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viernes, 1 de agosto de 2025

La (casi) revolución

¿Recordáis los videos de Monanga Bueneke sobre vestigios de la guerra civil española en el territorio Ecuatorial?

En el canal La Historia de España - Memorias Hispánicas, David Cot te cuenta sobre los convulsos años 30, y cómo sobre "la historia de Restituto Castilla, un guardia civil idealista y con delirios de grandeza que trató de revolucionar en solitario el territorio más remoto y desatendido de la España republicana, la isla de Annobón".

Alerta de spoiler: al final, Gustavo de Sostoa Sthamer, gobernador general de los Territorios de España en el Golfo de Guinea pierde la vida en la isla de Annobón en 1932, asesinado por el sargento de la guardia colonial Restituto Castilla González. 

En memoria del gobernador se levantó una cruz en la plaza, que se mantiene hasta el día de hoy. Tras la caída de Bata, la isla de Annobón permaneció varios meses olvidada por todos, siendo en la práctica el último territorio africano leal al gobierno republicano.

Finalmente, la autoridad franquista de Santa Isabel reclamará la adhesión al golpe de Estado también de esa isla, y la cruz del gobernador será resignificada por años como monumento a los caídos franquistas en la guerra civil. Permanece actualmente anodina, desprovista de otro valor que no sea religioso o puramente ornamental.

Puedes ver el video completo en  El guardia civil que (casi) revolucionó Annobón.


Sobre Restituto Castilla tenemos algún otro recorrido en este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel:

miércoles, 30 de julio de 2025

El caso del practicante que no fue fusilado

Suena muy contundente la expresión "el practicante que no fue fusilado"... pero no olvidemos que hubo otro que no tuvo tanta suerte... Igual, ya se ha comentado en varias ocasiones a lo largo de este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel, que -tras la caída de Bata- la función pública se convierte en un nuevo y desigual campo de batalla, y el practicante Enrique Atané Amo (Madrid, 1893) no quedará ajeno a ese proceso.

En su caso, lo cuenta PARES

Ingeniero químico y enfermero practicante que trabajó para los servicios médicos coloniales en la antigua Guinea Española, hoy Guinea Ecuatorial. Natural de Madrid, curso estudios de bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros de esa ciudad entre 1903 y 1905 Consta también su expediente académico de alumno de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid desde 1909. Está incluido en la noticia de la publicación "Guinea Española del 9 de julio de 1939 que hace relación de los pasajeros del vapor "Rio Francoli llegados de la península a Santa Isabel, actual Malabo capital de Guinea Ecuatorial. Figura en 1940 encausado en un expediente del Tribunal Especial para la Represión de la Masoneria y el Comunismo, al haber sido capitán médico durante la República y supuestamente militado en el Partido Comunista de España (PCE)

De hecho, el Tribunal Militar Territorial 3 le sometió a un Consejo de Guerra, resolviendo su libertad.

A finales de noviembre de 1936, el gobierno de la República declaraba su reingreso en el empleo y cargo que desempeñaban. Tan sólo unos días antes, el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid (todavía gestionado por las autoridades republicanas) daba fe de su lealtad publicando un donativo suyo a la Junta de Socorros con motivo de la rebelión militar de julio de 1936.

El 20 de abril de 1939, desde Burgos, el gobierno golpista acordaba la admisión al servicio, cesando su situación de excedente forzoso, sin imposición de sanción alguna y en la misma situación administrativa en que se encontraba previamente.

Todavía en marzo de 1940, el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid publica un requerimiento del Juzgado número 6 de Madrid, si bien en junio de ese mismo año, La Guinea Española informa que Enrique Atané es un diligente responsable del puesto sanitario de Niefang, y en noviembre de 1943, que éste ha pasado de prestar servicio en Nsok a Rio Benito.




Unos años después, se publica la Orden de 23 de mayo de 1952 por la que se asciende a don Enrique Atané Amo, Practicante primero del Servicio Sanitario Colonial de Guinea, y en agosto La Guinea Española le situaba en el puesto sanitario de Concepción.

El 31 de julio lo adelantaba Ébano, y en noviembre de 1956, el Consejo de Nacional de Auxiliares Sanitarios publicaba la necrológica: "En la isla de Annobón (Guinea Española) ha fallecido, a los sesenta y tres años de edad, el de 29 julio, y habiendo recibido los Santos Sacramentos y la Bendición de Su Santidad, don Enrique Atané Amo, Practicante del Servicio Sanitario Colonial. Trasladamos nuestro más sincero pésame a su esposa e hijos". Unos años antes, igualmente (junio de 1943) el boletín del Consejo General de los Colegios de Practicantes de España, había publicado una nota lamentando el fallecimiento en la Guinea Española continental de la primera esposa del colegiado de Madrid don Enrique Atané Amo.

Un detalle... ¿recuerdan el uso de Annobón como campo de concentración para disidentes y "delincuentes" indígenas? Precisamente citábamos Donato Ndongo en Gran palabra tienen los blancos. Lo que no detalla la necrológica del Consejo de Nacional de Auxiliares Sanitarios es que precisamente -citamos a La Guinea Española- "El 29 domingo se recibió en el Gobierno General la noticia de que, en la madrugada uno de los presos indígenas llevado a Annobón pudo hacerse con un arma de fuego, con la que dio muerte a otro preso y luego disparó contra el Instructor D. Cecilio López de Letona, que resultó herido. Al intervenir D. Enrique Atané Amo, Practicante del Servicio Sanatorio Colonial un disparo le atravesó el pecho. El agresor huyó al bosque a donde le persigue la Guardia Colonial. Apenas sabida la noticia, el Gobierno General ordenó el alistamiento inmediato del Ciudad de Ceuta, que acababa de llegar de aquella isla, a donde partió a las 16 horas con el Capitán Villada y fuerzas de la Guardia Colonial y el Dr. Meden con su equipo. El 31 se tuvo un solemne funeral por D. Enrique Atané Amo (q. e. p. d.) encomendado por el Exmo. Sr. Gobernador General al que asistió la casi totalidad de la población europea de Sta. Isabel y bastantes indígenas. Damos el pésame a su esposa [Lola, su segunda esposa], e hijos y demás familiares, al Exmo. Sr. Gobernador General y al Servicio Sanitario."

Su muerte agilizó la largamente postergada visita a Annobón de Manuel Cervera, Gobernador (interino), siendo agasajado con la tradicional sandía de 20kg, recepción de niños con banderitas y saludo del célebre cojo (sic) Juan Zaragoza.

¿Seguimos?

Finalmente, en 2017, la Generalitat de Catalunya decreta la nulidad de juicios y sanciones a Enrique Atané Amo y “restablece el honor, la dignidad y la memoria” de una víctima “injustamente procesada por los tribunales franquistas”.


sábado, 26 de julio de 2025

Tripulantes desembarcados

El blog "Memoria e Historia de Canarias" de Pedro Medina Sanabria recoge diferentes y variados documentos. Entre otros la transcripción de Tripulantes desembarcados por huelga, afectando a Luis Mestre Anguera, cocinero del Río Francoli, y a Manuel Azcarate Marina, Bernabé Pérez Pérez, Ignacio Rodríguez León, Francisco Peraza Peraza, Juan Martin Quintero, Tomas Ávila Rodríguez y Enrique Aracil Cortes, todos ellos tripulantes del Ciudad de Mahón, a los que se acusaba de oponerse al alzamiento nacional, por amagar una huelga de brazos caídos:

 -1-

El Sr. Comandante Militar de Las Palmas en telegrama de hoy, me dice:

» Tripulantes Ciudad Mahón y Rio Francoli desembarcados en esa Plaza, como insurgentes en pasada huelga deberán quedar afectos a procedimiento judicial a cuyo fin se instruirá en esa oportuno atestado debiendo ser conducidos a Santa Cruz de Tenerife a disposición Comandante Militar dicha Plaza, para continuación actuaciones judiciales traslade esta mi resolución a dicha Autoridad Militar efectos cumplimientos”.

Lo que traslado a Vd. a los fines que ordenan, sirviéndose acusarme recibo.

Santa Cruz de la Palma a 29 de Julio de 1936.

El Comte. Mar.

[Firma rubricada]

  [Al pie]

Sr. Sub-Delegado de Marina de este Puerto
Cfr.: ATMTQ 3784-154-27 . Procedimiento sumarísimo 94 de 1936.- Folio 1.

sábado, 19 de julio de 2025

El gobernador Faustino Ruiz González x Donato Ndongo

Cotaba el profesor Donato Ndongo en su conferencia "El gobernador Faustino Ruiz González y el nacionalismo en Guinea Ecuatorial" impartida en el Seminario  Internacional “Actores Coloniales españoles y Espacios Africanos SS. XIX-XX":

Acabada la II Guerra Mundial en agosto de 1945, se vivía en todo el mundo una efervescencia de las ideas de libertad. Las colonias europeas en África –que habían participado activamente en la contienda contra el totalitarismo- no quedaron al margen de la corriente liberalizadora. Los movimientos anticolonialistas se vieron reforzados, además, por dos hechos decisivos: la constitución formal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en octubre de 1945, que contaba con un Comité de Descolonización –conocido como el “Comité de los Veinticuatro-y la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, el 10 de diciembre de 1948, que consagró principios como el de la libertad inalienable de todo ser humano y el derecho de todos los pueblos a la autodeterminación.

