez hubiera acabado como una suerte de Taiwan ibérico, coincidiendo ambas islas en algo más que en un viejo nombre.
Y aunque no pasó de una elucubración de tertulianos, os lo incluimos en nuestro paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel:

«En el Café [Gijón], extramuros de los demás poetas, los únicos que conspiraban de verdad para la revolución eran Rafael Llorente y Cristina Maristany, condesa de Lavern; qué revolución fuera, no lo sé, de verdad; era una revolución en abstracto que el carisma de Rafael convertía en Revolución Universal con raíces de Trotsky, Pablo Iglesias, Rosa Luxemburgo, la poesía social y el intelectual orgánico de Gramsci. 
Rafael llegó a pensar que con el PSOE las cosas se arreglarían y llegaría un cambio: llegó, claro aunque muy distinto de lo que esperaban los ilusos. Era más de [Raúl] Morodo y de [Enrique] Tierno [Galván], la víbora con gafas, apodo ideado por Felipe [González] y Alfonso Guerra, gentileza a la que Tierno respondió apodándolos Rinconete y Cortadillo, los golfos cervantinos. Rafael perteneció a la carrera diplomática de la que había sido expulsado, siendo cónsul en París, por proponer un Gobierno republicano de concentración en Fernando Poo. Lo cuenta Juan Goytisolo en alguno de sus libros. Aquello no gustó nada en el Ministerio de Asuntos Exteriores y a Franco menos y aunque no pasó nada grave, lo destituyeron automáticamente», con la intención de destinarle en Haití...

Se trata de En los reinos de Taifa, «En uno de los despachos del consulado del bulevar de Malesherbes, Llovet me había presentado a uno de sus colegas, el vicecónsul Rafael Lorente. Extrovertido, generoso, impulsivo, dotado a veces de esa simpática e irresponsable extravagancia juvenil que tanto abunda en España, Rafael manifestó gran interés en conocerme. Durante aquel otoño apareció varias veces por la Rue Poissonnière a exponerme sus cuitas personales e inquietudes políticas: a diferencia de mis amigos españoles estaba convencido de que el comunismo no sobreviviría a Budapest y pretendía organizar con gente como yo un partido nuevo, al que jocosamente bautizaríamos "de los señoritos sociales". Una noche vino a casa a pedirme un favor: quería que le presentase a Pasionaria, discutir y tomar unas copas con ella. Aunque le dije que no la conocía e ignoraba del todo si residía secretamente en Francia o la Unión Soviética, vi que no me creía sino a medias. Luego, algo excitado con el coñac o calvados que yo le servía me expuso su plan de desembarcar con un puñado de amigos en Fernando Poo y proclamar la República: si resistíamos unos días al asedio de la armada franquista, podríamos reunir allí al gobierno y diputados en el exilio y obtener el reconocimiento diplomático de los países del campo socialista. Si bien no volvimos a hablar del tema ni de su encuentro con Pasionaria, seguí frecuentándolo varios meses hasta que, al recibir otro destino, resolvió abandonar la carrera y, contagiado de mi entusiasmo por Almería, se instaló en el pueblecillo costero de Aguas Amargas y se dedicó a la promoción de sus tierras. Pero Rafael Lorente era una curiosa y amena excepción en el núcleo de españoles que me rodeaban, imbuidos como yo de un marxismo elemental y tosco, casi siempre a través de las simplificaciones doctrinales de Politzer, y una concepción lineal de la historia fundada en supuestas leyes científicas».


En estos versos se autodescribe Rafael Llorente:

Cada uno es como es
y mi vida es rebeldía
frente a todos a la vez.
Rafael Lorente y Cristina Maristany 
paseando por Cala Enmedio 
de Aguarmarga (Níjar, Almería).

martes, 9 de enero de 2018

El fallido intento de liberación de la Guinea Española

Es una historia vieja, que genera extrañeza. Tanto, como para que la hayan novelado.

El 9 de enero de 1961, un grupo de catalanes, gallegos y portugueses secuestró un barco portugués, con pasajeros y tripulación incluida, para dirigirlo al golfo de Guinea. Allí, contando con incentivar con su acción un levantamiento popular, expandir un movimiento liberador... hasta la España de Franco o el Portugal de Salazar.

