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lunes, 15 de mayo de 2023

La Guerra por Donato Ndongo

El profesor Ndongo es un referente para este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel, y -ahora que se ha vuelta a promover su justa candidatura al Premio Princesa de Asturias de las Letras- rescatamos este fragmento de Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial publicado por Diario 16, por un Donato Ndongo de 26 años:

La República y Guinea

Como todas las revoluciones nacionales, la República del 14 de abril de 1931 fue esencialmente chauvinista en sus planteamientos, y apenas se ocupó de otros problemas que no fueran los suyos propios. Como todo régimen de derechas, demoliberal, de la Europa de la época, la República española fue colonialista, aunque ese colonialismo fuera, en términos relativos, más humanista, Hasta el mes de mayo de 1931 fue gobernador general Miguel Núñez de Prado, nombrado por la Dictadura, que siguió sometiendo a los nativos. Durante su mandato se abrieron los primeros caminos, se llevaron las primeras factorías al interior del continente y se generalizó la construcción de aserraderos de madera. En cada pueblo se formaron destacamentos de 15 ó 20 guardias coloniales al mando de un oficial o suboficial blanco, y el negro empezó a familiarizarse con la cara de los blancos y los gestos que querían significarse en esa cara. La República nombró gobernador general al general Sostoa, que fue asesinado pocos meses después de llegar por un sargento de la Guardia Colonial en Annobón. Se nombró entonces a Estanislao Lluesma, quien en 1932 protagonizó el incidente del Buenos Aires, barco que deporto a 121 sindicalistas barceloneses a Annobón, lo que produjo enconadas disputas en las Cortes. Nombrado gobernador Manzaneque, permanecería en el cargo hasta 1835, y fue quien completó la pacificación del territorio continental. En 1934, Manzaneque había intentado una reestructuración de la colonia. Un Decreto de 21 de noviembre de ese año autorizaba a la Inspección General de Colonias a dar instrucciones para resolver los problemas relacionados a la concesión de terrenos, en espera de la elaboración de un reglamento sobre el régimen de la propiedad de los Territorios del Golfo de Guineas. En 1935, al plantearse la sucesión de Manzaneque al frente, del Gobierno General de Guinea, se produjo un incidente entre el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y el jefe del Gobierno, Alejandro Lerroux. Este propuso para el cargo al naviero Tayá, alto cargo de la Compañía Transmediterránea, a lo que se opusieron el presidente y el inspector general de Colonias, quienes sostuvieron la candidatura de Luis Sánchez Guerra, hijo del ex presidente del Consejo de Ministros con Alfonso XIII, a su vez vetada por Leroux. Para sostener sus razones, el inspector general de colonias acusó a Tayá de haberse lucrado con fondos del Gobierno destinado en Guinea, contando para ello con la complicidad del jefe del Gobierno. Este incidente, muy comentado en la época y conocido como la denuncia Nombela precipitaría el hundimiento del líder radical. El presidente Alcalá Zamora pudo así colocar a un hombre de su confianza, Sánchez Guerra, en el Gobierno General dé- Santa Isabel. Alcalá Zamora deseaba, un remozamiento de la acción colonial, y estaba dispuesto a llevar a cabo las mejoras que fueran precisas para asegurar la productividad del territorio guineano y, con ello, sanear en lo posible, la maltrecha balanza comercial de España. El nuevo gobernador general llevó como secretario general a Miguel Pozanco, que ha legado a la historia de Guinea unos, datos del máximo, interés histórico y cultural. Vivian entonces en la isla de Fernando Poo 2.000 europeos, que, aunque españoles, en su mayoría estaban britanizados. Las explotaciones agrícolas y forestales se cedían a cambio del pago de un pequeño canon al Gobierno General y demás autoridades coloniales, y las grandes compañías exportadoras de cacao contrataban a los negros, guineanos o emigrantes, por 80 céntimos semanales. No obstante, eran obligados a trabajar en agotadoras jornadas que nunca eran inferiores a doce y hasta catorce horas diarias. Los braceros vivían con sus familias en unos largos barracones, insalubres, y eran forzados a comprar los productos alimenticios o de uso personal que necesitarán en la cantina de la finca, propiedad del patrón. La corrupción administrativa era general. La compañía maderera Alena S.A., que explotaba en exclusiva la zona del río Benito, embarcaba cientos de miles de toneladas anuales. Sólo cada cuatro meses tres veces al año iba un barco a la isla de Annobón, siendo éste el único enlace de dicho territorio con el resto de la colonia. Las misiones, a pesar de los tiempos que corrían, conservaban prácticamente intacto su enorme poderío, aunque había una cierta tensión entre algunos colonos liberales, generalmente recién llegados, y el obispo Leoncio Fernández Galilea. En las misiones se aprovechaba el recreo para que los niños y catequistas negros mientras los blancos iban a almorzar a sus casas fueran a chapear (cortar la hierba) las fincas de los misioneros.

