Lo cuenta Pablo Muñoz Rojo en El Salto:
No son pocas las personas que desconocen en España, y en general en los países hispanohablantes en América, que existe un país en el continente africano donde se habla español. Tampoco podemos decir que es su culpa. El borrado de la historia, pese a ser una historia tan reciente, de los contenidos curriculares de los colegios e incluso de muchas universidades sobre la relación histórica colonial y esclavista con África sirve en parte para explicar esta realidad, así como el desinterés general por todo lo que se produce en los diferentes países del continente, marcado por relatos que han venido a infantilizar y sustraer de agencia y capacidad de construcción intelectual y epistémica, como cultural o científica, a las personas negro africanas. En definitiva, todo un racismo que construye nuestra memoria colectiva y que condiciona nuestros intereses, así como los sujetos a los que damos valor y reconocimiento como parte de nuestros vínculos históricos y contemporáneos. En todo ello, sin duda, los medios de comunicación tienen un papel clave.
Guinea Ecuatorial, el país al que estamos haciendo alusiones, es ese pequeño espacio geográfico dentro del basto continente que tiene como idioma oficial el español (más complejo sería entrar en porqué los otros dos idiomas oficiales son el francés y el portugués o porqué no lo es ninguna de las lenguas locales, ni siquiera la mayoritaria fang). Desde este país llegaron a España en su momento un gran número de niños y jóvenes en los años 60 y 70 a diferentes escuelas religiosas donde pasarían su proceso educativo básico. Muchos decidieron o se vieron obligados a quedarse en España para continuar ese proceso debido a la usencia de universidades en Guinea Ecuatorial y por la propia situación política y económica en la ya Guinea independiente, primero bajo el mandato dictatorial de Francisco Macías y después de Teodoro Obiang.
El legado de Donato, no viene a ser un elemento de “el arte por el arte” como él reivindica, sino una convicción política de plasmar una narrativa africana en la literatura y como alternativa a los relatos exógenos al continente
Uno de esos jóvenes que llegó a España en 1965 con 14 años fue Donato Ndongo. Tras sus estudios como periodista terminó dirigiendo el Centro Cultural-Hispano Guineano de Malabo entre 1985 y 1992 para posteriormente continuar con su profesión como periodista a la vez que hacía parte de la academia en diferentes universidades tanto de España como en Estados Unidos con la Universidad de Missouri-Columbia. Entre tanto, desarrolló toda una carrera como escritor prolífico de novelas, poesías y ensayos que le llevaron a ser el escritor guineano ecuatoriano más importante y reconocido.
Su aporte a la literatura guineano ecuatoriana, y en lengua española en general, no ha pasado únicamente por lo que él ha escrito sino por la proyección, el apoyo y acompañamiento a muchos otros que vinieron después sobre todo desde el Centro Cultural de Malabo publicando el trabajo de otros autores. El legado de Donato, no viene a ser un elemento de “el arte por el arte” como él reivindica, sino una convicción política de plasmar una narrativa africana en la literatura y como alternativa a los relatos exógenos al continente.
En estos últimos días desde Colombia hemos tenido la suerte de contar con su visita siendo cabeza de cartel de diferentes eventos en Bogotá, Cartagena o Cali. En Cartagena fue presentado por la Alianza Francesa en un encuentro íntimo de la mano de la filóloga afrocolombiana Nadia Morales con el autor de obras como “Las tinieblas de tu memoria negra”, “Los poderes de la tempestad” o “El metro”. Su primera vez en la ciudad marcada por la historia del racismo y la esclavitud le llevó a dar paseos por las coloniales, preciosas y gentrificadas calles de la ciudad amurallada. Tanto le gustó que deseó ser joven de nuevo para mudarse a esta ciudad tan amada por los que vienen a visitarla y que genera tantos dolores de cabeza para quienes viven en ella.
Entre esas calles del centro de Cartagena nos encontramos con el Centro de Formación de la Cooperación Española. Reminiscencias y marca simbólica, pero también política, de la relación histórica colonial y esclavista entre ambas geografías. El Centro de Formación, que hace parte de la AECID, pudo, y posiblemente debió, ser quien acogiera y trajera a Donato Ndongo a la ciudad. Así se dejó caer el mensaje en el evento en la Alianza. “Pero ellos sabrán” sugirió el autor así como otras voces de quienes estaban escuchándole. Sin entrar a valorar si las funciones y el espacio del Centro de Formación son las que podían, en función para lo que está configurado ese centro, traer a Donato Ndongo a la ciudad, es inconcebible que un autor nominado al premio Príncipe de Asturias y que es el primer autor africano en entrar en “la cámara de la memoria” del Instituto Cervantes con la vinculación tan fuerte que tiene con España venga a Colombia al margen de las instituciones españolas que operan en el país. Sobre todo, cuando el Ministerio de Cultura español era conocedor de su viaje.
Donato es una persona apátrida de dos tierras que no reconocieron sus derechos condicionados por el colonialismo, por las dictaduras de las élites africanas sustentadas en los intereses occidentales y por la ley de extranjería española
España tiene una deuda histórica y política con Guinea Ecuatorial y su gente, quienes tuvieron en su momento DNI español. Los intereses económicos de España en la dictadura de Obiang son parte de las columnas que sostienen la situación que vive el país africano desde hace décadas. Y Donato lo tiene claro, en tanto que exiliado es una persona víctima de todo ese proceso, que no olvida y que no perdona. Una persona apátrida de dos tierras que no reconocieron sus derechos condicionados por el colonialismo, por las dictaduras de las élites africanas sustentadas en los intereses occidentales y por la ley de extranjería española.
Lo que le ha costado a España reconocer el trabajo y legado de Donato, debe ser señalado y no puede pasarse por alto. Vivimos un momento de esplendor de la literatura creada por personas de origen guineano ecuatoriano. Autores y autoras, más mayores o más jóvenes, tales como Juan Riochí Safá, Juan Tomás Ávila, Justo Bolekia, Edjanga Jones, Lucía Mbomio, Melibea Obono son algunos de los nombres que hacen parte de la cada vez mayor lista de creadores de origen del pequeño país hispano parlante. Debiera ser parte del proceso de reparación situar a cada uno de ellos en el lugar que se merecen y hacer un ejercicio de poner las letras guineano-ecuatorianas en un plano internacional dentro de los países hispanohablantes.
Y eso implica apoyo, inversión y difusión de sus obras. Por el contrario, aun son muchos de estos escritores quienes dependen de pequeñas editoriales que han venido haciendo un trabajo trascendental para impulsar y ser plataforma de sus trabajos. Algunas como la Editorial Diwan vienen trabajando por dar oportunidad a tantos escritores y escritoras negros de Guinea Ecuatorial que encuentran barreras para publicar en un país donde el racismo lleva a que el acceso a la publicación de lo que escriben las personas negras se vea limitado y condicionado con relación a las personas blancas. De ahí que sean tan importantes espacios literarios que pongan el centro todos estos trabajos pese a partir de proyectos muchas veces precarizados y que tienen que luchar día a día por mantenerse como la ya inexistente La Panafricana o United Minds.
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