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jueves, 19 de septiembre de 2024

El relojero de Cartagena


Según Rafael de Mendizábal Allende en Misión en África. La descolonización de Guinea Ecuatorial (1968-1969), el territorio servía no solo como castigo (como señalábamos en Desterrado... en Guinea), sino también como «refugio más o menos solapado...» de disidentes, pero también de aquellos que necesitaban distanciarse de conflictos.

No se libraron ni los brigadistas internacionales (no todos iban a ser alemanes de la Abwehr). 

La historiadora Blanca Calvo ha rescatado el caso de Otto Bruno Löbig, el relojero de Cartagena:

Hace unos meses, mirando el listado de "murcianos deportados" de Archivo General de la Región de Murcia me encontré un nombre alemán y como otra cosa no, pero soy rato cotilla, empecé a investigar.

Otto, viviendo en Cartagena, mi lógica me hizo pensar que era minero.
Pero no. Otto Bruno Loebig nació en enero de 1901 en Alemania, en las cercanías de Berlín . De sus primeros años se sabe poco. 
En 1915 fue aprendiz de relojero en Berlín. Tras la 1GM y la crisis, se fue a Holanda y luego a Francia donde empieza la militancia antifascista en la Legión Extranjera. Aquí pasó 5 años antes de irse a Madrid en 1925. 
Un año después se casa con Inocencia Naranjo Martínez y se instala en Cartagena donde abre una relojería.

 


Los años de la Guerra Civil son confusos. Mientras que la solicitud de asilo enviada en 1948 mantiene que durante la guerra fue relojero entre Galicia y Zamora, la documentación de archivo da otra versión: En el CDMH se conserva un documento de brigadistas internacionales heridos y hospitalizados entre los que figura Otto Bruno, comandante de la XI Brigada.

Durante la Guerra, su mujer Inocencia y el primogénito de la pareja, Emilio Juan de tan solo 5 años, buscaron refugio en Alemania con la madre y la hermana de Otto. En Godesberg nacerá, en 1936, Ingrid Sylvia Inocencia Lobig Naranjo. 

Tras la guerra, la familia regresa a Cartagena donde su papel como brigadista le supuso el ostracismo social y que su negocio sufriera diversos ataques.
Otto intentará sacar adelante su relojería, que encontró destrozada en 1939 . 
Fue detenido y permaneció en la prisión de San Antón Abad. Por su condición de ciudadano alemán solicitó ayuda al cónsul germano en Cartagena, Enrique C. Frike. 
Spoiler, un cónsul alemán en Cartagena no podía ser otra cosa que nazi por lo que no estaba muy por la labor de ayudar a un brigadista antifascista.
La respuesta literal que recibió Inocencia fue: "Él sabría que había hecho para acabar detenido".   
Por lo que en 1939, ante la imposibilidad de rehacer su vida en Cartagena por el acoso y la represión, la familia se traslada [en agosto con el vapor Plus Ultra] a Santa Isabel, Fernando Poo, donde Otto trabajará brevemente como comerciante. 
De su etapa en Guinea sólo se sabe que, de regreso a España en el barco Escolano, [éste fue interceptado por un submarino francés y obligado a entregar a un pasajero alemán que viajaba a bordo del vapor español. Así, Löbig] fue detenido por su condición de ciudadano alemán el 22 de noviembre de 1939 y enviado a la prisión de Casablanca. [Todavía el 9 de abril de 1940 el Embajador de España en París remitía una nota verbal al Ministro francés de Exteriores.]
En territorio francés [Löbin] pasó por distintas prisiones hasta ser deportado los campo de trabajos forzados Tiouine y Sussoni. De estos campos no se conserva casi información, pero se sabe, por su testimonio, que Otto tuvo problemas con los nazis internados por su posición antifascista 
En 1940, [con la derrota francesa por el ejército alemán, las autoridades colaboradoras de Vichy], le trasladan a Alemania donde sería encarcelado en Stuttgart y deportado en 1940 al campo de Welzheim como prisionero político por haber "realizado propaganda antinazi". 
Un año después acabaría en Dachau. ¿Su número? El 25.523

 

 

