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sábado, 18 de julio de 2020

La extraña guerra de Guinea

Afirma José Luis Vila-San Juan en El curioso alzamiento en Guinea: «Muy poco, casi nada, se ha escrito sobre lo ocurrido en Guinea en aquellas fechas de julio de 1936 que conmovieron a toda España. Y Guinea, aunque distante y en África, también era España».

Crónica de la Guerra Española de Codex (1966) es un texto de referencia al que se cita en diferentes entradas. Veamos el texto completo:

España poseía, como un último retazo de lo que fue su vasto imperio colonial de la Edad Moderna, un grupo de islas y un cuadrilátero de tierra continental en los aledaños del ecuador africano los territorios del Golfo de Guinea, hoy autónomos, cuya capitalidad reside en Santa Isabel, una bella ciudad anclada en el costado septentrional de la isla de Fernando Poo.

El alejamiento de la Península, la lentitud de los medios usuales de comunicación -un buque correo mensual que empleaba quince días de navegación desde Cádiz a Santa Isabel-, la especial configuración de su censo demográfico y las singularidades del modo de vivir colonial hacían de la Guinea española un mundo aparte en que parecía incongruente dar cabida a la pasión política. Los escasos 4.000 españoles que se repartían por su paisaje rabiosa y perennemente verde y soportaban los rigores de un clima de invernadero reconocidamente insalubre gozaban, por otra parte, de un standard de vida incompatible con cualquier reivindicación social. Establecido este cuadro, no es de extrañar que los españoles de Guinea permaneciesen durante los dos meses siguientes al 18 de julio en una actitud indefinida, ajenos realmente a la magnitud del drama que había empezado a desarrollarse en la Metrópoli, sin información clara de los hechos ni estímulos para tomar posiciones por sí mismos, y que solamente pequeñas minorías resueltas se decidieran, con evidente retraso, a entrar en acción.

Precisamente el hecho de que españoles de otras islas -las Canarias, apartadas por cierto del escenario de la guerra- interviniesen decisivamente en la toma final de posición de las colonias de Guinea ante el conflicto, así como la fecha en que esta definición empieza a producirse -el mismo día que se preparaba a salir de Mallorca la expedición nacional que iba a reconquistar Ibiza- justifican la inclusión en este capitulo de la crónica del curioso episodio ecuatorial de la guerra de España.

FERNANDO POO Y EL “MENDEZ NUÑEZ”

El ingeniero Luis Sánchez Guerra, gobernador general, asustado por el ambiente levantisco recién importado de la Metrópoli, declara el estado de excepción ya el 5 de junio de 1936 y pide
urgentemente un barco de guerra para calmar los ánimos. El 24 de junio llega a Santa Isabel el crucero Méndez Núñez.

La noticia de la sublevación fue comentada frívolamente el mismo 18 de julio en el bar “Chiringuito”, de Santa Isabel, donde los españoles residentes en la colonia solían reunirse a charlar ante unos vasos de whisky con soda.
El 21, Matres, comandante del Méndez Núñez, pide permiso a Madrid para efectuar, con el gobernador, un recorrido por las islas. Madrid ordena el regreso inmediato del crucero, cuya
marinería revuelta radia el día 23:

“UMRA vigilante. ¡Viva la República!”

El crucero hace escala en Lagos (Nigeria) el 25 de julio. Cuando reposta en Freetown (Sierra Leona) el 28, el comandante se encuentra con un telegrama de Canarias que le insta a incorporarse al alzamiento. El 5 de agosto, con el crucero en Dakar, Madrid se ha enterado de los planes de los oficiales y ordena la vuelta a Fernando Poo, donde se echan anclas el 14 de agosto.

Muy pronto se recibe la orden de entregar el barco a la marinería, que, ante un gobernador general fluctuante, elige como jefe al teniente de navío Bone, El resto de los oficiales son desembarcados y, el 30 de agosto, el barco emprende de nuevo el regreso a la Metrópoli.

Los oficiales desembarcados se fugan a Victoria (Camerún inglés) el 5 de septiembre, y al llegar a Las Palmas el 18, se encuentran allí con Bone, que se había escapado a nado del buque.
El 21 de septiembre, bajo el control de la marinería, el crucero atraca en Málaga y se incorpora a la flota del gobierno.

Mientras tanto, en la lejana colonia -islas y continente- reinaba la incertidumbre, pero no pasaba nada de particular. Por fin, ante la amenaza que suponía la llegada de Barcelona del vapor correo Fernando Poo con un cargamento de armas para el Frente Popular y una tripulación revolucionaria, el jefe de la Guardia Colonial, teniente coronel Luis Serrano, apoyado por un reducido grupo de conspiradores, declara el estado de guerra y se hace con la isla de Fernando Poo en la madrugada del 19 de septiembre.

En el muelle de Santa Isabel, en Fernando Poo, la colonia española en el África ecuatorial, una banda de música Interpreta el Himno de Riego, el himno oficial de la República. Pero la fuerza armada que desembarca y que al momento inicia el desfile no es gubernamental. Son voluntarios y soldados nacionales procedentes de Canarias, que acaban de Incorporar al alzamiento al territorio hermano de la Guinea continental española.

EN LA SELVA

En el territorio continental de la colonia la cosa no fue fácil. El subgobernador, del Frente Popular, se niega a unirse a los sublevados de la isla y el 22 de septiembre hay una escaramuza en plena selva entre los sublevados en Kogo, que avanzan sobre la capital, Bata, y un destacamento gubernamental que sale a su encuentro.
Son blancos contra blancos, ante los indígenas asombrados; pero los fusiles están también en manos de soldados negros. El 30 de septiembre llega a Bata el Fernando Poo, que ha eludido la habitual escala en la isla al ser advertido del triunfo del alzamiento en Santa Isabel. Su famoso envío de armas se reduce a seis fusiles y una pistola.
Pero el gobierno controla todavía la Guinea continental.

Inesperadamente, el 14 de octubre se presenta ante Bata el mercante nacional armado Ciudad de Mahón con una columna de desembarco integrada por 198 voluntarios de Canarias y fuerzas
de Tiradores de Ifni. Una “batalla naval" es necesaria para dominar al Fernando Poo, que, sin artillería, es incendiado y hundido por el Mahón. Y cuando el barco nacional, tras un breve
cañoneo sobre la capital, se disponía a poner rumbo a Santa Isabel, aparece una canoa, con una bandera enorme, desde la que un aragonés vitorea frenéticamente a la Virgen del Pilar. Las
noticias que trae sobre el abandono de la ciudad por los elementos gubernamentales deciden al mando de la columna, que desembarca y se apodera rápidamente de la colonia.

