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viernes, 5 de marzo de 2021

La Epopeya del “Méndez Núñez”

En el portal "La Flota Republicana Española", recogen La Epopeya del “Méndez Núñez”.
Os la compartimos por su interés:

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Características del buque y su dotación

El “Méndez Núñez” era un crucero de 4.800 tm. De desplazamiento, armado con seis cañones de 155, 4 antiaéreos de 45 m/m y 12 tubos de lanzatorpedos de 533 m/m en grupos triples. Fue entregado a la Marina el año 1922, en cuya época desarrollaba una velocidad de 29 nudos, reducida por su edad a unos 22 nudos en 1936. Su dotación la componían 450 hombres, que se dividían en 50 oficiales, unos 70 de clases y el resto marinería.

En el “Méndez”, existían algunos elementos anarquistas y varios masones, completamente al margen de la situación y desorganizados. El resto de la tripulación de marinería era, en su mayoría antifascistas, de procedencia campesina y pescadora. Las clases, completamente impregnadas de la educación recibida en las escuelas profesionales de la marina de guerra, se jactaban de su apoliticismo. La oficialidad se dividía en dos grandes grupos. Los oficiales del Cuerpo General procedentes de la aristocracia y burguesía eran, en general, fascistas, complicados en el levantamiento, como se pudo comprobar más tarde y, de otro lado, los demás oficiales, de máquinas e intendencia, antifascistas, más por odio al Cuerpo General que por convicción política. Ambos grupos luchaban encarnizadamente en el terreno de las reivindicaciones personales y corporativas lo que hacía débil la autoridad del mando y la disciplina, facilitando la labor revolucionaria.

El Mando del buque

El mando del buque lo componían: el Comandante, capitán de fragata, Trinidad Maties, conocido elemento fascista, candidato a diputado de la C.E.D.A, partido dirigido por Gil Robles, representante de los jesuitas. Hombre muy enérgico y capaz. Segundo Comandante, capitán de corbeta, José Cervera, sobrino del Ministro de Marina de la Junta de Burgos. Fascista peligroso por su simpatía entre la dotación. Jefe de Máquinas, comandante maquinista José Espín, hombre reaccionario, pero completamente incapaz de ninguna acción.

Desde el primer momento, los comunistas designados para llevar el trabajo del partido, organizaron la célula que se componía de tres camaradas: un fogonero, un marinero y un oficial de máquinas. Al llegar a la isla eran nueve, al estallar la sublevación 17. Al mismo tiempo, organizaron a los antifascistas bajo la bandera de la Unión Militar Antifascista (U.M.R.A) logrando arrastrar a ella a los anarquistas y masones, así como a muchos otros antifascistas hasta el número de 130. Todos los maquinistas, la mayoría de las clases, el médico, formaron con la marinería un bloque para la defensa de la República.[1]

19 y 20 de julio de 1936

El 19 y 20 de julio empezaron a conocerse en la isla las primeras noticias de la sublevación militar fascista que encabezaban altos mandos del ejército y la marina, pero tan confusas que no se podía formar juicio del alcance y la importancia de los hechos. Las 5.000 millas que nos separaban de Madrid impedían recabar notícias directas que hubieran facilitado formar juício y decidir las medidas concretas a tomar por los republicanos de la dotación del crucero, con relación al buque y a la isla. Solo en la noche del 22 fue posible saber que el Gobernador General Sánchez Guerra, se había puesto en comunicación con Madrid, ratificando su lealtad, solicitando le fuese renovada la confianza en su persona. A través de él, fueron conocidos los hechos que acontecían en la península por todas las autoridades y población de las islas.

Ante tal situación, conociendo la ideología de los altos mandos del buque, sus fuertes vínculos con lo
más reaccionario de las clases sublevadas en España y la seguridad de su adhesión al movimiento subversivo, el grupo antifascista del buque, presionado por los comunistas, acordó tomar dentro de la disciplina militar, las medidas de seguridad que hicieran imposible cualquier intento de traición.

1º. Apoderarse del armamento y repartirlo entre los hombres de confianza antifascistas.
2º. Prestar la guardia militar del buque con personal adicto.
3º. Servicio de vigilancia permanente, y cumplidas estas primeras medidas de seguridad y control, ejercer presión sobre el gobernador y comandante del buque para comunicar directamente con Madrid, dando seguridades al Gobierno de la República sobre la lealtad en el buque y las posesiones del Golfo de Guinea”.[2]

Orden misteriosa de salida a la mar.

El 24 de julio, el mando dispuso salir a la mar, cumpliendo órdenes del Gobierno, lo que se hizo a la mayor rapidez, no sin que el grupo leal se preparase a afrontar cualquier intento de traición por parte de los superiores.

Se inicia el regreso a la Península, haciendo escalas en Lagos y Freetown, para carbonear t adquirir víveres frescos.

A Dakar se llegó dos días después de lo debido, lo que motivo un incidente (que nadie a bordo ha sabido explicarse todavía) entre la Oficialidad y el Comandante, al manifestarle aquella su extrañeza por semejante tardanza, contestando el Jefe y diciendo, que como se le volviera a hacer otra advertencia semejante, ordenaría poner proa hacia alta mar, hasta que se agotase el último resto de combustible.

El día 7 de agosto, se recibió en Dakar, una orden del Gobierno, para regresar a Fernando Poó. Por cierto que al arribar a este puerto francés, sus autoridades andaban envueltas en un mar de confusión ante nuestra presencia, ya que, según pudimos enterarnos después, la actitud del buque respecto al movimiento sedicioso, no aparecía muy clara a sus ojos, ní ante los de la opinión pública como lo demuestra este telegrama del Comandante:

“Comandante “Méndez Núñez” 8-agosto-1936- . En prensa Dakar que yo solamente leo, se dice este barco fiel en poder de auxiliares y no de sus mandos naturales. Punto. Imposible evitar que la especie llegue conocimiento dotación en Fernando Póo y aún antes de llegar. Punto. Inútil encarecer peligro. Punto. Espero desmienta oficialmente de V.E, la posible urgencia. Comandante “Méndez Núñez”.[3]

La respuesta del Ministerio fue la siguiente:
“Ministro de Marina a Comandante y dotación “Méndez Núñez”- Dakar – 10-8-1936- Agradezco las manifestaciones de lealtad al Gobierno dadas por esa dotación de Comandante a último marinero y espero en la comisión se le confiere volviendo a Fernando Póo seguirán dando muestras de disciplina y amor a la República.”[4]

Tras muchas consultas y forcejeos, se nos permitió fondear en la dársena, fuera del puerto, prohibiendo saltar a tierra a la dotación y al Mando, permitiendo solo la visita a bordo del nuestro cónsul, que observó una conducta muy dudosa, ciertamente, pues únicamente hizo acto de presencia sobre cubierta al cabo de varios requerimientos, y cuando el Comandante, cansado de que no se nos facilitase combustible, ní víveres, dijo, que si persistían en tal actitud las autoridades francesas, se vería obligado a lanzar un S.O.S. Este telegrama fechado el 5 de agosto, pone de manifiesto la confusión de las autoridades francesas con respecto al “Méndez Núñez”:

“Del Comandante “Méndez Núñez”. – 5-agosto-1936- a 18h. continuo incomunicado con tierra y esperando resolución consulta Paria. Seguramente motivo recelo es radio cifrado recibido de las Palmas por conducto radio Dakar y al que no doy valor”.[5]

Después de la entrevista con del Comandante con el cónsul, se nos proveyó de víveres y agua, y también a los dos días de nuestra estancia, combustible.

La entrada en este puerto francés, se hizo en medio de todo un sistema de vigilancia por parte de las autoridades. En primer lugar se nos obligó a permanecer fondeados fuera del puerto comercial, bajo la amenaza de los cañones de defensa de costa. No se permitió durante 3 días el abastecimiento de víveres y agua, que nos obligó a pasar 24 horas sin beber, ya que por falta de combustible no podían prestar servicio los ventiladores del buque.

El representante del Gobierno de la República pudo conseguir que París comunicase con Madrid y al cuarto día se recibió la orden de concedernos 24 horas legales de permanencia en puerto neutral, para provisionarnos y reparar. Pero se prohibió nuestra comunicación con tierra, la entrada de periódicos, estableciéndose alrededor del buque y a lo largo del muelle, una severa vigilancia. De metro en metro, se hallaban en toda la longitud del muelle soldados coloniales armados.[6]

Adhesión por parte de la dotación al Gobierno.

Entretanto, el núcleo izquierdista del barco trabajaba. Fruto de esta labor, fue que los Auxiliares, en su gran mayoría, firmasen un documento de adhesión al Gobierno, de cuyo contenido se dio conocimiento a los cabos de rancho, para su traslado a la Marinería, trayendo éstos la conformidad de la misma a dicho documento.

Inmediatamente se nombró una comisión para que visitase al Comandante y recabase su autorización para cursar el mencionado documento, la cual subió a cumplimentar el encargo, siendo recibida por el 2º Comandante, quién manifestó que el Jefe se hallaba ya acostado (eran las once de la noche), pidiéndoles aguardasen hasta el día siguiente, aunque advirtiendo a los comisionados que el propio Comandante, adelantándose al propósito, había ya enviado al Gobierno la adhesión de todos, cosa que luego se comprobó inexacta.

Al otro día, el Jefe llamó, en vez de a la comisión, a todos los Axiliares de cargo, excepto al de Electricidad, don Juan Bautista, a los que previno contra las reuniones y actividades políticas que se notaban a bordo. Y para ganarse la confianza de todos exclamó:

“¡Soy el Comandante del crucero “Méndez Núñez”, y juró mi lealtad al Gobierno del Frente Popular!.

