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jueves, 3 de agosto de 2023

Sobre ciudadanía y memoria democrática

Más allá de que la memoria histórica en España se olvida que las fronteras evolucionan con el paso del tiempo como señala Mª del Mar Fernández Pérez en "Memoria y frontera...":

En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial.
Resulta llamativa esta falta de referencias a las colonias si tenemos en cuenta que el imaginario colectivo de la Guerra Civil está plagado de referencias al norte de África: allí se produjo el golpe de estado en un primer momento, de allí venía el ejército africano y la famosa y temida guardia mora. Esta guerra, tan importante para la historia europea, empezó en África, y allí se produjeron los primeros asesinatos de quienes permanecieron fieles a la legalidad republicana. Es muy difícil hablar de este periodo sin hacer referencia al protectorado y situados en el momento actual, habrá que afrontar el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica en territorio extranjero.

O como recordábamos en La memoria histórica deslocalizada II, la memoria y reparación no pueden limitarse sólo al territorio o al periodo afectado por la guerra civil, ya que se olvida de la memoria colonial, por ejemplo.

Así, con todo, la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática establece, en su disposición adicional octava, la posibilidad de adquirir la nacionalidad española para:

a) los nacidos fuera de España de padre o madre, abuelo o abuela, que originariamente hubieran sido españoles, y que, como consecuencia de haber sufrido exilio por razones políticas, ideológicas o de creencia o de orientación e identidad sexual, hubieran perdido o renunciado a la nacionalidad española;
b) los hijos e hijas nacidos en el exterior de mujeres españolas que perdieron su nacionalidad por casarse con extranjeros antes de la entrada en vigor de la Constitución de 1978;
c) los hijos e hijas mayores de edad de aquellos españoles a quienes les fue reconocida su nacionalidad de origen en virtud del derecho de opción de acuerdo a lo dispuesto en la presente ley o en la disposición adicional séptima de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura (Ley de Memoria Histórica).

Pero surgen algunas contradicciones. 

Con la anterior Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, ya se planteó la posibilidad de que los ecuatoguineanos, saharauis e ifneños (o incluso cubanos, portorriqueños y filipinos) pudieran acogerse a esa opción, y entonces la jurisprudencia maniobró consolidando la interpretación de que los pobladores de los antiguos territorios coloniales nunca fueron españoles, ya que -alguien resolvió- éstos nunca fueron ciudadanos sino súbditos. Así, no es posible apelar a una nacionalidad que realmente nunca se ostentó. O en términos de la constitución de 1978, se trata de "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles", por lo que la patria no se rompe si quien se emancipa no es español, sino mero habitante de un territorio administrado.






Es un argumento difícil de entender, pero hagamos un ejercicio de sofismo: suponiendo que el principio de súbdito frente al de ciudadano fuera real... ¿todos los ecuatoguineanos fueron "súbditos"? La historiografía colonial dice que en 1843, el Capitán de fragata Juan José de Lerena firmó el Acta de Incorporación a la corona de España de la isla de Corisco y otorgó Carta de nacionalidad española para los habitantes. Y el artículo 3 de la Constitución de la monarquía española de 1837 (al igual que la de Cádiz de 1812) es claro: son españoles “los extranjeros que hayan adquirido carta de naturaleza”, por lo que con las fuentes normativas de la época (la Constitución de 1837 fue fruto de la crisis del Estatuto Real, y sobrevivió dificultosamente hasta su derogación definitiva por la Constitución de 1845), los habitantes de los territorios regidos por Bonkoro I serían españoles por carta de naturaleza y -se entiende que- ciudadanos. Y el resto de los ecuatoguineanos (y sus descendientes) que no estuvieran sometidos a ese acto serían meros súbditos. O tal vez no, al fin y al cabo este texto es sólo un juego de argumentos. 

Ahora, que de los que fueron "emancipados" por el Patronato de Indígenas, ya ni hablamos...


Si tienes curiosidad, busca la ORDEN de 13 de agosto de 1962 por la que se declara en vigor en las Provincias de Fernando Póo y Río Muni el Decreto número 357/1962, sobre obligatoriedad del Documento Nacional de Identidad.


¿Seguimos con las dudas? 

Por otra parte,

El artículo 33. también establece la concesión de la nacionalidad española a los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales y a sus descendientes que acrediten una labor continuada de difusión de la memoria de sus ascendientes y la defensa de la democracia en España.

Ésto es un paso más que el anterior Real Decreto 1792/2008, de 3 de noviembre, sobre concesión de la nacionalidad española a los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales. Pero nos surge una duda... ¿los ecuatoguineanos (y sus descendientes) que lucharon por la República y que en 1968 perdieron su condición de súbditos españoles, podrían acogerse a ese beneficio? No son muchos... pero tampoco son pocos.

¿Los descendientes de ecuatoguineanos como José Carlos Grey Molay o José Epita Mbomo, que hicieron la guerra en las filas del ejército republicano, y que acabaron en el exilio (o incluso en campos de concentración nazis por ser españoles y republicanos), podrían acogerse a este beneficio o a los anteriores?




lunes, 27 de febrero de 2023

Memoria colonial

¿Cómo conciliar la memoria histórica con un pasado colonial, si las sucesivas leyes españolas incluso obvian que las fronteras españolas han variado en las últimas décadas quedando por fuera de las mismas territorios y ciudadanos que sufrieron las arbitrariedades de la administración española?

Precisamente en "Memoria y frontera...", de María del Mar Fernández Pérez, se analiza:
En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial. 

Resulta llamativa esta falta de referencias a las colonias si tenemos en cuenta que el imaginario colectivo de la Guerra Civil está plagado de referencias al norte de África: allí se produjo el golpe de estado en un primer momento, de allí venía el ejército africano y la famosa y temida guardia mora. Esta guerra, tan importante para la historia europea, empezó en África, y allí se produjeron los primeros asesinatos de quienes permanecieron fieles a la legalidad republicana. Es muy difícil hablar de este periodo sin hacer referencia al protectorado y situados en el momento actual, habrá que afrontar el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica en territorio extranjero.

