En plena guerra civil, Mundo Obrero publicó la siguiente Información:
El «Méndez Núñez» acaba de incorporarse a la
Escuadra de la República. Durante varios días,
la gente se preguntaba con inquietud por el destino
de este barco, surto en Fernando Póo al
estallar la sublevación, y fiel digno compañero
de la gloriosa marinería leal al pueblo, al régimen
y al Gobierno desde la primera coyuntura.
Se la sabía navegante de mares distantes.
Quizá los aviones de- Italia, que ametrallan la
carne española, lo perseguían. Seguramente, un
azar dramático detenía su marcha y su llegada.
Pero el «Méndez Núñez» ya está aquí. Ya está,
impaciente por probar su fuerza en las costas
donde la facción mantiene el crimen. ¿Qué fue
del «Méndez Núñez» en veinte y dos días de navegación?
El camarada Sierra, del Comité que comanda el buque, nos ha contado escuetamente
la aventura del navío guerrero.
Las noticias de la traición militar llegó al gabinete
de radiotelegrafía del «Méndez Núñez» en
partes contradictorios. Los de las plazas robadas
por el fascismo y las noticias del extranjero.
Porque por el receptor de radio, estaciones diversas
daban noticias de la rebelión. Fue la
U.R.S.S., insensible a las maquinaciones de los
facciosos, atenta a la información oficial, quien.
dio a los marinos del «Méndez Núñez» la primera
sensación verídica: una partida de militares,
a sueldo de lo más soez y podrido da la
reacción — el fascismo —, hablan declarado la
guerra sangrienta al pueblo español. .
Conviene aclarar una cosa: en el «Méndez Núñez» no estalló violentamente la sublevación
de los oficiales. Pero no estalló porque aquellos
Jefes dejasen de estar complicados — la
documentación gubernamental tiene la palabra —
o no tuvieran su simpatía y su apoyo moral por
los facciosos, sino porque en el «Méndez Núñez los marineros eran de antiguo, no los autómatas
de una voluntad y de un mando traidores, sino
los servidores de un régimen con el asenso popular,
los soldados de una Armada que tiene
sus armas y su fuerza para defender al pueblo
y a la Patria, no para entregarlos al botín y a
la opresión del extranjero. Los marinos del
«Méndez Núñez» tenían constituido su Comité de barco. Este Comité de barco era el pensamiento
común antifascista de toda la dotación. La oficialidad
del «Méndez Núñez» se sabía vigilada
en sus intenciones ilícitas. Desde las primeras
horas en que los rumores del golpe militar inquietaron
la normalidad del buque, la marinería
se constituyó en la guardia de los españoles. Las
armas no saldrían fácilmente de allí.
El Comité de barco dirigió varios radios al
Gobierno. No era fácil comunicar. Por fin, la
Dirección de Seguridad giró las órdenes de regresar
a España, y entregar a las autoridades de
Santa Isabel (el puerto donde se hallaba el
«Méndez Núñez») a la oficialidad y su comandante.
La confesión de su complicidad en la
sublevación la dieron dos oficiales, que, presas
del miedo, se arrojaron sin apelación al mar.
El Comité de barco es el mando supremo de
la dotación. El «Méndez Núñez» ha de volver a
España, porque- sabe que sus cañones poderosos,
que sus hombres arrojados, que sus máquinas,
son necesarios a la República. Un entusiasmo
creciente, un deseo titánico empuja la voluntad
de los marinos. Aún no se sabe si el resto de la
Escuadra permanece leal. Conocen que Cartagena,
está en poder del Gobierno, que el «Jaime I»
machaca a cañonazos las ciudades costeras de
los traidores, que los marinos del «Sánchez
Barcáiztegui» han tomado el mando del buque...
Las radios facciosas pretenden sembrar la inquietud
en los marineros del «Méndez Núñez»:
«Málaga está en poder de las tropas «nacionalistas». El «Jaime I» ha sido hundido por nuestra
— la de ellos y la de Hitler y Mussolini — aviación.»
Y hay que avanzar. Hay que navegar por mares,
de noche y dé acecho, avizoradas las baterías
antiaéreas, porque los hidros del enemigo
buscan el casco del «Méndez Núñez».
Un día. en Lagos, necesitaban carbón. Trescientas
toneladas de carbón. Las máquinas, sin sudor y sin sangre, no podían alentar. Era preciso fabricar carbón. Se toma una decisión rápida:
-Camaradas: Es imposible movemos de aquí si no disponemos de carbón. El carbón está en
nuestras manos si nos lo proponemos. Vamos a hacer carbón.
Clases, marineros, la dotación en pleno, empezaron la extracción laboriosa del mineral.
Horas y horas de trabajo incesante, doloroso, terrible, de plomo en los riñones y en las piernas.
El «Méndez Núñez» llenó sus calderas de carbón. Con un vítor de tributo reemprendió el
camino hacia las costes de España.
Durante veintitantos días, la preocupación de los puertos del, enemigo y de su aviación ha
sido el «Méndez Núñez». Sabían que se acercaban a España, sabían que esta puñado de marineros heroicos llegaban a Jugarse la fuerza y la vida por la independencia y la felicidad de su pueblo. El odio bajuno de la casta feudal sublevada se sume en los abismos más sórdidos cuando enjuicia la gesta da la Marina española.
Había, que pasar por Canarias. Las islas, donde el fascismo ha mejorado las marcas más horrendas de las barbaries -nos duele el asesinato vil de nuestro camarada el diputado comunista Suárez Morales-, constituían un ineludible peligro para el «Méndez Núñez». Las autoridades, sin
autoridad, de Canarias, dejaron sin luces el puerto, para que el «Méndez Núñez» se estrellara.
Un avión le buscaba en la noche. Las ametralladoras le tenían a raya y lo alejaron.
Orientaron la nave entre el riesgo y la oscuridad.
A tientas, si la frase pueda ser empleada, salvaron las islas, sin que ni un rasguño sufriera
el hierro qué la sirve al «Méndez Núñez» de piel.
—¿Conocíais exactamente la situación, el carácter de la lucha?
Sierra ha contestado negativamente;
—Exactamente, no. Sabíamos que los militares se habían sublevado, que el pueblo luchaba con
las armas en la mano; pero ignorábamos las verdaderas proporciones da la lucha. Hasta no
estábamos seguros de si el puerto donde nosotros fondeamos era leal o de los facciosos.
Nuestra entrada en él nos impresionó hondamente. Yo no he sentido nunca una emoción
igual. Las sirenas de los demás barcos silbaban la bienvenida. Un pueblo en masa, una muchedumbre incalculable, nos daba vítores estruendosos, apretaban el paño en alto; había caras y sonrisas de fiesta. Eramos ovacionados .incansablemente.
Ovacionados con delirio. Entonces, en aquellos momentos, tuvimos la sensación imborrable
de estar ante un pueblo aprestado a todas las luchas y a todos los heroísmos.
Es lógico este recibimiento, dispensado a los marinos del «Méndez Núñez». Ellos y todos los
demás que están luchando en la vanguardia de todas las vanguardias, que fueron los primeros
héroes de la epopeya significan lo que hay de mejor y más bravo entre lo bueno y lo valiente
del pueblo en armas y sus soldados leales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario