CB

Mostrando las entradas para la consulta ayala ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta ayala ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

sábado, 2 de marzo de 2019

El declive de un tirano de Gustau Nerín

Para conocer sobre África en general y sobre Guinea Ecuatorial en particular, no hay mejor guía que Gustau Nerín. Algunas entradas de este paseo por la Calle 19 de Septiembre, como por ejemplo el dedicado a La Sección Femenina, serían difíciles de entender sin su trabajo previo.
Y entre sus muchos textos, hay uno de referencia obligatoria: Un Guardia Civil en la selva.
Se trata del Teniente Ayala, al que ya se ha incluido en varias anotaciones del blog.
Merece la pena, sin embargo, dedicar especial atención al capítulo El declive de un tirano del libro de Gustau:

(...) La situación, en Guinea, era mucho más tranquila que en la convulsa metrópolis. Durante las primeras semanas de la guerra, Ayala colaboró con el Frente Popular. Su militancia, pese a todo, era más bien discreta: publicó un panfleto en defensa de la República, pagó 150 pesetas para ayudar a las familias de los republicanos perseguidos y, de vez en cuando, tomaba una copa con el jefe militar de las fuerzas leales (Ayala tenía un bar con terraza en Bata, cerca de la playa, donde se reunían los simpatizantes de la República). Pero, por otra parte, el comerciante y hostelero protegió a varios oficiales de la Guardia Colonial confinados por golpistas. El capitán Ayala fue distanciándose progresivamente de sus compañeros de partido, y en especial a partir de septiembre de 1936, cuando a Bata llegaron noticias de la sublevación de la Guardia Colonial en Santa Isabel y de que los franquistas controlaban la isla de Fernando Poo. Fue en aquel momento cuando los republicanos del Muni se radicalizaron. Los izquierdistas más extremos ganaron influencia y se endureció la persecución de religiosos y colonos sospechosos de apoyar el golpe. Ayala, que estaba en Bata, se enteró de que pretendían encarcelar a los claretianos de la misión de Nkué y les advirtió del peligro. A través de un guineano, les envió una nota muy concisa: «Situación terrible, márchense llevando sólo lo preciso». Un par de religiosos huyeron. Los demás decidieron quedarse en la misión. Al cabo de pocos días, los claretianos fueron arrestados y trasladados a una finca de Bata, primero, y luego a un barco anclado ante la ciudad. La radicalización no fue mucho más lejos; en el Muni no hubo colectivizaciones, ni combates callejeros, ni bombardeos aéreos, ni «paseos», ni milicianos en mono de trabajo… En Bata, con guerra o sin ella, reinaba el relajamiento tropical. Poco después, el propio Ayala huyó de Guinea. Se fue a Camerún sin levantar sospechas, porque solía hacerlo por motivos de negocios. Desde allí escribió una carta al jefe militar de los republicanos, un buen amigo suyo, para explicarle su postura: «Sólo digo que estando usted solo, muy bien, habría tranquilidad, después no». En otra carta insistía en ello: «La vida, desde que V. no tiene solo el mando, no es tranquila, ni es vida […] Ojalá no pase nada y todo acabe bien». En Camerún, al principio, Ayala adoptó una posición muy ambigua. Denunció ante las autoridades francesas a un alemán que supuestamente espiaba para Franco. Pero, simultáneamente, mantuvo contactos con un par de funcionarios coloniales reaccionarios que habían huido de Guinea. El 14 de octubre de 1936, mientras Ayala permanecía en Camerún, un barco artillado con fuerzas marroquíes y voluntarios franquistas atacó Bata. Sin previo aviso, agredió a cañonazos tanto la ciudad como el barco que había anclado ante su playa. Las bombas tan sólo acabaron con tres personas: unos misioneros cautivos en el buque. Los combates, en Guinea, no causaron muchas más víctimas mortales. Los blancos republicanos huyeron en masa de Bata a toda prisa, rumbo a Ebibeyín, para exiliarse en Camerún. Se iban a pie, en condiciones extremas, porque habían abandonado sus hogares lo más rápido posible. Según algunos guineanos, testigos de la huida, había incluso niños blancos desnudos. Prácticamente todos los colonos de izquierdas del Muni pudieron escapar a las vecinas colonias francesas. Sólo [Alejandro Torres García] un militante del Frente Popular se resistió al avance franquista; era un viejo colono que había destacado, años atrás, por sus críticas al autoritarismo de Núñez de Prado. Aquel hombre se atrincheró en un remoto destacamento del sur de Guinea y murió con el fusil en la mano, en pleno corazón de la selva ecuatorial. Cuando los franquistas controlaron el territorio, Touchard, que ya era capitán, fue nombrado subgobernador de Bata. Ayala no abandonó Camerún, sino que sondeó la situación para comprobar si era prudente volver a Guinea. Todavía no lo era. Algunos colonos republicanos habían sido ejecutados. Y varios refugiados que habían decidido regresar a la colonia española, porque no habían jugado ningún papel político destacado, sufrieron penas de cárcel. Un funcionario franquista fue detenido en Bata por el mero hecho de haberse entrevistado con el capitán Ayala en un viaje a Camerún. Al ver que su situación no mejoraba, el ex reclutador envió una carta a Touchard pidiéndole permiso para ir a Toledo a ver a su familia; le aseguraba que, tras saludar a sus parientes, se presentaría ante Franco para que «hicieran con él lo que quisieran: o mandarle al frente o que le mataran». Ayala aseguraba que «él había sido un equivocado, que él se sentía arrepentido y que por lo mismo sentía más deseos de ir a España a luchar para poder quedar limpio de sus culpas». Incluso le aseguró a Touchard que estaba dispuesto a alistarse en la Legión para luchar contra los republicanos como legionario de a pie. Pese a sus solemnes promesas, cuando Ayala constató que las cosas no acababan de quedar claras, lejos de marcharse a la metrópolis como legionario, se limitó, prudentemente, a pasar una temporada más en Camerún. La administración colonial le procesó in absentia. El instructor del caso era, precisamente, Eugenio Touchard, ex colaborador suyo en la época del reclutamiento forzoso. Durante el juicio, algunos colonos derechistas declararon en contra de Ayala, pero las