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sábado, 16 de diciembre de 2023

Prometido viaje...


Recoge La Vanguardia en Los tres únicos viajes de Franco «Franco tuvo que hacer un largo recorrido para ponerse al frente del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, pero quedó curado contra los viajes largos, sobre todo al extranjero, y particularmente en avión. Aunque esta apreciación no está bien documentada, no consta que haya vuelto a volar después del periplo del Dragon Rapide entre Las Palmas, Casablanca y Tetuán. Alguien escribió que prefería moverse bajo palio a subirse a un avión (…). Cuando acumuló poder, se lo pensó mucho más. Únicamente pisó tierra extranjera otras tres veces, y sin distanciarse mucho de las fronteras españolas. Su fobia al avión nunca fue reconocida por sus defensores, pero resultaba evidente. Los más próximos opinan que las muertes de sus compañeros José Sanjurjo y Emilio Mola en accidentes aéreos habían propiciado su rechazo a volar». 

Canarias, los territorios del norte de África, Hendaya, Lisboa (con escapada al santuario de Fátima) y Bordighera, una población de la Riviera italiana, con parada en el Montpellier de Vichy.

No hay constancia de otros viajes. Pero… ¿y al territorio ecuatorial? ¡Casí! 

Y es que, mientras Carrero Blanco acumuló millas por mar y aire a Guinea, Franco nunca llegó a Santa Isabel pese a que así se lo habría prometido a su primo Juan Fontán y Lobé (el mismo al que el alcalde -su cuñado- le puso una calle en Las Palmas de Gran Canaria) cuando le nombró Gobernador General y Jefe Provincial de FET y de las JONS:

«Diles a todos los que trabajan en Guinea, que, es tanto lo que me interesan sus problemas, que en cuanto termine la guerra, y las circunstancias me permitan salir de España, mi primer viaje será para ir a la Colonia». 

Te lo cuenta en portada "Frente Nacional - Semanario Colonial de la España Nueva", cabecera que acabará siendo el periódico Ébano, y que se imprimía en la maquinaria del "Defensor de Guinea", expropiado tras el 19 de septiembre de 1936 por su sintonía con el Frente Popular de Santa Isabel.



«Cuando me despedí en Burgos del Generalísimo antes de venir a tomar el Gobierno de esta Colonia, cuando tantas ilusiones, cuando tantos proyectos afluían a nuestros labios, oí de los suyos unas palabras que yo quiero que todos los coloniales conserven grabadas en su corazón. (…) Y esto -explicará Fontán en La Guinea Española- que es un honor incalculable para todos, es también una obligación que contraemos, pues tenemos desde este momento que empezar a trabajar para que, cuando ese día llegue, le podamos presentar una colonia digna del forjador de la España Imperial, digna del Salvador de España, del vencedor de Badajoz, de Málaga, de Toledo, de Bilbao, de Santander, de Oviedo, de ese hombre providencial que Dios ha dado a España para salvar la civilización cristiana. Que todos nos demos cuenta de la trascendencia del momento actual, que todos nos agrupemos sin divisiones ridículas en un apretado haz de flechas que sean nuestras voluntades para que, reunidas por el yugo de! trabajo, nos lleven a una realidad esplendorosa para la Colonia, base del futuro Imperio de la España Una, Grande y Libre. ¡Arriba España! ¡Viva España! ¡Franco, Franco, Franco! ¡Viva la Guinea Española!»


Todavía en octubre de 1950, Leoncio Fernández Galilea, el Obispo titular de Ariaso y Vicario Apostólico de Fernando Póo, ira al encuentro de Franco en el puerto de La Luz de Las Palmas de Gran Canaria reiterando infructuosamente la invitación.

Y el Consejo de Vecinos de Santa Isabel, atesororará en su caja fuerte la llave de la ciudad, «En las actas [del ayuntamiento de Santa Isabel] se recogían acuerdos de honores a personas destacadas. (...) La primera consecuencia del Reglamento fue la concesión al Caudillo, de la primera Medalla de Oro de la Ciudad. Está en la Caja de caudales en espera de que algún día pueda serle entregada con todo honor».

jueves, 7 de diciembre de 2023

El caso Cuenca

Victor Sanz, en "El exilio español en Venezuela", recoge un interesante relato:

Manuel Cuenca

El Ferrol 1882-Caracas 1958

Padre de los anteriores. Ingeniero químico industrial. Ocupó el cargo de jefe de las azucareras de Zaragoza y del Servicio Agronómico de Fernando Poo [y por lo tanto, parte de las autoridades que integran estatutariamente el Patronato Indígenas], en la Guinea Española, donde se encontraba al inicio de la sublevación. Pidió permiso para salir de vacaciones y cuando el barco en que viajaba pasó por Lisboa, se quedó y fue a España, poniéndose a las órdenes del gobierno republicano. Fue designado jefe de laboratorios del Servicio de Inteligencia. Con el fin de la guerra en Cataluña salió para Francia, durante la ocupación alemana fue detenido por los nazis y le enviaron al campo de concentración de Buchenwald hasta el fin de la guerra. Regresó a París y de allí vino a Venezuela , estando gobernando la Junta Cívico-Militar, con Betancourt de presidente. Al exiliarse a Venezuela, logró un puesto de profesor en un liceo de Boconó, Estado de Trujillo. 

Siguió trabajando un tiempo más, pero por razones de salud se vio obligado a retirarse. O.R.V. , Informante, Fernando Cuenca (hijo).

De ser así, tendríamos el 6º confinado en un campo de concentración nazi (Buchenwald), vinculado al territorio ecuatorial, que se sumaría a Isidro Álvarez (Laufen), José Epita Mbomo (Neuengamme), Fernando Fernández Lavín (Mauthausen), Otto B. Löbig (Dachau) y Carlos Grey Molay (Mauthausen).

Hay poca información accesible sobre el periodo africano de Manuel Cuenca, si bien es cierto, que "La Guinea Española" recoge un viaje (1935) del capataz Manuel Cuenca en el vapor Legazpi. 

Tiene también la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Las crónicas dicen que el ingeniero químico Manuel Cuenca Vázquez era natural de Ferrol, nacido el 3 de octubre de 1882, e hijo de un general de la Guardia Civil. Titulado en Bélgica, es un alma errante: a lo largo de su vida profesional, habría trabajado en Zaragoza, Paraguay, Cuba, Fernando Póo y finalmente exiliado en Venezuela, pasando por Francia y Alemania. 
Iniciado el conflicto armado, tras el triunfo del golpe de Estado en Santa Isabel, escapa de Fernando Póo con la excusa de disfrutar de sus vacaciones reglamentarias, incorporándose a la España republicana como Director del Laboratorio del Departamento de Información del Estado, y más tarde en el Laboratorio Químico del Ministerio de Defensa Nacional. Caído el frente catalán, participa en la retirada al territorio francés, sufriendo sucesivos internamientos en los campos de Argelès-sur-Mer, Bram, Montolieu, Septfonds y Montauban. Pedirá infructuosamente refugio en México, hasta que con la invasión alemana de Francia será confinado por los nazis en el Campo de Concentración de Buchenwald. Tras su liberación, se exiliará a Venezuela, en donde paulatinamente se irán reagrupando sus hijos: Fernando, Juan, y María Teresa Cuenca. 

Faltaría tan sólo Luis [Victoriano] Cuenca Estevas. No les acompaña tampoco la madre de éstos, Soledad Estevas Fernández en el exilio venezolano, ya que se habrían divorciado en 1938.

Los 4 hermanos cuentan con mucha historia, os lo contamos en gallego (para variar):
  • Femando Cuenca. Vigo 1918. Capitán republicano. Presenciou as negociacións de rendición notificandoas ás forzas na estrada de Estremadura. Agachado en Madrid fuxe a México e en 1947 chega a Venezuela. 
  • Juan Cuenca Estevas. Ourense 1914. Milita nas Juventudes Socialistas. Realiza traballos de intelixencia. Condenado a morte. Fuxe e chega a Venezuela en 1952. Abre a libraria "Europa". 
  • Maria Teresa Cuenca de Tejero. Vigo 1913. Secretária de Indalecio Prieto e do ministro do Aire Hidalgo de Cisneros. Reclamada radialmente polo réxime de Franco fuxe a Franza en 1940 e posteriormente chega a Venezuela. A desaparición por parte da policia do seu fillo fixo dela unha figura pública. Traballaba no IVSS coma secretária e moraba na urbanización Los Caobos. O su fillo, Alejandro, nado en 1940, chega a Venezuela en 1957. Militante da Juventud Comunista, en 1967 é detido nunha rúa céntrica polo Servizo de Intelixéncia das Forzas Armadas. É desaparecido e presumibelmente morto por mor das torturas. 
Luis, que habría fallecido en Somosierra pocos días después de dar inicio la guerra civil, es conocido por formar parte del grupo que asesinó a Calvo Sotelo.

