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domingo, 30 de junio de 2019

Los "Baena Tocón" del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel.

A raíz de la ocultación de la responsabilidad de Antonio Luis Baena Tocón en las purgas a escritores y periodistas como secretario del Juzgado Especial de Prensa de Madrid, surge de modo espontáneo en las redes sociales información sobre el alférez y su papel en el juicio que sentenció a muerte al poeta Miguel Hernández.
Pero ¿y en el territorio ecuatorial?

Igual.

Son diferentes las vías de ensañamiento con la población del territorio Ecuatorial; éstas se prolongan en el tiempo y son acumulables entre si. Os presentamos las más conocidas y accesibles:

En la noche del 18 de septiembre de 1936 se busca casa por casa a los sospechosos de ser frentepopulistas en la vieja Santa Isabel.

Con la caída de Bata, se incrementará la persecución, se instruirán expedientes y se depurará la función pública de desleales o tibios con los golpistas.
E igualmente, al amparo de la "La Ley de Responsabilidades Políticas"el 12 de febrero de 1940 se constituirá el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea.

Se sucederán varios nombres, predominando Pedro Baena Martínez (Capitán de la Guardia Colonial) como presidente del Tribunal (y Carlos Roca y Antonio del Valle como suplentes), acompañándole como vocales Francisco  Martos Ávila y a José María Marxuach Doncos (por la FET y de las JONS). Así como al fiscal Fernando González Lavín (con Luis Rivas Barrios de suplente) y Manuel Comesaña Fonseca en calidad de Secretario y Francisco Eguillor Muniozguren como suplente de éste.

Igualmente, a la mayor parte de los perseguidos se les derivará a Canarias, en donde se les someterá a Consejo de Guerra.

En el caso de los 150 del campo de concentración del viejo lazareto de Gando, que pasaron por un Consejo de Guerra, inicialmente se pidió una sentencia de muerte y 11 perpetuas, siendo presidido el Tribunal por el coronel José de Rozas Fernández y actuó de vocal ponente el capitán del Cuerpo Jurídico, Ángel Doll Manera. La Ley Marcial estuvo representada por el alférez del citado Cuerpo, Ildefonso Salazar y del Hoyo.

Tan sólo a modo de ilustración, ya que no representa al Tribunal de Responsabilidades Políticas de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, una imagen del Tribunal de raza. Se trata de un fotograma de "Al pié de las banderas" de Manuel Hernández San Juan, documentado en "Epígono de la Hispanidad - La españolización de la colonia de Guinea durante el primer franquismo" de Gonzalo Álvarez Chillida.

Quedan por recopilar los juicios de los ciudadanos que se reincorporaron a la zona republicana tras un exilio temporal huyendo del bombardeo de Bata, y que fueron juzgados allí donde fueron apresados, o la población nativa que estaba sometida al Patronato Indígena.

viernes, 21 de junio de 2019

La casa del padre de Raquel Ilombe

Pocos días después de la caída de Bata, La Guinea Española narraba que «la toma de Bata fue una jornada feliz; se abordó al [buque de pasaje y carga] "Fernando Poo", que al resistir fue echado a pique pereciendo el Comité Comunista y bastante tripulación; se bombardeó el centro de Bata, la Casa del Sr. Del Pozo de donde partían agresiones y fue maltrecha: después de cuatro horas, Bata estaba en paz. (...) Hermosa jornada de ese día que libró a nuestro Continente de la tiranía de unos cuantos malvados coloniales y de la fiereza de unos soviéticos que se anidaban en el Fernando Poo».

La "casa del Sr. Del Pozo" antes del bombardeo.
Fotografía de 1940, en segundo plano la casa del "Sr. Del Pozo", y en el mar -a su derecha- se distinguen los restos del buque Fernando Poo.

Es una descripción escueta, al igual que la que remite Rodrigo Miralles al Diario de Almería desde su exilio en Camerún: «Después de bombardear el barco, el "Ciudad de Mahón" empezó a disparar sobre Bata, sin tener en cuenta que es una población indígena y que los negros están al margen de toda lucha entre nosotros. Poco podíamos hacer con nuestro medio centenar escaso de roñosos mosquetones contra los cañones y ametralladoras del "Ciudad de Mahón"...». 
Juan Cuesta, nieto de Juan Cuesta Milvain, capitán de la Trasmediterrénea abordo del Ciudad de Mahón concreta que «como no se rindieron, dieron un cañonazo de aviso a la chimenea que pasó por alto abriendo un boquete en un edificio, respondieron con fusiles, bajaron el tiro y el segundo cañonazo dió en la linea de flotación hundiendolo...».

Y así, como daño colateral de un disparo de advertencia al  buque "Fernando Poo",  inició el bombardeo a Bata.