Aunque con anterioridad existían varios proyectos para construir el puerto de Bata, la llegada de Luis Sánchez Guerra, ingeniero de Caminos, aceleró la idea y se iniciaron las obras: Los obreros, negros, eran reclutados. en el interior del continente por Alena mediante una prima total de 600 pesetas, que se entregaba la mitad a los familiares del contratado y la otra mitad a lo largo del período del contrato. Sánchez Guerra se enfrentó muy pronto con la Cámara Agraria, agrupación de los colonos; al reformar tímidamente el reglamento del trabajo de los negros. La administración del último gobernador republicano saneó muchas zonas pantanosas, llegándose a exterminar casi por completo a la mosca tsé tsé, transmisora de la enfermedad del sueño. Se había creado un servicio de vigilancia forestal encargado de evitar y reprimir las talas abusivas. de madera, y se programó un sistema racionalizado de repoblación forestal.

A partir de 1935 la colonia pasó a llamarse de modo oficial Territorios, Españoles del Golfo de Guineas y se llevó a cabo una nueva distribución administrativa de dichos territorios. La isla de Fernando Poo quedó dividida en tres demarcaciones: Santa Isabel, San Carlos y Concepción; en la parte continental se suprimió el distrito sur, unificándose el territorio bajo el mando de un solo subgobernador. Este único, distrito fue subdividido en once demarcaciones: Acurenam, Bata, Ebebiyín, Evinayong, Mikomiseng, Kogo, Rio Benito, Bimbiles, Mongomo, Nsork y Niefing. Annobón, Corisco y Elobeyes eran otros tantos distritos. No, se llegó a completar la reforma de la administración.

Un censo efectuado en las primeras semanas de 1936 dio la cifra de 157.881 habitantes nativos, cantidad que puede muy bien aproximarse a la realidad, aunque hay que contar con las posibles y fáciles omisiones.

La guerra civil en las islas

Evidentemente, la República no fue anticolonialista, pero hizo un intento serio de modernización de las, relaciones coloniales, sacándolas de un paternalismo caduco e ineficaz y creando una colonia moderna. Muchos españoles anticolonialistas, y algunos negros, habían concebido una cierta esperanza, al triunfar el Frente. Popular, de poder crear una especie de "colonia modelo". Los negros seguían sin ninguno de los derechos civiles reconocidos a los blancos, aunque había mejorado en parcelas muy concretas sus condiciones materiales de vida. Un capitalismo moderno, dinámico e imaginativo luchaba para capitalizar a su favor la situación de la colonia, del cual no eran ajenos intereses franceses, en franco contraste contra los terratenientes asentados y los misioneros primorriveristas. Muchos españoles, sobre todo catalanes, se habían establecido en Fernando Poo en el lustro precedente, y la isla se iba perfilando como tierra de promisión, en el aspecto económico, además de la privilegiada situación geográfica en que estaba situada. Pero apenas había en la colonia actividad política como tal. Resume perfectamente la filosofía del colono la siguiente declaración de uno de aquellos hombres: nosotros habíamos ido: allí a trabajar y a luchar por ganar dinero. La Península, Madrid y el Congreso quedaban muy lejos.

En Guinea había un solo partido, el Frente Popular, formadoa principios de 1936, y que contaba con unos 150 adeptos. No se celebraron elecciones ni votaron en febrero de 1936 los españoles allí residentes. Era un Frente Popular muy moderado, en el que predominaba el elemento socialdemócrata, dirigido por un grupo de intelectuales y animado por lo que podríamos llamar la clase media de la sociedad colonial. A pesar de todo, se cerraron algunas iglesias, se habló en favor de los negros colonizados y hubo incidentes dialécticos entre los laicos y los "clericales". Estos últimos eran la aristocracia colonial, que se reunía en un club muy privado, llamado El Casino, de Santa Isabel: Allí únicamente tenían acceso los propietarios y los apoderados, y en sus locales apenas si interesaba la política. Pero por nimios que sean unos incidentes, si suceden en una pequeña comunidad que, además, está a la defensiva, adquieren una importancia desmesurada. Corrieron rumores de. que los nativos iban a sublevarse y Sánchez Guerra puso en estado de alerta a los 800 guardias coloniales y proclamó el estado de excepción el 5 de junio. Solicitó refuerzos a Madrid, y se le envió el crucero Méndez Núñez, que llegó a Santa Isabel el 24 del mismo mes, permaneciendo en Guinea hasta primeros de agosto.

