José Luis Vila-San Juan publicó en 1974 en Ediciones Nauta el libro "Así fue? Enigmas de la guerra civil española" uno de cuyos capítulos (entre las páginas 175 y 188) trata de las condiciones del levantamiento militar de 1936 en Guinea Ecuatorial.
El escrito de Vila-San Juan queda a medio camino entre el reportaje periodístico y el ensayo histórico. Refleja casi exclusivamente la visión de aquellos acontecimientos de una de las partes en conflicto: la de las personas que el autor califica como gente de orden. Faltan los otros. Los otros son, por una parte, las gentes del Frente Popular, a los que en términos de estricto franquismo se retrata unas veces como los fracasados de la colonia y otras como peligrosos revolucionarios; faltan también los ecuatoguineanos, a los que sólo se alude cuando se habla de los integrantes de las unidades de la Guardia Colonial.
A pesar de todo, se trata (creemos) de un trabajo con interés y que, pese a los años, sigue siendo el único que trata de este tema.
EL CURIOSO ALZAMIENTO EN GUINEA
1. — La Historia abandona a Guinea.
En 1936, el actual territorio de la Republica de Guinea Ecuatorial era una colonia española formada por la isla de Fernando Poo (unos 2.000 km2, situada a 35 Km del continente), la propiamente llamada Guinea Continental (entre Camerún, Gabón y el golfo de Guinea, 26.000 km2) y las pequeñas islas de Annobõn (muy distante), Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico. La capital de la isla de Fernando Poo, era, y es, Santa Isabel. La del continente, Bata.
Muy poco, casi nada, se ha escrito sobre lo ocurrido en Guinea en aquellas fechas de julio de 1936 que conmovieron a toda España. Y Guinea, aunque distante y en África, también era España. Era mucho más España que Marruecos, porque Guinea era una colonia, mientras Marruecos (exceptuando las plazas de soberanía) era un protectorado. (1)
Sin embargo, siempre que se habla de África en nuestra guerra, de oficiales africanistas, etc., los autores se refieren a Marruecos, y en todo caso, aunque en menor escala, al Sahara Español o Río de Oro, nunca a Guinea. Entre los vanos y múltiples trabajos que he estudiado sobre la Guerra Civil española, sólo he encontrado una breve referencia en Crónica de la Guerra de España (Edit. Códex) y aún en ella, hay algunos conceptos que no encajan con cuanto he indagado directamente de personas cuya veracidad me merece la más absoluta confianza. Estas personas a que aludo, no me permiten publicar sus nombres, dado que en la actualidad continúan manteniendo contactos comerciales, e incluso personales, con el territorio guineo, y cualquier palabra o frase, mal interpretada por el Gobierno del Presidente Macias, podría dar lugar a serios disgustos. Hoy, en la República de Guinea Ecuatorial no está el horno para bollos. Si la Historia ha abandonado a Guinea y se ha despreocupado por cuanto sucedió en Guinea el 36, no es menos cierto que España tampoco superó su paternidad respecto a los españoles que estaban en Guinea el 36 y el 68.
2. — República, Gobierno del Frente Popular y 17 de julio
—Los españoles que fuimos a Guinea —me dice uno de mis comunicantes— podíamos ser cualquier cosa, menos políticos... Yo llegue el 33. Aquellos españoles habían ido allí, sencillamente, por ambición. Por un correctísimo deseo de lucro: buenos sueldos (aunque dificilísimas condiciones de trabajo, habitabilidad, clima y salubridad), largos permisos o vacaciones retribuidas, posibilidades de ascensos y de independizarse, etc.
Lógicamente, como en todo este tipo de emigración, se barajaban muy distintos caracteres: el trabajador formal, el vago, el aventurero, el que tiene suerte y el que no la tiene.