El 15 de octubre, el Ciudad de Mahón llega a la isla sublevada, que le recibe con evidente entusiasmo y con el Himno de Riego muy seriamente entonado.
Aunque no tardaron en surgir raros celos contra los expedicionarios de Canarias, algunos de los cuales acabaron por asentarse definitivamente en la colonia, los nacionales habían incorporado a su alzamiento los lejanos territorios de Guinea.

Salvo el incidente del Himno de Riego, todo sucede en Santa Isabel sin alteración de su calma habitual. Declarado el estado de guerra sin incidentes el 19 de septiembre, casi un mes más tarde la columna de voluntarios canarios que desfila ante el edificio del Gobierno General va a consolidar la alineación de la isla en favor del alzamiento, no sin despertar celos y suspicacias entre los residentes en Fernando Poo que la hablan sumado en su día a la causa nacional. 



jueves, 29 de agosto de 2019

El caso del barbero

Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea».

Es cierto; más allá del fusilamiento de Luis González Peña, resulta muy difícil rastrear a los desaparecidos, presos, represaliados o muertos, como tampoco sabemos de los dos soldados indígenas fallecidos en la batalla del río Ekukú.

La caída de Santa Isabel el 19 de septiembre daría lugar a lo que Lorenzo Bela definía con horror como «gran palabra tienen los blancos...» consternado al ver hasta una veintena de europeos detenidos -cosa nunca vista en la Colonia-. De esos veinte y su destino... tan sólo sabemos del tiro accidental que recibió el dueño del Chiringuito.

De igual forma que contábamos en La batalla y los Mártires y en La huida, que fueron 17 los muertos anónimos en el hundimiento del "Fernando Poo".

Esos 17 muertos anónimos están documentados sin muchos detalles tanto por la prensa republicana, como por la prensa del movimiento, ya que la propia "Gaceta de Tenerife: diario católico de información", en su edición del 21 de noviembre de 1936, recoge el relato y fotografías del tercer comandante del "Ciudad de Mahón": Ángel García Uzariaga cuenta que el "Fernando Poo" «rápidamente se hundió, pereciendo ahogados gran número de rojos, entre ellos el cabecilla de la subversión».



Acompaña la narración con una imagen del cuerpo en el agua, de «el cabecilla de los rojos que dirigía el tiroteo desde el "Fernando Poo", en cuya bodega quedó sepultado».

Igualmente, el Capitán Emilio Ley Arata, director de la Trasmediterránea, afirmaba el 12 de noviembre de 1936 en un artículo de La Prensa: «Los oficiales del barco casi todos son rojos. El oficial que se exceptúa de haber estado de parte de los marxistas es el señor Devesa, casado con una joven de Las Palmas, de familia muy conocida. El Capitán del Fernando Póo, don Antonio Pasaje Respeto (sic), estaba también de parte de los rojos. Resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista.»

Tras el bombardeo de Bata se sucederán igualmente las detenciones y paseíllos.

Así, tras instruir diferentes causas, del África ecuatorial se deportarían 150 presos para el penal de Gando, entre tripulación superviviente del Fernando Poo, funcionarios y ciudadanos del territorio.

Pero pongamos un ejemplo concreto: El caso del barbero Caparrós.

Sabemos que existió, y que no es un personaje literario de Ángel Miguel Pozanco, ya que son varios los testimonios al respecto.

La crónica franquista otorga precisamente a Caparrós un papel protagónico: «Desde que llegó a Bata [el vapor Fernando Póo], su Comité de control, compuesto de elementos ácratas de Barcelona, que preside un tal Caparrós, se instala en tierra y asume todas las funciones gubernativas. La autoridad de Hernández Porcel está anulada».

El misionero Amalio Esteban asegura en la rectificación de su declaración que junto al motor del bote que le llevó preso al buque Fernando Póo se encontraba «el que llevaba una camisa especie de pijama, el barbero según las señas». Es decir, el barbero Caparrós no era una ficción de Pozanco.

Concuerda con el del grumete Juan Fernández Hermo, de la tripulación del Fernando Póo que declara al Tribunal Militar Territorial 5, en la Causa 24 de 1937, que «al oír el primer cañonazo se refugió en el oficio de 2ª con las camareras» y que «considera como elementos peligrosos al barbero Caparrós y a Antonio Tarí». O el el Médico Antonio Fuertes Villavicencio que se refiere a él en su declaración como «delegado de la F.A.I.».

Igualmente, el segundo Cocinero Fernando Barba Macero declarará a su vez que «el Comité rojo lo formaban el barbero Caparrós, Antonio Tarí, el cuarto Maquinista Filló, el marinero Calvo y el Engrasador Domingo López».

O el tercer oficial Jacinto Devesa Paredes, que «dice haber sido él quien puso la bandera blanca en el asta de popa [del Fernando Poo]», y que «considera el elemento más extremista del barco al Barbero Caparrós.(...) Sabe que andaban con fusil; Manuel Bauzá, Martorell, un cocinero y el barbero (todos desaparecidos)».

Resulta inquietante ese «todos desaparecidos» afirmado por el tercer oficial... especialmente porque la crónica franquista de la jornada recoge que «Desde las mismas lanchas se ordenó a la gente que aparecía sobre cubierta que levantase las manos. Momentos después los soldados estaban a bordo y se les rendían cuarenta tripulantes, entre los que figuraban el capitán Pasajes, el hombre primer oficial Muñoz y el radiotelegrafista Francisco Pérez y Caparrós, presidente del Comité del control».

En cualquier caso, otros desaparecidos fueron incluidos en el auto de procesamiento posterior como "ausentes", algo no que ocurre con Francisco Caparrós.

Francisco G. González, integrante del Batallón de Voluntarios Patriotas de las Palmas, publica la crónica de la toma de Bata en "El Nacionalista". En ella, le dedica un párrafo la ser detenido en el Fernando Póo por los expedicionarios: «Otro tipo tan repulsivo y de más mala entraña es el barbero de a bordo considerado como uno de los principales jefes y portador de cantidad de municiones, pistola y varias bombas. Este pobre iluso que para mayor infortunio suyo, tiene los ojos bastante torcidos, gozaba haciendo sufrir a todas aquellas personas que él consideraba como nacionalistas y por tanto destinadas al sacrificio». 

