Así, en la entrada Teniente Rodrigo Miralles, evadido de zona roja de su blog se recoge el inicio en Canarias del consejo de guerra al teniente Miralles por auxilio a la rebelión pese a su deserción del ejercito republicano en Arganda.
Pero... ¿remitido a Canarias desde Arganda? ¿auxilio a la rebelión habiendo desertado?
Y ahí es donde entran los sucesos del territorio ecuatorial:
De hecho, Rodrigo Miralles es citado recurrentemente en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel. Según El Liberal de 6 noviembre de 1936, tras el bombardeo de Bata y tras la salida intempestiva del subGobernador Hernández Porcel, Miralles habría intentado infructuosamente junto otros 19 ciudadanos evitar el desembarco del Ciudad de Mahón, y ante la superioridad numérica y armamentística del enemigo, se habría replegado igualmente hacia la frontera: «más tarde, y en un camión, se dió también a la fuga Rodrigo Miralles, acompañado por diecinueve individuos». Según la declaración de Fernando Barba Macero -cocinero del Fernando Poo- realizada ante el capitán y juez instructor Juan Fontán, gracias a la gesta de eso 20 últimos defensores de la playa de Bata parte de la marinería del Fernando Poo pudo llegar a tierra firme: «estaba preparando el almuerzo, tirándose luego a la motora y llegando a tierra donde se encontró a la familia Miralles, recogió a los chicos, huyendo al bosque, y que en la motora iban el cocinero Antonio Villanueva, el marmitón Benito Pérez que embarcó en Barcelona, el Ayudante de cocina Paulino Olivares y el declarante; y que en la motora llevaba un fusil un tal Córdoba, no recordándo el nombre».
Estos 20 últimos defensores, son igualmente los que en la retirada se llevaron consigo las setecientas cincuenta mil pesetas del Banco Exterior, que custodiaba el cajero Luis Cruz, y lo entregaron a la República una vez que llegaron a tierras valencianas.
Desde su exilio en Camerún, Miralles redactó notas y correos denunciando la desproporcionada virulencia de la toma de Bata y la precipitada huida del subGobernador. Precisamente en La huida, recogemos la carta que desde Camerún remite Rodrigo Miralles el 19 de octubre al Diario de Almería, en la que se relata el suceso: «sin previo aviso, y con la bandera francesa enarbolada, disparó [el Ciudad de Mahón, pintado de negro,] dos cañonazos sobre dicha motonave, destruyendo el puente de mando de la mismas y parte de la popa; seguidamente, y al mismo tiempo que arriaba la bandera francesa e izaba la monárquica española abrió un nutrido fuego de ametralladoras sobre los españoles que tripulaban la motonave y sobre los indígenas que trabajaban en la carga y descarga. Debido a la sorpresa y a que en la motonave no se contaba con más que con seis fusiles, el pánico fue enorme y la desmoralización completa. (...) Los habitantes de Bata, al darnos cuenta de la traición, nos reunimos en la playa, y con los pocos fusiles que contábamos rompimos fuego protegiendo a los tripulantes que venían a nado y que eran ametrallados sin compasión por el Ciudad de Mahón; nada pudimos hacer para salvar el barco; al poco rato ardía por los cuatro costados. Se dio orden de que las mujeres y los niños salieran de Bata y se trasladaran lo más cerca posible de a la frontera: contábamos con poquísimas armas, pero decidimos vengar salvajismo tan grande y los que teníamos fusiles nos parapetamos en la playa decididos a evitar todo intento de desembarco a pesar de que las ametralladoras del barco lanzaban una lluvia de balas sobre nosotros.
Después de bombardear el barco, el Ciudad de Mahón empezó adisparar sobre Bata, sin tener en cuenta que es una población indígena y que los negros están al margen de toda lucha entre nosotros. Poco podríamos hacer con nuestro medio centenar escaso de roñosos mosquetones contra los cañones y ametralladoras...».
Unos meses después, según Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte de Pozanco -al que citamos también reiteradamente- se anota que «con fecha 11 de enero y en el vapor Asia, vía Burdeos, marcharon, rumbo a la península».
Una vez repatriado a la zona republicana peninsular, cruzando datos se podría reconstruir que -al igual que Francisco Saéz o Rafael Matamala, el farmacéutico de Bata y compañeros de exilio en Camerún- habría ingresado unos meses después al Instituto de Carabineros.
Ambos -Matalama y Miralles- alcanzaron la graduación de tenientes por tener estudios universitarios, si bien en el caso de Miralles, con mayor fortuna (el farmacéutico fallecería en acción de guerra a finales del 37), hasta su deserción de la zona republicana en abril de 1938.
Y -como al resto de "coloniales" leales al gobierno de la República- tras su detención habría sido remitido a los tribunales canarios en donde fue juzgado tras tres años de prisión preventiva.
