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martes, 18 de julio de 2023

El caso del radiotelegrafista de Río Benito

Hace tiempo nos cayó una consulta: «He estado buscando información relacionada con la construcción de la primera central eléctrica en Bata y su fundador durante los años aproximados 1932 y 1936 y no he encontrado nada. La cuestión es que el fundador de esta central también llego a ser gobernador provisional, pero no tengo documentación oficial y es que en España mucha información de la Guerra civil se "ha perdido" sobre todo cuando se trata de un republicano. (…) perteneció a la marina republicana española enviada a Guinea, luego dejó la marina para construir la central eléctrica. Me gustaría, que -si hay alguien que sabe de esto- me lo explicara o me diera bibliografía, ya que se trata de mi bisabuelo: Luis Martínez Moreno»

Lo intentamos en su día con el caso de Ramón López Nieto… ¿lo intentamos de nuevo con Luis Martínez Moreno?

Natural de Fuensanta, Albacete, de profesión radiotelegrafista (civil) 1ª clase y montador mecánico-electricista. Desde 1922 era igualmente piloto de aviación militar, sirviendo en el Dédalo, el primer buque portaaeronaves de la Armada Española, siendo merecedor de la medalla militar de Marruecos con los pasadores "Melilla" y "Tetuán".

De 1923 a 1936 trabajó en la compañía Marconi como radiotelegrafista y montador de radio. En 1928 montó en Río Benito (Guinea Española), por cuenta de la Dirección de Marruecos y Colonias, una estación de radio de la que fue jefe hasta el 14 de octubre de 1936, ya que con la caída de Bata se sumó a la huida republicana a los países limítrofes.

Esa ruptura es una vivencia que ya hemos relatado anteriormente: tras el hundimiento del barco "Fernando Póo" por el "Ciudad de Mahón" y el posterior bombardeo de la ciudad de Bata, se produce una estampida de europeos y población local que huye ante el desembarco de las tropas marroquíes y voluntarios canarios al mando de Juan Fontán. Se internarán en las zonas boscosas buscando las fronteras francesas de Camerún y Gabón: «se iban a pie -documenta Gustau Nerín-, en condiciones extremas, porque habían abandonado sus hogares lo más rápido posible. Según algunos guineanos, testigos de la huida, había incluso niños blancos desnudos».

¿Seguimos con el relato de Luis Martínez? Previamente, en 1935, había instalado una central eléctrica para suministro de alumbrado en Bata, así como otras instalaciones eléctricas de menor importancia efectuadas por cuenta de entidades privadas. Su familia recordará incluso que participó en la creación de un cine en la capital del Río Muni.

Llegado el golpe de Estado, mientras en Fernando Póo triunfan los golpistas el 19 de septiembre de 1936, en Río Muni cundía la incertidumbre al no tener claro qué pasaba en la isla. Mientras tanto, «una barcaza procedente de la isla de Santa Isabel y tripulada por unas diez personas desembarcó en Bolondo, ocupó la estación de radio e hizo prisioneros a todas las personas que allí nos encontrábamos -recuerda Ramón Martínez Monés- (...) El Jefe de la estación costera, Luís Martínez, así como el operador Vicente Gómez y sus familias, fueron considerados como rehenes y trasladados a Rio Benito (...). Al quedar incomunicada la Estación Costera con la capital, las fuerzas cívicas y militares de Bata, sospecharon lo peor. Cuando horas más tarde lograron comunicarse con las personas que habían ocupado la Estación, conocieron sus intenciones y que no eran otras de las de ocupar Bata (...), la reacción de las fuerzas vivas de Bata fue inmediata: detener a todas las personas adictas o sospechosas de simpatizar con el llamado Movimiento Nacional (...)».

Como sabemos, la situación se saldó con el emisario del subgobierno de Bata (Raimundo del Pozo, el finquero y padre de Raquel Ilombe) huido en el bosque, y dos muertos resultados del primer
enfrentamiento armado en el territorio. «Ante esta postura, los ocupantes de la Estación de Radio propusieron un canje de prisioneros y abandonar el intento de ocupación. El canje tuvo lugar (...), a las doce de la noche y se llevó a cabo en cayucos entre Rio Benito y Bolondo, cruzando la desembocadura del Rio Benito, de más de una milla de ancha, y con tiburones».

Quedando así libres Luis Martínez Moreno y familia; aunque como recogía Pozanco «nos hallábamos incomunicados de la península, porque la estación de radio de Rio Benito -Bolondo- había sido inutilizada por los radiotelegrafistas leales, al ocuparla los sediciosos».

Es asombroso contar con el privilegiado relato de primera mano de Ramón, uno de los hijos de Luis Martínez para armar las piezas de este puzzle.

La crónica franquista lo recoge de forma muy similar:

Emisarios del Frente Popular salen en automóviles requisados a recorrer las distintas demarcaciones y proceder al relevo de los administradores territoriales y jefes de puesto que inspiran sospechas. Se les sustituye por sargentos y cabos de la Guardia colonial.
En Akurean y en Niefang, adonde se dirige Alejandro Torres; en Ebinayon, que se ha confiado al sargento Cautó, y en Msork, que recibe la visita de Manuel Alaiz: no ocurre nada de importancia. La transmisión de mandos se efectúa pacíficamente. Los hechos graves se producen en Kogo y Rio Benito, adonde se había enviado a Raimundo del Pozo para que procediese a la sustitución del administrador Oliveda. Precisamente, en aquellos momentos llegaba a Kogo, en el vaporcito pesquero "Gergavic", un significado elemento de la colonia, el marqués de Elduayen, que era portador de una carta del teniente coronel Serrano para el jefe de la Guardia colonial del continente, capitán Morales, y para el Administrador territorial, Oliveda, dándoles instrucciones a fin de que secundasen el Alzamiento. Oliveda no espera más y declaró el estado de guerra en Rio Benito y Kogo, procediendo a la detención de los agitadores más peligrosos, que eran Esteban Cruz, Carlos Padrón y Laureano Rodríguez. Después, en compañía del jefe de los Servicios Forestales, Pedro Fuster, se dirigió a Bolondo y ocupó sin resistencia la estación de radio, poniendo presos a su encargado Vicente Gómez y a Luis Martínez, que habían llegado allí para tratar de comunicar con Madrid por la vía de Duala. Desde la estación llamó Oliveda a la de Bata, pidiendo que se pusiera al habla el capitán Morales o, en su defecto, Sáez Pichel. El radiotelegrafista José Lizcano, que recibió la comunicación, fué a dar cuenta al Subgobernador de aquel mensaje.
-¡No es posible!, comentó Porcel.
-A estas horas Oliveda debía de estar destituido y preso. ¿Qué ha hecho entonces Raimundo del Pozo?
Lo que había hecho, sencillamente, era escapar con grandes apuros de caer en manos de Oliveda. Porque a su llegada a Kogo, el alzamiento se había llevado ya a cabo, y para no quedar en su poder tuvo que abandonar el automóvil y ocultarse en el bosque. Por otros conductos se supo en Bata, al cabo de algún tiempo, lo que en Kogo y Rio Benito había sucedido, y la alarma cundió entre los frentepopulistas del continente.
Fontanet, en su condición de comandante militar, decretó la movilización de todos los elementos útiles y los proveyó de las armas de fuego de que disponía. A su frente puso a otro instructor de la Guardia colonial, el brigada Antonio Bande. Cuando se supo que los desembarcados en Kogo avanzaban sobre Bata, Bande formó su tropilla y salió a su encuentro.
Por primera vez en la historia de la colonia iban a enfrentarse españoles contra españoles, ante los ojos asombrados de los negros. Y lo que es aún peor, se iba a obligar a éstos a acometerse unos a otros, en nombre de intereses y de ideales que no comprendían (...).
Bande y Oliveda, al frente cada uno de su grupo, se encontraron en las orillas del río Ekuko, a tres kilómetros de Bolondo. En ambos bandos figuraban guardias coloniales negros. A las voces de ¡alto! que se dieron al reconocerse, y a los vivas a la República y al Frente Popular, y a la España y al Ejército, que las siguieron, sucedió el crepitar de los primeros tiros (...).
Se habla vertido la primera sangre. Las víctimas fueron dos negros de la Guardia colonial que habían seguido, por obediencia, a sus instructores.
El tiroteo no duró mucho. Al verterse la primera sangre se parlamentó. Bande hizo saber a Oliveda que tenía en su poder gran número de rehenes y que los fusilaría si no abandonaba el continente. Los elementos patriotas se rindieron ante la amenaza. Hubo un canje de prisioneros y los revolucionarios prometieron que dejarían salir del territorio a toda persona que lo deseara. Oliveda, con los que quisieron seguirle, buscó refugio en las colonias extranjeras del Camerón y Gabón, desde donde regresó, al cabo de algún tiempo, a Santa Isabel.
Los rehenes derechistas que fueron canjeados a consecuencia de este convenio ascendían a veintitrés, figurando entre ellos el capitán Morales y el teniente Sáez Pichel, (...).