Nos cuenta el Dr Iñaki Tofiño en Memoria histórica y colonialismo - La España contemporánea no se entiende sin las colonias africanas, pero no parece que el legislador esté dispuesto a revisitar la historia colonial del régimen franquista:

Hay un edificio en Lisboa que suele pasar desapercibido a los turistas que, tras visitar la catedral, enfilan la rua Augusto Rosa, a pie o en tranvía, camino del mirador de Santa Lucía o del castillo de San Jorge. Subiendo, a mano izquierda, se encuentra un aljibe de la época musulmana (en su doble sentido de cisterna y cárcel subterránea), la Cadeia do Aljube, que siempre fue centro penitenciario, recibió presos del foro eclesiástico hasta 1820, mujeres acusadas de delitos comunes hasta finales de la década de 1920 y presos políticos del Estado Novo a partir de 1928 hasta su cierre en 1965. Desde el 25 de abril de 2015 es la sede del Museu do Aljube - Resistência e Liberdade, dedicado a la represión política y la lucha contra la dictadura de António Salazar. Los cuatro pisos del museo recuerdan a los hombres y mujeres que pasaron por allí detenidos por el régimen salazarista, camino de otras cárceles metropolitanas o de colonias penales como la del Tarrafal, en las islas de Cabo Verde, obligados a permanecer de pie sin moverse o a mantenerse despiertos durante días, recluidos en celdas minúsculas.

La memoria de la lucha contra el Estado Novo se mezcla con la memoria anticolonial y el museo dedica una de sus plantas a la lucha por las independencias africanas. Efectivamente, no se puede entender la Revolución del 25 de abril de 1974 sin el empecinamiento del Estado Novo portugués en mantener su imperio colonial, hecho que generó la lucha de los pueblos colonizados por su independencia y el malestar de una parte del pueblo portugués y de sus fuerzas armadas, hartos de la sangría que suponía dedicar gran parte del presupuesto del país a mantener las guerras coloniales y enviar a la población masculina joven a defender en las colonias la portuguesidad de unos territorios que muchos ya no consideraban como propios. Así, el museo conmemora la resistencia de africanos y portugueses contra el delirio colonial del Estado Novo.

Un lugar de memoria parecido podría ser la madrileña Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, que hoy alberga la presidencia de la Comunidad de Madrid. Durante el franquismo fue la sede de la Dirección General de Seguridad y en sus sótanos subterráneos se detenía y torturaba a miembros de la oposición al régimen, aunque nunca dejó de mostrar una cara aparentemente amable cada 31 de diciembre al marcar su reloj las campanadas de fin de año. En Barcelona, otro edificio, la comisaría de la Policía Nacional de la Via Laietana, hoy sede de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña, albergó la Brigada Político-Social, la policía política secreta encargada de perseguir y reprimir a todos los movimientos de la oposición al franquismo. En sus sótanos, donde campaban a sus anchas los funestos comisarios Antonio y Vicente Creix, también fueron encarcelados y torturados opositores al régimen. Estos lugares de memoria mantienen hoy en día su cometido oficial y no parece que vayan a resignificarse y museizarse en un futuro próximo. De hecho, el panel informativo instalado junto a la comisaría en Barcelona, que informa del oscuro pasado del edificio, a menudo aparece vandalizado, cubierto de pintura.

No es esta la única diferencia entre la República de Portugal y el Reino de España en términos de memoria histórica. Más allá de la ruptura que supuso la Revolución de los claveles, nada que ver con la continuidad de una monarquía impuesta por la franquista Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947, es evidente que no se puede entender el Portugal contemporáneo sin tener en cuenta el papel de las colonias en la vida metropolitana. Sin embargo, ¿se puede entender la España contemporánea sin considerar a las colonias africanas españolas? Me parece que no. No se puede comprender el éxito del golpe de estado de 1936 sin entender la mentalidad africanista y colonial de los militares que lo protagonizaron y sin tener en cuenta el apoyo logístico y de tropas que recibieron los golpistas desde la Guinea española y desde Marruecos. La guerra de 1936-1939, en la que basaba su legitimidad el régimen franquista, fue, entre otras cosas, una guerra colonial, en la que los sublevados aplicaron a los defensores de la II República las tácticas de sometimiento y aniquilación que habían aprendido en su lucha contra la población africana. Más tarde, se podría considerar el franquismo como un régimen colonial, en el que una parte de la población se vio privada de sus derechos fundamentales y vivía al arbitrio de los colonizadores, los miembros del régimen. Si ese era el caso de la población metropolitana, la población colonial vivió sometida a una doble opresión, la del colonialismo stricto sensu y la de la dictadura franquista.

Por eso resulta tan ominoso el silencio de la recién aprobada Ley de Memoria Democrática sobre la cuestión colonial. ¿Acaso no existieron en Marruecos campos de concentración como el de Ben Karrich, a donde fueron llevados los caídos rifeños que se oponían al reclutamiento de sus jóvenes para luchar en las filas franquistas a partir de 1936? ¿Acaso no fueron víctimas del franquismo los nacionalistas guineanos que lucharon contra la dominación española y acabaron exiliados o muertos? ¿Acaso no sufrieron la dictadura franquista y no sufren sus consecuencias los habitantes del Sáhara Occidental, una región que fue provincia española hasta 1976? No se puede comprender el éxito del golpe de estado de 1936 sin entender la mentalidad africanista y colonial de los militares que lo protagonizaron

Si en España resulta casi imposible llegar a consensos sobre el pasado reciente, no parece que el legislador esté dispuesto a revisitar el pasado colonial y a ofrecer a las víctimas del colonialismo español reciente la verdad, justicia y reparación que muchas demandamos. Sin embargo, no por eso hay que dejar de exigirlas. 



Tan sólo cómo reflexión...: ¿no habría espacios en Guinea Ecuatorial susceptibles de integrar el Inventario Estatal de Lugares de Memoria Democrática (art. 51)? 