A su vez, Ángel Miguel Pozanco señala en "Guinea Mártir - Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte" que Caparrós, del comité de a bordo, fue asesinado por los facciosos cuando el Ciudad de Mahón se dirigía a Santa Isabel:
Nos contaron la manera inhumana con que llevaron a efecto este asesinato los fascistas. Un moro, al conjuro de las palabras "éste, incomunicado", le segó la cabeza de un golpe de alfanje, después de haberle martirizado horrorosamente.
O como relata La Guinea Española en el primer aniversario de la "liberación" de Bata: «Al más cínico-acometivista- provocador y bravucón del Comité del Fernando Póo, tal vez por ser buen manejador de navajas barberas... en aguas mismas de Bata recibió su digno merecido: él que tanto se vanaglorió de que cortaría el cuello a los Padres».

Fueron 150 los presos "coloniales" hacinados en campo de concentración del viejo Lazareto de Gando... pero el barbero Caparrós, nunca apareció.

Imagen del campo de concentración del Lazareto de Gando en Gran Canaria
(Cortesía de Fernando Caballero Guimerá).
En "Los campos de concentración de Franco" de Carlos Hernández de Miguel.

lunes, 8 de julio de 2019

Congosa y el Chiringuito

La historiografía franquista lo cuenta así:

«¡Tarde histórica ésta del 18 de julio! En el bar “Chiringuito” se bebe “whisky and soda”, el refresco preferido en estas tierras de fiebre. Plantadores negros que desentonan con sus trajes de un blanco nítidos; europeos de atezados rostros; funcionarios del Gobierno, dependientes de las Casas que explotan las riquezas de los bosques…, derrumbados en sillones y mecedoras de junco y paja, hablan en tono indolente, porque hasta las palabras se resienten de la pereza. Y eso que el tema que se debate es de tal calidad, que en un clima europeo encresparía las pasiones y lanzaría a los contertulios unos contra otros.



-El Gobernador lo sabe por las radios -se oye una voz opaca-. Se han sublevado algunos militares…
-¿En Marruecos?-insinúa alguien.
-En Marruecos y también en Canarias…
-Otro 10 de agosto…
-No se sabe bien. Pero me inclino a creer que así sea. Siempre gana el que manda en Madrid. Puede mucho la Puerta del Sol…

La conversación toma otro sesgo. Las cosas de España interesan menos que las cotizaciones del cacao o la deficiencia de los servicios marítimos. Se habla de la próxima llegada del Ciudad de Ibiza, que debe recoger un cargamento de maderas en Río Benito; del Fernando Poo, que en aquellos momentos deja la colonia en viaje para Barcelona…

Encerrado en su despacho del Gobierno, don Luis Sánchez Guerra enjuicia el Alzamiento, de que acaba de tener noticias, con el mismo criterio que los desocupados del bar. Tampoco para él tiene dudas que es una intentona descabellada que se liquidará en unos cuantos días.

Recuerda que todos los intentos militares que hubo en España a partir de la Restauración fracasaron estrepitosamente. La lista es larga: sublevación de Villacampa,en Madrid; de los dragones, en Santo Domingo de la Calzada y Santa Coloma de Farnés; de la guarnición de Badajoz; complot de la noche de San Juan y alzamiento de los artilleros, en el que su padre tuvo una activa parte; episodio dramático de Jaca; intentona de Cuatro Vientos; el 10 de agosto, con Sanjurjo al frente. Fracasos rotundos. El mismo final le aguarda al de ahora.

Así se lo dice al comandante del Méndez Núñez, capitán de fragata don Trinidad Matres, amigo particular suyo, que ha ido a visitarle y que le pide su opinión:

-Créalo, amigo Matres. No pasará más que lo que ya ha pasado. Para usted es una suerte encontrarse aquí, porque así se libra de todo compromiso (…)».

martes, 20 de septiembre de 2016

El hombre del Chiringuito

"La noticia de la sublevación fue comentada frívolamente el mismo 18 de julio en el bar “Chiringuito”, de Santa Isabel, donde los españoles residentes en la colonia solían reunirse a charlar ante unos vasos de whisky con soda" en Crónica de la Guerra Española.
José Luis Vila-San Juan recoge en "El curioso alzamiento en Guinea" la narración de cómo la noche del 18 de septiembre de 1936 se detuvo a una veintena de vecinos identificados como leales a la República española:
—Se nos dio orden de detener, casa por casa, a los individuos del Frente Popular.
—¿Hubo mucha resistencia?
—No. Fue sencillísimo. ¿No ve que todos nos conocíamos? Llamábamos, entrábamos y le decíamos: «Oye, Fulano, quedas detenido; tienes que venir conmigo.» El hombre se vestía y me acompañaba.
—Así, ¿no se disparó ni un tiro?
—Si. Se disparó un tiro. Sólo uno. Se hirió en la pierna a uno de ellos. Era uno que tenia un bar en la Plaza España (el «Chiringuito»). Más bien creo que fue un accidente.
Juan Ramírez Dampierre, Vicecónsul portugués en Fernando Poo, lo cuenta de esta forma en sus comunicaciones:
Heraldo de Zamora, 14/12/1936.
Reteniendo con respeto al Gobernador General que continúa ocupando su casa particular en el Palacio, detenido e incomunicado, esa mañana desde las seis, fueron hechos presos cuantos constituían el Grupo Político Frente Popular y sus simpatizantes, siendo las prisiones hechas por milicias nacionalistas, acompañadas cada una de tres soldados de la Guardia Colonial indígena, todos debidamente armados y equipados. Todo Esto ocurrió con el mayor orden y serenidad, alterado tan sólo con el paso constante de camionetas con tropas armadas en los puntos estratégicos de la ciudad e iban a las casas de los individuos que iban a hacer prisioneros; sólo ha sido herido un extremista [el dueño de El Chiringuito] por haber disparado una pistola dos veces al intentar huir cuando en su casa le dieron la voz de alto [de un sargento], el cual se encuentra hospitalizado. (...) Los presos políticos en número de cuarenta, están bien guardados y vigilados por las milicias, como también bien tratados, pudiendo recibir de sus casas o pensión las comidas y todo lo que necesiten para su uso personal, pero sin comunicación con el exterior del enorme barracón de cemento, donde se encuentran muy bien instalados bajo rigurosa vigilancia. Entre ellos hay media docena de funcionarios de la Secretaría General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central comunista. (...) El número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos.
Pero ¿el dueño del chiringuito? no es casualidad: dentro de la estratificación social entre los coloniales, éste era el espacio abierto y accesible, contrapuesto al casino, un club privado al que sólo tenían entrada los propietarios y apoderados, y en el se que planificó el golpe en la isla.

De hecho, éstas detenciones de la noche del 18 de septiembre, son las que dieron lugar al confinamiento de ciudadanos en el buque Fernando Poo en la republicana Bata, con la intención de intercambiarlos por los prisioneros republicanos de Santa Isabel.

Reapertura del chiringuito unas semanas después del golpe, con nuevo dueño:
Enrique Tirador, quien era también el adjudicatario del bar del casino.

La Guinea Española, en su texto conmemorativo del 2º aniversario del triunfo del golpe de Estado en la isla, recoge igualmente esa inquina por el chiringuito:“el que primero da, da dos veces. La noche del 18 de Septiembre al 19 fuimos a descansar con una terrible pesadilla: la atmósfera cada vez más pesada: los cambios de impresiones izquierdistas en chiringuita de la Plaza de España animados, esto no obstante la noche se echa encima y no se oyen más que los pasos de la Policía nocturna: ciudadanos hubo que presintiendo algo pasaron la noche en vela. Son las primeras horas de la mañana del día 19; se oyen ruidos de autos que vertiginosamente cruzan las calles y suben al Cuartel de la Guardia Colonial: los señalados acuden cautelosamente al lugar de la cita; éstos relativamente pocos son resueltos y llenos de decisión: sus casas se hallan cerradas y sus moradores en lo mejor de un sueño reparador: el reloj de la torre señala las tres de la madrugada, y esa hora es el momento de actuar que precisa no desperdiciar: el desarrollo del plan no podía realizarse en mejores condiciones. Se da la orden y aquí un puñado de patriotas tomó posiciones y cada uno guardó su puesto, las órdenes se cumplieron, se adueñaron de las bocacalles y en unas horas se apoderaron sin resistencia de la Radio y centros oficiales, así como eran detenidos en sus domicilios los corifeos del extremismo colonial y conducidos al Cuartel; no se produjo incidente alguno desagradable..."

Un 18 septiembre, la Guinea española se acostó republicana.... y a la mañana siguiente, nada volvió a ser igual.
Sobre las 8 de la mañana del mismo día 19, fue izada la bandera nacional antigua en medio de gran solemnidad y concurrencia del pueblo que la aclamaba, con la guardia de honor hecha por el regimiento local de la Guardia Colonial, cuya banda tocó el himno de Riego, izándose la bandera primeramente en el edificio del Consejo de Vecinos (Ayuntamiento) y después con la misma solemnidad en el Palacio del Gobierno General de la Colonia, seguido de grandes aplausos de la multitud. Entretanto, había asumido el Gobierno General de la Colonia, el Jefe de la Guardia Colonial, que ya era Comandante Militar de la ciudad, y hacía tiempo estaba en estado de sitio, fijándose enseguida, el bando cuyo ejemplar se adjunta. 
Bando del 19 de septiembre, estableciendo que "La actual Bandera tricolor, que será retirada con las formalidades debidas, es sustituida por la bandera nacional rojo y gualda, que ondeará, en todos los edificios oficiales" así como que "Los funcionarios que falten a sus obligaciones habituales y particulares que desatiendan a las suyas o perturben los ajenas, serán consideradas como reos de rebelión y castigados consecuentemente" sometiendo las infracciones al Código de Justicia Militar. Cerraba con un "Por España y por la República"

lunes, 18 de julio de 2016

El curioso alzamiento en Guinea

Asodegue reproduce en el portal de su primera etapa "El curioso alzamiento en Guinea" de José Luis Vila-San Juan:


   José Luis Vila-San Juan publicó en 1974 en Ediciones Nauta el libro "Así fue? Enigmas de la guerra civil española" uno de cuyos capítulos (entre las páginas 175 y 188) trata de las condiciones del levantamiento militar de 1936 en Guinea Ecuatorial.

   El escrito de Vila-San Juan queda a medio camino entre el reportaje periodístico y el ensayo histórico. Refleja casi exclusivamente la visión de aquellos acontecimientos de una de las partes en conflicto: la de las personas que el autor califica como gente de orden. Faltan los otros. Los otros son, por una parte, las gentes del Frente Popular, a los que en términos de estricto franquismo se retrata unas veces como los fracasados de la colonia y otras como peligrosos revolucionarios; faltan también los ecuatoguineanos, a los que sólo se alude cuando se habla de los integrantes de las unidades de la Guardia Colonial.

   A pesar de todo, se trata (creemos) de un trabajo con interés y que, pese a los años, sigue siendo el único que trata de este tema.


EL CURIOSO ALZAMIENTO EN GUINEA



1.     — La Historia abandona a Guinea.

   En 1936, el actual territorio de la Republica de Guinea Ecuatorial era una colonia española formada por la isla de Fernando Poo (unos 2.000 km2, situada a 35 Km del continente), la propiamente llamada Guinea Continental (entre Camerún, Gabón y el golfo de Guinea, 26.000 km2) y las pequeñas islas de Annobõn (muy distante), Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico. La capital de la isla de Fernando Poo, era, y es, Santa Isabel. La del continente, Bata.

   Muy poco, casi nada, se ha escrito sobre lo ocurrido en Guinea en aquellas fechas de julio de 1936 que conmovieron a toda España. Y Guinea, aunque distante y en África, también era España. Era mucho más España que Marruecos, porque Guinea era una colonia, mientras Marruecos (exceptuando las plazas de soberanía) era un protectorado. (1)

   Sin embargo, siempre que se habla de África en nuestra guerra, de oficiales africanistas, etc., los autores se refieren a Marruecos, y en todo caso, aunque en menor escala, al Sahara Español o Río de Oro, nunca a Guinea. Entre los vanos y múltiples trabajos que he estudiado sobre la Guerra Civil española, sólo he encontrado una breve referencia en Crónica de la Guerra de España (Edit. Códex) y aún en ella, hay algunos conceptos que no encajan con cuanto he indagado directamente de personas cuya veracidad me merece la más absoluta confianza. Estas personas a que aludo, no me permiten publicar sus nombres, dado que en la actualidad continúan manteniendo contactos comerciales, e incluso personales, con el territorio guineo, y cualquier palabra o frase, mal interpretada por el Gobierno del Presidente Macias, podría dar lugar a serios disgustos. Hoy, en la República de Guinea Ecuatorial no está el horno para bollos. Si la Historia ha abandonado a Guinea y se ha despreocupado por cuanto sucedió en Guinea el 36, no es menos cierto que España tampoco superó su paternidad respecto a los españoles que estaban en Guinea el 36 y el 68.



