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jueves, 30 de enero de 2025

La poesía bajo sospecha

En "Cuadros del penal: memorias de un tiempo de confusión", Juan Rodríguez Doreste (senador y alcalde de Las Palmas) comparte su vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando. 
Recoge también la llegada de los represaliados de África: «Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora. (...) Y así un día aparecieron por Gando, derrotados, pálidos, con evidentes señales del estrago corporal que les había causado una reclusión que lindaba en infrahumana. Constituían un buen contingente, muy heterogéneo de composición, pero muy homogéneo en la solidaridad, en el buen espíritu».

Los presos, eran repartidos por afinidades, como una forma de hacer que el insalubre confinamiento y los maltratos tuvieran una mínima válvula de escape:

«Evoco el grupo de los coloniales, como les llamábamos, con particular simpatía. Compartí el alojamiento, primero, con Gonzalo Carrillo, abogado, pintor y caricaturista, y después, con Francisco Hinestrosa, alto funcionario de Hacienda, que era también excelente retratista. Los tres nos reunimos hasta nuestra liberación en el memorable cuarto de la pintura que en el último año de nuestra odisea fue algo así como la Academia del Penal, en estricto sentido ateniense».

Poco a poco, conformaban aulas/celdas que aglutinaban a los abogados, pintores, escritores...

Así que si veis que en la Guinea Ecuatorial actual, las autoridades van coleccionado escritores en las celdas, recordad que no es un invento nuevo: Franco ya lo hacía en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando. 

CC BY-SA 2.0
La poesía bajo sospecha


Se llama Hermelindo León Laurel, escritor, dramaturgo y empleado público de la biblioteca de la Embajada de España en Malabo, adscrita a la española Red de Bibliotecas de la Administración General del Estado-BAGE.


Recientemente, el colombiano Panorama Cultural recordaba refiriéndose a Guinea Ecuatorial que "Hay países en los que llegar a la cárcel, puede ser lo más parecido a una lotería nefasta. Una concatenación de situaciones incomprensibles, injustas, sin sentido y sin justificación".

Esta vez le ha tocado a Hermelindo, Dino para los amigos, tal y como recogía este fin de semana el digital Radio Macuto:
"El escritor Hermelindo León Laurel fue detenido de manera ilegal y sometido a torturas en la isla de Annobón, Guinea Ecuatorial, en lo que parece ser un nuevo capítulo de la represión sistemática contra los annoboneses por parte del régimen de Teodoro Obiang".


Se suma así al medio centenar acumulado en medio año desde que la población de la isla de Annobón envió una carta al Defensor del Pueblo ecuatoguineano pidiendo respeto medioambiental.

Entre éstos, el también escritor y empleado de la Embajada, Francisco Ballovera, privado de libertad desde que se acercó a la comisaría a entregarles agua y alimentos, y que sigue en prisión sin ningún motivo.

viernes, 24 de enero de 2025

Que me muera de tétano...

Hace unos meses publicábamos sobre un poeta de Santa Isabel que acabó en un campo de concentración... Hoy le toca a otro.

El portal Africanidad, nos recuerda el texto "Prisión" de Paco, en el artículo "Francisco Ballovera sigue en prisión sin motivo alguno":

«Hoy he sentido. He sentido en el fondo de mi alma la esencia de mi existencia en este mundo. He sentido y he visto que mi presencia en este mundo es una melancolía. Brutal y áspero para las flores de mayo y octubre. Dogma y sutil de Dios que vela por el espíritu que en mí prospera. He visto asimismo anidar búhos y murciélagos en los ojos y en la chaqueta del déspota. ¡Tírame!, tirano, de la lengua que me muera de tétano».
https://www.africanidad.com/2025/01/francisco-ballovera-sigue-en-prision.html



El texto es el siguiente:


Pero falta el relato de su propia vida: En diciembre la introducía la revista digital colombiana Panorama Cultural con un «La aterradora historia de Francisco Ballovera, un escritor que no sabe por qué está encarcelado en Guinea Ecuatorial Si ésta es la historia de un escritor, no hay mejor forma para ejemplarizarla que una novela: La vivencia de Francisco Ballovera Estrada es -cuando menos- kafkiana. En “El Proceso” de Franz Kafka, Josef K. es arrestado una mañana por una razón que desconoce. Así, el protagonista se ve inmerso en una pesadilla para defenderse de algo que nunca se sabe qué es y con argumentos aún menos concretos, experimentando en sus propias carnes la inaccesibilidad a la 'justicia' y a la 'ley'.