Después de estas palabras, la opinión de los interlocutores se dividió, aunque el Auxiliar Pedro, se mantuvo firme en sus demandas.

De nuevo, rumbo a Fernando Poó.

Cumpliendo la citada orden del Gobierno, a las díez de la noche del día 9 de agosto, el crucero volvía a hacerse a la mar rumbo a Fernando Poó.

A las 24 horas fuimos obligados a dejar Dakar y nuestra sorpresa no tuvo límites cuando observamos que poníamos rumbo al Sur. La dotación de máquinas abandonó sus puestos y con sus herramientas de trabajo se lanzó a cubierta. Los 400 hombres de la tripulación armados ocuparon las escalas, los pasillos, el puente, exigiendo saber el porqué de este itinerario. La oficialidad abandonó sus puestos, solo el puente, en el cuarto de derrota permanecían los mandos con aparente tranquilidad. Una comisión subió al puente. La impresión que desde sus alturas se recibía era inenarrable, el pueblo en armas, las masas en todo su poder, manifestaban su fuerza frente a la docena de hombres, que hasta allí con persecuciones, castigos y hambre, les encadenaban a su capricho, a su dominación de clase. La tranquilidad del mando era aparente, rogaba, suplicaba con la voz, con la mirada, se le perdonase su conducta, pues él fiel al gobierno, no hacía más que cumplir las órdenes recibidas. Efectivamente, nuestro genial Ministro de Marina Giral, había dado órdenes de regresar a Santa Isabel, pues temía que el buque se pasase al enemigo en Canarias, esto fue comprobado más tarde, a nuestro regreso.[7]

Durante la travesía, llamó mucho la atención de la gente lo poco que se dejó ver el Comandante. El arribo a la isla, causó la mayor sorpresa, pues ya se daba al barco como pirata. Entonces nos contaron allí que nuestra marcha días antes, al no haber obedecido a orden alguna del Gobierno – como en estos momentos se aclaró – se suponía lo fuera de la Junta de Burgos, cosa que por otra parte, no estaba desprovista de lógica.

La población y las autoridades, volvieron a obsequiarnos con sus mejores atenciones. Nuestra nueva estancia transcurrió apaciblemente.

El grupo democrático de la dotación, vio fortalecer sus posiciones.

En contacto con Madrid


El 26 de agosto fue discutida y aprobada por unanimidad una proposición para que por los medios que exigieran las circunstancias se obligara a la estación de radio de la isla, a ponernos en comunicación directa con Madrid para aclarar la situación. Se organizó a bordo un grupo armado de vigilancia en tierra para que contrarrestara en caso necesario las fuerzas armadas del gobernador.

En la tarde de ese día, de acuerdo con los dirigentes del Frente Popular, se puso un radio al Presidente del Consejo, comunicándole la situación y nuestros deseos, las características de la población de la isla y nuestras reservas sobre la conducta de Sánchez Guerra. El radio lo firmaba el presidente del frente Popular, que según él era conocido. Este radio no mereció la confianza de nuestro gobierno, las muchas traiciones que se sucedían en España, hacían que Madrid desconfiara de la veracidad de las comunicaciones. Estas conclusiones, que nos fueron aclaradas en España, a nuestro regreso, fueron las que ante el silencio de los dirigentes republicanos, acordásemos nosotros enviar el siguiente radio:

“Dotación republicana, que controla el crucero “Méndez Núñez” ruega a Vd. Haga gestiones para que se den créditos y órdenes para pronto regreso España, a fin de luchar al lado de sus hermanos para la libertad del pueblo español. La mayoría de la población de la isla simpatiza con el movimiento fascista, urgen medidas”.

El radio fue transmitido s diez destinatarios conocidos personalmente por el firmante y que eran influyentes en los diferentes partidos del Frente Popular. Estos fueron, José Díaz “Mundo Obrero”; Doctor Torres Fragas, redacción de “El Socialista”; Aselo Plaza, del Comité nacional de Unión Republicana; Sonozabal, del Comité nacional de Izquierda Republicana; Teniente Coronel Mangada; Antonio Parga, Ministerio de marina; Capitán Díaz Tendero, Ministerio de la Guerra; Director General de seguridad, Teniente Coronel Jiménez Orga y al Ministro de Marina.

Por su contenido, que demostraba la autenticidad de la firma, ya que en aquellas latitudes, nadie podía saber acerca de la organización de la U.M.R.A, ni conocer a sus dirigentes, el radio dio los frutos apetecidos y a las 48 horas, se recibió contestación firmada por el Director General de Seguridad, Jiménez Orga, en el que comunicaba que rápidamente se tomaban las medidas para satisfacer nuestros deseos y asegurar la tranquilidad de los territorios.

¡Elegid mando entre la dotación!


El 30 de agosto, y al mismo tiempo el Gobernador recibió instrucciones oficiales del Director de Colonias, D. Carlos Esplá, en las que se le comunicaba la salida de Barcelona del buque “Ciudad de Ibiza”, en el cual se trasladaba a Guinea a un Subgobernador General con instrucciones y medios de defensa. Respecto al buque, se le ordenaba investigar la significación política del mando y oficialidad consultando para ello con la tripulación del buque. Los tachados de indeseables, o que ofrecieran dudas, debían ser destituidos y detenidos, para ser trasladados a España en el buque mercante que venía de camino. Encarecía, que salvo comprobado delito de sublevación, se procurase respetar la vida de los destituidos, para que fueran los tribunales, los que decidieran su suerte. El crucero debía partir inmediatamente hacia Dakar, dónde recibiría órdenes. Para proveerse de víveres y combustible, se depositó en Lagos, un fondo de 14.000 libras esterlinas.

El Gobernador reunió a la dotación, dando lectura a la comunicación y por unanimidad se acordó desembarcar a la totalidad de la oficialidad del Cuerpo General y al Mando. Sólo se permitió la permanencia a bordo, al capitán médico, probado antifascista, al capitán de intendencia y dos oficiales del cuerpo general, los menos peligrosos, para que condujeran el buque. A fin de controlarlos, se nombró 2º Comandante al secretario general de la célula.

Se designó al Teniente de Navío don Ángel Bona, eligiéndose Oficial de derrota a don Manuel Guarch (Alférez de Navío). Eran los que menos desconfianza inspiraban.

“Con la aprobación de toda la dotación, a propuesta del 2º Comandante, fueron nombrados los jefes de cada servicio y demás cargos de responsabilidad, vacantes por el desembarco de mandos y oficiales. El teniente de navío del cuerpo general Bona, fue nombrado Comandante. Segundo Comandante y responsable político del buque el secretario general de la célula. Oficial de derrota el alférez de navío Guasch al que agregaron 4 auxiliares navales que conocían un poco la navegación. Jefe de máquinas al teniente maquinista Navarro, camarada del partido. Jefe de artillería al auxiliar 1º de artillería del buque, también militante del partido. Jefe de sanidad al capitán médico Loma, camarada del partido, que ya desempeñaba este cargo.
NOMBREGRADUACIÓNIDIOLOGÍA    CARGO
Angel BonaTte. NavíoFascistaComandante
PCE2º Comandante
Manuel GuaschAlférez de NavíoFascistaOficial de derrota
NavarroTte. MaquinistaPCEJefe de Máquinas
Aux. 1º ArtilleríaPCEJefe de Artillería
Manuel Loma[8]Capitán MédicoPCECapitán Médico





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Ficha Ministerio de Interior año 1957, Manuel de la Loma Fernández.

El buque quedó perfectamente organizado y dirigido por las personas más capaces y en general las más seguras políticamente”.[9]
Regreso a la Península. Nueva organización del buque.

El 30 de agosto, quedaron ultimados los preparativos del buque para asegurar el regreso. Durante 40 horas, todo el personal del buque, con entusiasmo sin límite, se dedicó a la reparación de sus aparatos. Cañones, máquinas, calderas, dobles fondos. Los artilleros organizaron la defensa antiaérea del buque a base de ametralladoras y fusiles, por la carencia de proyectiles para los cañones antiaéreos. Dos grupos de 25 hombres al mando de un auxiliar de artillería, se entrenaron para disparar de una manera simultánea, situados a proa y a popa. Las dotaciones de los 6 cañones del 12,2, acordaron cuidar sus piezas y se establecieron premios, para aquellos que consiguieran mayor número de blancos sobre el aparato de entrenamiento. Los fogoneros, se comprometieron a aumentar la velocidad de prueba, la marcha del buque, disminuyendo el consumo para conseguir menos escalas durante el viaje. Fue tal su trabajo, que se llegó a dar 26 millas por hora y se suprimió la escala de Freetown, dándose el salto de Lagos a Dakar. Los torpedistas-electricistas consiguieron que seis servicios respondieran en todo momento, a pesar de los 18 años de edad del buque, sin haber sido jamás reparado y faltándoles material.

Las reivindicaciones de la dotación, satisfechas

Para completar las medidas que asegurasen el feliz regreso, se pusieron en práctica las reivindicaciones más sentidas por las diferentes clases del buque. A los Auxiliares, se les mejoró, dentro de las posibilidades del momento, las condiciones de su alojamiento. A los marineros y fogoneros, se les mejoró la comida hasta el nivel general del resto de la tripulación y se organizaron los servicios para establecer la jornada de 8 horas en las guardias de mar, que hasta entonces eran de 12 horas.

Se abonaron los sueldos devengados y se les dio una conferencia donde se pusieron de relieve las medidas, que al llegar a España serían tomadas para asegurar a todos, la posibilidad de adquirir los conocimientos necesarios para poder ocupar todos los cargos del buque y aun de la marina. Respecto al buque, fueron cumplidas las promesas y se establecieron más tarde clases para todas las especialidades, de donde surgieron en la guerra, cabos, clases y oficiales.[10]

El 31 de agosto, emprendimos el viaje de retorno a España.