Otto lograría trabajo como relojero y mecánico de máquinas de escribir. Se puede intuir que, dentro del horror, tuvo una posición algo privilegiada ya que en 1942 le permiten recuperar de entre sus enseres una faja que necesita “para el dolor de riñones” . 
El 29 de abril de 1945. Sus únicas posesiones eran un sombrero, un par de zapatos, un abrigo, un blusón, unos pantalones, una camisa y unos calzoncillos. 
Tras pasar por Austria y Francia, logrará regresar, gracias a la Misión francesa de repatriación, a Cartagena el 9 de agosto de 1946.
En un documento de este año escribe en la casilla de nacionalidad: “alemán viviendo en el extranjero”; como dirección particular: “Barrio del a concepción, calle Casado 46, Cartagena” y como ocupación: “relojero y comerciante".
Y siempre antifascista, denunció “maltrato por parte de las SS y guardias, palizas, sufrimiento mental y problemas de estómago”. 
También figura por primera vez sus discrepancias con el Cónsul alemán de Cartagena y con la mujer de este; el matrimonio le condenó al ostracismo social tras la Guerra Civil y le acusaron de ser judío. 
Disclaimer. El único artículo "periodístico" que hay sobre él describen a Otto como un acérrimo nazi. Dicho artículo solo presenta como fuentes "lo que me dijo mi suegra". 
Para volver a Cartagena facilita tres contactos que avalarán su regreso a España: Don Augusto Siljeström, cónsul sueco en Cartagena; el joyero Don Cayetano Naranjo y el propietario del Bar Chiki, el señor Ortuño. 

Otto fue un antifascista en francia de entreguerras, brigadista internacional, deportado a campos argelinos, a Dachau. Pasó por la cárcel de Cartagena. Y durante años su figura ha estado en el olvido.
Otto regresó a Cartagena el 9 de agosto de 1946 gracias a la ayuda de la Misión de reparación francesa. El 23 de agosto de 1946, 14 días después de su regreso, escribe una misiva a la Comisión Interaliada de la Embajada Alemana en Madrid con el fin de exigir una indemnización por el tiempo deportado como prisionero político y por la pérdida económica que dicha deportación provocó en su negocio de joyero. 
En total solicita una indemnización por los 2.500 días pasados en campos de concentración nazis, aliados y enfermedades contraídas, a razón de 100 dólares por día. 
Justifica esta petición explicando que “esta cantidad no es mucho por el sufrimiento moral y physico (sic) durante tantísimos años y la importancia de mi negocio y que es de justicia esta indemnización”. No recibió respuesta.
 
Podemos intuir que su regreso a España fue complicado pues, pese a ser liberado de Dachau, fue investigado por el gobierno alemán siguiendo el protocolo que evitaba la fuga de antiguos nazis. 
La burocracia fue lenta y Otto tuvo que esperar hasta el 4 de noviembre de 1946 para que gobierno civil de Múnich confirmase su presencia como deportado en el campo de concentración de Dachau, había pasado más de un año desde la liberación de dicho campo. 
El regreso a España, una España franquista, opuesta a los ideales por los que había luchado toda su vida, no fue sencillo. Acosado por vecinos, vigilado por la Político-Social (“abren y censuran mi correo”) y se le prohibió trabajar con joyas. 
En la misiva de agosto de 1948 se señalará como principal culpable de este hostigamiento a la viuda del cónsul alemán en Cartagena .
 
