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martes, 23 de mayo de 2023

La memoria histórica deslocalizada II

La memoria histórica en España se olvida que las fronteras evolucionan con el paso del tiempo como señala Mª del Mar Fernández Pérez en "Memoria y frontera...":

En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial.
Resulta llamativa esta falta de referencias a las colonias si tenemos en cuenta que el imaginario colectivo de la Guerra Civil está plagado de referencias al norte de África: allí se produjo el golpe de estado en un primer momento, de allí venía el ejército africano y la famosa y temida guardia mora. Esta guerra, tan importante para la historia europea, empezó en África, y allí se produjeron los primeros asesinatos de quienes permanecieron fieles a la legalidad republicana. Es muy difícil hablar de este periodo sin hacer referencia al protectorado y situados en el momento actual, habrá que afrontar el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica en territorio extranjero.

Siendo así, ¿cómo reaccionar cuando la memoria histórica española es protagonista en otras tierras? Cuenta precisamente Juan Miguel Baquero en El país de la desmemoria: del genocidio franquista al silencio interminable cómo:

En otra parte del planeta existe un insólito reducto de simbología del régimen de Franco. Filipinas desafía a la memoria histórica con varias calles dedicadas a falangistas y militares sublevados. Mola St aparece en los letreros callejeros de Manila recordando al cerebro del fallido golpe de Estado de julio del 36 que provocó la Guerra Civil española. Del cruce de esta vía salen otras llamadas Aranda, Ponte, Mascardo -por Moscardó- y Dávila, en homenaje a veteranos de la campaña de Marruecos y luego rebeldes contra el gobierno republicano. Estas calles enlazan con Primo de Rivera, en el barrio de Singkamas, hasta llegar a La Paz en el distrito obrero de Pasong Tamo. El distrito del área de Makati es una ruta del fascismo español por el apoyo que la oligarquía manileña brindó a los golpistas. «De todos los países, Filipinas fue donde hubo más apoyo a Franco en la colonia española», explicaba a la agencia Efe el profesor especializado en Historia de Asia de la Universidad Complutense de Madrid Florentino Rodao, autor del libro Franquistas sin Franco: una historia alternativa de la Guerra Civil desde Filipinas. «Filipinas fue uno de los países que se pusieron del lado de Franco cuando la retirada de embajadores de la ONU», tras la resolución que sometía a España al aislamiento diplomático en 1946. Y la Iglesia católica local apoyó al golpista español, nombrándolo incluso Rector Magnificus de la Universidad de Santo Tomás. O celebrando misas en memoria de José Antonio Primo de Rivera, cuyo padre, el dictador Miguel Primo de Rivera, había participado en la guerra contra los independentistas del archipiélago a finales del siglo XIX. En el barrio de La Paz también hay un callejón dedicado al general sublevado Miguel Cabanellas. El franquismo lo retiró de la nomenclatura, pero Manila conservó su nombre. «Como Cabanellas era masón, pasó a ser ignorado por las autoridades rebeldes pero en Filipinas no se enteraron de la situación, por lo que conservó la calle», explicaba el historiador. Y ahí siguen las calles fascistas de Filipinas. La memoria histórica de Franco está construida en esta base material, palpable, pero los símbolos etéreos del relato de los vencedores también han penetrado en el ideario popular hasta crear una dura e impermeable coraza. El franquismo sociológico no conoce fronteras.




Si Filipinas, Marruecos, Guinea Ecuatorial o -por ejemplo- Guatemala mantuvieran simbología equívoca o monumentos desafortunados, ¿podrían verse privados de subvenciones (art. 39 de la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática), incluidas las correspondientes a la Ayuda Oficial al Desarrollo?


Aprovecha para pasear de nuevo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel:

lunes, 25 de abril de 2022

La familia Cabanellas

¿Recordáis El exilio de Guillermo Cabanellas de Torres?