¿Tal vez el viejo presidio de Black Beach? ¿El campos de concentración para indígenas en Annobón? ¿El Seminario de Banapá que albergó las primeras huelgas nacionalistas? ¿El edificio del Patronato de Indígena o las sedes de los Tribunales de Raza? ¿El viejo barracón del puerto si es que hubiera sobrevivido a la remodelación del petróleo?:

Tras la toma de la ciudad la noche del 18 de septiembre, cuenta Juan Ramírez Dampierre -Vicecónsul portugues en Fernando Poo-, que: «Los presos políticos en número de cuarenta, están bien guardados y vigilados por las milicias, como también bien tratados, pudiendo recibir de sus casas o pensión las comidas y todo lo que necesiten para su uso personal, pero sin comunicación con el exterior del enorme barracón de cemento, donde se encuentran muy bien instalados bajo rigurosa vigilancia. Entre ellos hay media docena de funcionarios de la Secretaria General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central Comunista».

¿El Monumento a los Caídos de la Punta de la Unidad Africana con su "José Antonio Primo de Rivera ¡PRESENTE!" seguirá por décadas recibiendo a los barcos en el puerto de Malabo? 

¿Pueden viejos represores coloniales como los gobernadores Juan Fontán o Faustino Ruiz mantener calles y reconocimientos en España?

¿Los lugares de triste memoria generados durante la administración Macías, entrarían en (art. 53.6)?:

Se desarrollarán mecanismos institucionales para integrar los lugares de memoria democrática en los circuitos internacionales que respondan a situaciones de construcción de memoria democrática semejantes, vinculados con conflictos y violaciones de los derechos humanos, especialmente en el ámbito europeo e iberoamericano. Particularmente, se potenciará el conocimiento y protección de los campos de exterminio o trabajo forzoso en los que fueron confinados miles de exiliados o disidentes, en coordinación con los estados en los que se encuentren ubicados.

Si Marruecos, Guinea Ecuatorial o -por ejemplo- Guatemala mantuvieran simbología equívoca o monumentos desafortunados, ¿podrían verse privados de subvenciones (art. 39), incluidas las correspondientes a la Ayuda Oficial al Desarrollo?


¿Los mártires de la independencia ecuatoguineana como -ciudadanos españoles que eran- Acacio Mañé y Enrique Nvó podrían entrar en el Registro y Censo Estatal de Víctimas (art. 9)?

A partir del registro de víctimas regulado en el apartado anterior, el departamento competente en materia de memoria democrática elaborará un censo público de todas las víctimas de la Guerra y la Dictadura, así como de quienes murieron en combate durante la Guerra, con independencia de su nacionalidad.



Y una duda más...: los nietos de aquellos que nacieron en territorios que dejaron de ser españoles en épocas recientes como Ifini, Guinea Ecuatorial, Sahara o incluso ¿por qué no? Puerto Rico, Filipinas y Cuba ¿podrían optar a la recuperación de nacionalidad en las mismas condiciones que el resto de descendientes de españoles (Disposición adicional octava)?

Los nacidos fuera de España de padre o madre, abuelo o abuela, que originariamente hubieran sido españoles, y que, como consecuencia de haber sufrido exilio por razones políticas, ideológicas o de creencia o de orientación e identidad sexual, hubieran perdido o renunciado a la nacionalidad española, podrán optar a la nacionalidad española, a los efectos del artículo 20 del Código Civil (...).


lunes, 3 de octubre de 2022

El Taiwan Ibérico (V)


Esta es una historia curiosa... ¿recordáis El Taiwán ibérico (IV) y el oro de Moscú, conforme al cual el Gobierno de la República en el exilio habría financiado a los independentistas ecuatoguineanos (con el oro de Moscú) como vía para combatir a Franco?
No fue la única ni la última teoría conforme a la cual el declive de Franco debería iniciarse en el reducto más remoto del territorio español... y en las entradas dedicadas al Taiwán Ibérico encontraréis una relación de intentos.

Ésta es una entrada curiosa, ya que PARES conserva una carta (1965-01-28, Nueva York) de Moe Fishman a Margarita Nelken (Comité de Ayuda al Pueblo Español en México):
Se trata de una misiva en la que Mosess "Moe" Fishman, el secretario ejecutivo de Veteranos de la Brigada Abraham Lincoln que luchó en la Guerra Civil española, refiere a Nelken asuntos tocantes a la labor de obtención de fondos para los refugiados y a la actividad de distintos colectivos (Frente Nacional de Liberación de Guinea Española) e individuos (Álvarez del Vayo, Enrique Líster, Modesto, etc.) involucrados en la lucha antifranquista. 
En el caso de los ecuatoguineanos, «éstos ven su lucha como parte de la lucha antifranquista», razona el excombatiente de la guerra civil.
El documento está escrito en papel con membrete de la referida asociación de excombatientes norteamericanos.



They see their struggle as part of the anti-Franco struggle.

jueves, 5 de mayo de 2022

Un guineo más en Mauthausen

Seguro que recordáis el sufrimiento de Carlos Grey-Molay (en diversos archivos y publicaciones se le identifica como José Carlos Grey-Key), Carlitos, en el campo de concentración de Mauthausen o el de José Epita Mbomo en Neuengamme.

Pero no fueron los únicos guineos que fueron confinados por los nazis... os contamos el caso de Fernando Fernández Lavín:

Cuenta Jesús Gutierrez Flores en “Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla" que Fernando Fernández Lavín nació en la localidad de Quintana de Soba (Cantabria) en 1914, «en cuya escuela aprendió las primeas letras, pastoreó el ganado de sus padres y segó y recogió la hierba de sus brañas. Salió de su tierra para emplearse en una explotación maderera en Guinea, hasta que la guerra le sorprendió con 20 años».

Al igual que otros conciudadanos, abandonará el territorio ecuatorial tras el triunfo del golpe de Estado y -en su caso- retornará vía Francia con un grupo de vascos. Ya en Cataluña, se incorpora como soldado de la quinta del 35 (había realizado el servicio militar en la Guardia Colonial).

Luchó en los frentes de Madrid, Teruel y el Ebro, para concluir en Cataluña con el grado de comandante. Fue herido en 1938 e ingresado en el Hospital Militar de Barcelona, donde conoció a la que será su mujer (Feliciana Alonso) que visitaba a unos chicos de Irún.
Traspasó nuevamente la frontera francesa con los vencidos y fue reclutado en una compañía de trabajo para después reforzar la línea Maginot que pretendía contener la amenaza del vecino alemán. Hecho prisionero, fue confinado en Mauthausen el 12 de diciembre de 1940, en donde coincidirá con Carlos Grey-Molay.

