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viernes, 31 de octubre de 2025

¿Por qué no puedo arreglar esto?

Nos lo cuenta la edición de 31 de octubre de 1987 de El adelantado de Segovia:

Jesús Gil y Gil, presidente del Atlético de Madrid llegó esta mañana al aeropuerto de Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, como invitado del Gobierno guineano, que preside Teodoro Obiang.

"Yo solo construí una ciudad. ¿Por qué no puedo arreglar esto?", declaró a Efe nada más bajar del avión de Iberia que le condujo a Malabo y confirmó su intención de llevar a cabo inversiones en Guinea Ecuatorial.

Fuentes empresariales de Malabo señalaron a Efe que Gil podría participar en la construcción de un hotel de lujo en Bata-capital de la parte continental de Guinea Ecuatorial y de unos apartamentos en la isla de Bioko, antiguo Fernando Poo.

"No se trata de hacer sólo un hotel", afirmó Gil, que se mostró muy optimista respecto a las posibilidades que ofrece Guinea Ecuatorial a los inversores, "sino que vengo a poner mi imaginación, que es mucha, al servicio de Guinea y estoy convencido de que se pueden hacer muchas cosas".

Lo relata también El País:

"Vengo a poner mi imaginación al servicio de este maravilloso país", declaró el presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil, nada más aterrizar en el aeropuerto de Malabo, donde pasará unos días y donde tiene previsto asesorar al equipo local.

El Mercedes enviado por el presidente guineano, Teodoro Obiang Nguema, no esperó al embajador de España, Antonio Núñez, que viajó con el presidente atlético, sino a Gil, que se alojará en el Palacio de la Amistad de Malabo, con trato de gran personalidad. Jesús Gil improvisó una conferencia de prensa en la que agradeció el carácter de los guineanos en presencia del grupo de indígenas que le rindieron honores. Las autoridades guineanas pretenden que Gil construya en el país un hotel de lujo. El principal interés del presidente del club madrileño es ahora mismo asesorar sobre el entrenamiento del Atlético de Malabo, equipo del que le gustaría fichar a algún jugador.

Quién sabe en qué quedó todo eso... pero a los pocos meses, el Diario de Palencia completaba:

Sobre la información aparecida el sábado en el semanario El Independiente, en la que se aseguraba que Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, había propuesto a Jesús Gil como embajador de España en este país africano el dirigente atlético dijo que no sabía nada al respecto.

"Debe haber sido un error -señaló Gil y estoy convencido de que Obiang, con el que me une una gran amistad, no ha hecho tal cosa. Supongo que, en todo caso, el presidente de Guinea me ha puesto como ejemplo de un empresario que quiere ayudar al pueblo guineano".

 


Y el congosá empezó a tomar forma en los medios de comunicación, como El Día de Catalunya:

Obiang desea que nombren a Jesús Gil embajador. 
El presidente de Guinea Ecuatorial, Obiang Nguema, ha sugerido al Gobierno español que el nuevo embajador espa­ñol en Malabo sea el presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil. Exteriores ha elevado al Consejo de Ministros el nombramiento...

Al final, el bubuto y fallido Embajador que iba a arreglar Guinea Ecuatorial, a los pocos años se lanzó a arreglar Marbella (con los resultados conocidos), Ceuta, Melilla..., e incluso se postuló infructuosamente para presidente de España.

lunes, 27 de octubre de 2025

En ocasiones vemos citas

A veces nos citan. 

En ocasiones son tesis de doctorado, como en La ley contra la costumbre. Segregación, asimilación jurídica y castigo en la Guinea española bajo el franquismo (1936-1959) de la drª Celeste Muñoz, o en Guinea, el delirio colonial de España del dr Ignacio Tofiño. Incluso fuera del espacio hispanohablante, se dan casos como el de 'Aquel ayer que dura para siempre' - Diktaturfiktionen aus und über Äquatorialguinea del dr Tim Christmann.

