CB

lunes, 5 de septiembre de 2022

El médico del penal

¿Recordáis El caso del cocinero?

Se trataba de Mariano Juan Mas, cocinero del Fernando Poo, al que le cayeron los 12 años y un día de prisión. Con el tiempo, ese castigo fue la salvación de sus compañeros, ya que mejoró la alimentación de los reclusos pese a los escasos medios disponibles.

Además del hacinamiento y carencias en la limpieza y alimentación, el penal era deficitario en atención y recursos médicos: «Aunque las condiciones de vida durante la estancia en esta penitenciaría fueron bastantes duras, todos coinciden que el estado sanitario era muy lamentable, sobre todo por el hacinamiento de los detenidos, escasez de agua y medios para desinfectar las perennes plagas de piojos, chinches, cucarachas y demás insectos, además de dañinos roedores que campaban a su antojo por todo el recinto penitenciario».

«Pasados los meses del miedo -contará Juan Rodríguez Doreste- empiezan a preocuparse de cosas más materiales como la alimentación. Juan Mas, cocinero del barco Fernando Poo, mejora la calidad del rancho. También, dos médicos presos se encargaban de la sanidad del Penal, era una especie de clínica ambulante, sin camas».

Así, al igual que la presencia del cocinero del Fernando Poo fue providencial, los propios reclusos suplieron las carencias/ausencias del personal sanitario del campo de concentración: es el caso del doctor Abelardo Lloret Peral, recluso del África ecuatorial.

Se trata de uno de los frentepopulistas de Fernando Poo, de los que la historiografía franquista definía como «una docena de descontentos sin prestigio ni arraigo: un comerciante de Santa Isabel, don Jaime Gay Compte, hombre apasionado y violento; un contratista de Obras, José Serrano Roldán, aventurero procedente de Tánger, que había creado en la isla un logia llamada "Fernandina número 17", filial de otras de Valencia y Barcelona; un médico, Abelardo Lloret, y unos cuantos funcionarios de menor cuantía y colonos descalificados».
Al Dr Lloret, no le dedican en ese párrafo las habituales alusiones personales propias de la retórica franquista: se trata de un profesional con una trayectoria inusual entre los expatriados en Guinea. Nacido en valencia en 1897, se tituló como médico cirujano en Valencia, completando su formación -conforme a la edición del 17 de agosto de 1932 de Luz, Diario de la República- con «estudios especiales de parasitología en Londres, Berlín y París, siendo además diplomado de la Escuela de Medicina Tropical de Bruselas y habiendo trabajado en el Congo, por encargo de Bélgica, como jefe de misión contra la enfermedad del sueño, así como en Honduras al frente de misiones profilácticas contra la viruela, el paludismo y la uncinariasis», a lo que -añadimos- en el estudio y combate de la enfermedad de chagas. En 1932 dirigirá la Misión Especial de Endemias para la tripanosomiasis en la Guinea Española, y en 1934 será nombrado Director de Sanidad en el territorio.

Y -siguiendo con la historiografía franquista- tras la renuncia efectiva del gobernador Sánchez Guerra se ofreció el cargo de gobernador interino al registrador de la propiedad José María Martín-Gamero Isla y al Dr Abelardo Lloret Peral, declinando ambos el ofrecimiento.

Así, hasta la llegada del nuevo gobernado Estanislao Lluesma García, recayó el nombramiento interino finalmente en el jefe del Servicio de Sanidad colonial, comandante médico de la Armada José del Val Cordón. Aunque realmente tampoco hubo mucho margen de maniobra: a las pocas horas del nombramiento del Dr Lluesma (y de Dr del Val, en su ausencia) se produjo el golpe de Estado en Santa Isabel: «esa mañana -cuenta Juan Ramírez Dampierre, Vicecónsul portugues- desde las seis, fueron hechos presos cuantos constituían el grupo político Frente Popular y sus simpatizantes, siendo las prisiones hechas por milicias nacionalistas, acompañadas cada una de tres soldados de la Guardia Colonial indígena, todos debidamente armados y equipados. (...) Los presos políticos en número de cuarenta, están bien guardados y vigilados por las milicias, (…) Entre ellos hay media docena de funcionarios de la Secretaría General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central comunista. (...) El número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos».

De los dos gobernadores interinos propuestos y que declinaron el ofrecimiento, José Martín-Gamero acabó sumándose al aparato represor franquista integrando la Comisión de Incautación de Bienes prevista por la Junta de Defensa Nacional, y el Dr Lloret detenido e internado en el campo de concentración de Gando.

Lloret, tenía la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Juan Medina Sanabria recoge en su estudio Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración que:
-Abelardo Lloret Peralt, de profesión Médico, Director de Sanidad en la Guinea: Fue detenido en Santa Isabel el 19 Septiembre 1936 (fecha del Alzamiento Militar en esta zona), quedando a disposición del Auditor de Guerra de Canarias, que ordena su libertad el 4 Marzo 1937. El 26 Abril 1937 reingresa a disposición del Gobernador Militar de Las Palmas, siendo liberado definitivamente el 2 Julio 1937, de orden del Comandante General de Canarias, por nuevo examen de los antecedentes enviados por el Gobernador General de la Guinea Española. Después de ser puesto en libertad, desempeña durante muchos años su profesión en el municipio de Valleseco de Gran Canaria.
Pasadas las detenciones iniciales, es condenado en mayo de 1944 «como autor de un delito consumado de Masonería, (...) a la pena de doce años y un día de reclusión menor, accesorias legales de inhabilitación absoluta perpetua». Dos años después, el Juzgado de Instrucción número 2 de Las Palmas de Gran Canaria hace saber que ha sido sobreseído el expediente de responsabilidades políticas y «ha recobrado la libre disposición de todos sus bienes».

Es precisamente durante sus sucesivos cautiverios, que el  Dr Lloret pasaba consulta a sus compañeros de prisión.

Conforme a ASODEGUE, su repatriación definitiva sería en 1963.

lunes, 29 de agosto de 2022

Llegada a Barcelona

Es cierto, no se trata de la guerra civil y sus consecuencias en el territorio ecuatorial.
Sin embargo, ¿quién mejor que Juan Juan Potous y Martínez permite conocer el entramado social del país?:

DE TETUAN A MANILA (crónicas de viaje)
LLEGADA A BARCELONA

Hoy, 16 de Julio, festividad de Nuestra Señora del Carmen, a las ocho de la mañana, apareció ante nuestro horizonte el famoso castillo de Montjuich y poco tiempo después divisábamos el inmenso bosque que en el puerto de Barcelona forman el infinito número de mástiles de los barcos aquí fondeados. El "Isla de Panay" avanza rápidamente, detiénese breves instantes para recoger al práctico que nos ha de guiar en la entrada y continúa su marcha en demanda del puerto exterior.Para celebrar la fiesta del día, Patrona de marineros y navegantes, todos los buques es- pañoles surtos en bahía, aparecen engalanados con banderas y gallardetes, llamando nuestra atención un hermoso vapor inglés de gran tonelaje, que también ha adornado sus mástiles y jarcias. Arriamos nuestra bandera saludando, al pasar junto al muelle donde se hallan atracados el viejo crucero nacional "Rio de la Plata" y el buque "Dédalo", el mas raro y antiestético de los barcos modernos, con su catavientos en forma de enorme cigarro en lo alto de su primer palo, con su extensa plataforma en popa para el lanzamiento de hidroplanos, de los cuales, dos de ellos se hallan en bahía próximos a su nodriza, pues asi puede calificarse el papel que desempeña el "Dédalo'', y con la inmensa variedad de artefactos, la mayor parte de ellos completamente desconocidos para mi, que adornan sus cubiertas. En el fondo del muelle dejamos al lindo vapor "Jaime I", que hace el servicio entre Barcelona y Mallorca, y deslizándose suavemente por las tranquilas aguas del puerto, el "Isla de Panay'' vá a buscar su sitio en el muelle de la Compañía Trasatlántica, amarrando la proa por la popa del magnífico vapor "Barcelona" de la Compañía Pinillos, que dentro de poco partirá en viaje para la América del Sur. Recibida la Sanidad y a libre plática el buque, empiezan las despedidas de los pasajeros que aquí quedan y comienza a disgregarse el extraño conglomerado que hemos formado desde Cádiz los viajeros del "Isla de Panay". Y a fé que no ha podido verse jamás una mezcla mas rara de tipos, profesiones y personas. Junto al hermano del Corazón de María que viene a España a reponer la salud perdida en diez años de estancia en las posesiones de Guinea, los cabos e individuos de la Guardia Colonial de Fernando Poó, luciendo el gorro colorado, que les dá apariencia de maduros "Botones''. Al lado del virtuoso párroco de Canarias, que llevado de su celo religioso, ha predicado un largo sermón en Valencia a los trabajadores del puerto que pronunciaban frases gruesas, la "cocotte" catalana con acento extranjero, que expulsada de Fernando Poó por sus escándalos viene en busca de su familia residente en la Ciudad Condal. En íntima amistad con el grueso y atildado inglés, ingeniero que planea un ferro-carril en la República de Liberia, el mestizo que posee haciendas de cacao en Santa Isabel y San Carlos. Todas estas extrañas figuras, mas los tres monos y las dos cotorras que la hetaira trae de África, nos abandonan, quedando únicamente abordo la familia del Cónsul de Portugal en Singapore, un alto empleado de la Compañía General de Tabacos de Filipinas y nosotros. Por la festividad del día no se trabaja en el puerto, y la quietud y la tranquilidad reinan abordo, pues además han desembarcado en Barcelona muchos de los tripulantes del "Isla de Panay" que allí tienen sus familias.


