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viernes, 7 de julio de 2023

Puerto del Rosario, el nuevo reto municipal

Contaba Eloy Vera hace un par de semanas en Acabar con la huella del franquismo en Puerto del Rosario, el nuevo reto municipal de El diario de Fuerteventura:

Puerto del Rosario continúa sin cumplir con la memoria histórica. El borrador del Catálogo de símbolos, calles, monumentos y menciones franquistas en Canarias, realizado por la Universidad de La Laguna a instancias del Gobierno de Canarias, recoge 200 símbolos franquistas en las ocho capitales canarias, y once de ellos se encuentran en Puerto del Rosario, donde aún se sigue exaltando a militares golpistas en calles y plazas.

El nuevo gobierno municipal deberá decidir si los borra del callejero o continúa perpetuando la huella franquista. El documento, al que ha tenido acceso Diario de Fuerteventura, señala que las distintas corporaciones municipales de Puerto del Rosario han mantenido una “resistencia continuada” frente a las obligaciones de los sucesivos textos normativos sobre memoria histórica hasta la actual Ley 20/2022.

(...) El catálogo de vestigios franquistas documenta once fichas que corresponden a nueve calles: Comandante Ramón Franco, Comandante Díaz Trayter, Caserío Colonia Rural García Escámez, calle García Escámez, Almirante Lallemand, Almirante Fontán Lobé, Ruiz de Alda, Calvo Sotelo y Gobernador García Hernández, además de dos distinciones, las de Francisco García-Escámez e Iniesta como Alcalde Honorario y al gobernador José García Hernández como Hijo Adoptivo e Hijo Predilecto. 

El artículo sigue desgranando las vicisitudes por las que han pasado las sucesivas leyes de memoria histórica en el municipio, y se detiene en un nombre que nos resulta familiar en este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel...:

Jesús Fontán. Hermano del militar Juan Fontán, en su juventud formó parte del entorno de Franco. Pasó a zona sublevada y participó en bombardeos a Gijón y en operaciones de bloqueo en el Mediterráneo. Fue ayudante de Órdenes de Franco, entre 1939 y 1946, y jefe de la Sección de Cinematografía del Consejo de la Hispanidad, vinculado a las tareas de Información antimasónica. En 1962 fue nombrado segundo jefe de la casa militar de Franco.

También fue director de la Delegación Nacional de los Servicios Documentales (1964- 1967), posteriormente llamada Sección de los Servicios Documentales de la Presidencia del Gobierno (1967-1977) y consejero nacional del Movimiento. Simultaneó estas ocupaciones con la presidencia del Instituto Social de la Marina (1967-1976). Algunos lo sitúan como jefe de las redes secretas de la información personal de Franco.

 Lo contábamos precisamente en El callejero y la memoria histórica:

Tanto Juan Fontán como su hermano Jesús pertenecieron a la casa militar de Franco, eran insaciables bibliófilos y fueron procuradores en Cortes, pero el Almirante Jesús Fontán Lobé cuenta con una escuela, calle o casa del mar en gran parte de las ciudades portuarias de España. Al fin y al cabo, además de jefe de los servicios secretos de Franco, fue presidente del Instituto Social de la Marina logrando el aprecio de los marineros durante su administración. Pese a que «los historiadores Xavier Casinos y Josep Brunet señalan que el almirante Fontán utilizaba el Banco Pesquero como tapadera de los servicios secretos especiales de los que era su jefe». Estrecho colaborador de Carrero, a él se debe la concepción en plena guerra civil de la metodología de recopilación de información, elaboración de expedientes y difusión de oficio de los mismos con el fin de que se instruyeran las causas de responsabilidades políticas.

Realmente, a ambos hermanos correspondería la organización de la Oficina de Información y Propaganda Anticomunista (OIPA) en sus primeros pasos, «La OIPA, dirigida por el arquitecto canario Laureano de Armas Gourié desde Salamanca, tuvo su bautismo en Vizcaya bajo la batuta de Manuel Maestro Maestro y Eduardo Galán Ruiz. Esta seguirá la metodología de incautación diseñada por el capitán de la Armada adscrito al Cuartel General de Salamanca, Juan Fontán Lobé, que en sus aspectos fundamentales, apenas varió durante el conflicto. Su esencia consistía en señalar dónde y cuándo se habían encontrado todos los documentos de interés, y conservar un número máximo de folletos, revistas o libros, destruyéndose el resto. A continuación deberían separarse los documentos relativos al personal, como eran las listas de afiliados que servían para elaborar fichas directamente, de aquellos otros que necesitaban un análisis más detenido, como la correspondencia o los libros de actas. De todos ellos, se elaborarían tres fichas de referencias por cada persona encontrada en la documentación y, por último, se comunicaría de oficio a los departamentos del Cuartel General cualquier datos de interés que apareciese en el material incautado» recordaba La Provincia-Diario de Las Palmas. Juan Fontán, como compulsivo bibliófilo y escrutador de archivos habría puesto sus conocimientos al servicio de la OIAP, hasta su nombramiento como gobernador, siguiendo su hermano Jesús esa tarea durante décadas en las diferentes evoluciones del servicio, director de la Delegación Nacional de los Servicios Documentales (1964-1967) y de la Sección de los Servicios Documentales de la Presidencia del Gobierno (1967-1977).

De todos modos, en el Centro Documental de la Memoria Histórica, que se crea a partir de la documentación que pasó por ese baile de siglas que iniciaron ambos hermanos a inicios de la guerra civil con la creación de la Oficina de Información y Propaganda Anticomunista (OIPA), lo tienen claro:


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