En otras, son artículos como El delirio ultra: neonazis negros, falangistas 'morenos' del dr Peligro en Agente provocador de La Felguera. O periódicos como El Plural, que cuando incorporó el blog de información insólita Strambotic, Jaime Noguera nos citó en Así eran los ‘falangistas negros’ de la Guinea Española. En el diario Público, se ilustra el artículo de Henrique Mariño Guineanas falangistas: las mujeres negras de la Sección Femenina con una de las imágenes que hemos recopilado, e incluso cuando el historiador Daniel Rodríguez y el programador informático José Ignacio Naranjo crearon en plena pandemia una genial aplicación sobre vestigios de la guerra civil, El País se hizo eco de la iniciativa en La ‘app’ que recupera restos olvidados de la Guerra Civil, poniendo como ejemplo los vestigios del vapor Fernando Póo que identificábamos en la bahía de Bata.
Incluso en publicaciones especializadas como la Revista de Filatelia nos incluye en el artículo sobre La 'posición Pekín', prisión y lugar estratégico de Juan A. Llacer.

Y en un ejercicio de modernidad, es una satisfacción cuando incluso youtubers como Monaga Bueneke nos incluye en su repertorio dedicando uno de sus programas a los Restos de la guerra civil en Guinea Ecuatorial ¿qué queda en Guinea Ecuatorial después de la colonización?.
Fue una sorpresa, por ejemplo, que el fallido catálogo de vestigios franquistas en Canarias nos citara. Pero eso fue tras el artículo de Adzubenam Villullas, La desconocida calle del franquista de Guinea Ecuatorial en Schamann publicado en La Provincia-Diario de Las Palmas. Replicado por el Diario de Mallorca (el gobernador Juan Fontán nació en Mallorca), incluyendo la referencia a una pregunta parlamentaria impulsada por nuestro trabajo en La polémica en Canarias por una calle al golpista mallorquín Juan Fontán llega al Senado.
Se trata la pregunta cursada por el senador Carles Mulet, truncada por las elecciones.

En ocasiones nos colamos en algún libro. Alberto Quintana, por ejemplo, nos hace algún guiño en Un despropósito ecuatorial - Volumen I de la trilogía Piezas que no encajan. Buscadlo, porque es entretenido y también se aprende.

Hay más...; gracias a todas y todos por confiar en nuestro trabajo.

Pero es la primera vez que nos dedican medio capítulo: el historiador Gustavo Adolfo Ordoño, al que conocéis por su trabajo de difusión en Pax Augusta nos incluyó el año pasado en su libro Guinea española: historia de Guinea Ecuatorial cuando aparecía en los libros de texto:

«Soy editor de un espacio digital sobre Historia Contemporánea y sé que las guerras dan mucho juego dentro del mundo de la divulgación histórica por Internet. Intuía que una búsqueda por ese medio me iba a dar mejores resultados.

En efecto, encontré un blog con el llamativo título de «Calle 19 de septiembre»; ese día de septiembre de 1936 fue cuando se sublevó el bando golpista en Guinea y se supone comienza la contienda en Santa Isabel. Su declaración de contenidos es explícita: Elementos para conocer la guerra civil española en los antiguos territorios españoles del golfo de Guinea. Actual Guinea Ecuatorial. En esta bitácora digital, firmada por un misterioso Colectivo Biafra, se encuentran publicaciones y artículos tan interesantes como apabullantes. Me refiero a que da la sensación de que lo tienen todo, que atesoran por completo la documentación y los artículos sobre la Guerra Civil española en Guinea Ecuatorial y su contexto temporal, previo de la República y posterior de la dictadura, que resulta contradictorio y hasta un poco ingenuo titular este epígrafe con un mucho por saber. Por eso, antes de aprovechar lo que tan gentilmente ofrece a todo aquel que llegue hasta su web, quise saber el crédito que se les podía dar. Tienen cuenta en una red social y a través de ella intenté contactar. Aprecié cierto recelo y no conseguí mucho más que un lacónico: "somos un colectivo universitario ecuatoguineano".