Crucero Isla de Panay. Conocido como el Barco de la Muerte, fue usado para transportar hacinadas a las tropas españolas asignadas a la guerra hispanoamericana en Cuba. Terminada la guerra fue reasignado por la Trasmediterránea al golfo de Guinea hasta su hundimiento, para cobrar el seguro, en Punta Europa: «Fue en la noche del 7 de Diciembre de 1929, tras embarrancar en un bajo llamado Los Primos entre Santa Isabel y San Carlos. Los supervivientes dijeron que serían casi las tres de la mañana cuando se oyó un ruido sordo debajo del barco, como si hubiese tropezado con un arrecife, y que al ir muy despacio evitó partirse por la mitad; comenzó a inclinarse lentamente y se hundió ante la vista de todos, posándose suavemente en el fondo. Allí debe de estar aún, junto a la conciencia del señor marqués».

lunes, 15 de agosto de 2022

El callejero y la memoria histórica deslocalizada

¿Recordáis la entrada de El callejero y la memoria histórica? o ¿La desconocida calle sobre la calle dedicada al gobernador Juan Fontán en Las Palmas?

No son la única: el gobernador Faustino Ruiz González es "Hijo Predilecto de la Ciudad" de San Fernando (Cádiz) en donde tiene dedicada una calle todavía a día de hoy. Al almirante se le recuerda -entre otras cosas- por la desaparición de Acacio Mañé.

El fallido intento por investigar el suceso y -eventualmente- procesar al gobernador lo recogíamos en El procesamiento a Don Faustino.

Y es que, en no pocas ocasiones olvidamos que la sombra del franquismo, sus normas y sus consecuencias, se proyectaron sobre territorios y poblaciones que hoy no forman parte del Estado español, quedando por fuera incluso de las reivindicaciones de memoria histórica.

Precisamente en "Memoria y frontera...", de María del Mar Fernández Pérez, se analiza:
En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial. 

Resulta llamativa esta falta de referencias a las colonias si tenemos en cuenta que el imaginario colectivo de la Guerra Civil está plagado de referencias al norte de África: allí se produjo el golpe de estado en un primer momento, de allí venía el ejército africano y la famosa y temida guardia mora. Esta guerra, tan importante para la historia europea, empezó en África, y allí se produjeron los primeros asesinatos de quienes permanecieron fieles a la legalidad republicana. Es muy difícil hablar de este periodo sin hacer referencia al protectorado y situados en el momento actual, habrá que afrontar el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica en territorio extranjero.

Miguel Ángel López Moreno recoge la existencia de la calle dedicada al Almirante Faustino Ruiz en Las calles indecentes de San Fernando:

(...) Hay en San Fernando calles con nombres de alcaldes que colaboraron, abierta y decididamente, en la represión política y social que se desplegó en .la ciudad desde el 18 de julio de 1936. Fueron alcaldes que sirvieron a una dictadura militar de carácter fascista…

«…en origen, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco es un régimen de carácter fascista, establecido en gran parte gracias a la ayuda recibida de la Alemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de Mussolini».

Así lo definió y condenó la Asamblea General de las Naciones Unidas el 12 de diciembre de 1946, precisamente en los años en los que los alcaldes en cuestión actuaron. Estos mandatarios isleños fueron dirigentes políticos que colaboraron con un Estado ilegal. Las víctimas de la represión en esta ciudad (los asesinados y los perseguidos), que lo fueron bajo los mandatos de estos alcaldes, no merecen la afrenta de ver sus nombres rotulados en las calles. Su permanencia supone, en nuestra opinión, enaltecimiento del golpe militar de 1936, de la represión posterior y de la impunidad.

Permanecen en la ciudad calles con nombres de militares —fundamentalmente marinos— que participaron en el bando sublevado de la guerra civil española y que desarrollaron posteriormente una dilatada y brillante carrera militar, incluso regalaron a la ciudad una valiosa contribución política e intelectual. Todos esos militares tuvieron que demostrar inevitablemente su adhesión a la dictadura militar que se iniciaba el 18 de julio de 1936 y, con ella, acataron la cobertura ideológica de carácter fascista que adoptó el nuevo Estado. Aceptamos que un número indeterminado de ellos —nunca sabremos cuántos— se vieron arrastrados por la pulsión de sobrevivir y asumieron como inevitable la obediencia a una cadena de mando que traicionó la promesa de adhesión a la II República. Entendemos que esos militares se dejaron arrastrar por la supuesta obediencia debida a sus superiores, porque la mínima objeción habría implicado una ejecución inmediata y extrajudicial. Y en el mejor de los casos, un consejo de guerra sumarísimo en el que los militares rebeldes y traidores les acusarían precisamente de rebelión militar con pésimas consecuencias.

«Los militares que se opongan al Movimiento de Salvación iniciado serán pasados por las armas por los delitos de lesa patria y alta traición a España». [En el Decreto nº 2 de la Junta de Defensa Nacional. Burgos, 25 de julio de 1936]. (...)

Pero hubo militares que organizaron la sublevación y/o participaron conscientemente en la guerra posterior y, en consecuencia, asumieron las consecuencias de sus actos. Para fortuna de ellos, resultaron victoriosos y sus decisiones personales fueron recompensadas con una notable carrera militar y con reconocimientos en el ámbito municipal. Por eso algunas calles de San Fernando siguen dedicadas a militares que se alzaron contra el gobierno legítimo de la II República. Eligieron libremente colaborar con la sublevación y, por tanto, cometieron un evidente delito de rebelión contra la legalidad, delito que hoy día sigue impune. Esa decisión les hizo ser presuntos cómplices y/o tener responsabilidad en las detenciones ilegales, torturas y muerte de aquellos isleños susceptibles de oponerse al Movimiento Salvador de la Patria. Así mismo, pudieron ser responsables directos o indirectos de un número indeterminado de incautaciones de bienes, de cárcel, de exilio. Y como miembros de un plan general abiertamente criminal, son responsables en función de la punibilidad del plan…

«Líderes, organizadores, instigadores y cómplices que participen en la formulación o ejecución de un plan general o conspiración, para cometer cualquiera de los crímenes antes citados, son responsables de todos los actos realizados por cualquier persona que ejecute dicho plan…». [En Diligencias Previas Procedimiento abreviado 399 /2006 v, de 16 de octubre de 2008. Juez Garzón, citando el Estatuto de Nüremberg (8 de septiembre de 1945)]

En consecuencia, las carreras profesionales de estos militares parten de un comportamiento desleal e ilícito, es decir, parten de la máxima vergüenza que puede perpetrar un militar: quebrantar su promesa o juramento de acatar las leyes, en este caso promesa de fidelidad a la República para defenderla y servirla bien: «Prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas».

Todos los militares traidores habían prometido defender precisamente a la República, no a una esotérica Patria diseñada ad hoc para justificar cualquier acto de rebeldía. Posiblemente no hay mayor deshonor para un militar que levantar sus armas contra sus propios compañeros y contra los ciudadanos que le otorgaron su confianza. Estos últimos militares no caben en el callejero de San Fernando, lo dice la ley que emana de la voluntad popular, y mantenerlos sería justificar y dar cobertura a la barbarie que se desplegó en este pueblo a partir del 18 de julio de 1936. Es nuestro deber, si tenemos ese conocimiento, exponerlo.
Y aún existen calles dedicadas a personas que avivaron la traición de los militares insurrectos, entendieron las tropelías de la Falange y demonizaron a los republicanos como antiespañoles. Por tanto, justificaron lo que estaba pasando en la ciudad, es decir, justificaron el exterminio físico de los posibles opositores políticos y sociales al Glorioso Movimiento Nacional. Máxime cuando desde su pretendida ascendencia moral declamaban justificaciones vistiendo sotana o blandiendo la pluma con destreza. Consideramos que tales personajes tampoco deberían tener una calle en San Fernando.

En nuestra opinión, eliminar de nuestras calles los vestigios de la dictadura franquista «...representa un paso fundamental hacia la realización del derecho a la verdad de todas las víctimas de graves violaciones de derechos humanos…» que ocurrieron en San Fernando. Pero, sobre todo, será un acto de justicia y valentía política que nos acerque a la conclusión de un ciclo histórico.

Entre otras la calle Almirante Faustino Ruiz:



El 29 de septiembre de 1936, el crucero rebelde Canarias detectó a treinta kilómetros de distancia al destructor Almirante Ferrándiz, leal a la II República, que patrullaba en el Estrecho de Gibraltar tratando de impedir que el ejército sublevado de Marruecos llegara a la península. El Canarias lanzó una andanada de cuatro disparos contra el Ferrándiz que resultó larga, impactó en el mar a 1200 metros del objetivo. En ese momento, ante la inminente huida del destructor y la probabilidad cierta de quedar fuera de alcance, el Director de Tiro del buque rebelde tomó la arriesgada decisión de saltarse el manual artillero y proponer una única andanada de disparos que hizo blanco a 21.000 metros. El Ferrándiz se hundió con rapidez. El mar se cubrió de cadáveres y de náufragos, y el prestigio personal del Director de Tiro del Canarias tuvo alcance internacional. Muchas marinas de guerra se interesaron por el procedimiento que se utilizó para hundir el destructor republicano a esa distancia y sin disparos de aproximación. 

