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viernes, 14 de abril de 2023

Primer aniversario

El artículo La II República, ¿o la llegada de un mesías para los olvidados territorios españoles del Golfo de Guinea? de José Luis Bibang Ondo Eyang relata cómo fue la adhesión del territorito ecuatorial a la II República:

Por la tarde del 14 de abril de 1931 se proclamó en España la República. Si no insólito (ya que se trataba de la II República), sí se trató de un hecho histórico que no dejó impasible a nadie. En la misma tarde, el presidente del Gobierno Provisional, Don Niceto Alcalá Zamora, envió un radiograma al gobierno colonial, resaltando el clima y el ambiente pacífico en que se habían desarrollado los hechos: «Presidente de la República a Gobernador de Guinea. -Tengo el honor de participar a V.E. que el gobierno de la República sin el menor incidente, con el aplauso entusiasta del pueblo y la cooperación leal y respetuosa del ejército, guardia civil y fuerza de orden público, se ha posesionado del poder en esta tarde sin choque alguno con el régimen a extinguir, antes bien previa cordial conferencia con el anterior ministro de Estado, que representaba a aquel [...]». Las autoridades coloniales, en tanto que funcionarios públicos, tenían pocas opciones ante el radio del gobierno metropolitano. O acataban el nuevo régimen o dimitían. Al día siguiente, a las 13:30 p.m., la Junta de Autoridades coloniales se reunió en una sesión extraordinaria en la que se adoptó un comunicado manifestando su adhesión al nuevo régimen en los siguientes términos: «Recibido radiograma V.E. nº 25. -Reunida la Junta de autoridades acordó unánimemente respetar y acatar el nuevo régimen, enviando a V.E. gobierno atento y respetuoso saludo y un ofrecimiento leal colaboración, felicitándole de que trascendental suceso se haya realizado sin luchas ni violencias, por acto legal voluntad popular». Dos días después, en una concentración pública organizada en la ciudad de Santa Isabel a tal efecto, Don Pedro Amilivia, entonces presidente del Consejo de Vecinos de la capital, leyó un escrito que concluía con las siguientes palabras: «Yo espero que así seguirá [refiriéndose al ambiente de paz en que se han desenvuelto los hechos en la metrópoli] hasta su completo término la evolución y recordando que el nuevo régimen tiene por bandera la libertad, es su culto la justicia y como norma los derechos del hombre, estudiará los problemas coloniales con todo cariño, con toda voluntad, cooperando todos para conseguir una colonia rica y espléndida, trozo de una patria espléndida y más rica» (...).

Además de las declaraciones de las altas autoridades, todos los Jefes de Servicios y oficiales debieron prestar “voluntariamente” una promesa de adhesión a la República. Se utilizó la fórmula siguiente: «Prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con armas».

Sobre las reacciones, expectativas y contradicciones entre la población local merece la pena repasar el resto del artículo de Bibang.

Pero con respecto a la aparente tranquilidad y consenso entre los colonos, además del indicador de ausentarse el obispo de la colonia en la sesión extraordinario de la Junta de Autoridades Coloniales, de la que era miembro nato por su condición de presidente del Patronato de Indígenas, tan sólo una anécdota en el primer aniversario de la República:

Cuenta Tomás L. Pujadas en La Iglesia en la Guinea Ecuatorial, Fernando Poo que

El primer aniversario del advenimiento de la república coincidió con el día de viernes santo y naturalmente fue necesario celebrar una recepción oficial en el palacio del gobierno con su inevitable servicio de bocadillos anticlericales, es decir, de jamón en día de abstinencia.

Las señoras más detallistas, cayeron pronto en la cuenta y se contentaron con beber gaseosas u horchata. Los caballeros, más despistados o más cobardes religiosamente hablando, tomaron gentilmente su respetable bocadillo.