Analizando formalmente su blog, vemos que usan la plantilla sencilla de blooger, el editor de blogs de Google. Eso no quiere decir nada malo, que sea señal de mala calidad en ese espacio digital. Es una estructura sencilla pero que prima el contenido, el texto es lo importante en una página digital de este tipo. Y el contenido de Calle 19 de septiembre es de gran calidad. Bien redactado, con una prosa amena y clara, con nivel universitario. Por tanto, el lacónico dato será cierto, no hay por qué dudar de él. Sin embargo, muchos de los textos son recogidos de artículos pertenecientes a otros medios digitales o de publicaciones especializadas de España. Llegué a sospechar que, en realidad, detrás estuviese un departamento universitario español, de los autores más prolíficos sobre Guinea como los referenciados Gustau Nerín o Enrique Martino. Además, la línea editorial que sigue ese blog del supuesto colectivo universitario de Malabo es la misma de esos autores: perspectiva de los colonizados, anticolonialista y muy crítica con la acción colonial española. Incluso la autoría de alumnos del profesor Nerín no sería descabellada, ha sido miembro de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial (UNGE), impartiendo clases allí varios cursos. No obstante, para ser un colectivo universitario en la misma Guinea Ecuatorial muestran una valiente actitud opositora a las dictaduras y supongo que sabrán lo que es el gobierno de Obiang. Aunque no se ha visto en ese aspecto, el mismo nivel opositor que su recurrente antifranquismo. Una de dos, o son universitarios ecuatoguineanos en el exilio o, en efecto, están detrás de ese blog los profesores e investigadores españoles —y guineanos— más dedicados a la cuestión guineana desde el enfoque del colonizado. Pero otros datos no me concuerdan con esta última hipótesis; que la convierte, lo confieso, en una teoría algo prejuiciosa y de sana envidia, ante tan prolífico —y magnífico— trabajo de estos autores.

Por ejemplo, no me cuadra que los antropólogos catalanes firmen el blog localizándolo en Santa Isabel, Fernando Poo. No logro saber si es un guiño irónico de los autores al colonialismo español o una concesión a la memoria de esos tiempos. En la bibliografía más actual se suele indicar Malabo como la antigua Santa Isabel y luego no vuelve a emplearse la toponimia del pasado colonial. Así, pues, como tampoco firman cada texto que publican, los autores de Calle 19 de Septiembre son un misterioso colectivo universitario que desde la antigua Guinea española nos invitan a dar un paseo por la Santa Isabel de abril de 1931, julio de 1936 y mayo de 1945; por poner las fechas hito de los hechos históricos que más aparecen en su página digital. De esta manera, decidí recurrir a ellos escogiendo aquello que más encajaría en este ensayo y desechando lo ya visto en otros medios o fuentes documentales de conocido crédito. Con eso, con lo recogido en esa web y lo investigado por mi cuenta, retomo la narración a los años finales de la década 1920 y los comienzos de los años treinta; tan determinantes en la historia contemporánea española» y a partir de ahí, se inicia un relato en el que apareceremos de vez en cuando.



martes, 14 de octubre de 2025

La leyenda del cabo

Hubo un tiempo en el que Arturo Pérez-Reverte, el enfant terrible de las letras ibéricas fue enviado especial del diario Pueblo. «Cuando estaba en el diario Pueblo me iba a África, pasaba allí dos meses y a la vuelta decía: "Mira, tengo esto", y lo ponían en primera. Pero eso se acabó». De ese período quedan las crónicas "Guinea Ecuatorial: ahora o nunca" y un rosario de relatos propios y ajenos, que -tal vez- algún día se puedan leer en un único tomo...

Precisamente nos respondía recientemente a nuestra petición de relatos y anécdotas malabenses:


Pero inmisericorde a los pedidos de sus seguidores, no nos contó ninguna (ni del cabo Salomón, ni de su amigo Charlie. Aunque lo de Charlie sería otra entrada).

¿Os damos un adelanto? Sólo una muestra, porque no dudamos que el cabo Salomón da mucho juego:

Empecemos por el contexto:

Una lluvia torrencial cae sobre el aeropuerto de Malabo. El calor de los trópicos, a un par de grados de latitud norte del ecuador, hace brotar del suelo un vapor húmedo que se mete por todas partes...

Y con esa escenografía, introducimos al personaje del cabo, de cuya catadura moral ya nos prevenía Pérez-Reverte en Sobornando, que es gerundio:

(...) en mis tiempos de reportero dicharachero, cuando iba por el mundo con una mochila al hombro, soborné a docenas de fulanos de ambos sexos, en cinco continentes y en varios idiomas. Por esa ventanilla pasó de todo:(...) el cabo Salomón, jefe de policía del aeropuerto de Malabo –a ése ya sólo me faltó ponerle un piso–, que una vez hasta me dejó ver cómo le pegaba una paliza a un ministro del gobierno que no era pamue como él, sino de la tribu bubi.

Unas décadas antes (como 40 años atrás), en caliente y desde Guinea Ecuatorial recogía en Ahora o nunca:

Guinea Ecuatorial es uno de los pocos países del mundo en los que puede verse a un cabo primero echarle la bronca a un capitán. Eso, que para los desacostumbrados ojos de un europeo puede suponer un espectáculo insólito y pintoresco, es aquí un hecho que a nadie sorprende. Especialmente si el protagonista es el ya casi legendario cabo Salomón, jefe del aeropuerto de Malabo, que igual deshace el equipaje a un teniente coronel español que le canta las verdades del barquero a un ministro guineano.

