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viernes, 12 de junio de 2020

La discreta tierra ecuatorial

¿Recordáis la entrada sobre el Refugio ecuatorial?

Según Rafael de Mendizábal Allende en Misión en África. La descolonización de Guinea Ecuatorial (1968-1969), el territorio servía no solo como castigo (como señalábamos en Desterrado... en Guinea), sino también como «refugio más o menos solapado...» de disidentes, pero también de aquellos que necesitaban distanciarse de conflictos.

Así, aparece el poeta León Felipe como boticario en Elobey y el Cejas en Bata, o casos como por ejemplo el recogido en El fusilamiento de Matías López Morales, «cuyo padre -Matías López Rodríguez- se alistó a sus más de 50 años en el Batallón de Voluntarios enviado a Guinea en el Ciudad de Mahón, para evitar infructuosamente el fusilamiento de su hijo».

Surge, por tanto, un territorio ecuatorial como discreto retiro temporal para casos como el del coronel Félix Muedra Miñón, quien en la década de los cuarenta fue empleado por Teodomiro Avendaño, el sargento Paisa, como gerente de su empresa Bokoko (gestora de la finca Avendaño, antigua hacienda Jones):

«Muedra, había sido un militar republicano asignado al Estado Mayor del Grupo de Ejércitos de la Región Central sobre quien siempre cayó la sospecha de connivencia con los franquistas (se le señaló reiteradamente como saboteador y quintacolumnista en el frente de Madrid)».  
Así, con todo, las autoridades franquistas le condenaron a treinta años, pena que le fue conmutada inicialmente por la de seis años y un día, si bien en 1941, se decreta su libertad condicional de la prisión militar de Valencia, así como la concesión de la conmutación del destierro. En los años posteriores se le generará tanto incoación de nuevos expedientes (1943, Juzgado de Instrucción número 4 de Madrid), ejecutorias de embargos, como finalmente reconocimiento de haberes pasivos como comandante de infantería retirado (desde el 1 de diciembre de 1942) y sucesivos expedientes de indultos (1944 y 1958).

Tras la salida de prisión, vivió varios años en Fernando Poo con su familia, regresando con el tiempo a la península.

Pasado ese periodo de destierro voluntario, habría retornado a una vida discreta en España.
Como cuenta Michael Alpert en El ejército popular de la República , que «Otros profesionales de la milicia sufrieron la pérdida de sus carreras, largas penas de cárcel, a pesar de las diversas amnistías, y a menudo graves dificultades sociales y económicas. Matallana, por ejemplo, estuvo encarcelado y luego tuvo que mantener a su familia trabajando como capataz de la construcción. Bernal, que contaba ya 65 años de edad, falleció en la cárcel. Otros estuvieron diez o doce años encarcelados. A pesar de que muchos sospechaban de su aparente poca lealtad republicana, el coronel Muedra, destinado en el Estado Mayor del Ejército del Centro, tuvo que exiliarse a Guinea. En 1956, se encontraba en Madrid con "una tiendecita donde le encontré despachando jabón y lejía". Otros militares que ocuparon importantes cargos en el Ejército Popular durante la guerra, se encontraban después obligados a vivir con mucha modestia, dedicándose a hacer traducciones mal pagadas o dando clases particulares».

No tiene que ver con esta historia... pero os dejamos un bonus track en forma de carta de 1950 dirigida a Muedra en Vega y Avendaño, en el apartado postal 17 de San Carlos (Fernando Póo).





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