En 1948 volvió a mandar una carta pidiendo ayuda económica, en esta ocasión el destinatario fue la American Joint y en ella solicitará, por su condición de desplazado, un préstamo retornable en 5 años para poder migrar a Caracas y establecer allí su negocio de joyero. 
En este documento, fechado el 15 de abril, explica como tras su regreso no hizo más que encontrase “por parte de la Autoridades todas las imaginarias dificultades” y como tras “no haber recibido las autorizaciones necesarias para poder desarrollar su negocio” decidió “emigrar” 
tras pasar 23 años en España. En 1948 escribió en perfecto castellano que su deseo no era otro que empezar en un país democrático y libre con sus hijos. Finalizó la misiva con un “ruego al ETERNO para que les conceda una vida larga en bien de la humanidad y la democracia”. 
Como preparación a este exilio la familia se instaló en Santa Cruz de Tenerife donde en 1947 nacerá la tercera hija del matrimonio Canary Alicia. Su nombre figura en una petición de exilio enviada en 1948 a PCIRO (Comisión internacional de ayuda a los refugiados). 
La America Joint reenviará la misiva a la Comisión Internacional de Ayuda para los Refugiados . En la documentación que presenta apenas aporta información sobre su actividad en la Guerra Civil, solo da una vaga descripción de su presencia en Zamora; en cambio, detalla con precisión su estancia por distintas prisiones y campos de concentración nazis: “Entre 1940 y 1945 prisionero y deportado en Dachau. En 1945 estancia en Brego, entre 1945 y 1946 en París y Sete, antes de regresar a Cartagena.” 
En Julio de ese año la Comisión Internacional de ayuda a los Refugiados solicita a Otto información concreta sobre su actividad entre 1920 y 1948. En agosto la American Joint considera que en su testimonio hay lagunas, que su currículo es confuso en cuanto a su condición de judío: señalado como tal por María Luisa Oliva Gutiérrez, esposa del cónsul alemán en Cartagena. Durante su estancia en los campos de concentración en Marruecos y Argelia temió que la pronunciación francesa de su apellido, Levi en vez de Loebig, le acarrease problemas con otros alemanes internados en Argelia. Los americanos proponen su repatriación, es decir, el regreso a Alemania en vez del pasaje a Caracas. 
La noticia se le comunica en septiembre de 1948, no se conserva la respuesta de Otto.
Paralelamente, Otto había logrado el 2 de abril los certificados necesarios para migrar a Venezuela 
Decidió esperar a julio para que sus hijos acabaran el bachillerato y pudieran seguir sin problemas sus estudios en el nuevo país. Mientras tanto Otto planeaba vender todos sus bienes y lograr un préstamo que le permitiera sufragar el gasto del viaje e instalarse en Venezuela . 
En este momento se pierde la pista de Otto y su familia. Una familia que en 1948 se encontraba en Santa Cruz buscando desesperadamente ayuda económica para los pasajes de barco y el inicio de una nueva vida en Caracas. 
Una nueva vida que le permitiera criar a sus tres hijos: Emilio, Ingrid y Canary Alicia en un país democrático. 
En abril apareció la mágica que suele acompañar a estas investigaciones. Logré localizar al nieto de Otto y aunque en principio estaba reacio por miedo a otro artículo difamatorio.
La familia llegó a Caracas y se estableció con cierto éxito. 
Otto es descrito por su nieto como "rosacruz, masón y superviviente de un campo de concentración".
Otto falleció de un ataque al corazón en Maiquetía, Venezuela, el viernes 28 de enero de 1977. 
Volvía de un viaje a Egipto donde solía ir a comprar material para su comercio de joyería. Fue enterrado el 30 de enero en el cementerio del Este de Caracas. Tenía 76 años. Carlos Andrés Pérez, en aquel momento presidente socialista de la República de Venezuela, 
envió una corona de flores y una nota de pésame. Este gesto le aleja, de nuevo, de la visión dada por un periodista en 2016, la de un ciudadano alemán simpatizante del nazismo.

El comerciante Otto B. Löbig y su paso por Dachau, se suma al del fernandino Carlos Grey Molay y al maderero Fernando Fernández Lavín (ambos en Mauthausen), al corisqueño José Epita Mbomo (Neuengamme), al cartero de Bata Isidro Álvarez (Laufen) y a Manuel Cuenca Vázquez (Buchenwald), Jefe del Servicio Agronómico de Fernando Poo.

jueves, 4 de abril de 2024

Un adoquín de la memoria para el cartero de Bata

En mayo del año pasado recibíamos con alegría la noticia de que a Carlos Grey Molay (conocido también como Greykey), prisionero n° 5124 del campo de concentración de Mauthausen, se le había colocado un adoquín de la memoria en Sarrià - Sant Gervasi, el que fue su barrio cuando vivía en Barcelona. Fue un tardío acto de justicia.