Uno, que es curioso, se fue una noche de copas con el famoso cabo Salomón, y descubrió el secreto. La jerarquía militar de nuestro hombre no se corresponde con la jerarquía que ocupa en su tribu, en la que figura varios puestos por encima de algunos de los miembros del Gobierno, pertenecientes, como él, al núcleo tribal de los esangui. 

Del enviado especial en Guinea Ecuatorial: ahora o nunca

(...) De hecho, en Guinea ocurre algo que antes ilustrábamos con el ejemplo del famoso cabo Salomón: las jerarquías militares no se corresponden con las jerarquías tribales, y cualquier alto cargo, incluso el presidente, necesita contar con la aprobación de las tribus y clanes, especialmente de los hombres de Mongomo. 

Juan Tomás Ávila Laurel, en su Diccionario básico, y aleatorio, de la dictadura guineana igualmente lo razona:

El 3 de agosto, como el 12 de octubre, los guineanos pueden asistir a los desfiles populares y militares, con palco de honor y gastadores haciendo las delicias de los asistentes. En la calle puedes ver a cualquier ciudadano, sobre todo los de la etnia del dictador, con sus galones de una graduación militar, porque en esta fecha se promueven los ascensos. Entonces puede ocurrir que vieras en la calle a una persona de la que sabías que no había hecho el bachiller, que incluso fuera analfabeto declarado, con sus galones de teniente. Y borracho, porque ha bebido con otros para celebrar el Día de las Fuerzas Armadas. (...)

¿Seguimos con Pérez-Reverte?

(...) nuestro país se ha lamentado de que la mayor parte de la ayuda que desde hace dos años prestamos a Guinea Ecuatorial esté desapareciendo en el pozo sin fondo de la corrupción y el "guru-guru". Se habla de envíos enteros de víveres y medicamentos que desaparecen del aeropuerto de Malabo y son vendidos en los países vecinos, como Camerún, sin que lleguen al pueblo guineano al que están destinados y qué tan urgentemente los necesita. 

Todo eso, «...mientras los tiñalpas de la UCD se la cogían con papel de fumar» (sic).

Pero no es sólo Pérez-Reverte; Juan María Calvo en La ocasión perdida también le dedica un par de párrafos al legendario cabo:

La revista Interviú lanza entonces un durísimo ataque contra las autoridades guineanas y los responsables españoles de la cooperación en un reportaje titulado "Guinea; retrato en negro de un fracaso blanco". El semanario afirmaba que se habían perdido unos seis mil millones de pesetas y denunciaba diversas situaciones, comenzando por el estado y funcionamiento de las instalaciones del aeropuerto y los abusos de su máxima autoridad, el entonces cabo Salomón. En aquel tiempo todavía se carecía de ayudas a la navegación aérea, la pista estaba deteriorada y faltaban raquetas en los dos extremos, que obligaban a los aviones de Iberia, especialmente al gigantesco DC-10, a realizar un apurado giro sobre su eje, con el peligro de salirse del asfalto. Tampoco había mejorado la red viaria guineana, ni la hostelería y reinaba el caos más absoluto en la sanidad.

Es una versión edulcorada de JM Calvo, ya que la revista no es nada cariñosa con el cabo: «si encuentra al cabo Salomón y su cohorte, permanentemente bañados en los vahos del alcohol y en los efluvios alucinógenos de la "banga", especie de marihuana tropical...». Mal rollo, si como nos recordaba Pérez-Reverte en el clásico El paraguas de Malabo, «cuando en África un militar tiene mala leche, y además lleva el casco al revés, tiene amarillo el blanco de los ojos y huele a cerveza, la cosa puede ponerse jodida».

Seguimos con el incidente de la valija diplomática en otro capítulo de La ocasión perdida:

(...) La alegría y las buenas relaciones estuvieron a punto de torcerse al ocurrir un incidente grave dos semanas escasas después de la salida de Saénz de Santamaría de Malabo. Unos días antes del 12 de octubre -ya se había retrasado la visita del secretario de Estado para el Comercio- los guineanos descubrieron que unas cajas con unos rótulos que ponía "repuestos para automóviles", dirigidas a la Embajada de España en Malabo, contenían en realidad dos docenas de pistolas.