pruebas que presentaron eran poco sólidas: antipatía por los religiosos, comentarios irreverentes, amistad con colonos de izquierdas… La única imputación seria era que de vez en cuando, durante la guerra, se había reunido con los líderes republicanos. La sentencia, al fin, fue condenatoria, porque Touchard no tuvo en cuenta lo que Ayala había hecho — muy poca cosa—, sino lo que no había hecho, que era mucho. En la sentencia se argumentaba que las clases de la Guardia Colonial habían demostrado sus sentimientos derechistas y que, si no se habían sumado a la rebelión militar, era porque Ayala no lo había hecho, ya que el capitán era todo un referente para las fuerzas del cuerpo. El documento dejaba constancia de que, si él hubiese querido, la colonia entera se habría revelado, aunque ya no fuese militar: «Poco trabajo le habría costado al capitán Ayala hacer decidir la suerte de la Guinea a favor de la causa nacionalista». Todos los bienes del capitán fueron requisados. Ayala no compareció ante el tribunal, pero seguía de cerca su procesamiento. Vivía en la ciudad camerunesa de Ambam, a veinticinco kilómetros de la frontera, con su mujer —la fang guineana— y dos hijos mestizos. Para ganarse la vida, regentaba la factoría de un comerciante griego instalado en otra localidad de Camerún. En aquel establecimiento, Ayala tenía como empleado a un ciudadano británico que vivía en Mikomeseng pero pasaba largas temporadas en Ambam. El inglés, al volver de Guinea, informaba detalladamente al factor a propósito de la evolución de sus asuntos legales. Con tal de que le devolvieran sus propiedades, Ayala se mantenía en estrecho contacto con las autoridades franquistas. No le resultaba complicado: muchos de los altos cargos designados por los militares golpistas habían colaborado anteriormente con el capitán. Ayala tenía cierta amistad con el nuevo administrador de Ebibeyín, un médico de la sanidad colonial; de vez en cuando, el ex reclutador viajaba hasta la frontera entre Guinea y Camerún para entrevistarse con él. Algunos responsables de la Administración camerunesa se mostraban inquietos por aquellas reuniones: sospechaban que Ayala se dedicaba al espionaje para las autoridades franquistas, con el objetivo de recuperar sus propiedades; otros funcionarios creían que estaba a sueldo de sus antiguos socios alemanes. Ni unos ni otros hallaron pruebas concluyentes; es probable que sus sospechas fueran infundadas. En julio de 1937 Ayala viajó a Francia. Se embarcó en Duala y abandonó el barco en Burdeos. Desde allí se dirigió al País Vasco francés, donde se entrevistó con algunos altos cargos franquistas y les solicitó la devolución de los bienes que se le habían requisado. Los responsables del Gobierno de Franco le indicaron que, para tramitar su petición, tenía que dirigirse a Burgos. Pero Ayala, prudente, no cruzó la frontera. Sabía que en España podía sufrir penas de cárcel o incluso ser ejecutado. Lo conveniente era esperar. Regresó a Ambam. Ayala, que había sido un potentado en Guinea, vivía ahora en Camerún de forma bastante miserable. Aun así, conservaba su proverbial habilidad para las relaciones públicas, que tan útil le había resultado en Santa Isabel. Llegó a ser muy amigo del jefe de la circunscripción. Solían cenar juntos a menudo. Según un alto funcionario francés, que llevó a cabo una gira de inspección por la región de Ambam, «Ayala es recibido en el hogar del administrador como si fuera el niño de la casa, y se habla delante de él abiertamente». El jefe de la circunscripción de Ambam no era el único que apreciaba al exiliado; al parecer, en aquella aburrida ciudad del sur de Camerún, el capitán no tardó en volverse muy popular: «Es el hombre imprescindible, el cuarto jugador en las partidas de bridge, o la pareja en el tenis…» El comerciante disponía del único vehículo particular de la ciudad y lo utilizaba para hacer favores a los blancos de la circunscripción: «Ayala es quien va a buscar pequeños regalos a Ebolowa o a Yaundé…» En una ocasión, a finales de 1938, llegó a alquilar su coche al administrador de Ambam, que debía ir al Muni en viaje «privado» (en realidad se trataba de una misión de espionaje). El estatus de Ayala en Camerún fue consolidándose poco a poco. En 1940, al ver que su regreso a Guinea aún podía retrasarse más, abrió una fonda en Ambam. En el establecimiento, mucho menos lujoso que el que le habían requisado en Bata, acogía a los españoles que salían del Muni rumbo a Duala o Yaundé. De ese modo, se mantenía puntualmente informado sobre la evolución política de la colonia española. No perdía, al parecer, la esperanza de regresar a sus dominios. Pero su situación distaba mucho de mejorar. En 1940, Ayala fue procesado de nuevo por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Canarias. Por los «delitos» políticos que había cometido durante la República y la Guerra Civil, fue condenado a pagar 300.000 pesetas; 100.000 al acto, y 200.000 en un plazo de cuatro años. Era una multa muy elevada para la época. Quienes la imponían, sin duda, disponían de información muy fiable sobre los bienes que poseía el ex reclutador. Además, el tribunal condenó al oficial a una pena de destierro de tres años y un día. La familia Ayala abonó enseguida el importe del primer pago. La madre del oficial, residente en Madrid, no tardó en presentar un recurso en el que solicitaba la anulación del resto de la sanción. Alegaba que Julián Ayala había abandonado Guinea por sus desavenencias con el régimen republicano y que nunca había destacado como izquierdista. Pero la apelación de su madre fue desestimada. El tribunal político argumentó que no veía motivo alguno para indultarle. Ayala siguió defendiéndose legalmente. A través de un intermediario, solicitó un permiso para volver al territorio del Muni ante el subgobernador de Bata que había relevado a Touchard. A partir de aquello, la pista de Ayala se pierde. Pero pronto volvemos a encontrarla: regresó a España durante los siguientes meses. El 28 de marzo de 1942, el hombre que había sido todopoderoso teniente en Mikomeseng murió en una clínica de Barcelona a causa de una crisis hepática. Tenía cuarenta y seis años y una larga estela de crímenes a sus espaldas. (…)

