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lunes, 6 de febrero de 2023

De Palma a Las Palmas

No es un secreto: tanto la pasada Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, como la actual Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, carecen de sensibilidad al pasado colonial español o a que las fronteras españolas han cambiado en las últimas décadas, dejando por fuera de la aplicación de estas leyes a ciudadanía y territorios que vivieron en primera persona la guerra civil y sus consecuencias. En este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel, ya hemos incluido varios ejemplos como la presencia de Juan Fontán y Lobé en el callejero de Las Palmas o la del gobernador Faustino Ruiz en San Fernando.

Así quedaba recogido también por Adzubenam Villullas en el artículo La desconocida calle dedicada a Juan Fontán en Schamann publicado hace dos años en La Provincia-Diario de Las Palmas.

A finales del año pasado, el mismo periódico publicaba que Las Palmas de Gran Canaria se resiste a eliminar los restos de símbolos y vías franquistas: «El Consejo Asesor de la Memoria Histórica propuso eliminar diez calles: Batalla de Balaguer, Batalla de Teruel, Batalla de Brunete, Alejandro Mas de Gaminde, Juan del Río Ayala, Jesús Ferrer Jimeno, Alférez Provisional, Mario César, Juan Saraza Ortíz, María Paz Saez Tejera, Sargento Provisional, Francisco García Escámez y la plaza del comandante Ramón Franco. En esta lista no se incluyó, seguramente por un despiste, a Juan Fontán, criminal franquista que fue gobernador de Guinea entre 1937 y 1942».

Precisamente la edición de hoy, del Diario de Mallorca informa de la petición del senador Carles Mulet: «En las Palmas de Gran Canaria pervive la calle dedicada a Juan Fontán, golpista en las Palmas, "libertador" de la ciudad de Bata, gobernador de la Guinea Española, Jefe Provincial de FET y de las JONS y procurador en Cortes, lo cual vulnera el artículo 35 de la Ley de Memoria Democrática. Por ello se solicita al ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, copia de las actas de las reuniones de sus órganos de Gobierno en los cuales se acuerda cumplir con esta ley y eliminar este símbolo»:

La polémica en Canarias por una calle al golpista mallorquín Juan Fontán llega al Senado
El militar atacó Guinea Ecuatorial en la Guerra Civil

El senador valenciano Carles Mulet ha realizado un requerimiento a la Cámara Alta sobre la existencia de una calle dedicada al golpista mallorquín Juan Fontán y Lobé (Palma, 1894- Madrid, 1944) en Las Palmas de Gran Canaria. La vía se encuentra en el barrio capitalino de Schamann, en la colonia diseñada en la década de 1940 durante los años más represivos de la dictadura. Fontán, capitán de artillería al inicio de la Guerra Civil, dirigió el ataque a la ciudad de Bata -Guinea Ecuatorial-, fue gobernador de la colonia del 37 al 42, jefe provincial de FET y de las JONS, procurador en las primeras Cortes franquistas y llegó a crear una milicia callejera en la capital grancanaria durante la II República.

Mulet, senador por designación autonómica de las Cortes Valencianas, remitió al Gobierno central en enero un requerimiento para recabar a la administración competente un informe sobre la existencia de dicha calle al vulnerar el artículo 35 de la ley de Memoria Democrática. «Por ello, se solicita al ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria copia de las actas de las reuniones de sus órganos de Gobierno en los cuales se acuerda cumplir con esta ley y eliminar este símbolo», según refleja la petición.

La nueva ley de Memoria Democrática insta a retirar todos aquellos elementos que hagan referencias en callejeros, centros públicos o topónimos «de la sublevación militar y de la dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que la sustentaron, y las unidades civiles o militares de colaboración entre el régimen franquista y las potencias del eje durante la Segunda Guerra Mundial». En base a la ley anterior, Mulet requirió en 2020 a Puertos del Estado el cambio de denominación del Muelle Primo de Rivera del Puerto de Las Palmas; finalmente, el dique pasó a llamarse Pérez Galdós ese mismo año.

El senador del grupo parlamentario Izquierda confederal realizó el requerimiento tras conocer la existencia de dicha calle a través del colectivo Biafra, una asociación de Guinea Ecuatorial que se dedica a mantener viva la memoria histórica de la Guerra Civil y la dictadura franquista en la antigua colonial española -cuya independencia se produjo en 1968-. Ya en 2020 denunciaron dicha anomalía en el callejero de la capital grancanaria por vulnerar la anterior ley de memoria histórica.

A diferencia de lo que ocurre en la capital grancanaria, Juan Fontán no tiene ninguna calle en Palma, su ciudad natal. Este personaje ha pasado desapercibido y ha logrado sobrevivir en el callejero a las distintas revisiones de la nomenclatura franquista que se han realizado desde el primer ayuntamiento democrático.

Tampoco aparece en la última relación de calles que confeccionó una comisión de expertos en la pasada legislatura. Maxi Paiser señaló hace dos años que les faltó tiempo para conformar el listado. Por su parte, el historiador y exconcejal en esa etapa, Sergio Millares, indicó entonces que «desconocía» la existencia de una vía dedicada a Juan Fontán, pero que en cualquier caso considera que debería salir del callejero, «fue un criminal, vinculado a la represión de la guerra y la dictadura».

La relación de Fontán con la capital comienza tras la Guerra del Rif (1911-1926). Durante la II República fue presidente en la provincia de Las Palmas del partido Acción Popular, perteneciente a la CEDA. Organizó unas milicias callejeras y tras el golpe de Estado del 18 de julio se adhiere al bando sublevado. A los pocos meses fue designado como capitán para dirigir el ataque a la isla de Fernando Poo y la zona continental de Guinea Ecuatorial.

La expedición partió del Puerto de Las Palmas el 4 de octubre de 1936 con entre 500 y 800 hombres en el buque Ciudad de Mahón. Este se camufló, por lo que logró entrar en la bahía de Bata sin problemas y bombardear el Fernando Poo, embarcación que defendía la legalidad republicana en la antigua capital de la Guinea Ecuatorial. Muchos de los prisioneros que hicieron acabaron en el campo de concentración creado en Gando.

En 1937 es designado gobernador de la entonces Guinea española, puesto que ostenta hasta 1942. Pasa a convertirse en Director General de Marruecos y Colonias y procurador en las primeras cortes franquistas nominado directamente por el dictador. Muere en 1944. Precisamente, el colectivo Biafra achaca a su temprana muerte y el hecho de estar relacionado con la antigua colonia que su nombre haya pasado desapercibido hasta ahora en las calles de la capital grancanaria.


El artículo responde a otro previo desde Las Palmas publicado por La Provincia, con información similar, que se completaba con que «el senador de Compromís realizó otro requerimiento en diciembre para conocer cuándo sería retirado el escudo franquista de la portada de la Base Naval de Las Palmas. Defensa respondió que «desarrolla las actuaciones necesarias para cumplir de manera efectiva con la legalidad vigente en materia de memoria democrática». Carles Mulet considera "tremendamente grave que se burlen de esta manera de las Cortes puesto que la pregunta es bien concreta, ¿Por qué pervive este escudo? y ¿Qué medidas va a adoptar el Gobierno para retirarlo y en qué plazo?". "Sabemos que a la Ministra le parece muy bien su pervivencia, pero mantenerlo es ilegal", indica Mulet; el escudo inflige así las leyes de 2007 y 2022».

  • «En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial...». Si te interesa este tema, no te pierdas "Memoria y frontera...", de María del Mar Fernández Pérez.

jueves, 26 de enero de 2023

La no tan desconocida calle...

¿Recordáis el artículo La desconocida calle dedicada a Juan Fontán en Schamann de Adzubenam Villullas publicado en La Provincia-Diario de Las Palmas

Incluso en el sindicador de noticas de ASODEGUE-Asociación para la Solidaridad Democrática con Guinea Ecuatoria se hicieron eco de la publicación.

El origen de la misma es una de nuestras etapas a lo largo del paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel, en la que tratábamos la presencia de Juan Fontán y Lobé en el callejero de Las Palmas.

No será el único caso, ya que tanto la pasada Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, como la actual Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, no son sensibles al pasado colonial español o a que las fronteras españolas han cambiado en las últimas décadas, dejando por fuera de la aplicación de estas leyes a ciudadanía y territorios que vivieron en primera persona la guerra civil y sus consecuencias.

Así lo hemos publicitado recurrentemente en nuestras redes sociales.