Juan María Calvo relata cómo cuando el embajador trató de llevarse la valija a Camerún para evitar que fuera forzada llegó a ponerse en movimiento la vieja tanqueta rusa que aún adornaba las instalaciones del aeropuerto. Así las gastaba el cabo Salomón. 

Los guineanos se molestaron profundamente por el engaño y además surgieron rumores de todo tipo con distintas versiones sobre el destino previsto de las pistolas. Unos decían que eran para la dotación de la Policía Nacional española, tras un acuerdo por el que Obiang había permitido al general Saénz de Santamaría que los agentes españoles fueran armados por Guinea. Otros aseguraban que eran un regalo para Obiang y sus ministros y también se llegó a decir que era. una primera partida de un proyecto de armar a los policías guineanos. El hecho se silenció, y las relaciones apenas parecieron sufrir un grave deterioro en aquellas primeras semanas, pero las autoridades guineanas se sintieron engañadas. Desde aquel incidente, el cabo Salomón, responsable de seguridad del aeropuerto, ascendido a sargento, molestó mucho más a los españoles que entraban o salían de Guinea inspeccionado minuciosamente sus equipajes. Los guineanos, aunque no se atrevían a tocarlos, miraban incluso con recelo los paquetes y bolsas que llegaban a la Embajada española conceptuados como "valija diplomática".

Soldados en el aeropuerto
fotografiados por Pérez-Reverte en 1981.

«...quizá fuera realmente sargento. O puede que teniente. Pero para él siempre sería el cabo Salomón. Y aún se vuelve instintivamente cuando percibe olor a ginebra en alguno de los tugurios de la ciudad, con el convencimiento de que le verá ahí, a su espalda, radiografiándole a través de sus Ray-Ban: "Se aseptan los respetos, Secretario..."», matizará el diplomático Francisco Pascual.

Confirmando la leyenda del cabo, el diplomático titulará como El cabo Salomón a uno de sus libros, e inicia esa obra precisamente con un relato sobre él:

Sí, de acuerdo, admito que su nombre era quizá más propio de algún judío errante o empresario aventurero de origen desconocido que de un devoto miembro de las abnegadas fuerzas de seguridad de aquella república africana tan diminuta como arrogante.

Pero, bueno, el caso es que los miembros de la reducida colonia europea solían acudir ritualmente al aeropuerto para presenciar el aterrizaje del avión, como aquellos aldeanos de la España de post-guerra, aún sin televisión, que acudían a la carretera para ver llegar al autobús, comprobar quién subía y bajaba, y comentar durante horas las incidencias de tan singular evento.

El cabo Salomón era un elemento consustancial del aeropuerto, su autoridad máxima y su figura emblemática. El aeropuerto era su feudo, la fuente de sus beneficios y el origen de su reputación, y no podía ser imaginado sin su presencia. Tanto era así que "cabo Salomón" y "aeropuerto" llegaron a hacerse expresiones sinónimas. Si alguno de los europeos comentaba: "Hoy es viernes. Hay avión. Vamos a ver quien viene esta vez", no era raro que otro añadiese: "Vale. Quedamos entonces donde el cabo Salomón".

Y allí estaba, deambulando alerta por la pista, con pasos calculados y talante autoritario, embutido en su uniforme de camuflaje, remangado para dejar a la vista aquellos brazos de ébano pulido, adornados con pulseras doradas, cuyas manos empuñaban como garfios la corta ametralladora colgada del hombro.

A veces, poco antes de la llegada del avión, se subía a un cajón de madera, colocado a tal efecto sobre el asfalto ardiente de la pista, como si ello le permitiera ser el primero en divisar el aparato en la lejanía. O quizá lo hacía para afirmar gráficamente su autoridad desde aquella tribuna improvisada.

Encaramado allí, consultaba su reloj y, cuando el rugido de los reactores comenzaba a escucharse por encima de las copas de las ceibas, colocaba su mano sobre las cejas a modo de visera, marcialmente, como si efectuase un saludo militar. Sus ojos, semiocultos por las Ray-Ban bajo la boina roja de paracaidista, oteaban impasibles el horizonte a la espera de la aparición en el cielo de la familiar silueta del pájaro metálico.