En el caso del escritor Francisco Ballovera, que es originario de la isla de Annobón, aunque ha pasado la mayor parte de su vida en la isla de Bioko; éste se acercó el pasado 22 de julio a la Comisaría Central de Malabo, conocida como Guantánamo, a llevar comida y agua a sus paisanos. Terminada la visita, sin previo aviso fue retenido en la salida y está preso desde entonces.

No es extraño que se acercara a la comisaria, ya que se tratan de sus vecinos y familiares, y como recuerda Daniel Janse -seguimos con la literatura- en su novela “Black Beach”, la comisaría de «Guantánamo está cerca de la ciudad, es fácil para los familiares y amigos de los prisioneros visitarla, trayendo comida, agua y cigarrillos».

Pero ¿Guantánamo? El nombre es una referencia popularmente asentada. Así, un año antes, elDiario.es publicaba cómo «la escritora y activista Trifonia Melibea Obono fue detenida por la policía de Guinea Ecuatorial (…), pero nadie se dio cuenta de ello. La ingresaron en la sede del Ministerio de Seguridad, un sitio con tan pocas garantías que allí todo el mundo la llama Guantánamo».

Son múltiples los relatos. El escritor y cooperante Alberto Quintana cuenta cómo al ir a indagar a finales del 2017 por la situación del dibujante Ramón Esono que había sido detenido arbitrariamente la tarde previa: «Cuando a la mañana siguiente regresamos a Guantánamo, como era fácil de prever, no nos permitieron verlo. Solo pudo pasar un momento su hermana para entregarle algo de comida. En el cuarto donde esperamos había un policía tumbado y vi pasar una rata grande. Después me preguntaron si no me había fijado en las manchas de la pared. Parece que eran de sangre, pero yo no reparé».

Sea por el infausto recuerdo de su homónimo cubano, sea por castiza aliteración sonora vinculado el nombre a la arraigada costumbre guineoecuatoriana de decir ‘aguantando’ cuando de salud quebrantada se trata… la sabiduría popular se refiere a la Comisaría Central como ‘Guantánamo’.

Pero como fuera, en el descenso a los infiernos hacia el viejo presidio colonial de Black Beach, el primer paso es hacer unas noches… en Guantánamo.

¿Seguimos con el kafkiano proceso de Francisco Ballovera? «Oh soledad, soledad… tan trágica y tremenda soledad» publicaba Francisco Ballovera en la revista chilena “Mal de Ojo” hace unos años. Pero lamentablemente, Ballovera no está solo:

Con su inesperada privación de libertad se suma al confinamiento de los annoboneses que, por firmar una nota solicitando el respeto medioambiental en las obras de la isla de Annobón, habían sido detenidos unos días antes. Precisamente a ellos es que había llevado agua y comida momentos antes de su detención.

Francisco Ballovera, además de escritor, es sindicalista de la española Unión General de Trabajadores, ya que es empleado de la Oficina de la Cooperación de la Embajada de España en Malabo. Es miembro también de Somos Más, un colectivo dedicado a generar conciencia ciudadana cuya movilización más significativa fue la organización de donaciones de alimentos durante el confinamiento en la pasada pandemia. Y, desde hace años, es igualmente responsable del área de Cultura e Integración Étnica en el partido opositor Convergencia para la Democracia Social. Pero sobre todo es un poeta enamorado de su isla, a la que evoca en gran parte de su obra, y que se define a sí mismo como artista de la palabra: «soy un poeta que libera su alma prisionera mediante infinitos vuelos y cantos».

¿Seguimos? La lista de detenidos se incrementó los días siguientes, empezando por Paysa Eló Ayeto, cabeza visible de Somos Más y Ángel Obama Obiang Eseng, el abogado de ambos. No se trata de la primera visita de Ayeto a Guantánamo… Alberto Quintana lo recuerda igualmente en su libro, citándole: «la primera vez que me torturaron, (…) me preguntaron sobre ‘el atentado de Obiang’. Me llevaron a la Brigada Judicial, conocida como Guantánamo y en el sótano me colgaron de un andamio con unas cuerdas y empezaron a golpearme con todo lo que tenían a mano».