José María Zavala lo recoge en "Los expedientes secretos de la Guerra Civil", a través de la declaración de su hermano Juan:

Hace un año me nacionalicé venezolano, sin perder la nacionalidad española. He venido ahora a España, con mi familia, por asuntos particulares. Resido accidentalmente en Madrid, en la calle del General Álvarez de Castro número 1.
Mi hermano es Luis Cuenca Estevas, que en el libro de la Causa General aparece con el nombre de “Victoriano”. Mi hermano nació en La Coruña, en 1910 o 1911, hijo de nuestros padres Manuel y Soledad. Nuestro padre era ingeniero industrial. Éramos una familia de clase media; mi hermano cursó el Bachiller y se presentó más tarde a unas oposiciones, que no ganó, al Cuerpo de Aduanas.
Reveses de fortuna obligaron a mi padre y a mi hermano Luis a marcharse a Cuba en 1928, donde tuve noticias de que Luis anduvo envuelto en los jaleos de los estudiantes que ocurrieron en La Habana en aquella época, aunque ignoro si fue durante la Presidencia de Machado o con posterioridad a la misma.
Mi padre y hermano regresaron a España en 1932, pero muy poco después mi padre volvió a marcharse de España al Gran Chaco, entre Bolivia y Paraguay. Mi hermano Luis se afilió a las Juventudes Socialistas con marcada inclinación a la figura de Indalecio Prieto, a quien acompañaba en todos los mítines en que éste intervenía, asistiendo también a los que iban Fernando de los Ríos y Besteiro.
Mi hermano Luis vivía con entera independencia de mí, quizá influido por disgustos familiares –y no por causa mía–, que no vienen ahora al caso mencionar, y por eso no tenía noticia muy exacta de la vida que llevaba. Ignoro cuáles fueron sus medios de vida en aquel entonces, aunque tuve noticia de que tenía unas representaciones y después que estuvo trabajando en un sindicato.
Sí sabía la estrecha amistad que unía a mi hermano Luis con el teniente Castillo y la que tenía, aunque más superficial, con el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés, afines a sus ideas. (...)

 




lunes, 4 de diciembre de 2023

Investigación sobre la colección de Miguel Núñez de Prado

Contábamos en El caso del viejo Gobernador que murió descalzo cómo tras su desaparición, su viuda y primera esposa se encontró en un kafkiano laberinto para certificar su defunción (pese a que la lógica de la Navaja de Ockham era perfectamente aplicable a este caso) y cobrar una eventual pensión de viudedad. Según la Real Academia de Historia: «Finalizada la guerra, su viuda Aurora Bermejo inició un auténtico peregrinaje tratando de determinar el estado legal de su esposo para, confirmada su desaparición o muerte, poder solicitar la pensión de viudedad, pero no lo consiguió. El Ejército, que siempre ha atendido a sus viudas de manera ejemplar, no cumplió con ésta, a la que entretuvo mareándola con respuestas e interminables trámites incoherentes y carentes de interés». 

Su segunda esposa Maria Luisa Baux, que con la anulación de la ley de divorcio carecía de respaldo legal para una hipotética pensión, el octubre del 1936 -antes de emprender el viaje al exilio- vendió el patrimonio familiar a la Generalitat de Cataluña para su inclusión en la sección etnológica del Museo de Arqueología de Cataluña. Posteriormente, el conjunto fue trasladado al Museo Etnológico y Colonial, creado al final del 1948 y precedente del actual Museu Etnològic i de Cultures del Món.


Tras el fusilamiento del viejo Gobernador, a su viuda le negaron durante años (hasta 1944) la pensión por carecer de certificado de defunción. «Su mujer, que se encontraba en Barcelona, ​​vendió la colección de objetos de Núñez de Prado en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​y fueron incorporados a la Sección de Etnografía del Museo de Arqueología, bajo el nombre de 'colección de Arte Negro, armas y vasijas de los indígenas de Fernando Poo'. Ésta fue una de las colecciones que constituyeron los fondos del Museo Etnológico de Barcelona, ​​1948».

El pasado noviembre, el Museu Etnològic i de Cultures del Món, nos propone releer los antiguos fondos e investigar sobre la colección de Miguel Núñez de Prado.


Miguel Núñez de Prado en una finca de Sampaka (Bioko),
primera hilera, segundo por la izquierda.


