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jueves, 19 de junio de 2025

De marqueses varios

Fernando de León y Castillo,
I Marqués del Muni

Realmente, no nos aporta nada esta historia, pero os la vamos a contar igual:

Mientras allegados de José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, Senador del Reino y Teniente General de la Marina, pedían en su nombre el título de Marqués de Fernando Póo: «el 21 de julio de 1847 se presentaba a S.M. la reina doña Isabel II, por medio del Ministerio de Gracia y Justicia, un escrito de don José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, teniente general de la Armada y senador del Reino, en el que, tras alegar sus muchos méritos y servicios, pedía para sí y sus sucesores un Título de Castilla, con la denominación de marqués de Fernando Poo...», él niega que lo haya pedido y solicita que se suspenda la tramitación y se devuelva el expediente. En éste se apelaba a méritos propios del general, si bien la elección del marquesado no era casual, al tratarse del hijo del brigadier Joaquín José Primo de Rivera y Pérez de Acal, responsable de la expedición de 1777/1778 tras el fallecimiento del conde de Argelejo.

Eso fue en 1847, y es un movimiento extraño. Probablemente lleve implícita la inquietud por la reafirmación simbólica sobre el territorio, frente al intento de venta a Inglaterra de hacía unos años. Al fin y al cabo, la titubeante expedición de Lerena, apenas había tenido lugar cuatro años antes. 

Y sí, este Primo de Rivera del frustrado marquesado era el abuelo del que fue dictador en la segunda década del siglo XX y bisabuelo del fundador de la Falange.

Del sonrojante y fallido intento del gobernador Faustino Ruiz por ser elegido el botuku de los bubis, en sustitución del rey Malabo, ya ni hablamos.

Pero hubo otro marquesado que sí prosperó, en su caso en reconocimiento a las negociaciones que dieron lugar al Tratado de París de 1900, afianzando el -exiguo- dominio español sobre la franja costera continental. 

Lo cuenta Fernando Bruquetas de Castro en "El sexo y los políticos": 

«En 1879 Isabel II acudió a la segunda boda de su hijo Alfonso XII, celebrada en la basílica de Atocha, sin disimular su aversión a Cánovas. Nunca le perdonó que este hubiese prescindido de ella para propiciar la restauración monárquica. Una década más tarde, en abril de 1887, aún rebrotaba el interés por la unión de los regios cónyuges, a cuyo fin intercedió el nuevo embajador de España en París, el canario Fernando León y Castillo, quien llegó ese año y que, salvo algún intervalo, desempeñó la representación diplomática hasta el año de su muerte en Biarritz en 1918. Durante ese tiempo, a decir de los contemporáneos, fue el mejor amigo que tuvo la reina en Francia, defendiendo con exigua fortuna los intereses de España, y pese a ello, consiguió hacerse acreedor al título de marqués del minúsculo territorio africano obtenido para el país en el río Muni. La reina, para referirse a él, solía acercar sin llegar a unir el índice con el pulgar a la vez que pronunciaba la "u" francesa, como si fuera una "i" latina, dando un evidente acento cómico a sus palabras cuando decía "mi marqués del Muni"».

Es sorprendente que al Embajador le premiaran con un marquesado por la deplorable negociación. 

Especialmente si tenemos en cuenta que su colega, el Comisario Regio, en su viaje de regreso a España se suicidó por la frustración de sólo haber logrado salvar 28.000km en el Tratado de París, frente a los 200.000km que eran el punto de partida de la negociación. Considerando Pedro Jover y Tovar que la comisión que presidía no había hecho sino cooperar a la cumplimentación de un convenio deshonroso, no deseando sobrevivir al mismo, en un acceso de neurastenia aguda puso fin a su vida en el camarote que ocupaba, disparándose un tiro en la cabeza la mañana del 31 de octubre de 1901. Sepultado por las aguas del golfo de Biafra, se puso su nombre a una calle en Almería (se conserva) y el Estado español dio el nombre de “Cumbre de Jover” al pico más alto de los montes Bombananyoko. Su colega el marqués cuenta, a su vez, con su calle dedicada en Santa María de Guía, así como en el antiguo municipio de San Lorenzo en Las Palmas de Gran Canaria, o en el de Veneguera... ; pero lo del callejero y la memoria histórica, esa es otra historia.

Ya que lo preguntáis; sí, actualmente existe un marqués del Muni: En el BOE encontraréis la Orden JUS/2333/2008, de 17 de julio, por la que se manda expedir, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Real Carta de Sucesión en el título de Marqués de Muni, a favor de don Luis Alfonso Ascanio Panyasart, por fallecimiento de su padre, don Alonso Ascanio León y Castillo.