Casi un año antes, en mayo del 1941, un Consejo de Guerra de Oficiales Generales designado para ver y fallar la Causa instruida en el procedimiento sumarísimo contra el Capitán Ayala le condenó a 6 años de prisión, ya que "es evidente que se ausentó de Bata en víspera de la llegada de las Fuerzas Nacionales y una vez en el extranjero no hizo nada por unirse a dichas fuerzas como era su deber, no solo de honor, por el uniforme que vestía sino por estar obligado a ello por disposiciones emanadas de las Autoridades Nacionales que disponían la obligatoria presentación de todos los retirados extraordinarios y por tanto ha infligido sus deberes militares ejecutando actos que constituyen el delito de negligencia previsto y penado en el párrafo segundo del artículo doscientos setenta y siete del Código de Justicia Militar". Medio año después, en octubre, se publica un orden concediéndole la libertad condicional de la Prisión Militar Castillo de San Francisco del Risco, de Las Palmas de Gran Canaria.
Cuenta igualmente con sendos expedientes de indulto del Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas: el primero de 1942 de procedente de la Audiencia Provincial de Juzgado de Instrucción de Santa Isabel y el segundo de 1958, procedente Audiencia Provincial de las Palmas.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Capitán de la Guardia Civil Julián Ayala Larrazábal condenado a 6 años

¿Recodáis al Tenienta Ayala?

El blog "Memoria e Historia de Canarias" de Pedro Medina Sanabria recoge diferentes y variados documentos. Entre otros:

ACTA DEL CONSEJO DE GUERRA CONTRA JULIÁN AYALA LARRAZABAL
ACTA DE CELEBRACION DEL CONSEJO DE GUERRA DE OFICIALES GENERALES


En Las Palmas de Gran Canaria a treinta y uno de mayo de mil novecientos cuarenta y uno.

Se extiende la presente en cumplimiento de lo preceptuado en el artículo 585 del Código de Justicia Militar para hacer constar:

Que en dicha fecha y siendo las once horas se reunió en la Sala de Justicia del Cuartel de San Francisco del Regimiento de Infantería Canarias número treinta y nueve de esta Plaza, el Consejo de Guerra de Oficiales Generales para ver y fallar la Causa instruida contra el Capitán de la Guardia Civil retirado extraordinario DON JULIAN AYALA LARRAZABAL, por el presunto delito de Auxilio a la Rebelión; dicho Tribunal se hallaba constituido por el Excmo. Señor Don Francisco García Escámez,  Gobernador Militar de esta Plaza como Presidente; por los Coroneles de Infantería Don José Baldellón Silva, Don Eduardo Rodríguez Couto, Teniente Coronel de Artillería Don Luis de Conde Figueroa, Teniente Coronel de Infantería Don Carmelo Guzmán González y Teniente Coronel de Ingenieros Don José Pinto de la Rosa como Vocales; con asistencia del Ministerio Fiscal, representado por el Teniente Coronel de Artillería Don Juan Mora Soto y del Capitán de Complemento de Artillería Don Francisco Hernández González como Defensor, no hallándose presente pero a la del Consejo el procesado.

Leído el Apuntamiento por el Juez Instructor, en que se dio cuenta de la Causa, en Audiencia Pública, la Defensa interesó se citara a comparecer ante el Consejo al Comandante de Infantería Don Natividad Calzada Castañeda quien a preguntas del mismo, manifiesta:  Que fue Subgobernador de la Guinea y que sabe que el Capitán  Ayala perteneció a la Guardia colonial y que no tiene ideas extremistas; que muchas personas de derechas se marcharon al Camerún, ya que corrió la voz de que el Tabor de Tiradores de Ifni, cometía toda clase de atropellos.

También a preguntas de la Defensa el Capitán de la Guardia Colonial, Don Agustín Cabrera Sánchez, manifiesta que la labor desarrollada en la Guinea Continental por el Capitán Ayala ha sido muy buena y que sabe que circularon unas listas en las que no decía que personas refugiadas en el Camerún podían volver al Continente y cuales nó.

A continuación hizo uso de la palabra el Señor Fiscal quien después de hacer un breve resumen de la los hechos sumariales, termina pidiendo, para el procesado como Autor responsable de un delito de abandono de destino y residencia previsto en el párrafo segundo del artículo 283 y penado en el 285 del Código de Justicia Militar solicitando se imponga al mismo una pena de SEIS AÑOS Y UN DIA de Prisión Militar mayor con pérdida de empleo y demás accesorias y sin responsabilidades políticas que exigir.

