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lunes, 20 de mayo de 2019

El cementerio musulmán de Musola

En la católica España el núcleo urbano de la capital de Fernando Poo, compuesto por dos
ayuntamientos, se puso bajo la advocación de “Santa Isabel de Hungría" al asentamiento de los colonos europeos y bajo la de “San Fernando Rey” al poblado indígena (actual barrio de Elá Nguema de Malabo). Lo cual no dejaba de ser un guiño misionero y patriótico a los Reyes Católicos.

De hecho,  la Constitución de 30 de junio de 1876 -promulgada por Alfonso XII-, en su artículo 11 establecía:
«La Religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado. La Nación se obliga a mantener el culto y sus ministros.
Nadie será molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por el ejercicio de su respectivo culto, salvo el respeto debido a la moral cristiana.
No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la religión del Estado.»

El periodo republicano supuso una excepción con una Constitución de la República Española de 9 de diciembre de 1931 que estableció el régimen de separación entre la Iglesia y el Estado, al decir en su artículo 3.0 que «el Estado español no tiene religión oficial».

El franquismo acabará de facto con esa aconfesionalidad y lo recogerá en el artículo 6.° del Fuero de los Españoles -ley de 17 de julio de 1945-, que decía nuevamente que:
«La profesión y práctica de la Religión Católica, que es la del Estado español, gozará de la protección oficial.
Nadie será molestado por sus creencias religiosas ni el ejercicio privado de su culto. No se permitirán otras ceremonias ni manifestaciones externas que las de la Religión Católica.»

Procesión en la festividad de la Inmaculada Concepción de 1936, frente a la catedral de Santa Isabel.
El paso con la imagen está escoltado por falangistas uniformados con la camisa azul mahón de rigor, pantalón blanco, zapatos negros, correaje y fusil con bayoneta.
En la fila delantera se reconoce a José García Vidal (primero por la derecha), y Manuel Mendoza la Llave (primero por la Izquierda). En la segunda fila a José Novo Mediano (segundo por la derecha), junto al paso de la virgen, Ramón Cerdá Rovira (tercero por la derecha), al otro lado del paso.

De hecho, Francesc Tur en España en Guinea Ecuatorial: ¿Una colonización ‘Light’? nos recuerda que «La primera norma local emanada del Gobierno general de Guinea bajo control de los franquistas está referida a la toma de medidas contrarreformistas y se limitaba a aplicar lo dispuesto en la real orden 482, de 26 de julio de 1928, en relación a la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en las escuelas y la exhibición de símbolos religiosos».

¿Pero era católica la población de Fernando Poo?

Aparte de las creencias autóctonas, Gonzalo Álvarez Chillida aclara en Misión católica y poder colonial en la Guinea española bajo el gobernador general Ángel Barrera (1910-1925) que «desde la década de 1840, estaban establecidos en Fernando Poo los misioneros baptistas británicos, sustituidos desde 1870 por los metodistas, y en la costa continental los presbiterianos estadounidenses. Estos últimos lograron establecer pequeñas pero sólidas comunidades, dirigidas en su mayoría por pastores nativos, y los metodistas hacían progresos entre los bubis, mientras que en la capital la mayoría de los criollos fernandinos era protestante. Desde su llegada, los claretianos intentaron que se prohibieran las misiones protestantes y lograron que se cerraran sus escuelas y no se les permitiera usar campanas».

El monopolio católico igualmente estaba cuestionado por la presencia de musulmanes en el territorio. Ilustración Popular en su edición del 22 de febrero de 1936 le dedica un artículo a los Haussas y Yaundes: «En 1916, durante la gran guerra, cuando el ejército colonial y la población civil blanca del Camerún alemán, cruzando el río Campo, se refugiaron en nuestro territorio ante el empuje arrollador de las huestes senegalesas y sudanesas que operaban por cuenta de los aliados, llegaron a Fernando Póo los primeros haussas, unos atraídos por el buen negocio que podían hacer con los diecinueve mil fugitivos, y otros acompañando simplemente a los oficiales alemanes a cuyo servicio estaban».
La comunidad hausa crecía paulatinamente, y como recuerda Fernando el Africano «en los años 1942, el rey Hausa de la ciudad paseaba por la ciudad con un caballo protegido con un mosquitero».
Sara Núñez Torres lo recoge igualmente en La tierra de Bisila: «En Santa Isabel había todo un barrio hausa, de hombres morenos, de negro negrísimo, altos, escuálidos, vestidos con ropajes blancos o azules que llegaban hasta el suelo, y tocados con un bonetillo de tela bordada. Todos ellos profesaban la religión musulmana y se dedicaban a la compraventa de artículos de ébano y marfil, traídos desde el continente».

Pero estamos en la Calle 19 de Septiembre, y nos interesa especialmente la historia de las tropas indígenas traídas del norte de África con motivo del golpe de Estado de 1936:

Como ya se ha tratado anteriormente, en el Ciudad de Mahón que bombardeó Bata y hundió el Fernando Poo el 14 de octubre de 1936, viajaba un Tabor de Tiradores de Ifni (310 hombres, de los que 302 eran moros, según J. Ramírez Copeiro en “Objetivo África”). Y éste permaneció en el territorio hasta mayo de 1937.

Poco después, el 18 de marzo de 1942, tras el incidente de la Duchessa d’Aosta en el puerto de Santa Isabel, y ante el temor de entrar en guerra, desembarcaron del Dómine dos compañías del 6º Tabor de Tiradores de Ifni, constituidas por 100 europeos y 330 marroquíes. Con el tiempo, se incrementarían hasta los 2.100 hombres (1.300 europeos y 800 moros).

Esta cantidad de musulmanes supuso incluso la creación de un cementerio musulmán en Musola, aprobado el 20 de diciembre de 1943 por el subgobernador Rufino Pérez Barrueco.

«Los soldados moros -cuenta J. Ramírez Copeiro- fallecidos y enterrados con arreglo al rito musulmán, podrían ya disponer de un recinto totalmente cerrado con murete de piedra y una mezquita de bella cúpula a la entrada. El viernes 25 de febrero de 1944, el nuevo gobernador, Juan Mª Bonelli Rubio, visitó el Campamento de Musola para saludar a las fuerzas del Tabor de Ifni allí acampadas y hacerse cargo del cementerio musulmán, ante la próxima repatriación de la unidad. De estilo puramente árabe, el cementerio se alzaba en el monte situado a la izquierda de la entrada al campamento, destacando su blanca silueta del verde frondoso del bosque y sobresaliendo de su mezquita un esbelto minarete coronado en su cúpula por tres bolas, en la última de las cuales se mantenía erguida en el aire la media luna del islam. Dentro del recinto, en blancas sepulturas, reposaban los cuerpos de los 8 soldados moros fallecidos del Tabor».