Unos meses después, en lo que se conoce tristemente como la desbandá, desde ese mismo barco se dispararía contra la población civil que huía de Málaga.  

El Director de Tiro del Canarias era el isleño y capitán de corbeta don Faustino Ruiz González que, después de la hazaña, tuvo una larga y fructífera carrera militar —bajo la cobertura del régimen dictatorial del general Franco, naturalmente— hasta llegar al empleo de almirante. Entre 1949 y 1962 fue gobernador general de la Guinea Ecuatorial Española, años en los que reprimió con decisión el incipiente movimiento nacionalista guineano. Y en estas estaba don Faustino cuando fue procesado por la detención, torturas y asesinato del líder nativo Acacio Mañé. Una historia muy fea y muy torpe, que no le impidió seguir adelante con su carrera y su prestigio. 

lunes, 8 de agosto de 2022

El último viaje del Fernando Póo

Fue un gran barco, si bien sus últimos meses fueron accidentados...

ABC, 24 de junio de 1936.
El mes previo al golpe de Estado, la tripulación se vio inmersa en una huelga, quedando bloqueados por días en el puerto de Barcelona, el 23 de junio de 1936, el diario Universal recogía la noticia de que «a última hora de la noche de ayer la Policía se personó a bordo del trasatlántico Fernando Poo cuya tripulación se declaró en huelga de brazos caídos, a consecuencia de unas diferencias con la Compañía. Los agentes practicaron la detención de los 80 tripulantes de la nave, que ingresaron detenidos en el Juzgado de guardia, donde de madrugada continúa el interrogatorio»

Todavía el 29 de junio, La Vanguardia recogía que «El correo de Fernando Póo sigue amarrado en el muelle de España sin tripulación a bordo y en espera de que la Compañía mande nueva tripulación, para substituir a la que llevaba. Después de la entrevista que los consignatarios y comerciantes de fruta de esta plaza celebraron con el delegado marítimo se procedió a la descarga de los huecales de plátanos y otras frutas que llevaba a bordo, terminando la descarga a las cuatro de la madrugada».

«Otro de los informadores le preguntó qué noticias tenía del vapor Fernando Poo, que, teniendo señalada la salida de este puerto, como vapor correo para la Guinea, el 17 de cada mes, aun no había salido.
El señor España explicó el proceso de este asunto diciendo que se trata de un conflicto que tiene dos partes: una, de la tripulación con la Compañía, y otra, de los obreros con el Estado. El primer aspecto, ya solucionado, puesto que interviene el delegado del Gobierno de Madrid, era que la tripulación quería cobrar viaje doble, por entender que hacia un viaje de los llamados intercóloniales, lo que da derecho a cotizar doble sueldo.
Mi intervención fue considerar viaje intercolonial el que hacía dicho buque alrededor de la isla de la Guinea, pero no viaje intercolonial el que hacía el buque desde la península a Fernando Poo y vuelta.
El segundo conflicto es que la tripulación cree que debe ser aumentada, y la Dirección General de Comunicaciones opina lo contrario. La Compañía, por estar subvencionada por el Estado, ha de someterse a lo que ordena la Dirección General de Comunicaciones.
Como el barco no salía y representaba una desobediencia, el delegado marítimo pidió fuerzas a la Delegación del Puerto y fueron conducidos al Juzgado los tripulantes de dicho buque, que ha quedado bajo la protección de las.fuerzas de la Armada.
Como ustedes ven, es un conflicto, en que no interviene el Gobierno de la Generalidad, sino el poder central, y está pendiente de solución. Tengo noticias -terminó diciendo- que el Juzgado ha libertado a los tripulantes que fueron puestos a su disposición».

Vaixell Fernando Poo, atracat al port de Barcelona.

Así que la Gobernación se vio obligada a intervenir... y tras muchas presiones se lanzaron nuevamente a la mar: el 30 se publicaba que «anoche, poco después de las diez, terminó la reunión celebrada en la consejería de Gobernación, bajo la presidencia del consejero don José María España, entre las representaciones designadas para encontrar una solución al conflicto planteado a bordo de varios buques surtos en nuestro puerto, al hacer causa común las tripulaciones de los mismos con la actitud adoptada por la de la motonave Fernando Póo. En virtud de los acuerdos tomados en dicha reunión, el conflicto dióse por terminado. A las once, o sea con dos horas de retraso de la señalada, salía de nuestro puerto el vapor correo Ciudad de Barcelona, para Palma de Mallorca, habiéndose reintegrado al trabajo sus tripulantes. Poco después se hacía a la mar el correo de Mahón, Ciudad de Tarragona. Se espera que sucesivamente, y a medida que se reintegran sus tripulantes, lo harán los demás vapores, cuya salida había sido imposibilitada por igual motivo, normalizándose totalmente las entradas y salidas en nuestro puerto».

Sorprendidos en pleno viaje por el golpe de 18 de julio, se posicionan. Conforme documenta Francisco Font Betanzos en La corta vida marinera del buque Fernando Poo de la Compañía Trasmediterránea, cuando se inicia el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, el Fernando Poo navegaba en aguas de Guinea. La tripulación remite un telegrama de aliento y adhesión al presidente de la República:
En aguas Guinea tripulación buque Fernando Poo compuesta afiliados C.N.T. y U.G.T. protestan enérgicamente cobarde criminal levantamiento horda fascista, lamentando no estar Península para luchar unidos hermanos proletarios aplastar imperialismo. Doloridos por victimas reacción, nos ofrecemos Gobierno Frente Popular defender República.
Y, a su vuelta de la Guinea Española, recogía El Diluvio: diario político de avisos, noticias y decretos en su edición del 30 agosto 1936 que:
— Procedente de la Guinea ha llegado el buque «Fernando Póo», con importante cargamento. El Gobierno le había ordenado, mediante un radiotelegrama, que no hiciese escala en ningún puerto hasta llegar a Málaga. Captado de radio por los rebeldes, éstos ordenaron al buque que hiciera escala en Ceuta, amenazándole, si no lo hacia así, con que sería bombardeado por los aviones. El capitán, atendiendo a las órdenes del Gobierno legitimo, no hizo caso y ha hecho el viaje costeando y expuesto a encallar en cualquier playa, antes de someterse a los facciosos. Se encontraron con un destructor leal, que ha venido protegiéndolo durante el resto del viaje. El barco no descarga en este puerto, ya que tiene orden del Gobierno de llevar su carga a Valencia, de donde saldrá cuando lo disponga la superioridad.
El 6 de septiembre, los periódicos informarán que «el Comité de incautación de la Compañía Trasmediterránea comunica al comercio y al público en general que mañana, a las siete de la tarde, saldrá de este puerto [Barcelona] la motonave Fernando Póo, para Femando Póo y demás puertos de la Guinea, para los cuales admitirá carga y pasaje hasta las once de la mañana del mismo día de la salida...».

El desafortunado final de ese viaje, ya es historia: el 14 de octubre de 1936, faltando tres días para que el Fernando Poo cumpliera su primer año de vida es hundido en la bahía de Bata.


Como contábamos en La batalla y los Mártires y en La huida, se estiman en 17 los muertos anónimos en el hundimiento del Fernando Poo.
Están documentados sin muchos detalles tanto por la prensa republicana, como por la prensa del movimiento, ya que la propia Gaceta de Tenerife: diario católico de información, en su edición del 21 de noviembre de 1936, recoge el relato y fotografías del tercer comandante del Ciudad de Mahón: Ángel García Uzariaga cuenta que el Fernando Poo «rápidamente se hundió, pereciendo ahogados gran número de rojos, entre ellos el cabecilla de la subversión».

Cuenta Porcel en Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte que «El 4 de noviembre y a bordo del Banfora, fueron embarcados para la península, vía Francia, los siguientes refugiados: Ramón Hernández; Antonio Gil; Juan Marti; Santiago Bosie; Francisco Córdoba; Juan Sil; Vicente Zaragoza; Félix Gutiérrez; Tomás Vil; Ricardo Follona; Juan Vázquez; Francisco Ruiz; José Teuler; Francisco Picó; Pedro Gutiérrez; Jesús Vázquez; Benito Pérez; Pedro Llabres; Antonio Villanueva; Joaquín Martín; Vicente Mancho; Tomás Contell; Eliseo Maciá; Manuel Fernández; Juan Calvo; Francico Carrasco; Emilio Ramos; Andrés Paz; Faustino Pereira; Juan Sanmartín; José Rodríguez; Antonio Vadell; Antonio Tari Quiles; Luis Rey Pereira. Estos treinta y cuatro repatriados pertenecían a la dotación del buque Fernando Poo y pudieron salvarse del hundimiento del mismo, a nado».