La Defensa en su informe solicitó para su patrocinado la libre absolución.

Llamado a presencia del consejo el procesado y preguntado por el Excmo. Sr. Presidente si tenía algo que exponer, contestó que no, quedando inmediatamente reunido el Consejo de Guerra en sesión secreta para deliberar y dictar sentencia, de todo lo cual doy fé, asimismo se hace constar que asistió al acto como Vocal Ponente el Auditor de Brigada Don Francisco Munilla.

[Firma de DIEGO FIGUEROA MANRERA, Coronel Juez Instructor].


          Vº Bº

EI Presidente del Consejo,

[Firma del General FRANCISCO GARCÍA ESCÁMEZ]

Cfr.: ATMTQ 13061-421-1.- Causa 360 de 1936.- Folio 276.

---

CAPITÁN DE LA GUARDIA CIVIL JULIÁN AYALA LARRAZÁBAL CONDENADO A 6 AÑOS

S E N T E N C I A

En la Plaza de Las Palmas de Gran Canaria a treinta y uno de mayo de mil novecientos cuarenta y uno, reunido el Consejo de Guerra de Oficiales Generales designado para ver y fallar la Causa instruida en el procedimiento sumarísimo al Capitán de la Guardia Civil en situación de retirado extraordinario DON JULIAN AYALA LARRAZABAL, pro el presunto delito de Auxilio a la Rebelión Militar: Oída la Acusación Fiscal y la Defensa, las manifestaciones de los testigos  examinados ante el Consejo

RESULTANDO que el Capitán de la Guardia Civil DON JULIAN AYALA LARRAZABAL se encontraba en situación de retirado extraordinario al iniciarse el Alzamiento Nacional el día dieciocho de julio de mil novecientos treinta y seis, dedicado a sus asuntos propios en la Colonia Continental Española del Golfo de Guinea y principalmente en Bata, sin que antes de la indicada fecha aparezca en los autos actuación alguna del procesado Ayala que pueda calificarse como afecto a la política de izquierdas de la fenecida Republica; pero al hacerse dueño de la Colonia los elementos marxistas continuó en su habitual residencia sin ejecutar acto alguno de adhesión o auxilio a religiosos valiéndose de sus relaciones de amistad ellos sino que por el contrario favoreció a elementos de derecha, Oficiales y religiosos valiéndose de sus relaciones de amistad con los dirigentes, hasta que esperándose la llegada del barco Fernando Poo con fuerzas Nacionales con tripulación roja y convocada una reunión por los dirigentes rojos, para acordar la actitud que había de adoptarse ante aquel hecho, huyó al Camerún francés el día veinticuatro de Septiembre de mil novecientos treinta y seis para no tomar parte en la reunión y eludir la responsabilidad que pudiera caberle en los acuerdos que en aquella junta se tomara, permaneciendo en aquella colonia francesa hasta el cuatro de mayo de mil novecientos cuarenta en que se presentó en Ebebeyin a las Autoridades españolas.

CONSlDERANDO que como claramente se expresa en los hechos consignados anteriormente y que se estiman probados, no puede deducirse que el encartado Ayala estuviera adherido espiritualmente al ideal marxista con anterioridad al dieciocho de julio de mil novecientos treinta y seis, ni tampoco que ejecutara después actos que permitan suponer esa adhesión o auxilio a la causa roja; pero si es evidente que se ausentó de Bata en víspera de la llegada de las Fuerzas Nacionales y una vez en el extranjero no hizo nada por unirse a dichas fuerzas como era su deber, no solo de honor, por el uniforme que vestía sino por estar obligado a ello por disposiciones emanadas de las Autoridades Nacionales que disponían la obligatoria presentación de todos los retirados extraordinarios y por tanto ha infligido sus deberes militares ejecutando actos que constituyen el delito de negligencia previsto y penado en el párrafo segundo del artículo doscientos setenta y siete del Código de Justicia Militar, del cual es responsable en concepto de autor por participación directa y voluntaria el procesado Capitán retirado de la Guardia Civil DON JULIAN AYALA LARRAZABAL debiendo servirle de abono para extinguir la condena toda la prisión preventiva sufrida y sin que exista responsabilidades civiles que exigir

VISTO los preceptos legales aducidos y los de general aplicación del Código Penal y de Justicia Militar.

FALLAMOS que debemos condenar y condenamos al procesado DON JULIAN AYALA LARRAZABAL como autor del delito de negligencia apuntado a la pena de SEIS AÑOS de prisión militar correccional con la accesoria de separación del servicio y siéndole de abono para extinguir la condena todo el tiempo de prisión preventiva que ha sufrido como consecuencia de la tramitación de esta causa.

Así por esta nuestra sentencia lo declaramos y firmamos.


[Añadido este texto manuscrito:

Entre líneas “con tripulación roja” vale.

Lo tachado “con fuerzas nacionales” no vale

A renglón seguido vienen las firmas de FRANCISCO GARCÍA ESCÁMEZ, JOSÉ BALDELLÓN SILVA, EDUARDO RODRÍGUEZ COUTO, JOSÉ PINTO DE LA ROSA, LUIS DE CONDE FIGUEROA, CARMELO GUZMÁN GONZÁLEZ, y FRANCISCO MUNILLA.

Cfr.: A-TMTQ 13061-421-1.- Causa 630 de 1936.- Folio 177.

lunes, 10 de enero de 2022

La cuadrilla de Ayala

Para conocer sobre África en general y sobre Guinea Ecuatorial en particular, no hay mejor guía que Gustau Nerín. Algunas entradas de este paseo por la Calle 19 de Septiembre, como por ejemplo el dedicado a La Sección Femenina, serían difíciles de entender sin su trabajo previo.