Lo cuenta también Gonzalo Matamala, el hijo del farmacéutico de Bata, en la entrada "Recuerdos de mi primera infancia" de su blog Memorias: «una vez en la bahía de Bata arriaron esta bandera [francesa] e izaron la bandera de los rebeldes (la actual) y sin previo aviso comenzaron a bombardear la ciudad y en especial muchos de los cañonazos fueron dirigidos hacía nuestra casa, ya que al parecer la confundieron con un centro oficial como la sede del Subgobierno, esta confusión se debió a que en días anteriores se había celebrado en nuestra casa un recepción para celebrar el aniversario de la instauración de la república, y por ello habían puesto frente a la misma banderas y gallardetes; al parecer el hecho de que este evento se celebrase en nuestra casa era el haber sido elegida por ser uno de los pocos edificios edificados de ladrillos al igual que las casas de Europa, también por ser la única que en aquel tiempo tenía un salón lo suficiente amplio (el hall de la farmacia) con aforo suficiente para la celebración de estos eventos, puesto que la sede del subgobierno carecía de un local que reuniera las condiciones para ello.

Ese día sobre las seis de la mañana comenzaron a bombardear como antes he expuesto por lo que salimos de casa con apenas lo puesto y siguiendo los consejos de mi padre nos reunimos una cantidad de personas y salimos en coche camino del Camerún con el fin de no caer en manos de aquellos que querían adueñarse de la ciudad y que según mi madre no habrían dudado en matar a todos aquellos que no fueran adictos al gobierno dictatorial fascista por lo que huimos a la mencionada colonia francesa después de toda una noche por la selva y caminos prácticamente meras sendas llegamos a Duala y de allí fuimos a Yaundé,...». Gustau Nerín documenta la huida de los republicanos ante el bombardeo y desembarco en Bata, los cuales «se iban a pie, en condiciones extremas, porque habían abandonado sus hogares lo más rápido posible. Según algunos guineanos, testigos de la huida, había incluso niños blancos desnudos».

El vice-consul británico en Santa Isabel, reportó que el Ciudad de Mahón «pasó a bombear dos edificios en el pueblo donde se estaba haciendo resistencia. Estos edificios fueron de las oficinas de la "compañia Trasmediterranea" y las oficinas del "Banco Exterior de España". Se reporta que ambos edificios están muy dañados». Si bien en otra nota añadirá días después que «el daño sufrido por el edificio del Banco en Bata no ha sido tan grande como se reportó anteriormente». Rodrigo Miralles desde Camerún remitirá al Diario de Almería una carta narrando la situación que han vivido, señalando que «cinco fueron los cañonazos que dispararon sobre el Banco Exterior de España, próximo a la playa, en el momento que estábamos sacando el dinero el cajero del Banco y yo».

Ángel Miguel Pozanco, secretario del Subgobierno de Bata, concluye que «con dos cañonazos destruyó el Fernando Poo y atacó la sede del Subgobierno. En el ataque al Fernando Poo también murieron varios tripulantes y otros fueron hechos prisioneros. Soldados marroquíes bien armados, que fueron desembarcados en Bata, no respetaron nada ni a nadie». 


La "casa del Sr. Del Pozo" tras sufrir varios impactos.
Imágenes gentileza de Crónicas de la Guinea Ecuatorial

«...los cañoncitos del siete y medio que artillaban al Ciudad de Mahón también iniciaron un diálogo con la ciudad aún roja. El edificio del Banco Exterior de España, edificio éste el de mayores dimensiones de Bata, apuntó el blanco. En su mismo centro, un pepinazo abrió una gran boca negra. Un erupto de humo y polvo prologó el silencio de aquella casa, donde hasta hacía unos segundos, asomaban fusiles por las ventanas».

En la consiguiente desbandada, Pozanco describirá cómo «…Preparase asimismo el salvamento de la documentación oficial del Sub-gobierno. En una camioneta que iba a corta distancia del coche oficial, con el Subgobernador y familiares y una señora y un niño que aquel recogió. Al pasar por la playa, frente al edificio del Banco Exterior de España, una bomba destruyó la camioneta y su contenido…».


Pero... ¿quién era el Sr. Del Pozo del que el redactor de La Guinea Española hace mención expresa?

