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sábado, 15 de marzo de 2025

Una de fotografías

Alberto Quintana, exCoordinador General de la Cooperación Española en Guinea Ecuatorial, recordará en su libro Un despropósito Ecuatorial:

Ordenémonos y comencemos por algún sitio. Por ejemplo, por una foto.

 


Tengo conmigo una del puerto engalanado. Es la despedida de los voluntarios franquistas llegados en el Ciudad de Mahón para poner orden en la retaguardia. Los mismos que en Bata habían hundido el Fernando Poo. Bueno, no de todos; porque en el cementerio de Elá Nguema he encontrado dos lápidas pertenecientes a soldados de aquel contingente que murieron acá. Habrá más, seguro.

Los mármoles dicen:

Domingo Artiles Cruz. Voluntario de Canarias. Falleció el 9 - 12 - 1936.

Y Pablo Cutiérrez - ¿será Gutiérrez? - Quintero. Tri. del CRC. AXLR. CD. de Mahón. Falleció el 1-2-37.


La foto está reproducida en un libro publicado por el Ministerio de Defensa que presta mucha atención a la descripción en detalle de las unidades militares. En su página 202. Lo que más llama la atención es que el muelle del puerto está presidido por una, grande y vistosa (en lugar de "libre") esvástica nazi. Y justo un poquito más abajo una pancarta que dice "Arriba España".

Recordemos que cruzada viene de cruz -aunque sea gamada- . Y que "el relato" de aquel tiempo remitía a una cruzada evangelizadora contra polígamos y antropófagos. En palabras de Díaz de Villegas, uno de los que dirigieron aquel cotarro, una raza originariamente viciosa y haragana.

Lo rematará años después Carrero Blanco, cuando le toque explicar la intervención española en Guinea: "…para nosotros, el hombre es, según frase feliz de José Antonio, un portador de valores eternos".

Era el lenguaje (y la ideología -atroz- ) de la época. Con el golpe de Estado el gobernador general había pasado a asumir también la función de jefe del Movimiento. Falange llegaría a tener en Guinea unos 600 afiliados. Dos centurias de ellos eran indígenas. He conocido a alguno de los que las integraron. Todavía recuerdan las canciones:

 

Yo soy moreno de Guinea que por España voy a luchar contra los rojos que la mancillan y que la tratan de destrozar.



Existe una fotografía -otra- en la que aparece un falangista con salacot rodeado de jóvenes negros. Y creo, no estoy seguro del todo, que le corresponde una lápida que también he visto (el tiempo es implacable). Se encuentra en el mismo cementerio de Elá Nguema y está presidida por un yugo y muchas flechas:

"…el Camarada Remigio Ceballos Santiso, Secretario Local de Falange se ausentó a los 28 años de edad. ¡Presente! (...) Te veo entre los luceros (...) ¡Viva España!"



El 26 de noviembre de 1939, en el segundo aniversario de su muerte, Ébano publicó una esquela convocando a una misa en la catedral en honor del camarada Remigio. La noticia que venía a su lado era la organización de un tren especial para asistir a la inhumación de los restos de José Antonio en El Escorial.

Tal vez estas cosas ayuden a comprender que Ignacio Alonso, uno de los líderes en los 90 del grupo neonazi Bases Autónomas, hubiera nacido en Guinea, o que Vox cuente con dirigentes de origen ecuatoguineano.

Falange Española de las JONS (cuya organización había contribuido a poner en marcha Ernesto Giménez Caballero) instalará su sede en una casa de Maximiliano Jones, el fernandino. Una casa que antes nunca había sido habitada porque Jones la construyó para una hija -Mildred- que falleció prematuramente de tuberculosis.




Hoy ese edificio, que está ubicado en el perímetro del palacio de Obiang, alberga una Biblioteca Nacional que no tiene apenas libros

Vinculado a Falange, a la que se apuntaron numerosos fernandinos, nació en 1939 Ébano -el periódico de la esquela- . Los niños aprenden en la escuela el Cara al sol.

viernes, 24 de enero de 2025

Que me muera de tétano...