—En los años 34 y 35, el Gobierno seguía preocupándose mucho y muy bien por la población de Guinea. Tanto por los nativos como por nosotros. Especialmente, en cuestiones de Sanidad colonial: uno de los grandes triunfos fue la batalla contra la mosca tse-tse, transmisora de la enfermedad del sueno que, al revés de lo que la gente cree, no produce sueño, sino que lo impide...
—Hablemos más de política.
—Esto era política.
—Si claro, pero, había lucha entre los partidos políticos?
—No. No es que hubiese o no lucha, es que no había partidos políticos.
—Pero Vds. bien tendrían ideologías distintas...
—Nosotros habíamos ido allí a trabajar y a luchar por ganar dinero. La Península, Madrid y el Congreso, quedaban muy lejos.
La política empezó al final del periodo inmediatamente anterior al 17 de julio.
La potencialidad económica de Guinea, en aquellos tiempos, era baja. Existían sólo cuatro o cinco Compañías fuertes. No podían dar buen trabajo a cuantos habían llegado allí en busca de un Eldorado. Quien no servia, quien no resistía, quien no se superaba en esfuerzo y en tesón, quedaba marginado. Entonces se empezó a hablar del Frente Popular. Se adherían los fracasados, los descontentos con su situación, que no habían sabido elevar.
—En las elecciones de febrero de 1936, ¿qué resultados hubo?
—No hubo elecciones.
—¿No votaron Vds. o no se efectuaron allí elecciones?
—No se efectuaron.
El llamado Presidente del Frente Popular —único partido existente en Fernando Poo— había ido reclutando a sus adeptos casa por casa (como quien hace seguros), ya que en el Casino —una especie de club privado— sólo tenían entrada los propietarios y apoderados, lo que significaba que, aun en la eventualidad de que hubiera podido hacer allí su propaganda, poca clientela hubiese conseguido...
—En total logró reclutar unos 150 hombres. Pero, nunca fueron extremistas. Era un Frente Popular muy moderado.
De todas formas, el Gobernador General, Luis Sánchez Guerra, el 5 de junio declara el estado de excepción, que, prácticamente, ni se notó. Asimismo, solicitó a Madrid un barco de guerra, como medida preventiva. El crucero «Méndez Núñez» llega a Santa Isabel el 24.
—El Gobierno, ¿era muy izquierdista?
—Luis Sánchez Guerra era un caballero de arriba abajo. Ingeniero de Caminos, fue el quien había ya realizado el puerto de Alicante. Era hijo del ex ministro José Sánchez Guerra. (2)
El casino en 1936. |
ó cierto malestar en el Casino y entre la gente de orden. Sin embargo, cuando el 18 se anuncio el levantamiento en Marruecos, la noticia se comentó frívolamente, sin serle concedida la importancia y trascendencia que tendría.
Tanto es así que, pese a los sucesos del «Méndez Núñez» que relataré a continuación, gente de orden (de los del Casino) me afirman unánimemente que, desde el 17 de julio hasta mediado agosto, la vida allí transcurrió dentro de la más absoluta normalidad.