Pero he aquí que a un republicano de los presentes, seguro de la autoridad que le daba su antiguo reconocido republicanismo, se sacó del chaqué un carnet republicano con borla de oro y dijo con suficiente voz para que lo pudiesen oír todos los come-jamones: "En toda España sólo somos cuarenta los que tenemos esta clase de carnet, entre ellos Azaña; los republicanos de primera hora. Pues bien, sepan que yo guardo abstinencia sin que mis convicciones republicanas se resistan”. Bastó esto para que muchos de los que ya estaban mordisqueando el bocadillo lo echaran disimuladamente debajo de la mesa, para que se lo comieran los gatos, los cuales no estaban obligados a la ley de la abstinencia.

Aunque Pujadas se lía con las fechas, ya que el 1er aniversario no cayó en Viernes Santo... (ese año Viernes Santo fue un 25 de marzo, fue en el segundo aniversario en el que coincidió), en cualquier caso, tan sólo unos días antes del aniversario, La Guinea Española aleccionaba a los come-jamones publicando un fragmento de una canción popular:

Vengo a acusarme, mi Padre, 
De que he comido jamón
¿Será por tener la Bula?
No que fue con tenedor.

Días después del supuesto incidente, cerraría un extenso artículo con un lapidario «y cuando oigáis o leáis que la Misión Católica quiere acapararlo todo, Junta de Autoridades, Patronato, Consejo de Vecinos, etc, tened compasión y lástima de esos pobrecillos que no saben lo que hablan, ni entienden lo que escriben; de lo contrario tendríamos que llamarlos embusteros con el diccionario de la Academia Española».

Todo ello precedido por un debate entre El Defensor de Guinea y La Guinea Española tras la publicación por ésta última de una reflexión de cómo Managua quedó arrasada en 1931 por un terremoto como castigo divino por las políticas laicaizantes, especialmente en el ámbito educativo.

En cualquier caso, sirva la anécdota como ejemplo de cómo la tranquilidad ecuatorial era sólo aparente, y había un soterrado pulso. También lo visibiliza José Luis Vila-San Juan en El curioso alzamiento en Guinea, cuando años más tarde se encontraría «la población, al decir de las izquierdas, dividida en laicos y clericales, es decir, los pertenecientes al Frente Popular y los "terratenientes del Casino"».

Y... ¿quién sería ese republicano de primera hora? Dos históricos del republicanismo hubo en el territorio ecuatorial que participaron en la sublevación de Jaca: Rafael Rodríguez Delgado, primer presidente del Frente Popular en Fernando Póo, y Guillermo Cabanellas, Secretario del Gobierno General de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea. 

Tal vez hubo incluso un tercero; el capitán de corbeta Servando Marenco, responsable de la sublevación en Lérida y amigo personal de Fermín Galán, participó en la operación postmaster en el puerto de Santa Isabel durante la II Guerra Mundial. Pero esa es otra historia. 

Por fechas... y por capacidad de generar esa reacción dentro de un acto en palacio, probablemente fue Guillermo Cabanellas.


Fiesta republicana en Río Benito (1934):
«La colonia española en Río Benito (Guinea española)
festejó el aniversario de la proclamación de la República
que simboliza la niña María Luisa Domínguez,
a quién rodean en la foto varios indígenas».

lunes, 14 de septiembre de 2020

Añoradas reformas

Son varios los blogs que inspiran nuestros artículos. Uno de ellos es el dedicado a la memoria del teniente coronel de la armada Benito Sacaluga Rodríguez, por lo que encontraréis que lo citamos en no pocas ocasiones en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel.
Desde el mismo nos comparte el artículo La II República, ¿o la llegada de un mesías para los olvidados territorios españoles del Golfo de Guinea? de José Luis Bibang Ondo Eyang, que acaban de publicar en los Cuadernos Republicanos del Centro de Investigación y Estudios Republicanos-CIERE. Os compartimos un extracto:

Por la tarde del 14 de abril de 1931 se proclamó en España la República. Si no insólito (ya que se trataba de la II República), sí se trató de un hecho histórico que no dejó impasible a nadie. En la misma tarde, el presidente del Gobierno Provisional, Don Niceto Alcalá Zamora, envió un radiograma al gobierno colonial, resaltando el clima y el ambiente pacífico en que se habían desarrollado los hechos.
«Presidente de la República a Gobernador de Guinea. -Tengo el honor de participar a V.E. que el gobierno de la República sin el menor incidente, con el aplauso entusiasta del pueblo y la cooperación leal y respetuosa del ejército, guardia civil y fuerza de orden público, se ha posesionado del poder en esta tarde sin choque alguno con el régimen a extinguir, antes bien previa cordial conferencia con el anterior ministro de Estado, que representaba a aquel [...]». Ver Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares (En adelante AGA), CAJA G-1898 (81/8167), Expediente nº 2; Radiograma nº 25 de 14/04/1931.
Las autoridades coloniales, en tanto que funcionarios públicos, tenían pocas opciones ante el radio del gobierno metropolitano. O acataban el nuevo régimen o dimitían. Al día siguiente, a las 13:30 p.m., la Junta de Autoridades coloniales [La Junta de Autoridades Coloniales reunía a los representantes de las principales instituciones coloniales: El Gobernador General, el Pte. del Consejo de Vecinos, el Pte. del Patronato de Indígenas (entonces lo era el obispo, vicario apostólico en la colonia), el Pte. de la Cámara Agrícola Oficial, los Jefes de los distintos Servicios Coloniales. En la sesión extraordinaria de 15 de abril del 31, estuvieron presentes: Don Miguel Núñez de Prado en calidad de Gobernador General de las Colonias; Don Pedro García Amilivia en su calidad de Presidente del Consejo de Vecinos de Santa Isabel, Don Marqués de Castro Pinós en calidad de Vicepresidente en funciones de la Cámara Agrícola Oficial. Es curiosa la ausencia del obispo de la colonia, presidente del Patronato de Indígenas] se reunió en una sesión extraordinaria en la que se adoptó un comunicado manifestando su adhesión al nuevo régimen en los siguientes términos:
«Recibido radiograma V.E. nº 25. -Reunida la Junta de autoridades acordó unánimemente respetar y acatar el nuevo régimen, enviando a V.E. gobierno atento y respetuoso saludo y un ofrecimiento leal colaboración, felicitándole de que trascendental suceso se haya realizado sin luchas ni violencias, por acto legal voluntad popular». 
Dos días después, en una concentración pública organizada en la ciudad de Santa Isabel a tal efecto, Don Pedro Amilivia, entonces presidente del Consejo de Vecinos de la capital, leyó un escrito que concluía con las siguientes palabras: 
«Yo espero que así seguirá [refiriéndose al ambiente de paz en que se han desenvuelto los hechos en la metrópoli] hasta su completo término la evolución y recordando que el nuevo régimen tiene por bandera la libertad, es su culto la justicia y como norma los derechos del hombre, estudiará los problemas coloniales con todo cariño, con toda voluntad, cooperando todos para conseguir una colonia rica y espléndida, trozo de una patria espléndida y más rica».
Cabe pensar que semejantes palabras brotaron de lo más profundo del corazón de Amilivia. O lo que es lo mismo, del discurso de Amilivia cabe extraer la idea de unos administradores coloniales que vieron en la República un garante de aquellos valores imprescindibles para el progreso y desarrollo de los pueblos, incluidos los colonizados. Pero también cabe que estemos ante un discurso protocolario gestado por unos funcionarios coloniales [monárquicos], que, temiendo perder sus privilegios, buscaron su encaje en una República que venía a romper con su pasado. Parece más acertada esta última interpretación, ya que el estallido de la Guerra Civil reveló el carácter ambiguo de este discurso. Declarada la sublevación, las autoridades y funcionarios isleños se unieron al “movimiento salvador de España”, confirmando así el oportunismo que caracterizó aquellas declaraciones y juramentos con que muchos de aquellos funcionarios habían manifestado previamente su adhesión a la República.
Además de las declaraciones de las altas autoridades, todos los Jefes de Servicios y oficiales debieron prestar “voluntariamente” una promesa de adhesión a la República. Se utilizó la fórmula siguiente: «Prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con armas». Ver AGA, CAJA G-1898(81/8167), Expediente nº 2, Radiograma nº 139 de 27/04/1931.
Pero si difícil fue determinar la sinceridad de las palabras de los funcionarios coloniales, no lo fue tanto determinar qué significó el advenimiento del nuevo régimen para el resto de particulares residentes en la colonia. En esta, el discurso republicano fue recibido con la misma esperanza e ilusión con que un pueblo oprimido recibiría el anuncio de la llegada de un redentor esperado desde hace tiempo. Los dos colectivos residentes en la colonia coincidieron en confiar que la República traería prosperidad en la colonia, aprobando reformas jurídicas positivas y justas. Aquello en lo que no coincidieron fue en definir el sentido de las añoradas reformas. (...)
«El discurso republicano -resume JL Bibang-generó ilusión y esperanza tanto en la metrópoli como en las colonias, especialmente en la Guinea Española. En esta, es mejor hablar de ilusiones y esperanzas en plural. En Guinea distinguimos dos colectivos: los colonos y los autóctonos. Cada uno de estos colectivos forjará una idea de la República desde su propia realidad circundante. Una rápida lectura de los escritos de ambos colectivos nos ilustra qué esperaba cada uno del nuevo régimen, o lo que es lo mismo, qué ilusiones o esperanzas de mejora generó el discurso republicano en cada uno de estos grupos residentes en la colonia».
Es un interesante artículo del que -siempre según este blog- os recomendamos la lectura íntegra del texto.