Así con todo, una semana después -a instancias de la tripulación del vapor Fernando Poo- se habría elegido asambleariamente un nuevo Comité Central del Frente Popular en Río Muni (el de Santa Isabel lo había disuelto un mes antes el gobernador cesado), siendo Luis Martínez integrante de ese nuevo comité, al igual que lo había sido semanas antes del comité provisional presidido por Alejandro Torres García.

En las indagatorias posteriores que inicia Juan Fontán, se recoge la declaración de Francisco Pérez Rodriguez (2º radiotelegrafista del vapor Fernando Póo y presidente del "comité rojo" -sic- de abordo) con «manifiesta el procesado que uno de los domingos en ocasión de ir a dar un paseo por Bata en compañía de Enrique López Astudillo primer radiotelegrafista al pasar junto a la Guardia Colonial decidieron entrar en casa del Suboficial Fontanet para que los invitara a un wisky, no haciéndolo por encontrarse Fontanet ausente. Después se encontraron con un tal Martínez fugado, Radiotelegrafista de Bolondo, el cual les dijo que habían acordado enviar a bordo a los Padres Misioneros, he de hacer la aclaración que su acompañante López Astudillo se retiró, aun cuando insistió el procesado en que se acercara para oir la conversación, no haciéndolo. El declarante manifestó al llamado Martínez que le parecía muy mal el acuerdo tomado, pues temían que hicieran alguna faena a los Padres Misioneros, dada la calaña del personal que había a bordo».

14 días después de ser elegido Luis Martínez miembro de Comité Central, se producirá el hundimiento del Fernando Póo y el bombardeo de la ciudad de Bata, produciéndose la retirada al interior del continente y el posterior cruce de frontera.

En la huida, Luis Martínez participa en Ebibeyin de los consejos (integrados por 40 republicanos y comunistas, dirá la crónica franquista) en los que Porcel da por perdido el territorio, quedando electo Rafael Masiello Guerrero como último gobernador por quienes deciden hacer frente a las tropas marroquíes. Finalmente, la defensa será insostenible, viéndose empujados a cruzar la frontera con la cobertura -hasta el último cartucho- de Alejandro Torres.

En Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte, Pozanco deja constancia de su exilio temporal y posterior repatriación con su familia: «En el vapor "Brassa", zarparon con rumbo a Dakar y de allí a España, los siguientes: José Lizcano Barco, Emilio Fontanet Monfort, Rafael Masiello Guerrero y familia y Luis Martínez y familia». 

Así, el 1 de diciembre de 1937, después de haber estado refugiado en Yaundé (Camerún), logró volver a España. En donde se presentará voluntario al Gobierno republicano, como clamaba Pozanco: «¡La conducta de estos compatriotas, marchando a España, contrasta con la de algunos que han preferido el exilio y sus consecuencias, a incorporarse a la defensa de su país!». Y a finales de 1937, Indalecio Prieto «al objeto de atender las necesidades que implica la creación de Transmisiones en el Arma de Aviación, (…) he resuelto cause alta en la misma, para mientras persistan las actuales circunstancias», movilizando a Luis Martínez Moreno como teniente. Posteriormente, es destinado al Arma de Aviación como jefe de varias estaciones de radio adscritas a los Servicios Secretos de la Defensa Aérea, entre ellas las del aeropuerto de Barcelona (Sabadell y Montjuich), hasta el día 6 de febrero de 1939, cuando obedeciendo órdenes superiores, atravesó la frontera francesa por Port-Pou.

Tras el inevitable paso por los campos de internamiento franceses, solicitará infructuosamente asilo en México, incluyendo en su solicitud que «durante los últimos meses de la guerra de España estudió y llevó a término un sistema de aparato radio-eléctrico aplicable a la guerra moderna, el cual por razones particulares construirá en América y lo ofrecerá previas ciertas condiciones, para la defensa de las democracias». 

Finalmente retornará a España con su esposa Dolores y sus tres hijos... pero esa ya es otra historia. Te la cuenta su familia en La vida al Prat, i la familia...

En cualquier caso, no se lo pusieron fácil: como afiliado de la UGT, integrante del Frente Popular del Río Muni y hermano de la francmasonería, los golpistas procederán contra él. Tenía, además, la falta imperdonable de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República promovida por el jefe de Correos, Isidro Álvarez Martínez.

Así, en marzo de 1940, el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel le condena -en ausencia- por unanimidad a 12 años de destierro del territorio ecuatorial y pérdida total de bienes, lo que incluirá los aportes a la central eléctrica de Bata o al cine que creó en esta ciudad.

Cuenta con sendos expedientes de indulto de 1947 y 1959 tanto del Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas de Bata como de Prat de Llobregat, Barcelona, por lo que casi con seguridad previamente había acumulado varias sentencias condenatorias en ausencia.

martes, 18 de octubre de 2022

Requiem

Lo recogía el diario de Las Palmas Falange en su edición del 18 de octubre de 1939:

Misa de Réquiem por los Caídos de la Guinea Española

Por iniciativa del capellán y oficiales que pertenecieron al Batallón de Voluntarios Patriotas de Las Palmas, en la mañana del sábado último se rezó una misa en la parroquia de San Bernardo (San Telmo) en sufragio de los Caídos en la Guinea Española el 14 de octubre de 1936, día en que se incorporaron a la Nueva España aquellos territorios, por la columna expedicionaria canaria.

Ofició el citado capellán, don Manuel Rodríguez Falcón, y, entre los numerosos fieles que asistieron al piadoso acto, se encontraban la oficialidad que perteneció al Batallón de Voluntarios Patriotas de las Palmas, así como muchos compañeros y familiares de los Caídos.

El piadoso recuerdo, dentro de su sencillez, resultó muy emocionante.