Está documentado que en el campo de concentración, Fernando Fernández Lavín se significó como miembro destacado de la organización de resistencia interna.

Carlos Hernandez de Miguel en "Los últimos españoles de Mauthausen" relata, por ejemplo, que «en septiembre de ese año, los deportados dieron un último paso en su nivel organizativo y fundaron el AMI, Aparato Militar Internacional. A esas alturas, los españoles ya llevaban meses con estructuras paramilitares que, aunque contaban con escasísimas armas, sí estaban relativamente bien organizadas. Por esa razón, Fernando Fernández Lavín, primero, y Miguel Malle, desde comienzos de 1945, fueron los dos máximos responsables del mando central del AMI junto al general soviético Andréi Pirógov. El papel de esta estructura militar cobró especial importancia,(..) en los momentos finales de la historia del campo y, también, durante las horas y días que siguieron a la liberación».

Fernando Fernández Lavín, comandante de la AMI, organización resistente clandestina creada en 1944 en el campo de Mauthausen, 4-7 de mayo de 1945 (Foto de Francesc Boix). 

Tras ser liberado, requirió atenciones médicas por una fuerte bronconeumonía y daños en el hígado. Regresó finalmente a España en 1954, trabajando como conductor de autobuses en Barcelona hasta sacar una oposición como administrativo.

Autor:Francesc Boix i Campo. Porta d'entrada al camp de presoners.Varis deportats encarregats del control del camp fins a l'arribada dels americans. Fernando Fernández Lavín, membre del Aparell Militar Internacional (AMI). Tira de sis imatges, marca PERUTZ, amb la numeració: 4, 3, 2, 1, 45, 44, a la part superior.

Falleció en 1993 en Barcelona, sin regresar nunca al territorio ecuatorial.
  • El cuarto guineo confinado en un campo de concentración nazi (inicialmente en Sachsenhausen y finalmente en Laufen), fue Isidro Álvarez, el cartero de Bata. Sobre su vida encontrarás más información en el blog deportados de Asturias.
Pero si quieres saber más sobre Carlos Greykey, accede a

viernes, 12 de junio de 2020

La discreta tierra ecuatorial

¿Recordáis la entrada sobre el Refugio ecuatorial?

Según Rafael de Mendizábal Allende en Misión en África. La descolonización de Guinea Ecuatorial (1968-1969), el territorio servía no solo como castigo (como señalábamos en Desterrado... en Guinea), sino también como «refugio más o menos solapado...» de disidentes, pero también de aquellos que necesitaban distanciarse de conflictos.

Así, aparece el poeta León Felipe como boticario en Elobey y el Cejas en Bata, o casos como por ejemplo el recogido en El fusilamiento de Matías López Morales, «cuyo padre -Matías López Rodríguez- se alistó a sus más de 50 años en el Batallón de Voluntarios enviado a Guinea en el Ciudad de Mahón, para evitar infructuosamente el fusilamiento de su hijo».

Surge, por tanto, un territorio ecuatorial como discreto retiro temporal para casos como el del coronel Félix Muedra Miñón, quien en la década de los cuarenta fue empleado por Teodomiro Avendaño, el sargento Paisa, como gerente de su empresa Bokoko (gestora de la finca Avendaño, antigua hacienda Jones):

«Muedra, había sido un militar republicano asignado al Estado Mayor del Grupo de Ejércitos de la Región Central sobre quien siempre cayó la sospecha de connivencia con los franquistas (se le señaló reiteradamente como saboteador y quintacolumnista en el frente de Madrid)».  
Así, con todo, las autoridades franquistas le condenaron a treinta años, pena que le fue conmutada inicialmente por la de seis años y un día, si bien en 1941, se decreta su libertad condicional de la prisión militar de Valencia, así como la concesión de la conmutación del destierro. En los años posteriores se le generará tanto incoación de nuevos expedientes (1943, Juzgado de Instrucción número 4 de Madrid), ejecutorias de embargos, como finalmente reconocimiento de haberes pasivos como comandante de infantería retirado (desde el 1 de diciembre de 1942) y sucesivos expedientes de indultos (1944 y 1958).

Tras la salida de prisión, vivió varios años en Fernando Poo con su familia, regresando con el tiempo a la península.

Pasado ese periodo de destierro voluntario, habría retornado a una vida discreta en España.
Como cuenta Michael Alpert en El ejército popular de la República , que «Otros profesionales de la milicia sufrieron la pérdida de sus carreras, largas penas de cárcel, a pesar de las diversas amnistías, y a menudo graves dificultades sociales y económicas. Matallana, por ejemplo, estuvo encarcelado y luego tuvo que mantener a su familia trabajando como capataz de la construcción. Bernal, que contaba ya 65 años de edad, falleció en la cárcel. Otros estuvieron diez o doce años encarcelados. A pesar de que muchos sospechaban de su aparente poca lealtad republicana, el coronel Muedra, destinado en el Estado Mayor del Ejército del Centro, tuvo que exiliarse a Guinea. En 1956, se encontraba en Madrid con "una tiendecita donde le encontré despachando jabón y lejía". Otros militares que ocuparon importantes cargos en el Ejército Popular durante la guerra, se encontraban después obligados a vivir con mucha modestia, dedicándose a hacer traducciones mal pagadas o dando clases particulares».

No tiene que ver con esta historia... pero os dejamos un bonus track en forma de carta de 1950 dirigida a Muedra en Vega y Avendaño, en el apartado postal 17 de San Carlos (Fernando Póo).





miércoles, 6 de mayo de 2020

75 años de la liberación de Carlitos

Ayer publicaba El Diario: Las pruebas de la responsabilidad franquista en la deportación de españoles a campos nazis, a 75 años de su liberación:
El 5 de mayo de 1945 una unidad del Ejército estadounidense liberó el campo de concentración nazi de Mauthausen, llamado "el campo de los españoles" debido al gran número de compatriotas que sufrieron y/o perecieron tras sus alambradas. La liberación no fue un acto premeditado y tuvo poco de épico. Un pelotón de 23 hombres, liderado por el sargento Kosiek, se topó por casualidad con el recinto mientras realizaba una misión rutinaria de reconocimiento. Los SS habían huido y dejado la custodia de decenas de miles de famélicos prisioneros a un asustado grupo de policías de Viena que no tardaron ni un segundo en rendirse.