Poco a poco.... se va difundiendo, e incluso herramientas de divulgación colaborativa como la app Vestigios de la Guerra Civil, han georreferenciado esta calle (y otros muchos hitos, también ecuatoguineanos):


Es importante contarlo, ya que si en la historiografía consolidada se desconoce el bombardeo a la ciudad de Bata, es improbable que se sepa que el responsable de la "liberación" de la ciudad cuenta con una calle en Las Palmas de Gran Canaria. Sorprendente, si tenemos en cuenta que la represión en Guinea, durante la primera década tras el 19 de septiembre de 1936, pasa necesariamente por la trama canaria...: Sometimiento armado, nuevas autoridades, purgas, juicios, prisión y fusilamientos tendrán a Canarias como núcleo irradiador.


Se trata, en definitiva de un tema que la lejanía, la censura/autocensura de la postguerra, y el pacto de silencio unido a la posterior independencia han invisibilizado:


Así, que perseveramos...


Recientemente, publicaba La Provincia-Diario de Las Palmas en Las Palmas de Gran Canaria se resiste a eliminar los restos de símbolos y vías franquistas: «El Consejo Asesor de la Memoria Histórica propuso eliminar diez calles: Batalla de Balaguer, Batalla de Teruel, Batalla de Brunete, Alejandro Mas de Gaminde, Juan del Río Ayala, Jesús Ferrer Jimeno, Alférez Provisional, Mario César, Juan Saraza Ortiz, María Paz Sáez Tejera, Sargento Provisional, Francisco García Escámez y la plaza del comandante Ramón Franco. En esta lista no se incluyó, seguramente por un despiste, a Juan Fontán, criminal franquista que fue gobernador de Guinea entre 1937 y 1942».

Y hoy, nos ha llegado una inesperada respuesta:



Resulta un momento interesante, especialmente por que Juan Fontán es sólo un ejemplo: hay más, como el que señalábamos en El callejero y la memoria histórica deslocalizada referente a la calle dedicada al gobernador Faustino Ruiz en San Fernando.

Veamos en qué queda el requerimiento.

Por cierto, desde la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel resulta difícil precisar cuándo se aprobó el nombre de esa calle en Las Palmas. Pero tenemos nuestra hipótesis: la parcelación inicial de la finca familiar que inició en los años 30 Alfredo Schamann en la meseta alta de Las Rehoyas del desaparecido Ayuntamiento de San Lorenzo quedó truncada con la guerra. Al final de la primera mitad de los años cuarenta, después de la creación del Mando Económico de Canarias, la familia Schamann se anticipa a los propósitos de expropiación de suelo ofertándolo al ayuntamiento. Se inicia así el proceso de consolidación del barrio con la construcción pública de las primeras 56 viviendas unifamiliares del llamado grupo Generalísimo Franco que se entregarían en 1944. A veces olvidamos que el golpe de Estado de 1936, respondió también a lealtades personales, camaraderías cuartelarias, intereses económicos y vínculos familiares. Por ejemplo, el Capitán de complemento de artillería y abogado Francisco Hernández González (Franito): fue golpista, combatiente en la guerra civil... y cuñado de Juan Fontán Lobé. Fue Consejero del Cabildo entre 1936 y 1937, poco después de su cese, la Guinea Española recoge un viaje del gobernador Fontán con su esposa, acompañados por «el abogado don Francisco Hernández González, secretario particular del señor Fontán». Desde los 40 ejercerá como Concejal y Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Las Palmas («el alcalde accidental de la ciudad, camarada Hernández González», dirán los periódicos de la época) y en 1945 será nombrado Alcalde, cargo que ocupará hasta 1953. Eso ya nos da una horquilla temporal.
Dos notas curiosas sobre el cuñado de Fontán: el imprescindible blog "Memoria e Historia de Canarias" de Pedro Medina Sanabria reproduce algunas de actas de consejos de guerra en los que se involucra Hernández González (incluyendo el juicio al teniente Ayala). Éste cuenta también -como ilustre regidor- con su propia calle alcalde Francisco Hernández González en Las Palmas desde 1981.

lunes, 19 de diciembre de 2022

Requisitoria causa 630

El Boletín Oficial del Estado del jueves 23 de marzo de 1939 (III año triunfal) publicaba la requisitoria contra los incluidos en la causa 639: 

Julián Ayala Larrazábal, Capitán retirado de la Guardia Civil, natural de Toledo, de 41 años de edad, hijo de Mariano y de Ascensión, domiciliado últimamente en Bata (Guinea).
Rafael Masiello Guerrero, natural de Madrid, de 37 años de edad, hijo de Pascual y de Lorenza, con domicilio últimamente en Bata (Guinea).
Laureano Vives Bonet, natural de Tarragona, de 37 años de edad, hijo de Bartolomé y de Francisca, soltero, del comercio, con domicilio últimamente en Bata (Guinea). Angel García Villalba Molín, natural de Murcia, de 33 años de edad, hijo de Pedro y Consuelo, domiciliado últimamente en Bata (Guinea).
Luis Mazo Muñoz, natural de Canillejas (Madrid), de 27 años de edad, hijo de Juan y de Petra, domiciliado últimamente en Bata (Guinea).
Ángel Miguel Pozanco Barranco, natural de Sevilla, de 34 años de edad, hijo de Miguel y de Purificación, domiciliado últimamente en Bata (Guinea).
Manuel Aláiz Plaza, natural de Albacete, de 29 años de edad, hijo de Atanagildo y de Carmen, maestro nacional, domiciliado últimamente en Bata (Guinea).
Carlos Padrón Meliá, natural de Las Palmas, de 31 años de edad, hijo de Francisco y de Concepción, domiciliado últimamente en Bata (Guinea).

Procesados por el delito de Rebelión, comparecerán en el plazo de treinta días, a contar de la fecha en que se publique esta requisitoria en el BOLETIN OFICIAL DEL ESTADO, ante el Juez que instruye la causanúmero 630 de 1936, para notificarles el auto de procesamiento- y tomarles la indagatoria y demás diligencias, bajo apercibimiento de ser declarados rebeldes, encareciendo a las Autoridades y sus Agentes la busca y detención de los citados, presentándolos en este Juzgado Militar, sito en Santa Isabel de Fernando Póo, cuartel de la Guardia Colonial, debidamente vigilados y custodiados. Santa Isabel, 12 de diciembre de 1937.—II Año Triunfal.—El Capitán, Juez Instructor, Enrique Pueyo del Val.




lunes, 10 de enero de 2022

La cuadrilla de Ayala

Para conocer sobre África en general y sobre Guinea Ecuatorial en particular, no hay mejor guía que Gustau Nerín. Algunas entradas de este paseo por la Calle 19 de Septiembre, como por ejemplo el dedicado a La Sección Femenina, serían difíciles de entender sin su trabajo previo.