Hace unos meses publicábamos sobre un poeta de Santa Isabel que acabó en un campo de concentración... Hoy le toca a otro.

El portal Africanidad, nos recuerda el texto "Prisión" de Paco, en el artículo "Francisco Ballovera sigue en prisión sin motivo alguno":

«Hoy he sentido. He sentido en el fondo de mi alma la esencia de mi existencia en este mundo. He sentido y he visto que mi presencia en este mundo es una melancolía. Brutal y áspero para las flores de mayo y octubre. Dogma y sutil de Dios que vela por el espíritu que en mí prospera. He visto asimismo anidar búhos y murciélagos en los ojos y en la chaqueta del déspota. ¡Tírame!, tirano, de la lengua que me muera de tétano».
https://www.africanidad.com/2025/01/francisco-ballovera-sigue-en-prision.html



El texto es el siguiente:


Pero falta el relato de su propia vida: En diciembre la introducía la revista digital colombiana Panorama Cultural con un «La aterradora historia de Francisco Ballovera, un escritor que no sabe por qué está encarcelado en Guinea Ecuatorial Si ésta es la historia de un escritor, no hay mejor forma para ejemplarizarla que una novela: La vivencia de Francisco Ballovera Estrada es -cuando menos- kafkiana. En “El Proceso” de Franz Kafka, Josef K. es arrestado una mañana por una razón que desconoce. Así, el protagonista se ve inmerso en una pesadilla para defenderse de algo que nunca se sabe qué es y con argumentos aún menos concretos, experimentando en sus propias carnes la inaccesibilidad a la 'justicia' y a la 'ley'.

En el caso del escritor Francisco Ballovera, que es originario de la isla de Annobón, aunque ha pasado la mayor parte de su vida en la isla de Bioko; éste se acercó el pasado 22 de julio a la Comisaría Central de Malabo, conocida como Guantánamo, a llevar comida y agua a sus paisanos. Terminada la visita, sin previo aviso fue retenido en la salida y está preso desde entonces.

No es extraño que se acercara a la comisaria, ya que se tratan de sus vecinos y familiares, y como recuerda Daniel Janse -seguimos con la literatura- en su novela “Black Beach”, la comisaría de «Guantánamo está cerca de la ciudad, es fácil para los familiares y amigos de los prisioneros visitarla, trayendo comida, agua y cigarrillos».

Pero ¿Guantánamo? El nombre es una referencia popularmente asentada. Así, un año antes, elDiario.es publicaba cómo «la escritora y activista Trifonia Melibea Obono fue detenida por la policía de Guinea Ecuatorial (…), pero nadie se dio cuenta de ello. La ingresaron en la sede del Ministerio de Seguridad, un sitio con tan pocas garantías que allí todo el mundo la llama Guantánamo».

Son múltiples los relatos. El escritor y cooperante Alberto Quintana cuenta cómo al ir a indagar a finales del 2017 por la situación del dibujante Ramón Esono que había sido detenido arbitrariamente la tarde previa: «Cuando a la mañana siguiente regresamos a Guantánamo, como era fácil de prever, no nos permitieron verlo. Solo pudo pasar un momento su hermana para entregarle algo de comida. En el cuarto donde esperamos había un policía tumbado y vi pasar una rata grande. Después me preguntaron si no me había fijado en las manchas de la pared. Parece que eran de sangre, pero yo no reparé».

Sea por el infausto recuerdo de su homónimo cubano, sea por castiza aliteración sonora vinculado el nombre a la arraigada costumbre guineoecuatoriana de decir ‘aguantando’ cuando de salud quebrantada se trata… la sabiduría popular se refiere a la Comisaría Central como ‘Guantánamo’.

Pero como fuera, en el descenso a los infiernos hacia el viejo presidio colonial de Black Beach, el primer paso es hacer unas noches… en Guantánamo.

