El 9 de enero de 1961, un grupo de catalanes, gallegos y portugueses secuestró un barco portugués, con pasajeros y tripulación incluida, para dirigirlo al golfo de Guinea. Allí, contando con incentivar con su acción un levantamiento popular, declarar la III República y expandir un movimiento liberador... hasta la España de Franco o el Portugal de Salazar.
El diario Público tituló su artículo como "Operación Dulcinea: instrucciones para secuestrar un transatlántico e instaurar la Tercera República".
No sería la única ocasión.
Javier Villán en Madrid canalla, nos recuerda otro intento por organizar una expedición marítima a Fernando Poo a fin de proclamar allí la Tercera República y provocar la intervención de las Naciones Unidas, fruto de la imaginación ardiente del entonces vicecónsul de España en París, Rafael Lorente, «militar de carrera y diplomático, hoy excedente, conocido en tiempos como el cónsul rojo por sus conspiraciones a lo carbonario y militancia en el PCE, Rafael Lorente se reconoce, en la actualidad, como escritor-poeta, viajero impenitente y apasionado gozador de la Naturaleza».
De haber prosperado su plan, Fernando Poo -la isla Formosa-, tal vez hubiera acabado como una suerte de Taiwan ibérico, coincidiendo ambas islas en algo más que en un viejo nombre.
Y aunque no pasó de una elucubración de tertulianos, os lo incluimos en nuestro paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel:
De haber prosperado su plan, Fernando Poo -la isla Formosa-, tal vez hubiera acabado como una suerte de Taiwan ibérico, coincidiendo ambas islas en algo más que en un viejo nombre.
Y aunque no pasó de una elucubración de tertulianos, os lo incluimos en nuestro paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel:
«En el Café [Gijón], extramuros de los demás poetas, los únicos que conspiraban de verdad para la revolución eran Rafael Llorente y Cristina Maristany, condesa de Lavern; qué revolución fuera, no lo sé, de verdad; era una revolución en abstracto que el carisma de Rafael convertía en Revolución Universal con raíces de Trotsky, Pablo Iglesias, Rosa Luxemburgo, la poesía social y el intelectual orgánico de Gramsci.
Rafael llegó a pensar que con el PSOE las cosas se arreglarían y llegaría un cambio: llegó, claro aunque muy distinto de lo que esperaban los ilusos. Era más de [Raúl] Morodo y de [Enrique] Tierno [Galván], la víbora con gafas, apodo ideado por Felipe [González] y Alfonso Guerra, gentileza a la que Tierno respondió apodándolos Rinconete y Cortadillo, los golfos cervantinos. Rafael perteneció a la carrera diplomática de la que había sido expulsado, siendo cónsul en París, por proponer un Gobierno republicano de concentración en Fernando Poo. Lo cuenta Juan Goytisolo en alguno de sus libros. Aquello no gustó nada en el Ministerio de Asuntos Exteriores y a Franco menos y aunque no pasó nada grave, lo destituyeron automáticamente», con la intención de destinarle en Haití...
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