El 14 de julio llega a la colonia la noticia del asesinato de Calvo Sotelo. Los clericales organizaron algún mitin y se rezó algún responso, que obligó al gobernador a sancionar a sus organizadores con 50 pesetas de multa. Cuando se anunció, en la tarde del 18 de julio, la sublevación de las tropas estacionadas en Marruecos, apenas nadie se inquietó. Hubo un pequeño motín a bordo del Méndez Núñez, resuelto a favor del Gobierno de Madrid. En los primeros días del mes de agosto, el buque partió hacia España, pero en Dakar recibió órdenes de regresar a Fernando Poo. Al anclar de nuevo en Santa Isabel la facción nacionalista planteó un desembarco en la ciudad, que hizo abortar el propio gobernador subiendo al buque y arengando a la marinería. Algunos rebeldes consiguieron escapar hacia el Camerún británico-ex alemán. Pronto corrió el rumor de la llegada del buque Fernando Poo, que habitualmente cubría la ruta, comercial con España, portador de armas para el Frente Popular. La verdad es que únicamente traía seis fusiles y una pistola, armamento ordinario en un buque mercante. Miguel Pozanco, desde Radio Ebolowa, en el Camerún francés, consiguió comunicar con el capitán del barco, poniéndole en antecedentes, sobre, la situación de semirrebeldía que se vivía en la isla y, recomendándole se dirigiera directamente a Bata.

Hasta mediados de agosto reinó la calma en Guinea. Pero la incertidumbre sobre lo que realmente ocurría en la Península, pues las noticias llegaban con dificultad, acompañado por el bloqueo que de las cuentas corrientes hizo el único Banco existente en la colonia, el Exterior de España, y la angustia: por la escasez de alimentos para los europeos (que los importaban directamente de España), hizo subir de temperatura los hasta entonces casi pacíficos enfrentamientos entre laicos y clericales, es decir, entre el Frente Popular y los terratenientes del Casino. Algunos propietarios coloniales, a quienes la sublevación nacionalista había sorprendido en Barcelona, consiguieron llegar por los medios más inimaginados a Santa Isabel, y allí explicaron su versión sobre el ya llamado Glorioso Alzamiento. El capitán Ayuso, jefe de la Guardia Civil (andando el tiempo llegaría a ser director general de la Guardia Civil), propuso al teniente coronel Serrano, jefe de la Guardia Colonial, la insurrección. para ganar la isla a la causa nacional. Se reclutó a los “clericales”, que se reunieron el 18 de septiembre para destituir a Sánchez Guerra. Nombraron gobernador a un médico hacendado, que ostentó el cargo hasta el día siguiente, al hacerse cargo del Gobierno General el teniente coronel Serrano. Durante la noche se detuvo a todos los componentes del FrentePopular, aunque no hubo violencias, Serrano declaró el día 19 el estado de guerra, siguiendo las instrucciones del Gobierno de Burgos.

La guerra civil en el continente

El subgobernador de Bata, Miguel Hernández Porcel, del Frente Popular, se negó a sumarse a la sublevación capitaneada por los militares de la isla, con lo que quedaron incomunicados ambos territorios. Desde Kogo y Rio Benito, zonas de importantes explotaciones madereras controladas por los clericales, se intentó una marcha sobre Bata el 23 de septiembre de 1936. A la altura de Comandachina, cerca del río Ekuku, fueron Interceptados por las tropas gubernamentales. En ambos bandos, mandados por suboficiales blancos, las tropas eran negras. Al darles el "¡Alto en hombre de la República!", los contrarios respondieron con un "¡Viva el Ejército, Arriba España!". Sonaron unos cuantos disparos, y en la formación progubernamental cayeron muertos dos negros. Rodeada por completo, se. rindió la formación rebelde, cuyos cabecillas fueron. detenidos. Pocos días después eran expulsados del territorio, refugiándose en Gabón. Desde allí, varios consiguieron llegar a la isla de Fernando Poo.