Por los prólogos de Benita Sampedro y Baltasar Fra a la edición póstuma de Ceiba II de Raquel Ilombe, sabemos que se trata de Raimundo del Pozo Ariznavarreta, riojano llegado a los territorios españoles del Golfo de Guinea el 2 de marzo de 1918, a bordo del vapor San Carlos: «adquirió tierras y bienes inmuebles en Guinea, y en especial una casa que resultaría emblemática, hasta que la Guerra Civil española lo sorprendió en la ciudad de Bata. Sus simpatías republicanas hicieron que tuviera que huir hacia Camerún, cruzando la frontera desde su finca en el distrito de Nkimi (Río Muni). Sancionado por responsabilidades políticas tras la guerra civil con expulsión de la colonia, obtuvo permiso para una última estancia de cuatro meses en Guinea, entre junio y octubre de 1944, tras lo cual, enfermo de filariosis, se instaló definitivamente en Madrid, (…) hasta su muerte en 1945».

En la primera estrofa del poema El triángulo de Raquel Ilombe su ausencia queda recogida con un:
Padre, te fuiste
como se marcha el río,
ruido de remolinos
fueron tus últimos suspiros.

Raquel Ilombe comparte igualmente en su poema a su hermano Víctor el impacto que le produce ver el estado de la casa cuando, décadas después, regresa a Guinea Ecuatorial y recupera las propiedades familiares:

Cómo he llorado,
hermano mío.
Cuánto daño me ha hecho
ver deshecho
el interior de mi casa.
La fachada está sucia y despintada,
las ventanas arrancadas,
los cristales que quedan
asemejan cuchillos y espadas
recordando la tragedia
de estos años pasados.


Raimundo del Pozo Ariznavarreta al lado del río que rodea su finca, situada en el distrito de Nkimi, Río Muni.

Vista desde el mar en la década de los 70, de la casa construida en 1929 por Raimundo del Pozo Ariznavarreta.

En Los mundos de Papá Luis, Almudena González-Vigil nos aporta más información a través de la biografía del pintor Luis Royo del Pozo, Papá Luis, quien «pinta en un marco incomparable: un amplio y luminoso estudio con un enorme balcón, siempre abierto, que se despliega al Atlántico, con vistas hasta Río Campo (la frontera guineo-camerunesa). Entre estos muros, cargados de pinturas, no sólo se respira arte, sino también historia. Su señorial casa, de planta baja y tres pisos -hasta hace poco la más alta de la ciudad de Bata- perteneció a su abuelo materno, Raimundo del Pozo Ariznavarreta, un conocido republicano español de cuya relación con una mujer de Corisco, Esperanza Epita Bianbuja, nació la poeta Ilombe, madre de Luis.

"Imagenes de mi terraza sobre el paseo marítimo de Bata"
(apunte del natural) de Papá Luis.

Al comienzo de la Guerra Civil española, en 1936, la casa albergaba el Subgobierno colonial de Río Muni, por lo que recibió algunos cañonazos del buque artillado Ciudad de Mahón, enviado por el General Franco para conquistar la ciudad.

Desfile de Falange un 18 de julio de los años 50,
frente a la subdelegación del Gobierno en Bata.

Más tarde, la planta del edificio fue ocupada por la Factoría Dumbo, donde muchos guineanos recuerdan haber comprado sus primeros libros y sus primeros discos».

Construida en 1929, con vistas al mar, la "casa del Sr Del Pozo" es actualmente uno de los escasos edificios centenarios que se conservan en Bata; está integrado en el paseo marítimo (antigua Avenida Calvo Sotelo), alberga el popular restaurante Casa Marcial y tiene a la par el Centro Cultural de la Embajada de España.

Strambotic nos cuenta: Así eran los ‘falangistas negros’ de la Guinea Española

En este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, contamos con varias entradas memorables. Entre otras:

No han pasado desapercibidos, notándose su influencia en diferentes artículos.

Fue emotivo cuando apareció el artículo El delirio ultra: neonazis negros, falangistas "morenos" de Agente Provocador,  La Felguera Editores.


La semana pasada Strambotic, del diario Público.es publicó igualmente un ameno artículo de Jaime Noguera:

Reproducimos aquí el artículo:

Así eran los ‘falangistas negros’ de la Guinea Española



Yo soy moreno de la Guinea / que por España voy a luchar / contra los rojos que la mancillan / y que la tratan de destrozar” decía el abracadabrante himno de la sección negra y africana de Falange Española. Y es que, a finales de los años 30, cuando Guinea Ecuatorial era tan España como Cuenca, el faccioso partido fundado por José Antonio Primo de Rivera  llegó a tener operando en tierras centroafricanas sus “flechas” , a la Sección Femenina e incluso su propio medio escrito de propaganda: el periódico Ébano. ¡Pasen y vean!
Antes de la dictadura
Allá por 1938, en Santa Isabel de Fernando Poo, la Milicia Falangista estaba compuesta por dos unidades de falangistas indígenas y cuatro de europeos. Se crearon, , al igual que en territorio metropolitano grupos de “Flechas”: juventudes y niños falangistas, que en el caso de Guinea se bautizaron como (sic) “flechas morenos”.
Al producirse el golpe de estado faccioso de 1939, la isla de Fernando Poo se sublevó contra el gobierno de la República, mientras que la zona continental de colonia se mantuvo por un tiempo fiel al gobierno republicano. Finalmente, el desembarco de fuerzas franquistas llegadas de Canarias  y compuestas en su mayoría por soldados marroquiés hizo que todo el territorio guineano quedase bajo el dominio fascista.