2.     — República, Gobierno del Frente Popular y 17 de julio

   —Los españoles que fuimos a Guinea —me dice uno de mis comunicantes— podíamos ser cualquier cosa, menos políticos... Yo llegue el 33. Aquellos españoles habían ido allí, sencillamente, por ambición. Por un correctísimo deseo de lucro: buenos sueldos (aunque dificilísimas condiciones de trabajo, habitabilidad, clima y salubridad), largos permisos o vacaciones retribuidas, posibilidades de ascensos y de independizarse, etc.

   Lógicamente, como en todo este tipo de emigración, se barajaban muy distintos caracteres: el trabajador formal, el vago, el aventurero, el que tiene suerte y el que no la tiene.

   —En los años 34 y 35, el Gobierno seguía preocupándose mucho y muy bien por la población de Guinea. Tanto por los nativos como por nosotros. Especialmente, en cuestiones de Sanidad colonial: uno de los grandes triunfos fue la batalla contra la mosca tse-tse, transmisora de la enfermedad del sueno que, al revés de lo que la gente cree, no produce sueño, sino que lo impide...

   —Hablemos más de política.

   —Esto era política.

   —Si claro, pero, había lucha entre los partidos políticos?

   —No. No es que hubiese o no lucha, es que no había partidos políticos.

   —Pero Vds. bien tendrían ideologías distintas...

   —Nosotros habíamos ido allí a trabajar y a luchar por ganar dinero. La Península, Madrid y el Congreso, quedaban muy lejos.

   La política empezó al final del periodo inmediatamente anterior al 17 de julio.

   La potencialidad económica de Guinea, en aquellos tiempos, era baja. Existían sólo cuatro o cinco Compañías fuertes. No podían dar buen trabajo a cuantos habían llegado allí en busca de un Eldorado. Quien no servia, quien no resistía, quien no se superaba en esfuerzo y en tesón, quedaba marginado. Entonces se empezó a hablar del Frente Popular. Se adherían los fracasados, los descontentos con su situación, que no habían sabido elevar.

   —En las elecciones de febrero de 1936, ¿qué resultados hubo?

   —No hubo elecciones.

   —¿No votaron Vds. o no se efectuaron allí elecciones?

   —No se efectuaron.

   El llamado Presidente del Frente Popular —único partido existente en Fernando Poo— había ido reclutando a sus adeptos casa por casa (como quien hace seguros), ya que en el Casino —una especie de club privado— sólo tenían entrada los propietarios y apoderados, lo que significaba que, aun en la eventualidad de que hubiera podido hacer allí su propaganda, poca clientela hubiese conseguido...

   —En total logró reclutar unos 150 hombres. Pero, nunca fueron extremistas. Era un Frente Popular muy moderado.

   De todas formas, el Gobernador General, Luis Sánchez Guerra, el 5 de junio declara el estado de excepción, que, prácticamente, ni se notó. Asimismo, solicitó a Madrid un barco de guerra, como medida preventiva. El crucero «Méndez Núñez» llega a Santa Isabel el 24.

   —El Gobierno, ¿era muy izquierdista?

   —Luis Sánchez Guerra era un caballero de arriba abajo. Ingeniero de Caminos, fue el quien había ya realizado el puerto de Alicante. Era hijo del ex ministro José Sánchez Guerra. (2)

El casino en 1936.
   El 14 de julio, la población de Guinea se enteró del asesinato de Calvo Sotelo. «Aquello» ya caus
ó cierto malestar en el Casino y entre la gente de orden. Sin embargo, cuando el 18 se anuncio el levantamiento en Marruecos, la noticia se comentó frívolamente, sin serle concedida la importancia y trascendencia que tendría.

   Tanto es así que, pese a los sucesos del «Méndez Núñez» que relataré a continuación, gente de orden (de los del Casino) me afirman unánimemente que, desde el 17 de julio hasta mediado agosto, la vida allí transcurrió dentro de la más absoluta normalidad.



 3.     — Desde el 18 de julio hasta el 18 de septiembre

   «En la Estación de Comunicaciones Radiotelegráficas de la Marina, instalada en Madrid, el radiotelegrafista Benjamín Balboa detuvo al Jefe de los Servicios, complicado en la sublevación, y consiguió establecer diálogo directo con los operadores de los buques, advirtiéndoles que vigilasen a sus mandos. Para impedir que se cerrasen las estaciones de radio y se aislase a la marinería, se dio a los Comandantes la orden de comunicar cada dos horas la situación geográfica de los barcos.» (3)

   A los radiotelegrafistas se les cursó el siguiente radio: «El Jefe de los Servicios de Comunicaciones del Ministerio de Marina ha sido detenido por complicidad con la rebelión. En su poder encontramos claves que también poseen los Comandantes de los buques. Desde este momento, y para que no seáis sorprendidos, si los conjurados alegan cumplir órdenes del Ministerio, no aceptéis ningún telegrama en clave. Todos los que partan de esta Nación serán transmitidos en lenguaje corriente. Considerad facciosos los que así no vayan.» (4)

   El 21 de julio, Matres, Comandante del «Méndez Núñez», pide permiso a Madrid para efectuar, con el Gobernador, un recorrido por las Islas. Pero Madrid le ordena el inmediato regreso a la Península. El 23, la marinería envía el siguiente mensaje: «U.M.R.A. vigilante. ¡Viva la Republica!» (5)

   «U.M.R.A.» son las iniciales de «Unión Militar Republicana Antifascista». El radio de Benjamín Balboa (6) había sido captado, y los marineros estaban a la expectativa, aunque, de momento, al observar que sus oficiales cumplían las órdenes del Gobierno de Madrid, se abstienen del uso de la fuerza. El crucero, en ruta de regreso a España, hace escala, el 28 de julio, en Freetown (Sierra Leona) para repostar. Allí, el Comandante recibe un telegrama de Canarias en el que se le propone unirse al Alzamiento. Pero la «U.M.R.A.» ha dicho que estaría vigilante, y lo está. ¿Por qué no se amotina? Quizá no tuviese seguridad en el triunfo. Posiblemente era una marinería más moderada que la de otros barcos, como después lo demostró. Pero está vigilante y avisa a Madrid. En el Ministerio, enterados de los probables planes de los oficiales de unirse a la sublevación, ordenan la vuelta a Fernando Poo. Es el 15 de agosto, y el crucero estaba ya en Dakar.

   El buque cumple, otra vez, las órdenes. Quizá, también, los oficiales eran más moderados que los de otros barcos.

   Anclan en Fernando Poo el 14 de agosto. Allí, la situación empieza a ponerse tensa. Eligen como Jefe al teniente de navío Bone, y destituyen al Comandante y a los demás oficiales. Planean un desembarco en Santa Isabel, pero el gobernador Sánchez Guerra, enterado, sube al buque, les arenga y consigue restablecer la calma.

   Todos los oficiales —excepto Bone— pueden bajar a tierra. Y el 30 de agosto el «Méndez Núñez» emprende de nuevo el regreso a la Península. Los oficiales desembarcados, de acuerdo con un agricultor simpatizante que se había puesto en contacto con un bananero alemán, se trasladan a él en una lancha, fugándose a Victoria (Camerún británico), y de allí a Las Palmas de Gran Canaria, «donde se encuentran con Bone que había conseguido escapar a nado.» (7)  (No tengo confirmación sobre este último detalle. Supongo que, de ser cierto, Bone se escaparía a nado cuando el barco estuviese anclado en algún puerto).


Milicias de F. E. de Santa Isabel (Guinea).
Meses antes del 18 de Julio existían milicias de Falange en Santa Isabel, organizadas por Luis Ayuso Sánchez-Molero, capitán de la Guardia Civil, las cuales apenas declarado el estado de guerra se presentaron correctamente uniformadas y equipadas en la forma que puede apreciarse en la figura.

   4.     — Sublevación en Fernando Poo: un tiro

   Según la Crónica de la Guerra de España, de Códex, la noticia de que el vapor «Fernando Poo» iba a llegar a Santa Isabel con un cargamento de armas para el Frente Popular y una tripulación revolucionaria, fue la que decidió la sublevación. Sin embargo, reconoce que cuando llegó (el 30 de septiembre, a Bata) únicamente portaba 6 fusiles y 1 pistola. O sea, la munición corriente de un mercante. Según las personas que vivieron aquellos días, que se sublevaron (también moderadamente) y que me han informado, la sublevación no tuvo relación alguna respecto a la llegada del «Fernando Poo».

   Todo lo contrario, pues el «Fernando Poo» arribó a Bata, en vez de a Santa Isabel que era su puerto de destino normal, precisamente por haberse insurreccionado la Isla.

   Como ya se ha indicado, la vida en Guinea había sido normal hasta mediado agosto. Por esas fechas, entre las idas y venidas del «Méndez Núñez» y su proceder respecto a la oficialidad, las escasas noticias que, con dificultad, se oían  por radio, el principio de escasez de suministros y el bloqueo de cuentas en los bancos (el único banco, el Exterior de España) impulsaron la tensión latente entre los dos bandos que, hasta aquellos momentos sólo había sido ligera incertidumbre.

—El Jefe de nuestra casa comercial —sigue informándome uno de mis comunicantes— había logrado huir de Barcelona y trasladarse a Lisboa. Desde allí nos explicó todo lo que significaba el Alzamiento: El terror impuesto en Barcelona por el proletariado dominante, y que aquello no era un pronunciamiento más., sino una verdadera guerra civil.

   El capitán Ayuso (de la Guardia Civil) propuso al teniente coronel Luis Serrano (de la Guardia
Colonial) la insurrección para ganar la isla a la causa nacional. Como el capitán Ayuso (que más tarde llegó a ser Director General de la Guardia Civil) era, entonces, Administrador Territorial en Santa Isabel, el mando militar, lógicamente, correspondía al teniente coronel Serrano, Jefe de la Guardia Colonial.

   —¿Era muy numerosa la Guardia Colonial? —pregunto.

   —Una compañía en Santa Isabel y dos en el continente. Estaba formada por soldados indígenas del continente (pamúes) en su casi totalidad. Los bubis (indígenas de la Isla), más instruidos, tenían, casi todos, ocupaciones  civiles o pequeños negocios; la mayoría eran propietarios agricultores.

   En estas condiciones, naturalmente, los dos militares tenían que contar con la gente de orden, aglutinándoles a favor de la sublevación pro-nacional.

   —La consigna fue presentarnos a las 12 de la noche del 18 de septiembre. Nos reunimos unos
cincuenta. Ninguno de nosotros pertenecía a ningún partido político. Pero el Frente Popular tampoco se había dormido, aunque siempre siguiendo la línea moderada que marca todo el proceso de la guerra en Fernando Poo. El mismo 18 de septiembre, destituye a Sánchez Guerra y nombra Gobernador a un medico-cirujano de mucho prestigio y potencialidad económica. Uno de los «triunfadores», no de los «fracasados», como hubiese sido lo lógico. (No me quieren dar su nombre. Yo lo he averiguado, pero quiero respetar el significativo silencio de mis comunicantes como correspondiente cortesía por los muchos otros datos que me han proporcionado.) El nuevo Gobernador ostentó su cargo sólo una noche (la del 18 al 19 de septiembre). Hoy es General de la reserva del Ejército español.

   —Se nos dio orden de detener, casa por casa, a los individuos del Frente Popular.

   —¿Hubo mucha resistencia?

   —No. Fue sencillísimo. ¿No ve que todos nos conocíamos?  Llamábamos,  entrábamos  y le  decíamos:   «Oye, Fulano,  quedas detenido;  tienes que venir conmigo.» El hombre se vestía y me acompañaba.

   —Así, ¿no se disparó ni un tiro?

   —Si. Se disparó un tiro. Sólo uno. Se hirió en la pierna a uno de ellos. Era uno que tenia un bar en la Plaza España (el «Chiringuito»). Más bien creo que fue un accidente.

   En la madrugada del 19, la isla de Fernando Poo ya es nacional. El teniente coronel Serrano se hace cargo del Gobierno y declara el estado de guerra, tal como habían hecho varios Generales dos meses antes. En realidad, era innecesario, puesto que el general Miguel Cabanellas, como Presidente de la Junta de Defensa Nacional, ya había firmado y proclamado en Burgos, el 28 de julio de 1936, un Bando cuyo articulo 1.° era:

   «El Estado de Guerra declarado ya en determinadas provincias, se hace extensivo a todo el territorio nacional.»

   Y sin embargo, inmediatamente, se viola el articulo noveno de ese mismo bando («Queda prohibido, hasta nueva orden, el funcionamiento de todas las estaciones radio-emisoras de onda corta o extracorta, considerándose a los infractores como rebeldes, a los fines del Código de Justicia Militar») precisamente para comunicar a Burgos la incorporación de la Isla al Bando nacional. Pero es que, naturalmente, ellos no conocían, todavía, tal Bando; y, aunque «el desconocimiento de la ley no exime el cumplimiento de la misma», la guerra es una cosa especial, Guinea es también algo especial, y la guerra en Guinea, como puede verse, fue extraordinariamente especial, Efectivamente, en contra del citado articulo noveno del Bando de Cabanellas, a uno de mis comunicantes se le ordenó el envío de un radio cifrado a Lisboa, al jefe de su casa comercial, informándole de los acontecimientos. Por mediación del Sr. Farina (más tarde Director del Banco de Crédito Local) que llevó el mensaje a Burgos, se enteraron allí de la victoria isleña.



 5.     — Fracaso de la sublevación en el continente

   En Bata, el Subgobernador (del Frente Popular) se negó a unirse a los sublevados de Santa Isabel. Quedaron, pues, incomunicados Isla y Continente. El 22 de septiembre hubo un pequeño intento de sublevación en Kogo (en plena selva) y se intentó una marcha sobre Bata, pero fue rechazada por las fuerzas gubernamentales. La mayoría de los madereros, sobre todo en las explotaciones forestales de Río Benito, huyeron al Camerún, y, muchos de ellos, desde allí se trasladaron a Santa Isabel en una lancha.

   Mientras tanto, el «Fernando Poo», buque de la Trasmediterránea que establecía el normal contacto comercial con la Península, se ha puesto en ruta hacia Santa Isabel.

   Y en Canarias, se ha constituido una fuerza de unos 200 voluntarios (8) que al mando del capitán Fontán, y como lugarteniente el capitán Hernández, se embarcan en un buque mercante, el «Ciudad de Mahón», al que se ha armado de un cañón. De estos dos hombres tan distintos, más tarde, el capitán Fontän será Gobernador de Guinea.
Voluntarios canarios en Fernando Poo.
Álbum familiar Casa Colón.



.6.     — Minibatalla naval

   Cuando, el 30 de septiembre, el «Fernando Poo» se encuentra en aguas intermedias entre la Isla y el Continente, no sabe a donde dirigirse, pues tanto desde Santa Isabel como desde Bata le están radiando que ellos son los gubernamentales y los otros los sublevados. Los primeros lo hacen con el propósito de apoderarse del barco (lo que de-muestra que no es cierta la circulación de la noticia de que iba a llegar con una tripulación revolucionaria bien armada, pues en tal caso seria suicida atraerlo) y los del Continente, porque era la verdad.

   En la duda, el radiotelegrafista del barco se comunica con Madrid, desde donde le aclaran la verdadera situación. (¡Si todos los militantes del Frente Popular hubiesen sido radiotelegrafistas quizá hubiesen podido ganar la guerra!)

   Ese mismo día, atraca en Bata. Y, al igual que el «Uruguay» en Barcelona, es destinado a prisión flotante. La habitarán unos pocos sacerdotes y otros sospechosos de «auxilio a la rebelión». En Santa Isabel han perdido la presa. Lo estaban esperando con la Guardia Colonial armada y un suplemento de bombas de fabricación casera. Pero el «Ciudad de Mahón», salido de Canarias, le ha seguido a distancia. Y se presenta a los pocos días (9) frente a Bata. Dispara contra el puerto y contra el «Fernando Poo». Los elementos gubernamentales huyen.

   El «Ciudad de Mahón» ha ganado la minibatalla naval.



 7.     — Dos desembarcos y dos sorpresas

   Al desembarcar los voluntarios canarios, toman fácilmente la ciudad, y liberan a los presos del «Fernando Poo». Sólo hay que lamentar la muerte de un sacerdote ahogado durante la breve lucha, probablemente al intentar escapar. La sorpresa se produce al día siguiente de la minibatalla. Alguien observa que el «Fernando Poo» está cambiando su silueta. Efectivamente, está escorando. En pocos momentos, se hunde. Había sido alcanzado en algún punto vital bajo la línea de flotación, pero nadie se había apercibido de la gravedad.

   El «Ciudad de Mahón» y sus voluntarios zarpan para Santa Isabel. Allí se les espera entusiasta y alegremente, no como liberadores (pues la isla ya es nacional y vive en paz, prácticamente sin problemas), sino como confraternizadotes de la causa común.

   Serrano como ya he dicho, se ha hecho cargo del Gobierno. Al ex gobernador Sánchez-Guerra se le ha embarcado en un barco holandés con destino a Europa, recomendándole:

   —Desde el sitio al que arribe, trasládese Ud. a Burgos y preséntese a las autoridades (lo cual cumplió al pie de la letra).

   Solo están custodiados algunos elementos del Frente Popular (de los que se entregaron sin resistencia el 19 de septiembre).

   En Santa Isabel, no hay tribunales de mayor instancia. Ni los había antes, porque a los  delincuentes se les enviaba a Canarias, ni los hay de nuevo cuño (ni tribunales populares, ni militares, ni de
represión, nada).

   La tranquilidad reina en la Isla.

   Hasta que llega el «Ciudad de Mahón».

   Desembarcaron airosos  los voluntarios canarios, uniformados con unos monos blancos.
Atracado de popa en Santa Isabel de Fernando Poo una vez finalizada su campaña bélica que acabó con el hundimiento de su compañero de flota Fernando Poo. 15 de octubre de 1936, brazo en alto, y la Falange predominando en el acto.

   —No recuerdo ni camisas azules ni boinas rojas. Tampoco uniformes del Ejército —me aseguran. Y en aquel momento, los canarios asimilan la segunda sorpresa guinea. Se les recibe con indiscutibles muestras de amistad y aplauso, pero con la bandera republicana, roja, amarilla y morada. Una banda
de música entona, solemnemente, el Himno de Riego. (10)



 8.     — La tercera sorpresa

   Dice «Cödex» (11) que «aunque no tardaron en surgir raros celos contra los expedicionarios de Canarias, algunos de los cuáles acabaron por asentarse definitivamente  en la colonia, los nacionales habían incorporado a su Alzamiento los lejanos territorios de Guinea».