Esta semana, ha vuelto a ocurrir: En esta ocasión se trata del preso n° 59282 del campo de concentración de Sachsenhausen, Isidro Álvarez, el cartero batense. Como funcionario leal, integró el núcleo duro del Frente Popular en Río Muni, tuvo que huir, con el desembarco de falangistas y tropa marroquí en la bahía de Bata, y retornar al España republicana a través del territorio francés. Hoy, un Stolperstein (adoquín de la memoria) recuerda su historia frente a la que fue su casa en el n°2, calle Los Moros de Gijón.



La edición Nortes de Público lo cuenta así:

Isidro Álvarez Martínez nació el 1 de septiembre de 1900 en Batabanó, ciudad portuaria situada sesenta kilómetros al sur de La Habana. Sus padres, Concepción e Isidro, eran hijos de sendas familias de Campiellos, concejo de Sobrescobio, que como tantos miles de asturianos emigraron en la segunda mitad del siglo XIX a la por entonces provincia española de Cuba. Posiblemente se instalaron en Batabanó atraídos por la floreciente actividad comercial que vivía la ciudad tras la construcción del ferrocarril a la capital de la isla. Allí, a la orilla del Caribe, los jóvenes Isidro y Concepción se casaron y tuvieron a sus dos primeros hijos. Isidro sería el segundo de siete hermanos.

Isidro Álvarez Martínez vio la luz en un país en formación. En 1900, Cuba no era ya una posesión española, pero tampoco un estado independiente. Formalmente era una colonia de Estados Unidos, que se la había arrebatado a España tras una corta guerra en 1898. Cuba sólo obtendrá su independencia en 1902. Por entonces, Isidro ya no estaba en la isla, pues la familia había partido para España un año antes, cuando el pequeño tenía nueve meses. Probablemente, para las autoridades de La Habana, Isidro mantuvo su derecho a la nacionalidad cubana pese a residir en España y ser a todos los efectos español. Este baile de nacionalidades bien pudo salvar la vida a Isidro Álvarez cuando muchos años más tarde acabase en un campo de concentración nazi. Aunque, como veremos, tal vez fue precisamente ese el motivo por el que fue deportado…

Los Álvarez Martínez se cuentan entre aquellos miles de indianos que, con sus fortunas y sus costumbres modernas traídas de América, dinamizaron la economía y la vida social de Asturias de comienzos del siglo XX. La familia se instaló en Gijón y abrió una sastrería en la calle Jovellanos, entre el Parchís y los Jardines del Náutico. En esta zona burguesa de la ciudad, el pequeño Isidro Álvarez debió compartir escuela y amistades con hijos de la buena sociedad gijonesa. A los dieciocho años, seguramente con el bachillerato concluido, Isidro se trasladó a Madrid para preparar las oposiciones al cuerpo de Correos. Coronada con éxito la empresa, comenzó a trabajar como funcionario en 1920. Un lustro más tarde, en noviembre de 1925, se casó con Justina Castro Gacio en la iglesia de San José en Gijón. La prensa local daba noticia del glamuroso enlace entre la “elegante y virtuosa señorita” y el “joven oficial del Cuerpo de Correos” en el que habían sido padrinos el hermano de ella, el consignatario de buques José Castro Gacio y su esposa, Eloína Arias.

Tras la boda, la pareja partió para una larga luna de miel que acabaría en San Miguel, Tenerife, donde Isidro había sido destinado. Allí nació en septiembre de 1926 Dulce María de la Concepción, la primera de los cuatro hijos que tendría el matrimonio. Un año más tarde, la familia dejó Las Canarias para regresar a Gijón, donde nacerán en los años siguientes Justina y Carmina. Eran tiempos marcados por convulsiones políticas que quizás también hicieron algún rasguño a las relaciones familiares. Así, mientras Isidro era de tendencia progresista y debió saludar la llegada de la República en 1931, su cuñado José se opuso frontalmente al nuevo régimen, afiliándose ese mismo año al ultraconservador Acción Popular de Gil Robles.