El diario Público inicia su artículo "Operación Dulcinea: instrucciones para secuestrar un transatlántico e instaurar la Tercera República" con:

Cubierta del transatlántico Santa María,
rebautizado como Santa Liberdade tras su secuestro por un comando del DRIL.
Su silueta espigada, rayana en los huesos, se desplaza por la cubierta como una figura de Giacometti. Entre el pasaje cunde el nerviosismo, que se atenúa cuando se sirve el desayuno, como si nada hubiese sucedido durante la madrugada. Sin embargo, los pasajeros han escuchado un tiroteo, en el que un oficial portugués ha caído muerto y otros dos miembros de la tripulación han resultado heridos. Afeitado su pintoresco bigote para la ocasión, aquel locuaz esqueleto se dirige a los presentes: el Santa María, a partir de ese momento, pasa a llamarse Santa Liberdade. En tierra nadie sabe que Pepe Velo, un maestro republicano de Celanova, ha secuestrado un transatlántico con más de seiscientos pasajeros y 350 tripulantes a bordo. Las transmisiones por radio han sido cortadas, pues el objetivo de los guerrilleros es dirigirse hacia las colonias africanas de España y Portugal para provocar una sublevación y, después, trasladar la revolución a las metrópolis.
Pepe Velo, ideólogo del secuestro del transatlántico Santa María, durante uno de sus entusiastas discursos.
El secuestro del trasatlántico “Santa María” por un comando del Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación DRIL para instaurar la III República fracasó tras días de incertidumbre, y quedó como una anécdota bizarra.

Según Miguel Urbano Rodrigues, un periodista del Estadao y futuro eurodiputado comunista llegado desde Pernambuco para unirse a los secuestradores. “La madrugada nos encontró hablando. De quimeras. Quería llegar a África, sublevar la Guinea Española y salir de allí para Angola. A bordo había veinticuatro comandos portugueses y españoles, una tripulación rencorosa y ochocientos pasajeros en la frontera de la desesperación. Sin embargo, a José Velo todo le parecía posible. Su fuego interior me contagió”.


El artículo "El secuestro del Santa María por el DRIL" lo recoge así:
La prensa portuguesa y española calificó el secuestro como un acto de piratería, a pesar de que la intención fuera meramente propagandística. En España, una prensa totalmente amordazada, obvió aludir a la presencia de españoles entre los secuestradores y presentó la operación como un problema de Portugal y los independentistas de sus colonias africanas.
Los pasajeros fueron desembarcados, junto a la tripulación, bajo la protección de la infantería de marina brasilera. No obstante, el destino de la nave y sus secuestradores no estaba definido pues Galvão aún esperaba marchar a África, ya sin el obstáculo que representaba el pasaje.
Los revolucionarios no querían renunciar a su ambicioso plan de estimular en África una auténtica revuelta contra Oliveira Salazar. No obstante, se enfrentaban a varios problemas para su plan: necesitaban una tripulación para operar el paquebote, así como combustible, agua y alimentos para poder cruzar el Atlántico, pero no iba a ser fácil ni enrolar una tripulación ni conseguir los fondos necesarios.
El objetivo principal del DRIL resultaba impracticable, aunque se había conseguido una gran cobertura del suceso en la prensa internacional y llamar la atención de la opinión pública sobre las dos dictaduras fascistas.
El trasatlántico se convirtió en una carga pesada e inútil para el DRIL, que no podía usar la nave para sus fines. Ante la situación, el día 3 de febrero a las 18:30, Galvão y sus hombres depusieron las armas y entregaron el barco al almirante brasileño Fernándes Días, aceptando el asilo político ofrecido por Brasil.
Y concluye:
Coincidiendo con el fin del secuestro del “Santa María”, el 4 de febrero hubo algunos serios incidentes en Luanda y como consecuencia directa, en marzo, comenzó la guerra de liberación en el norte de Angola.
En 2004 se estrenó el documental cinematográfico “Santa Liberdade”, dirigido y escrito por Margarita Ledo Andión, que narra el secuestro del Santa María. El documental cuenta con la participación de Camilo Mortágua (que tenía 27 años entonces y era la mano derecha de Galvão), Federico Fernández (hijo de José Fernández) y Victor Velo (hijo de José Velo).