En cualquier caso, la compañía se desquitará con sus empleados -una vez hundido el barco- por los sucesos de reivindicaciones y huelga de junio. El Capitán Emilio Ley Arata, director de la Trasmediterránea, será muy explícito en sus declaraciones a La Prensa: «Los oficiales del barco casi todos son rojos. El oficial que se exceptúa de haber estado de parte de los marxistas es el señor Devesa, casado con una joven de Las Palmas, de familia muy conocida. El Capitán del Fernando Póo, don Antonio Pasaje Respeto (sic), estaba también de parte de los rojos. Resultó muerto en el accidente del Fernando Poo el primer maquinista Eduardo Selma, marxista».
Los supervivientes acabarán confinados en el campo de concentración del viejo Lazarero de Gando, tal y como recoge Juan Rodríguez Doreste en sus memorias: «Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora».

lunes, 25 de julio de 2022

El cura Galeote

Recreación del asesinato del
obispo Martínez Izquierdo.
¿Recordáis el asesinato del gobernador Sostoa a manos de Restituto Castilla?

Es una historia vieja, pero no fue el primer magnicidio vinculado al territorio ecuatorial.

Os rescatamos la historia del cura Galeote, que fue sacerdote castrense en Fernando Poo, y el asesinato del obispo Martínez Izquierdo, primer obispo de la diócesis de Madrid-Alcalá:
El presbítero Cayetano Galeote Castillo, por motivos que iremos viendo y estudiando, el día 18 de abril de 1886, Domingo de Ramos y cuando entraba en la Iglesia Catedral de San Isidro de Madrid, para celebrar la misa solemne, se dirigió a él con el templo abarrotado de fieles y le disparó tres tiros de revólver a quemarropa por la espalda, exclamando: "¡Ya estoy vengado!". Seguidamente trató de suicidarse disparándose con la misma arma, lo que pudieron impedir los que le rodeaban entregándole a los inspectores de policía que le llevaron a la Prevención de la Calle de Juanelo, teniéndole que arrancar de las manos del público que le quería linchar.
Dos médicos que se encontraban en la iglesia dieron una primera asistencia a Monseñor Martinez Izquierdo para después ser revisado por los Dres. Creus, Cárceles, Bueno y Moreno Pozo que le practicaron la primera cura.
Según observaron estos facultativos "el Obispo presentaba una herida en el hipocondrio derecho, habiendo atravesado la bala el borde inferior del hígado, lesionando o produciendo conmoción en la médula, a juzgar por las falta de movimiento de los miembros inferiores y carencia en ellas de sensibilidad. La falta de paralelismo de los bordes del trayecto de la herida hizo infructuosa la exploración con el estilete, ignorándose realmente la implantación y hasta la dirección del proyectil.
"Además, presentaba otra herida en el muslo derecho, entrando el proyectil por la aparte posterior, siguiendo la dirección de abajo arriba y de atrás adelante, quedando implantado en la parte anterior del muslo, el cual se extrajo haciéndole una incisión de 4 cm de longitud por un centímetro de profundidad.
"En el brazo derecho presentaba una contusión. No perdió el conocimiento en ningún momento ni exhaló una sola queja durante las operaciones que sufrió."
El canario Benito Pérez Galdós le dedicó una serie de artículos recopilados en el libro "El crimen de la calle Fuencarral. El crimen del cura Galeote". Éste, tras visitarle dirá de él que «Galeote parece una fiera enjaulada, balanceándose con un movimiento semejante al de los cuadrúpedos aprisionados».

Pero ¿quién era el cura Galeote?

Su historia está documentada por el de Museo de Antropología Médico-Forense Paleopatología y Criminalística en el portal del panameño Instituto Conmemorativo Gorgas, entre los artículos dedicados a la temática del magnicidio:
El cura Galeote en el manicomio de Leganés
(Heraldo de Madrid, 15/2/1912).
Era natural de Vélez Málaga, provincia de Málaga, donde vivían sus padres con otros seis hijos. Cuando cometió el atentado contra el Obispo, Monseñor Izquierdo, tenía 47 años, era delgado, alto de color cetrino. Ya desde niño tuvo un carácter irascible, quizás procedente de un defecto físico que tenía. Era sordo por haber padecido otitis bilateral que en aquellos tiempos no podía ser debidamente tratada y le dejó con una audición muy escasa. A pesar de todo, terminó su carrera sacerdotal, siendo destinado a Madrid donde estuvo en diversas iglesias. Marchó luego a Puerto Rico donde vivió cinco años. También fue cura castrense en Fernando Poo.
El año 1880 regresó a Madrid en compañía de su ama, Doña Tránsito Durda y Cortés de 33 años, natural de Marbella a la que llamaba "sobrina" y con la que vivía amancebado.
Desde 1884 Galeote estuvo adscrito a la Iglesia de la Encarnación con un sueldo de 2.50 pts por decir misa.. En 1881 pasó a la capilla de los Irlandeses con 3 pts de sueldo y más tarde a la capilla del Cristo de la Salud donde cobraba 18 reales diarios. Los frecuentes cambios de Parroquia se debían a dos motivos: quería ganar más y chocaba por su carácter con sus colegas. En cierta ocasión encontrándose en una barbería, como alguien intentó llevarle la contraria en lo que se comentaba le quiso tirar por la ventana.
Desde 1880 a 1884 su domicilio fue cambiando desde la calle de La Abada, calle del Reloj, calle Mayor y por último en el Arco del Triunfo nº 61, siempre acompañado de su "sobrina", que era quien figuraba como la inquilina y el huésped o pupilo era el Cura Galeote. Por motivos de su genio, se dejó crecer la barba y el pelo enmarañados hasta el día que cometió el atentado en que se afeitó.
El Progreso de Santa Cruz de Tenerife, 7/06/1906
El Obispo de Madrid-Alcalá D. Narciso Martínez Izquierdo, primer Obispo de Madrid-Alcalá había nacido en Rueda, partido de Molina de Aragón, diócesis de Sigüenza el 129 de octubre de 1831, muriendo en Madrid el 19 de abril de 1886. Fueron sus padres D. Andrés Domingo Martínez Vallejo y Doña Angela Izquierdo, modestos labradores. Estudió en el Colegio de Molina de Aragón y luego en el Seminario Conciliar de Sigüenza y más tarde en la Universidad de Madrid hasta alcanzar el grado de Doctor en Teología. Siendo estudiante aún, desempeñó en Sigüenza una Cátedra de Lengua griega y más tarde fue Catedrático de Religión y encargado de las Biblioteca de Sigüenza.
El 1º de abril de 1857 fue ordenado de Presbítero y en 1864 obtuvo por oposición una Canonjía Penitenciaria en la Catedral de Sigüenza. Más tarde hizo oposiciones a la Canonjía Magistral de la Metropolitana de Granada siendo nombrado Arcediano desempeñando interinamente la Secretaría del Arzobispado de Granada, encargándole el Arzobispo la dirección del Seminario Central de la Diócesis y luego el Arcedianato de la Catedral.
En 1871 fue elegido Diputado por la primera vez por el Distrito de Molina de Aragón, tomando asiento en las Cortes durante el periodo revolucionario, figurando en el grupo de los carlistas.
Reelegido en las Cortes de 1873, siendo Castelar Presidente de la República, le propuso para Obispo de Salamanca, siendo preconizado el 2 de enero de 1874, y consagrado pocos días después el 31 de enero en la Iglesia de la Encarnación. El 21 de febrero tomó posesión de su Obispado y en 1876 fue elegido Senador por la provincia de Guadalajara, participando activamente en el Proyecto de la Constitución de 1876.
La provincia eclesiástica de Valladolid le eligió de nuevo en 1881, combatiendo la Ley del Matrimonio Civil, retirándose como protesta del Senado después de haber pronunciado un excelente discurso. Fue un gran orador, aunque la política no le agradó nunca. Protegió a las Ordenes religiosas de su diócesis, implantando la disciplina eclesiástica que estaba muy relajada, y restauró los edificios religiosos como la catedral y el Seminario.
La implantación de la disciplina eclesiástica le acarreó muchos enemigos. Fueron tales sus méritos y su carácter y virtudes que fue propuesto para la nueva diócesis sufragánea de Madrid-Alcalá, donde implantó en el clero una fuerte disciplina.
Cuando la epidemia de cólera de 1885 hizo una excelente labor visitando y ayudando a los enfermos coléricos de las barriadas más pobres y ayudándoles económicamente.
Y el día 18 de abril de 1886, festividad del Domingo de Ramos, cuando subía las escaleras de la Catedral de San Isidro, recibía la muerte en forma de tres disparos hechos por la espalda de manos del Cura Galeote.
El asesino tuvo que ser aislado porque el pueblo quería hacer un escarmiento en él. Fue trasladado a la Cárcel Modelo donde ocupó la celda nº 11. Desde el principio se negó a comer y beber, tomando sólo tazas de café, lo que le produjo una mayor agitación.
El Juzgado se presentó en la casa donde habitaba Galeote donde hizo un minucioso registro en el que colaboró el ama Doña Tránsito con las autoridades. Doña Tránsito Durdal y Cortés era una mujer de buen aspecto, de 36 años, alta, ligeramente gruesa, ojos grandes, negros como el pelo, labios gruesos y abultados. La casa estaba alquilada a su nombre, pequeña y pobremente amueblada. Doña Tránsito se sobresaltó cuando el Juzgado se incautó de un retrato de ella que figuraba en un álbum al lado de otro del presbítero.
El Obispo no había muerto, pero estaba ya en su casa donde empeoraba por momentos. Había recibido las condolencias del Gobierno, Ministros, altos funcionarios y un enviado de la propia Reina. Viendo su muerte cercana pidió a su confesor que le escuchara en confesión. Perdonó a su asesino de todo corazón. El Nuncio le envió la bendición de S.S. el Papa y a su lado permanecía el Cardenal Arzobispo de Sevilla. Cuando llegaba el Nuncio para darle la bendición papal, expiró dulcemente al tiempo que el Cura de Sta. Cruz rezaba las últimas preces. Así fallecía al día siguiente del atentado, el 19 de abril de 1886.
El Proceso (Puede verse en la Gaceta de Juzgados y Tribunales)
El Fiscal D. Luis Lamas Vázquez Varela, presentó dos cartas que el cura Galeote había dirigido al periódico El Progreso en las que manifestaba su sincero arrepentimiento por el mal que había hecho. El Abogado defensor presentó un testigo que había conocido a Galeote en Puerto Rico y que aseguró "que había presenciado en Galeote accesos de locura positiva, real y manifiesta".
Galeote pidió que se le permitiera permanecer cerca del Relator durante la lectura del proceso porque era bastante sordo. El Fiscal presentó una serie de cartas dirigidas por Galeote al Obispo y a D. Nicolás Vizcaíno, Rector de la Congregación de la Capilla del Cristo de la Salud, a la prensa y a algunos Ministros. En ellas reclamaba que el Rector P. Vizcaíno comenzó a manifestar por él cierta frialdad y no le saludaba. Y un día le dijo que podía marcharse, lo que el reo consideró una injusticia y una ofensa a su honor. Reclamó al Obispo y éste no le hizo mucho caso. Pensó entonces disparar contra el P. Vizcaíno, pero al considerar que el Obispo no le había tratado como le correspondía, decidió disparar contra él.
Al preguntarle el Fiscal dónde había conseguido aquel revólver, contestó que en Puerto Rico donde se lo había comprado a un amigo que se encontraba necesitado.
Después de la lectura del Sumario, el Fiscal formuló su escrito de calificación que resumimos:
"Los hechos que se han relatado constituyen los delitos de asesinato y atentado. El acusado ha tenido en estos hechos la participación de autor. Concurriendo la circunstancia calificativa de alevosía y la agravante genérica de premeditación, sin ninguna atenuante ni menos eximente. Por tanto, el procesado D. Cayetano Galeote ha incurrido en la pena de muerte".
El Interrogatorio del procesado
"D. Cayetano Galeote Cotilla, de 47 años de edad, célibe, nacido en Vélez Málaga, provincia de Málaga, con domicilio en unas casa de huéspedes en Mayor nº 61. Hacía seis años y medio que vivía en Madrid. La dueña de la casa donde vivía se llamaba Doña Tránsito Durda y Cortés, a quien conoció en Málaga y se vino aquí por no poder ganarse la vida. "Yo la conocí y me convenía vivir en casa de ella porque me asistía muy bien".
"Cuando llegué a Madrid, dice Galeote, empecé a decir misa en la Capilla del Santísimo Cristo de San Ginés. Allí me daban dos pesetas por cada misa, como a todos los sacerdotes forasteros y transeúntes. Así estuve cuatro años. Estaban conmigo muy contentos y satisfechos, no solamente porque cumplía con exactitud, sino porque me tenían siempre dispuesto a asistencias gratis. De esta manera vivía bien, porque estaba libre e independiente. El P. Vizcaíno era el Rector con quien me llevaba bien, incluso me prestó 50 duros para socorrer a mi familia cuando hubo un terremoto. Luego hubo varios incidentes cuando me quitaron la misa. Aquello fue una bofetada para mí. Ví mi honra y dignidad hollada porque no se me daban explicaciones sobre mi separación. Yo le pedí una orden por escrito para quejarme a mi Prelado. Fui a ver al Señor Obispo explicándole que tenían el propósito de echarme de la Capilla. Advertí que diría misa en el Altar Mayor o promovería un escándalo.
"Tuve la idea de darle un tiro al P. Vizcaíno. Pero como el Obispo no me hizo caso, le hice responsable a él, así que me fui del Norte con mi revólver a ver si pasaba el coche en que iba el Obispo. Pero no le encontré. Llegó el Domingo de Ramos y me fui a la Catedral. Llegó el Obispo, me apoyé en una columna, aparté a la gente, saqué el revólver y sin apuntar, pin...pin...pin, le disparé por la espalda. Luego me quise matar con el mismo revólver, pero me cogieron por los brazos y me llevaron a la cárcel."
Insistió el Fiscal y le preguntó: "¿Por qué ha matado Usted al Obispo, cuando el resentimiento era contra el P. Vizcaíno?"
A lo que contestó Galeote: "Porque ya el Sr. Vizcaíno no tenía nada que ver ni era responsable de nada. El responsable era el superior, porque en sus manos estaba el asunto de mi honra... Me trató como a un perro...Yo quería ser atendido".
Preguntó el Fiscal si había tenido remordimientos. Galeote contestó: "No, no he tenido remordimientos". Esa misma pregunta le hizo el abogado defensor D. Rafael Villar y Rivas, y le contestó: "Cuando divisé el coche, como arrastrado por una fuerza irresistible, me abrí paso, llegué hasta el Obispo y disparé sobre él maquinalmente dos o tres veces sin advertir lo que pasó después".
Intervención de los médicos forenses
Los médicos forenses que hicieron la autopsia del Obispo fueron el Dr. Gregorio Sáez Domingo, el Dr. Bibiano Escribano y el Dr. Joaquín Sicilia que presentaron el siguiente informe:
Después comparecieron los Drs. D. León Corral y Maestre, D. Manuel Fernández Cárceles, D. Francisco Blanco y D. Adolfo Moreno Pozo.
El Dr. Corral dijo que se hallaba ándose cerca de la Iglesia de San Isidro cuando se oyeron los tiros. Le dijeron que estaba herido el Obispo, al cual atendió como médico auxiliándole en los primeros momentos hasta que llegó el Dr. Moreno Pozo a quien como médico de la casa, cedió el puesto.
El Dr. Corral consideró que la herida parecía grave, pero no mortal de necesidad. Las otras heridas parecían graves, la que afectó a la médula también era grave. Había producido una paraplejia. Hubo hemorragia interna que no se pudo detener en aquel momento.
Luego hubo una discusión entre los médicos sobre el tratamiento que siguió.
Seguidamente intervino otro testigo, el perito armero Leoncio del Caño que confirmó que el revólver que se le presentaba era el mismo que él había estudiado. Tenía tres balas cargadas y tres descargadas.
En relación con la distancia a que fue descargado calcula que fue a bocajarro por el agujero que tenía en la capa pluvial, por ser ésta de seda, cuya tela opone resistencia. Por lo de más el revólver podía alcanzar lo mismo a diez o doce metros.
Siguen otros testigos; D. Manuel López Oliva que presenció el suceso declarando que fueron tres tiros y que el Obispo estaba en la escalera. El policía urbano Mariano Miguel que ayudó a detener a Galeote y que evitó que la multitud le linchara. Le ayudó Julián Hernández, otro guardia de Orden Público que iba detrás del Obispo sirviéndole de custodia.