Y entre sus muchos textos, hay uno de referencia obligatoria: Un Guardia Civil en la selva.
Se trata del Teniente Ayala, al que ya se ha incluido en varias anotaciones del blog.
Merece la pena, sin embargo, dedicar especial atención al capítulo El declive de un tirano del libro de Gustau:
La Guerra Civil dividió a los miembros de la red de reclutamiento de Ayala. Núñez de Prado cayó durante los primeros días del conflicto. El 18 de julio de 1936, gracias a sus intrigas políticas, ocupaba el cargo de director general de Aeronáutica. Hacía tiempo que colaboraba en la vigilancia de los círculos militares reaccionarios y se le consideraba uno de los principales generales republicanos. Por eso, al enterarse el  Gobierno de que la guarnición de Zaragoza había protagonizado un alzamiento armado, le envió allí para que abortara la rebelión. No pudo hacer nada. Al aterrizar en la capital aragonesa, fue arrestado por los golpistas. Lo ejecutaron sin mediar juicio alguno. Nunca llegaría a ser nombrado conde de Guinea, como proponía el servil Arija. El bando franquista jamás reconoció aquella ejecución. Cuando, años más tarde, la viuda del general pidió explicaciones sobre su paradero, le ofrecieron una partida de defunción en la que únicamente se indicaba que había «desaparecido» en agosto de 1936.
La mayoría de los oficiales que habían servido junto a Ayala en la Guardia Colonial se unieron al bando franquista. Tomás Buiza estaba el 18 de julio en Barcelona. Mantuvo una postura ambigua: no se sumó a la revuelta militar, pero ayudó a escapar a algunos de los guardias civiles rebelados que se habían atrincherado en el convento de los carmelitas de la Diagonal. Al cabo de un tiempo, huyó de Cataluña por la frontera francesa y se pasó a la zona insurgente. Pero no le recibieron con los brazos abiertos. Se le juzgó por no haberse rebelado a tiempo y fue condenado a la pérdida de ocupación y a una pena de cárcel (simultáneamente, se le juzgó en rebeldía por parte de los republicanos, que le condenaron a cadena perpetua).
La actitud de Rafael Carrasco de Egaña fue más clara. Al estallar el golpe estaba en Vilanova i la Geltrú, uno de sus lugares habituales de residencia; en 1934 ya había contribuido, como jefe del cuartel de la Guardia Civil del municipio marítimo, a aplastar la insurrección independentista del 6 de octubre (en aquella ocasión le habían nombrado delegado del Gobierno en Vilafranca del Penedés, y había destacado  por la persecución de militantes de izquierdas y catalanistas). En julio de 1936, pese a estar destinado en Granada, pasaba unos días en Vilanova, de permiso. Se sumó a los rebeldes, pero acabó detenido y fusilado. Eugenio Touchard también apoyó a los golpistas. Cuando estalló la guerra estaba en Palencia, como capitán de la Guardia Civil, y se puso a disposición de los generales derechistas. Como era buen conocedor de Guinea, en enero de 1937 le enviaron a Bata como subgobernador de la Guinea Continental. Al dejar el Ejército, Touchard se estableció en el Muni, donde murió, en 1953, por una intoxicación de setas venenosas.
Casi todos los pilotos de la Patrulla Atlántida lucharon en el bando golpista, y uno de sus aviadores llegaría a ocupar altos cargos durante el franquismo. Fernando de Carranza, un subgobernador de Elobey que había colaborado en los negocios sucios de Ayala, accedió a una plaza todavía más notoria: fue el «hombre de paja» de Franco en la HISMA, empresa hispanoalemana que gestionaba la entrega de armas del Tercer Reich a las fuerzas franquistas. García Loygorri, que seguía en el Muni, lideró un intento de revuelta de los colonos derechistas contra la República; aquel intento fracasó, pero los  republicanos permitieron que huyese. Cuando las tropas franquistas tomaron el control de la colonia, fue recompensado con varios cargos en el Gobierno colonial (aunque durante la República se le hubiera condenado a «postergación perpetua para el ascenso», por su implicación en la trata de negros). Su compañero David Carrillo también se sumó al levantamiento. Aunque en 1933 le hubieran cesado de la Administración colonial por su implicación en las redes de reclutamiento, tras el golpe se reincorporó a la función pública en Guinea gracias al amparo que le proporcionaron destacados franquistas.
En cambio, en julio de 1936, Ayala no lo dudó ni por un instante y se alineó con el Frente Popular, aunque años atrás hubiera destacado por la organización de celebraciones de carácter monárquico. Al parecer, el factor determinante de dicha decisión fue su anticlericalismo (una vez había llegado a afirmar que él apoyaría a quienes «terminaran de una vez por todas con los curas y misioneros»). En realidad, las polémicas políticas de la metrópolis llegaban con escasa virulencia a Guinea. Así, pues, la guerra nunca estuvo acompañada por la gran oleada de violencia que sacudió los cimientos de la metrópolis. El gobernador del momento intentó minimizar el conflicto; pretendía, sobre todo, ocultar ante los negros la división interna entre los colonizadores. En Guinea se impuso la moderación; en un primer momento, en el Muni, incluso se prohibió el Frente Popular, aunque fuera el partido que gobernaba en Madrid. Aun así, los republicanos adoptaron ciertas medidas para controlar a los claretianos, a quienes consideraban -y razón no les faltaba- los principales instigadores de la reacción en la colonia.

martes, 23 de marzo de 2021

El caso del aduanero de Bata

Cuenta La guerra civil en las colonias españolas del áfrica occidental que tras la caída de Bata, «una parte de los leales al gobierno pudieron huir hacia la vecina colonia francesa del Camerún, desde donde pasarían a Francia y posteriormente a la zona republicana. Sirva de ejemplo el caso del maestro nacional Manuel Alaiz Plaza que trabajaba en Bata como aduanero y que tras la intervención del Ciudad de Mahón pasó a Burdeos y desde allí a la zona gubernamental, incorporándose al Ejército Popular». Lo que coincide con la lista de Pozanco, que incluía a «Andrés Alonso, Manuel Aláiz Plaza, Pablo Gallo Alcántara, Vicente Gómez, Francisco Azpiri y Goitia, Gabriel López Cano, Rafael Masiello Guerrero, Luis Martínez, Emilio del Arca Ruiz, Rafael Iranzo Muñoz, José Lozano Alonso, Rafael Matamala Baeza» como los 12 repatriados que viajaban con sus familias.

Tras el triunfo del golpe de Estado en Santa Isabel, el subgobernador de Bata se había apoyado en los frentepopulistas de confianza para transmitir el relevo de las autoridades de lealtad dudosa por subalternos de incuestionables antecedentes republicanos. Al aduanero, como parte del núcleo duro, le había correspondido ser portador desde Ebebiyin de las órdenes del subGobernador a la administración civil y militar de Nsork, cesando al teniente del Valle. 
Tenía, además, la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, recogida en la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

En el II Año Triunfal, a finales del 1937, el Juzgado Militar de Santa Isabel de Fernando Póo le requiere a través del Boletín Oficial del Estado junto a:
Julián Ayala Larrazábal, Capitán retirado de la Guardia Civil, natural de Toledo, de 41 años de edad, hijo de Mariano y de Ascensión, domiciliado últimamente en Bata (Guinea). Rafael Masiello Guerrero, natural de Madrid, de 37 años de edad, hijo de Pascual y de Lorenza, con domicilio últimamente en Bata (Guinea). Laureano Vives Bonet, natural- de Tarragona, de 37 años de edad, hijo de Bartolomé y de Francisca, soltero, del comercio, con domicilio últimamente en Bata (Guinea). Ángel García Villalba Molín, natural de Murcia, de 33 años de edad, hijo de pedro y Consuelo, domiciliado últimamente en Bata (Guinea). Luis Mazo Muñoz, natural de Canillejas (Madrid), de 27 años de edad, hijo de Juan y de Petra, domiciliado últimamente en Bata (Guinea). Ángel Miguel Pozanco Barranco, natural de Sevilla, de 34 años de edad, hijo de Miguel y de Purificación, domiciliado últimamente en Bata (Guinea). (...). Carlos Padrón Meliá, natural de Las Palmas, de 31 años de edad, hijo de Francisco y de Concepción, domiciliado últimamente en Bata (Guinea).
Están todos ellos procesados por el «delito de rebelión» y se solicita en el requerimiento que las autoridades procedan a su busca y detención.

Desde Burgos, el Boletín Oficial del Estado del 7 de febrero de 1938 requiere nuevamente su comparecencia:
Alaiz Plaza, Manuel, vista volante de Aduanas de estos territorios, cuyo último domicilio fué en Río Benito, procesado en sumario num. 18 de 1937, sobré malversación de caudales públicos, comparecerá dentro dél término de sesenta días ante el Juzgado de Instrucción de los territorios españoles del Golfo de Guinea, para notificarle el procesamiento, ser indagado y reducido a prisión, previniéndole que si no comparece será declarado rebelde y deparará el perjuicio que hubiere lugar. Santa Isabel, 9 de octubre de 1937.
—II Año Triunfal.
==El Juez Instructor (ilegible).
==El Secretario Lcdo Juan de Mata G, de Carriazo
Acosado por diferentes vías, Manuel Alaiz Plaza es requerido en esta ocasión por «malversación de caudales públicos» (sic), un año antes había sido incluido en la Causa 360 de 1936 por delito de rebelión y el nueve de febrero de 1939 sería condenado «como políticamente responsable de hechos leves a la pena de dos años de destierro de estos Territorios y al pago de mil quinientas pesetas de multa» por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas.
Alaiz, «de treinta y dos años de edad, hijo de Atanagildo y de Carmen, casado, empleado, natural de Albacete y en la actualidad ausente en ignorado paradero» se encontraba en ese momento huido del territorio guineano, y se habría reincorporado al servicio activo del Gobierno de la República por resolución del 29 de marzo de 1937.