Y entre sus muchos textos, hay uno de referencia obligatoria: Un Guardia Civil en la selva.
Se trata del Teniente Ayala, al que ya se ha incluido en varias anotaciones del blog.
Merece la pena, sin embargo, dedicar especial atención al capítulo El declive de un tirano del libro de Gustau:
La Guerra Civil dividió a los miembros de la red de reclutamiento de Ayala. Núñez de Prado cayó durante los primeros días del conflicto. El 18 de julio de 1936, gracias a sus intrigas políticas, ocupaba el cargo de director general de Aeronáutica. Hacía tiempo que colaboraba en la vigilancia de los círculos militares reaccionarios y se le consideraba uno de los principales generales republicanos. Por eso, al enterarse el  Gobierno de que la guarnición de Zaragoza había protagonizado un alzamiento armado, le envió allí para que abortara la rebelión. No pudo hacer nada. Al aterrizar en la capital aragonesa, fue arrestado por los golpistas. Lo ejecutaron sin mediar juicio alguno. Nunca llegaría a ser nombrado conde de Guinea, como proponía el servil Arija. El bando franquista jamás reconoció aquella ejecución. Cuando, años más tarde, la viuda del general pidió explicaciones sobre su paradero, le ofrecieron una partida de defunción en la que únicamente se indicaba que había «desaparecido» en agosto de 1936.
La mayoría de los oficiales que habían servido junto a Ayala en la Guardia Colonial se unieron al bando franquista. Tomás Buiza estaba el 18 de julio en Barcelona. Mantuvo una postura ambigua: no se sumó a la revuelta militar, pero ayudó a escapar a algunos de los guardias civiles rebelados que se habían atrincherado en el convento de los carmelitas de la Diagonal. Al cabo de un tiempo, huyó de Cataluña por la frontera francesa y se pasó a la zona insurgente. Pero no le recibieron con los brazos abiertos. Se le juzgó por no haberse rebelado a tiempo y fue condenado a la pérdida de ocupación y a una pena de cárcel (simultáneamente, se le juzgó en rebeldía por parte de los republicanos, que le condenaron a cadena perpetua).
La actitud de Rafael Carrasco de Egaña fue más clara. Al estallar el golpe estaba en Vilanova i la Geltrú, uno de sus lugares habituales de residencia; en 1934 ya había contribuido, como jefe del cuartel de la Guardia Civil del municipio marítimo, a aplastar la insurrección independentista del 6 de octubre (en aquella ocasión le habían nombrado delegado del Gobierno en Vilafranca del Penedés, y había destacado  por la persecución de militantes de izquierdas y catalanistas). En julio de 1936, pese a estar destinado en Granada, pasaba unos días en Vilanova, de permiso. Se sumó a los rebeldes, pero acabó detenido y fusilado. Eugenio Touchard también apoyó a los golpistas. Cuando estalló la guerra estaba en Palencia, como capitán de la Guardia Civil, y se puso a disposición de los generales derechistas. Como era buen conocedor de Guinea, en enero de 1937 le enviaron a Bata como subgobernador de la Guinea Continental. Al dejar el Ejército, Touchard se estableció en el Muni, donde murió, en 1953, por una intoxicación de setas venenosas.
Casi todos los pilotos de la Patrulla Atlántida lucharon en el bando golpista, y uno de sus aviadores llegaría a ocupar altos cargos durante el franquismo. Fernando de Carranza, un subgobernador de Elobey que había colaborado en los negocios sucios de Ayala, accedió a una plaza todavía más notoria: fue el «hombre de paja» de Franco en la HISMA, empresa hispanoalemana que gestionaba la entrega de armas del Tercer Reich a las fuerzas franquistas. García Loygorri, que seguía en el Muni, lideró un intento de revuelta de los colonos derechistas contra la República; aquel intento fracasó, pero los  republicanos permitieron que huyese. Cuando las tropas franquistas tomaron el control de la colonia, fue recompensado con varios cargos en el Gobierno colonial (aunque durante la República se le hubiera condenado a «postergación perpetua para el ascenso», por su implicación en la trata de negros). Su compañero David Carrillo también se sumó al levantamiento. Aunque en 1933 le hubieran cesado de la Administración colonial por su implicación en las redes de reclutamiento, tras el golpe se reincorporó a la función pública en Guinea gracias al amparo que le proporcionaron destacados franquistas.
En cambio, en julio de 1936, Ayala no lo dudó ni por un instante y se alineó con el Frente Popular, aunque años atrás hubiera destacado por la organización de celebraciones de carácter monárquico. Al parecer, el factor determinante de dicha decisión fue su anticlericalismo (una vez había llegado a afirmar que él apoyaría a quienes «terminaran de una vez por todas con los curas y misioneros»). En realidad, las polémicas políticas de la metrópolis llegaban con escasa virulencia a Guinea. Así, pues, la guerra nunca estuvo acompañada por la gran oleada de violencia que sacudió los cimientos de la metrópolis. El gobernador del momento intentó minimizar el conflicto; pretendía, sobre todo, ocultar ante los negros la división interna entre los colonizadores. En Guinea se impuso la moderación; en un primer momento, en el Muni, incluso se prohibió el Frente Popular, aunque fuera el partido que gobernaba en Madrid. Aun así, los republicanos adoptaron ciertas medidas para controlar a los claretianos, a quienes consideraban -y razón no les faltaba- los principales instigadores de la reacción en la colonia.

martes, 14 de mayo de 2019

El santoral ecuatoguineano

La guerra civil no sólo marcó el calendario de festivos con su propia festividad local de "19 de Septiembre" o los consabidos "Día del Caudillo" y "Día del Alzamiento Nacional", celebrados en toda España. Igualmente supuso -décadas después- la trágica ampliación del santoral local.