Un himno para no echar gota
En 1939, conseguida la victoria en la cruzada antibolchevique, los “falangistas morenos”» se vinieron arriba y crearon su propio himno, que no tiene desperdicio:


Con la dictadura
Guinea era una fiesta: corridas de toros con toreros negros y desfiles de semana santa. El nacionalcatolicismo imponía sus valores en el territorio.


Con los nuevos tiempos los colonos blancos adaptaron algunas canciones falangistas al  país en el que vivían. Como lo de “montañas nevadas” no pegaba ni con cola, se cambiaron estas palabras por  “bosques tropicales…”. En el país centroafricano se levantaron monumentos a José Antonio Primo de Rivera y a los caídos por Dios y por España. Vean el siguiente, con el típico “¡Presente!” escrito bien grande en la placa conmemorativa.


Ébano, la publicación del movimiento en Guinea, adoctrinaba y entretenía. Y si podía hacer las dos cosas, miel sobre hojuelas.

“Es pa’ los niños”
La O.J.E (Organización Juvenil Española), heredera del Frente de Juventudes, contó también con presencia en Guinea. Especialmente a partir de 1962.


Además de los famosos campamentos, se realizaban intercambios entre grupos peninsulares  y guineanos pertenecientes a esta organización. Hermandad, camaradería, y esas cosas.
También ellas
En 1959 se produjo la primera misión en la provincia africana de la Sección Femenina de Falange. Según publicó en 2014 Vegueta. Anuario de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Granada, “se pidió” a la Delegada Nacional de Sección Femenina que “estableciese en las provincias de España en África todas las actividades que se desarrollaban en la Península, a fin de “operar la transformación en el desarrollo de las mujeres” para que, cuando se produjese la independencia, pudieran “sentirse orgullosas de haber pertenecido a España”.
La mujer en estos territorios va a exigir de nosotras que le ayudemos a formarse como persona humana y como mujer, y no como española.”
Concha Tentor,  Delegada Provincial de este organismo, escribió en sus  informes, señalando que la mujer guineana presentaba un gran interés por formarse“aunque su carácter era difícil en todos los sentidos: apático, mentiroso, etc.”

Con información e imágenes de Agente ProvocadorCalle 19 de septiembre Trocha.org.es.
Jaime Noguera disfrutó de ‘Palmeras en la nieve’ y es autor de la novela España Guerra Zombi‘.

lunes, 17 de junio de 2019

Desterrado... en Guinea (II)

¿Recordáis la entrada Desterrado... en Guinea?

A través de la sentencia de destierro en los territorios ecuatoriales, los Tribunales de Responsabilidades Políticas sumaban castigos a los que  se pudiera haber acumulado por la vía civil, militar o administrativa. Éstos tenía el valor añadido de marcar ideológicamente al juzgado, exponiéndole así también a las sanciones sociales.

Ese destierro imposible en Guinea no conllevaba necesariamente confinamiento: sin embargo, el rigor del territorio y abandono del hogar forzaba en muchos casos al exilio.
Igualmente conllevaba la pérdida de bienes por sanciones económicas explícitas o derivadas del incumplimiento de la orden de destierro.

Lo curioso, es que no sólo afectó a los leales a la República.

Manuel Hedilla presidiendo un desfile en Burgos, poco antes de su detención.

La pugna por la concentración de poder por parte de Franco, y la consiguiente resistencia al decreto de unificación, supuso purgas y persecuciones ya conocidas por los historiadores... pero también destierros a Guinea. Franco se mostró enérgico a la hora de restablecer en su zona el principio de autoridad, amenazado por las turbulencias falangistas durante los sucesos de abril de 1937. Incluso fueron impuestas sentencias de muerte, que no se cumplieron. He aquí cómo dio cuenta The Times (17 de junio de 1937) de estos extremos: 
San Juan de Luz.- D. Manuel Hedilla, leader de la Falange Española ha sido condenado a muerte por el Consejo Nacionalista de Guerra por conspirar contra la seguridad del Estado. De los ochenta juzgados, catorce han sido condenados a muerte y veinte a cadena perpetua. El resto ha sido condenado a ser deportado a la Guinea Española. Se considera casi seguro que las sentencias de muerte no serán ejecutadas. El juicio se interpreta aquí como una victoria para otros elementos insurgentes que han mantenido una vigorosa lucha contra la Falange, cuyos ideales políticos y sociales consideran demasiado revolucionarios.
Se mantienen así los usos y costumbres del antiguo régimen.

martes, 11 de junio de 2019

El José Antonio negre


La historia es curiosa: aunque entre los "27 Puntos Doctrinales" de Falange Española de las JONS no había referencias a África, ésta es una presencia recurrente en la vida de José Antonio Primo de Rivera.