3. — Desde el 18 de julio hasta el 18 de septiembre
«En la Estación de Comunicaciones Radiotelegráficas de la Marina, instalada en Madrid, el radiotelegrafista Benjamín Balboa detuvo al Jefe de los Servicios, complicado en la sublevación, y consiguió establecer diálogo directo con los operadores de los buques, advirtiéndoles que vigilasen a sus mandos. Para impedir que se cerrasen las estaciones de radio y se aislase a la marinería, se dio a los Comandantes la orden de comunicar cada dos horas la situación geográfica de los barcos.» (3)
A los radiotelegrafistas se les cursó el siguiente radio: «El Jefe de los Servicios de Comunicaciones del Ministerio de Marina ha sido detenido por complicidad con la rebelión. En su poder encontramos claves que también poseen los Comandantes de los buques. Desde este momento, y para que no seáis sorprendidos, si los conjurados alegan cumplir órdenes del Ministerio, no aceptéis ningún telegrama en clave. Todos los que partan de esta Nación serán transmitidos en lenguaje corriente. Considerad facciosos los que así no vayan.» (4)
El 21 de julio, Matres, Comandante del «Méndez Núñez», pide permiso a Madrid para efectuar, con el Gobernador, un recorrido por las Islas. Pero Madrid le ordena el inmediato regreso a la Península. El 23, la marinería envía el siguiente mensaje: «U.M.R.A. vigilante. ¡Viva la Republica!» (5)
«U.M.R.A.» son las iniciales de «Unión Militar Republicana Antifascista». El radio de Benjamín Balboa (6) había sido captado, y los marineros estaban a la expectativa, aunque, de momento, al observar que sus oficiales cumplían las órdenes del Gobierno de Madrid, se abstienen del uso de la fuerza. El crucero, en ruta de regreso a España, hace escala, el 28 de julio, en Freetown (Sierra Leona) para repostar. Allí, el Comandante recibe un telegrama de Canarias en el que se le propone unirse al Alzamiento. Pero la «U.M.R.A.» ha dicho que estaría vigilante, y lo está. ¿Por qué no se amotina? Quizá no tuviese seguridad en el triunfo. Posiblemente era una marinería más moderada que la de otros barcos, como después lo demostró. Pero está vigilante y avisa a Madrid. En el Ministerio, enterados de los probables planes de los oficiales de unirse a la sublevación, ordenan la vuelta a Fernando Poo. Es el 15 de agosto, y el crucero estaba ya en Dakar.
El buque cumple, otra vez, las órdenes. Quizá, también, los oficiales eran más moderados que los de otros barcos.
Anclan en Fernando Poo el 14 de agosto. Allí, la situación empieza a ponerse tensa. Eligen como Jefe al teniente de navío Bone, y destituyen al Comandante y a los demás oficiales. Planean un desembarco en Santa Isabel, pero el gobernador Sánchez Guerra, enterado, sube al buque, les arenga y consigue restablecer la calma.
Todos los oficiales —excepto Bone— pueden bajar a tierra. Y el 30 de agosto el «Méndez Núñez» emprende de nuevo el regreso a la Península. Los oficiales desembarcados, de acuerdo con un agricultor simpatizante que se había puesto en contacto con un bananero alemán, se trasladan a él en una lancha, fugándose a Victoria (Camerún británico), y de allí a Las Palmas de Gran Canaria, «donde se encuentran con Bone que había conseguido escapar a nado.» (7) (No tengo confirmación sobre este último detalle. Supongo que, de ser cierto, Bone se escaparía a nado cuando el barco estuviese anclado en algún puerto).
4. — Sublevación en Fernando Poo: un tiro
Según la Crónica de la Guerra de España, de Códex, la noticia de que el vapor «Fernando Poo» iba a llegar a Santa Isabel con un cargamento de armas para el Frente Popular y una tripulación revolucionaria, fue la que decidió la sublevación. Sin embargo, reconoce que cuando llegó (el 30 de septiembre, a Bata) únicamente portaba 6 fusiles y 1 pistola. O sea, la munición corriente de un mercante. Según las personas que vivieron aquellos días, que se sublevaron (también moderadamente) y que me han informado, la sublevación no tuvo relación alguna respecto a la llegada del «Fernando Poo».
Todo lo contrario, pues el «Fernando Poo» arribó a Bata, en vez de a Santa Isabel que era su puerto de destino normal, precisamente por haberse insurreccionado la Isla.
Como ya se ha indicado, la vida en Guinea había sido normal hasta mediado agosto. Por esas fechas, entre las idas y venidas del «Méndez Núñez» y su proceder respecto a la oficialidad, las escasas noticias que, con dificultad, se oían por radio, el principio de escasez de suministros y el bloqueo de cuentas en los bancos (el único banco, el Exterior de España) impulsaron la tensión latente entre los dos bandos que, hasta aquellos momentos sólo había sido ligera incertidumbre.
El capitán Ayuso (de la Guardia Civil) propuso al teniente coronel Luis Serrano (de la Guardia
Colonial) la insurrección para ganar la isla a la causa nacional. Como el capitán Ayuso (que más tarde llegó a ser Director General de la Guardia Civil) era, entonces, Administrador Territorial en Santa Isabel, el mando militar, lógicamente, correspondía al teniente coronel Serrano, Jefe de la Guardia Colonial.
—¿Era muy numerosa la Guardia Colonial? —pregunto.
—Una compañía en Santa Isabel y dos en el continente. Estaba formada por soldados indígenas del continente (pamúes) en su casi totalidad. Los bubis (indígenas de la Isla), más instruidos, tenían, casi todos, ocupaciones civiles o pequeños negocios; la mayoría eran propietarios agricultores.
En estas condiciones, naturalmente, los dos militares tenían que contar con la gente de orden, aglutinándoles a favor de la sublevación pro-nacional.
—La consigna fue presentarnos a las 12 de la noche del 18 de septiembre. Nos reunimos unos
cincuenta. Ninguno de nosotros pertenecía a ningún partido político. Pero el Frente Popular tampoco se había dormido, aunque siempre siguiendo la línea moderada que marca todo el proceso de la guerra en Fernando Poo. El mismo 18 de septiembre, destituye a Sánchez Guerra y nombra Gobernador a un medico-cirujano de mucho prestigio y potencialidad económica. Uno de los «triunfadores», no de los «fracasados», como hubiese sido lo lógico. (No me quieren dar su nombre. Yo lo he averiguado, pero quiero respetar el significativo silencio de mis comunicantes como correspondiente cortesía por los muchos otros datos que me han proporcionado.) El nuevo Gobernador ostentó su cargo sólo una noche (la del 18 al 19 de septiembre). Hoy es General de la reserva del Ejército español.
—Se nos dio orden de detener, casa por casa, a los individuos del Frente Popular.
—¿Hubo mucha resistencia?
—No. Fue sencillísimo. ¿No ve que todos nos conocíamos? Llamábamos, entrábamos y le decíamos: «Oye, Fulano, quedas detenido; tienes que venir conmigo.» El hombre se vestía y me acompañaba.
—Así, ¿no se disparó ni un tiro?
—Si. Se disparó un tiro. Sólo uno. Se hirió en la pierna a uno de ellos. Era uno que tenia un bar en la Plaza España (el «Chiringuito»). Más bien creo que fue un accidente.
En la madrugada del 19, la isla de Fernando Poo ya es nacional. El teniente coronel Serrano se hace cargo del Gobierno y declara el estado de guerra, tal como habían hecho varios Generales dos meses antes. En realidad, era innecesario, puesto que el general Miguel Cabanellas, como Presidente de la Junta de Defensa Nacional, ya había firmado y proclamado en Burgos, el 28 de julio de 1936, un Bando cuyo articulo 1.° era:
«El Estado de Guerra declarado ya en determinadas provincias, se hace extensivo a todo el territorio nacional.»
Y sin embargo, inmediatamente, se viola el articulo noveno de ese mismo bando («Queda prohibido, hasta nueva orden, el funcionamiento de todas las estaciones radio-emisoras de onda corta o extracorta, considerándose a los infractores como rebeldes, a los fines del Código de Justicia Militar») precisamente para comunicar a Burgos la incorporación de la Isla al Bando nacional. Pero es que, naturalmente, ellos no conocían, todavía, tal Bando; y, aunque «el desconocimiento de la ley no exime el cumplimiento de la misma», la guerra es una cosa especial, Guinea es también algo especial, y la guerra en Guinea, como puede verse, fue extraordinariamente especial, Efectivamente, en contra del citado articulo noveno del Bando de Cabanellas, a uno de mis comunicantes se le ordenó el envío de un radio cifrado a Lisboa, al jefe de su casa comercial, informándole de los acontecimientos. Por mediación del Sr. Farina (más tarde Director del Banco de Crédito Local) que llevó el mensaje a Burgos, se enteraron allí de la victoria isleña.
