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domingo, 9 de septiembre de 2018

La Prensa: La Guinea Española y El Defensor de Guinea

Bando de 19 de septiembre de 1936,
publicado en La Guinea Española.
El 1 de abril de 1903,  aparece la revista quincenal La Guinea Española, editada e impresa por los misioneros Hijos del corazón de María (Claretianos). Esta revista que duró más de medio siglo, hasta unos meses después de la proclamación de la independencia (1969). Las últimas ediciones cambio la cabecera por La Guinea Ecuatorial.

Tras el golpe de Estado de 1936 e iniciada la guerra civil, la publicación se posiciona entre los medios leales a la República. Poco después, con el triunfo de los golpistas el 19 de septiembre en la vieja Santa Isabel, La Guinea Española modificará su línea editorial. Tan sólo dos días antes, el semanario publicaba noticias como "La fuerzas leales tomaron hoy el pueblo de Olvera, en la provincia de Cádiz. Aunque la lucha fue intensa, el empujo de los leales arrolló al enemigo y los facciosos tuvieron que huir".

La revista se estuvo editando sin interrupción hasta agosto de 1940, cuando se ve obligada la editorial a interrumpir su edición por falta de papel, motivado ello por la guerra civil.

Puedes consultar la mayoría de los números en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del MCU, así como en la digitalización del fondo claretiano en Raimonland.

En paralelo, y con menor duración, surge El Defensor de Guinea: en mayo de 1930 se autoriza a los funcionarios de correos en territorio guineano la edición de un periódico y ese mismo año y mes ve la luz el bisemanal El Defensor de Guinea, cuya cabecera permanecerá sin cambios hasta el 19 de septiembre de 1936, cuando habiéndose iniciado la guerra civil (1936-1939) y como consecuencia de la adhesión en esas fechas de la Guinea española al bando golpista pasa a denominarse inicialmente El Nacionalista - Órgano de milicias nacionalistas de las Posesiones Españolas del Golfo de Guinea y ya en el año 1937 Frente Nacional - Semanario Colonial de la España Nueva el cual editaba diariamente una Hoja Informativa con noticias de guerra.

Nota de La Guinea Española
en la edición de enero de 1933.
Como la propia revista La Guinea Española relataba en su edición del 21 de mayo de 1939, "llegó afortunadamente en 19 de septiembre de 1936 el alzamiento nacional en esta isla, y los Sres. Buelta, Gay, Robles y demás comparsa del Frente Popular fueron retirados de la circulación; y por tanto, muerto y sepultado EL DEFENSOR DE GUINEA, y la imprenta del Sr. Robles incautada por el nuevo Estado, que es la que ha salido a subasta como al principio dijimos ["motivo de la subasta de la imprenta del rojo y comunista Sr. Robles...", sic].
Era natural, que al que se llamaba pomposamente DEFENSOR DE GUINEA y que otros llaman OFENSOR DE GUINEA le sucediera un verdadero adalid de la Causa Nacional y así vio la primera luz EL NACIONALISTA, cuyos primeros números salieron de nuestra imprenta, mientras se organizaba la que fue del Sr. Robles; a ella se trasladó luego El NACIONALISTA, cambiando más tarde en EL FRENTE NACIONAL..."

En octubre de 1939, tomará Ébano - Semanario de la Guinea Española, Órgano de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., el relevo a El Frente Nacional.

El portal opensourceguinea.org documenta el artículo de Francisco G. González, ‘Reportaje Sobre La Expedicion a la Guinea española’, publicado en El Nacionalista, el 5 de octubre de 1936:


lunes, 3 de septiembre de 2018

El Tesorero de Hacienda en la celda de los pintores

Paco Hinestrosa,
Tesorero de Hacienda en Guinea, músico y pintor.
Caricatura realizada por Gonzalo Carrillo,
preso "guineano" en Gando.
En "Cuadros del penal: memorias de un tiempo de confusión", Juan Rodríguez Doreste comparte su
vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando con uno de los represaliados de la Guinea republicana, Francisco Hinestrosa Montes, condenado a 6 años y un día de prisión, tras la petición inicial de reclusión perpetua:

«Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora».
La conocida como 'Casa de Piedra',
sede de la Delegación de Hacienda
en Santa Isabel hasta 1950.

«Evoco el grupo de los coloniales, como les llamábamos, con particular simpatía. Compartí el alojamiento, primero, con Gonzalo Carrillo, abogado, pintor y caricaturista, y después, con Francisco Hinestrosa, alto funcionario de Hacienda, que era también excelente retratista. Los tres nos reunimos hasta nuestra liberación en el memorable cuarto de la pintura que en el último año de nuestra odisea fue algo así como la Academia del Penal, en estricto sentido ateniense. Algunos de ellos al salir se establecieron en nuestra isla, se casaron, también fueron otros tardíamente repuestos en sus escalafones oficiales, por que a todas aquellas personas honorables solo podía reprochárseles una conducta de limpia lealtad, que a los ojos de los insurgentes podría ser reprobable, pero que en el juicio inapelable de la historia, en la balanza de la justicia, debe pesar como auténtica virtud. Para su ventura los coloniales llegaron cuando se vivían las últimas jornadas de la vesania punitiva y se iniciaba el deshielo, como diría Ehremburg a propósito del período poststaliniano en la Rusia soviética. Todavía alcanzaron algunos coletazos, vieron partir a los últimos condenados a muerte. Sufrieron por ello también como nosotros los canarios, porque supieron fundirse de modo espontáneo en la misma anhelosa expectación y en el mismo irremediable dolor, la injusta inmolación de aquellos compañeros que sellaron con su sangre la inmerecida represión que sufrió el pueblo de nuestra isla, que ni antes de nuestra guerra, ni en su inicio, ni en su curso, desmintió con un solo hecho su tradición secular de tranquilo, pacífico y tolerante».