No podía ser de otra forma, ya que fue su tatarabuelo Joaquín Primo de Rivera y Pérez de Acal, uno de los 247 hombres, que partieron el 17 de abril de 1778 desde Montevideo, bajo el mando del brigadier Conde de Argelejo, para tomar posesión de los territorios en el golfo de Biafra. A la muerte de éste, el teniente coronel de Artillería Joaquín Primo de Rivera quedó al mando y asumió el título de gobernador.

Veíamos, incluso, en La Gürtel del gobierno de derechas que «entre la documentación elaborada por José Antonio Primo de Rivera en la prisión de Alicante, se incluye la referencia al "Asunto de Guinea..." como parte de su "síntesis moral" de los motivos que condujeron a la "rebelión" en julio de 1936».

O con la presencia testimonial en El Monumento a los Caídos
que cuenta todavía hoy con el clásico "José Antonio Primo de Rivera ¡PRESENTE!" en la vieja Punta Fernanda, actual Punta de la Unidad Africana».

«El único negro que conozco es Antonio [Gonzálvez] Pereira, que es afiliado, y tiene cariño especial o afecto a Ruiz de Alda» dirá José Antonio en su interrogatorio.

¿A dónde queremos llegar con esta introducción?

Estos días en los que se habla de tumbas y de la monumental fosa común de Cuelgamuros, parece sugerente contar la leyenda urbana alicantina sobre El Ausente, conforme a la cual tal vez José Antonio no esté enterrado donde dice la historiografía franquista.

Recoge Raquel Andrés Durà en
¿Está el Negre Yoma enterrado en el Valle de los Caídos en lugar de Primo de Rivera?:

Muchos debates está suscitando la exhumación del dictador Francisco Franco en el Valle de los Caídos, que eclipsan otra actuación prevista de forma simultánea en el mausoleo. 
Los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, se reubicarán en un lugar no preeminente del recinto, porque el Ejecutivo de Pedro Sánchez lo considera una víctima de la Guerra Civil. Fue fusilado por las autoridades republicanas el 20 de noviembre de 1936 en Alicante, acusado de conspiración y rebelión militar. 
Este traslado ha despertado un singular interés en Alicante, donde es muy popular una leyenda urbana sobre esta sepultura. Según la rumorología popular, en la tumba de Cuelgamuros no yace realmente el falangista, sino un peculiar personaje local: el ‘Negre Yoma’. ¿Qué hay de cierto?
Su nombre real era John Moore y era norteamericano, aunque quizás por su fonética, fue conocido como Juan Mallol, John Back, John Bull y otros motes como Seneque, ‘el Negro del Muelle’ o el ‘Negre Yoma’. Cocinero superviviente de un petrolero belga que se incendió frente al puerto de Alicante en 1915, la experiencia le traumatizó tanto que no quiso volver a enrolarse en una embarcación y vivió como un vagabundo, de la caridad ciudadana. Era conocido por su gran estatura, afición al alcohol y al juego y a acosar a las mujeres.
Era habitual verle pasear por la Explanada, borracho y acosando a mujeres
Hoy todavía se puede escuchar la dicha “eres más vago que el Negre Yoma”, porque al parecer no aceptaba donativos que le obligaran a agacharse. Solía pasear desgarbado por la Explanada de Alicante y, aunque protagonizó varios altercados (peleas y acosos sexuales, según la prensa del momento), los cronistas subrayan que era bastante querido por los alicantinos.
Un día apareció muerto, solo, a las afueras, en el barrio de Vistahermosa. Algunos historiadores como Luis Miguel Pérez Adán, cronista oficial de Cartagena, sitúan el hallazgo en la madrugada del 20 de noviembre de 1936. En aquellas mismas horas, pero en otro lado de la ciudad –concretamente, en los actuales Juzgados de Alicante–, fusilaban a José Antonio Primo de Rivera. Y, por ello, se llegó a escribir que ambos acabaron en la misma fosa común. Un espacio que hoy, por cierto, luce una tumba recubierta con los colores de La Falange y es punto de encuentro y homenaje al fascismo en Alicante.