Reconocido jurista y escritor, en algún momento de su ejercicio profesional -durante la Segunda República- fue secretario del Gobierno General de la Guinea Española. Por lo que se trataría de uno de los ejemplos que dábamos en 80 años del exilio republicano español:
Es cierto que, al estar el territorio ecuatorial administrado por el Estado español, el mismo no pudo ser receptor de exiliados, como sí lo fue el territorio francés, mexicano o argentino, por ejemplo.
Se dan, sin embargo, diferentes situaciones: (...) Funcionarios que pasaron en algún momento por la administración colonial, y acabaron inhabilitados para el cargo público y se vieron forzados al exilio. Son casos como el del doctor Juan Bote, León Felipe, boticario y administrador del hospital de Elobey que falleció en el exilio en México, Joaquín Mallo, presidente del Consejo de Vecinos de Santa Isabel que falleció en el exilio en Francia, o Guillermo Cabanellas de Torres, exSecretario del Gobierno General de la Guinea Española que falleció en el exilio en Argentina. (...)
El general Miguel Cabanellas
inaugurando un busto del general Sanjurjo
tras su muerte, julio de 1936.
«Guillermo, el hijo díscolo del general golpista, antes de ser secretario de Gustavo de Sostoa había participado en la sublevación de Jaca, con Fermín Galán, Ramón Acín, Rafael Sánchez Ventura».... y Rafael Rodríguez Delgado.

Es cierto; si de ampliar conocimientos sobre la guerra civil y sus consecuencias se trata, el apellido "Cabanellas" no nos resultará desconocido...

Al fin y a cabo, el general Miguel Cabanellas fue el padre de Guillermo Cabanellas, y es recordado por ser uno de los cabecillas del golpe de Estado de 1936.
Fue de hecho uno de los militares de más alto rango que se sumaron a los golpistas, por lo que presidió el Directorio militar tras la muerte del general Sanjurjo.

De convicciones republicanas (era miembro de la masonería y había sido incluso diputado por el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux) pronto fue considerado un estorbo por Franco y su entorno, y reacomodado en puestos secundarios. 

Es célebre la frase premonitoria pronunciada por Cabanellas cuando Franco logró imponerse al resto de militares: «Ustedes no saben lo que han hecho, porque no le conocen como yo, que le tuve a mis órdenes en el ejército de África [...]. Si, como quieren, va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra ni después de ella, hasta su muerte».

El general no sólo llama nuestra atención en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel por ser el padre de Guillermo Cabanellas, ya que en los primero días del golpe de Estado, Miguel Cabanellas participa en El caso del viejo Gobernador que murió descalzo.

Confiando precisamente en sus antecedentes republicanos y la pertenencia a la masonería, el exgobernador Núñez de Prado voló a Zaragoza en los días siguientes al golpe de Estado, para persuadir al general Cabanellas al mando de la V División Orgánica para que no se uniera a los sublevados. Fue retenido varios días, hasta que fue trasladado a Pamplona. Hacia el 23 o 24 de julio de 1936 fue encarcelado en el fuerte de San Cristóbal (Pamplona) y fusilado poco después por órdenes de Mola. 

¿Cómo sería la fallida negociación de Núñez de Prado con Cabanellas o con Mola?
Su asesinato fue ocultado durante años, imposibilitando a su viuda tramitar pensión y herencia, por lo que no hay forma de reconstruir sus últimos días.
En cualquier caso, la conversación no sería muy diferente de la que sostuvo el comandante de la Guardia Civil, José Rodríguez-Medel con Mola una semana antes:
R-M.: La Guardia Civil seguirá al lado del Gobierno. Ahora y siempre defenderé al Gobierno de la República como poder constitucional. Ésa es mi postura.
M.: Entonces ¿no le importa nada la salvación de España?…¿Qué haría si se implantase, dentro de unos días, el comunismo en nuestra patria?
R-M.: Cumpliría con mi deber.
M.: ¿Y cual es su deber?
R-M.: Obedecer las órdenes del poder constituido.
M.: Si, pues aténgase a las consecuencias.
A Rodríguez-Medel le dispararon por la espalda, y Núñez de Prado -recuerdan los testimonios recopilados- fue fusilado y enterrado descalzo tras haberle robado el calzado, acto que daba nombre a la correspondiente entrada del blog.


domingo, 1 de septiembre de 2019

80 años del exilio republicano español

El 1 de abril, aniversario del fin de la guerra española, inició la conmemoración de los 80 años del exilio republicano español. Pero ¿hubo exilio ecuatoguineano a raíz de la victoria de los golpistas el 19 de septiembre?

Lo hubo… y este blog recopila diferentes testimonios.

Es cierto que, al estar el territorio ecuatorial administrado por el Estado español, el mismo no pudo ser receptor de exiliados, como sí lo fue el territorio francés, mexicano o argentino, por ejemplo.

Se dan, sin embargo, diferentes situaciones:

  • Españoles que huyen tras la caída de Bata a través de las fronteras terrestres de Río Muni, iniciando el exilio previo paso -en algunos casos- por la España republicana. 
  • Funcionarios en activo de la administración colonial, que acabaron inhabilitados para el cargo público y se vieron forzados al exilio. Son casos como el de Ángel Miguel Pozanco, secretario del Subgobernador, que falleció en el exilio en Venezuela. O Miguel Hernández Porcel, Subgobernador de la Guinea Continental Española.
  • Funcionarios que pasaron en algún momento por la administración colonial, y acabaron inhabilitados para el cargo público y se vieron forzados al exilio. Son casos como el del doctor Juan BoteLeón Felipe, boticario y administrador del hospital de Elobey que falleció en el exilio en México, Joaquín Mallo, presidente del Consejo de Vecinos de Santa Isabel que falleció en el exilio en Francia, o Guillermo Cabanellas de Torres, exSecretario del Gobierno General de la Guinea Española que falleció en el exilio en Argentina.
  • Guineanos que se encuentran en la península, luchan por la legitimidad republicana, y acaban en el exilio. Son escasos numéricamente, pero hay varios casos, siendo el más llamativo el de Carlos Greykey, quien tras pasar por los campos de internamiento franceses, lucha contra la invasión alemana de Francia y acaba -como el resto de republicanos españoles- confinado en el campo de concentración de Mauthausen. 
  • Tripulación del Méndez Núñez: como recoge Victoria Fernández Díaz en El Exilio de los Marinos Republicanos, a medida que el Gobierno republicano fue perdiendo los puertos, la armada quedó desabastecida ante la neutralidad del resto de países. Antes de quedar a la deriva, se coordinó el abandono de los barcos en puerto extranjero, siendo éstos recogidos por los franquistas y la tripulación confinada en diferentes campos de concentración para pasar posteriormente al exilio. «Para casi 4000 marinos de la Flota Republicana española el exilio empezó en Bizerta. En la mañana del 7 de marzo de 1939 once buques fondearon en su rada. Para poder entrar, las autoridades francesas exigieron la entrega y el desarme total. Inmediatamente se quitaron los cerrojos de los cañones, se trincaron las direcciones de tiro, se llevaron a los pañoles los fusiles, las municiones, las ametralladoras. Se cerraron con llave que custodió el mando francés. También dieron la orden de entregar las pistolas. Según testimonios de muchos marinos prefirieron tirarlas al mar (...) Las autoridades francesas les permitieron empezar a bajar de los buques el día 12. Lo hicieron en varias tandas a lo largo del mes de marzo. Los reúnian con sus petates o maletas en el Arsenal. Muchos de los civiles que desembarcaron no llevaban nada. Según consignan los documentos de la época, entraron en el exilio con las manos vacías. Desde el arsenal todos eran dirigidos a la estación de tren, bajo la atenta mirada de los militares y policías franceses. Próxima estación: el campo de concentración de Meheri Zebbeus». Es el caso, por ejemplo de Ramón Prados Pita, oficial del Méndez Núñez, quien «al final de la guerra salió de España en un buque auxiliar hacia Oran. Allí, sabemos que estuvo en el campo de concentración de Relizane, en la región de Mostaganem. Este campo se abrió en julio de 1939 para trasladar lejos de lugares habitados a los refugiados que llegaron a Oran. En el campo de Relizane, igual que en los de Camp Morand o Suzzoni, las condiciones de vida eran lamentables. Cuando empezó la guerra europea, los españoles fueron encuadrados en Compañías de Trabajadores Extranjeros y mandados a hacer carreteras, a trabajar en las minas o en la construcción del Transahariano en pleno desierto en condiciones infrahumanas (...) En Argelia, Ramón Prados reconstruyó su vida pero falleció, aún joven, en 1954. Fue enterrado en Oran, en el cementerio de Tamashouet en el cuadrado 76, linea 6, tumba 7».

  • Tripulación del buque Fernando Poo superviviente del naufragio en la bahía de Bata. 
  • Condenados por los Tribunales de Responsabilidades Políticas. Funciona en dos vías, ya que por un lado se dan casos de sentenciados a pérdida de sus bienes y destierro de la Guinea Española, y -sorprendentemente- en otros casos la sentencia les condena al destierro de la península al África ecuatorial, en donde se verían obligados a rehacer sus vidas. En la práctica, ambas condenas suponen la imposibilidad de retornar a sus hogares, y con ello el exilio forzado. 
Tribunal Colonial de Santa Isabel
  • Se da una peculiaridad más en el territorio: empezada la purga en la España franquista, al igual que se dan casos de alistamientos en la División Azul para redimir faltas propias o ajenas, hacer méritos y alejar sospechas, igualmente hay quien solicita plaza en la administración colonial. Es el caso, por ejemplo de la familia del canario Matías López Morales, cuyo padre se alistó a sus más de 50 años en el Batallón de Voluntarios enviado a Guinea en el Ciudad de Mahón, para evitar infructuosamente el fusilamiento de su hijo:: «llegando en ese momento un teniente con una botella de coñac y le dijo “Toma muchacho, tómate un buche para que te serenes”. Matías le contestó: “¿Más sereno me quiere? Usted es el que no lo está, yo no bebo nunca y hoy menos lo haré. Estoy escribiendo a mi padre varias cosas, hablando con mi madre que es un ser extraordinario y ha venido a acompañarme hasta el último momento en que me van a asesinar después de estar indultado dos meses y mi padre voluntario sirviendo en Fernando Poo, que con los accidentes que han pasado allí está vivo de milagro. Ya que usted me ha traído el coñac se lo agradezco, yo desearía solo una botella de agua para refrescarme la boca”».

viernes, 14 de abril de 2017

El exilio de Guillermo Cabanellas de Torres


A los ciudadanos leales a la República se les sancionó por diferentes vías y en este blog se pueden consultar diferentes ejemplos: multas, prisión, inhabilitación profesional, confiscación de propiedades destierro (en unos caso en Guinea y en otros... de Guinea), muerte... Persecución que en muchos casos acabó suponiendo el exilio del país.

Es posible contar varios ejemplos de vida y muerte en el exilio, de los que incluimos algunos casos:

  • Guillermo Cabanellas de Torres (Melilla 25/06/1911 - Buenos Aires, Argentina 13/04/1983) fue Secretario del Gobierno General de la Guinea Española durante la República, y autor de -entre otros- La selva siempre triunfa (con el seudónimo de William C. Towers), ¡Esclavos! (notas sobre el África negra), su lealtad republicana le supuso el exilio de por vida en el cono sur de América Latina.

El Diccionario Biográfico del Socialismo Español de la Fundación Pablo Iglesias recoge su trayectoria:

Abogado, profesor, escritor y editor. Hijo del general Miguel Cabanellas Ferrer, que asumió la presidencia de la Junta de Defensa Nacional del ejército sublevado tras el golpe de Estado de julio de 1936. Su primera infancia transcurrió en Marruecos, donde su padre estaba destinado. Estudió el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Mahón-Menorca (Baleares) y en el Cardenal Cisneros de Madrid. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca y doctor por la Universidad Central de Madrid. Miembro de la Federación Universitaria Escolar y fundador de la Unión Federal de Estudiantes Hispanos y de la Confederación Internacional de Estudiantes de Derecho siendo delegado por España al Congreso que ésta organización celebró en Bruselas en 1930. Participó en el movimiento pro republicano de diciembre de 1930.

«Guillermo, el hijo díscolo del general golpista, antes de ser secretario de Gustavo de Sostoa había participado en la sublevación de Jaca, con Fermín Galán, Ramón Acín, Rafael Sánchez Ventura».... y Rafael Rodríguez Delgado.