La Patria les agradecía, remarcaba el periódico La Guinea española, por el sacrificio de sus vidas “que para siempre estarán al lado de los luceros eternos”.

Diario Falange de Las Palmas.
12 de octubre de 1938.





Voluntarios canarios
desfilando en el puerto de Santa Isabel

jueves, 14 de octubre de 2021

Llegamos sin novedad a Bata

Frente al ya conocido «cautivo y desarmado...», la literatura bélica en el territorio ecuatorial tiene menos florituras:

Tras el bombardeo de Bata se suceden escuetos radiogramas como el «llegamos sin novedad a Bata. Mañana parte detallado operaciones. Viva España. Dígolo para conocimiento» del jefe militar de la expedición (el del comandante de Infantería Gonzalo Gómez Abad, o ¿sería el propio Juan Fontán?).

O el «ocupada Bata por expedición militar procedente Canarias y hundida motonave "Fernando Póo", creo dominada totalmente situación y adherida colonia entera a causa salvación España. Con tal motivo elevo a Su Excelencia la expresión de mi finísima adhesión y mis deseos colaboración entusiasta en puesto se me designe poniendo a su disposición este cargo que circunstancias oblíganme desempeñar solo por tiempo que se juzgue indispensable...» del teniente coronel Serrano, autoproclamado gobernador tras el golpe de Estado de la noche del 18 al 19 de septiembre en Santa Isabel.




domingo, 29 de noviembre de 2020

El exilio del farmacéutico de Bata

Lo cuenta su hijo Gonzalo Matamala en su blog Memorias:
[...]
Por aquellos tiempos España había entrado en guerra consigo misma , al haberse producido el día 18 de julio el alzamiento franquista contra el gobierno de la República , en Guinea las cosas se polarizaron de la siguiente manera: la Isla de Fernando Poo se puso a favor de los sublevados mientras que en el continente se siguió fiel al gobierno legitimo; ello motivó que en ambos territorios de la colonia solo surgiese algún incidente sin importancia de ser destacado hasta que desde Santa Isabel decidieron someter a la parte del Muni, para lo que recurrieron al engaño y a la traición como demuestra el hecho de que se presentara un barco de pasajeros armado con un cañón bajo bandera legal, luego una vez en la bahía de Bata arriaron esta bandera e izaron la bandera de los rebeldes (la actual) y sin previo aviso comenzaron a bombardear la ciudad y en especial muchos de los cañonazos fueron dirigidos hacía nuestra casa, ya que al parecer la confundieron con un centro oficial como la sede del Subgobierno, esta confusión se debió a que en días anteriores se había celebrado en nuestra casa un recepción para celebrar el aniversario de la instauración de la república, y por ello habían puesto frente a la misma banderas y gallardetes; al parecer el hecho de que este evento de celebrase en nuestra casa era el haber sido elegida por ser uno de los pocos edificios edificados de ladrillos al igual que las casas de Europa, también por se la única que en aquel tiempo tenía un salón lo suficiente amplio (el hall de la farmacia) con aforo suficiente para la celebración de estos eventos, puesto que la sede del subgobierno carecía de un local que reuniera las condiciones para ello.
Ese día sobre las seis de la mañana comenzaron a bombardear como antes he expuesto por lo que salimos de casa con apenas lo puesto y siguiendo los consejos de mi padre nos reunimos una cantidad de personas y salimos en coche camino del Camerún con el fin de no caer en manos de aquellos que querían adueñarse de la ciudad y que según mi madre no habrían dudado en matar a todos aquellos que no fueran adictos al gobierno dictatorial Fascista por lo que huimos a la mencionada colonia francesa después de toda una noche por la selva y caminos prácticamente meras sendas llegamos a Duala y de allí fuimos a Yaundé, donde se nos unió nuestro padre que se había quedado en Bata haciendo frente al desembarco de tropas en la playa y el con otros siete españoles impidieron que este se llevara acabo durante tres días con apenas armas ya que solo disponían de una ametralladora, desde Yaundé nos trasladamos al Gabón dirigiéndonos a Libreville donde tomamos un barco francés llamado Asia , desde el que comenzamos un nuevo periplo.
Cuando llegamos al Camerún sin apenas tener nada por que como he dicho salimos precipitadamente de nuestra casa sin tiempo siquiera para recoger nuestras pertenencias mas imprescindible fuimos atendidos por las autoridades francesas no así por la misión católica la cuál decía a los negros de ese país les dijeron que éramos demonios que queríamos matar a los cristianos, en cambio no fue así por parte de los protestantes que en verdad nos ayudaron en todo cuanto pudieron.

Desde Libreville comenzamos un periplo agotador ya que desde ese puesto nos partimos a Lagos y de allí fuimos a Fritao y Dakar y de allá fuimos a Burdeos , yo recuerdo que en el puerto de Libreville cuando comenzábamos a embarcar ví en la cubierta del barco a un niño que se llamaba Ferandito que también era refugiado, pues bien yo me empeñe en que quería ir donde aquel niño que era mayor que yo por lo que cogí una enorme rabieta a lo que mis padres se opusieron. Esta rabieta se me pasó una vez que embarcamos , también tengo algunos recuerdos de nuestra permanencia en el barco como del comedor así como de una tienda en la que mi padre me compró un juguete consistente en un pato de un material de pasta parecida al plástico y que flotaba en el agua, tampoco he podido olvidar como arrojaban los desperdicios al mar desde una de las cubiertas.
Cuando llegamos a Burdeos tomamos el tren con destino a España; todavía tengo en mi memoria la estación de ferrocarril que me parecía enorme y recuerdo que era metálica ese recuerdo lo tengo grabado en mi mente como si ayer hubiese ocurrido.

Poco después llegamos a España entrando por Port-Bou dirigiéndonos a Barcelona donde al ser refugiados nos internaron en el estadio de Montjuit...

La narración de su vivencia en ese exilio puedes leerla íntegra en la entrada de su blog Recuerdos de mi primera infancia.

Instrucción sobre la caída de Bata, recogiendo la declaración de Rafael Matamala.
Fotografía del twitter de su nieto D Matamala.

En el Boletín Oficial del Estado del 30 de julio de 1940, el TRIBUNAL REGIONAL DE RESPONSABILIDADES POLÍTICAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA publica la siguiente sentencia:


Rafael Matamala Baeza (Droguero)Dos años de destierro de estos Territorios y la multa de dos mil pesetas
Una forma más de perseguir castigar al derrotado... ya que Rafael Matamala había fallecido tres años y medio antes, el 17 de diciembre de 1936, en acción de guerra en Teruel.

Después de años de ensañamiento, incluso tras su muerte, en 1957 se anota en su expediente que ha sido indultado.

lunes, 19 de octubre de 2020

Relatos de viajeros

Afirma José Luis Vila-San Juan en El curioso alzamiento en Guinea: «Muy poco, casi nada, se ha escrito sobre lo ocurrido en Guinea en aquellas fechas de julio de 1936 que conmovieron a toda España. Y Guinea, aunque distante y en África, también era España».