Nuestra llegada a Lagos

Nuevamente en Lagos, base naval inglesa y por ello habitada en su totalidad por marinos. Allí, nos enteramos de la fuga de los que habían quedado en San Carlos, mediante la complicidad ejercida por cierta autoridad.

El buque recibió a los ayudantes del Almirante jefe, con honores reglamentarios, dentro de un orden perfecto, que maravilló a aquellos oficiales, que conocedores de los acontecimientos de los últimos días y de las medidas revolucionarias tomadas por las dotaciones de los buques surtos en Cartagena, esperaban encontrar en el “Méndez Núñez”, el caos propio de la falta de dirección. Tal fue su asombro al comprobar el respeto con que la marinería les acogió y la disciplina que se conservaba, que rápidamente abandonaron el buque y volvieron acompañados del jefe de la Base para que comprobase de los que son capaces las masas guiadas por un ideal revolucionario.

Este viejo jefe de marina, a quién quiero rendir homenaje de agradecimiento en nombre de aquel puñado de héroes, tuvo al reacción propia de los hombres honrados, y nos ofreció los arsenales, los materiales, víveres y combustible, que nos fueran necesarios, negándose a cobrar lo que de su mando dependiera. Retiró toda vigilancia del muelle y permitió que nuestros hombres, paseasen por tierra libremente, así como el que la población blanca de la isla, sus esposas y familias, nos visitasen, de quienes recibimos obsequios de lo más variado y preciado, libros y prensa.[11]

Los ingleses, nos dieron facilidades para todo, advirtiendo que ningún puerto extranjero del trayecto podría ya favorecernos respecto a combustible y víveres.

Nuestros hombres supieron ser dignos de estas muestras de afecto, y pusieron de relieve su amor por la República, por su pueblo, dándose el caso de no embriagarse, ni un solo hombre. Unos a otros, se prohibían beber más de una botella de cerveza, ante la admiración de los ingleses, que reiteradamente les invitaban.

Nuestra permanencia en Lagos, será siempre inolvidable. Los blancos y los negros, en la medida de sus posibilidades, nos ofrecen su solidaridad moral y material.

El día 2, fue recibido abordo un radiograma, en el que se nos pedía la mayor rapidez en el regreso. Nuestro carboneo se hacía lentamente, dado que los nativos que trabajaban en el mismo, se encontraban en un estado extremo de debilidad. El imperialismo inglés, representado allí por los numerosos contratistas de carbón, tenían establecido con sus obreros un sistema casi esclavista, y las cuadrillas de negros al mando de un capataz, que poseía sus armas: látigo y pistola. En estas condiciones, realizaban el carboneo.

No se podía acelerar el trabajo, con aquellos hombres moribundos. El telegrama fue leído a la tripulación formada, pidiéndoles, a continuación ayudar con un grupo de voluntarios a aquellos hombres.

No se puede encontrar palabras, para expresar la espectacular visión de toda una dotación, jefes, oficiales, clases y marinería, como un solo hombre, arrancando de las manos de los camaradas trabajadores, los canastros, los palos, y en un emocionante esfuerzo, en 6 horas, fueron introducidas abordo 250 toneladas de carbón, ante la admiración y la emoción de aquellos camaradas de color, de los marinos ingleses, que no comprendían, como podían confundirse en aquel agobiante trabajo, la marinería azul, de nuestros heroicos soldados, y los relucientes galones de nuestros entusiastas oficiales, para acabar igualándose, en el polvo negro del carbón.. Sólo en los brillantes ojos de aquellos hombres, se podía leer la expresión de satisfacción, cuando se contaban en voz alta las toneladas de carbón que habían pasado a las carboneras.

Las maquinas fotográficas de los marinos y periodistas de aquella población, inmortalizaban el hecho, y los periódicos ingleses, supieron de la fuerza y energía del pueblo luchando por sus propios intereses. Supieron también de los escondidos sentimientos de sus hasta hoy esclavos, cuando llevados de su emoción, embriagados por los gritos de viva la libertad, viva la república, al comprobar la posibilidad de triunfo de los oprimidos, se arrojaban a los pies de los marineros besándolos, y pidiendo en mal pronunciado inglés, marchar con nosotros a luchar contra los sublevados en España. En sus miradas claramente el odio hacia sus opresores. Los espectadores ingleses, principalmente sus capataces, llenos de miedo se sumaban a las manifestaciones de adhesión, y los marineros no comprendían aquella transformación repentina, aquella energía en hombres agotados por la miseria. Sin verlo, es imposible creer en la vitalidad que produce en las masas, el entusiasmo revolucionario.

De nuevo en la mar

Durante los días de travesía, re realizaron ejercicios de tiro, que dieron magníficos resultados. Se prepararon los torpedos para el combate, y se entrenó a la dotación en los servicios de guerra, zafarrancho de combate, incendios, vías de agua, etc.

Al amanecer del día 9, estaba a la vista Dakar, nos habían sobrado 100 Tn. De carbón y reservas de víveres, para dos días.

El buque fue recibido, con toda el aparato militar de la vez anterior, cuatro días aislados, con las consiguientes gestiones de nuestro cónsul, para conseguir lo que por derecho internacional nos correspondía. Es decir, las 24 horas de estancia en puerto neutral. Afortunadamente, las libras esterlinas que nos remitió el gobierno, convencieron a los proveedores franceses del buen negocio que representaba tratarnos bien, y todo fueron facilidades comerciales. El buque fue aprovisionado para un mes y relleno de combustible, carbón y petróleo.

Entonces, nos enteramos de la constitución del Comité de No Intervención, por los obstáculos que nos pusieron al suministro, vencidos estos, gracias a que se tuvo en cuenta nuestra condición de barco en ruta con anterioridad a la entrada en vigor de dicho pacto.

Recibimos orden escrita del Ministro, dándonos las siguientes instrucciones:
“Salir de Dakar, hacia la parte occidental de las islas Canarias, para unirnos a unas 30 millas del Sur de las islas, con un buque carbonero, que se nos había enviado desde Inglaterra, y que el 12, debería estar esperándonos. Señalaba Málaga como puerto de incorporación a la Flota.”

El Comandante y el Oficial de Derrota desertan.


Cuando íbamos a hacernos a la mar, a las ocho de la mañana del día 11[12], notamos la falta del nuevo Comandante y del Oficial de derrota, habiéndose fugado ambos a tierra. Al parecer con la complicidad del cónsul y de las autoridades francesas. El cónsul, nos abandonó a nuestra suerte, y el Jefe de E.M de la base naval francesa, nos comunicó, que sí no se cumplían las órdenes dadas, el buque sería internado. Nuestra situación, faltando seis horas para cumplir el plazo de salida, se hizo difícil.

A las 9 de la mañana, se celebró una asamblea general de los activistas del partido, con los más caracterizados antifascistas del buque, para discutir y encontrar una solución al problema planteado. A las 10, habíamos resuelto el problema. Los cuatro auxiliares que habían ayudado en los días de viaje anteriores habían asimilado las reglas elementales de la navegación de estima. Se ofrece entonces para conducir el barco hasta España el Contramaestre de Víveres, D. Juan Montiel Cerdá[13], muy conocedor de aquellas costas en que estábamos, cuyos servicios se aceptan .El contramaestre, miembro de nuestro partido, que en su juventud fue pescador, aseguraba recordar aquellas aguas. Un escribiente, que tenía el título de piloto mercante, creía poder recordar, que se podía situar el buque en la carta por observaciones del sol, y un maquinista, gran matemático, aficionado a los estudios náuticos, también se ofreció para ayudar. Nuestro responsable político, fue nombrado Comandante y asumió la responsabilidad del viaje, infundiendo seguridad y confianza en nuestra capacidad. Se organizó enseguida, un grupo de estudios, con los 8 camaradas que entendían de la navegación. Se recogieron cuantos libros trataban de la materia.

A las 12, se hallaba trazada en la carta la derrota, hasta cabo Baraba, primer puerto escogido para comprobar la exactitud de nuestros cálculos. Como nuestra salida coincidía con la de un buque griego, que se dirigía al cabo de san Vicente, se hicieron gestiones a fin de recibir ayuda de uno de sus oficiales, hasta adquirir la suficiente seguridad, pero no fue concedida, prometiéndonos solamente ir durante unas horas delante de nosotros, en la misma derrota y que nos sirviera de comprobación.

En estas condiciones abandonamos el puerto de Dakar, ante el asombro de las autoridades francesas y la rabia de los agentes de Franco, que cerían fundadamente, que desistiríamos de salir y la República, perdería uno de sus cruceros. La dotación, se esforzaba eb aparentar tranquilidad, pero se notaba la desconfianza hacia sus improvisados oficiales de navegación.

Para los audaces navegantes, solo duró tres horas la incertidumbre en sus propios conocimientos. Nuestro buque, seguía exactamente las aguas del mercante y demostraba, que nuestras sumas eran exactamente aplicadas. Que la declinación y el desvío, se habían sabido utilizar adecuadamente, y al atardecer del día 16, ante la expectación de toda la dotación, apareció ante nuestra vista, a la hora anunciada de antemano, Cabo Barba. Ya podíamos considerar resueltos nuestros problemas. Teníamos navegantes, y la dotación con plena confianza, podía reposar tranquila.

Ahora comenzaba la etapa más importante de nuestro viaje. El enemigo actuaba en aquellas aguas. Sus aviones dominaban aquellas regiones. Nuestras informaciones, nos daban la posibilidad de situar exactamente la zona de acción de las fuerzas enemigas. Lo único que ignorábamos, eran las nuestras y su situación. Nuestra radio a la escucha, recogía información de Las Palmas, Cádiz, Ceuta y Tetuán. Se acusaba la presencia de buques enemigos al Norte de las Canarias. A las 8 de la noche fuímos descubiertos por la aviación enemiga.

Nuestra búsqueda del barco carbonero fue inútil, más tarde supimos que se había pasado al enemigo. Desde cabo Barba hasta Málaga, donde se nos comunicó estaba fondeada nuestra Flota, solo teníamos dos puntos de referencia seguros, Cabo Espartel y Punta Europa, uno en el territorio internacional de Tánger y otro en la posesión inglesa de Gibraltar, guirase para nuestro viaje por los faros y señales en manos del enemigo, hubiera sido suicida. Por eso se calculó, nuestra derrota a seguir partiendo del supuesto, de que seríamos atacados al paso de las Canarias y a la entrada y salida del Estrecho de Gibraltar, y precisamente en los caminos usuales que seguían los buques, pues el enemigo conociendo nuestra inexperiencia, acertadamente pensaría que recurriríamos, para mayor seguridad a navegar por las rutas más concurridas.

Por ello estudiamos nuestro plan a base de lo contario a lo que aconsejaba la lógica. Escogimos una ruta más difícil, la menos concurrida y la máxima velocidad del buque, pues dando 26 millas y no 20 – como el enemigo calculaba, podríamos al amanecer del día siguiente encontrarnos fuera del radio de acción, que conocíamos, de los aviones de las bases aéreas de la Palmeras, Larache, Tetuán, en Ifni y Cabo Gubi.

El recorrido más peligroso, era de cuatro horas entre las islas y el continente africano, que solo dejaba un paso de unas 20 millas y a 26 de velocidad en plena noche, con la palya baja, tan solo un pequeño error en nuestros cálculos, nos haría embarrancar. En zafarrancho de combate, con 100 ojos puestos en el horizonte, cruzamos sin novedad esta parte, y a las 5 de la mañana, cambiamos nuestra ruta hacia el oeste en busca de la alta mar que nos diera seguridad durante el día.

El día 17, se averió una de las máquinas, quedando el buque, inútil para navegar. El esfuerzo de las máquinas, había sido superior a su resistencia, y las tapas de los condensadores habían saltadao, pero una dotación que había recorrido mas de 10.000 millas, con aquel viejo barco y pasado los lugares más peligrosos, haciendo maravillas con su ingenio, aquel percance, no representaba preocupaciones y con tablones, cemento y entusiasmo, el día 19, quedó el buque dispuesto a repetir sus proezas en el paso por el Estrecho de Gibraltar.

A las 4 de la tarde, fuímos descubiertos por el dirigible alemán Graff Zepelin, que evolucionó a poca altura del buque. Una hora después, se nos comunicaba en nombre de franco, que entrásemos en Cádiz, para ponernos a las órdenes del Capitán General del Departamento. La dotación al conocer la comunicación, prorrumpió en vivas a la República y manifestaba sus deseos de ir a Cádiz, a liberarla de las manos fascistas.

Descubiertos, y sin tener noticia alguna de nuestra Flota, emprendimos la aproximación a la costa, para arribar al anochecer del día 22 frente a Cabo Espartel, al objeto de pasar el Estrecho durante la noche y entrar en Málaga al amanecer del día 24.

Paso del Estrecho de Gibraltar

Al amanecer del día 22, iniciamos la aproximación a la costa en busca del faro de Cabo Espartel, calculando el encuentro en plena oscuridad, al objeto de aprovechar la noche para cruzar a toda máquina, frente a las posiciones enemigas de Punta Carnero y Ceuta, que suponíamos artilladas por su situación estratégica.

El buque fue enmascarado, para confundir, en la medida de lo posible, a los observadores de los proyectores, principalmente al servicio inglés de Punta Tarifa. Se cambiaron las luces de situación más a popa del puente, y se buscó un buque extranjero que coincidiera en aspecto, nombre que más tarde fue dado al control inglés.

La derrota se estudió a base de los dos únicos puntos de apoyo que se podían utilizar en caso de avería o ataque del enemigo, Tánger y Gibraltar.

A las 8 de la tarde aproximadamente, nos encontrábamos a la vista de Cabo Espartel, sin haber encontrado durante el día ningún buque mercante, lo que en unión de las informaciones de nuestro servicio de enlace, nos daba la seguridad de no haber sido descubiertos, no obstante se preveía que desde los observatorios de Tánger, a la vista de nuestro buque, se avisaría al enemigo por lo numerosos agentes fascistas, que indudablemente servirían a Franco en aquel territorio, siempre saturado de elementos reaccionarios.

Con toda la dotación en sus puestos de combate, y más de 22 millas nos dirigimos a Gibraltar. La pericia de los timoneles, tenía cada momento que salvarnos de abordaje con los numerosos buques mercantes que en ruta encontrada buscaban las aguas del Atlántico.

Pero, el enemigo nos había descubierto, aunque un poco tarde, como lo demostraba la inexistencia de faros a lo largo del Estrecho, solo Tarifa, ya al amanecer, nos indicaba que habíamos resuelto con éxito la última difícil etapa de nuestro viaje, y nos dirigíamos hacia alta mar, huyendo lo máximo posible de Ceuta, y sin acercarnos demasiado a Málaga. La ausencia de buques republicanos a la salida del Estrecho, teniendo conocimiento de nuestra inminente llegada, unido a las comunicaciones de los radios enemigos, asegurando la toma de Málaga, nos tenía completamente desorientados.

A las 7 de la mañana, vimos la silueta en el horizonte, que parecía coincidir con la de uno de nuestros destructores. Cuando esperábamos que se aproximase, creyendo que vendría a protegernos, el destructor se dirigió hacia Ceuta, huyendo de nosotros. La dotación, nerviosa, pidió poner rumbo a Cartagena a toda máquina, pues se preveía un ataque enemigo por aire y mar. Málaga no contestaba a nuestras llamadas, más tarde se supo, que los radios de nuestra Flota no montaban servicio permanente de escucha.

A las 9 de la mañana, ya en aguas de Almería en dirección a Cabo de Gata, se comunicó abiertamente, por primera vez, después de más de tres meses con el Gobierno de la República. Nuestra estación de radio, transmitía:

“Crucero “Méndez Núñez” frente a Málaga, sin novedad en el personal, ni en el material, saluda al pueblo español. Viva la República”.

Después de una hora sin recibir contestación alguna. A las 10, el crucero “Libertad”, ordenaba la entrada a Málaga, firmaba el radio, Miguel Buiza, capitán de corbeta.

Pusimos proa a Málaga con todas las reservas, el firmante nos era desconocido, y en nuestras mentes no cabía el que no encontrasen en aquellas aguas destructores leales, en servicio de vigilancia. Solo la presencia de más de 10 buques fondeados en la bahía del puerto malagueño terminó la tensión nerviosa mantenida por el personal a lo largo de 24 días de navegación.

A marcha lenta, cruzando aquellos puntales de la República, seguras fortalezas victoriosas, si se hubieran utilizado en los primeros meses, el pueblo de Málaga, representante heroico del pueblo español, en lanchas, en el muelle, en los tejados de las casas, nos recibía saludando en un alarde de heroísmo, a sus hijos, que formados en cubierta, emocionados, recibían el homenaje que merecidamente habían conquistado.

Las sirenas de los buques atronaban el espacio y miles de marinos en las cubiertas de los buques, cantando la internacional, apagaban el ruido del bombardeo, que como recibimiento, para otorgarnos el honor del bautismo de sangre, nos hacía la aviación enemiga.

A las 12 de la mañana, las anclas del “Méndez” se agarraron fuertemente a la tierra española liberada, como promesa de ser fiel al pueblo, ignoraba que en realidad se habían acabado sus proezas, aquello era una flota de guerra solo aparentemente. Sobre sus entrañas, anidaba la traición, la incompetencia y la desorganización más absoluta.

La disciplina ejemplar del “Méndez Núñez” fue sustituida por orden del E.M y el Comité Central de la Flota en el caos. En vez de un cambio de impresiones o de un saludo a la dotación, se nos ordenó celebrar unas elecciones amañadas, que darían la dirección omnipotente del buque. El Comité de Gobierno inventado por la Federación Anarquista Ibérica. El voto no era igual, pues obligatoriamente debían ser elegidos de los 8 miembros que formaban el comité, 4 cabos que eran donde la organización anarquista tenía mayoría, un oficial, uno por las clases y dos marineros. Nuestra permanencia en Málaga, aunque sólo llegó a 8 horas echó por tierra toda la labor de organización, fue necesario separase de la Flota, aislarse en Cartagena, para reconstruir nuestro buque y crear las armas, que más tarde, habían de acabar con el predominio de los irresponsables y traidores anarquistas en la Flota de la República. El 24 de Septiembre el “Méndez Núñez” rindió viaje en la Base Naval de Cartagena. Sobre la Popa hondeaba la bandera de combate, homenaje del Pueblo.