De hecho, «ciento cuatro republicanos serían en cambio detenidos y trasladados a Las Palmas de Gran Canaria para ser procesados en dos Consejos de Guerra. Un consejo juzgaría a los civiles, en el cuál destaca la petición de pena de muerte para Jaime Gay Compte, acusado del delito de rebelión. El otro procedería contra la tripulación del vapor Fernando Poo. En el primero, presidido por el coronel José de Roas Fernández, actuando como capitán jurídico Ángel Dolla y fiscal Ildefonso Salazar y del Hoyo, quien solicitó una pena de muerte y otras 17 de numerosos años de prisión. Empero la sentencia rebajaría notablemente estas peticiones (…). El principal beneficiado de la reducción, respecto a la petición fiscal sería el ingeniero Jaime Gay quien vio disminuida su grave situación. Sin embargo no le serviría mucho pues moriría pocos años después víctima de los malos tratos carcelarios. El segundo Consejo sería presidido por el Coronel Luis Mateos Álvarez-Rivera y actuarían el mismo vocal ponente y fiscal que en el anterior. Se juzgaría por adhesión a la rebelión a veinte inculpados, dictándose diversas penas de prisión, aunque ninguna condena a muerte.
No acabaría sin embargo aquí la exigencia de responsabilidades por estos sucesos, pues a medida que los que habían logrado huir a zona republicana fueron capturados se les traía a Canarias para ser juzgados, como por ejemplo el citado Manuel Alaiz Plaza, incurso en la causa 630/40 por rebelión militar, su sentencia sería finalmente absolutoria pues obró en su favor el haber permitido en Guinea la huida de algunos rebeldes, así como el haber mantenido una actitud pasiva, en el Ejército Popular».


Así, La Guinea Española informará en la edición de julio de 1940 de su regreso (cumplidos los dos años de destierro fijados por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas) en el vapor Río Francolí y en 1941 ya se documenta su inserción en las rutinas propias de la colonia.


lunes, 9 de septiembre de 2019

El callejero y la memoria histórica

Ésta es una situación curiosa:
La "Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura", conocida como Ley de Memoria Histórica, obvia que hay territorios en los que imperó el franquismo y sus normas durante décadas… y que hoy en día quedan por fuera de las fronteras españolas.

Precisamente en "Memoria y frontera...", de María del Mar Fernández Pérez, se analiza:
En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial. 
Resulta llamativa esta falta de referencias a las colonias si tenemos en cuenta que el imaginario colectivo de la Guerra Civil está plagado de referencias al norte de África: allí se produjo el golpe de estado en un primer momento, de allí venía el ejército africano y la famosa y temida guardia mora. Esta guerra, tan importante para la historia europea, empezó en África, y allí se produjeron los primeros asesinatos de quienes permanecieron fieles a la legalidad republicana. Es muy difícil hablar de este periodo sin hacer referencia al protectorado y situados en el momento actual, habrá que afrontar el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica en territorio extranjero.

Ya lo hemos tratamos brevemente en la entrada Calle 19 de septiembre, pero ¿qué pasa cuando las «medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil» atañen a actos que se realizaron fuera del territorio actual de España?
El norte de África tiene numerosos testimonios documentados, y más por documentar, pero sobre los territorios españoles del golfo de Guinea -el gran desconocido-… no hay apenas información accesible.

Lo que no esperaríamos es que en la revisión del callejero de Las Palmas de Gran Canaria, se dejen olvidado a Juan Fontán y Lobé (1894-1944):
Unas once calles de Las Palmas de Gran Canaria tienen nombres franquistas en la actualidad, según un listado provisional del Consejo Asesor de la Memoria Histórica, mientras que el Ayuntamiento elegirá los nuevos nombres para estas vías con la ayuda de los vecinos.
Así lo indica el Consistorio capitalino en un comunicado en el que explicó que este cambio de denominación será una medida que pretende cumplir con la aplicación de la Ley de Memoria Histórica de España.
Las calles Jesús Ferrer Jimeno, Doctor García Castrillo, General Más de Gaminde, Batalla de Balaguer, Batalla de Brunete, Batalla de Teruel, José Calvo Sotelo, Alférez Provisional, Mario César, Juan Saraza Ortiz y María Paz Sanz Tejera, son las once vías que inicialmente han sido propuestas para la modificación de su nombre en la reciente reunión mantenida por el Consejo.
Para mejor ubicación... la calle Juan Fontán de Las Palmas de Gran Canaria une la plaza Schamann (anteriormente plaza Primo de Rivera) con el Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) timplista José Antonio Ramos (anteriormente general Francisco García Escámez).

Tal vez no le recuerden en Canarias, aunque en su obituario desde La Falange se resaltara que «fue colaborador de Franco desde la hora inicial del Alzamiento en Canarias. Participó en los trabajos de la madrugada histórica» y que incluso en el periodo republicano «creó una milicia ciudadana que había de oponerse a los desmanes de los que se llamaban republicanos», milicia que según ABC creó en 1933 y con la que se sumó «el mismo día 18 de julio de 1936».

Sobre esa participación en el golpe de Estado en Canarias, El Diario de Burgos le entrevista en septiembre de 1938: «...El capitán don Juan Fontán, de tan activa participación en la iniciación del Glorioso Movimiento Nacional, ha rehusado darnos detalles de su abnegada intervención en aquellos gloriosos días, se ha limitado a decirnos que siendo compañero de promoción del Generalísimo -en el arma de Artillería- y amigo devoto y leal del Caudillo, puso todo su celo y entusiasmo en cumplir al pie de la letra las instrucciones que le fueron transmitidas.
Pero nosotros decíamos que el señor Fontán es persona de gran amistad del Generalísimo, por ser compañero suyo de infancia; que era jefe de "Acción Popular" de Las Palmas y fue uno de los primeros que prestaron fuerzas de su organización al entonces gobernador militar de Las Palmas, General Franco, y que con muchachos de la J.A.P. vestidos de soldados, tomó el señor Fontán parte en la conquista de los primeros edificios oficiales y de los cuarteles de la isla, lo cual decidió con otros esfuerzos, la feliz iniciación del Movimiento Nacional.
Y, por fin, que, si importante fue su actuación en aquellos días históricos, no lo es menos la que actualmente lleva a cabo en fiel cumplimiento de la misión imperial [en los territorios africanos] de España, a la orden del Caudillo».

Pero puede que sólo le conozcan como dueño y director del periódico Acción, presidente del partido Acción Popular (integrado en la CEDA), bibliófilo y prolífico escritor sobre temas africanos durante su etapa como Director General de Marruecos y Colonias, así como efímero procurador en las Cortes franquistas que prácticamente falleció en el escaño.

A su vez, los coleccionistas de anécdotas de la II Guerra Mundial, probablemente asociarán su nombre al fallido intento por evitar el secuestro nocturno del vapor italiano Duchessa d'Aosta y las lanchas alemanas Likomba y Bibundi por un comando británico una noche de 1942.
Y tal vez, incluso puede que algunos historiadores le señalen como autor del dossier con el que Franco negociaba el apoyo a las potencias del Eje a cambio de beneficios en el continente africano.

Decía el BOE tras su fallecimiento: «Reincorporado al Ejército desde el primer instante del Movimiento Nacional, liberó nuestras Posesiones de Guinea, tomando posesión de ellas después de derrotar al barco enemigo Fernando Poo. Fue Gobernador general de aquellos Territorios desde 1937 a 1942, afrontando y venciendo, durante toda esa etapa, obstáculos impuestos por lo excepcional de las circunstancias conjugadas de tiempo y lugar. Abarcó, sin que aquéllos lo estorbaran, las complicadas facetas de la vida colonial, dando extraordinario impulso a todos los órdenes de su economía. Su capacidad de iniciativa acometió y consiguió simultáneamente amplias reorganizaciones, en todos los aspectos de la Administración pública colonial, con palpables mejoramiento en sus distintos ramos».