El siguiente destino de Isidro Álvarez fue Viana do Bolo, concello de Ourense lindante con Sanabria. Allí nació su único hijo varón, Manuel. Para sostener a la familia, Isidro sumó a su trabajo de funcionario la de profesor de clases particulares. En el otoño de 1934 escribió una carta a Gijón que tendría consecuencias negativas para su carrera años más tarde. Iba dirigida a la Logia Jovellanos, la más antigua y prestigiosa de Asturias. La logia masónica había lanzado una revista, que se distribuía también en Galicia, en la que trataba de contrarrestar las acusaciones de la derecha de haber instigado la Revolución de octubre. Fue posiblemente a raíz de su lectura que Isidro decidió iniciarse en la masonería. Por esas mismas fechas, recibió respuesta positiva a su solicitud de traslado a Guinea Ecuatorial. En la colonia española trabajaría dieciocho meses y tendría luego opción a un destino permanente y bien remunerado en Asturias. Justina y los niños le esperarían en Gijón, en la casa de los padres de ella sita en Marqués de San Esteban, 22. Isidro se despidió de su familia a finales de 1935. No la volvería a ver hasta once años más tarde.

Isidro Álvarez se hizo cargo de la oficina de Correos de Bata, la mayor ciudad de Guinea Ecuatorial. El territorio bajo dominio español contaba por entonces con 160.000 habitantes, de los cuales solo 2.000 eran europeos. Al producirse el golpe militar el 18 de julio de 1936, el gobernador se mantuvo fiel al gobierno de Madrid y no se produjeron incidentes entre la escuálida colonia española. Con el paso de los días la agitación de los sectores de derecha fue sin embargo en aumento y los demócratas se organizaron. Especialmente activos fueron los funcionarios como Isidro Álvarez, quien participó en un comité republicano y al parecer realizó colectas para el Ejército. Con la llegada de un barco con tropas rebeldes en septiembre, la situación se hizo desesperada en Guinea Ecuatorial para los defensores de la legalidad. Tras hacerse con el control de la isla de Fernando Poo, los franquistas pusieron rumbo al continente y tomaron Bata el 14 de octubre. Antes que caer en sus manos, Isidro Álvarez y un grupo de compañeros prefirieron huir de la ciudad y pasaron a la vecina Camerún.

Desde la colonia francesa, nuestro protagonista fue en barco hasta Marsella y desde allí pasó a España por Catalunya. En los dos años siguientes continuó trabajando como funcionario de Correos en diversos destinos del levante peninsular, y al parecer se mantuvo alejado de cualquier actividad política. Entretanto, Justina y los niños tuvieron que abandonar Gijón al ser bombardeada su edificio por el buque Cervera y se instalaron en Albandi, zona rural en la carreta de Avilés. El contacto entre Isidro y la familia se mantuvo pese a todo, con largas cartas llenas de humor que en parte llenaban el vacío del padre ausente. Como persona bien informada, sin duda Isidro tuvo conocimiento de que en noviembre de 1937 el gobierno de Burgos decretó su suspensión del servicio. Consciente de que la victoria de los rebeldes traería no solo el fin de su carrera sino también la apertura de un proceso que le podría llevar a la cárcel, Isidro Álvarez abandonó Barcelona el 23 de enero de 1939 y puso rumbo al exilio.


 Como centenares de miles de compatriotas derrotados de la guerra civil, Isidro Álvarez pasó por diversos campos de refugiados en el sur de Francia. En agosto de 1939 estaba en el de Bram, cerca de Carcasona, del que pudo salir al encontrar empleo en una empresa de construcción en el norte. En los primeros meses de 1940 al parecer dejó voluntariamente este trabajo y se instaló en París. Alquiló una habitación en la rue de Constantinople, 26, donde residía una familia de Astorga que le ayudó cuanto pudo. Allí estuvo al menos hasta la llegada de las tropas alemanas A partir de entonces, perdemos la pista de Isidro. Sabemos apenas que se quedó en París, pero no dónde residía ni a qué se dedicaba.