Comparte Moncho Núñez en los relatos de viajeros del Foro de Crónicas de la Guinea Ecuatorial, unas Breves Notas Históricas Guineanas:

19 de septiembre de 1936.- El Tte. Coronel Luís Serrano Maranges, Comandante Militar, firma en Santa Isabel, dos meses y un día después del 18 de julio, la adhesión de Gobierno General de Guinea al ejercito sublevado, declarando el estado de guerra, dando un plazo de cuatro horas para entregar todas las armas e indicando que todos los funcionarios que falten a sus obligaciones serán declarados reos de rebelión.
Firma por España y por la República.
Las autoridades de Bata permanecen leales al Gobierno de Madrid.
26 de septiembre.- A partir de esa fecha se empiezan a dar órdenes a los misioneros de reunirse en Niefang con la idea de trasladarlos al Cameroun. Tres días después se decide su traslado a Bata donde son alojados 17 religiosos en la casa Alena.
12 de octubre.- Desde el buque Fernando Poo, anclado en Bata, se cursa un telegrama a Santa Isabel ofreciendo el canje de los misioneros detenidos allí por los prisioneros republicanos detenidos en la isla.
13 de octubre.- Los misioneros son embarcados en el buque Fernando Poo.
14 de Octubre.- Son embarcados también en el Fernando Poo dos europeos, empleados de la casa Abascal.
Aparece en el horizonte el buque artillado Ciudad de Mahón, que venía desde Canarias a Guinea con fuerzas franquistas, y que al acercarse a la costa dispara por sorpresa tres cañonazos al vapor Fernando Poo, cuya tripulación estaba descargando sacos de arroz. Los disparos apuntan a la popa del buque, que era donde estaban los misioneros, y dan en la hélice y en el timón, ocasionando el comienzo de su hundimiento. Una cuarta granada disparada desde el Ciudad de Mahón entró por el ventanillo del camarote que ocupaban los misioneros causando la muerte instantánea del P. Acacio Ferraz, del Hº Angel Roig y del empleado de la Casa Abascal D. Félix del Hoyo, quedando heridos otros dos religiosos y el otro empleado de Abascal. Un trozo de metralla penetró en el camarote de enfrente e hirió a dos Hermanos en las piernas. Los heridos fueron el Hº Isidoro Gil, Hº Visctoriano Gutiérrez, y los Padres Pedro Iturriza y José Boixadera.
Los marineros del buque lanzaron una lancha al mar, disparando sus ametralladoras al Ciudad de Mahón y consiguieron llegar a la playa.
Al cesar los cañonazos subieron a cubierta los misioneros ilesos y vieron como se  acercaban las lanchas del Ciudad de Mahón con fuerzas a bordo.
El hundimiento del Fernando Poo significa el fin de la última resistencia de los republicanos de Guinea frente a los sublevados.
Los religiosos son embarcados en el Ciudad de Mahón para su traslado a Santa Isabel.
16 de Octubre.- Llega a Santa Isabel el Ciudad de Mahón procedente de Bata, donde había dejado un Destacamento de 200 Tiradores de Ifni. Venían a bordo unos 500 hombres.
19 de octubre.- Se celebran en la Catedral de Santa Isabel los funerales por las victimas del bombardeo realizado contra el Fernando Poo y el enfrentamiento posterior. Estos eran: Los voluntarios canarios Luís Rodríguez, sargento; Lorenzo Frías Cabrera; Juan M. Sánchez Martín; Fernando Santana Bautista y Antonio Suárez Navarro. Los Misioneros P. Acacio Ferraz, superior de Río Benito y el Hº Angel Roig y finalmente el Empleado de la Casa Abascal en Bata Sr. Félix del Hoyo.
21 de Octubre.- Muere en el Hospital de Santa Isabel el Hº Isidoro Gil, herido en Bata. 
Milicianos Voluntarios canarios del Ciudad de Mahón.

miércoles, 15 de enero de 2020

De Arganda a Las Palmas

Una vez más, el incansable Pedro Medina Sanabria nos facilita información a la que de otra forma sería difícil llegar...
Así, en la entrada Teniente Rodrigo Miralles, evadido de zona roja de su blog se recoge el inicio en Canarias del consejo de guerra al teniente Miralles por auxilio a la rebelión pese a su deserción del ejercito republicano en Arganda.

Pero... ¿remitido a Canarias desde Arganda? ¿auxilio a la rebelión habiendo desertado?

Y ahí es donde entran los sucesos del territorio ecuatorial:

De hecho, Rodrigo Miralles es citado recurrentemente en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel. Según El Liberal de 6 noviembre de 1936, tras el bombardeo de Bata y tras la salida intempestiva del subGobernador Hernández Porcel, Miralles habría intentado infructuosamente junto otros 19 ciudadanos evitar el desembarco del Ciudad de Mahón, y ante la superioridad numérica y armamentística del enemigo, se habría replegado igualmente hacia la frontera: «más tarde, y en un camión, se dió también a la fuga Rodrigo Miralles, acompañado por diecinueve individuos». Según la declaración de Fernando Barba Macero -cocinero del Fernando Poo- realizada ante el capitán y juez instructor Juan Fontán, gracias a la gesta de eso 20 últimos defensores de la playa de Bata parte de la marinería del Fernando Poo pudo llegar a tierra firme: «estaba preparando el almuerzo, tirándose luego a la motora y llegando a tierra donde se encontró a la familia Miralles, recogió a los chicos, huyendo al bosque, y que en la motora iban el cocinero Antonio Villanueva, el marmitón Benito Pérez que embarcó en Barcelona, el Ayudante de cocina Paulino Olivares y el declarante; y que en la motora llevaba un fusil un tal Córdoba, no recordándo el nombre».

Estos 20 últimos defensores, son igualmente los que en la retirada se llevaron consigo las setecientas  cincuenta mil pesetas del Banco Exterior, que custodiaba el cajero Luis Cruz, y lo entregaron a la República una vez que llegaron a tierras valencianas.

Desde su exilio en Camerún, Miralles redactó notas y correos denunciando la desproporcionada virulencia de la toma de Bata y la precipitada huida del subGobernador. Precisamente en La huida, recogemos la carta que desde Camerún remite Rodrigo Miralles el 19 de octubre al Diario de Almería, en la que se relata el suceso: «sin previo aviso, y con la bandera francesa enarbolada, disparó [el Ciudad de Mahón, pintado de negro,] dos cañonazos sobre dicha motonave, destruyendo el puente de mando de la mismas y parte de la popa; seguidamente, y al mismo tiempo que arriaba la bandera francesa e izaba la monárquica española abrió un nutrido fuego de ametralladoras sobre los españoles que tripulaban la motonave y sobre los indígenas que trabajaban en la carga y descarga. Debido a la sorpresa y a que en la motonave no se contaba con más que con seis fusiles, el pánico fue enorme y la desmoralización completa. (...) Los habitantes de Bata, al darnos cuenta de la traición, nos reunimos en la playa, y con los pocos fusiles que contábamos rompimos fuego protegiendo a los tripulantes que venían a nado y que eran ametrallados sin compasión por el Ciudad de Mahón; nada pudimos hacer para salvar el barco; al poco rato ardía por los cuatro costados. Se dio orden de que las mujeres y los niños salieran de Bata y se trasladaran lo más cerca posible de a la frontera: contábamos con poquísimas armas, pero decidimos vengar salvajismo tan grande y los que teníamos fusiles nos parapetamos en la playa decididos a evitar todo intento de desembarco a pesar de que las ametralladoras del barco lanzaban una lluvia de balas sobre nosotros.
Después de bombardear el barco, el Ciudad de Mahón empezó adisparar sobre Bata, sin tener en cuenta que es una población indígena y que los negros están al margen de toda lucha entre nosotros. Poco podríamos hacer con nuestro medio centenar escaso de roñosos mosquetones contra los cañones y ametralladoras...».