Y, bueno, a otros le salió mejor la jugada: a Antonio López y López, esclavista que redondeó su fortuna con el monopolio de transporte marítimo a Guinea Ecuatorial, le otorgó Alfonso XII en 1879 el título de marqués de Comillas, y en 1881 la Grandeza de España. Sobre él y sus "negros negocios", os contábamos en El Santoral Ecuatoguineano.

O a Antonio Vinent y Vives, marino y capitán de barcos negreros cuyos hermanos José y Francisco tenían factorías en Corisco (la trama esclavista de nuevo...), la reina Isabel II le otorgó el título de marqués de Vinent en 1868. Ambos marquesados están también actualmente en vigor, pero seguro hay más, ya que Isabel II fue especialmente proclive a otorgar marquesados a familias involucradas en el tráfico de seres humanos.

Otros, como veíamos en Preparando el viaje del Ciudad de Mahón, obtuvieron la rehabilitación de viejos títulos tras significarse en la trama golpista del 36. Es el caso de Enrique Pueyo, capitán de la guardia civil y mano derecha del teniente coronel Serrano en los "sucesos" del 19 de septiembre de 1936 en Santa Isabel, que obtuvo la rehabilitación del título de Conde del Val en 1955 y a cuyo nombre hay una calle en Madrid (probablemente por algún ilustre conde predecesor).

Siempre hay excepciones: José Elduayen y Ximénez de Sandoval, marqués de Elduayen, o Joaquín de Arteaga y Echague, duque del Infantado y marques de Santillana, ambos con intereses productivos y comerciales en el territorio ecuatorial, llegaron ya con el título nobiliario. El primero con inversiones en Río Muni, en donde además se involucró infructuosamente en la trama golpista, y el segundo volcado especialmente en las producciones agrícolas de Moca. Suyos eran los toros de lidia de la cabaña ganadera de Moca que emocionaban al aficionado a los toros de Santa Isabel.

domingo, 26 de mayo de 2024

El negro pasado del marqués

Sello de la empresa familiar
No, con "el negro pasado del marqués", en esta ocasión no nos referimos al marqués de Comillas, esclavista y fundador de la Trasmediterránea:

Acaba de publicarse el portal España Esclavista, que en su presentación aclara que "La esclavitud fue una institución muy presente en la historia de España. Hubo centenares de miles de personas esclavizadas, algunas de las cuales sufrieron cautiverio bien entrado el siglo XIX. Y a los dominios americanos de la Monarquía Hispánica llegaron más de dos millones de cautivos africanos que fueron allí convertidos en esclavos. España fue, de hecho, el último país europeo en abolir la esclavitud en sus colonias (en Cuba, en 1886). No hay tampoco que olvidar la notable presencia de comerciantes y de buques negreros españoles en la trata trasatlántica, especialmente durante el siglo XIX. De aquel pasado esclavista se conservan numerosos legados materiales, unos vestigios que están presentes a lo largo y ancho de la geografía española. El objetivo principal de esta web (que estará permanentemente en construcción) es mostrar y poner de relieve los numerosos rastros materiales del pasado esclavista español, los cuales perviven en la actualidad en nuestros pueblos y ciudades. Una página que pretende ofrecer, de manera adicional, diversos recursos divulgativos (legislación, estudios, enlaces a otros recursos accesibles en línea, …) para facilitar un mejor conocimiento del pasado esclavista español."

A través del portal es posible reconocer historias ignoradas, ocultas o edulcoradas.

Por ejemplo la de Antonio Vinent y Vives, marino y capitán de barcos negreros cuyos hermanos José y Francisco tenían factorías en Corisco (la trama esclavita de nuevo...), la reina Isabel II le otorgó el título de marqués de Vinent en 1868. 

Resume el portal: "Nacido en Menorca, en 1809, Antonio Vinent ejerció como capitán de diversos buques negreros (de la corbeta Gloria, por ejemplo), [ En la década de 1830 sus hermanos José y Francisco tenían una factoría en la isla de Corisco, por lo que sus nexos con el tráfico ilegal de africanos esclavizados hacia Cuba fueron muy estrechos.] y luego, en 1842, se avecindó en Cádiz desde donde despachó numerosas expediciones a las costas de África. Trasladó su residencia a Madrid, en 1860, para ejercer sobre todo como banquero. Invirtió parte de su fortuna en fincas agrarias, comprando once cortijos o cotos en la comarca de la Sierra de Segura, en Jaén: cinco en Siles (Arroyo Llano, San Blas, Calar del Mundo, Castro Bayona, Cañada del Villar y Ardacheles), tres en Hornos (La Setera, Pinar de la Fuente de los Perales y San Román), uno en Santiago de la Espada (Torre del Vinagre o Malagón), otro en Benatal (La Hortizuela), otro en La Puerta de Segura (La Vicaria). Compró también la casa de la calle Somera, 36 (en Siles). Senador vitalicio desde 1864, Isabel II le nombró marqués de Vinent, en 1868."