Tal como informaba el diario La Humanidad del domingo 14 de julio de 1936 durante el día anterior el general Miguel Núñez de Prado había visitado en compañía de Lluís Companys y otras figuras principales del mundo político y militar el entonces todavía aeródromo del Prat del Llobregat. Nadie de los presentes debía de imaginar que poco más de un mes después, el general desaparecería entre los engranajes de la máquina represiva de los militares golpistas. Este final abrupto marca el inicio del periplo de uno de los conjuntos patrimoniales más interesantes que conserva lo MuEC.

Miguel Núñez de Prado y Susbielas había nacido a Montilla (Córdoba) en 1882 dentro de una familia de larga tradición militar y con ciertas aspiraciones nobiliarias. Integrado al ejército desde muy joven llegó a ocupar el grado de general de división y además, entre 1926 y 1931 el cargo de gobernador general de la entonces colonia de Guinea Española. Esta nueva denominación agrupaba la isla de Fernando Poo (actualmente Bioko), Annobon y Corisco con el territorio continental de Rio Muni, finalmente “pacificado” y efectivamente ocupado por los españoles en estas fechas. A lo largo de su mandato fue acumulando una amplia gama de objetos africanos y particularmente del pueblo fang.

Al poco de su asesinato, y a través de un itinerario que todavía hoy no se sabe con certeza, las piezas acabaron en manos de la Generalitat de Cataluña. Perdemos la pista de este conjunto de piezas guineanas hasta la fundación a final de 1948 del Museo Etnológico y Colonial. En este momento y con la intención de dotar de fondo museístico la nueva institución se realizaron una serie de depósitos provenientes de las colecciones africanas, filipinas y extraeuropeas en general que los museos barceloneses iban acumulando desde los fines del siglo anterior.
El MuEC inicia este proyecto de investigación sobre una parte de su colección como primer paso de un proceso de necesaria reflexión crítica sobre el origen y las formas de adquisición de las piezas que conservamos, así como de profundización en el conocimiento del contexto en que fueron fabricadas, utilizadas y finalmente extraídas. 

Releer este conjunto patrimonial nos obliga a repensar también el marco colonial de donde provienen. Al mismo tiempo, nos tenemos que interrogar sobre el papel de estos objetos en la trayectoria histórica del museo: si fueron obras exhibidas o si permanecieron cerradas en los almacenes o qué grado de protagonismo y reconocimiento lograron. La misma materialidad y forma de los objetos no puede de ser ninguneada. La demanda europea de toda dirige piezas “tribales” y obras “de arte negro” espoleó desde bien pronto una producción artística destinada a los extranjeros que en algunos casos, como el escultor ioruba Olowe de Ise y su escuela presente en la colección de Núñez de Prado, llegó a un alto grado de apreciación. Esta circunstancia deriva al cuestionar la autenticidad de las obras de nuestro fondo y también nuestra misma idea de autenticidad.
De toda esta reflexión esperamos poder ofrecer una lectura diversa y crítica de nuestra colección que contribuya a superar las permanencias coloniales de nuestra sociedad.

Y como curiosidad, el 4 de diciembre se informa que:

Posiblemente, los visitantes del museo habrán notado en los últimos días la ausencia de algunas piezas en la sala dedicada en el pueblo fang. Unos carteles en el interior de la vitrina suplen momentáneamente la presencia de tres eyema byeri. Durante este pequeño descanso, los objetos han sido trasladados a las dependencias del Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña (CRBMC) dónde serán objeto de una serie de estudios analíticos que nos ayuden a entender mejor su fabricación y sobre todo su trayectoria desde la elaboración hasta nuestros días.

Uno de los elementos del arte tradicional africano a que los expertos han prestado una mayor atención ha sido la pátina exterior de los objetos. Las características de la superficie exterior de los objetos, evidencia de su uso, a menudo se ha considerado la principal prueba en la hora de juzgar la autenticidad de una obra. Por esta razón, ya desde el inicio de la colonización europea se produjo una creciente demanda y apropiación de objetos tradicionales africanos por parte de los misioneros, militares y administradores blancos. A veces, la respuesta de los diversos pueblos africanos fue fabricar piezas que mediante la mezcla de tradición y novedad satisficieran el gusto europeo por el exotismo y pretendido primitivismo africano.

Los especialistas del CRBMC realizarán el fotografiado con luz rasante de las piezas y bajo luz ultravioleta, para identificar las posibles refacciones, repintados y restauraciones. También se harán radiografías así como la identificación de la madera utilizada y la composición química de las capas de las superficies.