El Secretario del Obispo declara que estaba en la puerta con la Comisión del Cabildo para recibir al Prelado. Oyó los disparos, vió al Obispo tambalearse. Corrió en su ayuda, pero ya había personas que le estaban cuidando. Conoció a Galeote por haber conversado con él en el Obispado. Galeote fué por el tema que había hablado con el Obispo sobre su entrada en la Capilla del Santísimo Cristo de la Salud. Parece que el Sr. Vizcaíno no quería admitirlo en la capilla. Había hablado con Vizcaíno interesándose por Galeote y éste le dijo que no convenía por su carácter. Como llevaba muy poco tiempo de Secretario, no pudo conocer muy bien el problema de Galeote. El carácter de Galeote había sido ya observado por otras personas y todos coincidían en que era violento. Había oído a algunas personas que Galeote estaba loco. Galeote le había dicho que sólo servía para Sacristán. También había escrito algunas cartas amenazadoras al Obispo. Siempre tenía palabras de conmiseración para él. Cree el Sr. Almaraz que Galeote no está cuerdo al actuar como lo hizo.
Otro testigo, D. Enrique Perchín auxilió al Obispo. No puede añadir más. La declaración del P. Gabino Sánchez, Confesor del Obispo, hombre de 77 años, pequeño de estatura, con barba blanca, despertó muchas simpatías. Dijo que le apenaba mucho la muerte del Obispo pero también ver a un sacerdote en el banquillo de los acusados. Ignora si Galeote ha padecido accesos de locura. El había hecho gestiones a favor del acusado para que lo repusieran en la Capilla del Santísimo Cristo de la Salud. Recibió de él una carta pidiéndole colocación. Termina diciendo que si Galeote se hubiese dirigido al Obispo de otra manera, le habría atendido.
Declara el Presbítero D. Francisco Hernando Bocos y dice que conocía a Galeote por haberle ofrecido un trabajo en la Iglesia de Cuatro Caminos, pero lo rechazó porque era sordo. Tenía un carácter fuerte y el Obispo ya se lo había advertido diciéndole que tratase de "encauzarlo".
Declaran varios Presbíteros y todos coinciden en que Galeote era "nervioso" e "irritable".
D. Jaime Agustí que le había conocido en Puerto Rico y que le había visto en Madrid con barba le había recomendado que se la quitara. Le recomendó al Obispo pero éste le dijo que estaba loco, no eras bueno para decir misa.
Después declaró el P. Vizcaíno, clérigo joven de 34 años, Rector de la Capilla del Cristo de la Salud en la Plaza de Antón Martín, junto a la Iglesia de San Juan de Dios. Dice que le había admitido en marzo de 1884 para decir misa. Lo hacía puntualmente. Un buen día recibió una carta en la que le decía que estaba enojado con él y que no iría al día siguiente. Llamó a otro cura. Y se presentó Galeote y le dijo diciéndole de muy malos modos que él iba a decir la misa. Le dijo que se marchase y se puso hecho una fiera, diciéndole palabras ofensivas. La Congregación decidió que Galeote no recibiese estipendios. Resumiendo, dice el P. Vizcaíno que la conducta de Galeote es anómala y sus repetidas amenazas le hacían peligroso.
Cuando declaró Doña Tránsito hubo un fuerte murmullo en la sala. Declaró que vino a Madrid concertando con Galeote que sería su pupilo y pagaría él los gastos. Confirma que tenía mal carácter y era sordo por lo que ella tenía que traducirle cuando alguien venía. Confirmó que se ofendió por lo que le hizo Vizcaíno. Cuando estaba arrebatado, ella procuraba calmarle. A veces le parecía que estaba loco. A la pregunta del Fiscal de qué hacía para calmarle, contestó: "Le calmaba dándole lo que él deseaba" (El público estalló en risas estrepitosas, lo que obligó al Presidente D. Juan Manuel Romero a dar un fuerte campanillazo). El propio Galeote le dijo varias veces que "estaba loco". Se enteró de la muerte del Obispo cuando esperándole para almorzar, se presentó un guardia que venía de la Cárcel Modelo a la que había sido llevado Galeote y le dijo que quería que fuese. Había estado muy nervioso durante varios días, llorando y entrando y saliendo de casa. Cuando el guardia le dijo que había matado al Obispo no loe podía creer.
Mientras tanto, Galeote en el banquillo de los acusados había interrumpido tantas veces al Fiscal, y a los testigos que el Presidente del Tribunal le había llamado la atención repetidas veces amenazándole con hacerle salir de la sala. Al oír esto, exclamó con voz fuerte: ""¡Protesto, protesto, no me dejan hablar, yo quiero contender con ellos. Esto no me gusta. Esto es una pantomima!". Mientras declaraba Doña Tránsito, el Cura Galeote se volvió a los periodistas y les dijo: "¿"Qué tal pico tiene Doña Tránsito, eh?".
El Sr. Malagarriga, Redactor Jefe de "El Progreso" afirmó que de sus conversaciones con Galeote dedujo que estaba Loco.
El Sr. D. Antonio María de Prida, Magistrado del Supremo y Presidente de la Congregación del Santo Cristo de la Salud, señaló que los motivos de disgusto entre el cura Galeote y el P. Vizcaíno es que éste no le había saludado en varias ocasiones.
Al escuchar la lectura de alguna de las 24 cartas que se presentaron como pruebas en las que se mencionaba a su padre prorrumpía en sollozos gritando: "¡Señor Presidente, Sr. Presidente!, ¡Justicia, Justicia! ¡Pobre padre mío!". El Presidente trató de tranquilizarle.
Entre los testigos que presentó la Defensa, uno de ellos fue José María Palacios, presbítero y condiscípulo de Galeote señaló que desde niño Galeote tenía un carácter muy raro y cierta incoherencia en sus facultades mentales. Tuvo un hermano que enloqueció y murió loco y una hermana también loca.
D. Salvador Padilla de Vélez Málaga declara que varios sacerdotes compañeros de Galeote, le dijeron que estaba "chiflado".
D. Eduardo Moreno, Comandante de la Guardia Civil, nacido en Vélez Málaga, conocía a Galeote hacía muchos años, aunque también hace muchos años que no le ve. Unos sacerdotes compañeros de él le dijeron que se había dejado la barba, andaba de paisano y tenía alterada la razón. Tenía dos hermanas con la razón perturbada.
Declaró la hermana de Galeote Doña Ana Galeote Cotilla, que iba de riguroso luto, y al ver a su hermano intentó abrazarle, pero éste la rechazó diciendo: "¡Quita! ¡Quita!". Para que el reo no pudiera oir su declaración, se acercó al estrado. Dijo que su hermano tuvo siempre mal carácter, se irritaba por cualquier contrariedad. Sin embargo, todos los ahorros que trajo de Puerto Rico que fueron 40.000 reales los repartió entre la familia quedándose sin nada para él. En la familia un hermano había muerto demente. El mayor estaba loco y había varios epilépticos en la familia. Fue ella quien aconsejó a Doña Tránsito acompañar a su hermano a Madrid para cuidarle habiendo quedado huérfana y sin familia. Sufrió un síncope emocionada Doña Ana. Al verlo Galeote, exclamó: "¡Ahora sí que mataba yo aunque fueran 14 Obispos!".
Comparece otro hermano de Galeote vestido de Guardia Civil. Declaró que un hermano suyo murió loco y otros dos hermanos y hermana están medio locos. Su hermano el cura siempre tuvo carácter brusco, sobre todo desde que padeció unos "derrames de sangre". Doña Ana había dicho que arrojó sangre por la boca.
Fue llamado como testigo D. José Navarrete, médico residente en Vélez Málaga que había enviado al periódico "El Progreso" un comunicado sobre la salud del Cura Galeote y las influencias que las enfermedades habían podido tener en la alteración de sus facultades mentales.
D. José García, Capitán de Caballería, cuyo uniforme viste, declara que conoce a Galeote desde la infancia. Que cuando regresó de América dio todo su dinero a la familia. Su hermano Gabriel estaba loco y Daniel murió demente. Un individuo de la familia por parte de madre está en estado de "idiotismo" y le llaman "El tonto Cotilla".
Reanudada la sesión el 4 de octubre de 1886, Galeote abandonó precipitadamente su asiento y con un papel en la mano exclamó con fuerte voz: "¡Protesto contra todo!" y seguidamente dio copia a todos los periodistas de su protesta. En ella exponía su deseo de aclarar muchas cosas, de carearse con los testigos y dejarle hablar para explicarlo todo.
El Presidente le ordenó que se calmase y se sentase.
A continuación presentaron sus informes los médicos psiquiatras, el primero fue el Dr. Luis Simarro Lacabra. Tenía una gran experiencia en este tipo de informes primero por ser Jefe Facultativo del Manicomio de
Leganés y después por su práctica ya que había intervenido en numerosos
Juicios estudiando a criminales o presuntos criminales. Había estudiado en París con el gran psiquiatra y neurólogo Charcot. Sus informes médico-legales eran verdaderas piezas extraordinarias no sólo por la profundidad de sus conocimientos sino por la meticulosidad de sus estudios. Aquí tenemos una muestra de lo que era capaz de hacer, en este caso sobre la mente del Cura Galeote. Es una auténtica joya de la Psiquiatría Forense.
Seguidamente presentó su informe el Dr. Escuder que tiene un gran interés antropológico, siguiendo las directrices de aquella época. Y a continuación el informe del Dr. Vera, otro de los psiquiatras que estudiaron el caso Galeote.
A continuación declararon dos peritos forenses, el Dr. Lozano Caparrós que no estuvo de acuerdo con los psiquiatras afirmando que Galeote era un apasionado, pero no un loco. Por su parte el otro perito forense, Dr. Bustamante, que era uno de los forenses más reputados de Madrid durante aquel tiempo, basándose en los signos somáticos y psíquicos dijo que Galeote era "un candidato a la locura", pero dijo a continuación que Galeote "dejó de ser candidato, porque reúne todas los elementos necesarios para dar credencial de loco Pueden figurar entre los que padecen delirio persecutorio y sufre una paranoia primitiva persecutoria que generalmente dan ocasión a los crímenes más horrendos".
El Fiscal, no obstante la exposición de los peritos psiquiatras consideró que Galeote "era responsable". Terminó su discurso diciendo que "calificaba los hechos como constitutivos de asesinato y atentado a la autoridad, con la cualificación de alevosía y la agravante de premeditación solicitando se le impusiera la pena de muerte".
La defensa que hizo Galeote de sí mismo fue algo inenarrable, lloró, rabió, se le salían los ojos de las órbitas, amenazó a todos, en su furia insana se mordía los puños, retorcía sus manos...
El Juez, después de escuchar al Abogado Defensor quien expuso que Galeote era un demente, anunció que estaba listo para sentencia.
La sentencia fue pronunciada el 9 de octubre de 1886: "Pena de muerte". La Sala Segunda del Tribunal Supremo ratificó esta sentencia con fecha de diciembre de 1887 y declaró no haber lugar al recurso de casación.
A pesar de todo fue tal el revuelo que se organizó por la Prensa que se solicitó a la Real Academia de Medicina un nuevo informe que emitió esta Ilustre Corporación el 3 de diciembre de 1887.
Como consecuencia de este informe, Galeote fue declarado loco e ingresado en el Manicomio de Leganés, después de dos años de numerosos incidentes.
Galeote ingresó por lo tanto en el Manicomio de Leganés el 15 de marzo de 1888 y falleció en dicho Manicomio el 3 de abril de 1922. El Certificado de Defunción llevaba como diagnóstico: "Consunción orgánica".
Falta en esta crónica la anécdota de su fuga en 1898, descolgándose por una ventana de manicomio
de Carabanchel, y su posterior detención en la estación del Mediodía, en donde «Galeote habla hecho comprar otro billete de segunda clase para Alicante. Su propósito era dirigirse desde dicha capital a Cartagena, donde debía embarcarse para Orán».
En cualquier caso, este cura castrense de Fernando Poo ha  pasado a la historia como el primer condenado en España a quien conmutaron la pena de muerte por reclusión a perpetuidad en un manicomio. Concluirá Benito Pérez Galdos, que «tenemos pues, a Galeote sometido, no a una corrección penitenciaria, sino a un tratamiento médico. Supongamos que este es tan hábil que el enfermo cura. Pues bien; restablecido Galeote de la enfermedad que le impulsó a dar muerte al obispo, no hay ley ninguna que le pueda retener en la clausura del manicomio (...). A esta serie de consideraciones hipotéticas se contesta que Galeote debe ser encerrado en un manicomio a perpetuidad; pero no hay manicomios penitenciarios. La justicia moderna, aliada con la frenopatía, debe empezar por crearlos. Y si los crea, ¿no es absurdo que se tenga encarcelado a un hombre después de haber recobrado la razón? Si se sostiene la necesidad de los manicomios penales, se reconoce que hubo responsabilidad en el loco que cometió un crimen, pues de otro modo no sería justa la reclusión perpetua».