Es un proceso que se ha prologado hasta fechas recientes: a algunas de las víctimas del conflicto en España se les ha reconocido la condición de beatos, y de éstas hay varias que dedicaron gran parte de su vida a la labor misionera en los territorios españoles del golfo de Guinea.

Así como en su día fue importante para los fieles nicaragüenses la beatificación de la salesiana María Romero o en Guatemala la del franciscano Pedro de San José Betancur, igualmente son significativas estas beatificaciones para el contexto ecuatoguineano.

Hno. Antonio Vilamassana
CMF
Los Misioneros del Corazón Inmaculado de María, de san Antonio María Claret, han contribuido al santoral ecuatoguineano con:
  • Andreu Feliu Bartomeu, trabajó en estas tierras africanas de 1903 a 1934. Beatificado en 2013.
  • Pau Castellà Barberà, destinado en las misiones de Fernando Poo desde 1893 a 1908. Beatificado en 2013.
  • Antoni Vilamassana Carulla, destinado 30 años en Guinea Ecuatorial. Beatificado en 2013.
  • Cirilo Montaner Fabré, párroco de Santa Isabel de 1904 a 1915. Beatificado en 2017.
  • Josep Ros Nadal, de 1904 a 1907, su centro principal de operaciones fue Annobón. Beatificado en 2017.
  • Pere Vives Coll, de 1908 a 1918, su primer destino fue Banapá, luego Basilé y finalmente San Carlos. Beatificado en 2017.
  • Manuel Font Font, misionero en Fernando Póo de 1904 a 1905. Beatificado en 2017.
  • No forman parte de esta relación, los religiosos fallecidos -Acacio Ferraz Latorre (por quien llevó el nombre Acacio Mañe), Angel Roig Barcelis e Isidoro Gil Barrio- en el hundimiento del buque "Fernando Poo" el 14 de octubre de 1936: «Algunas semanas después llegó a Bata el Ciudad de Mahón, barco de guerra enviado desde Canarias para apoyar la sublevación, el cual bombardeó el puerto y el Fernando Poo, hundiéndolo con los prisioneros dentro. El franquismo consideró a aquellos ahogados mártires de la Cruzada, aunque solía olvidar, habitualmente, que había sido él mismo el que los había enviado al fondo del mar».
  • Tampoco integra el santoral ecuatoguineano el padre Tomás Ribé Comas, capellán de la Trasmediterránea asignado al correo Fernando Póo, al cual Juan Fontán daba inicialmente como muerto por la tripulación en las indagatorias tras la caída de Bata.

Es una larga lista de misioneros beatificados, que inicia un siglo antes con Jerónimo Mariano Usera y Alarcón. El padre Usera fue integrante de la primera expedición misionera católica en Clarence (1845-1846): «Deberé decir, para los que no me conozcan, que hace tiempo me he consagrado por entero a los derechos de la raza negra a la que amo en Jesucristo, que es el mejor y más desinteresado amor. (...) Ni las distancias, ni los mares, ni el rigor de los trópicos, junto a los grandes quehaceres que me proporcionaba el gobierno del Arzobispado de Cuba, del cual me hice cargo al poco tiempo de mi arribada a aquella isla, pudieron entibiar en mí el entusiasmo a favor de mis queridos isleños del golfo de Guinea».
Desde hace varios años se trabaja en el proceso de su beatificación, el cual se halla en Roma esperando la última decisión del Vaticano. El 28 de junio de 1999 fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II: «Certifico que el Siervo de Dios Jerónimo Mariano Usera y Alarcón, sacerdote y Fundador de las Hermanas del Amor de Dios, vivió en grado heroico las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad hacia Dios y hacia el prójimo, así como las virtudes cardinales de Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza y las demás virtudes anexas, para que surta efecto en relación con la Causa en cuestión».

Tras el fracaso del padre Usera, llegó diez años después la segunda expedición misionera de Miguel Martínez y Sanz, cura párroco de Chamberí, que tuvo la idea de fundar la congregación de las Siervas de María Ministras de los Enfermos, para la asistencia de éstos a domicilio. A finales de 1855 se crea la prefectura apostólica de Annobón, Corisco y Fernando Poo, siendo elegido como primer prefecto, por lo que a principios de 1856, Miguel Martínez marchó a Guinea con 39 misioneros, incluyendo un grupo de Siervas de María. Antes de partir, sienta las bases de la casa-colegio La Africana en Aranjuez para albergar una treintena de niños -de 8 a 14 años- de Fernando Póo, Annobón y Corisco. Finalmente, no habiendo tenido éxito en su misión africana, se encomendó la labor misionera a los jesuitas, y el viejo párroco de Chamberí regresó a España en 1859, ejerciendo allí diversos cargos eclesiásticos. En España, sus actividades a favor de los necesitados le hicieron ganarse el título de "padre de los pobres", pero a su muerte no fue santificado. Recayó ese reconocimiento en Soledad Torres Acosta, cofundadora con él de las Siervas de María.