En esta ocasión, Human Rights Watch reportaba cómo «Al día siguiente, la policía detuvo por 48 horas, sin presentar cargos, al abogado de Ayeto, Ángel Obama Obiang Eseng, líder del partido opositor CPDS. Eseng también es el abogado del poeta detenido Francisco Ballovera Estrada y de varios ciudadanos detenidos por asistir a protestas en la provincia de Annobón».

Quien conoce el carácter bonachón y colaborativo del escritor Ballovera, no puede evitar personalizar su situación, especialmente por lo incomprensible que hubiera sido someter a castigos al buen samaritano cuando socorre al apaleado. Pero siendo un mal de muchos, las protestas -tibias por la incertidumbre- saltan de uno a otro, o se diluyen en la anónima masa de detenidos.

Así, el 24 de julio Human Rights Watch pedía «la liberación inmediata de Francisco Ballovera Estrada y de todos los ciudadanos detenidos arbitrariamente en relación con las protestas pacíficas en la isla de Annobón». A su vez, los escritores aglutinados en PEN América retomaban ese reclamo; «PEN América se une a Human Rights Watch (HRW) para pedir a las autoridades de Guinea Ecuatorial que liberen inmediatamente al poeta Francisco Ballovera Estrada, detenido arbitrariamente y sin cargos hace más de una semana».

Igualmente, desde -la no siempre segura- lejanía de España, diferentes facciones de opositores o el autoproclamado gobierno annobonés en el exilio hacían sus públicas denuncias. En la isla de Bioko, el opositor Convergencia para la Democracia Social y el colectivo Somos Más también levantaron la voz… con el resultado de la detención de Ángel Obama Obiang Eseng y de Paysa Eló Ayeto.

En el caso del escritor Ballovera esa cautelosa apatía choca con su anterior experiencia con los tribunales; ésta se remonta a 2017, por participar en una huelga general del Servicio Exterior español (no hay que olvidar que Francisco es ¿o era? empleado público de la Cooperación Española) para pedir la actualización de sus salarios congelados desde la crisis del 2008. Pese a ser aquella una huelga legal, Ballovera junto a otros compañeros fue duramente sancionado por las autoridades españolas. Finalmente, sendas juezas españolas resolvieron que esas sanciones eran improcedentes, y que -además de improcedentes- habían sido «asombrosamente desproporcionadas». Cerraron sus sentencias recalcando los «exiguos salarios» de los empleados de la Administración pública española en Guinea Ecuatorial. Tras las sentencias, se sucedieron preguntas parlamentarias por Francisco y sus compañeros y las tres principales centrales sindicales (UGT, CCOO y CSIF) en la administración española exigieron el cese del entonces Director de la Cooperación Española en Madrid… que casualmente poco después pasó a ocupar un puesto en una cómoda embajada española del norte de Europa.

Tal vez algún día, Francisco Ballovera cuente ese incidente en un poema. Y por cierto, lo de los «exiguos salarios» no ha cambiado. Pero sorprende que, si en aquella ocasión toda una maquinaria se puso en marcha para corregir una injusticia, cómo es que en ésta permanece muda.

No solo faltan reclamos, también escasea la información: ¿dónde están los presos? ¿dónde está el poeta Ballovera? La familia intuye que a 400km de su hogar, con un océano de por medio. El dibujante Ramón Esono, que en su febril productividad está elaborando también un cómic que incluye a Ballovera, cuenta en una viñeta que «inicialmente lo enviaron a la prisión de Black Beach, en Malabo, (...) a inicios de AGOSTO a la prisión de Oveng Azem, en la ciudad de Mongomo, donde permanece en detención en espera». Coincide con Amnistía Internacional que recogía en el correspondiente llamado a ‘acción urgente’ cómo a su colega Joaquín Elo Ayeto «inicialmente lo enviaron a la prisión de Black Beach, en Malabo, antes de trasladarlo el 13 de agosto a la prisión de Oveng Azem, en la ciudad oriental de Mongomo, donde permanece en detención en espera de juicio.»