Los madereros y comerciantes contrarios al Frente Popular se iban trasladando, con todos los medios a su alcance, a Santa Isabel. El Frente Popular quedó así reforzado en Bata gracias a la decisión y activismo de hombres como Miguel Pozanco, Alejandro Torres García y José Sierra Companys, primo del presidente de la Generalitat de Cataluña. Pero las autoridades francesas de las vecinas colonias les negaron cualquier tipo de ayuda que no fuera el asilo político. El Frente Popular se encontró, pues, aislado de la metrópoli y de prácticamente todo el mundo, y su capacidad de defensa se reducía a un centenar de viejos fusiles, sobrantes de las campañas de Marruecos. Mientras tanto, el buque Fernando Poo, que había permanecido en la bahía de Bata, había puesto rumbo a Fernando Poo. Apenas hubo zarpado, empezaron a radiarle desde ambas capitales que no se dirigiera a la otra, pues ellos eran los guberna mentales y los otros los sublevados. Desde Santa Isabel existía el propósito de apoderarse del barco para invadir el continente, Ante la duda, el radiotelegrafista comunicó con Madrid, donde, después de aclararle la situación, le ordenaron dirigirse a Bata; allí fue utilizado como prisión, encerrándose en él a monjas, sacerdotes y otros sospechosos de rebelión y conspiración. A los pocos días de anclado el Fernando Poo, se presentó en la bahía de Bata el Ciudad de Mahón, salido de Canarias para apoyar a los insurrectos de Santa Isabel. Disparó contra la ciudad y contra el Fernando Poo, que se hundió con losprisioneros a bordo. A continuación, desembarcó una compañía de tropas moras que ocupó la ciudad. Dicha compañía estaba al mando de Francisco Pérez Barrueco, que fue inmediatamente nombrado subgobernador de Bata. Los republicanos se retiraron hacia el interior del continente, siguiendo la ruta de Ebebiyin, hasta que alcanzaron la frontera gabonesa. Muchos años después, aún se podía ver el esqueleto del Fernando Poo en el fondeadero de Bata. Allí le hablan dejado las autoridades coloniales como permanente símbolo del martirio de unos hombres que habían caído por Dios y por la Patria, víctimas de la barbarie de los comunistas. Así hablaba, en los primeros años 60, un misionero de Bata a sus alumnos.

 

Comisión de la Armada para Salvamento de Buques,
trabajos de reconocimiento del Fernando Poo en 1939.

La expedición del Ciudad de Mahón estaba mandada por el capitán Fontán, y como lugarteniente por el capitán Hernández. El 12 de octubre de 1936 se celebró en Santa Isabel una misa de campaña, después de la cual se hizo cargo del Gobierno General dicho capitán Juan Fontán. Hasta entonces no había sido especialmente cruenta la situación, pero los presos laicos empezaron a ser apaleados y hubo algún fusilamiento. En cuanto a los colonos que ya habitaban en el territorio y que se habían sublevado contra el Gobierno de la República pasaron a ser considerados, incomprensiblemente, ciudadanos de segunda categoría. Para tratar de hacerse agradables a los ojos de las nuevas autoridades los viejos colonos organizaron una suscripción popular, cuyo resultado fue la donación del 20 por 100 de sus ganancias durante dos años para la causa nacional. Además, organizaron el envío masivo de materias primas y alimentos al bando nacional, pero todo ello no parecía ser suficiente para las tropas de ocupación venidas de Canarias, que se adueñaron de la situación e impusieron su propia ley. Las tropas estaban animadas por el segundo oficial, el capitán Hernández, al que se conocía por el sobrenombre de "Mi caballo murió", ya que siempre andaba fustigando a su alrededor con un látigo, aunque no tenía caballo.

Los miembros supervivientes del Frente Popular fueron deportados a Canarias en los primeros días de noviembre de 1936, y Guinea pasó a formar parte del territorio del nuevo Estado, una de cuyas primeras disposiciones fue la de suprimir las denominaciones autóctonas de algunos distritos: Mongomo pasó a ser Guadalupe; Bimbiles, Valladolid; Niefang, Sevilla, y Kogo, Puerto Iradier.

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