Por causas que de momento desconocemos, a finales de 1942 Isidro Álvarez Martínez fue detenido por los ocupantes alemanes e internado en el campo de tránsito de Compiègne. Desde allí fue deportado el 24 de enero de 1943 a Sachsenhausen en el primer gran transporte desde Francia a este campo de concentración situado al norte de Berlín. En el convoy iban más de cincuenta republicanos españoles, en su inmensa mayoría resistentes. Cuatro de ellos eran asturianos: el avilesino Manuel Vázquez Villa, el ovetense Manuel García Vega, el gozoniego Agustín Menéndez Fernández y nuestro gijonés Isidro Álvarez Martínez. A ellos se les sumarían en el año siguiente otros 150 compatriotas, entre ellos Francisco Largo Caballero, quien llegó a Sachsenhausen en el verano de 1943. Isidro Álvarez (prisionero nº 59282) no llegaría a coincidir con el antiguo jefe de gobierno español. En mayo de 1943, fue llevado a una prisión de la capital alemana y desde allí enviado a la cárcel de Laufen, a orillas de Danubio.

En aquel presidio de Baviera cercano a Salzburgo habían sido internados numerosos ciudadanos norteamericanos que se encontraban en Alemania en el momento de la declaración de guerra de EEUU al Reich días después del ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941. Es probable que también Isidro acabara en Laufen por ser ciudadano de Cuba, país que había declarado la guerra a Alemania pocos días después de hacerlo EEUU. Tras más de año y medio de cautiverio, Isidro y sus improbables compañeros de prisión se beneficiaron de un intercambio de prisioneros auspiciado por las Naciones Unidas. Como hombres libres, en febrero de 1945 llegaron al campo de refugiados de Philippeville, en Argelia.

Con el fin de la segunda guerra mundial, Isidro Álvarez inició un periplo por diversos campos de refugiados: Cartago, Túnez, Nápoles, Aversa, Bari y Cine Città, en la periferia de Roma. En la capital italiana, Isidro posiblemente acudió al consulado español para regularizar su situación y solicitar la repatriación. Esto debió de servir a la administración franquista para desempolvar su expediente como desafecto al “Glorioso Alzamiento”. Se abrió así un proceso en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, en el que la principal prueba documental en su contra era una simple comunicación de 1936 de la Logia Jovellanos de Gijón con la Logia Constancia de Ourense interesándose por los antecedentes de aquel funcionario de Correos que desde Viana do Bolo había manifestado su voluntad de entrar la masonería. El tribunal dictó sentencia absolutoria, dejando así vía libre para su retorno a España.

A comienzos de 1947, Isidro fue repatriado desde Genova a Barcelona y desde allí viajó a Asturias para reunirse con la familia tras más de una década de separación forzosa. Justina vivía ahora con los niños en Salinas, donde ella y su hija mayor habían encontrado trabajo en Telefónica. Tal vez con ayuda de su cuñado José, que había prosperado como consignatario de buques y era ahora además cónsul honorario de Holanda en Gijón, Isidro entró a trabajar en las oficinas de Astilleros Cantábrico y Riera. Los fines de semana los pasaba en Salinas con su familia. Por fin, en 1958, Justina y los chicos regresaron a Gijón. En los años siguientes, vivieron en el número 2 de la Calle los Moros.

Poco después de volver a España, Isidro había solicitado su reintegración en el cuerpo de funcionarios del Estado. El Fiscal especial de Correos que se ocupó del caso recopiló declaraciones de funcionarios, alcaldes y párrocos de diversas regiones en las que Isidro había servido entre 1920 y 1939, así como de la administración colonial en Guinea Ecuatorial. Todos los inquiridos coincidían en que era un hombre moderado, reservado y recto. Todos menos los que informaron desde Guinea Ecuatorial, quienes cargaron las tintas contra aquel administrador de Correos de Bata que se habría destacado en el microcosmos de españoles de la colonia como opuesto en acto y palabra al “Glorioso Alzamiento”. Sirvieron estas vagas acusaciones para que el juez sentenciara contra el regreso de Isidro Álvarez a la Administración.