Los libertadores apenas estuvieron cuatro horas en el recinto porque recibieron la orden de regresar a su base con los cuatro únicos prisioneros estadounidenses y británicos que había en el campo. El resto de los "liberados", un ejército de hombres y mujeres enfermos, desesperados y hambrientos, quedaron abandonados entre un océano de cadáveres. Afortunadamente, la organización clandestina internacional, creada por los propios prisioneros españoles durante su cautiverio, se hizo con un arsenal de armas y mantuvo un cierto orden hasta que, casi 24 horas después, llegó el grueso de las tropas estadounidenses. La pesadilla había terminado.

Mauthausen fue el último campo de concentración nazi en ser liberado. Su importancia histórica para nuestro país no fue reconocida hasta el pasado año. Desde 2019, el 5 de mayo es considerado oficialmente el Día de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en campos de concentración y a todas las víctimas españolas del nazismo. Más de 9.300 de nuestros compatriotas, de los cuales al menos 300 eran mujeres, sufrieron años de cautiverio en los campos de la muerte de Hitler.

5.500 de ellos perecieron en ellos de la misma forma que los judíos, los gitanos, los soviéticos, los testigos de Jehová o los homosexuales: en la cámara de gas, ahorcados, apaleados, en macabros experimentos médicos, devorados por los perros, de hambre, de todo tipo de enfermedades… Mauthausen y su letal subcampo de Gusen son el símbolo de la deportación española porque por ellos pasó el 80% del total: más de 7.500 hombres y mujeres. El resto se repartió por Dachau (756), Buchenwald (636), Ravensbrück, Bergen Belsen, Auschwitz, Flossenbürg, Natzweiler, Neuengamme, Sttuthof, Sachsenhausen…
Deportados por Franco, Hitler y Pètain

Investigadores y asociaciones de Memoria Histórica coinciden en denunciar que el olvido que han sufrido estas víctimas españolas del nazismo por parte de nuestra democracia obedece a una única razón: también son víctimas del franquismo. La documentación que se conserva en los archivos demuestra que estos hombres y mujeres acabaron en los campos nazis por obra y gracia de un triángulo político formado por Francisco Franco, Adolf Hitler y Philippe Pétain, el líder de la Francia colaboracionista. Sin embargo, en la graduación de responsabilidades el dictador español aparece destacado en primer lugar. (...)

Pese a que no se le haya dado la relevancia de otros campos de concentración, no debe ser olvidado.
Y en lo que a este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel se refiere, tampoco debemos olvidar que el 5 de mayo supuso la liberación de Carlos Greyekey, Carlitos, nacido en la isla de Bioko y emigrado muy joven a Barcelona. Ahí hizo su vida e inició estudios de medicina. Iniciada la guerra se sumó a la defensa del Gobierno, siendo expulsado al exilio con la caía de la República. Al igual que los demás exiliados republicanos sufrió el maltrado por parte de las autoridades fancesa, hasta que iniciada la invasión alemana se sumaron a la defensa de las libertades del país. Con la derrota de la República francesa, fue confinado en Mauthausen, en donde inicialmente fue tratado con menor rigor que al resto de sus compañeros por el color inusual de su piel, hasta caer en desgracia. Así con todo, logró sobrevivir hasta la liberación del campo de concentración, iniciando su exilio como apátrida: con un gobierno español que le desconocía y una república de Guinea Ecuatorial inexistente. Falleció en los 80, nacionalizado francés.

Si quieres saber más sobre Carlos Greykey, accede a 



lunes, 2 de marzo de 2020

El caso de Carlitos

Es cierto, hubo ecuatoguineanos que lucharon en la guerra civil: uno de ellos estuvo incluso entre los que sufrieron el exilio tras la derrota de la República y acabó confinado en un campo de concentraciónLucía Mbomío lo cuenta en Prisionero 5124: Grey Molay, el republicano negro, uno de sus artículos de Afroféminas.

En Guinea Ecuatorial, ante la ausencia de archivos y la dificultad de acceder a fuentes primarias de información, es habitual recurrir a la literatura como respaldo documental.

Lo vamos a hacer también nosotros.

David Wingeate Pike en Españoles en el Holocausto - Vida y muerte de los republicanos en Mauthausen recoge que «A diferencia de los polacos, los rusos y muchos alemanes y austriacos, todos los españoles estaban allí por ser antifascistas. Casi en su totalidad eran veteranos de la guerra civil española y, curiosamente, incluían al único negro de Mauthausen: Carlos Gray Key, originario del Marruecos español pero nacido en Barcelona». El autor no acertó ni en el nombre ni en el origen.

«Con estos testimonios -añadirán Montse Armengou, Ricard Belis en El convoy de los 927- dejan de ser fotografías horrorosas para convertirse en historia vividas y sufridas, como la de Carlitos, un muchacho de Barcelona que no dejaba de decir "¡Me cago en Dios!" porque los alemanes se divertían dejándolo en carne viva de tanto fregarlo con agua y jabón. Era negro y los oficiales estaban empeñados en que se volviera blanco. Las humillaciones parecían no tener fin.»

En "El fotógrafo de Mauthausen" reproducen un edulcorado ejemplo de estas humillaciones:


O como relata Joaquim Amat-Piniella en K. L. Reich, «entre la multitud destacaba un punto negro. Era un muchacho barcelonés nacido en el África española. El oficial que lo descubrió desde arriba lo hizo llamar para que se presentara. El cuerpo del negro, robusto y musculoso (el hecho de ser negro le había valido un buen Kommando) sorprendió a los alemanes. Según sus convicciones racistas, los negros eran seres con las extremidades flacas, el vientre abombado y con expresión de caníbales. Aquel muchacho no era únicamente bello, sino hasta culto. Hablaba varios idiomas, entre ellos el alemán. Una vez en el mirador, tuvo que permanecer largo rato en la posición de "firmes", mientras el grupo de visitantes saciaba su curiosidad. Los prejuicios racistas se tambaleaban. Uno de los soldados, un joven linfático, con cara de infeliz, no pudo refrenar su necesidad de comprobar que no existía superchería; humedeció su dedo índice con saliva y frotó con fuerza la piel del negro. Su cara expresó desencanto y admiración a un tiempo: el color era sólido».


