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lunes, 15 de julio de 2019

El Taiwán ibérico...

¿Recordáis el El fallido intento de liberación de la Guinea Española de 1961?

El 9 de enero de 1961, un grupo de catalanes, gallegos y portugueses secuestró un barco portugués, con pasajeros y tripulación incluida, para dirigirlo al golfo de Guinea. Allí, contando con incentivar con su acción un levantamiento popular, declarar la III República y expandir un movimiento liberador... hasta la España de Franco o el Portugal de Salazar.

El diario Público tituló su artículo como "Operación Dulcinea: instrucciones para secuestrar un transatlántico e instaurar la Tercera República".

No sería la única ocasión. 

Javier Villán en Madrid canalla, nos recuerda otro intento por organizar una expedición marítima a Fernando Poo a fin de proclamar allí la Tercera República y provocar la intervención de las Naciones Unidas, fruto de la imaginación ardiente del entonces vicecónsul de España en París, Rafael Lorente, «militar de carrera y diplomático, hoy excedente, conocido en tiempos como el cónsul rojo por sus conspiraciones a lo carbonario y militancia en el PCE, Rafael Lorente se reconoce, en la actualidad, como escritor-poeta, viajero impenitente y apasionado gozador de la Naturaleza».

De haber prosperado su plan, Fernando Poo -la isla Formosa-, tal vez hubiera acabado como una suerte de Taiwan ibérico, coincidiendo ambas islas en algo más que en un viejo nombre.
Y aunque no pasó de una elucubración de tertulianos, os lo incluimos en nuestro paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel:

«En el Café [Gijón], extramuros de los demás poetas, los únicos que conspiraban de verdad para la revolución eran Rafael Llorente y Cristina Maristany, condesa de Lavern; qué revolución fuera, no lo sé, de verdad; era una revolución en abstracto que el carisma de Rafael convertía en Revolución Universal con raíces de Trotsky, Pablo Iglesias, Rosa Luxemburgo, la poesía social y el intelectual orgánico de Gramsci. 
Rafael llegó a pensar que con el PSOE las cosas se arreglarían y llegaría un cambio: llegó, claro aunque muy distinto de lo que esperaban los ilusos. Era más de [Raúl] Morodo y de [Enrique] Tierno [Galván], la víbora con gafas, apodo ideado por Felipe [González] y Alfonso Guerra, gentileza a la que Tierno respondió apodándolos Rinconete y Cortadillo, los golfos cervantinos. Rafael perteneció a la carrera diplomática de la que había sido expulsado, siendo cónsul en París, por proponer un Gobierno republicano de concentración en Fernando Poo. Lo cuenta Juan Goytisolo en alguno de sus libros. Aquello no gustó nada en el Ministerio de Asuntos Exteriores y a Franco menos y aunque no pasó nada grave, lo destituyeron automáticamente», con la intención de destinarle en Haití...

Se trata de En los reinos de Taifa, «En uno de los despachos del consulado del bulevar de Malesherbes, Llovet me había presentado a uno de sus colegas, el vicecónsul Rafael Lorente. Extrovertido, generoso, impulsivo, dotado a veces de esa simpática e irresponsable extravagancia juvenil que tanto abunda en España, Rafael manifestó gran interés en conocerme. Durante aquel otoño apareció varias veces por la Rue Poissonnière a exponerme sus cuitas personales e inquietudes políticas: a diferencia de mis amigos españoles estaba convencido de que el comunismo no sobreviviría a Budapest y pretendía organizar con gente como yo un partido nuevo, al que jocosamente bautizaríamos "de los señoritos sociales". Una noche vino a casa a pedirme un favor: quería que le presentase a Pasionaria, discutir y tomar unas copas con ella. Aunque le dije que no la conocía e ignoraba del todo si residía secretamente en Francia o la Unión Soviética, vi que no me creía sino a medias. Luego, algo excitado con el coñac o calvados que yo le servía me expuso su plan de desembarcar con un puñado de amigos en Fernando Poo y proclamar la República: si resistíamos unos días al asedio de la armada franquista, podríamos reunir allí al gobierno y diputados en el exilio y obtener el reconocimiento diplomático de los países del campo socialista. Si bien no volvimos a hablar del tema ni de su encuentro con Pasionaria, seguí frecuentándolo varios meses hasta que, al recibir otro destino, resolvió abandonar la carrera y, contagiado de mi entusiasmo por Almería, se instaló en el pueblecillo costero de Aguas Amargas y se dedicó a la promoción de sus tierras. Pero Rafael Lorente era una curiosa y amena excepción en el núcleo de españoles que me rodeaban, imbuidos como yo de un marxismo elemental y tosco, casi siempre a través de las simplificaciones doctrinales de Politzer, y una concepción lineal de la historia fundada en supuestas leyes científicas».


En estos versos se autodescribe Rafael Llorente:

Cada uno es como es
y mi vida es rebeldía
frente a todos a la vez.
Rafael Lorente y Cristina Maristany 
paseando por Cala Enmedio 
de Aguarmarga (Níjar, Almería).

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