5. — Fracaso de la sublevación en el continente
En Bata, el Subgobernador (del Frente Popular) se negó a unirse a los sublevados de Santa Isabel. Quedaron, pues, incomunicados Isla y Continente. El 22 de septiembre hubo un pequeño intento de sublevación en Kogo (en plena selva) y se intentó una marcha sobre Bata, pero fue rechazada por las fuerzas gubernamentales. La mayoría de los madereros, sobre todo en las explotaciones forestales de Río Benito, huyeron al Camerún, y, muchos de ellos, desde allí se trasladaron a Santa Isabel en una lancha.
Mientras tanto, el «Fernando Poo», buque de la Trasmediterránea que establecía el normal contacto comercial con la Península, se ha puesto en ruta hacia Santa Isabel.
Y en Canarias, se ha constituido una fuerza de unos 200 voluntarios (8) que al mando del capitán Fontán, y como lugarteniente el capitán Hernández, se embarcan en un buque mercante, el «Ciudad de Mahón», al que se ha armado de un cañón. De estos dos hombres tan distintos, más tarde, el capitán Fontän será Gobernador de Guinea.
Voluntarios canarios en Fernando Poo. Álbum familiar Casa Colón. |
.6. — Minibatalla naval
Cuando, el 30 de septiembre, el «Fernando Poo» se encuentra en aguas intermedias entre la Isla y el Continente, no sabe a donde dirigirse, pues tanto desde Santa Isabel como desde Bata le están radiando que ellos son los gubernamentales y los otros los sublevados. Los primeros lo hacen con el propósito de apoderarse del barco (lo que de-muestra que no es cierta la circulación de la noticia de que iba a llegar con una tripulación revolucionaria bien armada, pues en tal caso seria suicida atraerlo) y los del Continente, porque era la verdad.
En la duda, el radiotelegrafista del barco se comunica con Madrid, desde donde le aclaran la verdadera situación. (¡Si todos los militantes del Frente Popular hubiesen sido radiotelegrafistas quizá hubiesen podido ganar la guerra!)
Ese mismo día, atraca en Bata. Y, al igual que el «Uruguay» en Barcelona, es destinado a prisión flotante. La habitarán unos pocos sacerdotes y otros sospechosos de «auxilio a la rebelión». En Santa Isabel han perdido la presa. Lo estaban esperando con la Guardia Colonial armada y un suplemento de bombas de fabricación casera. Pero el «Ciudad de Mahón», salido de Canarias, le ha seguido a distancia. Y se presenta a los pocos días (9) frente a Bata. Dispara contra el puerto y contra el «Fernando Poo». Los elementos gubernamentales huyen.
El «Ciudad de Mahón» ha ganado la minibatalla naval.
7. — Dos desembarcos y dos sorpresas
Al desembarcar los voluntarios canarios, toman fácilmente la ciudad, y liberan a los presos del «Fernando Poo». Sólo hay que lamentar la muerte de un sacerdote ahogado durante la breve lucha, probablemente al intentar escapar. La sorpresa se produce al día siguiente de la minibatalla. Alguien observa que el «Fernando Poo» está cambiando su silueta. Efectivamente, está escorando. En pocos momentos, se hunde. Había sido alcanzado en algún punto vital bajo la línea de flotación, pero nadie se había apercibido de la gravedad.
El «Ciudad de Mahón» y sus voluntarios zarpan para Santa Isabel. Allí se les espera entusiasta y alegremente, no como liberadores (pues la isla ya es nacional y vive en paz, prácticamente sin problemas), sino como confraternizadotes de la causa común.