De hecho, Gustau Nerín establece una relación entre el ataque del británico de Dennman en 1840 a las factorías negreras de la zona de Gallinas, Corisco, Ambriz y Cabinda como el revulsivo para que la ciudadanía española y los políticos reclamaran la vuelta al territorio abandonado durante décadas: 

"El ataque de Denman en 1840a las factorías negreras de Gallinas, Corisco, Ambriz y Cabinda, todas en la costa occidental africana, reavivó el interés de la Corona española por la posesión de una colonia en África Ecuatorial. Se pensaba que con un establecimiento permanente en la zona se podría proteger a los barcos negreros y obstaculizar la labor de la patrulla naval británica. El Ministerio de Estado empezó a revolver viejos documentos para intentar recuperar las islas de Fernando Poo y Annobón, cedidas por los portugueses en 1778, pero no ocupadas. Finalmente, en 1843 se envió al golfo de Guinea una expedición, dirigida por Juan José Lerena, para apoderarse de ambas islas. Pero Lerena tenía también instrucciones de establecer la soberanía española en Corisco, fundamentándose en la presencia de factorías españolas en la zona. La expedición de Lerena no supuso la ocupación del territorio, pero sería un precedente básico para el establecimiento de la colonia, en 1858. Una colonia que incluiría Corisco, en honor a la colaboración de los bengas con Vinent y Pons."

En la web del Senado es posible acceder a la biografía del senador Vinent y una gran cantidad de documentos, esquela incluida, pero no hay datos de su pasado negrero.

No fue el único, y el portal España Esclavista permite acceder a más relatos sobre el origen de algunas de las grandes fortunas españolas (marqueses o no, aunque sí hay varios que lo son) o de edificios emblemáticos y patrimoniales. 

En algún momento, habrá que plantearse que las políticas de memoria histórica en España también deben de incluir el reciente pasado colonial.

lunes, 9 de noviembre de 2015

La selva siempre triunfa

Este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hace énfasis en el golpe de Estado de 1936 y sus consecuencias para el África ecuatorial.

Si quieres conocer un poco más te recomendamos la lectura del blog de Antonio M Carrasco especializado en la Novela colonial hispanoafricana:

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA: LA SELVA SIEMPRE TRIUNFA de GUILLERMO CABANELLAS



CABANELLAS, GuillermoLa selva siempre triunfa (Editorial Ayacucho. Buenos Aires 1944. 295 páginas; Ediciones del Cobre. Barcelona 2009. 309 páginas).

El gobernador republicano Gustavo de Sostoa
La II República provocó algunos cambios en el régimen colonial español. Menos de los que pudiera esperarse, por falta de tiempo o de voluntad política. Porque cualquier intento de suavizar el dominio colonial era un paso para la independencia y la República no pretendió nunca la independencia de las colonias africanas. Esto sería consecuencia de la política internacional que España mantuvo. No obstante se hicieron algunos tímidos cambios, empezando por el de autoridades y funcionarios más señalados en Guinea y Marruecos. No todos los cambios fueron oportunos. Por ejemplo, en Marruecos se sustituyeron a los interventores militares del territorio –lo mejor formados de los militares africanistas y los que conocían los idiomas locales- por otros funcionarios que no tenían la preparación suficiente y se aumentó el impuesto llamado tertib que provocó un descontento general. En Guinea se intentó, y subrayo que tímidamente, cambiar algo el régimen de los indígenas. A la colonia tropical llegaron nuevos gobernadores (que yo no eran marinos militares) y algunos funcionarios con ideas nuevas y aires renovadores. Pero igualmente ajenos a la situación de la colonia. En España nunca hubo una escuela colonial en la que se formaran los funcionarios destinados a África. Llegaban allí atraídos por los buenos salarios y la calidad de vida, pero lo desconocían casi todo. No es de extrañar que los gobernadores de Guinea en el siglo XIX, en sus informes, pidieran abandonar la colonia cuando habían sido nombrados para lo contrario. Tampoco es de extrañar que en la bibliografía colonial española no se encuentren obras sobre antropología, etnografía o lingüística. Las pocas que hay son muy tardías.
Durante la II República llegaron a Guinea, como decía, una generación de funcionarios renovadores que plasmaron sus ideas en libros y opúsculos incendiarios. Si en Marruecos no encontramos verdadero anticolonialismo aunque haya antibelicismo, en la Guinea española si vemos un primer anticolonialismo español. Yo diría que el único en cuanto a África española se refiere. Fundamentalmente la crítica a la política colonial se concentra en cuatro publicaciones que enumero:

  1. Misioneros, negreros y esclavos de Emilio Carles (1932).
  2. ¡Esclavos! (Notas sobre el África negra) de Guillermo Cabanellas (1932).
  3. La Guinea incógnita. Vergüenza y escándalo colonial de Francisco Madrid (1933).
  4. Guinea mártir de Miguel Ángel Pozanco (1937).