Así, su paso por Guinea se pierde en el pacto de silencio tras la independencia.
Pero tan solo rascando superficialmente… se obtiene información inquietante:
  1. En "La guerra que vino de África", Gustau Nerín nos recuerda que «En Canarias la revuelta fue a cargo de Franco, con el apoyo de su primo Pacón, del general Orgaz y del también africanista Juan Fontán (que durante la guerra ocuparía el Gobierno General de Guinea). Pacón dirigió la represión contra los izquierdistas que se resistían al golpe. Posteriormente Franco viajó a Marruecos en compañía de su primo para asumir el mando del ejército del protectorado. Orgaz se quedó controlando Canarias», y Juan Fontán -el cual, según el historiador Ricardo de la Cierva, también estaba emparentado con Franco (ambos descienden del matrimonio conformado por Manuel Tomás Franco de la Madrid y Maria de Viñas Freire de Andrade, en el caso de Francisco Franco por vía paterna y en el de Juan Fontán por la materna)-... zarpó con los voluntarios canarios al golfo de Biafra.
  2. Fue uno de los oficiales con mayor rango de la expedición de Voluntarios canarios que invadió el territorio ecuatorial: «Fue designado -publicará en su obituario Falange- en septiembre 1936 para dirigir la expedición a Fernando Poo, con objeto de que en aquellas posesiones no mandaran los rojos», y por su desempeño el Exmo. Cabildo Insular de Gran Canaria le concedió en 1943 la Medalla del ex Combatiente Canario
  3. Como capitán de artillería, con mando en la expedición, no es probable que sea ajeno al hundimiento a cañonazos del buque civil Fernando Poo, con una veintena de muertos. Acción
    de guerra realizada contra un buque civil desarmado y cobijándose -el Ciudad de Mahón- bajo falso pabellón de un tercer país. Miguel  Valverde  Espín, en Los cruceros auxiliares en la Armada nacional. 36-39, razona que ese hundimiento «fue un disparate (...) pues se trataba de una moderna y espléndida motonave recién incorporada al servicio, carente de defensas de ningún tipo (...). Supongo que el Comandante del Ciudad de Mahón no recibiría ninguna felicitación por ello, ya que realizó lo más fácil. Si  todos los buques de la Armada Nacional hubieran procedido igual, la Marina Mercante española habría desaparecido».
  4. Tras el hundimiento del Fernando Poo se produjo el bombardeo de la ciudad de Bata, población civil y carente de defensas.
  5. Luis Vila-San Juan recoge el relato de un viejo colono que afirma: «los canarios se hicieron cargo de cuanto significaba mando. Los presos, hasta entonces respetados, fueron maltratados y apaleados. Los que se habían sublevado (la gente de orden) tratados casi como “nacionales de 2ª clase” o “semirrojos”. (…) Puede decirse que hubo represalia. No cruenta, no como la de Badajoz, pero sí saliéndose algo de la línea moderada que hasta entonces había prevalecido». O como resume Luis Eugenio Togores, académico y declarado falangistas franquista, «se produjo una ligera represión y un cambio total de en los cargos dirigentes de la colonia». Francisco Sánchez Ruano, por el contrario, afirmará que tras la caída de Bata «los prisioneros españoles y guineanos que hicieron los canarios fueron fusilados en su mayoría». Independientemente de la virulencia de la represión (de difícil documentación) que se pudiera ejercer tras la caída del territorio, sí se puede acceder a la labor de Juan Fontán como Instructor en 1936 de las Causas contra los leales a la República, que acabó con 150 coloniales y tripulación del Fernando Poo en el campo de concentración del viejo lazareto de Gando: «Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora». Entre los casos de más fácil documentación se identifican fallecimientos como el de Manuel Pérez Teira (Santa Isabel 1936) durante la prisión preventiva, el de Jaime Gay Compte (Las Palmas 1939) durante el cumplimiento de condena -o con motivo de su paso por ella como es el caso de Sebastián Nacarino Romero (Valencia 1943)- e incluso fusilamientos como el del practicante de Bata (Las Palmas 1937). En cuanto a la represión que sufrió la población local... es una tarea ímproba y por realizar.


    A la izquierda, cartelera electoral con la candidatura de J. Fontán por Acción Popular en febrero de 1936 y nombramiento como Jefe Provincial de FET y de las JONS en agosto de 1938.
  6. Tras la expedición al golfo de Guinea, Juan Fontán fue ascendido a Teniente Coronel de Artillería y nombrado gobernador del Territorio por el gobierno de Burgos, pasando posteriormente a la Dirección General de Marruecos y Colonias. Y a él correspondió, como Gobernador General y Jefe Provincial de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. (de octubre de 1937 a enero de 1942) implementar la creación del Tribunal de Responsabilidades Políticas en el Territorio. Las sentencias del Tribunal de Santa Isabel se sumaban a las que pudiera haber instruido por la vía civil, militar y administrativa, quedando constancia en el BOE del ensañamiento con el patrimonio y la memoria de los ciudadanos leales a la República.

«Un día de junio de 1937, la voluntad del Caudillo me designó para un cargo de gran responsabilidad y, desde luego, enormemente superior a mi preparación. En los últimos días de diciembre de 1937 tomaba posesión del Gobierno General de nuestra última colonia del África ecuatorial, y la tomaba bajo la impresión de la vehemencia con que el Caudillo me hablaba de sus preocupaciones por los habitantes de aquellos territorios, de su afán por civilizarlos, por mejorar su vida espiritual y material.
Allí permanecí cerca de cinco años, ...». 
Fragmento de la conferencia "La etnología y la política indígena" pronunciada por J.  Fontán en la Facultad de Medicina de San Carlos (Madrid) el 26 de mayo de 1943.

Desde la Dirección General de Marruecos y Colonias destacaban de la vida de Juan Fontán en Bibliografía colonial: contribución a un índice de publicaciones africanas que «rescatara al frente de una tropa expedicionaria para la buena España el florón de las tierras guineanas».

En este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel resulta difícil precisar cuándo se aprobó el nombre de esa calle en Las Palmas. Pero tenemos nuestra hipótesis: la parcelación inicial de la finca familiar que inició en los años 30 Alfredo Schamann en la meseta alta de Las Rehoyas del desaparecido Ayuntamiento de San Lorenzo quedó truncada con la guerra. Al final de la primera mitad de los años cuarenta, después de la creación del Mando Económico de Canarias, la familia Schamann se anticipa a los propósitos de expropiación de suelo ofertándolo al ayuntamiento. Se inicia así el proceso de consolidación del barrio con la construcción pública de las primeras 56 viviendas unifamiliares del llamado grupo Generalísimo Franco que se entregarían en 1944. A veces olvidamos que el golpe de Estado de 1936, respondió también a lealtades personales, camaraderías cuartelarias, intereses económicos y vínculos familiares. Por ejemplo, el Capitán de complemento de artillería y abogado Francisco Hernández González (Franito): fue golpista y combatiente en la guerra civil... y cuñado de Juan Fontan Lobé. Consejero del Cabildo entre 1936 y 1937, poco después de su cese, la Guinea Española recoge en 1938 un viaje del gobernador Fontán con su esposa, acompañados por «el abogado don Francisco Hernández González, secretario particular del señor Fontán» en sustitución de Gabriel de Armas Medina. Posteriormente, desde los 40 ejercerá como Concejal y Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Las Palmas («el alcalde accidental de la ciudad, camarada Hernández González», dirán los periódicos de la época) y finalmente en 1945 será nombrado Alcalde, cargo que ocupará hasta 1953. Eso ya nos da una horquilla temporal. 
Dos notas curiosas sobre el cuñado de Fontán: el imprescindible blog "Memoria e Historia de Canarias" de Pedro Medina Sanabria reproduce algunas de actas de consejos de guerra en los que se involucra Hernández González (incluyendo el juicio al teniente Ayala). El camarada Franito cuenta también -como ilustre Regidor- con su propia calle dedicada al alcalde Francisco Hernández González en Las Palmas desde 1981.

Por su parte, pese a que tanto la capital de Río Muni como la de Fernando Póo dedicaron sendas calles a las fechas en que se adhirieron al golpe de Estado (14 de octubre y 19 de septiembre, respectivamente), en la liberada ciudad de Bata (Río Muni), el Consejo de Vecinos no tuvo a bien dedicar una calle a su libertador.
Al contrario, que el de Santa Isabel (Fernando Poo), que rebautizó en honor al gobernador la calle Extremadura, o el del ayuntamiento de Batete de Claret (Distrito de San Carlos) cuya calle principal pasó a llamarse «Calle Gobernador Fontán».

En el caso de Santa Isabel, ese honor fue retirado años después por las autoridades de la Alcaldía de Malabo, rebautizando la «Calle Juan Fontán» como «Calle Abilio Balboa», en honor del alcalde de Santa Isabel Abilio Balboa Arkins, que al igual que Fontán también había sido procurador en las Cortes franquistas.

Si las autoridades ecuatoguineanas le retiraron la calle a Juan Fontán, ¿por qué Las Palmas habría de mantenérsela?

Aunque para homenajeado, su hermano...: tanto Juan Fontán como su hermano Jesús pertenecieron a la casa militar de Franco, eran insaciables bibliófilos y fueron procuradores en Cortes, pero el Almirante Jesús Fontán Lobé cuenta con una escuela, calle o casa del mar en gran parte de las ciudades portuarias de España. Al fin y al cabo, además de jefe de los servicios secretos de Franco, fue presidente del Instituto Social de la Marina logrando el aprecio de los marineros durante su administración. Pese a que «los historiadores Xavier Casinos y Josep Brunet señalan que el almirante Fontán utilizaba el Banco Pesquero como tapadera de los servicios secretos especiales de los que era su jefe». Estrecho colaborador de Carrero, a él se debe la concepción en plena guerra civil de la metodología de recopilación de información, elaboración de expedientes y difusión de oficio de los mismos con el fin de que se instruyeran las causas de responsabilidades políticas.