Serrano como ya he dicho, se ha hecho cargo del Gobierno. Al ex gobernador Sánchez-Guerra se le ha embarcado en un barco holandés con destino a Europa, recomendándole:
—Desde el sitio al que arribe, trasládese Ud. a Burgos y preséntese a las autoridades (lo cual cumplió al pie de la letra).
Solo están custodiados algunos elementos del Frente Popular (de los que se entregaron sin resistencia el 19 de septiembre).
En Santa Isabel, no hay tribunales de mayor instancia. Ni los había antes, porque a los delincuentes se les enviaba a Canarias, ni los hay de nuevo cuño (ni tribunales populares, ni militares, ni de
represión, nada).
La tranquilidad reina en la Isla.
Hasta que llega el «Ciudad de Mahón».
Desembarcaron airosos los voluntarios canarios, uniformados con unos monos blancos.
—No recuerdo ni camisas azules ni boinas rojas. Tampoco uniformes del Ejército —me aseguran. Y en aquel momento, los canarios asimilan la segunda sorpresa guinea. Se les recibe con indiscutibles muestras de amistad y aplauso, pero con la bandera republicana, roja, amarilla y morada. Una banda
de música entona, solemnemente, el Himno de Riego. (10)
8. — La tercera sorpresa
Dice «Cödex» (11) que «aunque no tardaron en surgir raros celos contra los expedicionarios de Canarias, algunos de los cuáles acabaron por asentarse definitivamente en la colonia, los nacionales habían incorporado a su Alzamiento los lejanos territorios de Guinea».
Es cierto lo de que «algunos acabaron por asentarse definitivamente». Respecto a la incorporación al Alzamiento, no puede negarse que, por lo menos en la Isla, ya había sido efectuada casi un mes antes.
En cuanto a los «raros celos» hay que subrayar que los elementos de la fuerza expedicionaria, a los que se esperaba como amigos, se comportaron en líneas generales, como ocupantes.
Inmediatamente después de una Misa de Campaña, que coincidió con la Fiesta de la Raza, el 12 de octubre de 1936, los canarios se hicieron cargo de cuanto significaba mando. Los presos, hasta entonces respetados, fueron maltratados y apaleados. Los que se habían sublevado (la gente de orden) tratados casi como «nacionales de 2ª clase» o «semirrojos».
Nada me han dicho en contra del Jefe de la expedición (el capitán Fontán). Si, en cambio, respecto a otro oficial, al que apodaron «Mi caballo murió» pues siempre iba con una fusta de montar (¿o de pegar?) aunque no tenia caballo.
Puede decirse que hubo represalia. No cruenta, no como la de Badajoz, pero si saliéndose algo de la línea moderada que hasta entonces había prevalecido.
Esta tercera sorpresa fue, sobre todo, para los que se habían sublevado el 19 de septiembre. Aquellos hombres que querían trabajar en paz, que ninguno de ellos estaba afiliado a ningún partido político, pero que les gustaba el orden. Y, que al fin y al cabo, cuando aquella madrugada fueron, casa por casa, a buscar a los del Frente Popular, no sabían como iban a reaccionar estos. Y, sin embargo, a pesar de esta sorpresa, deciden, a través de la cámara Oficial Agrícola y Forestal de Bata y del Sindicato Maderero, donar el 20% del producto bruto realizado aquel año, a favor de 1a causa nacional. Esta aportación, en su lógica relatividad, fue de las más generosas (o la más) de las que pudieran contarse en otras provincias sublevadas.
—Esta donación, ¿fue espontánea? —pregunto.
—Totalmente.
—¿No hubo coacción?
—Ninguna, en absoluto.
Como empezaban a escasear los víveres, se pidió aprovisionamiento a la Península (a la zona nacional, naturalmente). Les enviaron el buque «España nº 5» cargado entre otras vituallas de higos secos. Quizá no estaban previamente seleccionados o quizá se estropearon en ruta, pero hubo que tirarlos.
