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"... se trata de una buena personal de la cual nadie tiene queja alguna." |
Finalmente, y prácticamente a tiempo de jubilarse, logró ser reincorporado al cuerpo de correos.
Te lo cuenta María Agra en El Comercio: Mi abuelo vivió un calvario fuera de España y otro cuando volvió
Isidro Álvarez Martínez fue un funcionario de Correos que se despidió de su familia a finales de 1934 tras serle concedido el traslado a la colonia española de Guinea Ecuatorial. Iba a trabajar allí dieciocho meses y después tendría opción a un destino permanente y bien remunerado en Asturias. Sin embargo, lo que él no sabía es que no los volvería a ver hasta doce años más tarde. Todo le salió mal. Le pilló allí el golpe militar del 18 de julio de 1936, que era el año en el que tenía que volver a España. Afortunadamente, logró huir antes de caer en mano de los franquistas y se refugió en el país vecino, Camerún. De ahí se fue en barco hasta Marsella y, desde allí, pasó a España por Cataluña.
A comienzos de 1939 tuvo que exiliarse a Francia. Allí pasó por diversos campos de refugiados, como el de Bram, del que pudo salir al encontrar empleo en la construcción. Pero a finales de 1942 fue detenido por los alemanes e internado en el campo de tránsito de Compiègne (Francia). Después fue deportado a Sachsenhausen (Alemania) en enero de 1943 y, cuatro meses más tarde, en mayo, fue llevado a una prisión de la capital alemana y posteriormente a la cárcel de Laufen. Es probable que acabara allí por tener la nacionalidad cubana (sus padres emigraron a la isla y le nacieron ahí), aunque se hubiese criado desde los nueve meses en la gijonesa calle de los Moros. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial , inició un periplo por numerosos campos de refugiados italianos: Cartago, Túnez, Nápoles, Aversa, Bari y Cine Città. Hasta que finalmente, gracias a una sentencia absolutoria del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, pudo regresar a España el 22 de febrero de 1947. «Nuestro abuelo vivió un calvario fuera de España y otro cuando volvió», recordó una de sus nietas, Carmen Jardón Álvarez, minutos antes de colocar el "stolpersteine" o "adoquín de la memoria" que, desde ayer, conmemora la figura de su abuelo como víctima del nazismo a la altura del número 2 de la calle de los Moros.
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