Cuando éste ya se hallaba detenido sobre la pista y el pasaje comenzaba a descender por la escalerilla, el cabo Salomón bajaba lentamente de su podio, se acercaba a la fila de viajeros y miraba con atención a cada uno, como si lo radiografiase. Caminaba junto a los recién llegados con paso quedo y aire de solemnidad, separando los brazos del cuerpo, como los cangrejos, y sin poder evitar las intermitentes elevaciones de su culo respingón. La mezcla de olores, a ginebra y sudor, que inevitablemente le precedía, confirmaba la cercanía de su presencia y facilitaba su localización en caso de aglomeraciones imprevistas.

Si, francamente, aquella figura habría irradiado fiereza de no haber sido porque su aguerrido aspecto quedaba un tanto devaluado por unos botines de tafilete rojo, con su finísima suela terminada en punta, por los que parecía tener especial aprecio, a juzgar por lo impecablemente brillantes que los llevaba siempre.

El diplomático seguirá con un repertorio de diferentes interacciones que caracterizan al cabo:

-Presento mis respetos al agente del orden del Estado soberano y representante de la autoridad legítimamente constituida.

-Se aseptan los respetos, Secretario, repuso complacido el cabo Salomón, muy receptivo a los rimbombantes tratamientos oficiales.

(...)

El cabo Salomón dirigió su mirada escrutadora hacia un grupo de jóvenes monjas europeas que, con sus caras húmedas y enrojecidas, se acercaban a la terminal arrastrando como podían sus pesados bultos.

-¿Esas no "pinchan"?

-No-, contestó el diplomático aflojándose el nudo de la corbata y matando de un manotazo al mosquito que ya le había perforado la piel del cuello.

-¿Por qué?-, quiso saber.

-Porque han decidido dedicarse a algo más importante.

El cabo Salomón le miró estupefacto, como preguntándose qué podía haber en esta vida más importante que "pinchar".

-¿Nunca?-, insistió, cambiando su apoyo a otra pierna.

-Escuche, sargento (el cabo Salomón nunca corregía a su interlocutor las asignaciones erróneas de graduaciones superiores): si le digo que más vale dejarlas tranquilas le digo la verdad.

¿Cómo no van a "pinchar" ni una sola vez en su vida? Eso es imposible, aunque no tengan marido.

O hábiles negociaciones regadas (y resueltas) con generosidad de tragos y variedad de licores...

Eso sí; nos queda la duda de si Francisco Pascual de la Parte realmente sería el joven cónsul que -narraba Pérez Reverte- paseaba el «paraguas, tan digno y grave como si acudiera a una recepción en el palacio de Buckingham, erguido, seguro de sí, aquel secretario de embajada bajó del coche ante el control de los soldados guineanos, y yendo hacia ellos con paso decidido y flema perfecta, balanceándolo con elegancia al caminar, les soltó una larga parrafada en claro y limpio español de Castilla. No sé lo que les dijo, porque me pidió que me quedara en el coche; pero de vez en cuando se volvía y me señalaba con el paraguas».

Otros, como Javier Nart, no dan nombres pero su vivencia en Nunca la nada fue tanto es igualmente esclarecedora:

Cuando las ruedas besaron (como dirían los horteras) el asfalto del aeródromo, fue el momento en que tuve conciencia de la enormidad que había realizado. Que sería el todo o la nada. Y, literal y  físicamente, me acojoné. Y acojonado estaba cuando vi que en nuestra dirección llegaban varios soldados corriendo armados del fusil de asalto kalashnikov y uno solo con la pistola en la mano.

Pero Dios, que aprieta pero no ahoga, iluminó mi mente: cuando el tipo de la pistola, evidentemente el oficial al mando, se encontraba a unos cinco metros de mí, saqué de mi bolso de costado una botella de coñac que traía desde Barcelona. Rápidamente avancé hacia él, lo que le hizo detenerse. Y llegando le extendí la mano con la botella. Él la tomó, yo puse la mano sobre la suya, le impulsé hacia mí y le abracé hipócritamente mientras le decía:

-Estoy muy feliz de haber llegado a Guinea Ecuatorial, compañero.

Había aceptado mi regalo, y tras mi abrazo le debió de parecer impropio "dar pasaporte" a quien se proclamó amigo y, además, invitaba. Sobre todo, entonces aún no lo sabía, porque Macías había perdido el control de la situación.