¿Seguimos con el kafkiano proceso de Francisco Ballovera? «Oh soledad, soledad… tan trágica y tremenda soledad» publicaba Francisco Ballovera en la revista chilena “Mal de Ojo” hace unos años. Pero lamentablemente, Ballovera no está solo:

Con su inesperada privación de libertad se suma al confinamiento de los annoboneses que, por firmar una nota solicitando el respeto medioambiental en las obras de la isla de Annobón, habían sido detenidos unos días antes. Precisamente a ellos es que había llevado agua y comida momentos antes de su detención.

Francisco Ballovera, además de escritor, es sindicalista de la española Unión General de Trabajadores, ya que es empleado de la Oficina de la Cooperación de la Embajada de España en Malabo. Es miembro también de Somos Más, un colectivo dedicado a generar conciencia ciudadana cuya movilización más significativa fue la organización de donaciones de alimentos durante el confinamiento en la pasada pandemia. Y, desde hace años, es igualmente responsable del área de Cultura e Integración Étnica en el partido opositor Convergencia para la Democracia Social. Pero sobre todo es un poeta enamorado de su isla, a la que evoca en gran parte de su obra, y que se define a sí mismo como artista de la palabra: «soy un poeta que libera su alma prisionera mediante infinitos vuelos y cantos».

¿Seguimos? La lista de detenidos se incrementó los días siguientes, empezando por Paysa Eló Ayeto, cabeza visible de Somos Más y Ángel Obama Obiang Eseng, el abogado de ambos. No se trata de la primera visita de Ayeto a Guantánamo… Alberto Quintana lo recuerda igualmente en su libro, citándole: «la primera vez que me torturaron, (…) me preguntaron sobre ‘el atentado de Obiang’. Me llevaron a la Brigada Judicial, conocida como Guantánamo y en el sótano me colgaron de un andamio con unas cuerdas y empezaron a golpearme con todo lo que tenían a mano».

En esta ocasión, Human Rights Watch reportaba cómo «Al día siguiente, la policía detuvo por 48 horas, sin presentar cargos, al abogado de Ayeto, Ángel Obama Obiang Eseng, líder del partido opositor CPDS. Eseng también es el abogado del poeta detenido Francisco Ballovera Estrada y de varios ciudadanos detenidos por asistir a protestas en la provincia de Annobón».

Quien conoce el carácter bonachón y colaborativo del escritor Ballovera, no puede evitar personalizar su situación, especialmente por lo incomprensible que hubiera sido someter a castigos al buen samaritano cuando socorre al apaleado. Pero siendo un mal de muchos, las protestas -tibias por la incertidumbre- saltan de uno a otro, o se diluyen en la anónima masa de detenidos.

Así, el 24 de julio Human Rights Watch pedía «la liberación inmediata de Francisco Ballovera Estrada y de todos los ciudadanos detenidos arbitrariamente en relación con las protestas pacíficas en la isla de Annobón». A su vez, los escritores aglutinados en PEN América retomaban ese reclamo; «PEN América se une a Human Rights Watch (HRW) para pedir a las autoridades de Guinea Ecuatorial que liberen inmediatamente al poeta Francisco Ballovera Estrada, detenido arbitrariamente y sin cargos hace más de una semana».

Igualmente, desde -la no siempre segura- lejanía de España, diferentes facciones de opositores o el autoproclamado gobierno annobonés en el exilio hacían sus públicas denuncias. En la isla de Bioko, el opositor Convergencia para la Democracia Social y el colectivo Somos Más también levantaron la voz… con el resultado de la detención de Ángel Obama Obiang Eseng y de Paysa Eló Ayeto.