Unos meses después, según Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte de Pozanco -al que citamos también reiteradamente- se anota que «con fecha 11 de enero y en el vapor Asia, vía Burdeos, marcharon, rumbo a la península».

Una vez repatriado a la zona republicana peninsular, cruzando datos se podría reconstruir que -al igual que Francisco SaézRafael Matamala, el farmacéutico de Bata y compañeros de exilio en Camerún- habría ingresado unos meses después al Instituto de Carabineros.
Ambos -Matalama y Miralles- alcanzaron la graduación de tenientes por tener estudios universitarios, si bien en el caso de Miralles, con mayor fortuna (el farmacéutico fallecería en acción de guerra a finales del 37), hasta su deserción de la zona republicana en abril de 1938.

Y -como al resto de "coloniales" leales al gobierno de la República- tras su detención habría sido remitido a los tribunales canarios en donde fue juzgado tras tres años de prisión preventiva.
Se habría privado, eso sí, de la vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando, cuyos reclusos ya habían sido desconcentrados y reubicados en 1940.

Finalmente, el 12 de marzo de 1942, se publica la Orden por la que se concede libertad condicional a ochenta y seis penados, saliendo así de la prisión de Las Palmas.

Por la hemeroteca se pude entrever, que -una vez en libertad- se asentó con su familia en Canarias.

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TENIENTE  MIRALLES MILLÁN EVADIDO DE ZONA ROJA
7101 – 223 – 17
 CAPITANIA  GENERAL DE  CANARIAS
 = = = = = = = = = = = = = = == = = = =  =
GOBIERNO MILITAR DE GRAN CANARIA JUZGADO EVENTUAL NUMERO 3
C A U S A  NUMERO 142  DE  I.938
 = = = = = = = = = = = = == = = = =  =
INSTRUIDA CONTRA EL EX – TENIENTE DEL EJERCITO ROJO, RODRIGO MIRALLES MELIAN, por el delito de AUXILIO A LA REBELION.
Dieron principio las actuaciones el día 14 de Mayo de 1.938
Prisión preventiva el 14 de Mayo de 1.938
JUEZ INSTRUCTOR
SECRETARIO
EL OFICIAL HONORIFICO DEL C.J.M.
CABO DE INFANTERIA
DON PEDRO PADRON QUEVEDO
DON EDUARDO DIAZ GORDILLO.
Cfr.: A-TMT5 7101-223-17.– Causa nº 142 de 1938.- Cubierta.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
RODRIGO MIRALLES MILIÁN, se había pasado voluntariamente desde la zona roja, por el sector de Arganda, en 19 de abril de 1938, sólo y con una pistola, presentándose a fuerzas de la 17 División.
Declarando que prestaba sus servicios como ayudante del Jefe de la división, con la graduación Teniente de Carabineros.
Hecho prisionero, sería traído a Gran Canaria, quedando ingresado en la prisión de Las Palmas, el 27 de diciembre de 1938.
Casi tres años después de su evasión de las filas rojas y entrega voluntaria a las fuerzas nacionales, en nueve de abril de 1941 sería sometido a Consejo de Guerra, presidido por el Teniente Coronel de Artillería RAMÓN RÚA-FIGUEROA BIAVA, reunido en la sala de justicia del cuartel de San Francisco del regimiento de infantería 39.
En la ceremonia de este consejo, el fiscal MATÍAS VEGA GUERRA solicitaría para el procesado RODRIGO MIRALLES MILLÁN la imposición de la pena de TREINTA años reclusión mayor, con las accesorias legales correspondientes.

jueves, 29 de agosto de 2019

El caso del barbero

Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea».

Es cierto; más allá del fusilamiento de Luis González Peña, resulta muy difícil rastrear a los desaparecidos, presos, represaliados o muertos, como tampoco sabemos de los dos soldados indígenas fallecidos en la batalla del río Ekukú.

La caída de Santa Isabel el 19 de septiembre daría lugar a lo que Lorenzo Bela definía con horror como «gran palabra tienen los blancos...» consternado al ver hasta una veintena de europeos detenidos -cosa nunca vista en la Colonia-. De esos veinte y su destino... tan sólo sabemos del tiro accidental que recibió el dueño del Chiringuito.

De igual forma que contábamos en La batalla y los Mártires y en La huida, que fueron 17 los muertos anónimos en el hundimiento del "Fernando Poo".

Esos 17 muertos anónimos están documentados sin muchos detalles tanto por la prensa republicana, como por la prensa del movimiento, ya que la propia "Gaceta de Tenerife: diario católico de información", en su edición del 21 de noviembre de 1936, recoge el relato y fotografías del tercer comandante del "Ciudad de Mahón": Ángel García Uzariaga cuenta que el "Fernando Poo" «rápidamente se hundió, pereciendo ahogados gran número de rojos, entre ellos el cabecilla de la subversión».



Acompaña la narración con una imagen del cuerpo en el agua, de «el cabecilla de los rojos que dirigía el tiroteo desde el "Fernando Poo", en cuya bodega quedó sepultado».

Igualmente, el Capitán Emilio Ley Arata, director de la Trasmediterránea, afirmaba el 12 de noviembre de 1936 en un artículo de La Prensa: «Los oficiales del barco casi todos son rojos. El oficial que se exceptúa de haber estado de parte de los marxistas es el señor Devesa, casado con una joven de Las Palmas, de familia muy conocida. El Capitán del Fernando Póo, don Antonio Pasaje Respeto (sic), estaba también de parte de los rojos. Resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista.»

Tras el bombardeo de Bata se sucederán igualmente las detenciones y paseíllos.

Así, tras instruir diferentes causas, del África ecuatorial se deportarían 150 presos para el penal de Gando, entre tripulación superviviente del Fernando Poo, funcionarios y ciudadanos del territorio.

Pero pongamos un ejemplo concreto: El caso del barbero Caparrós.

Sabemos que existió, y que no es un personaje literario de Ángel Miguel Pozanco, ya que son varios los testimonios al respecto.

La crónica franquista otorga precisamente a Caparrós un papel protagónico: «Desde que llegó a Bata [el vapor Fernando Póo], su Comité de control, compuesto de elementos ácratas de Barcelona, que preside un tal Caparrós, se instala en tierra y asume todas las funciones gubernativas. La autoridad de Hernández Porcel está anulada».

El misionero Amalio Esteban asegura en la rectificación de su declaración que junto al motor del bote que le llevó preso al buque Fernando Póo se encontraba «el que llevaba una camisa especie de pijama, el barbero según las señas». Es decir, el barbero Caparrós no era una ficción de Pozanco.

Concuerda con el del grumete Juan Fernández Hermo, de la tripulación del Fernando Póo que declara al Tribunal Militar Territorial 5, en la Causa 24 de 1937, que «al oír el primer cañonazo se refugió en el oficio de 2ª con las camareras» y que «considera como elementos peligrosos al barbero Caparrós y a Antonio Tarí». O el el Médico Antonio Fuertes Villavicencio que se refiere a él en su declaración como «delegado de la F.A.I.».

Igualmente, el segundo Cocinero Fernando Barba Macero declarará a su vez que «el Comité rojo lo formaban el barbero Caparrós, Antonio Tarí, el cuarto Maquinista Filló, el marinero Calvo y el Engrasador Domingo López».