Y con toda seguridad, porque hacía tropecientos años que no le daba un tiento al coñac español. Debía de estar de vino de palma hasta los mismísimos. Así entré, osado y sin visado, en Guinea Ecuatorial aquel mes de agosto de 1979. Procedimiento que no recomiendo a nadie. Ni a mí mismo.

Juro que no lo volvería a hacer.

Pero no sólo el legendario cabo Salomón destacaba en los 80: Lo contaba Juan Durán-Loriga, el primer Embajador de España en la joven república, una década antes: «El aeropuerto de Santa Isabel nos trajo muy incómodas complicaciones. El ministro de Obras Públicas guineano, antiguo empleado del aeropuerto, había almacenado resentimientos de los que quería desquitarse. Hizo la vida imposible a los españoles encargados de la buena marcha técnica del campo. Estas constantes interferencias ponían en riesgo su funcionamiento. Los funcionarios españoles sólo querían garantizar la seguridad de los aterrizajes y despegues, lo que el ministro interpretaba como afán neo-colonialista».

Pero no debe extrañarnos esa pauta, si como recordaba Pérez-Reverte hace unos años:

De todos modos, para aquellos que han experimentado la extorsión del yangué aduanero en el aeropuerto de Santa Isabel, saben que las mañas del cabo Salomón no eran exclusivas de él... y que éstas le han sobrevivido. Igual, como concluye Gustau Nerín en Un guardia civil en la selva, «en la Administración guineana actual no hay ninguna corruptela que no hubiese sido ya inventada por los colonizadores».

Un último detalle: en ese aeropuerto no todo fue jolgorio..., si tienes un rato, googlea al armador y comerciante Antonio Martínez Liste.

Y ya puestos, no te pierdas:

Ojalá algún día conozcamos más anécdotas malabenses del enviado especial del diario Pueblo.

domingo, 12 de octubre de 2025

En estos días en que se cumple un aniversario más de la gloriosa efemérides...

Hoy se cumplen los 57 años de la joven república de Guinea Ecuatorial. Unos meses antes de la independencia, en pleno aniversario de golpe de Estado de 1936, Franco dirige un mensaje a los Guineanos, a través de Manuel Fraga Iribarne: "En estos días en que se cumple un aniversario más de la gloriosa efemérides de nuestro Movimiento en la vida española (...) Vosotros, mejor que nadie, sabéis hasta qué punto España ha procurado, en todo momento, desde que la paz volvió a nuestra Patria, atender a vuestras necesidades presentes y prever vuestro futuro. De las provincias guineanas España ha sabido hacer un territorio ejemplar, que se compara favorablemente, en el orbe africano en que se halla inscrito, por el nivel de vida, por el estado sanitario, por el número de alfabetizados, por tantos datos que acreditan su progreso. Pero, sobre todos esos bienes, el Gobierno español os ha traído el más deseable de todos: el bien de la paz. En un continente convulsionado por las luchas raciales, tribales y sociales, en el que determinados pueblos han caído en ciertos momentos en niveles próximos a la anarquía, las provincias de Guinea han vivido en paz, en trabajo y en orden, en una línea constante de progreso y de confianza, sin los que todo intento de mejoramiento hubiese sido imposible". 

Unos días antes, Castiella afirmaba en las Cortes que "en Guinea empieza a amanecer" [grandes aplausos], seguido de una intervención de Pilar Primo de Rivera para dar las gracias a los procuradores guineanos por la colaboración que habían prestado a las Cortes.

Pero ¿el Gobierno español os ha traído el más deseable de todos: el bien de la paz?
Entonces, ¿no hubo guerra civil en territorio ecuatoguineano? Lo cierto es que sí: el territorio y sus pobladores no fueron ajenos ni al conflicto y ni a sus consecuencias.

Un 18 septiembre, la Guinea Española se acostó republicana.... y a la mañana siguiente, nada volvió a ser igual.

En este blog, te facilitamos algunas piezas para que puedas armar tu propio puzzle.
Acompáñanos en este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel.

Franco recibiendo las credenciales del embajador de Guinea Ecuatorial, Esteban Nsue. Gregorio López Bravo, ministro de asuntos exteriores, con Franco, en el palacio de oriente, junto al balcón de la sala de la Reina Cristina.



