Por la tarde del 14 de abril de 1931 se proclamó en España la República. Si no insólito (ya que se trataba de la II República), sí se trató de un hecho histórico que no dejó impasible a nadie. En la misma tarde, el presidente del Gobierno Provisional, Don Niceto Alcalá Zamora, envió un radiograma al gobierno colonial, resaltando el clima y el ambiente pacífico en que se habían desarrollado los hechos: «Presidente de la República a Gobernador de Guinea. -Tengo el honor de participar a V.E. que el gobierno de la República sin el menor incidente, con el aplauso entusiasta del pueblo y la cooperación leal y respetuosa del ejército, guardia civil y fuerza de orden público, se ha posesionado del poder en esta tarde sin choque alguno con el régimen a extinguir, antes bien previa cordial conferencia con el anterior ministro de Estado, que representaba a aquel [...]». Las autoridades coloniales, en tanto que funcionarios públicos, tenían pocas opciones ante el radio del gobierno metropolitano. O acataban el nuevo régimen o dimitían. Al día siguiente, a las 13:30 p.m., la Junta de Autoridades coloniales se reunió en una sesión extraordinaria en la que se adoptó un comunicado manifestando su adhesión al nuevo régimen en los siguientes términos: «Recibido radiograma V.E. nº 25. -Reunida la Junta de autoridades acordó unánimemente respetar y acatar el nuevo régimen, enviando a V.E. gobierno atento y respetuoso saludo y un ofrecimiento leal colaboración, felicitándole de que trascendental suceso se haya realizado sin luchas ni violencias, por acto legal voluntad popular». Dos días después, en una concentración pública organizada en la ciudad de Santa Isabel a tal efecto, Don Pedro Amilivia, entonces presidente del Consejo de Vecinos de la capital, leyó un escrito que concluía con las siguientes palabras: «Yo espero que así seguirá [refiriéndose al ambiente de paz en que se han desenvuelto los hechos en la metrópoli] hasta su completo término la evolución y recordando que el nuevo régimen tiene por bandera la libertad, es su culto la justicia y como norma los derechos del hombre, estudiará los problemas coloniales con todo cariño, con toda voluntad, cooperando todos para conseguir una colonia rica y espléndida, trozo de una patria espléndida y más rica» (...).
Además de las declaraciones de las altas autoridades, todos los Jefes de Servicios y oficiales debieron prestar “voluntariamente” una promesa de adhesión a la República. Se utilizó la fórmula siguiente: «Prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con armas».
Sobre las reacciones, expectativas y contradicciones entre la población local merece la pena repasar el resto del artículo de Bibang.
Pero con respecto a la aparente tranquilidad y consenso entre los colonos, además del indicador de ausentarse el obispo de la colonia en la sesión extraordinario de la Junta de Autoridades Coloniales, de la que era miembro nato por su condición de presidente del Patronato de Indígenas, tan sólo una anécdota en el primer aniversario de la República:
Cuenta Tomás L. Pujadas en La Iglesia en la Guinea Ecuatorial, Fernando Poo que
El primer aniversario del advenimiento de la república coincidió con el día de viernes santo y naturalmente fue necesario celebrar una recepción oficial en el palacio del gobierno con su inevitable servicio de bocadillos anticlericales, es decir, de jamón en día de abstinencia.
Las señoras más detallistas, cayeron pronto en la cuenta y se contentaron con beber gaseosas u horchata. Los caballeros, más despistados o más cobardes religiosamente hablando, tomaron gentilmente su respetable bocadillo.
Pero he aquí que a un republicano de los presentes, seguro de la autoridad que le daba su antiguo reconocido republicanismo, se sacó del chaqué un carnet republicano con borla de oro y dijo con suficiente voz para que lo pudiesen oír todos los come-jamones: "En toda España sólo somos cuarenta los que tenemos esta clase de carnet, entre ellos Azaña; los republicanos de primera hora. Pues bien, sepan que yo guardo abstinencia sin que mis convicciones republicanas se resistan”. Bastó esto para que muchos de los que ya estaban mordisqueando el bocadillo lo echaran disimuladamente debajo de la mesa, para que se lo comieran los gatos, los cuales no estaban obligados a la ley de la abstinencia.
Fiesta republicana en Río Benito (1934): «La colonia española en Río Benito (Guinea española) festejó el aniversario de la proclamación de la República que simboliza la niña María Luisa Domínguez, a quién rodean en la foto varios indígenas». |
No hay comentarios:
Publicar un comentario