Fiesta Republicana en Río Benito a inicios de 1934.

lunes, 13 de julio de 2020

Un episodio quizá insignificante, pero documentado

Razona José Luis Bibang Ondo Eyang en La Guerra Civil en la Guinea Española: un episodio quizá insignificante, pero documentado que «no obstante la amplia bibliografía existente sobre la II República, a día de hoy, sigue faltando un estudio general y profundo sobre el transcurso de la República en las colonias, principalmente en los Territorios Españoles del Golfo de Guinea».

Os incluimos tan sólo un fragmento:
[...] El conflicto estalló en la Guinea colonial con un retraso de dos meses: desde el 18 de julio hasta el 19 de septiembre. Tal retraso, más que un fugaz logro de los esfuerzos desplegados por el GG para mantener el pacifismo o la unidad racial en la colonia, debe entenderse como un lapso de observación y maduración de simpatías ideológico-partidistas. El que, antes del 19 de septiembre, los religiosos se refirieran a los sublevados como "rebeldes", "facciosos", o "enemigos", jamás pudo implicar o confundirse con una tenue republicanización de la clase religiosa colonial. Ésta, igual que la metropolitana, siempre defendió el principio monárquico. Los religiosos, pese a que la República fue flexible con sus privilegios coloniales, nunca dejaron de soñar con la restauración de aquella monarquía que los erigió en los máximos garantes de la catolización y moralización de los nativos de Guinea. De modo que la sublevación de 18 de julio, en tanto que un alzamiento contra un régimen que los religiosos definieron siempre como corruptor de valores católicos, no pudo denotar sino alegría y esperanzas para la clase religiosa colonial. Pero aun cuando ésta simpatizó con la rebelión desde el principio, no era, sin embargo, prudente desvelar tempranamente estas simpatías. Al fin y al cabo, se trataba de un incipiente movimiento cuyo resultado final estaba aún marcado por la incertidumbre, y cualquier rápido aplastamiento por la República habría originado alguna que otra represalia sobre los simpatizantes rebeldes en la colonia. Es justo por eso que los religiosos, antes del 19 de septiembre, esto es, antes de la toma de la isla de Fernando Póo por los sublevados, mantuvieron un discurso protocolario de defensa del régimen legítimo. La revista claretiana La Guinea Española revela precisamente este viraje que experimentó el discurso de los clericales coloniales desde el 19 de septiembre. Antes de tal fecha, la revista hablaba de "nuestras tropas" para referirse al ejército republicano. Después del 19 de septiembre, quienes fueran antes los "enemigos", los sublevados, pasaron a ser vitoreados con todo tipo de títulos: héroes, salvadores de España, ejército salvador, Movimiento Salvador, tropas nacionalistas. Por su parte, los que fueran antes "nuestras tropas", los soldados republicanos, pasaron de denominarse como "rojos", o "marxistas" [...].
Es un interesante artículo que -siempre según este blog- os lo recomendamos. Podéis encontrar en texto completo el portal ResearchGate.