Por cierto... si tienes un rato, no te pierdas:

viernes, 10 de octubre de 2025

No dice nada interesante

Los hermanos Juan y Pedro Medina Sanabria son fuente de inspiración e información para este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel. Y el Blog de Pedro Medina Sanabria | Memoria e Historia de Canarias hace un trabajo constante de difusión, por lo que merece la pena bucear un rato por sus páginas. Hoy, recuperamos la vieja entrada: 


NO DICE NADA INTERESANTE RESPECTO AL MOMENTO DEL BOMBARDEO

U.4,917,804

54

DON JUAN FONTAN LOBE, CAPITAN DE ARTILLERÍA Y JUEZ NOMBRADO PARA EL ESCLARECIMIENTO DE LOS HECHOS OCURRIDOS EN EL VAPOR «FERNANDO POO» EL 14 DE OCTUBRE DE 1936.

C E R T I F I C O: Que a mi presencia y actuando como Secretario Alfonso Manrique de Lara Fierro, Sargento del Batallón de Voluntarios de Las Palmas, se presenta el Segundo Oficial Francisco Seguí Darder, de la tripulación del “Fernando Poo”, que manifiesta lo siguiente:

No dice nada interesante respecto al momento del bombardeo.- –

Sabe que habían seis fusiles abordo y que estaban repartidos, dos para los camareros, dos para los engrasadores y dos para los marineros.- –

Sabe que el Delegado de los Radiotelegrafistas Francisco Pérez Rodríguez, propuso que se pusieran los fusiles en el puente.-

Sabe que Martorell tenía pistola.- –

Vió como Antonio Tarí se tiró al agua, y oyó, decir que antes de hacerlo andaba con una pistola en la mano.- –

Sabe que los camareros hacían guardia donde estaban recluidos los Padres.- –

Y en prueba de conformidad firma el presente con S.S. y yo el Secretario que doy fé, en Santa Isabel a 17 de Octubre de 1936.

[Firmas rubricadas de JUAN FONTÁN LOBÉ, FRANCISCO SEGUÍ DARDER, y firma abreviada de ALFONSO MANRIQUE DE LARA FIERRO].

CERTIFICO asimismo que, con objeto de ampliar la precedente declaración se presenta el propio declarante manifestando lo siguiente:

Dice que vió prestar servicio de guardia en el puente antes de llegar a Bata, a Antonio Tarí y al barbero Caparrós; en la cubierta de botes vió prestar guardia al timonel de retén (no sabe quien) y a 5 ó 6 marineros- –

Le dijeron que el enfermero Manuel Diaz Diaz estaba con fusil en proa.- –

Filló le dijo que habían pasado demasiado cerca de tierra y que había tenido que apaciguar los ánimos ya que querían tomar represalias, por tal cosa, con el Capitán y Oficiales.- –

Dice que la guardia de abordo se hacía sin conocimiento del comité, no sabiendo quien la ordenó, pero el enfermero Manuel Diaz Diaz había sido mandado, según le dijeron por Antonio Tarí. –-

Dice que a la llegada a Bata, el Comité ordenó tomar precauciones, estableciéndose por indicación de Calvo, una guardia armada en los portalones.-

Que Antonio Tarí distribuyó los dos fusiles de los camareros, Que entre otros prestaron esta guardia los timoneles (Antonio Dieste Ojea, Rafael Ginart y Manuel Pérez Teira). –

Dice que él concurrió a una Asamblea en tierra a la que asistió todo el Comité, excepto el telegrafista Francisco Pèrez Rodríguez y además unos treinta hombres de la tripulación – –

En dicha Asamblea no se trató del traslado de los Padres abordo. Hablaron en la misma en términos extremistas, Antonio Tarí, Filló y el barbero Caparrós. Filló habló sobre los Comités de defensa y de control.-

Dice que en una cena donde estaban Filló, Antonio Tarí, Caparrós y Seguí (el telegrafista Francisco Pérez Rodríguez no quiso asistir regresando abordo), Guardia Colonial y algunos paisanos de tierra; propusieron el traslado de los Padres presos abordo Antonio Tarí y Caparrós, oponiéndose Fontanet.-


U.4,917,805

55

Y en prueba de conformidad firma el presente con S.S. y yo el Secretario que doy fé, en Santa Isabel a 9 de Noviembre de 1936.

[Firmas rubricadas de FRANCISCO SEGUÍ DARDER, JUAN FONTÁN LOBÉ, y firma abreviada de ALFONSO MANRIQUE DE LARA FIERRO].

Cfr.: Archivo del Tribunal Militar Territorial 5.- 9342-297-21.- Causa 24 de 1937.- Folios 54 y 55.