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martes, 10 de diciembre de 2019

Entrevista a Antonio Nombela

Hace unos años empezamos nuestro paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel con La Gürtel de la CEDA en Guinea...:
La "denuncia Nombela" o "Caso Tayá" es una historia vieja... la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) tuvo su propia caja B, un comisario Villarejo, su respectivo conseguidor como el pequeño Nicolás y un desconocido M. Rajoy que acabó generando la caída del gobierno de derechas en la II República... caída inesperada para los partidos que integraban la coalición, y cuya frustración por la consecuente victoria del Frente Popular desencadenó la ruptura del 18 de julio de 1936.
(...) Incluso entre la documentación elaborada por José Antonio Primo de Rivera en la prisión de Alicante, se incluye la referencia al "Asunto de Guinea..." como parte de su "síntesis moral" de los motivos que condujeron a la "rebelión" en julio de 1936.
Hoy reproducimos una entrevista de Mundo Gráfico a Antonio Nombela publicada en diciembre de 1935:

El ex inspector general de Colonias don Antonio Nombela, autor de la sensacional denuncia a las Cortes de "los tres millones de Tayá" habla a MUNDO GRÁFICO: "Para mí era un problema de conciencia, y no tenía más camino que el que he tomado".

El ex-Inspector general de las Colonias don Antonio Nombela Tomasich nos recibe en su domicilio de la calle de Narváez. El señor Nómbela es un hombre joven, sencillo, de pocas palabras, pero enjundiosas; de gesto sobrio y de modales francos. El escrito enviado a las Cortes por el ex inspector de Colonias denunciando graves irregularidades administrativas ha colocado a este funcionario en el primer plano de la actualidad. Nombela es Caballero de la Orden de San Fernando -tiene la laureada-, y ha vivido siempre alejado del barullo político.
Cuando el reportero le habla de la sensación que ha causado en las gentes su denuncia, nos responde con firmeza:
-No he querido ni he buscado el escándalo, y aquí, si hay escándalo, no es en mis palabras, sino en los hechos que denuncio. He ido demorando mi determinación a instancia del señor Chapaprieta y ante la promesa de que ellos resolverían. Por último, viendo que las Cortes iban a cerrarse, y cansado de recibir felicitaciones y de oír epítetos contra el señor Moreno Calvo, sin que en definitiva se sacara a la luz este asunto, opté por enviar mi escrito a la Cámara de los Diputados para que ella hiciera justicia. Yo no he estado afiliado nunca a ningún partido político, ni he sentido jamás deseos de mezclarme en ninguna lucha de partidos. Me he limitado a cumplir con mi deber y a ir donde se me ha mandado.
Y añade, después de una ligera pausa:
-No es cierto, como se ha dicho, que yo pedía la restitución de mi cargo. Al contrario, afirmé que al dar este paso no aceptaría ni reposición ni cargo alguno, sino que mi deseo se limitaba a que se hiciera justicia y se castigara a los culpables.
-¿Es usted militar, señor Nombela?
-Soy capitán de Aviación.
-Creo que es usted un hombre muy enterado de los problemas coloniales, y que a ellos ha dedicado su actividad.
-No sé si los conoceré bien o mal; pero lo que puedo decirle a usted es que he estudiado los problemas coloniales en los libros y en la realidad, con afanes de acierto. He estado diez años en África, dos años de subgobemador en Guinea, y para completar lo que se puede llamar, quitándole todo aire de jactancia o de pedantería, la «cultura colonial», fui comisionado -durante el Gobierno del señor Martínez Barrio- a Bruselas, Amsterdam, Amberes y París, para estudiar la organización de las Colonias y los centros coloniales extranjeros.
-Afirma usted en su escrito a las Cortes que la organización de nuestras colonias de África Occidental -Guinea y Fernando Poo- adolecen de taras y defectos que es necesario subsanar. ¿En qué consisten estos defectos?
-Es muy largo de contar. Precisamente en el decreto orgánico -con la creación de la Inspección de Colonias- estaba hecho por mí para limar estos defectos. Pero la mayoría de estos proyectos tropezaban con la obstrucción, tenaz e irreductible, del señor Moreno Calvo.
-La oposición del subsecretario de la Presidencia culminó en el asunto Tayá.
-Este acoso ha durado siete meses. El señor Moreno Calvo empleaba conmigo desde la amenaza a la conminación o el soborno verbal. Todo era inútil, por la sencilla razón de que yo he pensado siempre que el Estado me pagaba a mí para que defendiera los intereses del país; y el señor Moreno Calvo -como usted habrá leído en el escrito mío- opinaba lo contrario. Por eso, en una de las muchas discusiones que tuvo conmigo exclamó irritado: «¡Qué... tanta defensa del Tesoro!»
-¿Todos los asuntos de las Colonias pasaban por las manos de usted?
-Todos. Ahora que en este asunto de Tayá, o sea del cheque de los tres millones trescientas diez y ocho mil pesetas, con la orden del Consejo de Ministros, mi responsabilidad era solamente de índole moral; pero como yo veía que aquello no era una cosa limpia, creí mi deber oponerme con todas mis fuerzas para que se frustrara el propósito del señor Moreno Calvo. Para mí era un problema de conciencia, y no tenía más camino que el que he tomado. Ahora estoy tranquilo.
-¿Trató usted al señor Tayá?
-Yo no he visto al señor Tayá más que una vez. Sólo ha hablado conmigo en una ocasión.
-Sobre este tema interpeló al Gobierno el diputado señor Cano López.
-Cuando el señor Cano López llevó este asunto al Parlamento, yo no tenía el gusto de conocerlo. Ahora, sí.
-«Me consta -dice usted, señor Nombela, en su escrito a las Cortes- que ninguna investigación se efectúa respecto de la gestión del señor Moreno Calvo, tan públicamente denunciada y conocida no solamente en el asunto que nos ocupa, sino en otros muchos, como el de la Comisión de Agricultores, Productores de Cacao y Chocolateros»... ¿Qué hay en estas palabras suyas?
-En esto de los Agricultores, Productores de Cacao y Chocolateros -arguye el señor Nombela- hay cosas interesantísimas, de delicada índole moral, que es necesario que conozca el país, y no -como ahora ocurre- sólo un número determinado de personas. Por eso yo pido una investigación que deje al descubierto de una forma clara y diáfana la conducta de cada uno, y que al que haya hecho granjeria y cotización de su cargo se le castigue. Pero, en fin, esto está entregado al Parlamento, y él hará justicia, como lo ha hecho otras veces. Por eso digo en mi documento que, «movido principalmente por estímulo de este doloroso pero estricto deber de ciudadanía, de promover la sanción de los que delinquen desde los altos puestos que les confía la nación, y por la justa aspiración de que en el lugar donde se ha puesto mi honor en entredicho .se depure mi conducta y se proclame mi correcto proceder, acudo, en ejercicio de un derecho constitucional, a las Cortes con este escrito».
Estrecho la mano del señor Nombela, le felicito por su actitud, y me voy.
El reportaje ha terminado.

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