Emilio Carles no es un anticolonialista declarado, al menos en lo que escribe, pero ataca con dureza la trato al indígena al que se obligada a trabajar y se reclutaba a la fuerza ya que consideraba que era una forma de esclavitud. También ponía su punto de mira en la falta de planes estatales (por ejemplo la educación se dejaba casi exclusivamente a los misioneros) lo que retrasaba el desarrollo de la colonia. El periodista Francisco Madrid se preguntaba si interesaba a la República mantener las colonias o si era una rémora al progreso. Y concluía que tenía dos opciones: o traspasarlas a  otra potencia o cambiar la política colonial. Era un convencido de que la colonia tenía un gran futuro si se cambiaban las estructuras sociales y productivas y confiaba en la labor del nuevo gobernador republicano, Gustavo de Sostoa. Ese gobernador que acabaría muerto en Annobón a manos de un sargento que perdió la cabeza. Pozanco, secretario del Gobierno general al empezar la guerra civil, dirge su censura a los nuevos administradores surgidos tras la guerra. Escribe un apasionado alegato desde su retirada en Camerún, huido para salvar la vida. Son autores que llegaron a la colonia con ideas distintas de las de los viejos coloniales que procuraban que las cosas no cambiaran.
   Pero el más radical de todos fue Guillermo Cabanellas de Torres. Llegó como secretario particular del Gobernador Sostoa. Era hijo del famoso general sublevado en la Guerra Civil y por eso nació en Melilla, sonde su padre estuvo destinado en 1911. Fue abogado y sintió pronto la atracción de la política. Hombre de izquierdas, militó en el bando contrario al de su padre y, terminada la guerra, acabó en el exilio en Paraguay y Argentina. Fue profesor de Universidad, periodista y abogado. Y autor de numeroso obras tanto jurídicas como libros de historia entre los que destacan La guerra de los mil días (1973) o Cuatro generales (1977). Es autor de un opúsculo  -¡Esclavos!- que sorprende por las ideas extremas que defiendo. En España en esa época no había nadie que abogara por la descolonización de Guinea, ni de África. Algunos autores, lo hemos visto, tenían ideas más avanzadas sobre la administración o el trato al indígena y eran muy críticos con la política africana de los gobiernos españoles.  No quería la colonización sino sólo una cooperación cultural y económica. La colonización era un modo de esclavitud. Cabanellas se atrevía a escribir: Va el mundo caminando rápidamente, y los siglos terminan en breves momentos, en los que desaparecen opresores y oprimidos, en una sola masa de hombres, de razas de ciudadanos y camaradas. Pero a ese fin no puede llegarse sin la violencia. La concepción de la violencia como un arma política más que llevó, entre otras cosas, a la guerra civil.

Busto del Dr Cabanellas
en la plazuela del costado Este del Parque España de Tegucigalpa,
entre las avenidas Alfonso XIII y Enrique Tierno Galván.

Cabanellas se sintió atraído por la novela y decidió narrar algunas de sus vivencias coloniales en la obra: La selva siempre triunfa que se publicó inicialmente en Buenos Aires en 1944 y que se reeditó en España en 2009. Pasados los años, Cabanellas no era tan radical y no se ve en la novela los elementos anticoloniales que reflejó anteriormente. Incluso elogia la labor de algunas de las personas que trabajaban allí. En cierta manera, el narrador es el mismo Cabanellas joven que llegó a Fernando Poo y observó muchas cosas que no le gustaron, en especial el trato al indígena. Los resumía en la tragedia de la mujer negra que se educó en Europa, que tenía una cultura superior a la de cualquier blanco, y que era sometía a una segregación mitigada pero que la hacía sentirse diferente. Historia que tenía un origen real y que acabó cuando la cobardía de un blanco que se había prometido con ella impidió la boda. La novela trata de dar una visión totalmente distinta a las novelas de plantación que se publicarán después. Mucho más realista y desprovista del falso pudor y la censura de escritores que le sucederían. Es un libro meditado con un argumento creíble y una fuerte carga de crítica social y política. Libro que pasó muchos años en el olvido, sólo recordado por los aficionados a la historia colonial, y que ha sido reeditado para facilitar su lectura.


Ficha de Guillermo Cabanellas
Centro Documental de la Memoria Histórica,
DNSD-SECRETARÍA,FICHERO,8,C0003368