En el caso del escritor Ballovera esa cautelosa apatía choca con su anterior experiencia con los tribunales; ésta se remonta a 2017, por participar en una huelga general del Servicio Exterior español (no hay que olvidar que Francisco es ¿o era? empleado público de la Cooperación Española) para pedir la actualización de sus salarios congelados desde la crisis del 2008. Pese a ser aquella una huelga legal, Ballovera junto a otros compañeros fue duramente sancionado por las autoridades españolas. Finalmente, sendas juezas españolas resolvieron que esas sanciones eran improcedentes, y que -además de improcedentes- habían sido «asombrosamente desproporcionadas». Cerraron sus sentencias recalcando los «exiguos salarios» de los empleados de la Administración pública española en Guinea Ecuatorial. Tras las sentencias, se sucedieron preguntas parlamentarias por Francisco y sus compañeros y las tres principales centrales sindicales (UGT, CCOO y CSIF) en la administración española exigieron el cese del entonces Director de la Cooperación Española en Madrid… que casualmente poco después pasó a ocupar un puesto en una cómoda embajada española del norte de Europa.

Tal vez algún día, Francisco Ballovera cuente ese incidente en un poema. Y por cierto, lo de los «exiguos salarios» no ha cambiado. Pero sorprende que, si en aquella ocasión toda una maquinaria se puso en marcha para corregir una injusticia, cómo es que en ésta permanece muda.

No solo faltan reclamos, también escasea la información: ¿dónde están los presos? ¿dónde está el poeta Ballovera? La familia intuye que a 400km de su hogar, con un océano de por medio. El dibujante Ramón Esono, que en su febril productividad está elaborando también un cómic que incluye a Ballovera, cuenta en una viñeta que «inicialmente lo enviaron a la prisión de Black Beach, en Malabo, (...) a inicios de AGOSTO a la prisión de Oveng Azem, en la ciudad de Mongomo, donde permanece en detención en espera». Coincide con Amnistía Internacional que recogía en el correspondiente llamado a ‘acción urgente’ cómo a su colega Joaquín Elo Ayeto «inicialmente lo enviaron a la prisión de Black Beach, en Malabo, antes de trasladarlo el 13 de agosto a la prisión de Oveng Azem, en la ciudad oriental de Mongomo, donde permanece en detención en espera de juicio.»

Sin juicio, ni sentencia, “The Guardian” recordaba hace un mes que «Once cautivos están recluidos en la prisión de Black Beach en Malabo, una instalación notoria con reputación de abandono sistemático y brutalidad con los reclusos. Otras veintiséis personas, entre ellas el poeta y opositor Francisco Ballovera Estrada, están recluidas en otra prisión de la ciudad oriental de Mongomo, dijeron dos fuentes, y según un activista se les ha negado el acceso a sus familiares y a sus abogados».

No es de extrañar: Alberto Quintana contaba refiriéndose a la experiencia del pintor Esono que «Para ser sincero, yo nunca creí que lo que fuera al final a liberar a Ramón fuese el procedimiento jurídico. ¿Cómo confiar en procedimiento jurídico en un Estado donde la justicia es una ficción legal y la única ley válida “lo que diga El Jefe”?». Premonitoriamente, en abril de 2010 Francisco Ballovera publicó “Prisión” en el primer número de la revista “Atanga” editada por la dupla de Centros Culturales de España en Guinea Ecuatorial:

«Hoy he sentido. He sentido en el fondo de mi alma la esencia de mi existencia en este mundo. He sentido y he visto que mi presencia en este mundo es una melancolía. Brutal y áspero para las flores de mayo y octubre. Dogma y sutil de Dios que vela por el espíritu que en mí prospera. He visto asimismo anidar búhos y murciélagos en los ojos y en la chaqueta del déspota. ¡Tírame!, tirano, de la lengua que me muera de tétano».

O tal vez no era profético… y tan sólo reproducía su vivencia personal en lo que Ramón Esono llamó «la cárcel más grande» al quedar en libertad tras medio año en la prisión de Black Beach.

viernes, 8 de septiembre de 2023

En recuerdo de los cooperantes fallecidos

Hace un tiempo, le dedicábamos dos entradas al potencial turístico del territorio ecuatorial:
En ambas se recogían diferentes experiencias que reflejaban las limitaciones con las que se puede encontrar un viajero.