Sobre el asunto del otro magnicidio vinculado con el territorio ecuatorial, le hemos dedicado anteriormente un par de entradas en este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel:
Y sobre el cura Galeote, ya teníamos una anotación previa en Sombreros de copa en Fernando Poo.

sábado, 23 de julio de 2022

Congosá por Luis García Montero


De paseo por Malabo, Luis García Montero ha inaugurado la Tribuna del Hispanismo y comprometido la creación de un Observatorio del Español en el África Subsahariana.

Igualmente, nos regala el verso libre "Congosá":

Inauguración de la Tribuna del Hispanismo
en el Centro Cultural de España en Malabo.

 La política parece siempre un río revuelto, una corriente de discusiones, enfrentamientos, ruidos, inercias, declaraciones y corrientes de opinión que suele dirigir los debates a zonas interesadas de enfrentamiento. Se trata de tensiones accidentales que encubren los verdaderos motivos de tensión. Por ejemplo, si una fuerza política quiere aprobar una fiscalidad justa para distribuir la riqueza y otra quiere seguir manteniendo los privilegios de las élites sociales, es muy posible que la controversia sobre los impuestos sea desplazada por pases de pecho, picas, pullas manoletinas, estocadas y vueltas al ruedo que tengan que ver con ETA, las víctimas del franquismo, la sexualidad trans o los libros de texto.

Y no es que dejen de tener importancia estos y otros asuntos relacionados con la dignidad democrática. Pero no conviene olvidar en medio de la trifulca que hay intereses centrales dispuestos a ocultar el debate de fondo, aquello que define en realidad las opciones de la política en el presente. No conviene olvidar que las grandes élites económicas están interesadas en comprar comisarios, periodistas y políticos para evitar la pérdida de sus privilegios económicos y obstaculizar cualquier alternativa de gestión que evite el empobrecimiento de la mayoría, las brechas sociales y el aumento descabellado de beneficios en favor de los que más tienen. Todo es importante, pero resulta necesario comprender lo que está en juego de verdad en cada momento.

El ruido y el griterío tiene en ocasiones como aliada a la rumorología, otra buena manta que sirve para cubrir los debates decisivos de la actualidad. En el pichinglis, uno de los idiomas que se hablan en Guinea Ecuatorial, se utiliza la palabra congosá para aludir a la dinámica que convierte a Malabo en un patio de vecinos, el cotilleo convertido en lugar de la verdad para dominar los fluidos de las actualidades. La palabra congosá es una buena aliada para entender la circulación de noticia en las redes sociales y los procesos de comunicación dominados por el vértigo y las interpretaciones. La política se convierte en un patio de vecinos.

Vuelvo a repetir: en los diversos debates hay cuestiones de calado para la dignidad democrática. Tampoco carecen de interés las noticias sobre los motivos de un cese o las razones de un nombramiento. Lo que se sabe, lo que se dice, lo que se calla, lo que se intuye… nada carece de interés. Pero ese interés, convertido en protagonista único de la actualidad, sirve de manera peligrosa para que la congosá olvide el debate principal de la democracia española en el día de hoy y de mañana: la posibilidad de hacer justa la convivencia, limitando los privilegios empresariales y fiscales de unas élites económicas más interesadas en el saldo espectacular de sus beneficios que en el patriotismo del bien común. Mientras que la Unión Europea se mantenga como realidad política, es difícil que esas élites puedan volver a las tentaciones golpistas del pasado, porque se quedarían fuera de juego en su contexto económico. Lo que se ha demostrado ya es que no les importa, si hace falta, llevarse por delante la dignidad de la política, el periodismo y los poderes del Estado.

Por mucho que se empeñen en caricaturizar al presidente Pedro Sánchez y conviertan su apellido en un adjetivo contagioso, a los maniobreros del poder secreto les importa tan poco el presidente como los otros políticos que compran y ponen a su servicio igual que marionetas. Por mucho que pretendan desprestigiar a la vicepresidenta Yolanda Díaz y a su proyecto de sumar en la izquierda, ella les preocupa tan poco como el comisario corrupto que sobornan o el juez que mantienen al servicio de sus intereses. Lo que les importa, ocultos en el ruido y en la congosá, es que de las próximas elecciones pueda salir un gobierno que siga dignificando los contratos laborales, las pensiones y los despidos; un Gobierno que se atreva a acometer la reforma fiscal necesaria para defender los servicios públicos en la nueva crisis económica y política que ha caído sobre el mundo.

Cuidado con la [el] congosá. Que los amigos, los enemigos, los cómplices, los adversarios, los compañeros de viaje o las soberbias personales oculten o se olviden de la discusión principal, supone el mayor peligro para el futuro inmediato del pensamiento progresista español.

Y si os interesa el congosá, no dejéis de leer:

domingo, 10 de julio de 2022

Las peladas en Guinea Ecuatorial


Resulta interesante, que en un contexto como el ecuatoguineano, en el que en pleno siglo XXI las leyes del franquismo operan como fuente normativa del derecho, se presente la obra "Las peladas" que reflexiona sobre la memoria (también la memoria histórica), la represión y la (auto)represión. 

Cuenta el director David Roldán en su blog, que «después de ganar todos los premios a los que optaba en los festivales de teatro de Teba y Frigiliana (Málaga). Mejor espectáculo, Premio del público y Premio mejor actor para Alfonso Rodríguez, Las peladas cruza nuestras fronteras y viaja en diciembre de 2021 a Guinea Ecuatorial con dos representaciones en los Centros culturales españoles de Bata y Malabo dentro del programa Excenario de AECID (Agencia española de cooperación internacional para el desarrollo) del Ministerio de asuntos exteriores de España».

Finalmente, tras el colapso pandémico, llega en julio a Malabo y Bata.

«‘Las peladas’ -nos recuerda RealEquatorialGuinea- es al mismo tiempo un thriller psicológico y una tragicomedia que recupera la memoria y rinde homenaje a las víctimas de los abusos que se perpetraron tras la guerra civil española. También lleva al escenario temas universales como la vejez, el amor y el miedo, tratados con realismo y sensibilidad y en los que el espectador no podrá evitar verse reflejado».

Según Horacio Otheguy, se trata de:

...un testimonial que debería figurar de manera estable en una sala dedicada exclusivamente a textos relacionados con la guerra civil, abarcando precuelas y las largas secuelas de posguerra. No hay mucho representado y en general bajo el sotto voce típicamente impuesto por las dictaduras fascistas. Aún hoy en España el miedo circula entre los más ancianos, clavados en la frustración de no haber enterrado a sus seres queridos asesinados por el régimen, o vengado tanta crueldad o, sencillamente, la enorme frustración de ver pasar los años, enseñorearse tantos con la palabra Democracia pero nadie mueve pieza y todavía hay que convivir con torturadores de entonces y la complicidad de sus allegados de hoy. Ante esta tremenda fuerza de la naturaleza que no se permite un momento de respiro para obtener la mayor cantidad de justicia posible, el teatro brinda, en su infinita modestia del gran esfuerzo económico que implica cualquier montaje, por sencillo que parezca, para ir más allá de los innumerables artículos periodísticos y libros en circulación. Variadas expresiones teatrales que evitan el mitín fácil y se explayan en historias cuya cercanía crea espectadores nuevos, al tiempo que fortalece a los más maduros: personajes en acción, situaciones límite donde el desprecio al contrario ideológicamente forja sórdidos crímenes amparados por leyes marciales.