O el tercer oficial Jacinto Devesa Paredes, que «dice haber sido él quien puso la bandera blanca en el asta de popa [del Fernando Poo]», y que «considera el elemento más extremista del barco al Barbero Caparrós.(...) Sabe que andaban con fusil; Manuel Bauzá, Martorell, un cocinero y el barbero (todos desaparecidos)».

Resulta inquietante ese «todos desaparecidos» afirmado por el tercer oficial... especialmente porque la crónica franquista de la jornada recoge que «Desde las mismas lanchas se ordenó a la gente que aparecía sobre cubierta que levantase las manos. Momentos después los soldados estaban a bordo y se les rendían cuarenta tripulantes, entre los que figuraban el capitán Pasajes, el hombre primer oficial Muñoz y el radiotelegrafista Francisco Pérez y Caparrós, presidente del Comité del control».

En cualquier caso, otros desaparecidos fueron incluidos en el auto de procesamiento posterior como "ausentes", algo no que ocurre con Francisco Caparrós.

Francisco G. González, integrante del Batallón de Voluntarios Patriotas de las Palmas, publica la crónica de la toma de Bata en "El Nacionalista". En ella, le dedica un párrafo la ser detenido en el Fernando Póo por los expedicionarios: «Otro tipo tan repulsivo y de más mala entraña es el barbero de a bordo considerado como uno de los principales jefes y portador de cantidad de municiones, pistola y varias bombas. Este pobre iluso que para mayor infortunio suyo, tiene los ojos bastante torcidos, gozaba haciendo sufrir a todas aquellas personas que él consideraba como nacionalistas y por tanto destinadas al sacrificio». 

A su vez, Ángel Miguel Pozanco señala en "Guinea Mártir - Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte" que Caparrós, del comité de a bordo, fue asesinado por los facciosos cuando el Ciudad de Mahón se dirigía a Santa Isabel:
Nos contaron la manera inhumana con que llevaron a efecto este asesinato los fascistas. Un moro, al conjuro de las palabras "éste, incomunicado", le segó la cabeza de un golpe de alfanje, después de haberle martirizado horrorosamente.
O como relata La Guinea Española en el primer aniversario de la "liberación" de Bata: «Al más cínico-acometivista- provocador y bravucón del Comité del Fernando Póo, tal vez por ser buen manejador de navajas barberas... en aguas mismas de Bata recibió su digno merecido: él que tanto se vanaglorió de que cortaría el cuello a los Padres».

Fueron 150 los presos "coloniales" hacinados en campo de concentración del viejo Lazareto de Gando... pero el barbero Caparrós, nunca apareció.

Imagen del campo de concentración del Lazareto de Gando en Gran Canaria
(Cortesía de Fernando Caballero Guimerá).
En "Los campos de concentración de Franco" de Carlos Hernández de Miguel.

martes, 20 de agosto de 2019

Gran palabra tienen los blancos

«...el ejército nacionalista compuesto
de italianos, alemanes, polacos,
portugueses, rumanos, negros de Fernando Poo,
cuentan desde hace unas semanas...»
La historiografía franquista desvincula a la población local de la guerra civil: sufrirán el resultado del conflicto, pero éste se restringirá a la población europea del territorio en una especie de pacto de silencio tácito para evitar cambios en el statu quo colonial.

Según Francisco Martos Avila, Juez de 1ª Instancia de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, la población local permanecerá como mera espectadora. Lo expresa a través de Lorenzo Bela, el cual «como todos los demás bubis está consternado al ver hasta una veintena de europeos detenidos -cosa nunca vista en la Colonia- y afirman con horror, presos de un incontenible pánico, presagiador de grandes males: "gran palabra tienen los blancos..."».
Según ese relato, la población indígena -militares incluidos- tan sólo habrían sido observadores no participantes de la alternancia entre europeos, y de disputa de «blancos contra blancos», limitándose a respetar a la autoridad de turno.
Concuerda con Ciriaco Bokesa Napo, el cual en El Patio recoge la afirmación de que «como bien se dignaron informarme los octogenarios D. Alfredo Mpesó y D. Carlos Peleté, “la guerra civil española era cosa entre blancos aquí en Santa Isabel; nosotros, los indígenas, pasábamos de ello”».

Pero ¿es eso cierto?

Al igual que cuesta rastrear información sobre el conflicto entre europeos... en lo que a la población local se refiere, ésta está invisibilizada. A través de este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel podemos rescatar indicios de que no fueron meros espectadores.

Armemos el puzzle:

1938. Pza. de Santa Isabel.
Misa de campaña por los muertos en la guerra.

«El ingeniero Luis Sánchez Guerra, gobernador general, asustado por el ambiente levantisco recién importado de la metrópoli,declara el estado de excepción ya el 5 de junio de 1936 y pide urgentemente un barco de guerra para calmar los ánimos. El 24 de junio llega a Santa Isabel el crucero Méndez Núñez».

Nos contextualiza Luis Eugenio Togores Sánchez en "El alzamiento y la guerra en la colonia de Guinea española" (1990): 

«Lo único que enturbió esta tranquilidad en los días que precedieron a la Guerra Civil fueron algunos rumores respecto a un alzamiento nativo, lo que originó el estado de alerta de la Guardia Colonial, y la petición de que fuera enviado un crucero, el Méndez Núñez, a Santa Isabel, donde llegó el 24 de junio.
El pequeño Frente Popular local, incitado por los marineros del Méndez Núñez, acometió algunas acciones, como la realización de un mitin en el que se incitaba a los negros a sublevarse contra los blancos, así como la prohibición de la catequesis y el cierre de algunas iglesias, pero sin llegar a producirse brotes destacables de violencia.

El guineano Donato Ndongo nos narra en estos términos lo ocurrido el día del alzamiento en Santa Isabel: “Cuando se anunció en la tarde del 18 de julio la sublevación de las tropas estacionadas en Marruecos, nadie se inquietó”.

Los coloniales se mantenían tranquilos ante los frentes populistas, salvo en la cuestión de incitar a los negros a la sublevación, en tanto que la Guardia Colonial permanecía fiel al Gobernador. El propio gobernador manifestaba una cierta preocupación en relación a la población negra, como demuestran las siguientes líneas escritas a un amigo: “estamos abocados a que la población negra de las islas y el continente, que suma 150.000, se subleven y nos arrojen al mar sin distinción de banderas”. Primaba el espíritu colonial sobre el metropolitano en amplios sectores de la población».

Tras la toma de la ciudad la noche del 18 de septiembre, cuenta Juan Ramírez Dampierre -Vicecónsul portugues en Fernando Poo-, que: «Los presos políticos en número de cuarenta, están bien guardados y vigilados por las milicias, como también bien tratados, pudiendo recibir de sus casas o pensión las comidas y todo lo que necesiten para su uso personal, pero sin comunicación con el exterior del enorme barracón de cemento, donde se encuentran muy bien instalados bajo rigurosa vigilancia. Entre ellos hay media docena de funcionarios de la Secretaria General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central Comunista».

Escaramuza de Bolondó
según la iconografía franquista.
El triunfo del golpe de Estado en la isla, genera un levantamiento en armas en el continente que -seguimos con L. Togores- se resolvió «tras un pequeño combate -sólo hubo dos bajas, y ambos nativos de la Guardia Colonial- entre nacionalistas y republicanos cerca de Bolondó, a orillas del río Ekuku, donde el avance de los nacionalistas continentales fue frenado tras ser amenazados con fusilar rehenes, se produce un canje de prisioneros y la salida de los nacionalistas de territorio continental por medio del vapor alemán Wakama y del sueco Aodrin hacia Camerún y Gabón, para luego, con la mayor brevedad, pasar a Santa Isabel».