Realmente, a ambos hermanos correspondería la organización de la Oficina de Información y Propaganda Anticomunista (OIPA) en sus primeros pasos, «La OIPA, dirigida por el arquitecto canario Laureano de Armas Gourié desde Salamanca, tuvo su bautismo en Vizcaya bajo la batuta de Manuel Maestro Maestro y Eduardo Galán Ruiz. Esta seguirá la metodología de incautación diseñada por el capitán de la Armada adscrito al Cuartel General de Salamanca, Juan Fontán Lobé, que en sus aspectos fundamentales, apenas varió durante el conflicto. Su esencia consistía en señalar dónde y cuándo se habían encontrado todos los documentos de interés, y conservar un número máximo de folletos, revistas o libros, destruyéndose el resto. A continuación deberían separarse los documentos relativos al personal, como eran las listas de afiliados que servían para elaborar fichas directamente, de aquellos otros que necesitaban un análisis más detenido, como la correspondencia o los libros de actas. De todos ellos, se elaborarían tres fichas de referencias por cada persona encontrada en la documentación y, por último, se comunicaría de oficio a los departamentos del Cuartel General cualquier datos de interés que apareciese en el material incautado» recordaba La Provincia-Diario de Las Palmas. Juan Fontán, como compulsivo bibliófilo y escrutador de archivos habría puesto sus conocimientos al servicio de la OIAP, hasta su nombramiento como gobernador, siguiendo su hermano Jesús esa tarea durante décadas en las diferentes evoluciones del servicio, director de la Delegación Nacional de los Servicios Documentales (1964-1967) y de la Sección de los Servicios Documentales de la Presidencia del Gobierno (1967-1977). 
Pero esa.... ya es otra historia.



martes, 14 de mayo de 2019

El santoral ecuatoguineano

La guerra civil no sólo marcó el calendario de festivos con su propia festividad local de "19 de Septiembre" o los consabidos "Día del Caudillo" y "Día del Alzamiento Nacional", celebrados en toda España. Igualmente supuso -décadas después- la trágica ampliación del santoral local.

Es un proceso que se ha prologado hasta fechas recientes: a algunas de las víctimas del conflicto en España se les ha reconocido la condición de beatos, y de éstas hay varias que dedicaron gran parte de su vida a la labor misionera en los territorios españoles del golfo de Guinea.

Así como en su día fue importante para los fieles nicaragüenses la beatificación de la salesiana María Romero o en Guatemala la del franciscano Pedro de San José Betancur, igualmente son significativas estas beatificaciones para el contexto ecuatoguineano.

Hno. Antonio Vilamassana
CMF
Los Misioneros del Corazón Inmaculado de María, de san Antonio María Claret, han contribuido al santoral ecuatoguineano con:
  • Andreu Feliu Bartomeu, trabajó en estas tierras africanas de 1903 a 1934. Beatificado en 2013.
  • Pau Castellà Barberà, destinado en las misiones de Fernando Poo desde 1893 a 1908. Beatificado en 2013.
  • Antoni Vilamassana Carulla, destinado 30 años en Guinea Ecuatorial. Beatificado en 2013.
  • Cirilo Montaner Fabré, párroco de Santa Isabel de 1904 a 1915. Beatificado en 2017.
  • Josep Ros Nadal, de 1904 a 1907, su centro principal de operaciones fue Annobón. Beatificado en 2017.
  • Pere Vives Coll, de 1908 a 1918, su primer destino fue Banapá, luego Basilé y finalmente San Carlos. Beatificado en 2017.
  • Manuel Font Font, misionero en Fernando Póo de 1904 a 1905. Beatificado en 2017.
  • No forman parte de esta relación, los religiosos fallecidos -Acacio Ferraz Latorre (por quien llevó el nombre Acacio Mañe), Angel Roig Barcelis e Isidoro Gil Barrio- en el hundimiento del buque "Fernando Poo" el 14 de octubre de 1936: «Algunas semanas después llegó a Bata el Ciudad de Mahón, barco de guerra enviado desde Canarias para apoyar la sublevación, el cual bombardeó el puerto y el Fernando Poo, hundiéndolo con los prisioneros dentro. El franquismo consideró a aquellos ahogados mártires de la Cruzada, aunque solía olvidar, habitualmente, que había sido él mismo el que los había enviado al fondo del mar».
  • Tampoco integra el santoral ecuatoguineano el padre Tomás Ribé Comas, capellán de la Trasmediterránea asignado al correo Fernando Póo, al cual Juan Fontán daba inicialmente como muerto por la tripulación en las indagatorias tras la caída de Bata.
Es una larga lista de misioneros beatificados, que inicia un siglo antes con Jerónimo Mariano Usera y Alarcón. El padre Usera fue integrante de la primera expedición misionera católica en Clarence (1845-1846): «Deberé decir, para los que no me conozcan, que hace tiempo me he consagrado por entero a los derechos de la raza negra a la que amo en Jesucristo, que es el mejor y más desinteresado amor. (...) Ni las distancias, ni los mares, ni el rigor de los trópicos, junto a los grandes quehaceres que me proporcionaba el gobierno del Arzobispado de Cuba, del cual me hice cargo al poco tiempo de mi arribada a aquella isla, pudieron entibiar en mí el entusiasmo a favor de mis queridos isleños del golfo de Guinea».
Desde hace varios años se trabaja en el proceso de su beatificación, el cual se halla en Roma esperando la última decisión del Vaticano. El 28 de junio de 1999 fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II: «Certifico que el Siervo de Dios Jerónimo Mariano Usera y Alarcón, sacerdote y Fundador de las Hermanas del Amor de Dios, vivió en grado heroico las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad hacia Dios y hacia el prójimo, así como las virtudes cardinales de Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza y las demás virtudes anexas, para que surta efecto en relación con la Causa en cuestión».

Mención a parte merece la postulación como beato de Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas:

Como recoge Fernando Ballano en Los negros negocios del beato Marqués de Comillas, «uno no es responsable de lo que hayan hecho sus antepasados, pero sí de aprovecharse de los frutos de esos actos. Antonio López López, primer marqués de Comillas y padre de Claudio López Bru, hizo buena parte de su fortuna traficando con esclavos con destino a Cuba cuando la ilegalización de dicha actividad a partir de 1817 hizo subir los precios. Posteriormente consiguió la exclusiva del transporte de tropas y sus correspondientes municiones de boca y guerra entre España y Cuba. (...) Claudio López Bru fundó la naviera Trasatlántica. Continuó con el transporte de tropas y suministros a Cuba. Entre 1895 y 1898 llevó a 220.285 soldados (240.000 según otras fuentes). En el conflicto murieron 55.078 –2.000 por heridas de guerra y el resto por enfermedades–. Tras la rendición, EE.UU. le pagó a Comillas 100 pesetas por soldado repatriado. En 1919, 20 años después, un pasaje en buenas condiciones para ese recorrido sólo costaba 70 pesetas. A pesar del buen precio cobrado, Comillas les trajo en tan malas condiciones que en el trayecto murieron 4.000. Pero volvieron cantando porque ya se había acabado la pesadilla: hay gente que sabe sacar beneficio hasta de las derrotas.

Crucero Isla de Panay. Conocido como el Barco de la Muerte, fue usado para transportar hacinadas a las tropas españolas asignadas a la guerra hispanoamericana en Cuba. Terminada la guerra fue reasignado por la Trasmediterránea al golfo de Guinea hasta su hundimiento, para cobrar el seguro, en Punta Europa: «Fue en la noche del 7 de Diciembre de 1929, tras embarrancar en un bajo llamado Los Primos entre Santa Isabel y San Carlos. Los supervivientes dijeron que serían casi las tres de la mañana cuando se oyó un ruido sordo debajo del barco, como si hubiese tropezado con un arrecife, y que al ir muy despacio evitó partirse por la mitad; comenzó a inclinarse lentamente y se hundió ante la vista de todos, posándose suavemente en el fondo. Allí debe de estar aún, junto a la conciencia del señor marqués».
Antes de que terminara el conflicto cubano, en 1887, se le concedió a la Trasatlántica la línea Barcelona-Santa Isabel (capital de Fernando Póo), lo que permitió que el cacao de la colonia Póo llegara a Barcelona en lugar de a Inglaterra. Comenzaron a establecerse allí muchas empresas catalanas, pero la más importante fue la Trasatlántica, que, a sus actividades marítimas, unió las agrícolas y comerciales. El problema fundamental de Fernando Póo era la mano de obra. Los nativos bubis eran pocos, entre 10.000 y 20.000 según las fuentes, pero estaban escondidos en la selva y no querían trabajar en las plantaciones de cacao, por lo que se llevaba mano de obra engañada desde Liberia a los que se denominaba krumanes (por proceder de una región costera llamada Kru). Claudio se lanzó también a este negocio trasladando esos trabajadores forzados desde esta república a la isla de Fernando Póo en barcos subvencionados por el gobierno. Además supo aliarse en la colonia con el poder fáctico de los misioneros claretianos...»