[1] AHPCE. Sección de Tesis, Manuscritos y Memorias. Legajo 56/1.
[2] AHPCE. . Legajo 56/1. Sección de Tesis, Manuscritos y Memorias.
[3] N.C. 062.-1. 284/N. Crónica de Organización de la Marina Republicana. AGMAB. SHEMA 9720
[4] N.C. 062.-1. 284/K. Crónica de Organización de la Marina Republicana. AGMAB. SHEMA 9720
[5] N.C. 062.-1. 284/N. Crónica de Organización de la Marina Republicana. AGMAB. SHEMA 9720
[6] AHPCE. Sección de Tesis, Manuscritos y Memorias. Legajo 56/1.
[7] AHPCE. Sección de Tesis, Manuscritos y Memorias. Legajo 56/1.
[8] LOMA FERNÁNDEZ, Manuel, Capitán médico en el Méndez Núñez. Partidario de la República (Moreno, p.812, nota). “comisario médico” en el José Luis Díez en agosto 38 (Vanguardia) y embarcado por orden verbal en el Gravina el 5 de marzo de 1939 [Ruiz, 219]. Salió de Cartagena con la Escuadra el 5 de marzo de 1939 en el Gravina. Se fue a Rusia y ejerció como médico allí.
“Sin embargo, en algunas ocasiones la actuación de los médicos fue decisiva a la hora de decantar la adscripción del barco a uno u otro bando. Así, por ejemplo, en el caso del crucero «Méndez Núñez», que se encontraba en Guinea, es decisiva la actuación del capitán médico Manuel Loma Fernández, que es el único oficial que permanece fiel a la República y a bordo, cuando todos los demás son desembarcados. De los auxiliares de Sanidad, José Moreno Mesa, sigue con el capitán médico, mientras que Miguel Nieto desembarca en Guinea con el resto de los oficiales”. “La Sanidad en la Marina republicana”. Dr. Pedro Ferrer Córdoba. Estaba a bordo del “José Luís Díez” en su viaje de regreso a España. En el informe titulado “Comportamiento del personal en el viaje de regreso a España del destructor “José Luís Díez”, se describe su actitud de la siguiente forma: Capitán Médico. MANUEL LOMA.-Estuvo en su puesto y atendió con rapidez a los heridos. (Documentos e Informes del “J. L.Díez” AGMAB. SHEMA C.143-5)
[9] AHPCE. Sección de Tesis, Manuscritos y Memorias. Legajo 56/1.
[10] AHPCE. Sección de Tesis, Manuscritos y Memorias. Legajo 56/1.
[11] AHPCE. Sección de Tesis, Manuscritos y Memorias. Legajo 56/1
[12] Difiere las fechas día 13.
[13] MONTIEL CERDA, Juan, “Auxiliar 2º Naval, se hizo cargo de la derrota del crucero Méndez Núñez cuando fue abandonado por los oficiales Bona y Guarch, llevándolo hasta Málaga” (Cervera, p.381). Comandante del guardacostas V-11 desde Oct-38 hasta Ene-39 en que el guardacostas es hundido el 6-1-39 cerca de la medianoche, durante un bombardeo aéreo en el puerto de Tarragona. Antes de la retirada hunde el V16 que estaba en reparaciones. Aparentemente sale de España en el momento de la retirada.

domingo, 21 de febrero de 2021

... yo vivía entonces en Fernando Poo

Es cierto, no se trata de la guerra civil y sus consecuencias en el territorio ecuatorial.
Sin embargo, ¿quién mejor que Horacio Quiroga permite conocer el entramado social del país?:


El alcohol

Un hombre honrado puede mantenerse tal entre pillos, y a un cuerdo le es posible desempeñar entre locos un papel bastante agraciado. Pero el hombre que se halla ineludiblemente entre borrachos deberá inmediatamente sumergir su cabeza en el alcohol, por poco que su propio interés le inspire respeto.

—Esta máxima es vulgar —dijo el hombre que hablaba con nosotros— pero profunda. Su transgresión ha costado algunos tronos y no pocas cabezas. Otros han perdido su novia, y es una aventura de éstas la que traído al recuerdo aquella sentencia. Ustedes verán cómo.

Hace algunos años, la casualidad, o sea serie de circunstancias anodinas que reúnen alrededor de una mesa de bar a cinco o seis individuos que esa mañana no se conocían, quiso que yo me hallara en esa situación en un nine o’clock rhum del Boston, con cuatro compañeros a la mesa, y tres japoneses enfrente, hundidos en los divanes, que nos observaban en silencio con sus ojillos entornados.

Los divanes del Boston, ustedes lo saben, se prestan a estas irónicas meditaciones.

El ron subía, y con él nuestro calor. De mis cuatro compañeros sólo recordaba bien, con una visión anterior a la entrada en el Boston, a dos viejos amigos. Los otros dos debían haberme sido presentados probablemente en el día. Pero a todos los tuteaba por igual. Digo mal: con uno de nosotros no estaba contento porque no bebía. Era un hombre mayor que nosotros, tranquilo y serio, pero de sonrisa sumamente agradable cuando nos dirigíamos a él. Fuera de esto, nada. Se abstenía decididamente de beber, con una breve sonrisa que pedía lo dejáramos en paz, y nada más. Pero como no parecía haber en ello ni rastro de hipocresía, y aún intervenía de buen grado en nuestros comentarios en voz alta, corteses y profundamente provocativos, respecto de los tres orientales que creían dominar la situación desde el fondo de sus divanes, no insistimos. El ron había alcanzado ya una altura infranqueable, y decidimos salir en auto a tomar un poco de aire.

Esto es una perífrasis. Pero cuando el señor abstemio se convenció de que no dejaríamos de efectuar esa toma de aire, y menos de abandonarlo a él a sus propios dioses, llamó al mozo y tranquilamente apuró, una tras otra, cinco copas de ron. Hecho lo cual se acodó a la mesa y nos dijo:

—Cuando ustedes quieran.

¡Magnífico! En el auto, que iba rompiendo el viento como una sirena, porque cantábamos todos, accedió a explicarnos aquel súbito cambio de frente. Hubiera accedido a cualquier cosa, porque cinco copas masivas de ron abren tiernamente al alma o no importa qué.

—Es muy sencillo —nos dijo—. Mientras ustedes se mantuvieron dentro de cierto límite, yo me abstuve. Pero cuando vi que ustedes lo saltaban a pie junto, me libré muy bien de quedarme atrás, y salté a mi vez. Soy soltero, tengo cuarenta y dos años, y el hígado perdido. Tuve una novia, que perdí por no hacer lo que acabo de efectuar en el bar. Bien hecho. Era joven entonces, y creía en las virtudes extremas. Por esto no me había embriagado nunca. Después me he dado cuenta de que no es posible llegar a una real estimación de sí mismo, sin conocer la longitud de las propias debilidades.

»Pues bien, yo vivía entonces en Fernando Poo. Yo soy español, y aquél es un país del infierno. Las mujeres europeas no resisten un año. He conocido allá a un pastor protestante que enviudaba todos los años y se iba a Inglaterra a casarse de nuevo, de donde volvía con una nueva mujer que se moría en breve tiempo. El gobernador intervino por fin, extralegalmente, y puso coto a la fiebre de aquel enterrador de mujeres. Los hombres se salvan, con el hígado destruido para siempre. Esto, los que llevan la peor parte. Los más afortunados mueren de una vez enseguida. Y esto pasa porque las bocas del Níger —enfrente, digamos— están hechas de cieno podrido y de fiebres palúdicas, al punto de que no hay memoria de que mortal alguno haya cruzado las bocas del Níger sin guardar, para el resto de sus días, un pequeño foco de podredumbre en su hígado hipertrofiado.

»Tal es el país donde yo atendía una factoría española, de las muy contadas de esta nacionalidad que había entonces por allá. Todas eran alemanas, algunas inglesas y una francesa. El tráfico, muy escaso y absolutamente comercial, llevaba sin embargo a veces hasta allá a algún buque de guerra costero, y así en una ocasión tuve el disgusto y la obligación de atender a la oficialidad de algunos cañoneros de distinto pabellón, fortuitamente de escala en el país.

»Atendilos, pues, lo mejor que pude. La despensa de los cañoneros, tras una muy larga travesía, estaba agotada. La nuestra de Santa Isabel no era en aquel momento menos mezquina. Organicé no obstante un pasable almuerzo, a base de latas, tarros y frascos de toda especie de conserva. Yo contaba, sobre todo —ahora lo recuerdo— como triunfo final, con una botella, una minúscula media botella de «chartreuse», reservada en mi despensa. Al tomar el café, dos o tres negras trajeron a la mesa solemnemente la preciosa botella. Pero quedaban apenas dos dedos, porque las negras, de nariz y oído muy duros, creyendo que aquello era petróleo —un buen petróleo— habían vertido el resto en la lámpara…

—¡Buen petróleo! —ratificó uno de nosotros, lamiéndose los labios.

—No era malo; pero apenas alcanzamos a gustarlo. La segunda parte —prosiguió— de los festejos que podía ofrecer a mis oficiales, consistió en una ascensión a la montaña inmediata, cosa trivial en el país pero sabrosa para gentes enmohecidas largo tiempo en el mar.

»La ascensión es dura, aun con la ventaja del bosque que cobija en gran parte el cerro. Subíamos, asimismo, airosamente, tras el rastro de los indígenas que cargaban la impedimenta del picnic. Impedimenta de subida, nada más, pues casi toda ella consistía en botellas que debían quedar vacías allá. Los marinos, sabido es, se resarcen en tierra de la forzosa abstención de a bordo.

»Así, pues, mis oficiales trepaban bien que mal, tropezando y sujetándose de las raíces que atravesaban el sendero; bañados en sudor, pero contentos. La cortesía del caso me llevaba del uno al otro, para oír siempre las semiconfidencias malévolas de los oficiales franceses respecto de los alemanes, y las de éstos que me contaban chismes de los franceses. Y los ingleses de ambos. Siempre el mismo tema.

»Llegamos, por fin, cuando la sed y el hambre nos devoraban. Bebimos —bebieron, mejor dicho— de una manera insondable. A la vuelta, bajaban de la montaña, del brazo, alemanes, ingleses y franceses, todos mezclados. A la mitad del camino cantaban, enarbolando la chaquetilla blanca como una insignia, y cada uno se empeñaba en cantar canciones del país de su compañero de brazo. El efecto era extraordinario.

»Yo creía entonces que en un grupo de amigos desprovistos de razón, uno por lo menos debe permanecer cuerdo. Pagué caro esta creencia.

»En efecto, como yo había bebido apenas por lo antepuesto, era fuertemente solicitado por mis oficiales que venían por turno a ofrecerme con voz pastosa la seguridad de una eterna amistad. Yo les aseguraba iguales sentimientos de mi parte, con lo que se retiraban consolados. Uno de ellos, un alférez de navío inglés, que hasta entonces se había mantenido casi en forma, aunque un poco rígido, vino de pronto a gimotear en mi cuello tales hondas y contenidas lágrimas de amistad no comprendida por mí, que hube, a mi vez, de tenerlo por largo rato abrazado para que cesara de llorar. Se alejó por fin, tragándose las lágrimas, para volver al rato; pero ya seguro de mi amistad, porque yo no era de la pasta de esos oficialillos franceses y alemanes e ingleses: «tutti quanti». Estábamos ligados por una fraternidad hasta la muerte.

»Y en prueba de ella, al costear un precipicio, arrojó al vacío su chaquetilla y su gorra, exclamando que no las precisaba para nada porque poseía mi amistad.

»Como yo era en cierto modo responsable del decoro de mi gente, logré hacerle aceptar mi blusa y mi sombrero, y continuamos bajando, siempre al son de la algarabía internacional.

»El tiempo, dudoso hasta ese instante, se resolvió en brusca manga que nos empapó hasta los huesos. Pasó pronto, pero dejó el sendero hecho un torrente. Inútil que les cuente al detalle mi tarea con catorce locos que pretendían a cada instante regresar arriba a acampar allá por el resto de sus días. Al caer la tarde mi oficial inglés cayó en un zanjón disimulado por zarzas espinosas y lleno de agua. No pude sacarlo sino a expensas de su pantalón que quedó en el fondo retenido por las espinas. Seguimos adelante, hasta que mi amigo se echó al suelo y dijo que no podía dar un paso más porque no tenía pantalón. Juraba con el puño en el barro que se quedaría allí para siempre. Tuve que darle mi pantalón, y sus compañeros agradecidos me incorporaron del brazo a su grupo, porque yo, aunque español, era un hombre repleto de méritos.

»Ahora bien: el pastor inglés, enterrador de mujeres de que les hablé al principio, había llevado con su primera esposa a su cuñada. Tuve ocasión de tratar a ésta: no creo que bajo el sol haya latido jamás un corazón más lleno de ternura que el suyo. Nuestra simpatía fue tan viva que tres meses después estábamos comprometidos. Esto pasaba pocos días antes de la aventura.

»En Santa Isabel no había entonces más que una calle que mereciera el nombre de tal, y arrancaba lógicamente del puerto. Por ella habíamos ascendido doce horas antes, y por ella me vi forzado a bajar con mis oficiales, ya de noche oscura, a grito herido y entre un infernal ladrido de perros. Conforme íbamos pasando, las persianas se enderezaban, y nos veían. Supondrán cuánto había hecho yo para disuadir a mi gente de esa entrada triunfal. Nada conseguí. Descendíamos la calle del brazo, roncos, desprendidos y embarrados. Pero yo, además de esto, pasaba en calzoncillos y con las mangas de la camisa abiertas en dos.

»Éste es el espectáculo que dimos a todo Santa Isabel que nos atisbaba detrás de las persianas. El escándalo fue vivo y, sobre todo, en mi novia, pues casi únicamente a mí se me creyó realmente borracho. El alcohol, para una miss, no es cosa de mayor monta. Pero quinientos años de Biblia velan la naturalidad de muchas almas, y aun de la de aquella mujercita, que era un ángel. La enorme ligereza de mi ropa, lucida frente a su casa, no tenía redención. Rompió conmigo, sin una explicación.

»Poco después abandoné Fernando Poo, como pensaba hacerlo, y supe más tarde que la criatura, reintegrada a su país antes de ser devorada por la anemia, se había casado con su cuñado, al enviudar éste. De modo que regresó a Santa Isabel, donde murió, naturalmente, antes de un año.

»Nada más —concluyó nuestro hombre— puedo decirles. Si en vez de convertirme en guardián de locos en aquella ocasión, corro la aventura con ellos, hubiera bajado la calle sin distinguirme de los otros, y con un pantalón, por consiguiente. De aquí mi actitud de hace un rato. Desde aquella historia, me apresuro a sumergir mi cabeza en el alcohol cada vez que mis compañeros comienzan a hablar lenguas que no conocen. Sigamos, pues. ¿Dónde estábamos? Yo sé una canción en nebi-nebi, los negros de allá. ¡Atención!, para hombres solos. Comienza así…

martes, 16 de febrero de 2021

Mapa de 1938


¿Recordáis cuando se modificó el parte meteorológico del telediario para que los españoles (y no sólo los escolares) dejaran de pensar que las islas Canarias eran mediterráneas y se ubicaban al sur de las islas Baleares?...

Es una historia vieja, pero todavía en 2017, el Senado aprobó una moción para que los libros escolares coloquen a las islas en su ubicación real, y no en un recuadro bajo Baleares:  «...Es desolador -dirá la proponente- que aún hoy en día haya que estar explicando a la gente que Canarias no está debajo de Baleares ni tampoco junto a Ceuta y Melilla o Portugal, ni que hay una barrera marítima que nos separa del resto de mundo que se abre y se cierra cuando queremos que entre algún barco. Hasta estos extremos tan ridículos hemos llegado cuando se interpela a alguien sobre dónde está Canarias (...). De hecho, a esta misma hora, la web de Radiotelevisión Española que ilustra el tiempo continúa situando al archipiélago canario debajo del balear».
«Les contaré una anécdota -contarán en la réplica- de mi época de formación universitaria. Vine a estudiar un año a la península y al principio me chocaba bastante, incluso me reía -aunque es verdad que es un asunto muy serio-, cuando me decían que yo vivía relativamente cerca porque Canarias estaba al lado de Cádiz y que cómo hacíamos para atravesar el muro que separaba el archipiélago canario del resto (...)».

Un año antes, nuestra entrada El presidente africano (sobre Juan Negrín, que fue presidente del Gobierno), generó furibundas réplicas sobre la condición europea y mucho europea tanto del presidente como de las islas Canarias.

Pero eso no es nada..., ¡apiadaos de la generación que aprendió que Fernando Poo y Río Muni estaban al norte de Marruecos!


Area geogràfica: Espanya;Portugal
Títol: España y Portugal : mapas Paluzíe editados por Imprenta Elzeviriana y Librería Camí, E.C.
Autor: [Edicions Paluzie]
Any de l'obra original: 1938
Altres autors: Imprenta Elzeviriana y Librería Camí, E.C.
Descripció: 1 Mapa, col. -Mapa escolar (en tons vermells). - Conté finestres de: Islas Canarias ; Guinea española ; Sahara español (Río de Oro). [Edicions Paluzie] = mapes dels Paluzie, editats o reeditats per Imp. Elzeviriana i Llib. Camí
Registre: RM.293275
Matèria: Mapes escolars; Mapes
Veure georeferenciat: Array
Editor digital: Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya
Col·leccio digital: Mapes d'Espanya (s. XV-XX), http://cartotecadigital.icgc.cat

martes, 9 de febrero de 2021

La OJE

Este paseo por la Calle 19 de Septiembre le ha dedica varias entradas a la Falange, Flechas y Pelayos, así como a la Sección Femenina, pero no sería un recorrido completo si no incluimos alguna alusión a la Organización Juvenil Española.

Sección Femenina y OJE, en el acto de despedida ante la Diputación Provincial de Fernando Poo, previo a salir de viaje hacia España.

Su presencia fue lo suficientemente importante, como para que llegada la independencia, el 12 de octubre de 1968, el mismo día en que Manuel Fraga Iribarne firmaba en la vieja Santa Isabel el acta por el que nacía una república, se firmaron varios acuerdos.
En concreto, el Convenio cultural entre el Reino de España y la República de Guinea Ecuatorial, en su artículo 10º establecía que "el Gobierno español prestará al Gobierno de la República de Guinea Ecuatorial toda la ayuda posible para la enseñanza y la práctica de la educación física y deportiva, a través de la Organización Juvenil, la Sección Femenina, la Delegación de Deportes u otras organizaciones similares".

En este caso, reproducimos por su interés un artículo de Trocha. Veteranos OJE-Cataluña.
Puedes consultar el artículo completo en: La OJE de Guinea



Retazos de nuestra historia 

Guinea Ecuatorial fue durante unos años colonia y provincias de España. Se llamaba Guinea Española y estaba formada por: Rio Muni y las islas de Fernando PooElobeyAnnobónCorisco y otras más pequeñas. Todos estos territorios están en el llamado Golfo de Guinea (África). Tiene una superficie total de 28.051 Km2. y una población aproximada de 1.015.000 habitantes, siendo su idioma oficial más extendido el español. La presencia y soberanía de España en la colonia (incluidos los años de existencia de las provincias de Fernando Poo y Rio Muni) abarca de 1885 a 1968; año, este último, en que accedió a la independencia y pasó a denominarse Guinea Ecuatorial.