Al fin de la Guerra Civil, los dirigentes falangistas viajaron a Alicante para recuperar los restos de Primo de Rivera y llevarlos a Madrid a hombros para darle una “sepultura digna” (fue posible entre cinco mil personas). Según Pérez Adán, algunas crónicas del momento aseguran que los restos fueron “perfectamente identificados”, mientras que otras sostienen que se llevaron al cocinero borracho en vez de al abogado y político fusilado.
Fruto de la épica falangista, se cuenta que los primoriveristas sentenciaron que los huesos a trasladar debían ser aquellos de mayor envergadura. Fuese como fuese, los rumores afloraron y la leyenda ya estaba creada.
Se dice también que al paso de la comitiva fascista, los vecinos murmuraban: “Ahí va el Negre Yoma”. 

No estuvieron enterrados en la misma fosa común
Otros autores, como Raúl Álvarez Antón, datan como fecha de defunción del sintecho americano el 31 de octubre, casi un mes antes del asesinato del falangista. La asociación cultural Alicante Vivo zanja que es “una leyenda urbana”, a raíz de una investigación de Álvarez en 1992 en el Registro General de Enterramientos del Cementerio de Alicante.
Descubrió que John Moore no figuraba por ningún lado, y en cambio, sí encontró a un tal Juan Mallol, con iniciales que coinciden y cuya licencia de enterramiento saca de dudas: “La defunción de Juan Mallol natural de Norteamérica de 46 años de edad, que se halla domiciliado en Alicante, en el Hospital Civil, ocurrida ayer a las catorce horas a consecuencia de alcoholismo crónico, según certificación facultativa, se procederá a dar sepultura a su cadáver en este cementerio, transcurridas que sean las veinticuatro horas del fallecimiento. Alicante 1º de noviembre de 1936. El juez”. Álvarez averiguó, así, que Primo de Rivera y el Negre Yoma estuvieron enterrados en una fosa común, pero no en la misma. 
El Negre Yoma espera su calle en Alicante
A día de hoy el Negre Lloma es un personaje que se sigue recordando con cierta regularidad en las Hogueras de Alicante y que da nombre a una peña del Hércules CF. De hecho, se dice incluso que es el protagonista laureado que aparece en el escudo de este club de fútbol… Aunque de nuevo, no son más que rumores.
El vagabundo norteamericano llegó a tener una calle efímera en pleno centro de Alicante en noviembre de 2016, a las puertas del Ayuntamiento, donde estaba el Capitán Meca, por el cambio del callejero en cumplimiento de la ley de Memoria Histórica y llevado a cabo por el malogrado tripartito de izquierdas.
Sin embargo, un recurso del PP y la consiguiente resolución judicial anuló las modificaciones y el Negre Yoma perdió su cartel. Hoy está a la espera de que le den una calle, que previsiblemente será en un espacio con menos relevancia. 
En cualquier caso, y sin pruebas forenses concluyentes, la leyenda del Negre Lloma perdura en Alicante y con las inhumaciones en el Valle de los Caídos suscita más chascarrillos que nunca.

miércoles, 5 de junio de 2019

El aficionado a los toros de Santa Isabel

Recoge Javier Rodrigo en La guerra fascista. Italia en la Guerra Civil española, 1936-1939 que Queipo de Llano «declara ante la legación italiana en noviembre de 1937 que tras la guerra los españoles no se convertirían, y que en consecuencia había "que librarse de esta gente. Hay que seguir fusilando, o crear grandes campos de concentración en las Canarias o en Fernando Po [sic]"». Pese a ese explícito posicionamiento, no se llegó a construir un gran campo de concentración en Fernando Poo. Se recurrió, eso sí, -como veíamos en Gran palabra tienen los blancos- al confinamiento de la población autóctona en Annobón, mientras los colonos desafectos al golpe de Estado acabarían en el campo de concentración del viejo lazareto de Gando, en Canarias.

Precisamente, cuenta Juan Rodríguez Doreste sobre su vivencia de confinamiento en ese campo de concentración que «Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora. (...) Creo que llegó a nuestro cuarto [de "los pintores"] para completar un hueco. Gonzalo Carrillo, en cambio, anterior compañero en el recinto de los abogados, dibujante, acuarelista, caricaturista, pintor de paisajes tropicales, negras fenomenales y toreros en acción, vino por derecho propio. Por derechos de aptitud y de fecundidad, pues nadie pudo superarle en incansable laboriosidad. Utilizaba para sus pinturas unos esmaltes que se caban pronto y puedo afirmar que ni uno solo quizás de los mil y pico presos que por entonces quedábamos en Gando se fue para su casa sin llevarse una obra de Gonzalo, en cualquiera de los muchos registros plásticos que tocaba».

