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lunes, 19 de septiembre de 2022

El caso de Horacio Pérez Cruz

Veíamos en Sombreros de Copa en Fernando Poo, las dificultades por las que pasaron algunos francmasones en el territorio.

Horacio Pérez Cruz, como a al resto de la población canaria, le ocurrió como a Matías López Morales: es de sobra sabido, que Canarias con el "Manifiesto de Las Palmas" se adelantó al resto de España en el golpe de Estado del 36, Franco como comandante militar de Canarias dejó a sus primos Francisco Franco Salgado-Araujo (Pacón) y Juan Fontán y Lobé al mando mientras él volaba en el dragón rapide al continente africano. Canarias no pasó, por tanto, por la experiencia de la guerra, pero sí por la de la represión de la retaguardia. Así, Horacio o Matías se vieron inicialmente reclutados para integrar el ejército golpista, y posteriormente depurados y sancionados en función a supuestas lealtades o actividades previas al quiebre institucional. 

En el caso de Horacio Pérez Cruz, en octubre de 1936, una declaración anónima marcada como "Notas de Zaragoza" le incluye entre los militares canarios pertenecientes a la masonería, en su caso como sargento de complemente en infantería. Fue depurado y apartado del servicio. Años después (2008), en la esquela de su hermano, Julio, se aludirá a ese proceso derivado de «sus preocupaciones sociales, su trato fraternal y su sentida defensa de la libertad y la igualdad, que compartió desde su infancia con su padre, Julio Pérez Cabrera, y su hermano Horacio, que fueron internados en Fyffes y perseguidos por defender ideales democráticos en los inicios de la dictadura franquista».

Al igual que otros, se desplazó (1938-1942) al territorio ecuatorial como vía para distanciarse de las persecuciones y buscar la subsistencia económica. En su caso, la estrategia no funcionó.


DON HORACIO PEREZ CABRERA (sic)
Nació en 1910, soltero, Comisionista, natural y domiciliado en Santa Cruz de Tenerife, calle de Eduardo Cobián número 19. (Hotel Continental).
Masón grado cuarto. Nombre simbólico “Sabinosa”.
Ingresó en Infantería cuando fue llamada su reemplazo, con la categoría de Sargento de complemento, se retiró cuando fue licenciado el remplazo que le correspondía, no siguiendo como voluntario. Mas tarde ingresó de voluntario con las aspiraciones de ser Oficial de complemento, pero al realizarse una información en la que resultaba haber sido anarquista y más tarde socialista, muy propagandista, los Jefes acordaron desmovilización e impedirle fuera aprobado para alférez.
Situación económica mal.
Con un motivo de un conato de insurrección que se iniciaba en Infantería, estuvo en los primeros meses del Movimiento detenido en la Prisión Militar de la Costa.

Hay una confusión en su apellido, ya que "[Julio] Pérez Cabrera" era su padre.

Cuenta Manuel de Paz en Masones en el Atlántico la historia de Horacio Pérez Cruz, conocido por el nombre de Sabinosa:
Santa Cruz de Tenerife, 5 de octubre de 1910. Estudiante, comisionista y sargento de complemento de Infantería. Casado. Hijo de un miembro del taller, resultó iniciado (1-07-1929) en la logia Añaza, nº 1 (GLC-GLE), de la capital tinerfeña, en la que fue exaltado a los grados 2º y 3º, obteniendo además el grado 4º (1933) en el plano capitular, con lo que entró a formar parte del SCRC Añaza de su ciudad de nacimiento. Redactó un trabajo de grado sobre su experiencia masónica. Principal promotor de la revista masónica Lux, de la que salieron dos números, según carta del 12-03-1934 entabló relaciones comerciales con don Luis Gertsch respecto a la representación de firmas cinematográficas y otros asuntos. Secretario (1932-1936) del taller, resultó elegido también para representarlo ante la obediencia regional. Fundador de la Juventud Socialista en la capital tinerfeña, según manifestó en la plancha mencionada, se había «dado de baja» para aquellas fechas. Ocupó también el cargo de gran orador (1934-1935) de la GLC, aunque esta obediencia había salido muy mal parada de la escisión del taller santacrucero a raíz de la proclamación de la República. Firmó (22-05-1936), como secretario de su logia, una plancha dirigida a Martínez Barrio, al objeto de evitar el traslado del inspector de Hacienda y cofrade Manuel Guisado Durán, por presiones de «nuestros enemigos».
Al producirse el Alzamiento fue movilizado y, en 1937, se le separó por su relación con la masonería. Según informes policiales (18-01-1939) había sido «propagandista del partido comunista y últimamente de los de izquierdas» y, en aquellas fechas, se encontraba en Fernando Poo, a donde había marchado en 1938.
Previamente, según otros informes complementarios, había estado detenido en la prisión militar de la Costa Sur y, según se afirmó, su vocación militar se había visto truncada, con anterioridad a la contienda, por su ideario inicialmente anarquista, que luego evolucionó hacia el socialismo. En 1942, según manifestó más tarde, regresó a Santa Cruz de Tenerife desde Guinea, por lo que no pudo presentar la declaración-retractación conforme a la Ley de 1-03-1940. El juzgado nº 3 del TERMC le instruyó el sumario 534/1943, por lo que compareció en Madrid, donde reconoció su intensa vinculación con la Orden, abjuró ante las autoridades eclesiásticas y, realizados los trámites oportunos, el Tribunal dictó (17-12-1943) sentencia condenándole a doce años y un día de reclusión menor y accesorias. Recluido por esta causa en la prisión provincial de Madrid, presentó recurso de alzada ante el Consejo de Ministros y, tras diecinueve meses de prisión, el Gobierno le conmutó (28-05-1945) la pena impuesta por la de seis años y un día de prisión mayor y accesorias. El TERMC decretó (31-05-1945) prisión atenuada en su domicilio, pero poco después falleció (30- 06-1945), en su lugar de nacimiento (Libro 111, fol. 91v, nº 541), sin hijos (AGGCE, 113-A-3, 364-A-5; TERMC, nº 7231).

En Historia de la francmasonería en Canarias (1739-1936), Manuel de Paz incluirá también que Horacio Pérez fue editor en 1931 de la efímera revista literario-masónica ¡Luz!.
La editorial del primer número decía:
Hoy más que nunca, en que los eternos principios de la fraternidad se vulneran, en que los hombres se acometen bajo banderías egoístas y las naciones se resquebrajan por haber atropellado los sentimientos básicos sobre los cuales se cimenta el bien colectivo; en que la moralidad está ausente de toda actividad, se precisa instaurar nuevamente el credo triple y unitivo de «Libertad, Igualdad, Fraternidad». [...] Las islas necesitan de puertos esperanzados en los que atraquen los barcos de las inquietudes puras. [...] Las ideologías no deben ser barrotes entre los que se debate y acongoja la alegría esencial del ser. No deben estar sujetas a otro mandato que al interior-individual.

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