Pues bien, la presencia de la OJE en dichos territorios es bien temprana. Nuestra Organización nacía en el año 1960 y en el año 1962 ya estaba presente en Guinea. Recuerdo perfectamente que en el Campamento Nacional de Mandos de Covaleda, en el verano de dicho año, tenía como compañeros cursillistas a un grupo de guineanos que, por cierto, en aquellos tiempos, llamaban la atención a las mozas de los pueblos próximos, porque nunca habían visto a negritos con el uniforme de la OJE. Calculo que serían entre 10 o 12 acampados, los cuales convivían con el resto en perfecta armonía y con un gran espíritu de camaradería. Uno de ello sabía tocar la guitarra y cantar muy bien. Siempre se le pedía que actuase en los fuegos de campamento.

Esta experiencia de Covaleda resultaría satisfactoria porque, desde entonces, se fueron repitiendo las expediciones de ecuatoguineanos para participar en dicho Campamento Nacional y obtener las preceptivas titulaciones de Mandos Juveniles.

Durante el año 1963 no solo se acudió a la cita de Covaleda, sino que se formó una expedición con afiliados de los tres grados (flechas, arqueros y cadetes), para realizar una visita a la Península, siendo agasajados por diversos organismos oficiales y autoridades, pero sobre todo pudieron disfrutar de la compañía de sus anfitriones: los camaradas de la OJE. Estuvieron en muchas ciudades españolas, parándose principalmente en Madrid y Barcelona.

Este año 1963 cabe destacar, también, las primeras experiencias campamentales habidas en Guinea Ecuatorial. "Mioko", fue el primer campamento donde tuvo lugar un curso de mandos para la región ecuatorial, el cual constituyó un éxito de participación y muy esperanzador por los resultados obtenidos. Los campamentos de Guinea Ecuatorial, ya iniciados en curso anterior, marcan un hito en la historia de la OJE, porque debido a los cambios estacionales, éstos se celebraban en el invierno del continente europeo: diciembre del 63 y enero del 64. La isla de Fernando Poo, y más concretamente "Mioko" fue el primer campamento. Se presentaron 621 solicitudes para cubrir 300 plazas en dos turnos.

Un comentarista de la época decía: “Era increíble ver reunidos a los pamues, bubis, combes, mecombes, hausa, fernandinos, annobonenses y los corisqueños, todos ellos razas étnicas diferentes, junto con europeos e, incluso dos libaneses, tres marroquíes y tres sirios.” Como siempre, en aquel campamento de la OJE todos eran camaradas. El primer Cuadro de Mandos, dirigido por Gonzalo Salvador, estuvo formado por hombres muy preparados, como Fernando Soto, Mario Herrero y otros.

Las actividades propias de la OJE se desarrollaban a partir de entonces con una gran dinámica y toda normalidad. El crecimiento de la Organización ya es un hecho. El año 1966 se inauguró la primera instalación campamental de Rio Muni, concretamente en la pradera de Utonde, y se bautizó con el nombre de "Africa". Guinea ya tiene dos emplazamientos para campamentos. El primer turno de Utonde se celebró del 4 al 21 de julio de 1966. El campamento se organizó con tres sectores diferenciados por grados: sector “Mioko”, para flechas; sector “Bonkoro”, para arqueros y sector “Kilimanjaro”, para cadetes. Sin embargo, ello no fue impedimento para que un nutrido grupo de afiliados acudiera también al Campamento de Covaleda, aquel verano de 1966, para participar en el Encuentro Nacional de Arqueros.

Pero, no solo se participaba en los campamentos, marchas, deportes… nuestros camaradas también formaban parte de la Junta Nacional Juvenil de la OJE, que, aquel año 1966 (de frenética actividad para ellos) se reunió por primera vez, en la ciudad de Ávila.

Tenemos constancia de que existían Hogares de la OJE en Rio Muni y en Fernando Poo. Estos centros tenían una vida muy activa, donde no solo se realizaban las actividades propias de la Organización, sino que servían, también, como lugar de esparcimiento y recreo con celebración de fiestas y bailes apropiados a la edad de los afiliados.

El año 1968 la presencia de la OJE tocó a su fin. Guinea Española se convirtió en Guinea Ecuatorial y, en uso de su soberanía pasó a regir sus propios destinos. No obstante, algún camarada ecuatoguineano nos dejó escritas sus impresiones de su paso por la OJE. Ángel Alongo Nchama nos describe su visita al Campamento de Utonde: “…en mis constantes visitas a esta escuela de vida encontraba siempre en sus playas a la Guinea del mañana. Una Guinea que no era nada, después fue oscura con manchas, luego triste, sola, y que hoy se vuelve esperanzadora, tanto en las noches de luna clara, como cuando el susurro del Utonde invitaba a un buen baño”.

Evidentemente, a aquellos muchachos, camino de hombre, no se les escapaba que España les había dado conciencia de pueblo, de país, superando el ancestral tribalismo, y que la OJE estaba contribuyendo a formarlos para un futuro más prometedor. Así pudo decir el Hno. Mariano Magaz: “Pretendo mirar a través del prisma poético –sin pretensiones de poeta– la cotidianidad de la existencia guineana, para descubrir los múltiples aspectos de optimismo y esperanza que encierran. Apuesto, también, para que el guineano cobre conciencia de los valores de su entorno, cultura e identidad, que le hagan ser más él mismo”.
Francisco C. L. (10/10/2008)



 Filmación de NODO que recoge la visita a Madrid de una escuadra de arqueros de la OJE de Guinea, en julio de 1962. Son atendidos por otra escuadra de arqueros de la OJE de Madrid, que los reciben en el albergue de la Casa de Campo y los acompañan durante la visita a la ciudad. 

Otras fotografías de actividades de la OJE en la Guinea Española

Para saber más:
Crónicas de la Guinea Ecuatorial -> álbum de fotos OJE.
Presencia de la OJE en la Guinea Ecuatorial (del sitio web "Historia de la OJE").
Desde Rio Muni. Revista Magalia de Instructoras Generales de Juventudes.


martes, 26 de enero de 2021

La desconocida calle

¿Recordáis la entrada de El callejero y la memoria histórica?

El pasado 24 de enero, Adzubenam Villullas nos contaba en La Provincia – Diario de Las Palmas:



MEMORIA HISTÓRICA | LOS RESQUICIOS DE LA DICTADURA EN EL CALLEJERO

La capital [canaria] conserva una vía dedicada a Juan Fontán, quien fuera gobernador de la excolonia española de 1937 a 1942 | Participó en el bombardeo de la ciudad de Bata

El 4 de octubre de 1936 el buque Ciudad de Mahón partió del Puerto de La Luz y de Las Palmas con destino a Guinea Ecuatorial, a bordo iba un contingente de tropas que formaban parte del bando sublevado de la Guerra Civil. Diez días más tarde, la embarcación arribó frente a las costas de la excolonia española y tras un intenso bombardeo logró hundir el Fernando Poo, el cual defendía en aquellos territorios el gobierno de la República. El capitán de artillería Juan Fontán y Lobé (Palma de Mallorca, 1894-1944) fue uno de los militares que comandó el ataque. Con un destacado papel en la Guerra Civil y en los primeros años de la dictadura -entre otros cargos, fue gobernador de la Guinea colonial (1937-1942) y diputado en las primeras cortes del franquismo-, este mallorquín conserva una calle a su nombre en el barrio de Schamann de Las Palmas de Gran Canaria, un hecho que ha pasado desapercibido para las distintas corporaciones que han pasado por el Ayuntamiento capitalino.

“Al documentarnos para una de las entradas de nuestro blog empezaron a aparecer resultados en el buscador; una visita con Google Street View nos permitió confirmar que no era ningún error, en Las Palmas de Gran Canaria había una calle con el nombre de Juan Fontán”, señalan sorprendidos a este periódico los miembros del Colectivo Biafra, una asociación de Guinea Ecuatorial que se dedica a mantener viva la memoria histórica de la Guerra Civil española y la posterior dictadura franquista en el país africano -cuya independencia se produjo en 1968 tras siglos de colonización-.

Los del Colectivo Biafra siguieron investigando y descubrieron que el nombre de Juan Fontán seguía sin aparecer en la última revisión del callejero de la capital para borrar los últimos resquicios del franquismo. Maximiliano Paiser, uno de los miembros del Consejo Asesor de Memoria Histórica de Las Palmas de Gran Canaria que elaboró la lista de rótulos a modificar, ha reconocido a este periódico que desconocían “por completo” quién fue este militar mallorquín; “de haber sabido quien era lo habríamos incluido”, aclara.

El historiador Sergio Millares, concejal de Participación Ciudadana de la capital en la pasada legislatura, señala que “desconocía” la existencia de tal calle en la ciudad, pero en este caso sí conoce la figura del militar franquista. “Fue un criminal, vinculado a la represión de la guerra y la dictadura”, explica, “pero su nombre ha pasado desapercibido”, puntualiza. En opinión de Millares el rótulo de Juan Fontán debería incluirse en el listado de calles a ser modificadas. “Se trata de un ejercicio de oxigenación democrática, aquellos que tuvieron un papel directo en el aparato del franquismo, especialmente en su primera etapa, no tienen cabida en el callejero”, sentenció.

Bajo su mandato en la pasada legislatura (2015-2019) el Consejo de Cultura aprobó cambiar los rótulos de las calles Juan Saraza Ortiz -delegado del sindicato vertical en Las Palmas durante buena parte de la dictadura-, del Doctor García Castrillo, y del falangista Mario César; además de Sargento Provisional, Alférez Provisional, Calvo Sotelo y la plaza del General García Escámez. Esta última está situada muy cerca de la citada Juan Fontán, en Schamann. En cambio, aquellas que hacen alusión a batallas como la de Teruel, del Ebro o de Brunete decidieron mantenerlas, “pues allí lucharon y murieron personas de ambos bandos”, matiza Millares. 