Carlos Hernández de Miguel en Los últimos españoles de Mauthausen - La historia de nuestros deportados, sus verdugos y sus cómplices, narra que «En este océano de vejaciones, lo peor que le podía ocurrir a un prisionero era atraer las miradas de los SS. Carlos Grey-Molay (En diversos archivos y publicaciones se le identifica como José Carlos Grey-Key) no pudo evitar convertirse en el centro de atención de los soldados y oficiales alemanes. Carlitos, tal y como le llamaban sus compañeros, era negro. Nacido en Barcelona, su familia provenía de la colonia española de Guinea. José Alcubierre fue testigo de su llegada al campo el 7 de junio de 1941: "Los alemanes le miraban como a un bicho raro. Le tocaban para ver si su piel desteñía, le abrían la boca para mirarle los dientes y se reían sin parar. Luego le empezaron a lavar con agua y jabón. Le frotaban con fuerza para ver si eran capaces de quitarle el color negro. Los prisioneros polacos empezaron también a reírse y nosotros nos enfrentamos a ellos porque se trataba de un compañero. Aunque era español le tenían en una barraca aparte. En cuanto podía se venía con nosotros, pero los SS le decían: Tú eres negro, así que no te juntes con estos". Como si fuera una atracción de circo, Carlitos fue admirado por el propio comandante Ziereis, que decidió colocarle como camarero en el pabellón de los oficiales. El propio Himmler tuvo ocasión de contemplar esta «rareza de la naturaleza» en una de las tres visitas que realizó al campo. Mariano Constante, que trabajaba como ordenanza de los SS, estaba presente: "Ziereis hervía en deseos de que su jefe supremo admirara aquel representante de una raza aún más baja que la de los subhombres. Hizo toda una serie de comentarios abominables sobre nuestro compatriota y su color de piel, acompañando sus explicaciones de bromas que provocaban la risa histérica de sus secuaces y que remató con este comentario: Es un negro español, sí, pero desciende de los negros de África, y lo que es más, de una tribu de antropófagos. Su padre comía carne humana". La curiosidad inicial entre los alemanes degeneró pronto en un profundo rechazo hacia el "salvaje" que tocaba su comida. Grey-Molay fue destinado a limpiar los retretes de los SS y, finalmente, a la cantera. Carlitos, el negro de Mauthausen, consiguió sobrevivir gracias a la ayuda de sus compañeros. Las secuelas de la tuberculosis y el recuerdo de las vejaciones a que fue sometido le acompañaron hasta el fin de su vida».





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viernes, 22 de marzo de 2019

Biznaga de Plata a de Enric Ribes

.¿Recordáis al Prisionero 5124: Grey Molay, el republicano negro?

Su hija Muriel ha participado en la producción de un documental (compartimos el
trailer):


GreyKey nace de la curiosidad y el miedo de Muriel Grey-Molay hacia su padre, fallecido cuando era pequeña. Mediante una fascinante selección de archivo, Muriel recorre el camino de su padre, un hombre que trabajaba de noche y temía la oscuridad y el silencio. Finalmente, a través de la voz Muriel y el proyecto de Enric Ribes, se consigue poner fin a las dudas sobre el enigmático carácter de Carlos Grey-Molay, un guineano superviviente del campo de concentración de Mauthausen.
Y éste ha ganado la Biznaga de Plata al mejor cortometraje documental en la Sección Oficial de Cortometrajes Documental del Festival de Málaga
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lunes, 2 de abril de 2018

Prisionero 5124: Grey Molay, el republicano negro

Es cierto, hubo ecuatoguineanos que lucharon en la guerra civil, y uno de ellos sufrió exilio tras la derrota de la República y acabó confinado en un campo de concentración.

Lucía Mbomío lo cuenta en uno de sus artículos de Afroféminas, tras una cuidadosa investigación:

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Prisionero 5124: Grey Molay, el republicano negro

Una noche de vigilia, allá por 2008 o 2009, me pregunté si los que eran como yo, lxs negrxs, también habían formado parte de los acontecimientos que tuvieron lugar en Europa. Me dediqué a buscar por Internet y encontré el documental “Noirs aux camps nazis”  (Negros en los campos nazis) de Serge Bilé. Descubrí a José Carlos Greykey (cuyo nombre real, supe después y gracias a mi investigación, era José Carlos Grey Molay) y a partir de ahí, sentí la necesidad de contar su historia. Así  fue como me embarqué en la producción de un documental que jamás pude concluir, pero que me sirvió para dar con fotos y documentos valiosísimos (como su ficha de ingreso en Mauthausen), para conocer a su familia, a algunas de sus amistades y, en definitiva, para saber más acerca de esta figura tan interesante  que hoy quiero que conozcáis.


Aún recuerdo cuando entrevisté a José Alcubierre en Angouleme, Francia. Tenía 80 y pico años y nadie podría imaginar al verle, con su pinta de abuelo del montón,  que era un superviviente  de uno de los regímenes execrables que nos “regaló” el convulso s. XX, que su estómago, siendo todavía un niño,  había soportado un hambre inenarrable, que sus pies habían padecido calambres y que sus brazos sabían qué era el agotamiento extremo. Alcubierre había compartido confinamiento con José Carlos en Mauthausen y le llamaba Carlitos.