Cómo curiosidad, tanto al padre Usera como a Martínez su estadía en Fernando Póo les dio tiempo de pergeñar sendos rudimentarios diccionarios de la lengua bubi

Mención a parte merece la postulación como beato de Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas:

Como recoge Fernando Ballano en Los negros negocios del beato Marqués de Comillas, «uno no es responsable de lo que hayan hecho sus antepasados, pero sí de aprovecharse de los frutos de esos actos. Antonio López López, primer marqués de Comillas y padre de Claudio López Bru, hizo buena parte de su fortuna traficando con esclavos con destino a Cuba cuando la ilegalización de dicha actividad a partir de 1817 hizo subir los precios. Posteriormente consiguió la exclusiva del transporte de tropas y sus correspondientes municiones de boca y guerra entre España y Cuba. (...) Claudio López Bru fundó la naviera Trasatlántica. Continuó con el transporte de tropas y suministros a Cuba. Entre 1895 y 1898 llevó a 220.285 soldados (240.000 según otras fuentes). En el conflicto murieron 55.078 –2.000 por heridas de guerra y el resto por enfermedades–. Tras la rendición, EE.UU. le pagó a Comillas 100 pesetas por soldado repatriado. En 1919, 20 años después, un pasaje en buenas condiciones para ese recorrido sólo costaba 70 pesetas. A pesar del buen precio cobrado, Comillas les trajo en tan malas condiciones que en el trayecto murieron 4.000. Pero volvieron cantando porque ya se había acabado la pesadilla: hay gente que sabe sacar beneficio hasta de las derrotas.

Crucero Isla de Panay. Conocido como el Barco de la Muerte, fue usado para transportar hacinadas a las tropas españolas asignadas a la guerra hispanoamericana en Cuba. Terminada la guerra fue reasignado por la Trasmediterránea al golfo de Guinea hasta su hundimiento, para cobrar el seguro, en Punta Europa: «Fue en la noche del 7 de Diciembre de 1929, tras embarrancar en un bajo llamado Los Primos entre Santa Isabel y San Carlos. Los supervivientes dijeron que serían casi las tres de la mañana cuando se oyó un ruido sordo debajo del barco, como si hubiese tropezado con un arrecife, y que al ir muy despacio evitó partirse por la mitad; comenzó a inclinarse lentamente y se hundió ante la vista de todos, posándose suavemente en el fondo. Allí debe de estar aún, junto a la conciencia del señor marqués».
Antes de que terminara el conflicto cubano, en 1887, se le concedió a la Trasatlántica la línea Barcelona-Santa Isabel (capital de Fernando Póo), lo que permitió que el cacao de la colonia Póo llegara a Barcelona en lugar de a Inglaterra. Comenzaron a establecerse allí muchas empresas catalanas, pero la más importante fue la Trasatlántica, que, a sus actividades marítimas, unió las agrícolas y comerciales. El problema fundamental de Fernando Póo era la mano de obra. Los nativos bubis eran pocos, entre 10.000 y 20.000 según las fuentes, pero estaban escondidos en la selva y no querían trabajar en las plantaciones de cacao, por lo que se llevaba mano de obra engañada desde Liberia a los que se denominaba krumanes (por proceder de una región costera llamada Kru). Claudio se lanzó también a este negocio trasladando esos trabajadores forzados desde esta república a la isla de Fernando Póo en barcos subvencionados por el gobierno. Además supo aliarse en la colonia con el poder fáctico de los misioneros claretianos...»

Cierra esa información El País con un «Claudio López, amigo de Gaudí y protector del extravagante mosén Jacint Verdaguer, (...) regaló a los jesuitas la imponente Universidad de Comillas y, entre otras ostentaciones de religiosidad, fletó decenas de barcos para llevar a Roma a 18.000 obreros -todos asalariados suyos- para rendir pleitesía a León XIII con motivo de un aniversario de aquel largo pontificado. El proceso de santificación, que llegó a Roma en 1948, incluso contó con el impulso del dictador Franco en carta a Pío XII de 1954, centenario del nacimiento de rico y, de momento, fallido probeato».

«Fue el marqués de Comillas el fundador de la Acción Católica en España», aseguraba Francisco Franco en la carta postulatoria que dirigió a Pío XII. «Su alteza de miras y elevado patriotismo al frente de las empresas que dirige, han dado a su personalidad tal relieve, que constituye, en el mundo social y político, una de las figuras más salientes y populares. Contribuye a ello su labor constante en materias sociales, su espíritu caritativo, y su actuación en el partido católico. Ferviente y entusiasta defensor de la política social cristiana, ha podido ser a un tiempo su propagandista y su ejecutor, aplicándola a las empresas que dirige, donde ha establecido, mucho antes de ser prescritos por las leyes, todos los beneficios de pensiones, retiros, mutualidad,...».

Por último, el caso de José Si Esono, "el guardián del ara", del  que el seminario Catalunya Cristiana informaba el 28 de enero de 1993 que «Ja s'han començat a donar els primers passos per incoar la seva causa de beatificació».
Fallecido en 1941, sigue siendo a día de hoy un referente entre los animadores de las parroquias rurales de Guinea Ecuatorial.
Incluso Gustau Nerin, le dedica un par de párrafos, como  objeto de la furia del teniente Ayala: «José Si Esono, un catequista al que los guineanos consideran un auténtico santo, no pudo escapar a las vejaciones de Ayala. José Si Esono se negaba atrabajar en las obras públicas, ya que, argumentaba, no podía abandonar la predicación de la palabra de Dios para dedicarse a tareas mundanas. Ayala le citó en Mikomeseng y le exigió que le explicara por qué no podía trabajar como los demás. El catequista le respondió que estaba al servicio de Dios y de la humanidad. El teniente le contestó que, como se resistía a trabajar, él le enseñaría a servir a la humanidad. Le ordenó cargar con los blancos que viajaran de Mikomeseng a Akonangui, una distancia de unos cien kilómetros.Los europeos iban cómodamente sentados en una silla que se sostenía sobre dos palos y que un par de negros cargaban a sus espaldas. Aunque Si Esono era de constitución muy endeble, parece ser que llevaba a cabo tan ardua labor con mucha dignidad; él aseguraba que Dios le ayudaba y que, cuando rezaba, los blancos pesaban menos. Ayala, al ver que Si Esono, gracias a su fe, resistía el cumplimiento de la sanción, prolongó la duración del castigo».