Como es lógico, el auge del nacionalismo en toda África, y, sobre todo, en el África central, se contagió a los entonces llamados Territorios Españoles del Golfo de Guinea, compuestos por las islas de Fernando Poo y Annobón, y la Guinea Continental o Río Muni. Estas colonias estaban aisladas del resto, por su peculiaridad lingüística y la naturaleza del régimen político de la metrópoli, pero, a pesar de todos los intentos, España no pudo impermeabilizarlas de estos efectos, por varias razones: primera, el trazado de los límites con los vecinos territorios franceses, 45 años antes, no había aislado a las poblaciones respectivas de la parte continental, pues las mismas etnias habitaban en ambos lados, por lo que el contacto seguía siendo fluido entre familiares y amigos separados por límites artificiales; segunda: en la isla de Fernando Poo, el continuo flujo de trabajadores y comerciantes nigerianos, imprescindibles para la agricultura colonial, actuaba de corriente transmisora de las nuevas ideas; y tercera, las emisiones radiofónicas de Nigeria, Camerún y Gabón se percibían perfectamente en los territorios controlados por España, facilitadas por la proximidad, y, sobre todo, por los idiomas nativos comunes y el “pidgin”, verdadera “lengua franca” en todo el golfo de Guinea.

Pero en los territorios coloniales españoles se vivía una situación particular, que los hacía diferentes a las colonias francesas e inglesas del entorno. La metrópoli estaba gobernada por una dictadura fascista, dura y terriblemente represora, consecuencia de la victoria del general Francisco Franco Bahamonde en la guerra civil que asoló España entre 1936 y 1939. Y anotemos que, desde el inicio de la II Guerra Mundial en 1939, el régimen español –proclive a Hitler y Mussolini a pesar de su neutralidad oficial- sufría un aislamiento político y, sobre todo, un embargo económico, que se acentuarían tras la victoria de los aliados. Esas circunstancias impedían la recuperación y el desarrollo de la economía española, donde, hasta ya adentrada la década de los 50, se carecía de todo, e incluso la alimentación estaba racionada. España necesitaba todo tipo de materias primas, y sus colonias africanas podían suministrarle algunas. Se revalorizaron así aquellos territorios, mediante la incentivación de la emigración hacia la colonia, con la finalidad de incrementar la producción de cacao, café, aceite de palma, yuca y otros productos imprescindibles, y la explotación de la madera; como meros ejemplos, el aceite de palma guineano sirvió para fabricar jabón, la harina de yuca fue importante en la alimentación de la España de la postguerra, y los ferrocarriles españoles quizá sigan rodando sobre rieles sujetos a traviesas de madera de Río Muni. La primera consecuencia de esa política fue la enajenación de tierras a favor de los colonos, en perjuicio de los nativos. De manera que a los tradicionales agravios de toda colonización –ausencia de libertad, discriminación racial, sobreexplotación de personas y bienes, desprecio de las culturas autóctonas-, el nacionalismo guineano encontró en las expropiaciones forzosas consagradas por la conocida como “Ley de terrenos”, de 4 de mayo de 1948, el argumento básico e inmediato para articular la reivindicación de la soberanía[1].

Son diversas las versiones sobre la primera manifestación pública del nacionalismo anticolonial, aunque coinciden en lo esencial: se produjo en Micomeseng, en febrero de 1948, durante la primera visita oficial de Luis Carrero Blanco, entonces Subsecretario de la Presidencia del Gobierno, de la que dependía la Dirección General de Marruecos y Colonias. Según Francisco Ela Abeme, los hechos se desarrollaron cuando un grupo de jefes de tribu y otros notables, encabezados por Carmelo Nguema Ndong Asumu, e integrado por Eko Edu Mengue, Esono Ngui, Abeso Motogo, Alogo Nvono, José Meñana y otros, entregó en mano un manifiesto a Carrero, en presencia del gobernador Juan María Bonelli Rubio y del director general de Marruecos y Colonias, general José Díez de Villegas. En resumen, el documento, redactado por Felipe Aseko, Marcos Nze y Marcelo Asistencia Ndong Mba, denunciaba los excesos del colonialismo y pedía una mejora del trato que se daba a los nativos[2], sin cuestionar directamente la situación colonial. Celestino Okenve, sin embargo, señala que el documento fue una “carta” en demanda de la independencia, y habría sido entregada durante una concentración de notables y jefes tradicionales de los distritos más orientales (Ebebiyín, Mongomo, Micomeseng, Añisok y Nsok-Esabecang), convocados por el capitán Basilio Sáez, jefe de la guardia colonial en Micomeseng, para recibir a los visitantes españoles, encabezados por Enrique Ruiz Gallarza, ministro del Aire. Inspirada y redactada por Marcelo Asistencia Ndong Mba, con intervención de Enrique Nvo, se encargó a Moisés Mba Nsono –padre del después candidato presidencial y destacado opositor Andrés Moisés Mba Ada-, “muy amigo de los blancos”, que la entregara a las autoridades españolas; pero éste no se atrevió, y la puso en manos de su amigo el capitán Francisco Pérez Vázquez, delegado gubernativo y jefe de la guardia colonial de Ebebiyín, quien, tras leerla, la guardó en el bolsillo. En la sala del tribunal indígena de Micomeseng, la delegación española se reunió con los representantes guineanos, para transmitirles los saludos de Franco. Al concederles la palabra, el jefe Carmelo Nguema levantó la mano e hizo entrega de una copia del escrito. Marcelo Asistencia Ndong Mba fue represaliado con la venta de todas sus propiedades –incluida su mujer- y confinado en la isla de Annobón durante muchos años[3]. Además de Ndong Mba, otros integrantes del grupo fueron también detenidos, torturados y confinados en Annobón durante una década; alguno logró evadirse y refugiarse en Gabón, integrándose en las filas del nacionalismo.

El resultado de esta acción fue la destitución del gobernador Bonelli Rubio. Se daba la circunstancia de que Bonelli, nombrado en 1943, tenía malas relaciones con el estamento colonial; entre otras razones, por haber propiciado una tímida apertura en el sistema de enseñanza, al modificar el curriculo de la Escuela Superior en la que se formaban los maestros auxiliares y los auxiliares administrativos indígenas. La gran mayoría de los colonos, muy conservadores -encabezados por monseñor Leoncio Fernández Galilea, vicario apostólico-, le acusaban, junto a su inspector de Enseñanza, Heriberto Ramón Álvarez García, de mejorar la educación de los negros con la finalidad de subvertir el orden colonial y prepararles para que pudiesen reclamar la independencia.

Con este telón de fondo, en febrero de 1949 llegó a Santa Isabel de Fernando Poo el nuevo gobernador general, Faustino Ruiz González, marino como la inmensa mayoría de sus predecesores y sucesores. Resultan, pues, claros los objetivos de la sustitución: incrementar la producción económica de la colonia, acentuar la “españolización” de aquellos territorios y cortar de raíz los brotes nacionalistas. En este estudio, dejaremos aparte el análisis de la historia económica y de la historia social, para centrarnos en la historia política de aquel período.

Por razones fácilmente comprensibles –la tradición oral como único testimonio documental, y la obligada clandestinidad de las actuaciones conspirativas- no resulta fácil establecer las fechas exactas del nacimiento de las fuerzas políticas guineanas. Algunas fuentes aseguran que, hacia 1947 o 1948, surgió la “Cruzada Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial”, liderada por Acacio Mañe Ela, un próspero agricultor originario de la zona de Monte Bata, del que no recelaban los colonos ser “emancipado pleno” y miembro del Patronato de Indígenas, por lo cual podía moverse con libertad dentro del territorio colonial sin necesidad de pedir el salvoconducto preceptivo. Otras[4] afirman que se creó tras las detenciones masivas producidas en noviembre de 1959. Es todo un síntoma el nombre escogido para esta primera agrupación nacionalista articulada, que recuerda con fidelidad las ideas de “cruzada” y “liberación”, omnipresentes en la retórica del régimen de Franco, que denominó así a la guerra civil que libró contra la República. Meñe desarrolló en la época una vasta y profunda actividad de proselitismo hacia sus ideas pro-independentistas, realizada sobre todo entre los “evolucionados”: las capas sociales más cultas o prósperas, y personalidades con influencia social, como maestros auxiliares, administrativos, agricultores y catequistas. Algunos de sus partidarios más conocidos fueron el bubi Marcos Ropo Uri, y los fang Enrique Nvo y Francisco Ondo Micha, un prestigioso catequista que ejercía en la emblemática misión de Nkue-Efulan. Más que un partido político, la “Cruzada” puede definirse como un movimiento social y político contestatario que aglutinó a muchos guineanos de todas las tendencias ideológicas y de todas las procedencias étnicas, unidos por el afán de concienciar al pueblo sobre los abusos del colonialismo y exigir la soberanía. Sin embargo, y pese a la coincidencia de fechas y objetivos, aún no ha sido posible establecer un nexo entre la “Cruzada” y el manifiesto de Micomeseng; pero el hilo de los acontecimientos permite extraer la conclusión de que a finales de los años 40 existía una conciencia anticolonial clara y generalizada en Guinea Ecuatorial, que podía manifestarse mediante acciones articuladas o espontáneas.

Lo corrobora asimismo la conversación que mantuvo Ruiz González con el rey Uganda, durante su reunión con los notables ndowés en 1950 (considerada por algunos “cumbre Hispano-Ndowé). Según cuenta Enénge A´Bodjedi, el gobernador español manifestó que “España está dispuesta a otorgar la independencia a su gente benga, así como a los otros playeros de la zona entre el río Campo y el río Muni, pero no a los salvajes pamues de la selva”. Uganda replicó en los siguientes términos: “Fueron vuestros antepasados blancos quienes llegaron hasta la tierra ancestral de mis antepasados negros y les llamaron paganos despiadados y caníbales carentes de compasión con sus semejantes. Los misioneros norteamericanos nos enseñaron, hace cien años, que deberíamos amar a nuestros vecinos tal como nos queremos a nosotros. ¿Cómo podríamos los ndowé aceptar la independencia de España mientras nuestros hermanos y hermanas panghwe (fang) del interior permanecieran colonizados y oprimidos por vuestra gente? Yo no quiero que ningún apartheid divida a los ndowe y a los panghwe de la Guinea Española”. El gobernador contestó: “Bueno… Si quiere que los pamues reciban su independencia al mismo tiempo que sus playeros, entonces está bien. Pero, aunque el mono se vista de seda, mono se queda. Usted y sus playeros verán cómo los salvajes pamues destruirán este próspero país. Sus hermanos pamues del bosque maltratarán a su pueblo playero peor que lo que hizo cualquier blanco. Cuando esos salvajes y caníbales pamues de las junglas del río Muni empiecen a matar y a canibalizar a su gente, sus maravillosos presbiterianos racistas blancos, amantes de Jesús y temerosos de Dios, y el mismo gobierno de los Estados Unidos, no harán nada para detener el genocidio”[5].

Por la misma época, los seminaristas de Banapá –único centro que proporcionaba una enseñanza más o menos homologable a la española peninsular- empezaron a expresar su descontento por su situación. Varios eran los ejes de sus reivindicaciones: la falta de promoción –que ellos vivían como discriminatoria-, ya que los misioneros claretianos, rectores del Seminario, retrasaban cuanto podían su traslado a España o a Roma para proseguir sus estudios de Teología y acceder al sacerdocio; se les tenía prohibido todo contacto con sus familiares, por lo que sus vacaciones escolares transcurrían en el mismo lugar donde estudiaban; los trabajos que les obligaban a realizar en las fincas adjudicadas a los misioneros; la mala calidad de la comida, y, por último, la actitud poco respetuosa de sus educadores, que les vejaban de continuo con insultos y menosprecio a su raza y a sus culturas autóctonas. El conflicto estalló septiembre de 1951, cuando los seminaristas se declararon en huelga, considerada una revuelta por los padres Nicolás Preboste y Antonio Gil Guedán, responsables del Seminario, quienes, muy alarmados, llamaron al obispo Fernández Galilea, y éste al gobernador Ruiz González. El jefe de policía de Santa Isabel, Jaime Ramírez Togores, al frente de un numeroso grupo de fuerzas de la Guardia Colonial y efectivos policiales, se aprestó a reprimir la “sublevación”; pero no contaban con la firmeza y determinación de los estudiantes, que se manifestaban contra “las injusticias” y por unanimidad habían decidido “luchar por las libertades de la institución y del país”[6]. Fueron detenidos los tres cabecillas: Atanasio Ndong Miyón, Enrique Gori Molubela y Rafael Dámaso Sima, así como sus seguidores más destacados: Francisco Obiang Ebaná, Celestino Nnang Mico, Clemente Mpenda Diván, José Esono, Alberto Ndong, Eugenio Eteo, Edmundo Tale, Joaquín Ndong y Vicente Castellón Ntayo[7]. Como puede verse, en el grupo se hallaban compañeros de todos los grupos étnicos, que actuaron de consuno. Fue un espectáculo insólito para los habitantes de Santa Isabel ver encerrados en los calabozos de la Comisaría de Policía a tanto ensotanado, ya que, en la época, los seminaristas vestían como los sacerdotes, aunque su sotana era negra y blanca la de los presbíteros ordenados. Al ser liberados, se expulsó a todos los considerados cabecillas y a algunos de sus seguidores. Rafael Dámaso Sima regresó a su pueblo, en el distrito de Kogo; Enrique Gori se trasladaría después a España para estudiar Derecho, mientras Atanasio Ndong Miyón y Joaquín Ndong se exiliaron en Libreville (Gabón). Tras infructuosas gestiones para ser admitidos en el seminario local, Joaquín Ndong entró a trabajar en una empresa francesa, y Atanasio Ndong se enroló en el Ejército colonial francés. Ambos realizaban frecuentes incursiones clandestinas a la parte continental de Guinea Ecuatorial, para reunirse con activistas y militantes de la “Cruzada”. En 1954, a propuesta de Atanasio Ndong, la “Cruzada” tomó el nombre de Movimiento Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial (MONALIGE), del que fue elegido secretario general. Enseguida contó con las simpatías de los nacionalistas gaboneses y la protección de su dirigente más emblemático, León Mba, que llegaría a ser el primer presidente de Gabón tras su independencia, en agosto de 1960. De manera que una sencilla y nada grave cuestión disciplinaria en un centro educativo se convirtió en un problema político, debido a la cerrazón de unas autoridades coloniales incapaces de dialogar, encabezadas por el gobernador Faustino Ruiz González, sólo dispuesto a emplear métodos represivos.




El MONALIGE, bajo la dirección de Ndong Miyon, se reveló como un partido abierto y dinámico: expandió y consolidó las ideas soberanistas entre la población a través de incursiones cada vez más audaces, gracias a la permeabilidad de la frontera y al apoyo que recibían de los gaboneses. Dentro de Guinea, se sucedían las reuniones clandestinas en los poblados; cuando llegaban los destacamentos de la guardia colonial para reprimirlas y apresar a los independentistas, éstos se habían esfumado en la selva, protegidos por los aldeanos. Las órdenes del Gobierno General eran entonces amedrentar a la población deteniendo a los jefes tradicionales de la localidad, a los familiares de los exiliados y a cualquier sospechoso de connivencia con ellos, que eran multados, encarcelados o condenados a trabajos forzados. Con esos métodos, las autoridades coloniales sólo conseguían legitimar las ideas anticolonialistas y engrosar las filas nacionalistas. Algunos suboficiales guineanos, o simples soldados rasos de la Guardia Colonial, protegieron a personas a las que habían ido a detener, o se pasaron directamente al bando anticolonialista; tal es el caso del sargento Jesús Eworo, que llegaría a ser ministro en el primer gobierno independiente. No se conoce con exactitud el número de guineanos refugiados en las colonias vecinas de Camerún y Gabón entre 1950 y 1964, cuando entra en vigor el Régimen Autónomo; en cualquier caso, llegaría a ser muy numeroso: entre 2.500 y 10.000 personas (según las fuentes), sobre una población que entonces no alcanzaba los 250.000 habitantes[8].

Una de las consecuencias de las dos dictaduras que ha padecido y padece Guinea Ecuatorial desde su independencia es la trágica desaparición de los protagonistas de su Historia, sin que hayan podido transmitir sus vivencias, acciones y recuerdos a las generaciones posteriores. Los que no han sido devorados por la vorágine sanguinaria del “nguemismo” tampoco han tenido la oportunidad de hablar para la posteridad. Recuerdo, durante mi década ominosa en Malabo, que se amedrentaba a las personas con las que pretendía realizar trabajos de campo para recuperar nuestra Historia, como Luis Maho Sicachá y su hermano Elías, Marcelo Asistencia Ndong Mba, y otros que no nombro porque aún siguen viviendo lánguidamente en Guinea Ecuatorial. Por ello resulta muy ardua la labor del historiador, al estar desprovisto de fuentes, orales y escritas, debido al celo desculturizador de las autoridades que sufrimos desde hace 42 años. Es, pues, difícil contrastar la información que poseemos de una sola fuente, y ser riguroso a la hora de ofrecer los datos fundamentales de nuestro devenir histórico. Por eso siempre me limito a dar con cautela los frutos de mis investigaciones en fuentes guineanas, las únicas posibles según de qué temas se trate.

Aprovechando su conocimiento de la situación internacional debido a su estrecha relación con los independentistas de los países vecinos –desde su exilio gabonés, y después de su traslado a Camerún, luego a Argelia- Atanasio Ndong, en nombre del MONALIGE, presenta una dura batalla contra España en los foros internacionales. El 24 de febrero de 1956, con el fin de tramitar adecuadamente la solicitud de entrada de España, el secretario general de Naciones Unidas envió a Madrid un memorando en el que se le preguntaba al Gobierno de Franco si tenía colonias o territorios dependientes. España declaró no tener territorios que no se gobernasen por sí mismos, ya que acababa de devolver a sus legítimos dueños el Protectorado de Marruecos, y el resto de sus posesiones africanas no podían considerarse territorios coloniales, sino “provincias” en las que sus naturales gozaban de los mismos derechos que el resto de los españoles. Así se enteraron los guineanos de que eran “iguales que los españoles”. Pero la creación de la “Región Ecuatorial” tardaría más de dos años en convertirse en una realidad, ya que hasta el decreto del 10 de agosto de 1958 no se oficializa la “provincialización”. Mientras los nacionalistas denunciaban esas falacias en los organismos internacionales, el colonialismo empezó a dividirlos, consciente de que las reivindicaciones soberanistas estaban siendo tomadas en serio por la comunidad internacional y la independencia podía ser posible, como en el resto de África.

Dos fueron los métodos más eficaces: presentar al país no como una unidad, sino como una frágil amalgama de tribus antagónicas, unas más pobres y “salvajes” y otras más “civilizadas” y ricas, cuya coexistencia sólo podía garantizar España; el objetivo era azuzar como fuera unos recelos y rivalidades inexistentes hasta entonces; la otra estrategia fue la introducción de factores ideológicos en unas formaciones políticas cuya razón de ser era casi exclusivamente la liberación del país de la opresión extranjera, sin que hubiesen formulaciones teóricas ni programáticas consistentes que sustentasen políticamente tal aspiración. Esa endeblez ideológica –que al final resultó una de las causas de la posterior tragedia que aún sufre el país- fue aprovechada por la propaganda colonial para infundir en algunas mentes la idea de que los partidarios del MONALIGE, con su secretario general al frente, eran unos “peligrosos comunistas”. La extrema derecha en el poder –en España y, obviamente, en la colonia- empezó a agitar el fantasma de sus propios miedos para asustar a una población que en realidad nada sabía de tales cosas –o estaba influida por dos décadas de adoctrinamiento fascista-, con la finalidad de generar desconfianza hacia los líderes y, en definitiva, impedir o dificultar la independencia. Se logró imbuir en ciertas mentes el espíritu cainista y “guerracivilista” que había llevado al desastre a la propia metrópoli[9].

Al fomentar la rivalidad étnica, el gobierno general regido por Faustino Ruiz González creó las bases de la inestabilidad permanente que minaría la política guineana, evidenciada durante la Conferencia Constitucional, cuyas secuelas permanecen aún hoy. Las pruebas más claras son la creación en 1960 de dos provincias, cuando el decreto del 10 de enero de 1958 aludía a una “provincia ecuatorial”; y, a partir de entonces, la proliferación de una serie de “partiditos” –en la terminología de la época- de base tribal, en una maniobra copiada de la experiencia belga, una de las peores del proceso descolonizador africano, con la que se ahogó al nacionalismo integrador representado por Patrice Lumumba y se impidió –hasta hoy- la cristalización de una nación estable en la República Democrática de Congo.

Otra prueba de nuestro argumento es la creación de Idea Popular de Guinea Ecuatorial (IPGE), el otro grupo político que más contribuyó a lograr la independencia de Guinea Ecuatorial, surgido asimismo de una escisión por la izquierda del MONALIGE. Aunque parece haber sido fundado “dentro del país en los años 1949-1950”[10], fue constituido formalmente en 1959 por exiliados guineanos en Camerún, y su comisión ejecutiva es claramente interétnica: los bubis Marcos Ropo Uri y Luis Maho Sicahá, el fernandino Gustavo Watson Bueco y los fangs Enrique Nvo, Pedro Ekong Andeme, Clemente Ateba o José Nsue Angüe. Dos fueron las características fundamentales de este partido: su radicalismo de izquierdas y su determinación de unir Guinea Ecuatorial y Camerún tras la independencia. La primera podría ser una consecuencia de la deriva cada vez más represora del colonialismo, sobre todo a partir de 1959, como veremos a continuación, o un simple contagio de las formas al uso de los movimientos anticoloniales más ideologizados, como la Unión de los Pueblos de Camerún (UPC), de Félix Moumié; pero no se conoce ningún documento o actuación que avalara tal discurso y, como el MONALIGE, tampoco articuló su propuesta política en un pensamiento que superase el mero deseo de “echar al blanco”, como afirmó más de un líder; no había, pues, un programa que avalase ese aura de “radicales” que siempre le rodeó, y que podemos atribuir a la contrapropaganda de signo colonialista. La actuación de sus dirigentes lleva a pensar más bien en una ideología liberal en lo político y en lo económico; lo cual explicaría los bandazos de sus principales dirigentes, alguno de los cuales, como Luis Maho, que sustituiría a Nvo en la presidencia del partido, aceptó cargos en el Gobierno Autónomo constituido por Bonifacio Ondo Edu en 1964, al dictado de Carrero Blanco; otros militantes destacados se pasarían al MUNGE. Convenientemente orquestado por la propaganda colonial, su compromiso de federarse con Camerún tras la independencia -anunciado y defendido por Maho en una conferencia internacional en Uagadugú, Burkina Faso, y contemplado en el artículo 3º de sus estatutos- restó al IPGE apoyos dentro de Guinea, hasta que fue suprimido en la reunión de Ebolowa en marzo de 1962, a propuesta de Agustín Eñeso y Esteban Nsue Ngomo. Algunos militantes del IPGE atribuyen a “necesidades financieras” aquella insólita propuesta, bien instrumentalizada por el estamento colonial; el propio Maho se justificaría posteriormente con el argumento de que “no sabía francés” y “firmé lo que me pusieron”.

El decreto de “provincialización”, del 10 de enero de 1958, fue un revulsivo para la sociedad guineana. Las autoridades españolas esperaban que sería recibido con alborozo, al equiparar jurídicamente a colonizados y colonizadores y aliviar los efectos más ingratos de la interacción entre blancos y negros. En vez de ello, arreció la oposición anticolonial: los nacionalistas exiliados protestaron ante la ONU, mientras en el interior crecía la oposición a la medida. Enrique Nvo, líder del IPGE, opinaba que el nuevo estatuto estaba destinado a impedir la independencia, pues vaciaba de contenido las principales reivindicaciones de los nativos, que ya no serían considerados sujetos coloniales, sino ciudadanos –“súbditos”, en la terminología de entonces- españoles. El IPGE convocó una reunión en Santiago de Baney (Fernando Poo), a la que asistieron, entre otros, Felipe Ndjoli, Alberto Mbande, Federico Ebuka y Pastor Toraó. Los congregados acordaron oponerse a las maniobras españolas y comisionaron a Nvo para que viajase a Camerún y utilizara sus contactos con el independentismo local para hacer llegar a la ONU un escrito que denunciaba la “provincialización” y exigía la independencia. Nvo llegó a su pueblo, Mbé, en el distrito de Micomeseng, donde cruzó el río Campo (Ntem), fronterizo con la colonia francesa. A partir de ahí se pierde su pista, existiendo varias versiones sobre su desaparición: para unos, “un soplón” habría comunicado a la policía colonial los pormenores de su misión, y habría sido asesinado por guineanos pagados por el gobernador Ruiz González; para otros, Nvo fue asesinado por instigación del gobierno autónomo camerunés –presidido por Ahmadou Ahidjo, que después sería el primer presidente del país- al negarse a ratificar el “compromiso” de federar ambos países tras la independencia.

La desaparición de Enrique Nvo conmocionó al independentismo guineano, y sólo tuvo como consecuencia la huida hacia el exilio de numerosos nacionalistas, que redoblaron sus esfuerzos para acabar con la colonización. En julio, el IPGE presentó ante la ONU una petición formal de independencia, al tiempo que denunciaba la “provincialización” como una argucia de los españoles para impedir el acceso a la soberanía. Se constituiría oficialmente como partido político en Ambam (Camerún), a principios de 1959.

Tras la “provincialización” oficial y la desaparición de Nvo, el MONALIGE, por su parte, también se reafirmó en su determinación de proseguir la lucha por la independencia. En una reunión clandestina que tuvo lugar en Kogo el 10 de junio de 1959, los asistentes (Atanasio Ndong Miyón, Agustín Bibang, Miguel Aloo, Eduardo Makambo, Rafael Dámaso Sima, Ramón Ela, Adolfo Obiang Bikó y otros) resolvieron “potenciar la extensión de las bases nacionalistas en toda Guinea” y enviar al exilio a guineanos voluntarios, con el fin de activar la propagación “de los fundamentos de un cambio revolucionario que se preveía irreversible”, cursar solicitudes de asilo en los países vecinos, cuya independencia ya tenía fecha, y “canalizar los contactos con los Estados africanos ya independientes y con las Naciones Unidas”. A partir de entonces, Ndong Moyón y sus seguidores multiplicarían aún más sus frecuentes viajes clandestinos a las localidades guineanas fronterizas con Gabón. Es también en esta época (1959-1960) cuando el MONALIGE crea un sindicato de inspiración cristiana, la Unión General de Trabajadores de Guinea Ecuatorial; se producen contactos continuos de colaboración activa entre los opositores del interior (Bonifacio Ondo Edu, Francisco Salomé Jones…) y del exterior, así como los acuerdos de concertación entre el MONALIGE y la IPGE.

A mediados de 1959, llegaron a Guinea los primeros efectivos de la Guardia Civil, fuerza de seguridad más eficaz en las tareas policiales que la obsoleta Guardia Colonial (que pasó a llamarse Guardia Territorial). Entre sus 350 efectivos, desplegados en cinco distritos de Fernando Poo y Río Muni, no había un solo guineano, para evitar las complicidades con los nacionalistas detectadas en la Guardia Colonial, compuesta por oficiales blancos y suboficiales y tropas nativas. A medida que España completaba el ordenamiento jurídico de la “provincialización”, arreciaba la represión. Su punto culminante fue la detención y asesinato de Acacio Meñe Ela, cabeza visible del MONALIGE en el interior, el 28 de noviembre de 1959[11]. Meñe fue detenido en Bata, cerca de la Misión Católica, cuando salía de entrevistarse con el padre Antonio Cañigueral, “gran amigo suyo”; aunque otras fuentes aseguran que acababa de confesarse con el padre Nicolás Preboste, vicario general; trasladado al cuartel de la Marina, al parecer fue brutalmente torturado y luego embarcado en un buque que zarpaba hacia Fernando Poo, pero no llegó a la isla. Desde entonces se cree que fue arrojado al mar.

Si la muerte de Enrique Nvo conmocionó al país, este nuevo crimen resultaría un revulsivo. El gobernador Ruiz González reactivó la represión. Fueron detenidos numerosos maestros, funcionarios y gente destacada de las que se sospechaba una proclividad con las ideas soberanistas; entre otros, Justino Mba Nsue, Federico Ngomo Nandongo, Agapito Ona, José Nsue Angüe Osa, Federico Ebuka, Juan Roku, Felipe Ndjoli, Esteban Santos Ekoo, Jesús Alfonso Oyono, Salvador Ndong Ekang, Alejo Ndong... Todos fueron encarcelados y torturados, algunos con especial saña, como Salvador Ndong Ekang. Curiosamente, ninguno de los bubis y fernandinos implicados fueron encarcelados, ni otros que, como Enrique Nkuna y el sacerdote Alberto Ndong, quedaron como sospechosos. En una gira que realizó por todo el país, el gobernador Ruiz González fue muy claro: “Esos que están ahora en las mazmorras, detrás de mi palacio en Santa Isabel, llorando como mujerzuelas, que creían que ya eran algo por saber las cuatro operaciones fundamentales, conocerán dentro de poco cuán peligrosos son ciertos juegos (…) Debo recordar aquí, en Micomeseng más que en ningún otro sitio, que mi puño no temblará para firmar la sentencia de muerte de ningún desgraciado que atente contra la dignidad de España; vista el hábito que vistiere, cualquiera que atente contra la españolidad de estas tierras lo mandaré fusilar”[12]. Y los habría mandado fusilar de no oponerse el obispo de la diócesis, Francisco Gómez Marijuán, y el comandante de la Guardia Territorial, Huete, que al parecer discrepaban de los métodos expeditivos del gobernador. Se propuso el destierro de los implicados a la isla de Annobón, idea que también fue rechazada, y los nacionalistas fueron saliendo de las cárceles (Black Beach de Santa Isabel y “Modelo” de Bata), tras ocho meses o un año (según los casos) de trabajos forzados.

El ya por entonces almirante Ruiz González no actuó por su cuenta, sino de acuerdo con el ministro Subsecretario de la Presidencia, el también almirante Luis Carrero Blanco, mano derecha de Franco, del que dependían las colonias. Lo prueba un párrafo de uno de sus discursos durante su visita oficial a Guinea en octubre de 1962, pronunciado en Bata, en el que, tras asegurar que no era la primera vez que viajaba a aquellas tierras, añadió: “Hace poco tuve que venir a cortar la cabeza de una serpiente negra en el estuario del Muni”[13]. ¿Se refería a Acacio Meñe? En las referencias biográficas oficiales, no consta ese viaje. La verdad sólo se sabrá cuando las autoridades españolas tengan a bien abrir a los investigadores las secciones correspondientes del Archivo General de la Administración, sito en Alcalá de Henares.

En 1960, 17 países africanos obtuvieron su independencia. El colonialismo, tal como se había entendido desde finales del S. XIX hasta la primera mitad del S. XX, quedaba derrotado. Pero no por ello se agotaron las esperanzas de los “viejos coloniales”, como se llaman a sí mismos: estaban dispuestos a oponer resistencia, siguiendo los ejemplos de Portugal, y, sobre todo, de las minorías blancas de Rhodesia del Sur (actual Zimbabue) y Sudáfrica. Diversos estamentos coloniales –los “finqueros” agrupados en el sindicato del Cacao, los madereros y los funcionarios- podían resignarse ante la independencia de la parte continental, pues, a fin de cuentas, no habían conseguido dominar el miedo depositado en su imaginario hacia los belicosos fang, “fieros” y “salvajes”, a los que llamaban pamues. Pero Fernando Poo era distinto: consideraban “pacíficos” y “más civilizados” a sus habitantes autóctonos, los bubis; allí residía la inmensa mayoría de los colonos, allí se había invertido más dinero, allí el nivel de vida era más próspero. Por eso muchos colonos consideraron que la independencia no debía alcanzar a las islas, sino sólo a Río Muni.

A tenor de los datos conocidos, el gobernador Ruiz González se situó a la cabeza de una operación involucionista, que pretendió impedir una independencia unitaria de la “región ecuatorial”, manteniendo Fernando Poo como una provincia, un protectorado o un Estado asociado a España, controlado por la minoría blanca. En el verano de 1961, algunos colonos concibieron la idea de convertirle en “abba” (“sacerdote supremo”, que muchos desconocedores de la tradición bubi interpretaron como “rey”). A tal efecto, se convocaron reuniones con jefes tradicionales y demás notables bubis en Ruiché y Bocoricho. No prosperó la idea, porque los bubis adujeron que ése no es un cargo electivo ni político, sino una representación espiritual hereditaria dentro de una familia determinada; la habilidad de ciertos bubis logró ir posponiendo una ceremonia que describían como muy complicada, que incluía muchas consultas rituales con los espíritus de sus antepasados y requería que el gobernador se casase con una joven virgen de una familia principal, y al gobernador, recalcitrante soltero, se le tenía por “misógino”; se mezclaron los temas políticos, pues muchos de los bubis más influyentes recordaron el rosario de agravios infligidos por los colonizadores, en especial la represión desencadenada sesenta años antes tras el levantamiento del jefe balachá Esasi Ebuera, más conocido como “Sas Ebuera”; como los promotores de la propuesta la habían disfrazado bajo el argumento de que sería un “homenaje a España”, que protegería así a los bubis, algunos nativos propusieron arrendar la isla a España “y después se vería”; muchos bubis expresaron su desconfianza hacia los colonos, pues se sentían aturdidos por la “provincialización”, ya que algunos colonos racistas se empeñaban en seguir llamándoles “monos” aunque fueran “españoles”; en resumen, los bubis no vieron claro el asunto, y la “coronación” se redujo a un descafeinado “homenaje”, con promesa de nombrar “botuku” (persona destacada de un lugar) al gobernador, en un acto propiciado por la Diputación Provincial –presidida por Javier Alzina- con motivo del “Día de la Provincia”, en agosto de 1961[14]. Contrariados sus deseos, el 18 de diciembre de ese mismo año Ruiz González salió hacia España, oficialmente para tomar sus vacaciones, pero ya no regresó.

El fracaso de sus aspiraciones, y el ridículo consiguiente, determinaron la dimisión –cese para algunos- del gobernador Ruiz González. Todavía se desconoce si el almirante Carrero Blanco conocía las pretensiones de su hombre en Santa Isabel; determinados indicios permiten sospechar que sí, aunque aún no hay respuesta a la duda sobre si las compartía. Existen diversos testimonios de destacados “coloniales”, entre ellos el de José Menéndez Hernández, quien escribe: “Para Carrero Blanco la situación de la Guinea era clara. Los nativos de Fernando Poo, los bubis, no deseaban separarse de España. Querían constituir un Estado asociado con la metrópoli. Los que sí postulaban una independencia total eran los fang del Continente. Por ello el Almirante pensaba que hubiese sido más acertado propiciar el nacimiento de dos estados diferentes”[15].

Puede afirmarse, pues, que el largo mandato de Faustino Ruiz González, el gobernador más longevo en su cargo -después de Ángel Barrera, a principios del siglo XX-, se caracterizó por los intentos de impedir por la fuerza la evolución política de Guinea Ecuatorial, mediante la represión y la división de las fuerzas políticas nacionalistas. Fracasó, obviamente, al no lograr impedir la independencia, ni consumar la secesión de Fernando Poo. Poco después de tomar posesión en febrero de 1962, su sucesor, el contralmirante Francisco Núñez Rodríguez, hasta entonces secretario general del Gobierno General, inició una política conciliadora con los independentistas. Presionado por los grupos soberanistas y por las circunstancias internacionales, el Gobierno español tuvo que cambiar radicalmente de actitud; pocos meses después, en octubre de 1962, el propio Carrero declaraba que “España no se opondrá si en el futuro la mayoría deseara modificar en algún aspecto su estatuto actual”, reconociendo así la posibilidad de una independencia que un grupo de nacionalistas le acababa de exigir por escrito en Baney. Menos de dos años después, las “provincias ecuatoriales” pasaron a tener un régimen autónomo que otorgó a los guineanos un amplio abanico de libertades, como la existencia de partidos políticos y sindicatos, y el regreso de los exiliados, de las que no gozaban los propios españoles, preludio de la independencia proclamada el 12 de octubre de 1968.

Si quieres más información no dejes de consultar:

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[1] Para no repetir datos de sobra conocidos, remito a mis libros Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial, Edit. Cambio 16, Madrid, 1977; y España en Guinea (con Mariano de Castro), Ediciones Sequitur, Madrid, 1998.

[2] Ela Abeme, Francisco: Guinea, los últimos años; Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1983; ver también Ndongo-Bidyogo, Donato: obs. cits.; “Una merienda de blancos (Descolonización de Guinea Ecuatorial 1936-1968)”, en “Historia 16”, Madrid, núm. Extra, “España en África”, abril 1979, y “España y Guinea (1958-1968”, en “Historia Universal, s/f. Los datos contenidos en estos trabajos proceden de diversas entrevistas realizadas a personalidades del nacionalismo histórico, como Elías Maho Sicachá, Esteban Nsue Ngomo, Justino Mba Nsue y Andrés Moisés Mba Ada.

[3] Testimonio de Celestino Okenve a Xavier Lacosta: “Cronología de Guinea Ecuatorial: de la pre-independencia (1948) al juicio de Macías (1979)”, en Internet. Conviene precisar que el ministro del Aire en la época era el general y aviador Eduardo González-Gallarza.

[4] Justino Mba Nsue en la VII sesión de la Comisión Política de la Conferencia Constitucional, Madrid, 10 de noviembre de 1967. Actas de la Conferencia Constitucional, inéditas.

[5] Enénge A´Bodjedi: Cuentos Ndowe I, Ndowe Internacional Press, Nueva Cork, 2003, págs. 205-207. Cf. “Los pastores presbiterianos ndowe”, en “Oráfrica, revista de oralidad africana”, nº 4, abril de 2008, pág. 73-100.

[6] El profesor Eugenio Nkogo Ondo fue testigo de los acontecimientos. Ver su ponencia “La Guinea Ecuatorial: Reminiscencia histórica. Experiencia de las luces y de las sombras de un proyecto político”, en “International Conference: Between Three Continents: Rethinking Equatorial Guinea on the Fortieth Anniversary of its Independence from Spain”. Hofstra University, Nueva York, 2-4 abril 2009.

[7] Todos los “seguidores”, excepto los dos últimos, alcanzaron el sacerdocio y ejercieron en Guinea.

Enrique Gori Molubela sería después presidente de la Diputación de Fernando Poo, presidente de turno de la Asamblea en el Régimen Autónomo, y durante la Conferencia Constitucional se revelaría como uno de los referentes más sólidos del separatismo bubi. Juzgado arbitrariamente en diciembrede1969 por la intentona golpista de Atanasio Ndong de marzo anterior, y condenado a 25 años de prisión, fue asesinado en la cárcel en 1972.

Vicente Castellón Ntayo fue destacado dirigente de la Unión Annobonesa, partido de corte tribal fundado durante el Régimen Autónomo. Participó en la Conferencia Constitucional. Uno de los pocos supervivientes a la tiranía de Macías, ocupó cargos menores con éste y en la primera etapa de Teodoro Obiang.

El P. José Esono fue asesinado en la cárcel de Black Beach en 1976.

[8] La población total (europeos y africanos y todos los grupos étnicos) evoluciona de los 171.381 habitantes censados en 1942 a los 245.989 de 1962. Ver diversas estadísticas publicadas por el Instituto de Estudios Africanos (IDEA), Dirección General de Marruecos y Colonias –después Dirección General de Plazas y Provincias Africanas-, Presidencia del Gobierno.

[9] En efecto, se logró una escisión del MONALIGE por la derecha, pues Bonifacio Ondo Edu fundó en Libreville la conservadora Unión Popular de Liberación de Guinea Ecuatorial (UPLGE), que, cooptada por el colonialismo, se convertiría en Movimiento de Unión Nacional de Guinea Ecuatorial (MUNGE), partido con el que conseguiría “gobernar” durante el Régimen Autónomo.

[10] Según uno de sus dirigentes históricos, Clemente Ateba, en la VII Sesión de la Comisión Política de la Conferencia Constitucional, Madrid, 10 de noviembre de 1967. Actas de la Conferencia Constitucional, inéditas.

[11] Eugenio Nkogo Ondo, creemos que erróneamente, señala como fecha de este crimen el 20 de noviembre de 1958 (ver documento citado); lo cierto es que la “desaparición” de Enrique Nvo es anterior al asesinato de Acacio Mañe.

[12] Ela Abeme, Francisco, ob. Cit., págs. 51-52.

[13] Ela Abeme, F., ob. cit., pág. 55.

[14] El Dr. Armando Ligero Morote, alcalde de San Carlos (hoy Lubá) en 1961, relata estos hechos en el núm. 8-9, 1990, de la “Revista de Estudios Africanos”, editada por la Asociación Española de Africanistas, de la era entonces presidente.

[15] Menéndez Hernández, José: Los últimos de Guinea. El fracaso de la descolonización”, Sial Ediciones, Madrid, 2008; pág. 412. Lo cual coincide con toda la actuación del almirante Carrero, ya vicepresidente del Gobierno español, durante la conferencia constitucional y las posteriores elecciones de 1968.

Fuente: Donato Ndongo-Bidyogo, Seminario  Internacional “Actores Coloniales españoles y Espacios Africanos SS. XIX-XX":

lunes, 7 de julio de 2025

La causa catalana

La historia colonial de Guinea Ecuatorial no se entiende sin el aporte del lobby catalán. No quedarán, por tanto, ajenos a las pulsiones de la guerra civil. Pero con una salvedad... cayendo Cataluña en zona republicana, el territorio ecuatorial sufrirá esa desconexión de la metrópoli catalana y pasará al ámbito de influencia canario.  

Vila-San Juan no deja lugar a dudas de dónde pasa a recaer la influencia y toma de decisiones: «Inmediatamente después de una Misa de Campaña, que coincidió con la Fiesta de la Raza, el 12 de octubre de 1936, los canarios se hicieron cargo de cuanto significaba mando. Los presos, hasta entonces respetados, fueron maltratados y apaleados. Los que se habían sublevado (la gente de orden) tratados casi como "nacionales de 2ª clase" o "semirrojos"».

En ese contexto de reequilibrios y nuevas lealtades, se producen actos de contricción pública como el que documentó Celeste Muñoz en "La Guinea Española":


Igualmente, los claretianos catalanes clamaron por años haber puesto los mártires en la liberación de la ciudad de Bata. La historiografía franquista consideró a aquellos ahogados mártires de la Cruzada, aunque solía olvidar, habitualmente, que habían sido los voluntarios canarios los que había enviado el barco al fondo del mar.

Sergio Millares Cantero asigna nombres y apellidos a ese reequilibrio geoestratégico en "Morir a Canàries 1936-1941: Catalans sota la repressió franquista":

La República envia al correillo “Fernando Poo” des de Barcelona per intentar reforçar la resistència, però l’escassedat d’armament enviat (6 fusells i una pistola) desmoralitzen la població que ha rebut entusiàsticament l’embarcació. En ella trobem un grup d’anarcosindicalistes barcelonins disposats a reduir la possible dissidència a la colònia. I així és, detonen determinats propietaris rurals afectes al govern de Burgos, desmantellen les missions religioses, detonen missioners I monges. Però des de Canàries els rebels envien un altre buc, el “Ciudad de Mahón”, que porta una dotació militar formada per 600 homes.

Arriba a Bata el 14 d’octubre i la resistència s’organitza des del mateix port i el “Fernando Poo”, però l’enfrontament resulta desigual i s’imposa la potència del primer, que enfonsarà el “FernandoPoo” i es fa amb el control de la colònia amb un balanç final de 15 morts. S’inicia aquí la fase de repressió.

Molts republicans aconseguiran fugir a les colònies estrangeres veïnes, però 104 són fets presoners i traslladats a Gran Canària el 27 de febrer de 1937. Moltes seran les causes que es posaran en marxa a Las Palmas de Gran Canària contra aquests detinguts a Guinea, però segurament convé destacar-ne dues. La causa 521/36 enjudicia el Comitè del Front Popular de Fernando Poo, i se’ls acusa de contactes amb el govern de Madrid i Bata, i per la seva actuació decisiva en la destitució de l’oficialitat i el suport a la marineria del “Méndez Núñez”. Foren 23 persones les acusades. Un deis principals responsables fou Jaume Gay Compte, natural de Reus (Baix Camp), casat i amb 33 anys, comerciant i pràctic de farmàcia, domiciliat a la mateixa illa de Fernando Poo. Detingut l’octubre de 1936, el consell de guerra se celebra el 27 de setembre de 1937 i és condemnat a 30 anys. Els seus problemes de salut el portaran vàries vegades ais calabossos de l’hospital de San Martín: primer el 19 de novembre de 1937 per una bronquitis aguda, de la qual es recuperarà cinc mesos més tard, però tornarà a l’hospital procedent del Camp de Concentració de Gando el 19 d’agost de 1938, i finalment morirà del tifus el 17 d’abril de 1939. (...) Un altre dels processats en la causa 521/36 és Josep Trillas Torreguitart, natural de Lleida (el Segrià), soltar de 32 anys i de professió manobre, amb residència a Fernando Poo. Condemnat a 12 anys, fou alliberat el juny de 1941.

L’altra causa important és la 24/37, que jutja el denominat “Comitè Rojo” del buc “Fernando Poo”. Es tracta d’un judici que no compta amb bona part dels encausats, bé perquè aconseguiran fugir, bé perquè moriran durant el combat. Finalment es jutjarà una vintena de persones i, tot i que no tenim la sentència, sí que hem esbrinat que com a mínim tres tripulants del buc eren catalans. Es tracta de Rosa Grau Espí, natural de Barcelona (el Barcelonès), casada i de 41 anys, amb domicili a Bata i cambrera del buc. Detinguda governativa l’octubre de 1936 i alliberada el 3 de març de 1937. També Virtudes Torres Subirats, natural de Tarragona (el Tarragonès) viuda de 44 anys, veïna de Bata, cambrera del buc també. Detinguda governativa l’octubre de 1936 fou alliberada també del 3 de març de 1937.

Finalment, Lleó Lluis Mercader Navarro, nascut a Totana (Murcia) però veí de Barcelona (el Barcelonès), amb residència a Fernando Poo i Bata, de professió telegrafista. Detingut governatiu l’octubre de 1936 i ingressat a la Sala 5 de l’hospital el 31 de març de 1937 per febre palúdica i sarna. El 2 d’abril de 1937 en surt curat i és alliberat el 4 de març de 1937.

Però encara hi ha processats catalans en altres causes. Un d’ells és Genis Josep Sáenz, natural de Barcelona (el Barcelonès), solter de 41 anys, comerciant i amb domicili a Bata. Se l’acusa de fer manifestacions verbals i intentar recollir firmes a favor de la legitimitat del govern republicà en la causa 299/37, i és processat per injúries a l’exèrcit. Detingut l’octubre de 1936, se li fa consell de guerra el 17 de novembre de 1937. Condemnat a 3 anys, surt en llibertat l’abril de 1940. L’altre implicat català és Lluis Mestre Angueza, natural de Barcelona (el Barcelonès), casat i de 32 anys, de professió cuiner i amb domicili a Bata. És processat per atemptat i rebel·lió, especificant que es tracta d’amenaces amb un ganivet. El judici se celebra el 2 de setembre de 1937 I és condemnat a 6 anys I 6 mesos, i se II imposa una multa de 2500 pessetes. Surt en llibertat el juliol de 1940.


Últimas fotografías del Fernando Poo antes de su hundimiento.
El Fernando Poo hundido en aguas poco profundas de la bahía de Bata.

¿Repasamos los nombres surgidos en el artículo?

De Jaume Gay Compte, contamos ya con su respectiva entrada: Fundador del Frente Popular en Fernando Póo, masón, promotor del periódico El Defensor de Guinea, encausado e inicialmente sentenciado a muerte, finalmente fue condenado a 30 años. Falleció por su paso en el insalubre campo de concentración del viejo lazareto de Gando. Está enterrado en una fosa del cementerio de Las Palmas.

Al igual que la tenemos de Josep Trillas Torreguitart, al que todavía a finales de 1949 le estaban embargando los bienes para cubrir las multas impuestas por el Tribunal de Responsabilidades Políticas, pese a que su condena de 12 años de prisión había sido conmutada en 1941.

Sobre Rosa Grau EspíVirtudes Torres Subirats, no tenemos entradas previas. En su caso, mientras el resto de encausados son ingresados a inicios del 37 en el Campo de Concentración de Gando, ellas pasan a la Prisión Provincial de Las Palmas.
Durante las indagatorias con Juan Fontán, Rosa afirmará «que no sabe nada de lo que ocurrió durante el bombardeo», y el auto de procesamiento de la tripulación del Fernando Póo, resolverá en casos como el suyo que «no se deduce responsabilidad alguna, en el hecho relatado, más que una cobardía colectiva». De hecho, ante su patente inocencia y como evidencia de esa cobardía colectiva, son usadas como coartada: por ejemplo, por el grumete Juan Fernández Hermo, el camarero David Sanz López, el encargado de tercera Francisco Cano Bravo o el repostero Juan Timoteo Alemani...., que coinciden en manifestar «que al oír el primer cañonazo se refugió en el oficio de 2ª con las camareras».
Finalmente, en 2017, la Generalitat de Catalunya decreta la nulidad del juicio a Rosa Grau Espi (no hay constancia sobre Virtudes Torres Subirats) y «restablece el honor, la dignidad y la memoria» de una víctima «injustamente procesada por los tribunales franquistas».



Lleó Lluis Mercader Navarro, será identificado como simpatizante del fascio por Bartolomé García Carrasco, Jefe del Campamento Nacionalista de Santa Isabel. Opinión compartida por el camarero Antonio Solabre Morales, que «considera como simpatizantes del movimiento nacional al 1º Oficial Rafael Muñoz, al camarero Juan Ballesteros Palea y al electricista León Mercader», coincidiendo en ese sentido con la declaración del médico Antonio Fuertes Villavicencio.
Pero en las indagatorias de Juan Fontán, se observa no sólo un intento por protegerse, también se dan claros intentos por desquitarse. Sólo así se entiendo que el radiotelegrafista del Fernando Póo, Francisco Pérez Rodríguez, inicialmente afirmara «que considera simpatizantes del Movimiento Nacional a todos los Oficiales y al electricista Mercader», pero al rato se desdijera: «PREGUNTADO si tiene algo más que decir dijo; que respecto a lo manifestado en la primera preguntas al decir que el electricista León Mercader tenia carácter de fascista el declarante que no lo es por estar afiliado al Partido Socialista y calcula desde hace unos cuatro años y haber oído comentar al electricista Jaime Tomás Romeo que León Mercader se había ofrecido a denunciar a los pasajeros fascistas que había a bordo y ser el que durante el viaje arregló las pistolas de los tripulantes según le manifestó Adolfo Celis Mones...».
A su vez, el propio electricista señalará a su acusador como presidente del Comité de abordo, y contará su versión de que él «iba hacia tierra en la falúa cuando sonó el primer cañonazo. Se presentó en tierra un abogado aragonés e inmediatamente se incorporaron al Ciudad de Mahón». Lo cual es sorprendente, ya que la historiografía franquista relatará que «a las 5 de la tarde del 14 de octubre llegó un bote al Ciudad de Mahón, con un colono [aragonés, con una bandera enorme,] gritando "¡Viva la Virgen del Pilar!", y anunció que la ciudad había sido liberada». Ni el radiotelegrafista era presidente del Comité, ni parece que hubieran dos pasajeros en el cayuco. Así, con todo, en el procesamiento a la tripulación del Fernando Póo, Mercader no fue incluido.

Genis (ó Ginés) Josep Sáenz, comerciante, condenado a 3 años por injurias al ejército (incitación a la rebelión). Él y el paisano Francisco Longueira Seijo fueron acusados de realizar manifestaciones verbales e intento de recogida de firmas para paten­tizar la legitimidad del Gobierno de la República sobre los alzados en armas. Fue puesto en libertad en abril de 1940. Su colega Longueira cuenta con un expediente de indulto de 1956.

Lluis Mestre Angueza, cocinero del vapor Rio Francoli, es acusado de amenazar con un cuchillo. El Fiscal «considera el vapor Rio Francoli como prolongación del territorio Nacional, en que el procesado Luis Mestre trata de excitar a la rebelión con las palabras pronunciadas, terminando pidiendo en nombre de la ley la pena de doce años de prisión mayor y accesorias correspondientes por el delito de Excitación a la Rebelión». Finalmente es sancionado con un generosa multa de 2.500 pesetas y privación de libertad por 6 años y medio. En el verano de 1940, será puesto en libertad.

Pero no fueron los únicos: faltaría, por ejemplo José Serra Companys, el primo del molt honorable president de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys, y uno de los decididos defensores de la Bata republicana junto a Ángel Miguel Pozanco. Fundador y secretario del Frente Popular en Río Muni, permaneció en Bata cubriendo la retirada a los que huían del bombardeo de la ciudad hacia los territorios franceses, por lo que acabó en el campo de concentración del viejo lazareto de Gando.

Y otros, como el barcelonés Carlos Grey Molay, el republicano negro del campo de concentración de Mauthausen, o Amadeo Ansa, el Rey Baltasar, sufrieron las consecuencias de la guerra sin vivirla en el territorio ecuatorial.

Entre aquellos a los que en 2017, la Generalitat de Catalunya decretó la nulidad del juicio (al igual que a Rosa Grau Espi o a Amadeo Ansa)  y «restablece el honor, la dignidad y la memoria» de una víctima «injustamente procesada por los tribunales franquistas» están también el practicante Enrique Atané Amo (madrileño), el agricultor Gerardo de las Heras Ríos (zamorano), Asunción Adrián Comerás (zaragozana y viuda del agricultor Fernando Chacar Bru), Sixto (navarro y hermano del agricultor Benigno de los Arcos Hernández) o el radiotelegrafista de Bolondó, Ricardo Echevarria Retamosa (sevillano). Y habrá más.

jueves, 3 de julio de 2025

Ganarse el cielo

Es cierto, el cooperante ha venido al mundo para sufrir, o como decían las abuelas «a ganarse el cielo».

Por eso, no nos extraña que a mediados del año pasado, un medio digital diera cuenta de las penurias económicas del veterano Donato Ndongo-Bidyogo y añadía el propio entrevistado que «no hablemos ya de la cuantía, porque debería tener una pensión más elevada, pero la Agencia de Cooperación Internacional, la institución encargada de financiar al Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo y a la Agencia EFE, no cotizó a la seguridad social los 10 años que estuve trabajando en ambas instituciones. La Seguridad Social me envió una carta donde me decía que, sin una sentencia judicial firme, no me pueden reconocer esos años de trabajo...».

El Diario.es lo había adelantado unos días antes: «El opositor ecuatoguineano reside en la Región desde 1995 y denuncia que las presiones de la dictadura de su país en España lo han llevado a ser desahuciado de su casa».

Es una historia muy común; en el aluvión de cooperantes ochenteros iniciado por el Ministerio de Exteriores durante la administración Suárez -previo a la creación de una agencia de cooperación y preludio a lo que se llamó en el mundo académico como la cooperación de sustitución- se dejaron sin realizar aportes a la seguridad social del personal expatriado y del personal local durante década y media. 

En esa época, en la que eran jóvenes, tal vez no se le dio importancia. Pero si tenemos en cuenta que durante un largo periodo la cooperación española, que asumía funciones de Estado en una multitud de sectores básicos, fue la principal fuente de empleo del país... la tragedia está garantizada. 

Así, son recurrentes las experiencias de profesionales con historia ecuatoguineana que cuando tienen que hacer cálculos para su jubilación descubren un vacío vital en su vida laboral y se ven obligados a recurrir a la justicia (con resultados aleatorios y arbitrarios) o a demorar el ganado descanso para arañar unos años y mejorar la pensión.

Son historias comunes.. Tan sólo un ejemplo: «En la demanda se manifiesta que la actora [una desconocida Doña Esperanza] ingresó en el Cuerpo General Auxiliar de la Administración del Estado el 1 julio 1975, cesando el 31 diciembre 1980 que pasó a la excedencia voluntaria. Estando en excedencia fue contratada el 30 octubre 1989 por el Embajador de España en Guinea Ecuatorial para prestar servicios como profesora en el Colegio Español de Bata, en el Programa de Cooperación Española en Guinea Ecuatorial. Ese contrato fue de carácter temporal y local, con una duración determinada hasta el 30 junio 1990. Ese trabajo se realizaba con cargo a los Presupuestos del Programa de Cooperación. Finalizado ese contrato temporal, la actora suscribió otro contrato laboral de igual naturaleza y con idéntico clausulado el 12 octubre 1992 hasta el 30 junio 1993. Previamente a estos contratos había prestado servicios en Guinea como Maestra durante tres periodos de tiempo, un total de 4 años 9 meses y 13 días, periodo de tiempo certificado como de servicios en el Cuerpo de Maestros. Durante el periodo de tiempo que estuvo contratada en bata, la Administración española no le dio de alta ni cotizó en la Seguridad Social española, quedando al descubierto durante ese periodo de tiempo mencionado...».

Ayer publicaba The Objective: «El prestigioso historiador guineano Donato Ndongo, al borde del desahucio en Murcia (...) La amenaza de desahucio que hoy pende sobre su familia sería no sólo una muestra de desprecio hacia el propio Ndongo, sino un ejemplo más del abandono por parte de España a Guinea Ecuatorial. La sociedad democrática española debería movilizarse ahora a favor de Ndongo, como una forma de mostrar también solidaridad con la democracia en Guinea Ecuatorial».

Las redes sociales arden de solidaridad y contradicciones; desde quienes lamentan la desgracia del máximo responsable africano de las letras en español y eterno candidato al Princesa de Asturias de las letras, hasta quienes como Abuy Nfubea recuerdan cómo fue utilizado para eliminar al notario Antonio García Trevijano del tablero político español en beneficio de Felipe González. 

Alberto Quintana, antiguo coordinador general de la cooperación española en Malabo lo recordaba en El despropósito Ecuatorial, citando al propio Donato Ndongo: «¿Podemos permitir que la persona que está asesorando a Macías -que mata a nuestros familiares y compatriotas y nos hace estar en el exilio- sea mañana el que mande en España? Y la respuesta fue clara: tenemos que decir quién es en realidad este señor. Y eso hicimos. El dossier Trevijano lo elaboré yo en mi casa con informaciones que me dieron muchos compatriotas y compañeros de lucha, algunos ya muertos. García-Trevijano anda diciendo que el PSOE me pagó un millón de pesetas y eso no es verdad, además de que en 1976 el partido socialista no tenía ese dinero. 

El dossier se lo entregué yo personalmente a todos los partidos integrantes de la Platajunta. Lo dejé en el despacho de Gil-Robles, a su hijo porque él no estaba; en mano a Don Joaquín Ruiz Jiménez; se lo di a Ramón Tamames; también a Enrique Múgica y a Luis Yáñez, del PSOE. Los de este partido fueron los únicos que reaccionaron, por eso se llevaron el protagonismo en ese momento, no porque me pagaran a mí. 

Efectivamente, la democracia y la libertad de la que disfruta España ahora se nos debe en parte a nosotros, no quiero personalizar. Fue un trabajo que hicimos un grupo de demócratas guineanos a los cuales se nos prometió que, cuando llegase la democracia a España, esos mismos políticos se ocuparían del tema de Guinea. Y aún sigo esperando».


Donato Ndongo, entregando un recuerdo (escultura de Leandro Mbomío) a Cristina Almeida, tras una Tertulia en el Colegio Mayor Universitario “Nuestra Señora de África”. Madrid, 1983.


En este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel, valoramos también cómo su empeño por investigar y documentar la conexión guineana de la Gürtel del gobierno de derechas de la II República, con un desconocido A. Lerroux a la cabeza, permite entender el quiebre institucional de 1936 con las derechas acusando de ilegítimo al gobierno frankenstein del Frente Popular, dando finalmente un golpe de Estado en julio.

Con o sin viejas historias, el caso es que el desalojo de la vivienda EJH 72/16 es más que probable que se vea practicado por una Comisión Judicial el 7 de Julio DEL 2025 a las 10:30H HORAS.

Diferentes colectivos como Espacio Afro han hecho público cuentas bancarias para recibir apoyos económicos. 

Espacio Afro recalca en su comunicado: «Aunque el proceso administrativo del desahucio es inminente e imparable, es fundamental ofrecer a Donato y su familia una solución habitacional digna. Se trata de ayuda de emergencia por lo que, de momento, la solución más inmediata es recoger recursos con el objetivo de que puedan alquilar una vivienda. No obstante, a fin de solventar a largo plazo su situación, lo idóneo sería que tantos sus saberes como su trabajo se reconocieran y pudiera ser contratado en algún lugar donde le valoren como se merece.

Esta iniciativa surge desde una posición de reconocimiento del abandono institucional que Donato Ndongo ha sufrido durante años, un proceso de invisibilización y maltrato institucional con una enorme carga de violencia histórica».

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No es nuestra especialidad, pero sobre la dignificación profesional de los cooperantes en Guinea Ecuatorial tenemos una que otra entrada:

En recuerdo de los cooperantes fallecidos o en Que me muera de tétano.



jueves, 19 de junio de 2025

De marqueses varios

Fernando de León y Castillo,
I Marqués del Muni

Realmente, no nos aporta nada esta historia, pero os la vamos a contar igual:

Mientras allegados de José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, Senador del Reino y Teniente General de la Marina, pedían en su nombre el título de Marqués de Fernando Póo: «el 21 de julio de 1847 se presentaba a S.M. la reina doña Isabel II, por medio del Ministerio de Gracia y Justicia, un escrito de don José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, teniente general de la Armada y senador del Reino, en el que, tras alegar sus muchos méritos y servicios, pedía para sí y sus sucesores un Título de Castilla, con la denominación de marqués de Fernando Poo...», él niega que lo haya pedido y solicita que se suspenda la tramitación y se devuelva el expediente. En éste se apelaba a méritos propios del general, si bien la elección del marquesado no era casual, al tratarse del hijo del brigadier Joaquín José Primo de Rivera y Pérez de Acal, responsable de la expedición de 1777/1778 tras el fallecimiento del conde de Argelejo.

Eso fue en 1847, y es un movimiento extraño. Probablemente lleve implícita la inquietud por la reafirmación simbólica sobre el territorio, frente al intento de venta a Inglaterra de hacía unos años. Al fin y al cabo, la titubeante expedición de Lerena, apenas había tenido lugar cuatro años antes. 

Y sí, este Primo de Rivera del frustrado marquesado era el abuelo del que fue dictador en la segunda década del siglo XX y bisabuelo del fundador de la Falange.

Del sonrojante y fallido intento del gobernador Faustino Ruiz por ser elegido el botuku de los bubis, en sustitución del rey Malabo, ya ni hablamos.

Pero hubo otro marquesado que sí prosperó, en su caso en reconocimiento a las negociaciones que dieron lugar al Tratado de París de 1900, afianzando el -exiguo- dominio español sobre la franja costera continental. 

Lo cuenta Fernando Bruquetas de Castro en "El sexo y los políticos": 

«En 1879 Isabel II acudió a la segunda boda de su hijo Alfonso XII, celebrada en la basílica de Atocha, sin disimular su aversión a Cánovas. Nunca le perdonó que este hubiese prescindido de ella para propiciar la restauración monárquica. Una década más tarde, en abril de 1887, aún rebrotaba el interés por la unión de los regios cónyuges, a cuyo fin intercedió el nuevo embajador de España en París, el canario Fernando León y Castillo, quien llegó ese año y que, salvo algún intervalo, desempeñó la representación diplomática hasta el año de su muerte en Biarritz en 1918. Durante ese tiempo, a decir de los contemporáneos, fue el mejor amigo que tuvo la reina en Francia, defendiendo con exigua fortuna los intereses de España, y pese a ello, consiguió hacerse acreedor al título de marqués del minúsculo territorio africano obtenido para el país en el río Muni. La reina, para referirse a él, solía acercar sin llegar a unir el índice con el pulgar a la vez que pronunciaba la "u" francesa, como si fuera una "i" latina, dando un evidente acento cómico a sus palabras cuando decía "mi marqués del Muni"».

Es sorprendente que al Embajador le premiaran con un marquesado por la deplorable negociación. 

Especialmente si tenemos en cuenta que su colega, el Comisario Regio, en su viaje de regreso a España se suicidó por la frustración de sólo haber logrado salvar 28.000km en el Tratado de París, frente a los 200.000km que eran el punto de partida de la negociación. Considerando Pedro Jover y Tovar que la comisión que presidía no había hecho sino cooperar a la cumplimentación de un convenio deshonroso, no deseando sobrevivir al mismo, en un acceso de neurastenia aguda puso fin a su vida en el camarote que ocupaba, disparándose un tiro en la cabeza la mañana del 31 de octubre de 1901. Sepultado por las aguas del golfo de Biafra, se puso su nombre a una calle en Almería (se conserva) y el Estado español dio el nombre de “Cumbre de Jover” al pico más alto de los montes Bombananyoko. Su colega el marqués cuenta, a su vez, con su calle dedicada en Santa María de Guía, así como en el antiguo municipio de San Lorenzo en Las Palmas de Gran Canaria, o en el de Veneguera... ; pero lo del callejero y la memoria histórica, esa es otra historia.

Ya que lo preguntáis; sí, actualmente existe un marqués del Muni: En el BOE encontraréis la Orden JUS/2333/2008, de 17 de julio, por la que se manda expedir, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Real Carta de Sucesión en el título de Marqués de Muni, a favor de don Luis Alfonso Ascanio Panyasart, por fallecimiento de su padre, don Alonso Ascanio León y Castillo.

Y, bueno, a otros le salió mejor la jugada: a Antonio López y López, esclavista que redondeó su fortuna con el monopolio de transporte marítimo a Guinea Ecuatorial, le otorgó Alfonso XII en 1879 el título de marqués de Comillas, y en 1881 la Grandeza de España. Sobre él y sus "negros negocios", os contábamos en El Santoral Ecuatoguineano.

O a Antonio Vinent y Vives, marino y capitán de barcos negreros cuyos hermanos José y Francisco tenían factorías en Corisco (la trama esclavista de nuevo...), la reina Isabel II le otorgó el título de marqués de Vinent en 1868. Ambos marquesados están también actualmente en vigor, pero seguro hay más, ya que Isabel II fue especialmente proclive a otorgar marquesados a familias involucradas en el tráfico de seres humanos.

Otros, como veíamos en Preparando el viaje del Ciudad de Mahón, obtuvieron la rehabilitación de viejos títulos tras significarse en la trama golpista del 36. Es el caso de Enrique Pueyo, capitán de la guardia civil y mano derecha del teniente coronel Serrano en los "sucesos" del 19 de septiembre de 1936 en Santa Isabel, que obtuvo la rehabilitación del título de Conde del Val en 1955 y a cuyo nombre hay una calle en Madrid (probablemente por algún ilustre conde predecesor).

Siempre hay excepciones: José Elduayen y Ximénez de Sandoval, marqués de Elduayen, o Joaquín de Arteaga y Echague, duque del Infantado y marques de Santillana, ambos con intereses productivos y comerciales en el territorio ecuatorial, llegaron ya con el título nobiliario. El primero con inversiones en Río Muni, en donde además se involucró infructuosamente en la trama golpista, y el segundo volcado especialmente en las producciones agrícolas de Moca. Suyos eran los toros de lidia de la cabaña ganadera de Moca que emocionaban al aficionado a los toros de Santa Isabel.