Por ejemplo, la de Manuel Gutiérrez Aragón:
«La autopista es de fácil circulación, entre otras cosas porque apenas hay automóviles, pero de vez en cuando aparece una improvisada barrera de latas y troncos con un trapo colgando. Son los abundantes controles policiales, en los que normalmente un uniformado harapiento pide papeles y salvoconductos. No contento con esto, termina diciendo: "¿Y qué hay para mí?". Este tipo de controles -sobre todo en la parte continental del país- puede revestir un carácter conminatorio y amenazador. Así se recuerda a la población que solo se mueve por un favor especial de la autoridad».
Hoy, día en que España conmemora su Día de las Personas Cooperantes, resulta inevitable realizar una asociación de ideas (aunque no necesariamente por lo turístico):
En el verano del 2003, una noticia vinculada a Guinea Ecuatorial abría los telediarios. Contaba Europa Press que una cooperante, «Ana Isabel Sánchez Torralba, de 22 años, murió el 1 de julio de 2003 por un disparo debido a que el autobús en que viajaba no se detuvo en un control, colocado en Mbon Ecua, en Mongomo (región continental)».
Tres años después, se publicaba que «a petición de la Embajada española, el presidente Obiang Nguema condenó este hecho. El 2 de septiembre de ese año, un consejo de guerra celebrado en Bata, capital de la región continental, condenó a Jesús Crispín Engonga Ona a 30 años de cárcel. (…) figura entre las 42 personas indultadas el pasado 4 de junio por el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, con motivo de su cumpleaños (…)».

Una historia lamentable, que apenas se recuerda, y que tiene como mudo testimonio una calle dedicada en Ocaña, Toledo.

No será la primera ni tampoco la última cooperante fallecida en Guinea Ecuatorial a lo largo de estas décadas de colaboración binacional. 

Aprovechemos ese primer recuerdo de Ana Isabel Sánchez Torralba para rememorar algunos de ellos.

Tal vez éste fue el incidente más dramático:
El día 2 de enero de 1987 fue una fecha especialmente trágica pues un Aviocar se estrellaba en Bata, perdiendo la vida el capitán Rafael Salcedo Aguilar, capitán Joaquín Castro Rodrigo y el subteniente Evaristo Álvarez Cires (tripulación del Ala nº 35) y los 19 pasajeros que transportaba, 11 españoles y 11 ecuatoguineanos.



Entre otros, los cooperantes españoles: 
− Don Miguel Ruiz Muelas, médico. 
− Doña Carmen Gañán García, religiosa. 
− Doña Angustias López Chamorro, religiosa. 
− Doña Nieves Domínguez, religiosa. 
− Doña Juana Alonso, religiosa. 
− Doña Araceli Moreno, religiosa. 
− Don Rafael Ballesteros, salesiano y profesor en la Escuela de Magisterio de Bata. 
− Doña Rufina Ballesteros, hermana del anterior.
 
Así como los cooperantes ecuatoguineanos: 
− Doña Cristina Ondo Abegue, esposa del ministro de Industria y Comercio del Gobierno de Guinea. 
− Don Fortunato Nzambi Machinde. 
− Don Antonio Esomo, director general de Cooperación Militar. 
− Don Daniel Asumu Mongo, policía de escolta. 
− Doña María Úrsula Bosara, religiosa salesiana. 
− Don Pascual Pobama. 
− Don Justo Mba Aye. 
− Doña María Mangue Esini.


Juan María Calvo, en Guinea Ecuatorial, la ocasión perdida, añadía que «aquel suceso cerró un año especialmente trágico para los cooperantes españoles, plagado de enfermedades, accidentes y muertes, como la del religioso José Antonio Fernández Bolaños, ahogado cuando intentaba rescatar a una monja que no podía regresar a la playa por la fuerza de la resaca».