   Es cierto lo de que «algunos acabaron por asentarse definitivamente». Respecto a la incorporación al Alzamiento, no puede negarse que, por lo menos en la Isla, ya había sido efectuada casi un mes antes.

   En cuanto a los «raros celos» hay que subrayar que los elementos de la fuerza expedicionaria, a los que se esperaba como amigos, se comportaron en líneas generales, como ocupantes.

   Inmediatamente después de una Misa de Campaña, que coincidió con la Fiesta de la Raza, el 12 de octubre de 1936, los canarios se hicieron cargo de cuanto significaba mando. Los presos, hasta entonces respetados, fueron maltratados y apaleados. Los que se habían sublevado (la gente de orden) tratados casi como «nacionales de 2ª clase» o «semirrojos».

   Nada me han dicho en contra del Jefe de la expedición (el capitán Fontán). Si, en cambio, respecto a otro oficial, al que apodaron «Mi caballo murió» pues siempre iba con una fusta de montar (¿o de pegar?) aunque no tenia caballo.

   Puede decirse que hubo represalia. No cruenta, no como la de Badajoz, pero si saliéndose algo de la línea moderada que hasta entonces había prevalecido.

   Esta tercera sorpresa fue, sobre todo, para los que se habían sublevado el 19 de septiembre. Aquellos hombres que querían trabajar en paz, que ninguno de ellos estaba afiliado a ningún partido político, pero que les gustaba el orden. Y, que al fin y al cabo, cuando aquella madrugada fueron, casa por casa, a buscar a los del Frente Popular, no sabían como iban a reaccionar estos. Y, sin embargo, a pesar de esta sorpresa, deciden, a través de la cámara Oficial Agrícola y Forestal de Bata y del Sindicato Maderero, donar el 20% del producto bruto realizado aquel año, a favor de 1a causa nacional. Esta aportación, en su lógica relatividad, fue de las más generosas (o la más) de las que pudieran contarse en otras provincias sublevadas.

   —Esta donación, ¿fue espontánea? —pregunto.

   —Totalmente.

   —¿No hubo coacción?

   —Ninguna, en absoluto.

   Como empezaban a escasear los víveres, se pidió aprovisionamiento a la Península (a la zona nacional, naturalmente). Les enviaron el buque «España nº 5» cargado entre otras vituallas de higos secos. Quizá no estaban previamente seleccionados o quizá se estropearon en ruta, pero hubo que tirarlos.

   Al poco tiempo, fue nombrado Gobernador, Manuel de Mendibil y Elío. Eficiente, de amplia nobleza y comprensivo, Guinea empezó, otra vez, a funcionar normalmente.

   Y los hombres que se habían sublevado y que habían conseguido la Isla para la nueva España, volvieron tranquilamente a su trabajo. Sin apetencias políticas que no les interesaban para nada. Estos son los que la Historia había abandonado. Estos, y otros, son los que allí estaban cuando España abandonó Guinea en 1968.

Desfile en Campo Yaundé de milicias de Falange ante las autoridades el domingo 27 de septiembre de 1936.

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(1)    En el intento de España para demostrar su descolonización, Guinea pasó a ser parte integrante de España, en 1959, dividida en dos provincias españolas (como Tarragona o Valladolid) que se denominaron Prov. de Fernando Poo y Prov. de Río Muni. Esto sirvió únicamente, para entorpecer, más de lo que estaban, las relaciones entre: españoles y guineos, entre guineos españolizantes y guineos independentistas, y entre españoles residentes en Guinea y burócratas españoles residentes en Madrid. Nueve años después, España no tuvo más remedio que conceder la independencia a Guinea. ¡Y así les fue a los guineos españolizantes y a los españoles guineos!
     De todas formas, esta transmisión de poderes se efectuó dentro de la más aséptica legalidad española. No así de los guineos. Caso más extraño, en cambio, es el de Marruecos del - que, oficialmente, aún no se ha notificado a los españoles que lo hemos perdido.
(2)    D. José Sánchez Guerra, ex ministro y ex Presidente del Consejo con Alfonso XIII, declaro en su mitin, en el teatro de la Zarzuela, de Madrid, el 27 de febrero de 1930: “Yo he sido siempre hombre monárquico, constitucional y parlamentario (...) No soy republicano, pero conozco el derecho que España tiene de serlo, si quiere." En resumen, repudia al Rey. No abraza claramente la Republica, ni se adherirá al "Pacto de San Sebastián" pero, prácticamente, se sitúa junto a Miguel Maura y Alcalá Zamora, quienes intentaban crear una Republica moderada.
(3)  D. Ibarruri y colabs., Guerra y Revolución en España; Edit. Progreso, Moscú 1967, tomo I, pág. 135.
(4) Manuel D. Benavides, La Escuadra la mandan los cabos; México 1944, pág. 135.
(5)  Crónica de la Guerra de España; Edit. Codex, II, 191.
(6)    Benjamín Balboa llegó a Subsecretario de Marina. ¡Buena carrera desde telegrafista! Más tarde, con motivo del hundimiento del Jaime I —y no siendo ya Subsecretario—, incluso se permitió destituir personalmente al contralmirante Valentín Fuentes, Jefe de la Base Naval de Cartagena, al que dio 24 horas para abandonar la plaza. (N. del A.)
(7)    Crónica de la Guerra de España; Códex II, 191.
(8)    Crónica..., de Códex, añade que también iban Tiradores de Ifni (Ejercito Regular). Mis comunicantes lo niegan. Los Tiradores de Ifni llegaron en 1940 (acabada ya nuestra guerra), cuando, al socaire de la II Guerra Mundial, se preveían posibles expansiones españolas colonialistas.
(9)    Crónica..., de Códex, dice "el 14 de octubre". No puede ser, porque el 12, Fiesta de la Raza, ya estaba en Santa Isabel, después de haber bombardeado Bata. (N. del A.)
(10) Este despiste, dadas las circunstancias de incomunicación, aunque en aquel momento pudiese extrañar a los expedicionarios, no es comparable con el sucedido a los voluntarios de la División Azul al llegar a Alemania en 1940. También les recibieron con el Himno de Riego, ¡cuatro años después de tener relaciones formales los gobiernos de Franco y de Hitler!
(11) Crónica...;  II, 192.