Me contó que lxs españolxs tenían bastante peso allí porque eran muchos y que, a pesar de ser reclusos, tenían cierta influencia. Un buen día les llamó otro compañero de encierro para avisarles del maltrato que estaba padeciendo uno de los suyos. Acudieron unos cuantos corriendo a una placita para defenderle y encontraron a varios nazis que, con un frío del que duele, le echaban agua constantemente “para ver si se volvía blanco”. Tardaron en caer en la cuenta que aquel hombre, también era español, un negro español y republicano, de los del triángulo azul, de los que se quedaron sin patria por no apoyar el alzamiento franquista. No tenían patria pero sí lugar de nacimiento y de vida y de recuerdos, hasta que todo se truncó. José Carlos nació en 1913 en Fernando Poo  (hoy, Isla de Bioko, Guinea Ecuatorial) , por aquel entonces, colonia española (aunque en el documento de ingreso en el campo pusiera Barcelona).

Oímos la historia de buena parte de las víctimas y de los verdugos, de los que ganaron y de los vencidos. Oímos testimonios de judíos, republicanos, y comunistas. Nos estremecimos, sufrimos por ellos.
Pero faltó algo.

En la primera mitad del s.XX,  Europa era un gigante artificial, abarcaba toda su superficie actual y, además, los territorios que tenía en África, Caribe y Asia. Por aquel entonces, el viejo continente se retorcía de dolor en luchas intestinas generadas por el auge del imperialismo del que el colonialismo no era sino otro síntoma (y consecuencia).

Durante la Gran Guerra, la mitad del mundo se partió la cara con la otra mitad. Se perdieron dinero, ciudades, monumentos, vidas… Se calcula que, entre 55 y 70 millones de personas, murieron en la primera contienda global. Entre ellas, había convencidos, reclutados por la fuerza, y africanos. Dentro de los africanos los había dispuestos y también obligados. La mayoría combatió en una guerra que no era la suya, en un lugar que no era el suyo (y que podía estar pisando por primera vez), en un clima que no era el suyo, por una causa que desconocía y por una patria que, aunque afirmara lo contrario, tampoco era la suya salvo porque así lo había estipulado la Conferencia de Berlín.

Me temo que ningún o casi ningún africano asistió a esa conferencia.

Cesó la guerra y nació el fascismo, bautizado con mil nombres (nacionalsocialismo, fascio, franquismo…) y con una sola cara: la del terror. Encontró una fervorosa acogida en una tierra lastimada, sembrada de desheredados y resentidos. Creció alimentado de la pasividad de la Sociedad de Naciones y alcanzó su mayoría de edad en España un 18 de Julio de 1936.

Erróneamente, en España, nos han transmitido que las últimas colonias se perdieron en 1898. Olvidan el enclave del IFNI, el norte de Marruecos, el malogrado Sáhara y Guinea Ecuatorial, que necesitaron más de 70 años para desligarse de la metrópolis. Así las cosas, los que, en esa época eran españoles, se alistaron (o no, pero entraron) en un bando u otro.

José Carlos Grey- Molay (1913 – 1982) estaba en Barcelona estudiando medicina cuando le sorprendió el inicio de la contienda. Había llegado a España 9 años antes, procedente de Guinea Ecuatorial para continuar sus estudios de Bachillerato. Se consideraba catalán y hablaba perfectamente la lengua de allí. Desde el principio, se posicionó del lado republicano, luchó con sus afines y, como ya sabemos, perdió. Perdieron.

De igual modo que otros tantos republicanos, fue a parar a Francia, lugar en el que poco después también arribó el fascismo. El mariscal Petain asumió la presidencia durante el Régimen de Vichy y Francia, que se había levantado contra las hordas hitlerianas, terminó por ser un nido de ellas… Algunos franceses formaron un sólido grupo de resistencia al que también se unieron refugiados españoles, Grey- Molay, por ejemplo.

Todo aquel que perteneciera al movimiento disidente y que fuera capturado, terminaba ejecutado o en un campo de concentración. El gobierno francés era fascista, el español, también. Los portadores de ideas diferentes no tenían lugar en ninguno de los dos países, de modo que ningún estado los reclamó.

Vagones repletos de seres humanos caminaban por columnas de hierro que atravesaban impávidas las fronteras que, en plena contienda parecían inexpugnables  … y sin embargo, es evidente, no lo eran si de lo que se trataba era de transportar seres humanos a los que se trataría sin ningún tipo de humanidad.  El destino final eran campos de esclavitud, de extenuación y hacinamiento, de experimentación, de muerte. De muerte.

– ¿Por qué eres negro? Le preguntaban a Carlos.
– Porque mi madre no me ha lavado bien. Contestaba una y otra vez a sabiendas de que esa respuesta podría costarle la vida.

Regidos por ignorantes salvajes y despiadados, lo mejor al llegar era no llamar la atención de las SS, pero, para un negro, rodeado de blancos, eso era, y es, imposible.

José Carlos fue capturado en el frente del Rhin e internado en Mauthausen en 1941. Era un extraño “ejemplar” para los nazis (pese a que en Alemania había negros procedentes de Namibia, Tanganika, Togo y Camerún) y para los propios españoles, hermanos de ideas, encierro y armas.
Los nazis veían el caso Grey-Molay como algo tan curioso, que terminaron por convertirle en asistente personal de ellos. Él era el que les abría las puertas, el que les servía la comida… Vestido con un uniforme del ejército yugoslavo, José Carlos, era una especie de botones, sin horarios. Eso le provocó que se salvara de trabajar en las duras canteras. Ahora bien, estaba a la merced de los impulsos asesinos de los oficiales para los que servía.

Juan de Diego, otro interno español, decía que para el resto de compatriotas, era uno más. Nunca vieron su color. Según él, la solidaridad entre la comunidad española era muy fuerte, más que en cualquier otra. Eso salvó a José Carlos cuando los nazis se cansaron de ver a un negro cerca de ellos.

En 1945, Grey Molay fue liberado. Como tantxs otrxs republicanxs, decidió no regresar a España sino que se fue a París, lugar en el que, según una de sus hijas, trabajó de bailarín en un cabarette, al principio, y de electricista después, formó una familia y siguió luchando por la libertad. Desde 1977 y hasta su muerte, en 1982, fue un activo miembro del ANRD (Alianza Nacional de Restauración Democrática) que se posicionó en contra del dictador ecuatoguineano Macías Nguema. Grey Molay volvió al origen aunque nunca regresara a la tierra que le vio nacer.