Durante la Segunda República ejerció los cargos de secretario del Gobierno General de la Guinea Española, secretario del Jurado Mixto Nacional de Teléfonos y secretario jurídico de la Delegación Marítima de la provincia de Murcia. Asimismo ejerció la abogacía en Madrid y en Ciudad Real ingresando en la AS de la capital de España en 1934. Cuando se produjo la sublevación militar se encontraba en Zaragoza donde permaneció hasta mayo de 1937 que se trasladó a Francia y desde allí a Uruguay, donde residió seis meses hasta que en 1938 se estableció en Asunción (Paraguay). Cursó la carrera de abogado en la Universidad Nacional de Asunción y trabajó en la redacción de El País donde en 1940 desempeña el cargo de jefe de redacción. Colaboró en diversos diarios y revistas y fundó la editorial Heliasta especialista en textos jurídicos. En 1944 se trasladó a Argentina
estableciéndose en Buenos Aires donde ejerció como abogado laboralista, publicó libros y fue profesor en diversas universidades. En 1960 fue designado profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires, de la que fue destinado diez años después por la dictadura peronista. Fue profesor de Derecho del Trabajo en las universidades de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Quito (Ecuador), Santo Domingo (República Dominicana), Lima y Arequipa (Perú) y Caracas (Venezuela). Asesor académico honorario del Programa de Relaciones Industriales de la Universidad San Martín de Porres de Lima y profesor emérito de la universidad argentina John F. Kennedy. Fundó la editorial Atalaya en 1944 y en 1980 adquirió la editorial Claridad. Autor de varias novelas con el seudónimo "William C. Towers" como La selva siempre triunfa (1944) y Proa al exilio (1945); de obras históricas: La guerra de los mil días (1973) y Cuatro generales (1977) y obras jurídicas como Tratado de Derecho Laboral (10 vol. en la 2ª ed. de 1963) y Diccionario enciclopédico de derecho usual (8 vol. en su 25 ed. de 2003). Participó en la creación de la Asociación Iberoamericana de Derecho del Trabajo. Falleció en Buenos Aires el 13 de abril de 1983. La Asociación Iberoamericana de Juristas del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social creada en 1995, lleva su nombre.



Busto del Dr Cabanellas
en la plazuela del costado Este del Parque España de Tegucigalpa,
entre las avenidas Alfonso XIII y Enrique Tierno Galván.

lunes, 9 de noviembre de 2015

La selva siempre triunfa

Este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hace énfasis en el golpe de Estado de 1936 y sus consecuencias para el África ecuatorial.

Si quieres conocer un poco más te recomendamos la lectura del blog de Antonio M Carrasco especializado en la Novela colonial hispanoafricana:

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA: LA SELVA SIEMPRE TRIUNFA de GUILLERMO CABANELLAS



CABANELLAS, GuillermoLa selva siempre triunfa (Editorial Ayacucho. Buenos Aires 1944. 295 páginas; Ediciones del Cobre. Barcelona 2009. 309 páginas).

El gobernador republicano Gustavo de Sostoa
La II República provocó algunos cambios en el régimen colonial español. Menos de los que pudiera esperarse, por falta de tiempo o de voluntad política. Porque cualquier intento de suavizar el dominio colonial era un paso para la independencia y la República no pretendió nunca la independencia de las colonias africanas. Esto sería consecuencia de la política internacional que España mantuvo. No obstante se hicieron algunos tímidos cambios, empezando por el de autoridades y funcionarios más señalados en Guinea y Marruecos. No todos los cambios fueron oportunos. Por ejemplo, en Marruecos se sustituyeron a los interventores militares del territorio –lo mejor formados de los militares africanistas y los que conocían los idiomas locales- por otros funcionarios que no tenían la preparación suficiente y se aumentó el impuesto llamado tertib que provocó un descontento general. En Guinea se intentó, y subrayo que tímidamente, cambiar algo el régimen de los indígenas. A la colonia tropical llegaron nuevos gobernadores (que yo no eran marinos militares) y algunos funcionarios con ideas nuevas y aires renovadores. Pero igualmente ajenos a la situación de la colonia. En España nunca hubo una escuela colonial en la que se formaran los funcionarios destinados a África. Llegaban allí atraídos por los buenos salarios y la calidad de vida, pero lo desconocían casi todo. No es de extrañar que los gobernadores de Guinea en el siglo XIX, en sus informes, pidieran abandonar la colonia cuando habían sido nombrados para lo contrario. Tampoco es de extrañar que en la bibliografía colonial española no se encuentren obras sobre antropología, etnografía o lingüística. Las pocas que hay son muy tardías.
Durante la II República llegaron a Guinea, como decía, una generación de funcionarios renovadores que plasmaron sus ideas en libros y opúsculos incendiarios. Si en Marruecos no encontramos verdadero anticolonialismo aunque haya antibelicismo, en la Guinea española si vemos un primer anticolonialismo español. Yo diría que el único en cuanto a África española se refiere. Fundamentalmente la crítica a la política colonial se concentra en cuatro publicaciones que enumero:

  1. Misioneros, negreros y esclavos de Emilio Carles (1932).
  2. ¡Esclavos! (Notas sobre el África negra) de Guillermo Cabanellas (1932).
  3. La Guinea incógnita. Vergüenza y escándalo colonial de Francisco Madrid (1933).
  4. Guinea mártir de Miguel Ángel Pozanco (1937).