También en los 80 se produjo el asesinato de Carmen Samaranch Kirner (o Ana Llopart, en Noticia de un amanecer fugaz de Luis de la Rasilla). Ésta había nacido en Barcelona en el seno de una familia acomodada. Tenía 56 años. A los 26, cuando profesó sus votos religiosos, ya había finalizado dos licenciaturas universitarias: Física y Matemáticas. En 1963 se incorporó a su primer destino en Santa Isabel, capital de la provincia de Fernando Poo en la entonces Guinea Ecuatorial Española, donde aún permaneció algunos meses tras la independencia del país en el 69. 

Alberto Quintana, exCoordinador General de la Cooperación Española en Guinea Ecuatorial, recordará en su libro Un despropósito Ecuatorial que «Carmen había trabajado ya en Guinea durante la etapa colonial. Fue de las monjas que tuvieron que salir del país por orden de Macías. 
Otro de los religiosos que compartió aquella experiencia de expulsión fue un jovencísimo Pedro Casaldáliga.»

Destinada a la población gabonesa de Oyem, compartió tareas educativas, sanitarias y pastorales con otras cuatro religiosas: la gallega Josefa Ribeiro, la portuguesa Inés de Sousa y las francesas Marie de Vischer y Brigitte Piaf a las que, a mediados de 1973, se les uniría la joven hermana bordelesa Élise d’Alesme. A principios de agosto del 79, tras el llamado Golpe de Libertad de Teodoro Obiang, retornó a Guinea como miembro del nuevo equipo de cooperantes españoles de la Federación de Religiosos de la Enseñanza. Su principal tarea fue reconstruir la misión católica abandonada de Ebebiyin: un enclave situado en la meseta de Kie-Ntem, un vértice fronterizo con Gabón y Camerún.
«...El viernes dos de septiembre de 1983 Radio Malabo informó de un suceso trágico: una monja catalana acababa de ser asesinada en Ebebiyin. Todos los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia. El diario El País del sábado titulaba en portada: “Una misionera barcelonesa estrangulada en Guinea Ecuatorial”. “La religiosa española apareció estrangulada ayer en la misión de Ebebiyin, en Guinea Ecuatorial, donde trabajaba desde hace cuatro años como cooperante en tareas de educación y sanidad, informó el Ministerio de Asuntos Exteriores...”».
El Informe De la Rasilla al Congreso de los Diputados sobre el Funcionamiento de la Cooperación Española en Guinea Ecuatorial afirmaba:
«...hoy, casi cinco años después, se constata que el asunto ha sido oficialmente olvidado por el Gobierno de Guinea, que jamás abrió ninguna investigación seria (¿podía haberlo hecho?), y por el español que, obviamente, al conocer el trasfondo, optó por el silencio. Tampoco la FERE (Federación Española de Religiosos de la Enseñanza), suponemos que por unas muy calculadas razones, ha querido remover un asunto que dio por zanjado con una nueva mártir. Sin embargo hay evidencias más que razonables para considerar que el asesinato de la Hermana Ana Llopart tuvo un móvil concreto: silenciar a quien a todas luces conocía perfectamente la corrupción que presidía todo lo referente a la abundante ayuda alimenticia internacional regularmente desviada de sus fines... Por todo lo anterior la falta de interés del Gobierno español en aclarar este lamentable asunto no sólo constituye un evidente desprecio a sus ciudadanos, sino, tal vez, un gravísimo acto de complicidad que merecería la máxima atención de esa Comisión parlamentaria».

Y aunque esa pérdida ocurrió tempranamente, al inicio de los programas de cooperación, todavía con motivo del Día del Cooperante de 2016, Javier Poveda incluía un recuerdo a Carmen en su emotivo comunicado como Director del Departamento de Cooperación de Escuelas Católicas.

Unos años después (1995), fallecerá de malaria la sanitaria vitoriana Lourdes Lejarreta Arroyo, mientras se desempeñaba en el Hospital de Kogo con la Asociación Africanista Manuel Iradier. 

Quintana también recogerá un testimonio sobre su fallecimiento en su libro: «...la chica vinculada a la fundación Iradier que mataron en Kogo. La envenenaron. Debió de ser en el 96 o 97. La fundación tenía financiación del país vasco y pusieron 70 millones para el hospital. (...) Lo de la chica de Kogo no fue cosa política sino del administrador.  Debía llevar como medio año o así. Era una persona muy recta y parece que descubrió un desfalco. Los familiares tampoco quisieron reivindicar nada».

Y si a Ana Isabel su ayuntamiento le dedicó una calle, a Lourdes el ayuntamiento de Vitoria le dedicó una escuela de educación infantil y su ONGD otorgó un premio especial en su memoria.

¿Seguimos con el conteo?


«Un hombre -dirá Ciriaco Bokesa en El Patio- de pelo al raso, mirada de quien ve, busca o pone algo detrás de cada cosa que le sale al paso, labios de sonrisa de quien no debe nada a nadie», el Dr Xavier Llobell (papá Pipa) llegó por primera vez a Guinea Ecuatorial en 1965. Volcó su vocación en la población africana, dedicando cerca de cuatro décadas a la guineoecuatoriana. Se jubiló ejerciendo en su consultorio del barrio de Ela Nguema de Malabo, en donde finalmente falleció en 2017.

Con la reducción de los programas de cooperación se reducirán igualmente las incidencias... hasta la irrupción del COVID-19. Probablemente el primer caso -por lo menos entre los cooperantes ecuatoguineanos- será el de Carlos Nvó Obama, trabajador del programa de cultura y desarrollo de la Cooperación española y que falleció en plena campaña de #YoMeQuedoEnCasa.



Carlos Nvó encabeza un extenso listado de 10 cooperantes fallecidos ya fuera por efectos del COVID-19... o por los daños colaterales de la pandemia:

− Doña Anastasia Binohari Meleo
− Don Carlos Nvó Obama
− Doña Dorotea Medico Matomba
− Don Eulogio Villahuete Pelayo
− Don Jerónimo Medina Manresa
− Don Jesús-Gaspar Duana Bayo
− Don Julio Moto Epitie
− Don Rocky Marciano Bueriberi Echuaka
− Don Telesforo Lisso Villalba

En su caso, a falta de calles y monumentos, las publicaciones de la Cooperación Española en el país han incluido una escueta nota de recuerdo.

No serán los únicos, ya que en ese periodo -al cierre del 2021- también se registró el fallecimiento de José Álvaro Fernández Oyarzabal, Albaro, cooperante en Guinea Ecuatorial durante una década de la mano de Berpiztu Elkartea. 
Suya fue -entre otras- la iniciativa de crear un Banco de Alimentos.

El 2021, también falleció en el Hospital de Sampaka Armando Ligero Torres: tercera generación vinculada al territorio ecuatorial (su abuelo, Armando Ligero y García de Araoz, llegó a Guinea en 1906 y obtuvo por su trayectoria la Encomienda de la Orden de África. Y su padre Armando Ligero Morote fue etnógrafo especializado en la cultura bubi, y experto en medicina tropical). Armando nació en Basakato del Oeste y a los diecisiete años se trasladó a la Península. Impulsado por la añoranza, regresó brevemente en 2008. Y en años posteriores -apostando por el potencial de crecimiento del país- se arraigó en Bioko, en donde se le apodaba cariñosamente como "el último bubi blanco". Participaba igualmente de los trabajos de desarrollo social de la ONG Macoelanba.

Pero seguramente se nos olvidan algunos testimonios de entrega y dedicación. No será por falta de cariño, sino por mero desconocimiento. 

¡Un recuerdo!



Y terminado este inciso... volvemos a nuestro habitual paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel.