Pareciera ser un personaje de ficción, pero Francisco Martos Avila, Juez de 1ª Instancia de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, publicaba en 1942 un artículo bizarro en la Revista nacional de educación. Se trata de La educación de los indígenas de Guinea, en el que presenta un experimento a través del cual confirma su tesis de que el futuro de la educación de la población ecuatoguineana no pasa por becar a los jóvenes para que se formen en España, si no en generar en el territorio un adecuado sistema educativo, con centros de enseñanza media, profesional y técnica, con profesores bien preparados para esta misión.
Se trataría, en definitiva, de evitar traslados que corrompan a los jóvenes de la colonia.
A través del artículo sabemos de la retirada a Armengol de su condición de emancipado y que cuando "llega el Movimiento Nacional y al incorporarse la Isla de Fernando Póo a la Causa Gloriosa de Franco no hay
más remedio que encarcelar a Armengol -único indígena que ha
colaborado activamente con los frentepopulistas" (sic).
Mientras que Lorenzo Bela, el otro participante del estudio "como todos los demás bubis está consternado al ver
hasta una veintena de europeos detenidos -cosa nunca vista en la
Colonia- y afirman con horror, presos de un incontenible pánico,
presagiador de grandes males: «gran palabra tienen los blancos...»".
El caso es que Armengol habría disfrutado durante dos años de una beca del Patronato Indígena, para cursar los estudios de un peritaje en la península.
Durante ese periodo, afirma Francisco Martos, "las noticias que se recibían en la Colonia eran contradictorias. Los informes oficiales eran satisfactorios; asistía con asiduidad a la Escuela especial; guardaba suma atención
durante las explicaciones de los Profesores; era educado, sumiso,
formal... Sus amigos, por el contrario, estaban informados de las
diversiones de Armengol; iba diariamente al cine, asistía a muchos bailes, donde por su color y su destreza innata obtenía un éxito
constante y su amistad era codiciada por lo exótico del caso".
Al final acabó regresando por motivos de salud, aunque el juez lo justifica por su paulatina degradación, física y moral. Ya que incluso "hicieron mella en su espíritu, blando como la cera,
la propaganda del Frente Popular que entonces, durante la figurada estancia de Armengol en España, comenzaba a manifestarso
en la Metrópoli".
A su vuelta, ese supuesto proceso degenerativo se vería acrecentado: en su malestar el exbecario "empieza a germinar el espíritu rebelde de un descontento, de un injustamente tratado, de un traidor...".
En definitiva, se le acabará retirando el reconocimiento de emancipado (lo que supone la muerte civil) y -tras la información de su arresto por apoyo al Gobierno republicano- se pierde su pista...
- Si quieres saber más sobre cómo repercutió el conflicto en la población ecuatoguineana, revisa Gran palabra tienen los blancos.
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