Cierra esa información El País con un «Claudio López, amigo de Gaudí y protector del extravagante mosén Jacint Verdaguer, (...) regaló a los jesuitas la imponente Universidad de Comillas y, entre otras ostentaciones de religiosidad, fletó decenas de barcos para llevar a Roma a 18.000 obreros -todos asalariados suyos- para rendir pleitesía a León XIII con motivo de un aniversario de aquel largo pontificado. El proceso de santificación, que llegó a Roma en 1948, incluso contó con el impulso del dictador Franco en carta a Pío XII de 1954, centenario del nacimiento de rico y, de momento, fallido probeato».

«Fue el marqués de Comillas el fundador de la Acción Católica en España», aseguraba Francisco Franco en la carta postulatoria que dirigió a Pío XII. «Su alteza de miras y elevado patriotismo al frente de las empresas que dirige, han dado a su personalidad tal relieve, que constituye, en el mundo social y político, una de las figuras más salientes y populares. Contribuye a ello su labor constante en materias sociales, su espíritu caritativo, y su actuación en el partido católico. Ferviente y entusiasta defensor de la política social cristiana, ha podido ser a un tiempo su propagandista y su ejecutor, aplicándola a las empresas que dirige, donde ha establecido, mucho antes de ser prescritos por las leyes, todos los beneficios de pensiones, retiros, mutualidad,...».

Por último, el caso de José Si Esono, "el guardián del ara", del  que el seminario Catalunya Cristiana informaba el 28 de enero de 1993 que «Ja s'han començat a donar els primers passos per incoar la seva causa de beatificació».
Fallecido en 1941, sigue siendo a día de hoy un referente entre los animadores de las parroquias rurales de Guinea Ecuatorial.
Incluso Gustau Nerin, le dedica un par de párrafos, como  objeto de la furia del teniente Ayala: «José Si Esono, un catequista al que los guineanos consideran un auténtico santo, no pudo escapar a las vejaciones de Ayala. José Si Esono se negaba atrabajar en las obras públicas, ya que, argumentaba, no podía abandonar la predicación de la palabra de Dios para dedicarse a tareas mundanas. Ayala le citó en Mikomeseng y le exigió que le explicara por qué no podía trabajar como los demás. El catequista le respondió que estaba al servicio de Dios y de la humanidad. El teniente le contestó que, como se resistía a trabajar, él le enseñaría a servir a la humanidad. Le ordenó cargar con los blancos que viajaran de Mikomeseng a Akonangui, una distancia de unos cien kilómetros.Los europeos iban cómodamente sentados en una silla que se sostenía sobre dos palos y que un par de negros cargaban a sus espaldas. Aunque Si Esono era de constitución muy endeble, parece ser que llevaba a cabo tan ardua labor con mucha dignidad; él aseguraba que Dios le ayudaba y que, cuando rezaba, los blancos pesaban menos. Ayala, al ver que Si Esono, gracias a su fe, resistía el cumplimiento de la sanción, prolongó la duración del castigo».


Autoridades y fieles asistiendo en la Real Basílica de San Francisco el Grande (Madrid) a la «consagración del primer Obispo indígena de La Guinea Ecuatorial Española, Monseñor Rafael María Nzeabuy» (sic) el domingo 13 de diciembre de 1965.



Y si os interesa el tema religioso, no os perdáis:

sábado, 2 de marzo de 2019

El declive de un tirano de Gustau Nerín

Para conocer sobre África en general y sobre Guinea Ecuatorial en particular, no hay mejor guía que Gustau Nerín. Algunas entradas de este paseo por la Calle 19 de Septiembre, como por ejemplo el dedicado a La Sección Femenina, serían difíciles de entender sin su trabajo previo.
Y entre sus muchos textos, hay uno de referencia obligatoria: Un Guardia Civil en la selva.
Se trata del Teniente Ayala, al que ya se ha incluido en varias anotaciones del blog.
Merece la pena, sin embargo, dedicar especial atención al capítulo El declive de un tirano del libro de Gustau:

(...) La situación, en Guinea, era mucho más tranquila que en la convulsa metrópolis. Durante las primeras semanas de la guerra, Ayala colaboró con el Frente Popular. Su militancia, pese a todo, era más bien discreta: publicó un panfleto en defensa de la República, pagó 150 pesetas para ayudar a las familias de los republicanos perseguidos y, de vez en cuando, tomaba una copa con el jefe militar de las fuerzas leales (Ayala tenía un bar con terraza en Bata, cerca de la playa, donde se reunían los simpatizantes de la República). Pero, por otra parte, el comerciante y hostelero protegió a varios oficiales de la Guardia Colonial confinados por golpistas. El capitán Ayala fue distanciándose progresivamente de sus compañeros de partido, y en especial a partir de septiembre de 1936, cuando a Bata llegaron noticias de la sublevación de la Guardia Colonial en Santa Isabel y de que los franquistas controlaban la isla de Fernando Poo. Fue en aquel momento cuando los republicanos del Muni se radicalizaron. Los izquierdistas más extremos ganaron influencia y se endureció la persecución de religiosos y colonos sospechosos de apoyar el golpe. Ayala, que estaba en Bata, se enteró de que pretendían encarcelar a los claretianos de la misión de Nkué y les advirtió del peligro. A través de un guineano, les envió una nota muy concisa: «Situación terrible, márchense llevando sólo lo preciso». Un par de religiosos huyeron. Los demás decidieron quedarse en la misión. Al cabo de pocos días, los claretianos fueron arrestados y trasladados a una finca de Bata, primero, y luego a un barco anclado ante la ciudad. La radicalización no fue mucho más lejos; en el Muni no hubo colectivizaciones, ni combates callejeros, ni bombardeos aéreos, ni «paseos», ni milicianos en mono de trabajo… En Bata, con guerra o sin ella, reinaba el relajamiento tropical. Poco después, el propio Ayala huyó de Guinea. Se fue a Camerún sin levantar sospechas, porque solía hacerlo por motivos de negocios. Desde allí escribió una carta al jefe militar de los republicanos, un buen amigo suyo, para explicarle su postura: «Sólo digo que estando usted solo, muy bien, habría tranquilidad, después no». En otra carta insistía en ello: «La vida, desde que V. no tiene solo el mando, no es tranquila, ni es vida […] Ojalá no pase nada y todo acabe bien». En Camerún, al principio, Ayala adoptó una posición muy ambigua. Denunció ante las autoridades francesas a un alemán que supuestamente espiaba para Franco. Pero, simultáneamente, mantuvo contactos con un par de funcionarios coloniales reaccionarios que habían huido de Guinea. El 14 de octubre de 1936, mientras Ayala permanecía en Camerún, un barco artillado con fuerzas marroquíes y voluntarios franquistas atacó Bata. Sin previo aviso, agredió a cañonazos tanto la ciudad como el barco que había anclado ante su playa. Las bombas tan sólo acabaron con tres personas: unos misioneros cautivos en el buque. Los combates, en Guinea, no causaron muchas más víctimas mortales. Los blancos republicanos huyeron en masa de Bata a toda prisa, rumbo a Ebibeyín, para exiliarse en Camerún. Se iban a pie, en condiciones extremas, porque habían abandonado sus hogares lo más rápido posible. Según algunos guineanos, testigos de la huida, había incluso niños blancos desnudos. Prácticamente todos los colonos de izquierdas del Muni pudieron escapar a las vecinas colonias francesas. Sólo [Alejandro Torres García] un militante del Frente Popular se resistió al avance franquista; era un viejo colono que había destacado, años atrás, por sus críticas al autoritarismo de Núñez de Prado. Aquel hombre se atrincheró en un remoto destacamento del sur de Guinea y murió con el fusil en la mano, en pleno corazón de la selva ecuatorial. Cuando los franquistas controlaron el territorio, Touchard, que ya era capitán, fue nombrado subgobernador de Bata. Ayala no abandonó Camerún, sino que sondeó la situación para comprobar si era prudente volver a Guinea. Todavía no lo era. Algunos colonos republicanos habían sido ejecutados. Y varios refugiados que habían decidido regresar a la colonia española, porque no habían jugado ningún papel político destacado, sufrieron penas de cárcel. Un funcionario franquista fue detenido en Bata por el mero hecho de haberse entrevistado con el capitán Ayala en un viaje a Camerún. Al ver que su situación no mejoraba, el ex reclutador envió una carta a Touchard pidiéndole permiso para ir a Toledo a ver a su familia; le aseguraba que, tras saludar a sus parientes, se presentaría ante Franco para que «hicieran con él lo que quisieran: o mandarle al frente o que le mataran». Ayala aseguraba que «él había sido un equivocado, que él se sentía arrepentido y que por lo mismo sentía más deseos de ir a España a luchar para poder quedar limpio de sus culpas». Incluso le aseguró a Touchard que estaba dispuesto a alistarse en la Legión para luchar contra los republicanos como legionario de a pie. Pese a sus solemnes promesas, cuando Ayala constató que las cosas no acababan de quedar claras, lejos de marcharse a la metrópolis como legionario, se limitó, prudentemente, a pasar una temporada más en Camerún. La administración colonial le procesó in absentia. El instructor del caso era, precisamente, Eugenio Touchard, ex colaborador suyo en la época del reclutamiento forzoso. Durante el juicio, algunos colonos derechistas declararon en contra de Ayala, pero las pruebas que presentaron eran poco sólidas: antipatía por los religiosos, comentarios irreverentes, amistad con colonos de izquierdas… La única imputación seria era que de vez en cuando, durante la guerra, se había reunido con los líderes republicanos. La sentencia, al fin, fue condenatoria, porque Touchard no tuvo en cuenta lo que Ayala había hecho — muy poca cosa—, sino lo que no había hecho, que era mucho. En la sentencia se argumentaba que las clases de la Guardia Colonial habían demostrado sus sentimientos derechistas y que, si no se habían sumado a la rebelión militar, era porque Ayala no lo había hecho, ya que el capitán era todo un referente para las fuerzas del cuerpo. El documento dejaba constancia de que, si él hubiese querido, la colonia entera se habría revelado, aunque ya no fuese militar: «Poco trabajo le habría costado al capitán Ayala hacer decidir la suerte de la Guinea a favor de la causa nacionalista». Todos los bienes del capitán fueron requisados. Ayala no compareció ante el tribunal, pero seguía de cerca su procesamiento. Vivía en la ciudad camerunesa de Ambam, a veinticinco kilómetros de la frontera, con su mujer —la fang guineana— y dos hijos mestizos. Para ganarse la vida, regentaba la factoría de un comerciante griego instalado en otra localidad de Camerún. En aquel establecimiento, Ayala tenía como empleado a un ciudadano británico que vivía en Mikomeseng pero pasaba largas temporadas en Ambam. El inglés, al volver de Guinea, informaba detalladamente al factor a propósito de la evolución de sus asuntos legales. Con tal de que le devolvieran sus propiedades, Ayala se mantenía en estrecho contacto con las autoridades franquistas. No le resultaba complicado: muchos de los altos cargos designados por los militares golpistas habían colaborado anteriormente con el capitán. Ayala tenía cierta amistad con el nuevo administrador de Ebibeyín, un médico de la sanidad colonial; de vez en cuando, el ex reclutador viajaba hasta la frontera entre Guinea y Camerún para entrevistarse con él. Algunos responsables de la Administración camerunesa se mostraban inquietos por aquellas reuniones: sospechaban que Ayala se dedicaba al espionaje para las autoridades franquistas, con el objetivo de recuperar sus propiedades; otros funcionarios creían que estaba a sueldo de sus antiguos socios alemanes. Ni unos ni otros hallaron pruebas concluyentes; es probable que sus sospechas fueran infundadas. En julio de 1937 Ayala viajó a Francia. Se embarcó en Duala y abandonó el barco en Burdeos. Desde allí se dirigió al País Vasco francés, donde se entrevistó con algunos altos cargos franquistas y les solicitó la devolución de los bienes que se le habían requisado. Los responsables del Gobierno de Franco le indicaron que, para tramitar su petición, tenía que dirigirse a Burgos. Pero Ayala, prudente, no cruzó la frontera. Sabía que en España podía sufrir penas de cárcel o incluso ser ejecutado. Lo conveniente era esperar. Regresó a Ambam. Ayala, que había sido un potentado en Guinea, vivía ahora en Camerún de forma bastante miserable. Aun así, conservaba su proverbial habilidad para las relaciones públicas, que tan útil le había resultado en Santa Isabel. Llegó a ser muy amigo del jefe de la circunscripción. Solían cenar juntos a menudo. Según un alto funcionario francés, que llevó a cabo una gira de inspección por la región de Ambam, «Ayala es recibido en el hogar del administrador como si fuera el niño de la casa, y se habla delante de él abiertamente». El jefe de la circunscripción de Ambam no era el único que apreciaba al exiliado; al parecer, en aquella aburrida ciudad del sur de Camerún, el capitán no tardó en volverse muy popular: «Es el hombre imprescindible, el cuarto jugador en las partidas de bridge, o la pareja en el tenis…» El comerciante disponía del único vehículo particular de la ciudad y lo utilizaba para hacer favores a los blancos de la circunscripción: «Ayala es quien va a buscar pequeños regalos a Ebolowa o a Yaundé…» En una ocasión, a finales de 1938, llegó a alquilar su coche al administrador de Ambam, que debía ir al Muni en viaje «privado» (en realidad se trataba de una misión de espionaje). El estatus de Ayala en Camerún fue consolidándose poco a poco. En 1940, al ver que su regreso a Guinea aún podía retrasarse más, abrió una fonda en Ambam. En el establecimiento, mucho menos lujoso que el que le habían requisado en Bata, acogía a los españoles que salían del Muni rumbo a Duala o Yaundé. De ese modo, se mantenía puntualmente informado sobre la evolución política de la colonia española. No perdía, al parecer, la esperanza de regresar a sus dominios. Pero su situación distaba mucho de mejorar. En 1940, Ayala fue procesado de nuevo por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Canarias. Por los «delitos» políticos que había cometido durante la República y la Guerra Civil, fue condenado a pagar 300.000 pesetas; 100.000 al acto, y 200.000 en un plazo de cuatro años. Era una multa muy elevada para la época. Quienes la imponían, sin duda, disponían de información muy fiable sobre los bienes que poseía el ex reclutador. Además, el tribunal condenó al oficial a una pena de destierro de tres años y un día. La familia Ayala abonó enseguida el importe del primer pago. La madre del oficial, residente en Madrid, no tardó en presentar un recurso en el que solicitaba la anulación del resto de la sanción. Alegaba que Julián Ayala había abandonado Guinea por sus desavenencias con el régimen republicano y que nunca había destacado como izquierdista. Pero la apelación de su madre fue desestimada. El tribunal político argumentó que no veía motivo alguno para indultarle. Ayala siguió defendiéndose legalmente. A través de un intermediario, solicitó un permiso para volver al territorio del Muni ante el subgobernador de Bata que había relevado a Touchard. A partir de aquello, la pista de Ayala se pierde. Pero pronto volvemos a encontrarla: regresó a España durante los siguientes meses. El 28 de marzo de 1942, el hombre que había sido todopoderoso teniente en Mikomeseng murió en una clínica de Barcelona a causa de una crisis hepática. Tenía cuarenta y seis años y una larga estela de crímenes a sus espaldas. (…)

Casi un año antes, en mayo del 1941, un Consejo de Guerra de Oficiales Generales designado para ver y fallar la Causa instruida en el procedimiento sumarísimo contra el Capitán Ayala le condenó a 6 años de prisión, ya que "es evidente que se ausentó de Bata en víspera de la llegada de las Fuerzas Nacionales y una vez en el extranjero no hizo nada por unirse a dichas fuerzas como era su deber, no solo de honor, por el uniforme que vestía sino por estar obligado a ello por disposiciones emanadas de las Autoridades Nacionales que disponían la obligatoria presentación de todos los retirados extraordinarios y por tanto ha infligido sus deberes militares ejecutando actos que constituyen el delito de negligencia previsto y penado en el párrafo segundo del artículo doscientos setenta y siete del Código de Justicia Militar". Medio año después, en octubre, se publica un orden concediéndole la libertad condicional de la Prisión Militar Castillo de San Francisco del Risco, de Las Palmas de Gran Canaria.
Cuenta igualmente con sendos expedientes de indulto del Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas: el primero de 1942 de procedente de la Audiencia Provincial de Juzgado de Instrucción de Santa Isabel y el segundo de 1958, procedente Audiencia Provincial de las Palmas.