Al poco tiempo, fue nombrado Gobernador, Manuel de Mendibil y Elío. Eficiente, de amplia nobleza y comprensivo, Guinea empezó, otra vez, a funcionar normalmente.
Y los hombres que se habían sublevado y que habían conseguido la Isla para la nueva España, volvieron tranquilamente a su trabajo. Sin apetencias políticas que no les interesaban para nada. Estos son los que la Historia había abandonado. Estos, y otros, son los que allí estaban cuando España abandonó Guinea en 1968.
Desfile en Campo Yaundé de milicias de Falange ante las autoridades el domingo 27 de septiembre de 1936. |
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(1) En el intento de España para demostrar su descolonización, Guinea pasó a ser parte integrante de España, en 1959, dividida en dos provincias españolas (como Tarragona o Valladolid) que se denominaron Prov. de Fernando Poo y Prov. de Río Muni. Esto sirvió únicamente, para entorpecer, más de lo que estaban, las relaciones entre: españoles y guineos, entre guineos españolizantes y guineos independentistas, y entre españoles residentes en Guinea y burócratas españoles residentes en Madrid. Nueve años después, España no tuvo más remedio que conceder la independencia a Guinea. ¡Y así les fue a los guineos españolizantes y a los españoles guineos!
De todas formas, esta transmisión de poderes se efectuó dentro de la más aséptica legalidad española. No así de los guineos. Caso más extraño, en cambio, es el de Marruecos del - que, oficialmente, aún no se ha notificado a los españoles que lo hemos perdido.
(2) D. José Sánchez Guerra, ex ministro y ex Presidente del Consejo con Alfonso XIII, declaro en su mitin, en el teatro de la Zarzuela, de Madrid, el 27 de febrero de 1930: “Yo he sido siempre hombre monárquico, constitucional y parlamentario (...) No soy republicano, pero conozco el derecho que España tiene de serlo, si quiere." En resumen, repudia al Rey. No abraza claramente la Republica, ni se adherirá al "Pacto de San Sebastián" pero, prácticamente, se sitúa junto a Miguel Maura y Alcalá Zamora, quienes intentaban crear una Republica moderada.
(3) D. Ibarruri y colabs., Guerra y Revolución en España; Edit. Progreso, Moscú 1967, tomo I, pág. 135.
(4) Manuel D. Benavides, La Escuadra la mandan los cabos; México 1944, pág. 135.
(5) Crónica de la Guerra de España; Edit. Codex, II, 191.
(6) Benjamín Balboa llegó a Subsecretario de Marina. ¡Buena carrera desde telegrafista! Más tarde, con motivo del hundimiento del Jaime I —y no siendo ya Subsecretario—, incluso se permitió destituir personalmente al contralmirante Valentín Fuentes, Jefe de la Base Naval de Cartagena, al que dio 24 horas para abandonar la plaza. (N. del A.)
(7) Crónica de la Guerra de España; Códex II, 191.
(8) Crónica..., de Códex, añade que también iban Tiradores de Ifni (Ejercito Regular). Mis comunicantes lo niegan. Los Tiradores de Ifni llegaron en 1940 (acabada ya nuestra guerra), cuando, al socaire de la II Guerra Mundial, se preveían posibles expansiones españolas colonialistas.
(9) Crónica..., de Códex, dice "el 14 de octubre". No puede ser, porque el 12, Fiesta de la Raza, ya estaba en Santa Isabel, después de haber bombardeado Bata. (N. del A.)
(10) Este despiste, dadas las circunstancias de incomunicación, aunque en aquel momento pudiese extrañar a los expedicionarios, no es comparable con el sucedido a los voluntarios de la División Azul al llegar a Alemania en 1940. También les recibieron con el Himno de Riego, ¡cuatro años después de tener relaciones formales los gobiernos de Franco y de Hitler!
(11) Crónica...; II, 192.