Emilio Carles no es un anticolonialista declarado, al menos en lo que escribe, pero ataca con dureza la trato al indígena al que se obligada a trabajar y se reclutaba a la fuerza ya que consideraba que era una forma de esclavitud. También ponía su punto de mira en la falta de planes estatales (por ejemplo la educación se dejaba casi exclusivamente a los misioneros) lo que retrasaba el desarrollo de la colonia. El periodista Francisco Madrid se preguntaba si interesaba a la República mantener las colonias o si era una rémora al progreso. Y concluía que tenía dos opciones: o traspasarlas a  otra potencia o cambiar la política colonial. Era un convencido de que la colonia tenía un gran futuro si se cambiaban las estructuras sociales y productivas y confiaba en la labor del nuevo gobernador republicano, Gustavo de Sostoa. Ese gobernador que acabaría muerto en Annobón a manos de un sargento que perdió la cabeza. Pozanco, secretario del Gobierno general al empezar la guerra civil, dirge su censura a los nuevos administradores surgidos tras la guerra. Escribe un apasionado alegato desde su retirada en Camerún, huido para salvar la vida. Son autores que llegaron a la colonia con ideas distintas de las de los viejos coloniales que procuraban que las cosas no cambiaran.
   Pero el más radical de todos fue Guillermo Cabanellas de Torres. Llegó como secretario particular del Gobernador Sostoa. Era hijo del famoso general sublevado en la Guerra Civil y por eso nació en Melilla, sonde su padre estuvo destinado en 1911. Fue abogado y sintió pronto la atracción de la política. Hombre de izquierdas, militó en el bando contrario al de su padre y, terminada la guerra, acabó en el exilio en Paraguay y Argentina. Fue profesor de Universidad, periodista y abogado. Y autor de numeroso obras tanto jurídicas como libros de historia entre los que destacan La guerra de los mil días (1973) o Cuatro generales (1977). Es autor de un opúsculo  -¡Esclavos!- que sorprende por las ideas extremas que defiendo. En España en esa época no había nadie que abogara por la descolonización de Guinea, ni de África. Algunos autores, lo hemos visto, tenían ideas más avanzadas sobre la administración o el trato al indígena y eran muy críticos con la política africana de los gobiernos españoles.  No quería la colonización sino sólo una cooperación cultural y económica. La colonización era un modo de esclavitud. Cabanellas se atrevía a escribir: Va el mundo caminando rápidamente, y los siglos terminan en breves momentos, en los que desaparecen opresores y oprimidos, en una sola masa de hombres, de razas de ciudadanos y camaradas. Pero a ese fin no puede llegarse sin la violencia. La concepción de la violencia como un arma política más que llevó, entre otras cosas, a la guerra civil.

Busto del Dr Cabanellas
en la plazuela del costado Este del Parque España de Tegucigalpa,
entre las avenidas Alfonso XIII y Enrique Tierno Galván.

Cabanellas se sintió atraído por la novela y decidió narrar algunas de sus vivencias coloniales en la obra: La selva siempre triunfa que se publicó inicialmente en Buenos Aires en 1944 y que se reeditó en España en 2009. Pasados los años, Cabanellas no era tan radical y no se ve en la novela los elementos anticoloniales que reflejó anteriormente. Incluso elogia la labor de algunas de las personas que trabajaban allí. En cierta manera, el narrador es el mismo Cabanellas joven que llegó a Fernando Poo y observó muchas cosas que no le gustaron, en especial el trato al indígena. Los resumía en la tragedia de la mujer negra que se educó en Europa, que tenía una cultura superior a la de cualquier blanco, y que era sometía a una segregación mitigada pero que la hacía sentirse diferente. Historia que tenía un origen real y que acabó cuando la cobardía de un blanco que se había prometido con ella impidió la boda. La novela trata de dar una visión totalmente distinta a las novelas de plantación que se publicarán después. Mucho más realista y desprovista del falso pudor y la censura de escritores que le sucederían. Es un libro meditado con un argumento creíble y una fuerte carga de crítica social y política. Libro que pasó muchos años en el olvido, sólo recordado por los aficionados a la historia colonial, y que ha sido reeditado para facilitar su lectura.


Ficha de Guillermo Cabanellas
Centro Documental de la Memoria Histórica,
DNSD-SECRETARÍA,FICHERO,8,C0003368