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sábado, 18 de noviembre de 2023

El capellán del Fernando Póo

En Inicio de causas contra los tripulantes del vapor "Fernando Poo" contábamos cómo un confuso incidente con el capellán del barco acabó siendo parte de las indagatorias realizadas por Juan Fontán y Lobe, juez nombrado para el esclarecimiento de los hechos  tras la caída de Bata.

Retomamos el relato:

Sobre el padre Tomás Ribé, que al igual que Eduardo Selma, había sido superviviente del naufragio en 1932 del vapor Teide en aguas del golfo de Guinea, corría el rumor de que habría sido asesinado por la tripulación del correo Fernando Póo, reforzándose esa creencia al no aparecer entre los supervivientes del 14 de octubre de 1936, ni encontrarse su cuerpo en aguas de la bahía de Bata.

Y esa convicción fue incluida en la indagatoria, por lo que en las transcripciones de Pedro Medina Sanabria es posible recopilar varias declaraciones sobre este tema por parte los encausados durante los interrogatorios del 1936 y 1937.

Salta la alarma cuando, iniciadas las indagatorias el 9 de noviembre -poco después de la caída de Bata-, el tercer maquinista Manuel de Dios y del Águila declara que «presentó la dimisión de su cargo del Comité de abordo, a la llegada a Bata y, que en Valencia la presentó irrevocablemente, por tener disgustos con los demás, con motivo de su oposición a entregar el [ilegible] de a bordo a los rojos». 

En diciembre de 1936, La Guinea Española publicará un artículo lamentado cómo la tripulación del capitán Antonio Pasajes Repeto había asesinado a «aquel cura bajito, regordete, colorado, calvo, de andar y hablar pausado, simpático y sin enemigos posibles».
A modo de folletín, dramatizaba el asesinato a tiros en la escalera, a la puerta de su casa, tras recibir el padre Tomás Ribé Comas a los marineros con un «¡Hola, chiquets! ¿Qué tal? Entren, que tomarán alguna cosa».

Iniciado 1937, los interrogatorios del 12 de enero seguirán registrando esa inquietud. Tanto el segundo radiotelegrafista Francisco Pérez Rodríguez como el panadero Juan Munar Lladoz serán preguntados sobre el supuesto asesinato:

  • «PREGUNTADO quienes eran los más peligrosos del vapor dijo: entre los peligrosos que considera el declarante son Manuel Tarí y Antonio Dieste; y Dieste fue uno de los que decía que había que tirar al Cura al agua.
    PREGUNTADO respecto al comentario habido en el barco acerca del Padre Ribé dijo que no sabe nada», responderá el radiotelegrafista.
  • «PREGUNTADO respecto a la muerte del Capellán del Fernando Póo Padre Ribé dijo; que oyó el comentario de que se lo habían llevado del barco donde estaba él y que no asegura donde lo oyó si fue en el muelle de Barcelona o en el mismo vapor», declarará el panadero.

En las siguientes declaraciones se irá aclarando el tema, ya que el 27 de enero, el mismo radiotelegrafista aclarará que «respecto a que el llamado Dieste, dijo que había que tirar al Cura al agua, no se refiere al Padre Ribé, sino al Padre José Ausejo en el viaje anterior al de estas actuaciones».

A su vez, el tercer maquinista Manuel de Dios y del Águila matizará su declaración inicial de noviembre sobre las consecuencias personales de su resistencia a entregar al padre, por lo que «en Málaga en el anterior viaje llevaron a la presencia del Comité de Tierra al procesado [Manuel de Dios], con objeto de recriminarle por haber influido en dejar al Padre en Dakar, siendo llamada la atención al primer oficial y al procesado». 

Ese primer oficial al que también se llamó la atención por defender al capellán era Rafael Muñoz García, y sobre él manifestará Bartolomé Garcia Carrasco, Jefe del Campamento Nacionalista de Santa Isabel, que en un viaje que realizó de España a Santa Isabel, en el buque Fernando Poo, comprobó que era (junto con el electricista León Mercader Navarro, el médico Antonio Fuertes Villavicencio y el capitán Antonio Pasajes Repeto) uno de los tripulantes que se puede considerar como simpatizante del fascio.

Precisamente el capitán Antonio Pasajes Repeto respaldaría la afirmación de Manuel de Dios y del Águila, aclarando que él «entregó al Capellán en Dakar por mediación del Cónsul y que en esto influyó Manuel de Dios el cual pertenecía al comité».

No se trataría, por tanto del Padre Tomás Ribé Comas, sino del Padre José Ausejo Castillo (párroco de Igueste de San Andrés en Santa Cruz de Tenerife y capellán de la Trasmediterránea desde abril de 1931) el cual habría sido dejado en Dakar durante el viaje anterior, para frustración de los más radicales de la tripulación, generándose reclamos mutuos y comentarios al respecto.

Finalmente, el auto de procesamiento a la tripulación del Fernando Póo no incluirá alusión al padre Ribé ni a Ausejo, ni parece haberse tenido en cuenta en la Sentencia del Consejo de Guerra contra el personal del Fernando Poo.

Así, pese a estas acusaciones reflejadas en la indagatoria, tres años después de publicar la dramática narración de diciembre de 1936, La Guinea Española rectificará la noticia publicando que el capellán realmente estaba vivo:


Queda, por tanto, excluido del santoral y martirologio ecuatoguineano.

Con todo, Guillermo Portilla recoge en El derecho penal bajo la dictadura franquista: Bases ideológicas y protagonistas cómo años después de esa rectificación, en noviembre de 1942 «El Consejo Supremo de Justicia Militar condenó a muerte por un delito de adhesión a un sujeto que formó parte del Comité revolucionario a bordo del Fernando Póo e intentó entregar al capellán, sigue la sentencia, a las autoridades rojas de Málaga, lo que finalmente no consiguió (Sentencia de 18/11/1942 RJA. 1394)».

Nos falta averiguar quién sería ese "sujeto" condenado a muerte...:

Como sabemos, el auto de procesamiento a la tripulación del Fernando Póo detallará que el “Comité Rojo” estaba «formado por el 2º radiotelegrafista Francisco Pérez Rodríguez, como Presidente; Secretario, el 4º Maquinista Vicente Filló Places; Vocales, Francisco Seguí Darder, Segundo Oficial; Domingo López Santos, engrasador; Antonio Tarí Quiles, Ayudante gambucero y Juan Calvo, marinero (estos dos últimos huidos durante la operación), así como también del 3er Maquinista Manuel de Dios y del Águila».

De estos dos "desaparecidos", ambos están entre los retornados a España a bordo del Banfora a través del territorio francés, si bien en 1947 sale Antonio Quiles en libertad condicional (y liberación del destierro) de la Prisión Central de San Miguel de los Reyes, mientras que de Juan Calvo hay un oportuno requerimiento en fechas previas a esta sentencia...

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