Como señala Wharton, «a nivel práctico, fue la población nativa la que sufrió las privaciones y bajas de la Guerra Civil, debido a que ambos bandos los reclutaron forzadamente para formar parte de sus tropas como soldados de a pie y a que la escasez de comida afectó fundamentalmente a la población nativa y, en particular, a los niños».

Mientras, según el vicecónsul portugués, en la isla «el número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos».

Con la llegada del Ciudad de Mahón, se produce el hundimiento del Fernando Poo y el consiguiente bombardeo de Bata. Rodrigo Miralles, testigo del bombardeo escribe al Diario de Almería desde su exilio en Camerún: «Después de bombardear el barco, el Ciudad de Mahón empezó a disparar sobre Bata, sin tener en cuenta que es una población indígena y que los negros están al margen de toda lucha entre nosotros. Poco podíamos hacer con nuestro medio centenar escaso de roñosos mosquetones contra los cañones y ametralladoras del Ciudad de Mahón...».

Cuenta Ángel Miguel Pozanco que «los fascistas, llegados desde Canarias, estaban asistidos por un tabor de regulares, trescientos milicianos falangistas y una centuria de coloniales. Nos fueron hechos varios prisioneros, en los que la sevicia característica fascista se empleó inhumanamente. Resultaron muertos varios europeos e indígenas leales a nuestra causa».

Tras el bombardeo de Bata, las tropas marroquí son desembarcadas, y -según Pozanco- «no respetaron nada ni a nadie». Tras la marcha del Ciudad de Mahón rumbo a Santa Isabel, donde es recibido por las autoridades franquistas, «la nueva guardia marroquí controlaba todo [en la zona continental] y cometió toda clase de abusos incontrolados con los nativos, muchos de los cuales también emigraron al Camerún». En "La guerra que vino de África", Gustau Nerín afirma igualmente que «las razzias alcanzaron la lejana Guinea; allí los áscaris de Ifni se llevaban todo aquello que deseaban de factorías y viviendas», así como que «las violaciones no constituían un mito. Los oficiales de unidades marroquíes permitieron que sus hombres cometiesen abusos sexuales en muchos puntos de Andalucía y también en la Guinea Española».

Gustau Nerín documenta también la huida de los republicanos ante el bombardeo y desembarco en Bata, los cuales «se iban a pie, en condiciones extremas, porque habían abandonado sus hogares lo más rápido posible. Según algunos guineanos, testigos de la huida, había incluso niños blancos desnudos».
El repliegue acaba generando un fuerte tiroteo -cuando el brigada Fontanet, que decide resistir en Ebebiyin, ultimo puesto antes de Camerún,- en el bosque de Kangañe, en la desembocadura del río Utamboni, con bajas en ambos bandos.


Terminado el conflicto armado, nos cuenta Donato Ndongo-Bidyogo en Franco no ha muerto en Guinea Ecuatorial. Proyección del fascismo en el golfo de Guinea entre 1935 y 1945 que «Son de un marcado carácter represivo las primeras disposiciones de la cabeza visible del Nuevo Estado en la colonia, el teniente coronel Luis Serrano, jefe de la Guardia Colonial. Destaca la prohibición del abono de nóminas “sin la presencia del interesado”, orden destinada a suspender de empleo y sueldo a los empleados que hubiesen huido o estuviesen presos, y facilitar la localización de los escondidos; decretó la baja de cuantos funcionarios prestaran sus servicios en la Guinea continental “hasta tanto se depure individualmente su conducta”; el Gobierno General incautó todos los bienes de las “personas desafectas al Movimiento Salvador de España”, consideradas tales los detenidos por haberse opuesto directa o indirectamente a la sublevación. Desde el 20 de octubre, ningún funcionario podía percibir haberes con cargo a los presupuestos generales de la colonia o cualquier otro organismo público, semipúblico o que tuviese préstamos de entidades oficiales, sin antes adherirse al nuevo régimen mediante juramento solemne de “absoluta fidelidad y lealtad”, disposiciones que afectaban por igual a colonos y nativos. Los misioneros claretianos recuperaron el monopolio de la enseñanza y todas las prerrogativas y prebendas de que gozaban antes de la proclamación de la República.

La ordenanza del 28 de septiembre determinó que la enseñanza en la colonia debía responder “a las conveniencias nacionales”; los juegos infantiles, obligatorios, tenderían “a la exaltación del patriotismo sano y entusiasta de la España nueva”, y se debía informar a la autoridad “toda manifestación de debilidad u orientación opuesta a la sana y patriótica actitud del Ejército y pueblo español que siente a España grande y única, desligada de conceptos antiespañolistas que solo conducen a la barbarie”. Al amparo de esta orden, y del bando que había declarado ilegales “la masonería y demás asociaciones de naturaleza secreta”, fueron represaliados muchos auxiliares indígenas que habían mantenido relaciones de amistad o habían protegido de cualquier forma a simpatizantes del Frente Popular, incluidos sus criados y cuantos se mostraron receptivos a las ideas antifascistas, o, simplemente comentaban con desaprobación la brutalidad de la represión desencadenada entre septiembre y diciembre de 1936. Asociaciones clánicas y tribales fueron perseguidas, la religión católica restablecida como única y obligatoria, y algunos jefes de poblado, incursos en cualquiera de las múltiples “responsabilidades” introducidas por la nueva legislación, fueron deportados a la isla de Annobón, de donde muchos no regresaron».
  • Es dificil obtener la información, pero entre esos nativos represaliados estaría, por ejemplo Armengol Nicol, que según el juez Francisco Martos Avila, sufrió una paulatina degradación, física y moral, ya que le «"hicieron mella en su espíritu, blando como la cera, la propaganda del Frente Popular que entonces, durante la figurada estancia de Armengol en España, comenzaba a manifestarse en la Metrópoli". A su vuelta, ese supuesto proceso degenerativo se vería acrecentado: en su malestar el exbecario "empieza a germinar el espíritu rebelde de un descontento, de un injustamente tratado, de un traidor...". En definitiva, se le acabará retirando el reconocimiento de emancipado (lo que supone la muerte civil) y -tras la información de su arresto por apoyo al Gobierno republicano- se pierde su pista...». 
  • Por el contrario, Jesus Maria Bakale estudiante para perito agrícola, «quien había sido becario en España y se le retiró la beca, por sus ideas antimarxistas» según el gobernador Fontán, por lo que a inicios de 1939 le recomendaba para un empleo público. Aunque el periódico La Guinea Española -nada sospechoso de ser pro marxista- en su edición del 28 octubre de 1934 arremetía contra él con un contundente «no hay derecho a que aprovechándose de unas ocasiones o circunstancias saturadas de un nerviosismo acentuado cual es el producido por la actual lucha social que afecta a todas las naciones, se llegue a la villanía de calumniar y mentir de una manera tan desenvuelta como lo hace».
  • O el desconocido guardia colonial Simón N'Ganye Camerún, detenido tras la toma de Bata e internado con los 150 coloniales en el campo de concentración del viejo lazareto de Gando, en Las Palmas. Finalmente, fue juzgado en consejo de guerra el 22 Junio de 1938, en el salón de actos del RIC-39 en La Isleta. Se puso así fin a los casi dos años de prisión entre Santa Isabel y Las Palmas, al ser absuelto por la circunstancia eximente de "obediencia debida" (le ordenaron desarmar a un Oficial que hizo ademán de defenderse antes de su detención, poniéndole el fusil en el pecho).
Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea», lo cual concuerda con Francisco Sánchez Ruano, quien afirmaba en Islam y Guerra Civil Española: moros con Franco y con la República que tras la caída de Bata «los prisioneros españoles y guineanos que hicieron los canarios fueron fusilados en su mayoría, y si en el caso de los españoles izquierdistas sí puede entenderse en la mecánica represiva de los rebeldes en España y Marruecos, no es fácil comprender el motivo de la represión con los guineanos, pues los negros solían obedecer por simple costumbre a los españoles que mandaban. Pero los rebeldes encargaron al cabo camerunés Bonifacio Bonibey denunciar a todos los guineanos fieles a la República, siendo detenidos y deportados a Annobón».