TENIENTE MIRALLES MILLÁN EVADIDO DE ZONA ROJA
Desde su exilio en Camerún, Miralles redactó notas y correos denunciando la desproporcionada virulencia de la toma de Bata y la precipitada huida del subGobernador. Precisamente en La huida, recogemos la carta que desde Camerún remite Rodrigo Miralles el 19 de octubre al Diario de Almería, en la que se relata el suceso: «sin previo aviso, y con la bandera francesa enarbolada, disparó [el Ciudad de Mahón, pintado de negro,] dos cañonazos sobre dicha motonave, destruyendo el puente de mando de la mismas y parte de la popa; seguidamente, y al mismo tiempo que arriaba la bandera francesa e izaba la monárquica española abrió un nutrido fuego de ametralladoras sobre los españoles que tripulaban la motonave y sobre los indígenas que trabajaban en la carga y descarga. Debido a la sorpresa y a que en la motonave no se contaba con más que con seis fusiles, el pánico fue enorme y la desmoralización completa. (...) Los habitantes de Bata, al darnos cuenta de la traición, nos reunimos en la playa, y con los pocos fusiles que contábamos rompimos fuego protegiendo a los tripulantes que venían a nado y que eran ametrallados sin compasión por el Ciudad de Mahón; nada pudimos hacer para salvar el barco; al poco rato ardía por los cuatro costados. Se dio orden de que las mujeres y los niños salieran de Bata y se trasladaran lo más cerca posible de a la frontera: contábamos con poquísimas armas, pero decidimos vengar salvajismo tan grande y los que teníamos fusiles nos parapetamos en la playa decididos a evitar todo intento de desembarco a pesar de que las ametralladoras del barco lanzaban una lluvia de balas sobre nosotros.
Después de bombardear el barco, el Ciudad de Mahón empezó adisparar sobre Bata, sin tener en cuenta que es una población indígena y que los negros están al margen de toda lucha entre nosotros. Poco podríamos hacer con nuestro medio centenar escaso de roñosos mosquetones contra los cañones y ametralladoras...».
Unos meses después, según Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte de Pozanco -al que citamos también reiteradamente- se anota que «con fecha 11 de enero y en el vapor Asia, vía Burdeos, marcharon, rumbo a la península».
Una vez repatriado a la zona republicana peninsular, cruzando datos se podría reconstruir que -al igual que Francisco Saéz o Rafael Matamala, el farmacéutico de Bata y compañeros de exilio en Camerún- habría ingresado unos meses después al Instituto de Carabineros.
Ambos -Matalama y Miralles- alcanzaron la graduación de tenientes por tener estudios universitarios, si bien en el caso de Miralles, con mayor fortuna (el farmacéutico fallecería en acción de guerra a finales del 37), hasta su deserción de la zona republicana en abril de 1938.
Y -como al resto de "coloniales" leales al gobierno de la República- tras su detención habría sido remitido a los tribunales canarios en donde fue juzgado tras tres años de prisión preventiva.
Se habría privado, eso sí, de la vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando, cuyos reclusos ya habían sido desconcentrados y reubicados en 1940.
Finalmente, el 12 de marzo de 1942, se publica la Orden por la que se concede libertad condicional a ochenta y seis penados, saliendo así de la prisión de Las Palmas.
Por la hemeroteca se pude entrever, que -una vez en libertad- se asentó con su familia en Canarias.
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TENIENTE MIRALLES MILLÁN EVADIDO DE ZONA ROJA
7101 – 223 – 17
CAPITANIA GENERAL DE CANARIAS
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GOBIERNO MILITAR DE GRAN CANARIA JUZGADO EVENTUAL NUMERO 3
C A U S A NUMERO 142 DE I.938
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INSTRUIDA CONTRA EL EX – TENIENTE DEL EJERCITO ROJO, RODRIGO MIRALLES MELIAN, por el delito de AUXILIO A LA REBELION.
Dieron principio las actuaciones el día 14 de Mayo de 1.938
Prisión preventiva el 14 de Mayo de 1.938
JUEZ INSTRUCTOR
| SECRETARIO |
EL OFICIAL HONORIFICO DEL C.J.M. |
CABO DE INFANTERIA
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DON PEDRO PADRON QUEVEDO
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DON EDUARDO DIAZ GORDILLO.
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Cfr.: A-TMT5 7101-223-17.– Causa nº 142 de 1938.- Cubierta.
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RODRIGO MIRALLES MILIÁN, se había pasado voluntariamente desde la zona roja, por el sector de Arganda, en 19 de abril de 1938, sólo y con una pistola, presentándose a fuerzas de la 17 División.
Declarando que prestaba sus servicios como ayudante del Jefe de la división, con la graduación Teniente de Carabineros.
Hecho prisionero, sería traído a Gran Canaria, quedando ingresado en la prisión de Las Palmas, el 27 de diciembre de 1938.
Casi tres años después de su evasión de las filas rojas y entrega voluntaria a las fuerzas nacionales, en nueve de abril de 1941 sería sometido a Consejo de Guerra, presidido por el Teniente Coronel de Artillería RAMÓN RÚA-FIGUEROA BIAVA, reunido en la sala de justicia del cuartel de San Francisco del regimiento de infantería 39.
En la ceremonia de este consejo, el fiscal MATÍAS VEGA GUERRA solicitaría para el procesado RODRIGO MIRALLES MILLÁN la imposición de la pena de TREINTA años reclusión mayor, con las accesorias legales correspondientes.
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