Autoridades y fieles asistiendo en la Real Basílica de San Francisco el Grande (Madrid) a la «consagración del primer Obispo indígena de La Guinea Ecuatorial Española, Monseñor Rafael María Nzeabuy» (sic) el domingo 13 de diciembre de 1965.



Y si os interesa el tema religioso, no os perdáis:
También es interesante la historia del cura Galeote.

jueves, 5 de enero de 2017

Causa 630 de 1936 de Fernando Poo

El blog "Memoria e Historia de Canarias" de Pedro Medina Sanabria recoge diferentes y variados documentos. Entre otros:

CAUSA 630 DE 1936 DE FERNANDO POO

COMANDANCIA GENERAL DE CANARIAS
Plaza de Santa Isabel de Fernando Poo    Juzgado Eventual Número 1
13061– 421 -1
CAUSA número 630 de 1.936
Delito : Rebelión
Procesados: Capitán retirado Don Julián Ayala Larrazábal. Don Angel María Pozanco, Don Luis Bazo, Don Luis Mazo, Don Angel Garcia Villalba, Don Rafael Massiello, Don Laureano Vives, Don Carlos Padrón Melian, Don Manuel Alaiz.
Dieron principio las actuaciones el 5 de Enero de 1.937.
En prisión preventiva el dia 9 de Agosto de 1.940
En libertad provisional el dia
JUEZ INSTRUCTOR
SECRETARIO
Capitán de Artillería, Don Juan Fontán Lobé.-Sargento del Batallón de Voluntarios Don Alfonso Manrique de Lara y Fierro
Otro.- Capitán de la Guardia Colonial Don Enrique Pueyo del ValOtro.- Suboficial de la Guardia Colonial Don Vicencio Garcia Blazo
Otro.- Teniente de la Guardia Colonial Don Antonio Varela ToinielOtro.- Cabo de la Guardia Colonial Gregorio Aparicio
Otro.- Capitán de Infantería Don Pedro Baena MartínezOtro.- Cabo movilizado Teofilo Jorge
Otro.- Teniente Coronel de Artillería Don Juan Mora SotoOtro.- Teniente de Artillería Don Francisco Díaz
Otro.- Coronel de Artillería Don Diego Figueroa ManraraOtro.- Teniente Provisional Don Francisco del Rio Falcón
Otro.- Idem idem idem
Don Rafael Fernández de Miranda
Cfr.: ATMTQ 13061–421-1.- Causa 360 de 1936.- Cubierta.

---


En dicha Causa, cuyas actuaciones dieron principio el 5 de enero de 1937,  fueron encartados, además del Capitán de la Guardia civil JULIÁN AYALA LARRAZÁBAL, estos otros siete hombres:
1Ángel García Villalba,Ingeniero Agrónomo
2Ángel Miguel Pozanco BarrancoSecretario del Subgobernador
3Carlos Padrón Melián,Paisano
4Laureano Vives BonetJefe de Policía
5Luis Mazo Muñoz,Escribiente del Subgobierno
6Manuel Alaiz PlazaMaestro Nacional
7Rafael Masiello Guerrero,Administrador Territorial

miércoles, 28 de junio de 2017

Causa 630 de 1936 contra Manuel Alaiz Plaza

El blog "Memoria e Historia de Canarias" de Pedro Medina Sanabria recoge diferentes y variados documentos. Entre otros:
PIEZA SEPARADA DE CAUSA 630 DE 1936 CONTRA MANUEL ALAIZ PLAZA
Nº 5695   Legajo 186 – Nº 6
COMANDANCIA GENERAL DE LAS ISLAS CANARIAS       JUZGADO PERMANENTE
Plaza de Santa Cruz de Tenerife                                                              Año 1.939
PIEZA   SEPARADA
instruida contra el paisano Manuel Alaiz Plaza, dimanante de la causa número 630 de 1.936, instruida contra el Capitán retirado de D. Julián Ayala Larrazabal y siete más por el delito de rebelión en el territorio de Santa Isabel.
Ocurrió el hecho el día       de              de
Se iniciaron estas actuaciones el día 27 de Junio de 1.939.

Juez Instructor
Secretario
El Comandante de Infantería =
El Teniente de igual Arma
Don Elisardo Edel Rodríguez
Don Agustín Durán Delgado.
Otro de igual arma
El Sargento Gaspar
Fernandez Dávila
Cfr.: Archivo del Tribunal Militar Territorial 5.- 5695-186-6.- Pieza separada de la Causa 360 de 1936, contra MANUEL ALAIZ PLAZA.- Cubierta.
* * * * * * * * * * * * * * *
Los siete más, encartados en la causa 630 de 1936, procedente de Guinea, junto con el Capitán de la Guardia Civil JULIÁN AYALA LARRAZÁBAL, habían sido estos:

1Ángel García Villalba,Ingeniero Agrónomo
2Ángel Miguel Pozanco BarrancoSecretario del Subgobernador
3Carlos Padrón Melián,Paisano
4Laureano Vives BonetJefe de Policía
5Luis Mazo Muñoz,Escribiente del Subgobierno
6Manuel Alaiz PlazaMaestro Nacional
7Rafael Masiello Guerrero,Administrador Territorial
Los ocho habían sido objetos de requisitorias, y declarados en rebeldía.