No se sabe cuántos negros perecieron durante la II Guerra Mundial ni en la Guerra Civil Española. Ni siquiera podríamos decir cuántos lucharon en un bando u otro o cuántos tuvieron la mala suerte de entrar en un campo de concentración. Sabemos que José Carlos Grey- Molay fue uno de ellos y, por eso, es importante que sepamos quién fue, merece que le recordemos.


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sábado, 18 de noviembre de 2017

Brigadistas Internacionales

El Boletín Oficial del Estado del 17 de
noviembre de 2008 publica el Real Decreto 1792/2008, de 3 de noviembre, sobre concesión de la nacionalidad española a los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales.

Parece de justicia, al igual que lo fue el Real Decreto 39/1996, de 19 de enero, sobre concesión de la nacionalidad española a los combatientes de las Brigadas Internacionales en la guerra civil española, que le precedió.

Surge, sin embargo, una paradoja: ¿los ecuatoguineanos que lucharon igualmente por la República y que posteriormente perdieron su condición de súbditos españoles tras la independencia, podrían acogerse igualmente a ese beneficio?

martes, 24 de octubre de 2017

El veterano de Guinea Ecuatorial

Como muestra, el caso de Juan Manuel John Tray y Mueri, nuestro Mohammed ben Mizzian en parámetros ecuatoguineanos:

Tray es el tercero por la derecha.
Fotografía tomada en la base aérea de Los Llanos, en Albacete, en el año 1947.
Estudiante de la carrera de perito industrial en Las Palmas, fue el oficial guineano de mayor graduación en el Ejército Español, y contaba -entre otras- con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, sendas Cruces del Mérito Militar con distintivo blanco y la Encomienda de la Orden de África; su vida y carrera merecerían un blog aparte, pero en lo que a éste se refiere, Tray había ingresado como voluntario en la Primera Bandera de Falange en Las Palmas al inicio de la guerra civil, en la que participó encuadrado en Regulares, acabándola de Alférez Provisional del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta nº 3.

El 24 de febrero de 1939 pasó a la situación de reemplazo por heridas en combate, y tras la convalecencia en las Palmas de Gran Canaria, volvió al servicio activo el 12 de julio de ese año, continuando en la carrera militar tras haber realizado los cursos de transformación.

Manuel García Cuenca relata en su novela Beatriz que: «La sobremesa de un domingo giró en torno a su único hermano, mayor que él [Francisco], por quien sentía un gran cariño. Se llamaba Juan Manuel y era militar. Residía en España desde hacía varios años y sólo una vez regresó a Guinea durante unas vacaciones. Estaba casado con una española y tenía tres hijos preciosos. Decía que no se veían, claro, pero era raro el mes que no recibía una extensa carta y fotografías. Cuando hablaba de su hermano se le iluminaba el semblante. Afirmaba que Juan Manuel era un gran tipo. Luchó en la Guerra Civil Española al lado de los ejércitos de Franco y en los campos de batalla ganó las estrellas de teniente de infantería. También resultó herido. Era mutilado de guerra. 
Cuando acabó la contienda fue destinado a la ciudad de Albacete, donde era muy popular entre la población civil y el personal militar».

En 1963 el diario Falange
de Las Palmas de Gran Canaria
informaba de su nuevo destino
en Santa Isabel.
Caballero Mutilado Permanente en la guerra civil, perteneciente a la Vieja guardia de Las Palmas, igualmente solicitó durante la II Guerra Mundial ir voluntario con la 250.ª División de Infantería (conocida popularmente como División Azul) a Rusia, siéndole denegada su petición.

En el momento de la Independencia de Guinea en octubre de 1968, Juan Manuel Tray era Comandante de Infantería, destinado como Ayudante de Campo del Comisario General de Guinea, Victor Suanzes del Río, aunque formalmente no pasó al Ejercito del nuevo Estado independiente hasta septiembre de 1969 (la Guardia Territorial se transformó en Guardia Nacional desde el 12 de octubre de 1968) fue nombrado jefe de la Casa Militar del Presidente Macias.
Juan Durán-Dóriga, el embajador de España en 1968, cuenta en sus memorias como éste le «había visitado en Santa Isabel para pedirme que gestionase su ascenso a coronel en el ejército español, que por cierto seguía pagando sus haberes».

En abril de 1969 se convirtió en Jefe de la Guardia Nacional con el empleo de Tte. Coronel de ese cuerpo, sustituyendo al último oficial español que la mandó (el Capitán Pizarro), aunque seguía siendo Comandante del Ejército de Tierra Español, donde figuraba como en situación de licencia reglamentaria (causó baja el 18 de septiembre de 1969).

No pudiendo satisfacer su ambición por ascender en su carrera profesional ni en el nuevo ejército ecuatoguineano ni en el español, acabó involucrado en decisiones imprudentes como la que dio lugar a la llamada guerra de las banderas en Bata (en palabras del Embajador de España: «En cuanto al detonante concreto de la crisis, lo sucedido en la mañana del 25 de febrero parece indicar que las apetencias del comandante Tray por la residencia del cónsul general jugaron un papel fundamental»), perdiendo al final la confianza tanto del presidente Macías como del Gobierno Español.

Tras una sucesión de desencuentros, acabó degradado por Macías al rango de sargento asignado al parque de automóviles, sometido a prisión domiciliaria y confinado en su aldea, sustituyéndole en su puesto anterior el Teniente Coronel Teodoro Obiang.

Acabó falleciendo exiliado en Valencia.

Tray con “Los Diez de Zaragoza”, caballeros cadetes de la AGM en la Especial Militar (AEM) de Villaverde (Madrid).
Los ecuatoguineanos de pie, de izquierda a derecha:
Salvador Ela Nseng, Teodoro Obiang Nguema, el Comandante Tray, Maximiliano Meko y Eulogio Oyo Riquesa.
Agachados, de izquierda a derecha: Celestino Mansogo Nsí, Santiago Bee Ayetebe, Cristino Seriché Malabo, José Moro Mba, Moisés Iyangan Melango y Melanio EbendengNsomo. Les acompañan en la fotografía el almirante Núñez y dos mandos españoles.