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sábado, 10 de octubre de 2020

Un navarro en prisión y el congosá

El incansable Pedro Medina Sanabria, recoge en su blog dedicado a la Memoria e Historia de Canarias la catalogación que está realizando del archivo jurídico militar de Canarias.

En el listado que está elaborando, salta inesperadamente un nuevo vecino de Santa Isabel:



Se trata del navarro Benigno de los Arcos Hernández, agricultor ("propietario" dirá La Guinea Española) sentenciado a 6 años y un día de prisión mayor por «inducción a la rebelión en los sucesos de Santa Isabel» así como «propalar noticias falsas y tendenciosas». Su hermano Sixto a su vez habría sido condenado a 15 años, y saldrá en libertad condicional en 1943 de los Talleres Penitenciarios de Alcalá de Henares. Recientemente, y por constar como residente en Barcelona ha sido incluido en la lista de reparación jurídica de víctimas del franquismo (1938-1978) de la Generalitat de Catalunya. Se decreta así la nulidad de su condena y “restablece el honor, la dignidad y la memoria” de una víctima “injustamente procesada por los tribunales franquistas”.



En 2016, el historiador Iñaki Egaña les dedica un par de párrafos en su artículo Dispersión: «Benigno y Sixto eran hermanos, uno agricultor, el segundo trabajador en una imprenta. Hijos de Quirico Los Arcos y Petra Hernández. Atrás habían dejado media juventud, cruzando el supuesto ecuador de la vida, los cuarenta. Vecinos de Biana, Sixto esposó con María. Benigno era soltero.
Benigno fue detenido en marzo de 1938, Sixto en abril de 1939. Aunque pueda parecer una aberración, fueron afortunados. Si hubieran sido arrestados año y medio antes, sus cuerpos reposarían en alguna cuneta junto a caminos de herradura. Como otros 3.000 compatriotas navarros. Esquivaron la muerte, pero no la dispersión. Sixto fue internado en Alcalá de Henares, lejos de su casa. Benigno en otro continente, en la prisión provincial de Las Palmas, en la isla de Gran Canaria. Un mundo de por medio».

Benigno cuenta igualmente con expediente de indulto de 1942, tras haber pasado por la cárcel de Santa Isabel, el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando y la prisión provincial de Las Palmas.
Unos años después de su liberación es posible identificarle entre los viajeros que llegan en barco a la isla de Fernando Poo.

Como era de esperar, no hay mucha información accesible de este navarro, pese a que el hecho de que acabara regresando al territorito ecuatorial es algo inusual: hay algún caso más de retorno, pero habitualmente se sumaba a la sentencia "ordinaria" (civil o militar) la del Tribunal de Responsabilidades Políticas con castigo de destierro y pérdida de bienes.

De todos modos, el delito de lo que localmente se conoce como congosá, en este caso «propalar noticias falsas y tendenciosas», era lo suficientemente grave en el contexto bélico como para que Manuel de Mendivil, el gobernador general, publicara en marzo del 37 un bando motivado porque «desde hace unos días andan demasiado sueltas las lenguas de los concurrentes a bares, casino, café y locales de pública reunión».



Ya lo adelantaba Mendivil en su discurso de enero al asumir la Gobernación: «piense cada cual a su guisa, pero guárdese sus pensamientos si rebasan la ortodoxia nacionalista, porque su manifestación, su exposición oral o escrita le acarrearía lamentables sanciones que sinceramente deseo evitar. Mis principios me vedan contestar a la bala explosiva del adversario con otra bala explosiva, pero sería locura o mentecatez contestarla con balines de celuloide».

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