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domingo, 15 de mayo de 2022

Alejandro Torres García, defensor de Bata

Contábamos en José Serra Companys en el penal de Gando
Alejandro Torres
(1928)
que «El posicionamiento leal a la República de Ángel Miguel Pozanco, Alejandro Torres García y José Sierra Companys sería decisivo para retrasar el triunfo de los golpistas en la Guinea Española».

A Pozanco y Serra les hemos dedicado algún que otro espacio en este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, pero ¿a Alejandro Torres García?

De hecho, La Guinea Española tan sólo esboza algunas línea del tipo de «...salimos para Niefang, donde nos presentamos al camarada Alejandro Torres, Delegado del Comité de Bata,...».

No hay mucha información accesible sobre él, si bien la historiografía franquista dirá que junto con «el procurador Sierra Companys, primo del Presidente de la Generalidad, de Cataluña; el maestro nacional José Lozano; el agricultor Francisco Padrón y el industrial Enrique Brutinel» conformaron el Frente Popular en el territorio continental, con la anuencia del subgobernador Hernández Porcel y desoyendo el bando del 5 de junio de 1936.

Así, fue elegido presidente del Comité provisional del Frente Popular en Río Muni, hasta que la tripulación del vapor Fernando Poo reclamó una asamblea y se conformó un nuevo Comité Central el 1 de octubre. 

Le dedican igualmente una breve descripción: «el más caracterizado de los republicanos del continente. Plantador antiguo, establecido desde hace muchos años en la colonia, a la que llegó tras rodar por distintos lugares de América, es el tipo perfecto del colonial, ganado por lo exótico y por la aventura. “Hijo mimado de un alto funcionario del Estado -dice Ceruti- salió inquieto, voluble, corretón. Empezó varios estudios y no terminó ninguno… Recorrió en peregrinación de amargos desencantos todos los pueblos de América que tocó a su paso, desde el Golfo Mejicano al estrecho de Magallanes. Tampoco allí pudo hacer nada de provecho”. En un retorno de vencido a España oyó hablar de Guinea y se embarcó para sus tierras fabulosas».

En abril de 1928, La Voz de Cantabria: diario gráfico independiente de la mañana publica un artículo por su vínculo familiar con la provincia de Santander: «Don Alejandro Torres García -hoy rico agricultor de Santa Isabel- llegó a la isla después de probar varios caminos: telegrafista primero con su padre, el jefe jubilado de Telégrafos, don Juan Torres, tan conocido y estimado en Santander; después comerciante en Argentina, en Uruguay y en Bolivia... De América regresó a España sin haber encontrado el vellocino de oro. Acababa de cumplir treinta años y el porvenir continuaba siendo incierto. Tuvo un gesto valeroso: con el dinero justo del pasaje se embarcó para la Guinea.
De esto hace ocho años, y desembarcó sin más que treinta y cinco céntimos en el bolsillo, una maleta de ropa en cada mano, una salud a prueba de bomba y un corazón que no le cabía en el pecho. Y con todo esto y unas ansias muy grandes de trabajar, de abrirse camino, de recuperar el tiempo perdido en vanos tanteos. 
A los tres días tenía un empleo de contable en una casa portuguesa, a los once meses llevaba en arrendamiento diez y ocho hectáreas de terreno que produjeron en el primer año 11.800 kilogramos de cacao. Hoy exporta 70.000 kilos de cacao y posee fincas vastas, que en el año próximo empezarán a producir una inmensa riqueza en café. 
Para lograrlo -él mismo nos lo cuenta con la sonrisa satisfecha de quien triunfa- ha pasado los ocho años seguidos en Santa Isabel, sin tomarse un sólo mes de descanso. En los primeros tiempos ha pasado grandes privaciones, viviendo en el bosque sin probar pan ni aceite en cinco meses, sin disponer de quinina para cortar la fiebre, con el pelo crecido y la barba hasta el pecho.»

En lo que sí hay consenso e información es en su muerte:
Agricultor nacido en Canarias y directivo de la Cámara Agrícola, participó en la organización de los leales a la República en Bata, hasta que tras el bombardeo de la ciudad, «los blancos republicanos huyeron en masa de Bata a toda prisa, rumbo a Ebibeyín, para exiliarse en Camerún. Se iban a pie, en condiciones extremas, porque habían abandonado sus hogares lo más rápido posible. Según algunos guineanos, testigos de la huida, había incluso niños blancos desnudos. Prácticamente todos los colonos de izquierdas del Muni pudieron escapar a las vecinas colonias francesas. Sólo [Alejandro Torres García] un militante del Frente Popular se resistió al avance franquista; era un viejo colono que había destacado, años atrás, por sus críticas al autoritarismo de Núñez de Prado. Aquel hombre se atrincheró en un remoto destacamento del sur de Guinea y murió con el fusil en la mano, en pleno corazón de la selva ecuatorial», relató Gustau Nerín.

A su vez, cuenta Juan Medina Sanabria en Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración«El viejo e irreductible colono republicano, Alejandro Torres García, fusil en mano, es el último que hizo frente a las patrullas nacionales que se hacían cargo de la zona continental, hasta que agotada la munición una bala lo mata en la selva...».

O como recoge Donato Ndongo en Historia 16 «Algunas columnas persiguieron a los republicanos que huían hacia Camerún: Alejandro Torres García tiroteó a los perseguidores hasta que, ya sin munición, fue muerto».

Años después de su fallecimiento, esa lealtad al gobierno republicano supuso que el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel impusiera a Alejandro Torres García, «cuyo actual paradero se ignora», una desproporcionada multa de 5.000 pesetas como forma de humillarle después de muerto e incautarle las propiedades a su familia.

E indultado en 1957, dos décadas después de su fallecimiento y desprovista su familia de sus propiedades.

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