Y en ese caso, la lista de donantes de las 10.353,65 pesetas para la República, en la que abundaban apellidos de orígen africano y fernandino, como Barleycorns, Roku, Muañache, N'guema, N'sé, Obiang, Esono, Estrada, Modipo, Boneke, Otanga, Bolopá, Eyeme, Eyanga, Ebute, Noula, Upolo..., se convirtió en prueba inculpatoria: nunca fue tan fácil tirar de la manta, como con La Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

O con aquellos que integraban algunos de los talleres masónicos: En el imprescindible Guinea Ecuatorial (des)conocida: (Lo que sabemos, ignoramos, inventamos y deformamos acerca de su pasado y su presente), se recoge cómo la población local en la búsqueda por ascender socialmente en se incorpora a la Logia Fernandina, junto a liberales y republicanos españoles. En PARES tiene ficha del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, entre otros, Guillermo Barleycorn Beckley (archivada por ser súbdito inglés), Eduardo Barleycorn Atti, los hermanos Abilio y Manuel Balboa Arkins o Daniel Macati Kinson... Especialmente revelador será este testimonio de «Edward Barleykorn, (...) Como de pasada, mencionó que, al final de la guerra civil española, le habían embarcado rumbo a España junto con otros masones. Los masones blancos habían sido ejecutados por los franquistas; él, que pertenecía a una logia de Sierra Leona, quedó libre».

Con respecto a la participación de guineanos como combatientes,«J. Lahsen -aclara Francisco Sánchez Ruano- citó antes a cinco guineanos que combatieron en el 1º tabor de Tiradores de Ifni, episodio de los más ignorados de la guerra, hasta tal punto que los historiadores guineanos desconocen la cifra exacta de los sodados guineanos de Franco, apuntando más de cien. La situación era compleja pues los negros de Guinea hispana no eran personas jurídicas, pese a que la Guardia Colonial -la antigua Guardia Nacional Republicana- pasó al ejército de Franco el 24 de octubre de 1936. No obstante -en la guerra todo es posible por pura necesidad-, el decreto de 29 de agosto de 1936 les permitió su incorporación al Tercio; probablemente porque entonces cualquier español o extranjero podría dar no sólo nombre supuesto sino cualquier nacionalidad y edad. Es por lo que los voluntarios guineanos fueron embarcados en los puertos de Santa Isabel y Bata, desde el 1 de diciembre de 1936, con destino a Marruecos donde los incorporaron a unidades con otros negros de otros países: Mauritania, Senegal y Mali, entonces colonias francesas.»

Es curioso, sin embargo, los testimonios de participación en el frente de los ecuatoguineamos. Aunque fueran pocos, los hubo. Como muestra:

Grey, era una especie de botones, sin horarios. Eso le salvó de trabajar en las duras canteras.
Ahora bien, estaba a la merced de los impulsos asesinos de los oficiales para los que servía.
  • Lucía Mbomío nos cuenta de «uno de los negros que tuvo la desgracia de pasar 4 años de su vida en ese infierno nazi fue José Carlos Grey Molay. En su ficha de entrada ponía que era voluntario español rojo originario de Cataluña. Era negro. En realidad venía de Guinea Ecuatorial, antigua colonia española. Fue a España a estudiar medicina, en Cataluña aprendió el idioma y se integró en el movimiento de defensa de la república. El avance franquista provocó que, como tantos otros, se desplazara a Francia, lugar en el que se integró en la resistencia contra el movimiento de Petain. En 1941 le capturaron y le llevaron a Mauthausen». Saldrá del campo de concentración con la liberación del mismo, apátrida como exiliado republicano y sin una Guinea Ecuatorial a la que regresar. Morirá en los 80 nacionalizado francés.
  • En el otro extremo, Juan Manuel Tray, falangista, veterano y mutilado de la Guerra Civil, que llegó a presentarse -infructuosamente- como voluntario de la división azul. Fue el militar ecuatoguineano de mayor rango en el ejército español, pero el conflictivo proceso de consolidación de la república de Guinea Ecuatorial le costaron su carrera militar. 
Un soldado negro atendido por una enfermera en un hospital de la España franquista. (Fotografía de la BNE incluida en Islam y Guerra Civil Española: moros con Franco y con la República de Francisco Sánchez Ruano)
Tray es el tercero por la derecha. Fotografía tomada en la base aérea de Los Llanos, en Albacete, en el año 1947.

  • Adolfo Obian Biko resume igualmente el caso de Rafael Ndong Asue, el Sargento Guerra Tonga, que «a los 25 años de edad luchó con las tropas nacionalistas del general Franco y dirigió las operaciones militares que dieron lugar a la liberación del Río Muni de las fuerzas republicanas contra Franco en Guinea. Se dice que durante la guerra liberó heroicamente a muchos españoles, entre otros sacerdotes y monjas encarcelados por las tropas comunistas opuestas a Franco en Bata. Su actuación durante la guerra civil le mereció el honor y numerosas condecoraciones militares. (...) En 1957 fue despedido del ejército y confinado en su pueblo natal de Ekumanguma (Río Benito) por haber zurrado a un instructor español de la Guardia Colonial en Akurenám (Rio Muni) (...) Murió en su pueblo un 18 de octubre de 1965, abandonado en la miseria y sin recompensa financiera ni material de España tras 45 años de servicio militar español».

Los denominados "falangistas morenos".
Concluye Donato Ndongo-Bidyogo que «aunque pocos guineanos participaron activamente en la Guerra Civil -tema aún por estudiar en profundidad-, debido a consideraciones demográficas, climatológicas y por el costo del transporte e instrucción, la temprana adscripción de Guinea a la Zona Nacional determinó su clasificación como “territorio de aprovisionamiento”. Sus recursos humanos se aplicaron a la producción de aquellos bienes necesarios para las necesidades de la guerra en la Península». O en palabras de Gustau Nerín, «en Guinea Ecuatorial no se efectuó ninguna leva masiva, ya que la mano de obra autóctona era necesaria para las plantaciones de productos tropicales, que resultaron esenciales para la economía de guerra».

Sobre el uso del territorio ecuatorial como el granero en la retaguardia, lo recogemos en varias entradas del blog, ya que esa labor de financiación tuvo necesariamente que recaer sobre las espaldas de la población local.

Al final, la "gran palabra" no fue sólo cosa de blancos.

Lo que no queda tan claro, es si en el Monumento a los Caídos de Punta Fernanda o en el de Kogo se guarda también memoria por los muertos ecuatoguineanos.