Sin juicio, ni sentencia, “The Guardian” recordaba hace un mes que «Once cautivos están recluidos en la prisión de Black Beach en Malabo, una instalación notoria con reputación de abandono sistemático y brutalidad con los reclusos. Otras veintiséis personas, entre ellas el poeta y opositor Francisco Ballovera Estrada, están recluidas en otra prisión de la ciudad oriental de Mongomo, dijeron dos fuentes, y según un activista se les ha negado el acceso a sus familiares y a sus abogados».

No es de extrañar: Alberto Quintana contaba refiriéndose a la experiencia del pintor Esono que «Para ser sincero, yo nunca creí que lo que fuera al final a liberar a Ramón fuese el procedimiento jurídico. ¿Cómo confiar en procedimiento jurídico en un Estado donde la justicia es una ficción legal y la única ley válida “lo que diga El Jefe”?». Premonitoriamente, en abril de 2010 Francisco Ballovera publicó “Prisión” en el primer número de la revista “Atanga” editada por la dupla de Centros Culturales de España en Guinea Ecuatorial:

«Hoy he sentido. He sentido en el fondo de mi alma la esencia de mi existencia en este mundo. He sentido y he visto que mi presencia en este mundo es una melancolía. Brutal y áspero para las flores de mayo y octubre. Dogma y sutil de Dios que vela por el espíritu que en mí prospera. He visto asimismo anidar búhos y murciélagos en los ojos y en la chaqueta del déspota. ¡Tírame!, tirano, de la lengua que me muera de tétano».

O tal vez no era profético… y tan sólo reproducía su vivencia personal en lo que Ramón Esono llamó «la cárcel más grande» al quedar en libertad tras medio año en la prisión de Black Beach.

miércoles, 22 de enero de 2025

El caso de José Si Esono

¿Recordáis El santoral ecuatoguineano? Un clásico en este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel.

En él, os contábamos de mártires, beatos y postulantes para ser elevados a los altares...

Y os contábamos también el caso de José Si Esono, "el guardián del ara", del  que el seminario Catalunya Cristiana informaba el 28 de enero de 1993 que «Ja s'han començat a donar els primers passos per incoar la seva causa de beatificació».

Fallecido en 1941, sigue siendo a día de hoy un referente entre los animadores de las parroquias rurales de Guinea Ecuatorial.
Incluso Gustau Nerín, le dedica un par de párrafos, como  objeto de la furia del teniente Ayala: «José Si Esono, un catequista al que los guineanos consideran un auténtico santo, no pudo escapar a las vejaciones de Ayala. José Si Esono se negaba a trabajar en las obras públicas, ya que, argumentaba, no podía abandonar la predicación de la palabra de Dios para dedicarse a tareas mundanas. Ayala le citó en Mikomeseng y le exigió que le explicara por qué no podía trabajar como los demás. El catequista le respondió que estaba al servicio de Dios y de la humanidad. El teniente le contestó que, como se resistía a trabajar, él le enseñaría a servir a la humanidad. Le ordenó cargar con los blancos que viajaran de Mikomeseng a Akonangui, una distancia de unos cien kilómetros.Los europeos iban cómodamente sentados en una silla que se sostenía sobre dos palos y que un par de negros cargaban a sus espaldas. Aunque Si Esono era de constitución muy endeble, parece ser que llevaba a cabo tan ardua labor con mucha dignidad; él aseguraba que Dios le ayudaba y que, cuando rezaba, los blancos pesaban menos. Ayala, al ver que Si Esono, gracias a su fe, resistía el cumplimiento de la sanción, prolongó la duración del castigo».




Seguro os quedasteis con curiosidad de saber más...

Os lo cuenta el obispo de Ebibeyín, Miguel Ángel Nguema Bee, en ACN internacional:

Guinea Ecuatorial, ubicada en la costa occidental de África fue, después de independizarse de España en 1968, una dictadura marxista durante más de once años. La Iglesia católica fue perseguida y el culto prohibido. Los templos fueron convertidos en almacenes de cacao y café. Fueron los catequistas laicos los que llevaron a cabo la evangelización durante esta época.

(...) “Recuerdo que cuando era pequeño, en los años 70, mi abuela y mi madre nos llevaban a trabajar a una finca los domingos, nos hacía llevar nuestras herramientas, nos dirigíamos al bosque y un catequista allí nos esperaba y celebrábamos la Palabra de Dios. Hacíamos la comunión espiritual. Pasábamos dos horas compartiendo y luego volvíamos al pueblo como si hubiéramos trabajado”. Fueron once años de cruel dictadura donde gracias a los catequistas muchos cristianos pudieron mantenerse en el fuego de la fe.

La importancia del catequista para Guinea Ecuatorial se remonta incluso a los comienzos de la evangelización, como queda reflejado en la historia de José Si Esono, un joven catequista que nació en la aldea de Ebansok y que fue martirizado en los años 30.
 
José Si Esono nunca había oído hablar de Cristo. Sin embargo, un día fue a la ciudad costera de Bata para vender su café, como hacía a menudo. “En medio del bullicio del mercado, un misionero claretiano se acercó a hablar con él y le enseñó a rezar el rosario. José notó que, después de rezar esa oración con el sacerdote, todo lo que había ido a hacer a la ciudad no había resultado tan difícil como solía ser habitualmente”, cuenta Mons. Miguel Ángel. Al regresar a su pueblo, José decidió que iba a enseñar a todos a rezar el rosario. Los habitantes del poblado preguntaron: «¿Qué es eso de rezar?». Y querían saber más sobre esta oración, el rosario, algo tan nuevo para ellos.  Él respondió: «Hay un hombre blanco ahí en Bata que me lo ha enseñado y le voy a invitar para que venga aquí». Dicho y hecho. José volvió a Bata a vender café la siguiente vez, buscó al misionero y cuando lo encontró, le dijo: «Mi pueblo ya reza el rosario; ahora quiero que vengas a explicarnos quién es esta María a la que rezamos».
 
Así fue como los claretianos llegaron a Ebansok. “¡Ni siquiera había carreteras!”, cuenta el obispo. “Fue un peligroso viaje a pie de 125 kilómetros a través del bosque”, explica. Entre otras cosas era peligroso viajar hasta Bata, ya que, en aquellos años, había muchas tensiones entre diversas etnias locales y para llegar allí había que atravesar territorios con poblaciones enfrentadas.

“Este catequista logró que todo su pueblo abrazara el evangelio”, continúa Mons. Miguel Ángel, “además, logró que su pueblo aceptara a los blancos: el ‘blanco’ era considerado como alguien hostil, el colono que maltrataba y oprimía, pero él logró que el pueblo no atacara a los claretianos, al interceder por ellos. De este modo, se inició la primera misión de la diócesis de Ebibeyín. En 2024 se cumplen los cien años de la llegada del evangelio.”

A José Si Esono se le recuerda con una cruz de madera colgada al cuello, que parecía vaticinar su futuro martirio. Años después del inicio de la misión, Esono empezó a explicar que no podían rezar a amuletos y luego rezar a Jesús. Por este motivo, pidió que trajeran los amuletos que todavía usaban algunos en el pueblo para quemarlos. El jefe del poblado se indignó y se negó ante esta petición. Ya no lo veía como un catequista que les había enseñado a rezar sino como alguien que “quería exterminar lo que sus ancestros les habían dejado como creencia”, narra el obispo.  Lo acusaron de brujería y lo quemaron vivo.

Su martirio ha dejado un testimonio de fe inquebrantable. “Queremos abrir un proceso de beatificación para José Si Esono”, dice Monseñor Miguel Ángel, y concluye: “Se trata de un hombre ejemplar de mucha fe que logró que la evangelización penetrara en esos lugares”.

Y si os interesa el tema religioso, no os perdáis:

 

lunes, 13 de enero de 2025

Presea ecuatorial

Baleares: órgano de FET
y de las JONS, 13/01/1962.

«La Medalla de Oro de Fernando Póo al Caudillo», «placa de plata del Consejo de Vecinos de Santa Isabel al Gobernador Juan Fontán Lobé»,  «alcalde de Santa Isabel recibe al ministro subsecretario de la Presidencia, Carrero Blanco, y le hizo entrega de la llave de la ciudad», «...una cariñosa acogida. En la ciudad de San Carlos, el alcalde impuso al ministro la medalla de la ciudad», «colocó sobre su pecho la medalla de hijo adoptivo de la ciudad de Bata, título que le fue concedido con motivo de la anterior visita» o «...en sesión extraordinaria celebrada por la Diputación provincial de Río Muni y a propuesta del presidente, la Corporación acordó por unanimidad conceder la medalla de oro de la provincia al ministro»... 

¿Seguimos?

«En las actas [del ayuntamiento de Santa Isabel] se recogían acuerdos de honores a personas destacadas. De acuerdo con la Ley de Administración Local, no podían darse de la manera simple que se venían haciendo, ya que no era legal. Se acordó llevar a cabo un Reglamento de Honores y éste está aprobado por el Gobierno.

En su virtud y con motivo de la marcha de Don Faustino Ruiz se instruyó un expediente para nombrarle hijo adoptivo y Alcalde honorario. El expediente esta terminado y el Pergamino en nuestro poder y sólo a la espera de serle remitido.

La primera consecuencia del Reglamento fue la concesión al Caudillo, de la primera Medalla de Oro de la Ciudad. Está en la Caja de caudales en espera de que algún día pueda serle entregada con todo honor».

No es la primera vez que lo tratamos en este paseo por la calle 19 de septiembre de la vieja Santa Isabel: los procesos de memoria histórica no son sensibles a las modificaciones de fronteras o a procesos globales como el colonialismo. 



Precisamente en "Memoria y frontera...", de Mª del Mar Fernández Pérez, se analiza:

«En este periodo las fronteras del Estado eran diferentes, aunque en muchas ocasiones no se sea consciente de esto: no sólo territorios en Marruecos y el actual Sáhara ocupado eran posesiones españolas, también lo era Guinea Ecuatorial.

Resulta llamativa esta falta de referencias a las colonias si tenemos en cuenta que el imaginario colectivo de la Guerra Civil está plagado de referencias al norte de África: allí se produjo el golpe de estado en un primer momento, de allí venía el ejército africano y la famosa y temida guardia mora. Esta guerra, tan importante para la historia europea, empezó en África, y allí se produjeron los primeros asesinatos de quienes permanecieron fieles a la legalidad republicana. Es muy difícil hablar de este periodo sin hacer referencia al protectorado y situados en el momento actual, habrá que afrontar el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica en territorio extranjero».


Mención aparte nuestro callejero Juan Fontán, que además de contar con la placa de plata del Consejo de Vecinos de Santa Isabel (actual alcaldía de Malabo), mantiene una calle dedicada en Las Palmas que le puso su cuñado y alcalde, el camarada Franito, y cuenta con la Medalla del ex Combatiente Canario que le concedió en 1943 el Exmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Y eso que sólo combatió en algaradas callejeras en Las Palmas y contra la población civil en la Bahía de Bata, a la que bombardeó desde el Fernando Póo.

Pero ya lo hemos visto en:


En 1962, autoridades del ayuntamiento de Evinayong (Río Muni)
hace entrega de reconocimiento.


Definitivamente, la Ley de Memoria Democrática ha dejado por fuera diferentes supuestos.
Por ejemplo, y aunque la sección 2.ª de la ley se ocupa de la revocación de distinciones, nombramientos, títulos y honores institucionales, de condecoraciones y recompensas que hayan sido concedidos o supongan la exaltación de la Guerra y la Dictadura, no se han previsto procedimientos cuando los reconocimientos proceden de autoridades extranjeras. 

Con la anterior Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, ya se planteó la posibilidad (art. 15.1) de que «las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas». 

¿Debería condicionarse en las subvenciones de Estado y Ayuda Oficial al Desarrollo el respeto a estos principios?

Es poco probable, ya que la ley actual sólo prevé la privación de subvenciones (art. 39.1) previa sanción  administrativa firme por «atentar, alentar o tolerar prácticas en contra de la memoria democrática».


De todos modos... no todos los reconocimientos corresponden al periodo colonial; algunos fueron otorgados por las autoridades de una Guinea Ecuatorial independiente.