Fuentes municipales de la concejalía de Cultura, que encabeza Encarna Galván, han asegurado a este periódico que la Mesa Técnica de Memoria y Patrimonio deberá “consensuar” la propuesta de retirada del nombre de Juan Fontán del callejero de la capital para después pasar al Consejo de Cultura, del que depende su aprobación definitiva. Este organismo municipal no se ha podido reunir en el último año por motivos de seguridad sanitaria por la pandemia; de hecho, todavía tienen pendiente ratificar la sustitución de Juan Saraza Ortíz, Doctor García Castrillo y Mario César por los nombres de la pintora Pilar de Lugo, la nadadora Pastora Martín-Fernández y la escritora Olivia Stone, respectivamente.

La pregunta para la mayoría de los capitalinos sería: ¿Quién fue realmente Juan Fontán? La ligazón de este mallorquín con Las Palmas de Gran Canaria comienza tras la Guerra del Rif (1911-1926), contienda en la que participó como teniente de artillería. Durante la II República fue presidente en la provincia de Las Palmas del partido Acción Popular, miembro integrante de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Fue propietario del periódico Acción, cuyo primer número salió a la calle en abril de 1935. Este rotativo se editaba desde la imprenta del Obispado de Canarias y tenía como “postulados fundamentales” la religión y la patria, según detalla el Archivo de Prensa de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

Fontán participó activamente de la política local durante la República, incluso, llegó a crear una milicia callejera para “oponerse a los desmanes de los que se llamaban republicanos”, según detalla el obituario que le dedicó el diario Falange a su muerte. Un artículo en el que destacaron de él su fidelidad al dictador. “Cuando se inició el Alzamiento nacional [golpe de Estado del 18 de julio] se incorporó inmediatamente”, precisa el texto. A los pocos meses de comenzar la guerra el mallorquín sería designado como capitán para dirigir la expedición a Fernando Poo (isla que forma parte de Guinea Ecuatorial), “con el objeto de que en aquellas posesiones no mandaran los rojos”, puntualiza el periódico falangista.

La travesía para atacar los territorios que conforman la actual Guinea Ecuatorial -por ese entonces única colonia española en el África subsahariana- partió el 4 de octubre de 1936. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre cuántas personas iban a bordo del buque Ciudad de Mahón; según los diferentes cálculos recogidos por el historiador de la Universidad de Huelva José Luis Bibang Ondo Eyang fueron entre 500 y 800 hombres.

“Los sublevados procuraron disfrazar la identificación del buque”, señala el doctorando Bibang Ondo Eyang en su artículo La Guerra Civil en la Guinea Española: un episodio quizá insignificante. Para ello le cambiaron el color y el nombre, pasando a llamarse Ciudad de Macao. Diez días más tarde de zarpar de Gran Canaria, el 14 de octubre, logró acercarse a la bahía de Bata, la capital de la Guinea española continental, todavía en manos republicanas. Su objetivo era el Fernando Poo, otro buque de Trasmediterránea convertido en cárcel para religiosos “y demás simpatizantes de los rebeldes”, indica el experto.

Debido al camuflaje, los republicanos creyeron que el barco estaba allí por otros motivos. “Tan pronto como se acercó el Ciudad de Mahón al Fernando Poo, disparó dos cañonazos contra este último”, señala el historiador. Estos causarían importantes daños en el casco del buque republicano, por lo que terminó por encallar y hundirse. Según los expertos que cita Bibang Ondo Eyang, el 90% de la población blanca de Bata huyó al Camerún francés al estar desarmados, por lo que los sublevados ocuparon así la ciudad.

Los restos del buque semihundido pudieron verse durante años en la bahía de Bata. En aquel ataque murieron nueve personas del bando sublevado y siete del republicano, según el historiador. Tras la toma de la zona, el Ciudad de Mahón zarpó para Santa Isabel -la actual Malabo, capital de Guinea Ecuatorial- con 50 prisioneros, destaca Bibang Ondo Eyang. Muchos de estos acabarían en el campo de concentración que los franquistas habían creado en el lazareto de Gando, junto al aeródromo de Gran Canaria.

Fontán permaneció en el país africano hasta mayo de 1937, momento en el que se incorporó al Cuartel del General Franco en la metrópolis colonial, donde prestó servicios hasta ser designado gobernador de la Guinea Ecuatorial, según subraya el obituario de Falange. Un cargo que ostentó hasta 1942. Pasa a ser nominado entonces Director General de Marruecos y Colonias y, por designación directa del dictador, procurador en las primeras Cortes franquistas. Finalmente, el militar falleció ejerciendo dicho cargo el 14 de julio de 1944. Durante su trayectoria llegó a escribir 13 obras sobre el continente africano y sus gentes, custodiadas ahora por la Biblioteca Nacional.

El Colectivo Biafra señala que “su temprana incursión a Guinea Ecuatorial y su fallecimiento a mediados de los 40 hace que se le haya olvidado”. Sin embargo, la asociación destaca que les resulta “extraño” que el Ayuntamiento de la capital grancanaria “haya mantenido la calle a un golpista que llegó a conformar una milicia en la ciudad durante la II República”.

“Nos faltó tiempo para seguir conformando el listado de calles a modificar”, subraya al respecto Maximiliano Paiser, miembro de la comisión que elaboró el último informe municipal. “Seguramente si analizamos en profundidad todo el callejero saldrán los nombres de este capitán y los de otros que no habíamos tenido en cuenta”, aclara.

Lo cierto es que en uno de los extremos de la calle Juan Fontán se encuentra el colegio Timplista José Antonio Ramos, centro que hasta 2013 se llamaba García Escámez, en recuerdo del general franquista jefe del Mando Económico de Canarias entre 1943 y 1946 y cuyas alusiones públicas están siendo borradas de la ciudad; de hecho, el Ayuntamiento ha anunciado que retirará el busto que hay en su memoria en la plaza homónima en Schamann.

El callejero de Las Palmas de Gran Canaria ha sido revisado en varias ocasiones. Con la llegada de la democracia, durante los primeros mandatos se cambiaron los nombres de las principales calles de la ciudad que hacían alusión a la Guerra Civil y la posterior dictadura. De esta manera, la calle General Franco pasó a ser la avenida Primero de Mayo, la plaza de la Victoria se convirtió en plaza de España, General Mola se rotuló como Mendizabal o la calle 18 de julio -fecha que conmemoraba el golpe de Estado- pasó a ser Quince de Noviembre; entre otras. Además, en 2017 bajo el mandato del socialista Augusto Hidalgo, la ciudad rindió homenaje a dos represaliados por el franquismo durante la contienda, el médico Manuel Monasterio Mendoza y el diputado Eduardo Suárez Morales, al rotular sendas plazas con sus nombres. Ambas están situadas en el Distrito Isleta Puerto Guanarteme. El Ayuntamiento también ha aprobado el cambio inminente de Juan Saraza Ortiz, Mario César y Doctor García Castrillo; en una segunda fase se modificarán otras como puede ser la plaza general García Escámez -cuyo busto situado allí también será retirado pronto-, para poder cumplir así con la vigente Ley de Memoria Histórica. | A. V.

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miércoles, 20 de enero de 2021

El testimonio de un tal Ricardo

En este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, son recurrentes las citas a Juan Rodríguez Doreste sobre su vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazarero de Gando:
«Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora. (...) Y así un día aparecieron por Gando, derrotados, pálidos, con evidentes señales del estrago corporal que les había causado una reclusión que lindaba en infrahumana. Constituían un buen contingente, muy heterogéneo de composición, pero muy homogéneo en la solidaridad, en el buen espíritu. Venían funcionarios caracterizados: el tesorero de Hacienda, el jefe de Correos, el jefe de la Policía gubernativa, el comisario López García, pintoresco personaje, realmente detenido por error, pues no era ni chicha ni limonada, dependientes de la Curaduría, algunos profesionales, cultivadores y finqueros, escritores, un excelente poeta, etc. y la totalidad de la tripulación del Fernando Poo».

Pero no es el único relato que recopila vivencias de los presos coloniales en Gando.

Así, recoge Rafael Tórres en Los Esclavos de Franco que «según testimonio de un tal Ricardo [Sáinz García], abogado residente en Santa Isabel, colaborador del Diario de Guinea y de la prestigiosa Revista de Criminología Forense, recogido por María Manuela de Cora en su libro Retaguardia enemiga, la bestialidad era la tónica del trato de sus captores. Cuenta Ricardo, detenido en los primeros días de la sublevación y mantenido preso sin ninguna imputación formal, que una de las peores torturas era la conocida como "la pena del palo", que se aplicaba por cualquier infracción del reglamento o ante la menor indisciplina. Consistía en situar al penado, erguido, ante un poste en cuyo extremo superior lucía una bombilla, y mantenerlo ahí, de pie, sin dormir, ocho o quince noches seguidas, obligándole durante el día a cumplir el trabajo forzado ordinario. Los compañeros, que asistían al derrumbamiento físico y mental del así castigado, procuraban quitarle parte de la faena, pero sobre la víctima se cernía durante esas jornadas, por parte de la guardia, una vigilancia reforzada. El atrabiliario obispo Pildain, que odiaba a Unamuno, a Galdós y a las mujeres, no reparaba durante sus frecuentes visitas al campo en esas aberraciones que se cometían con los que, a todo trance, pretendía inducir a confesar y comulgar para arrancarles sus pecados».

Palo ubicado en el patio del campo de concentración del Lazareto de Gando en Gran Canaria, recurrente en los testimonios de maltrato. Fotografía cortesía de Fernando Caballero Guimerá, incluida en "Los campos de concentración de Franco" de Carlos Hernández de Miguel.