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miércoles, 1 de abril de 2020

Un relato más...

Afirma José Luis Vila-San Juan en El curioso alzamiento en Guinea: «Muy poco, casi nada, se ha
escrito sobre lo ocurrido en Guinea en aquellas fechas de julio de 1936 que conmovieron a toda España. Y Guinea, aunque distante y en África, también era España».

En la edición de diciembre de 2005 de la Revista de Historia Militar, Luis de Sequera Martínez publica el artículo "La guarnición del Ejército de Tierra en los territorios españoles de Guinea".

Reproducimos el fragmento de interés para este paso por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel:
La Guerra Civil Española. La Guardia Colonial de los Territorios Españoles de Guinea. Fuerzas del Tabor de Tiradores de Ifni; Grupo Mixto de Canarias; Regimiento de Infantería Las Palmas y Voluntarios canarios (Batallón de Patriotas) (1936-1939)
Por entonces la situación en el Territorio era tensa, encontrándose los europeos divididos por sus ideas. Estaba de Gobernador Luis Sánchez Guerra, un republicano moderado, débil de carácter, que se deja llevar de los consejos de su secretario Vázquez, decidido republicano de izquierdas. Pronto favorece ciertas ideas revolucionarias, y autoriza la constitución de un «Comité del Frente Popular». También cierra las capillas existentes en los poblados del Continente, declara el estado de excepción el 5 de junio, y solicita del Gobierno de Madrid el envío de un barco de guerra que garantice el poder gubernamental, para el que se designa al crucero Méndez Núñez. Con el Alzamiento del 18 de julio de 1936 y el ordenamiento fundamental del Nuevo Régimen, se pretendía sentar nuevas bases y dar una nueva visión del Territorio, sobre el que continuaba teniendo amplios poderes el Gobernador General. Las noticias de la Sublevación, si llegan, lo son con retraso, o en su caso, deformadas, en especial en los destacamentos de la Guardia del interior del Continente, en los que predomina el sentimiento de permanecer fieles al Gobierno de la Nación, aceptando el triunfo del Frente Popular. La situación en la Isla es similar, encontrándose la población, al decir de las izquierdas, dividida en laicos y clericales, es decir, los pertenecientes al Frente Popular y los «terratenientes del Casino». Las primeras alteraciones se producen en la Isla, donde la Guardia Colonial dispone de 90 guardias, de ellos 40 en la capital, siendo detenidos los oficiales del crucero Méndez Núñez, que logran huir al vecino puerto de Victoria. Pocos días después, la mañana del 19 de septiembre, los mandos de la Guardia de Santa Isabel, dirigidos por su Jefe, el teniente coronel de Ingenieros Luis Serrano Maranges, declaran el estado de guerra e izan la bandera bicolor. 
Buenaventura Durruti
y algunos de sus compañeros
de deportación africana.
La ciudad ha quedado en manos de los alzados. La adhesión al Alzamiento Nacional se extiende al Continente con parte de la Guardia Colonial de Bata, al mando del capitán de Artillería Román Morales Fernández, y del interior del País, sin que tengan tanto éxito, iniciándose la detención del personal no leal, y proclamándose el estado de guerra en Bata. Ante esta actitud quedan la Isla y la mayor parte del Continente separados ideológicamente. El bando republicano refuerza su situación, pues, aparte de ya estar la ciudad en su manos, el día 30 reciben el apoyo moral y material de la tripulación de la motonave Fernando Póo, que, había sido desviada a Bata. Mientras, los destacamentos de la Guardia de Río Benito y Cogo, solidarios con el levantamiento de la Isla, organizan una marcha hacia Bata con ánimo de liberarla, produciéndose el choque entre guardias coloniales de ambos bandos. Como anécdota citar que este año había sido deportado a Guinea, Buenaventura Durruti Dumange un famoso dirigente anarquista fundador de grupos terroristas, y acusado de promover la insurrección, que más tarde con el triunfo del Frente Popular quedaría en libertad. También fueron deportados a Bata, en el vapor Buenos Aires, cientoventiun sindicalistas barceloneses.
Desde las islas Canarias se habían enviado fuerzas para reforzar y liberar, o someter y ocupar, según opinión de cada bando, el incierto territorio de Guinea, compuestas por un tabor de Tiradores de Ifni, al mando del capitán Claudio Arpón; una batería del Grupo Mixto de Canarias, mandada por el teniente José González García; media sección de ametralladoras del regimiento de Infantería Las Palmas, con el teniente Pedro Baena Martínez; y dos compañías de voluntarios canarios, del batallón de Patriotas, mandadas por los capitanes Juan Fontán Lobé y Edmundo Hernández, que se trasladan a la Isla, y luego a Bata. Llegan en la motonave Ciudad de Mahón, que viene armada con dos piezas de artillería, y transporta una columna de desembarco de 700 hombres, con el comandante de Infantería Gonzalo Gómez Abad, de los que deja 200 en el Continente. Antes de fondear sostiene un cañoneo con el Fernando Póo al que primeramente incendia, y luego asalta. Desembarcada una compañía de tropas moras, mandada por el capitán Francisco Pérez Barrueco, se inicia la reconquista del territorio continental, obligando a las fuerzas republicanas, a pasar las fronteras más próximas, internándose en los países vecinos de Gabón y el Camerún, quedando abandonada, sin dirección, ni cometido la tropa indígena, que pasa a unirse a las tropas victoriosas. Con ello quedaban finalizadas las operaciones en el Territorio, y la situación normalizada a finales de octubre con el triunfo del bando nacional.
Es un relato que obvia muertos, heridos, Consejos de Guerra y otras consecuencias pero que nos permite conocer a grandes rasgos el desarrollo de esos meses cruciales.

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