El Ministerio Fiscal había solicitado cadena perpetua contra Gonzalo Carrillo Riera, condenándole finalmente a diez años (más lo que le cayera por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas). Al fin y al cabo, tenía la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Apunte de Gonzalo Carrillo Riera 
que representa al brigada Martín
"en un día bueno".
«La llegada de los dos nuevos huéspedes de Guinea [a la celda de "los pintores"] alteró un poco la calma monocorde de nuestras horas. Gonzalo Carrillo, vivo, hablador, ocurrente, con labia de andaluz, de familia riojana, había nacido casualmente en Las Palmas y se titulaba en broma, con mote taurino, Chiquito del Puerto. Introdujo en nuestros diálogos temas inéditos: los problemas de la colonia y de la negritud -aunque todavía Leopoldo Senghor no había acuñado el término- la narración de las aventuras de su frustrada fidelidad republicana, etc. Pero, sobre todo, los inagotables comentarios de su entrañada taurofilia. Tenía en aquellos años facha y hechura de torero: alto, espigado, estrecho de caderas, piernilargo.

Lo menos taurino era su traza epidérmica, rubia y pálida, con blancura que la larga reclusión había acentuado hasta términos de transparencia.

Yo había sido algo aficionado a la fiesta nacional. En mis tiempos de estudiante conviví con un señorito andaluz, tronado, borrachín a salto de mata ca da vez que pillaba un duro, de fluyente simpatía, que había frecuentado capeas y becerradas, y que con una toalla, ayudada en su caso por una pata de silla desvencijada a guisa de estoque, me enseñó prácticamente todas las suertes del toreo, de capa y muleta: verónicas y medias verónicas, gaoneras, chicuelinas, molinetes, pases naturales y de pecho, ligados, ayudados por alto y bajo, etc. Y las suertes de matar, recibiendo, al volapié, la estocada tendida, hasta las cachas, etc.
Gonzalo Carrillo, que también había toreado becerrillos, completó mi erudición. Llegué a saber los nombres de los mejores diestros y sus especialidades. Entonces era rey de los ruedos El Niño de la Palma, rondeño de estilo y naturaleza, padre del que después fuera el grande y famoso matador Antonio Ordóñez. Me instruí también entonces en las características de las distintas escuelas, cada una de las cuales ha poseído un astro mayor, suerte de pontífice, revestido de específicas cualidades que son como la pauta ideal, la escala valorativa, raramente alcanzada en las cimas de la perfección, de las hazañas de los respectivos epígonos: el toreo alegre de Joselito, el estatuario de Belmonte, el de fugaces ráfagas geniales de Rafael El Gallo, el temerario de Granero, etc. Carrillo casi acabó haciendo torear a todos los abogados de su cuarto. Su contagiosa jovialidad, la gracia de sus imitaciones y caricaturas, porque era certero y suelto dibujante, nos desarrugó muchas veces el ceño en aquellos meses en que los desalentadores reveses de nuestra causa en el exterior se sumaban a las incomodidades y molestias de nuestro estado.
Gonzalo Carrillo se representa a si mismo como
"Chiquito del Puerto" dando un muletazo.
(...) Gonzalo Carrillo la nota más aguda, nunca chirriante, siempre afinada en el tono más hilarante, más divertido, más adecuado para desentumecer y alejar el tedio nostálgico que muchas veces, inevitablemente, ganaba nuestros ánimos. Ya expliqué que, aunque oriundo de la Rioja, donde ahora vive, trabaja en su profesión y patrocina festivales taurinos sin cuento, nació en Las Palmas en una escala de su madre hacia la Guinea, donde su padre, don David, fue muchos años Curador colonial. Un canario gracioso y salado, con humor bien distinto del nuestro, que es habitualmente más irónico y socarrón».







Correspondencia de Gonzalo Carrillo, enviada desde el campo de concentración del viejo Lazarero de Gando, recogida en "Memorias de Contrabando":

«Las escasas obras literarias y artísticas conservadas se erigen en auténticas crónicas del sufrimiento y el horror vividos: poemarios como Lo imprevisto, de López Torres y Ortiz Rosales; los poemas, cuentos y dibujos de la Antología de musas cautivas elaborados por presos de Gando y Fyffes, o las pinturas, dibujos y caricaturas creadas en el cuarto de la pintura del Lazareto de Gando por Felo Monzón o Gonzalo Carrillo, entre otros.
Estas y otras expresiones artísticas y literarias son parte importante de la memoria histórica de la represión durante y después de la Guerra Civil en Canarias y dan testimonio de la lucha por la dignidad, la supervivencia, la resistencia y el compromiso político de los represaliados».
 «Utilizaba para sus pinturas unos esmaltes que secaban pronto y puedo afirmar que ni uno solo quizás de los mil y pico presos que por entonces quedábamos en Gando se fue para su casa sin llevarse una obra de Gonzalo, en cualquiera de los muchos registros plásticos que tocaba».

Falleció a finales de 2000, y de él afirma su nieto, el escritor y abogado logroñés Andrés Pascual, en Aquellos silencios del abuelo:
«No concibo mi vida sin los toros de la misma manera que me es imposible entender mi existencia sin la figura de mi abuelo Gonzalo» (...). En realidad el autor riojano asegura que todo lo que es está en relación con sus cuatro abuelos, que fallecieron mayores y con los que tuvo «mucho tiempo para poder compartir sus sueños y vivencias». Y el que le introdujo los toros en el corazón fue el inolvidable Gonzalo Carrillo, abogado, pintor y cronista taurino durante muchas temporadas en Radio Nacional de España: «Él me dio la alternativa también como abogado, ya que me inoculó la pasión por el derecho durante tantas horas que me permitió asistir a sus consultas. Él tenía el despacho en su casa de Nájera y yo deambulaba por toda las habitaciones, incluyendo la sala de espera y sus relaciones con los clientes».
Andrés Pascual recuerda a Gonzalo como una persona que tenía «la virtud de convertir en algo mágico todo lo que le rodeaba. Por ejemplo los paseos por la playa de Peñíscola, donde gracias a él aparecían piratas, contrabandistas y princesas cautivas; o por las choperas de Nájera, en las que unos días los protagonistas de sus relatos eran indios y vaqueros y al día siguiente guerreros de las cruzadas o caballeros templarios. Así era él y con los toros sucedía exactamente lo mismo». Por eso, para Andrés Pascual las corridas de toros no «eran un mero festejo al que acudíamos para ver un buen muletazo». «Era un universo que comenzaba desde por la mañana cuando me cogía yo a su pantalón porque me encantaba estar con él en la plaza para el apartado y ver aquellos increíbles animales que eran los toros. A mi escala eran como inmensos mamuts, gigantes, retadores, inmortales. A su vera para un niño como era yo estar a su lado significaba aventurarse por una ventana ante unos mundos fascinantes», recuerda.
Pero había más, «porque en casa antes de comer hacía unos cuadrantes increíbles para colocar a la gente en sus entradas, la contrabarrera del 2, éste o aquel tendido... Después de las corridas llegaba a casa y todos esperábamos a que le llamaran de la radio y comenzara con su mítico: buenas noches, aquí Gonzalo Carrillo desde Logroño para Radio Nacional de España. Aquello me parecía como un sueño. Entonces, con aquella voz de doblador de cine contaba la corrida con su mirada y yo me daba cuenta hasta qué punto era capaz de ver cosas que para muchos pasaban inadvertidas. En realidad no las miraba con los ojos, su acento tenía que ver con los latidos de su corazón», afirma.
El corazón y el alma
Y qué quedaba de todo aquello en la mente de Andrés Pascual cuando era niño: «Lo que respiraba era épica y un inmenso respeto. Él, con todo lo que sabía, se mostraba ante la fiesta y ante cada uno de sus protagonistas con semejante humildad que te hacía, sin darte cuenta, formar parte de ella como uno más. ¿Cómo tiene que ser esto para que el abuelo dedique semejantes silencios?, me preguntaba. Él no era nada hablador en las corridas, él escuchaba la música del toreo y no me refiero a los pasodobles, sino a la respiración de los matadores, los latidos acompasados del animal y del hombre y todos esos sonidos que se generan en un coso. Aquello me impresionaba y es lo que más grabado se ha quedado en mi espíritu y además, lo mantengo».
18 de julio de 1942 en Santa Isabel

Lamentablemente, Carrillo -el aficionado a los toros de Fernando Poo- nunca pudo disfrutar de ellos en la isla tras su destierro y confinamiento, ya que la primera lidia tuvo lugar en los años 40. Como diría Agustín de Foxá en su artículo "Toros en Fernando Poo" de 1945: «No son los de América los únicos festejos taurinos que exigen días y días de mar para que los españoles los presencien. Como en todos los lugares donde asomó la influencia ibérica, allá en la lejanía caliente del Golfo de Guinea también se oye, en las vísperas de las fiestas tradicionales -Día de la Raza, 18 de Julio, fechas de la liberación de Bata o de Santa Isabel-, charlar apasionadamente del temple de un natural imaginario o del efecto de una estocada todavía en potencia. La fiesta llega al Ecuador, y en los “chiringuitos” que se adelantan al mar entre palmeras, en el "Negresco" de Bata o en el Casino de Santa Isabel, la conversación taurina fluye, sustituyendo por unas horas el eterno comentario, que gira siempre sobre el precio del café, la holgazanería del bracero o el cuidado de la finca de cacao».