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jueves, 20 de febrero de 2025

Guinea Mediterránea

¿Recordáis cuando se modificó el parte meteorológico del telediario para que los españoles (y no sólo los escolares) dejaran de pensar que las islas Canarias eran mediterráneas y se ubicaban al sur de las islas Baleares?...


Es una historia vieja, pero todavía en 2017, el Senado aprobó una moción para que los libros escolares coloquen a las islas en su ubicación real, y no en un recuadro bajo Baleares:  «...Es desolador -dirá la proponente- que aún hoy en día haya que estar explicando a la gente que Canarias no está debajo de Baleares ni tampoco junto a Ceuta y Melilla o Portugal, ni que hay una barrera marítima que nos separa del resto de mundo que se abre y se cierra cuando queremos que entre algún barco. Hasta estos extremos tan ridículos hemos llegado cuando se interpela a alguien sobre dónde está Canarias (...). De hecho, a esta misma hora, la web de Radiotelevisión Española que ilustra el tiempo continúa situando al archipiélago canario debajo del balear».
«Les contaré una anécdota -contarán en la réplica- de mi época de formación universitaria. Vine a estudiar un año a la península y al principio me chocaba bastante, incluso me reía -aunque es verdad que es un asunto muy serio-, cuando me decían que yo vivía relativamente cerca porque Canarias estaba al lado de Cádiz y que cómo hacíamos para atravesar el muro que separaba el archipiélago canario del resto (...)».

Un año antes, nuestra entrada El presidente africano (sobre Juan Negrín, que fue presidente del Gobierno), generó furibundas réplicas sobre la condición europea y mucho europea tanto del presidente como de las islas Canarias.

Pero eso no es nada..., ¡apiadaos de la generación que aprendió que Fernando Poo y Río Muni estaban entre las Baleares y Canarias!


lunes, 17 de febrero de 2025

Una década

Pareciera que fue ayer.... pero este paseo por la vieja calle 19 de septiembre de Santa Isabel cumplió ya diez años (espera... ¿o y son 11?).

¡Gracias por acompañarnos todo este tiempo!



domingo, 2 de febrero de 2025

De lejía y censores

¿Recordáis la entrada sobre el Refugio ecuatorial?

Según Rafael de Mendizábal Allende en Misión en África. La descolonización de Guinea Ecuatorial (1968-1969), el territorio servía no sólo como castigo (como señalábamos en Desterrado... en Guinea), sino también como «refugio más o menos solapado...» de disidentes, pero también de aquellos que necesitaban distanciarse de conflictos.

Era el caso del coronel Félix Muedra Miñón, quien en la década de los cuarenta fue empleado por Teodomiro Avendaño, el sargento Paisa, como gerente de su empresa Bokoko: «Muedra, había sido un militar republicano asignado al Estado Mayor del Grupo de Ejércitos de la Región Central sobre quien siempre cayó la sospecha de connivencia con los franquistas (se le señaló reiteradamente como saboteador y quintacolumnista en el frente de Madrid)». Poco faltó para que le señalaran de casadista. En cualquier caso, sus afinidades con los golpistas no le salvaron de una condena de 30 años... de los que apenas cumplió un par. Finalmente acabó pasando unos anodinos años en Fernando Póo.

No fue sólo él, aunque algunos tuvieron más suerte. Es el caso de José Luis Soraluce Irastorza:

Los investigadores Javier de la Colina Menéndez y  Javier de la Colina Aranceta (padre e hijo) cuentan en “El informe Soraluce” cómo se gestó el levantamiento militar en Bilbao en julio de 1936, que fracasó porque el cuartel del ejército en Garellano no llegó a rebelarse.

Soraluce fue enmarcado dentro del Estado Mayor del Ejército Republicano del Norte, pero hizo todo lo posible por eludir su intervención en campaña. Muy al contrario, sí tomó parte activa en la Quinta columna, formó y administró el Socorro Blanco en Bilbao y ayudó a evadirse a numerosos militares afines al golpe. (...) 

Durante los once meses que Bilbao permaneció fiel a la República, llegaron a recaudar de 1500 a 2000 pesetas mensuales con las que sostuvieron a familiares sitiados por al hambre como consecuencia de las sacas y los coches fantasmas puestos en marcha por lo que ellos denominaban el dominio rojo separatistas.

César Estornes nos da más información «se quiso detener al capitán Luis Soraluce Irastorza pero por consideración a su delicada salud, solo fue arrestado bajo la vigilancia del coronel Andrés Fernández Piñerua. Soraluce es de tendencia fascista, pertenece a una familia de San Sebastián cuyos componentes son fervorosos monárquicos y estaba emboscado en la comandancia militar, en lugar de estar en los puestos activos como corresponde a su rango».

Soraluce fue juzgado con el resto de golpistas y dado de baja del Ejército de la República en el verano de 1937 por desafecto. De forma paralela, los franquistas también le enjuiciaron, encarcelaron y desterraron por haber estado integrado en las filas del ejército enemigo y no haberse posicionado de forma clara en su bando.
El capitán presentó pruebas documentales y se aseguró testimonios para demostrar que no era un traidor ni había eludido sus responsabilidades en la campaña rebelde. Desde su reclusión y confinamiento mantuvo un intenso intercambio epistolar con destacados militares franquistas, a quienes reclamaba su intercesión para revocar una sentencia que consideraba injusta. No obstante, no tuvo éxito y acabó pagando un alto precio por la postura que eligió. Su ambigüedad le dejó en entredicho y pasó la guerra en la retaguardia, intentando restaurar su honorabilidad en lugar de tomar parte en el frente para ascender de graduación.

La discreta tierra ecuatorial se perfila como el destino idóneo: En enero de 1940, La Guinea Española informa de su incorporación como secretario particular del gobernador general y Jefe provincial de FET y de la JONS, Juan Fontán, a quien había conocido en un servicio anterior como Comandante en Las Palmas.
E incluso en octubre de 1941 a marzo de 1942, en un ejercicio de confianza Soraluce será gobernador en funciones por ausencia de Fontán. Sin embargo, tras asumir Mariano Alonso Alonso como nuevo gobernador en 1942, Soraluce no retornará a las funciones secretariales y será  nombrado censor cinematográfico en la colonia.

Pareciera que podría haber acabado como el coronel Muedra, en Madrid en «una tiendecita donde le encontré despachando jabón y lejía», pero Soraluce pudo progresar en el ejército una vez terminó su servicio en Guinea: tuvo mejor fortuna (al fin y al cabo, fue compañero de armas de la trama canaria del golpe de Estado), y asumió funciones docentes en instituciones militares a su retorno a la península, progresando poco a poco en el escalafón y en responsabilidades. Pasó finalmente a la reserva en 1965.