(...)

«En el curso de mi etapa de director artístico de los talleres, calculo que hacia el mes de junio o julio de 1939, sugerí al Jefe del Penal que, puesto que en el campo se encontraban numerosos aficionados a la pintura, incluso alguno de reputación, casi verdadero profesional, como Rafael Monzón Grau Bassas, conocido popularmente por Felo Monzón, por qué no los reunía a todos en un solo cuarto que así podríamos convertir en un verdadero taller de artes plásticas. Fue de este modo cómo nació el que devendría en la memoria de cuantos pasaron por aquel Lazareto, el conocido y hasta famoso Cuarto dela pintura. (...) Paco Hinestrosa Montes era un poco más joven que Nicolás [Díaz-Saavedra y Navarro]. Había nacido cabe las minas del azogue, en Almadén, de lo que él estaba muy orgulloso y llegó a la cárcel desde la Guinea, donde era Tesorero de Hacienda. Meticuloso, ordenado, servicial, con su aire moreno de serranía manchega, prestaba un doble servicio artístico: como pintor, haciendo finos retratos a la aguada, gouaches, dibujos acuarelados de trazo suelto, y en guisa de músico, tocándola bandurria como un maestro. Formó parte de nuestra orquestina, amenizadora de no pocos inacabables atardeceres de nuestro encierro.

Imagen del campo de concentración del Lazareto de Gando en Gran Canaria
(Cortesía de Fernando Caballero Guimerá).
En "Los campos de concentración de Franco" de Carlos Hernández de Miguel.

Cuando llevaba algunos años en libertad, viviendo con dificultades, logró que lo repusieran en su escalafón. Por su antigüedad fue muchos años el funcionario de mayor categoría de nuestra Delegación de Hacienda pero sin poder desempeñar puestos de jefatura, que le fueron vedados como sanción. Pero la seriedad y el señorío que emanaban de su persona le aseguraron hasta su jubilación una autoridad que nadie le discutía. Se casó en nuestra isla, ya madurito, tuvo algunos hijos y aquí igualmente acabaron sus días (1969). Solía decirme, bromeando, que después de Almadén ésta era la mejor tierra del mundo».

sábado, 25 de agosto de 2018

Historias inconclusas

miércoles, 15 de agosto de 2018

Artículo 5

Cuenta Carlos Fleitas Alonso en "Guinea: episodios de la vida colonial" una serie de incidentes que acabaron en aplicación del artículo 5° del Reglamento de Funcionarios en Guinea:
A Joao Buenaventura da Sousa se le conocía en la isla por al apodo de Palpan, y una mañana, cuando regresó a su casa después de un recorrido por los poblados, se encontró un sobre de la policía que contenía un escrito que decía más o menos «En virtud de las facultades que me otorga artículo 5º vengo en decretar la expulsión de...». En el escrito de la Jefatura de Policía se daba traslado de la orden del gobernador, que era inapelable. Y Palpan salió expulsado de Guinea por tener una concubina negra. También lo hubieran expulsado si la concubina hubiese sido blanca. La orden se comunicaba cuarenta y ocho horas antes de la salida del barco. Palpan vendió como pudo sus bienes, y quién sabe si al final logró llegar a Brasil.
El artículo 5° del viejo decreto de 1858 establecía que «El Gobernador de Fernando Póo, Annobon, Corisco y sus dependencias es el responsable de la tranquilidad de las islas cuyo gobierno se le confía; en este concepto, ademas de las atribuciones que se le designan en el presente Real decreto y de las que se le determinen en las disposiciones que en lo sucesivo puedan dictarse, queda desde luego investido de todas las atribuciones discrecionales que la naturaleza del país ó la urgencia de un suceso imprevisto pueda hacer necesarias».

Sobre éste, nos cuenta Antonio M. Carrasco en "El reino olvidado: Cinco siglos de historia de España en África" que «era un poderoso instrumento de poder gubernativo que se aplicaba, con discrecionalidad y sin recurso, a quienes quería el gobernador; a funcionarios y, por extensión, a los europeos residentes en la isla.
Con el paso de los años cambiará
el texto de la norma...
pero no la intencionalidad.


Era un mecanismo utilísimo para librarse de personas molestas, pues no se aplicaba a todo el mundo. Normalmente servía para castigar a las personas incómodas para el gobierno colonial que caían en concubinato, homosexualidad, alcoholismo, escándalo público, malos tratos a indígenas o cualquier otra actitud contraria al buen orden o la moral colonial».

A los ciudadanos leales a la República se les sancionó por diferentes vías y en este blog se pueden consultar diferentes ejemplos: multas, prisión, inhabilitación profesional, confiscación de propiedades, fusilamiento... y también el destierro (que no es lo mismo que el exilio, que también lo hubo). Y en este caso funcionó en dos sentidos, ya que a los residentes en los territorios ecuatoguineanos se les expulsaba de los mismos, y a los de Barcelona -por ejemplo- se les desterraba del territorio europeo y se les condenaba a rehacer su vida en la guinea española (con o sin prisión).
En cualquier caso, los represaliados podían acumular diferentes combinaciones de sanciones, como el caso de Miguel Hernández Porcel, sub-gobernador de Bata, al que diferentes tribunales le sumaron y aplicaron todas estas opciones, incluyendo la sentencia a muerte.