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domingo, 7 de septiembre de 2025

El escritor Francisco Ballovera volvió a Guantánamo

Volvió, y vaya que sí volvió: regresó a Guantánamo a llevar agua y comida a su paisano y compañero de trabajo Hermelindo León Laurel.


Quienes habéis seguido el caso de Francisco recordaréis que no es un gesto vano; la ultima vez que fue a llevar agua y comida a sus paisanos y amigos... le costó 12 meses de confinamiento (11 en diferentes celdas y presidios y el último en la isla de Annobón).


Pero la situación del visitado Hermelindo, Dino, no es menos kafkiana que la que vivió el propio Paco: en el caso de Dino, todo se precipitó cuando aprovechó las vacaciones reglamentarias en la Embajada de España para dejar ordenado su escritorio en la Biblioteca del Centro Cultural y visitar a su familia, revisar cultivos y tapar goteras en la casa natal en Annobón.


Para entender lo que pasó, un inciso: ¿Recordáis a Joaquín Eló Ayeto, Paisa? En esta ocasión, por abogar por la liberación de Paco Ballovera lleva más de un año de prisión sin juicio. Pero la vez anterior, estuvo otro año entero por hacer un chiste (un mal chiste, pero no era para encerrarle) entre sus compañeros de estudios. Igual ha pasado con Dino Laurel; un mensaje de WhatsApp en un grupo cerrado ha supuesto que, llegando en enero a su pueblo, fuera detenido en su hogar y paseado -cual justicia medieval- desnudo para escarnio público por la plaza. Lleva desde entonces privado de libertad.


Definitivamente Dino no tiene el poderío económico de los Ruiz-Mateos, pero su familia extensa (que también incluye 13 hijos) depende de su exiguo salario (!) de la Cooperación Española y lo que rasca como escritor y dramaturgo para sobrevivir, «Soy artista -dirá un personaje de su obra "Milagrosamente sobrevivimos" -. Un humilde actor de teatro. En mi país ese divertido oficio, no nos da de comer ni nos genera fondos. Sólo unas calderillas después del show y al día siguiente, de nuevo con la cara arrugada como la tenemos siempre».


Y así desde enero.


Ni su sindicato, la española Unión General de Trabajadores, ni la gremial de escritores Pen Club, se han acordado de él. 


Pese a ese silencio, llegado su cumpleaños privado de libertad, sus compañeros «bibliotecólogos de los Centros Culturales España de Bolivia, Cartagena, Chille, El Salvador, Paraguay y Uruguay, y el Centro de Formación de Bolivia, ante la situación que enfrenta nuestro colega Hermelindo León Laurel, conocido como Dino, que ha sido arrestado por el régimen dictatorial de Guinea Ecuatorial sin orden judicial, expresamos nuestro más profundo rechazo ante esta flagrante violación de los derechos humanos. Expresamos nuestra total solidaridad y asimismo aspiramos que por todas las vías que correspondan se agoten los recursos para su pronta liberación».


Y desde su celda, adoleciendo de serios problemas de salud, el propio Dino clamaba hace unos días: «Pido clemencia, suplicando a las autoridades competentes tengan en cuenta mi estado como ciudadano con derechos. Ocho meses que se dice pronto, es demasiado castigo por lo que no he hecho. No he cometido ningún crimen, ni delito. Por lo tanto, clamo justicia, y pido humildemente mi excarcelación».

Y es que, Melibea, Paco, Juan Tomás, Francisco (y otros) son claros indicadores de que la escritura es profesión de riesgo en Guinea Ecuatorial.

jueves, 30 de enero de 2025

La poesía bajo sospecha

En "Cuadros del penal: memorias de un tiempo de confusión", Juan Rodríguez Doreste (senador y alcalde de Las Palmas) comparte su vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando. 
Recoge también la llegada de los represaliados de África: «Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora. (...) Y así un día aparecieron por Gando, derrotados, pálidos, con evidentes señales del estrago corporal que les había causado una reclusión que lindaba en infrahumana. Constituían un buen contingente, muy heterogéneo de composición, pero muy homogéneo en la solidaridad, en el buen espíritu».

Los presos, eran repartidos por afinidades, como una forma de hacer que el insalubre confinamiento y los maltratos tuvieran una mínima válvula de escape:

«Evoco el grupo de los coloniales, como les llamábamos, con particular simpatía. Compartí el alojamiento, primero, con Gonzalo Carrillo, abogado, pintor y caricaturista, y después, con Francisco Hinestrosa, alto funcionario de Hacienda, que era también excelente retratista. Los tres nos reunimos hasta nuestra liberación en el memorable cuarto de la pintura que en el último año de nuestra odisea fue algo así como la Academia del Penal, en estricto sentido ateniense».

Poco a poco, conformaban aulas/celdas que aglutinaban a los abogados, pintores, escritores...

Así que si veis que en la Guinea Ecuatorial actual, las autoridades van coleccionado escritores en las celdas, recordad que no es un invento nuevo: Franco ya lo hacía en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando. 

CC BY-SA 2.0
La poesía bajo sospecha


Se llama Hermelindo León Laurel, escritor, dramaturgo y empleado público de la biblioteca de la Embajada de España en Malabo, adscrita a la española Red de Bibliotecas de la Administración General del Estado-BAGE.


Recientemente, el colombiano Panorama Cultural recordaba refiriéndose a Guinea Ecuatorial que "Hay países en los que llegar a la cárcel, puede ser lo más parecido a una lotería nefasta. Una concatenación de situaciones incomprensibles, injustas, sin sentido y sin justificación".

Esta vez le ha tocado a Hermelindo, Dino para los amigos, tal y como recogía este fin de semana el digital Radio Macuto:
"El escritor Hermelindo León Laurel fue detenido de manera ilegal y sometido a torturas en la isla de Annobón, Guinea Ecuatorial, en lo que parece ser un nuevo capítulo de la represión sistemática contra los annoboneses por parte del régimen de Teodoro Obiang".


Se suma así al medio centenar acumulado en medio año desde que la población de la isla de Annobón envió una carta al Defensor del Pueblo ecuatoguineano pidiendo respeto medioambiental.

Entre éstos, el también escritor y empleado de la Embajada, Francisco Ballovera, privado de libertad desde que se acercó a la comisaría a entregarles agua y alimentos, y que sigue en prisión sin ningún motivo.