Alejada de un directo tono mitinero, Las peladas (Soledad de ausencia) escrita y dirigida por David Roldán-Oru se desarrolla en un contexto de teatro de intriga psicológica. Respeta coordenadas escénicas tradicionales para dar un mensaje de absoluta claridad afianzando hacia el final de la trama el objetivo principal: la denuncia sobre el compromiso de la Iglesia Católica con los crímenes de la dictadura franquista, y la impunidad que aquellos hechos tienen aún en el estado democrático español. Hay además un tema de niños robados que internacionaliza el conflicto en relación con las dictaduras militares hispanoamericanas, e incluso en España en tiempos «normales» donde el abuso de poder se ha convertido además en un buen negocio para religiosos y seglares.

Los personajes se encuadran en el teatro costumbrista y sus tres intérpretes ofrecen composiciones austeras, muy logradas, tanto en la fresca simpatía de la enfermera (Sofía Gano), la estoica disciplina de una monja severísima y una compañera adorable (ambos personajes a cargo de Laura Garmo), y el esfuerzo de envejecer entre tinieblas, alucinado y doliente Benito, a cargo de Alfonso Rodríguez.

El espacio sonoro tiene especial importancia, ya que ofrece una atmósfera histórica clave (estremece la voz estridente de Manuel Fraga). La escenografía y la iluminación conforman la precisa creación de un ambiente lúgubre que va convirtiéndose en ideológicamente radiante.

lunes, 4 de julio de 2022

La fuga de José Serrano

Son numerosos los testimonios de la dureza del campo de concentración del viejo lazareto de Gando, en donde fueron confinados los 150 coloniales y la tripulación del Fernando Poo. En este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hemos recopilado algunos de ellos, incluyendo el de los maltratos, hacinamiento, enfermedades, falta de higiene y desnutrición.

Sirva como ejemplo el «testimonio de un tal Ricardo [Sáinz García], abogado residente en Santa Isabel, colaborador del Diario de Guinea y de la prestigiosa Revista de Criminología Forense, recogido por María Manuela de Cora en su libro Retaguardia enemiga, la bestialidad era la tónica del trato de sus captores. Cuenta Ricardo, detenido en los primeros días de la sublevación y mantenido preso sin ninguna imputación formal, que una de las peores torturas era la conocida como "la pena del palo", que se aplicaba por cualquier infracción del reglamento o ante la menor indisciplina. Consistía en situar al penado, erguido, ante un poste en cuyo extremo superior lucía una bombilla, y mantenerlo ahí, de pie, sin dormir, ocho o quince noches seguidas, obligándole durante el día a cumplir el trabajo forzado ordinario. Los compañeros, que asistían al derrumbamiento físico y mental del así castigado, procuraban quitarle parte de la faena, pero sobre la víctima se cernía durante esas jornadas, por parte de la guardia, una vigilancia reforzada. El atrabiliario obispo Pildain, que odiaba a Unamuno, a Galdós y a las mujeres, no reparaba durante sus frecuentes visitas al campo en esas aberraciones que se cometían con los que, a todo trance, pretendía inducir a confesar y comulgar para arrancarles sus pecados», recogido por  Rafael Tórres en Los Esclavos de Franco.

Palo ubicado en el patio del campo de concentración del Lazareto de Gando en Gran Canaria, recurrente en los testimonios de maltrato. Fotografía cortesía de Fernando Caballero Guimerá, incluida en "Los campos de concentración de Franco" de Carlos Hernández de Miguel.

No es de extrañar que -como cuenta Antonio Tejera Afonso (Antoñe) en Ontica Libertaria- «de Gando todo el mundo quería fugarse. Y se preparó una fuga [en julio de 1938]: “Salía a buscar leña para hacer la comida. Iba con un brigada por esos campos, por Mogán. Arguineguín . . . y ahí fue donde empecé a mirar al terreno. Se lo dije a la gente: Hay una falúa y hay botes’. Y empezamos a estudiar el asunto”. Los participantes en la aventura fueron: “José Serrano Roldán, republicano de Fernando Poo; Facundo Fernández Casseca, palmero, Araneta, capitán de la marina de La Palma; Tristán Santana, abogado socialista; y yo”. Ya en marcha el plan, se dice “que la falúa no porque era un entorpecimiento y en esa época que nos fuimos la corriente era de tres millas hacia el sur, -decía Araneta- ‘es mejor un bote, porque el bote se desliza’, -lo tenía calculado todo”. Y llegó el día señalado: “Salimos de Gando, pam, paramos en la venta; el camión siguió para Mogán a buscar la leña. Nos metimos allí. Ya estaba todo el plan. Bajé a la playa y le dí un mitín a los pescadores: ‘Ya llego el momento de lo que la República prometió; la fábrica de salazón que estaba prometida aquí la hace el generalísimo Franco, y usted hombre indicado, -se llamaba Garrancho, el que maneja aquello- dentro de unos minutos vendrá el ingeniero para tomar medidas, y usted será el que elegirá la gente que va a trabajar aquí’. El hombre encantado, ‘nada, ahora vendrá el ingeniero; necesitamos un barco para inspeccionar la costa’. En esto, que no aparece ninguno. Para arriba otra vez. Digo: ‘Coño ¿pero qué pasa?, si está todo preparado ya’. ‘Pero es que no se duerme el brigada’, -borracho-. ‘¿No se duerme?. Venga, ¿dónde está eso?. Dele café en seguida; le pongo aquello dentro (luminal), bébete esto borrachín del carajo para que se te quite’. Se quedo durmiendo, pom, frito. Uno con un saco al hombro, otro con otro, venga por ahí para abajo. Los marinos estaban esperando al ingeniero, nos ven a todos con un saco, ‘¿qué coño es esto?’. Ya allí era... ese barril de agua aquí pim pum, lo otro aquí, venga lo otro allá, pum, el barco al agua, y enseguida, ‘eh ¿qué pasa? ¡Ladrones!’ Venga las velas arriba parecía una paloma el barco. Cantando ya: ‘¡Viva la República, viva!’. Al día siguiente perdida la isla. Al otro día empezó un viento, un temporal..., bueno, nos rompió las velas, rompió el timón, nos quedamos al garete. Tuvimos que tirar los víveres al agua, -el gofio ya no servía- chupando leche condensada por el boe. Siete días encima del mar, noche y día, y gracias a Araneta si no nos ahogamos como perros. Un temporal que no salían los barcos del puerto, del temporal tan terrible. Ya extenuados estábamos frente a Tenerife; el tiempo otra vez, pum, nos metió en Las Palmas. En eso la falúa de la Comandancia nos había visto, dieron parte, vinieron a buscarnos y allí nos cogieron. ¡Para Gando!».

Juan Rodríguez Doreste vivió así su regreso: «Desde las ventanas de las plantas altas que se asomaban hacia fuera les vimos entrar en el pabellón del Jefe del Penal, acompañados de sus captores, varios guardias civiles. Venían en un estado lamentable, las ropas deshechas, barbudos, sucios, con evidente derrota física. A los pocos momentos nos reunían a todos -éramos más de mil quinientos- en el patio. El Jefe superior, demudado de cólera, después de insultarlos, nos amenazó:
-Los voy a tener a pan y agua hasta que expiren y a los que los ayuden de cualquier forma les estoy dando palos desde el toque de diana al toque de retreta.
Los encerraron en un cuarto sin ventanas en la parte baja de uno de los pabellones. Dos veces al día los sacaban uno a uno y los castigaban, buscando también inútilmente los posibles cómplices. Facundo fue siempre el más aspaventero. Al regresar de cada sesión, las ropas desordenadas, desorbitados los ojos, les decía a sus compañeros de calabozo:
-Lo que quieren éstos es matarnos, matarnos.
Mas los evadidos supieron resistir firmes y enteros los largos días del encierro. La condena a pan y agua fue realmente teórica. Apenas metidos en el sótano abrimos un hueco en el techo de madera por donde recibían diariamente las mejores provisiones de que disponíamos: galletas, chocolates, salchichón, queso. Cuando al fin los incorporaron nuevamente a la rutina general, estaban en verdad más gordos, aunque en su palidez y en las trazas físicas acusaran la doble huella de la privación del sol y de los bárbaros castigos».

«Desde que entramos en Gando, todos los días una paliza. Nos daba palos ahí un rebenque que le decían el Guanche. Un teniente que había, Arismendi, vasco, el segundo día le dijo: ‘Venga, verdugo, a cumplir con tu deber’. Y ya no nos pegaron más. Y a pan y agua tres meses, pero encima había la enfermería, -era de madera- entonces abrieron un boquete, y con una caña nos metían café con leche, plátanos... y así vivíamos”», concluye Antoñe su recuerdo de la que fue la fuga más espectacular de Gando.

Por esta fuga son condenados a un año de prisión menor por quebrantamiento de condena, sentencia que es firme el 16 Septiembre 1939.
  • Juan Rodríguez Doreste se olvida del republicano de Fernando Poo José Serrano Roldán; no así de Antonio Tejera Afonso (Antoñe), del malagueño Francisco Herrera Araneta (considerado el cerebro de la evasión) o del argentino Ángel Tristán Santana. Siendo su libro Cuadros del penal: (memorias de un tiempo de confusión una bitácora imprescindible, ésta es citada reiteradamente generando así la desaparición de Serrano de los relatos. Como bien recuerda Pedro Medina Sanabria, aunque fuera carente de toda intencionalidad «hay demasiados libros, escritos por individuos reconocidos como 'autoridades en la materia', plagados de inexactitudes y errores...».