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lunes, 15 de marzo de 2021

¿Qué fue de Anastasio Núñez?

Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea».

En ese sentido, Luis Vila-San Juan recoge el relato de un viejo colono que afirma: «los canarios se hicieron cargo de cuanto significaba mando. Los presos, hasta entonces respetados, fueron maltratados y apaleados. Los que se habían sublevado (la gente de orden) tratados casi como “nacionales de 2ª clase” o “semirrojos”. (…) Puede decirse que hubo represalia. No cruenta, no como la de Badajoz, pero sí saliéndose algo de la línea moderada que hasta entonces había prevalecido». O como resume Luis Eugenio Togores, académico y declarado falangista franquista, «se produjo una ligera represión y un cambio total de en los cargos dirigentes de la colonia». Francisco Sánchez Ruano, por el contrario, afirmará que tras la caída de Bata «los prisioneros españoles y guineanos que hicieron los canarios fueron fusilados en su mayoría».


Juan Ramírez Dampierre, Vicecónsul portugués en Fernando Poo, cuenta en sus comunicaciones: «... hay media docena de funcionarios de la Secretaría General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central comunista. (...) El número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos». Y a esos... se sumarían los detenidos tras la caída de Bata.

La represión tomó diferentes formas, pero en lo que a muertes se refiere..., entre las de más fácil documentación se identifican la de Manuel Pérez Teira (Santa Isabel 1936) durante la prisión preventiva, la de Jaime Gay Compte (Las Palmas 1939) durante el cumplimiento de condena -o con motivo de su paso por ella como es el caso de Sebastián Nacarino Romero (Valencia 1943)- e incluso fusilamientos como los del practicante de Bata (Las Palmas 1937) y el del guardia civil Fulgencio Rosique (Granada 1936). Y en cuanto a la represión que sufrió la población local... es una tarea ímproba y por realizar.

Pero.... ¿hubo desaparecidos en el territorio ecuatorial?

Es complicado, ya que al monopolio de la información del franquismo se le suma el pacto de silencio de la transición, el cierre informativo tras la independencia de Guinea Ecuatorial... y el desapego institucional por los archivos de la saliente administración española por parte de la joven república.
De hecho, la crónica franquista nos habla vagamente de «el hombre del chiringuito», del que se informa que recibió un tiro en la pierna en la madrugada del 19 de septiembre de 1936, pero del que no hay constancia del nombre. Nos cuenta igualmente que un número indeterminado (los medios de la época hablaban de 17) de republicanos se ahogaron en el hundimiento del buque Fernando Poo, de entre los que sólo hemos rescatado el nombre del primer maquinista Eduardo Selma, y hay referencias a muertos anónimos en las escaramuzas de Bolondó y Kangañe o en el bombardeo a Bata... y una ambigua alusión a un barbero sin nombre de pila.

Pongamos tan sólo un ejemplo que surge analizando la información dispersa en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel:

Mientras en la crónica franquista lo que predomina es la despersonalización y el anonimato de los republicanos, nos encontramos de pronto con el nombre del sargento Anastasio Núñez, ya que «cuando el propósito de rebelarse transcendió, se les incorporaron los elementos que habían conspirado con Avendaño y con los oficiales del crucero [Méndez Núñez], y entre ellos el cabo de la Guardia colonial Gregorio Aparicio, que logró la adhesión de casi todos los componentes de la Guardia, a excepción de unos pocos, como el sargento Anastasio Núñez».

Basilé, años 30. Al fondo se ve la antena de la radio salvada
por el cabo Aparicio en la madrugada de 19 de septiembre (fondo claretiano).

El sargento tiene, además, la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Cuenta La Guinea Española, que la actuación del cabo Aparicio en la madrugada del 19 era merecedora de una condecoración, ya que «fué un elemento decisivo habiéndose ganado de antemano todos los Guardias indígenas; se apoderó de la Radio de Basilé y al mismo tiempo aseguró el polvorín contra todo evento; fué uno de los que más de cerca siguió observando las manipulaciones tenebrosas del extinguido Frente Popular y porque conocía sus tramas fué quien con más calor y decisión se lanzó a la refriega; por eso aquella entidad lo tenía fichado. Siempre en pie para toda obra de verdadero patriotismo desbarató los planes subversivos del sargento Anastasio Núñez que deseaba hacerse con la guardia indígena para sus combinaciones con el Frente Popular entonces pujante».

De hecho, Anastasio Núñez es el único nombre de los detenidos en esa jornada que quedó recogido en las crónicas públicas.

Pero del sargento Núñez y su «locura furiosa» (sic), no se vuelve a saber nada: se carece de rastros de él en las fuentes accesibles como son los expedientes del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel, o en las causas que condujeron a la prisión de los 150 coloniales del campo de concentración de Gando, al igual que en las resoluciones de inhabilitación del gobierno de Burgos, en las esquelas o incluso en las resoluciones de reincorporación al ejercito republicano.

Recordemos que el 17 de octubre de 1936, el vicecónsul británico en Santa Isabel informaba del inicio de la corte marcial a los presos de Rio Muni y Fernando Poo, pese a que la previsión era que se remitieran a éstos a Canarias para ser juzgados: «parece que las sentencias también podrían resolverse aquí. Temo que se tomen medidas muy drásticas en muchos casos».

¿Qué fue del sargento Anastasio Núñez?

La respuesta probablemente esté en La Navaja de Ockham ecuatorial.

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