En los años sesenta, centenares de antiguos funcionarios de Correos expulsados del cuerpo por el gobierno de la dictadura franquista como represalia por haber permanecido fieles a la República, unieron sus fuerzas para reclamar su reintegración en el cuerpo de Correos. El combate fue exitoso, y en 1970, a punto de cumplir los setenta años, cuando vivía en un modesto piso de la calle Las Mercedes en La Calzada propiedad de Cantábrico y Riera, Isidro Álvarez fue rehabilitado y volvió a ser funcionario con derecho a pensión por los veinte años de servicio en Correos. Fue este tal vez el último giro feliz de una atribulada peripecia vital. Isidro Álvarez se mudó en los años siguientes a la calle Menéndez Pelayo en el barrio de la Arena. Allí falleció en 1982.

 

Tal vez el ingeniero Manuel Cuenca de Fernando Póo, preso en el campo de concentración de Buchenwald, el electricista José Epita Mbomo en Neuengamme, Fernando Fernández Lavín en Mauthausen o el relojero Otto B. Löbig en Dachau tengan algún día su adoquín de la memoria al igual que Carlos Grey e Isidro Álvarez (en España, Francia o Guinea Ecuatorial).

Pero si quieres saber más sobre Isidro Álvarez Martínez, revisa:

viernes, 26 de enero de 2024

Memoria borrada

 Contaba Donato Ndongo en Memoria Histórica II de la Revista Consejeros:

Como España borró Guinea Ecuatorial de su conciencia tras la independencia, pocos encuentran nexos entre la colonia y determinados cambios decisivos en su Historia. Sesudos eruditos omiten un motivo esencial en la abdicación del rey Amadeo y proclamación de la República: el amago de abolición de la esclavitud en Puerto Rico y Cuba; ignoran la denuncia del saqueo de fondos coloniales, motivo de la convocatoria electoral de abril de1936, cuyas consecuencias perduran hoy; olvidan realidades recientes: la transición hacia la democracia se inicia tras ser aventada la inmoral connivencia entre el tirano Francisco Macías y Antonio García-Trevijano, activo principal en la rupturista Junta Democrática.

No siendo razonable ocultar tales hechos, es oportuno reseñarlos cuando arrecian autocomplacientes irredentismos autárquicos, reacios a reconocer el concurso de otros humanos en la conformación de su mundo; pudiendo eludirlo, se implicaron por idealismo y solidaridad. ¿Sería hoy voluntario en las huestes franquistas el aspirante a perito industrial Juan Manuel Tray Mueri, si supiese que la Patria que regó su sangre no honra su memoria y hostiga a sus descendientes? Teniente y ‘Caballero Mutilado Permanente’ finalizada la Guerra Civil, condecorado y ascendido a comandante, el negro de mayor rango en el Ejército español acabó sus días sin gloria alguna, tras secundar el tramposo señuelo de la campaña ‘vuelta al redil’.

Enfrente, José Carlos Grey-Molay, ‘rareza’ que desconcertó a jerarcas nazis, Himmler incluido, ante su vasta cultura y atlética complexión. Estudiante de Medicina en Barcelona en 1936, combatiente republicano, su peripecia le condujo a Mauthausen en 1941, donde limpió retretes, según el documental de Enric Ribes y otras pesquisas. Liberado en 1945, fue bailarín y electricista en París. No es el único. José Epita Mbomo tenía 16 años al pisar España en 1927. Mecánico de aviación, huyó a Francia con los republicanos derrotados, en cuya Resistencia se aplicó al sabotaje de la Wehrmacht. Capturado y deportado a Neuengamme, este superviviente militó cuando el comunismo fue religión, abjurando cuando tanques soviéticos ocuparon Praga. Héroes y víctimas en una España desmemoriada: escatima a sus nietos los réditos del sacrificio. Los muertos son anónimos.

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Donato Ndongo-Bidyogo nació en Niefang, Guinea Ecuatorial, en 1950. Escritor, periodista y exiliado político. Fue corresponsal y delegado de la agencia española EFE en África central (1987-1995). Director del Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Murcia (2000-2004). Profesor visitante en la Universidad de Missouri-Columbia (Estados Unidos, 2005-2008). Profesor titular de universidades americanas, africanas y europeas. Es autor de los ensayos "Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial" (1977), "Antología de la literatura guineana" (1984) y coautor de "España en Guinea" (1998), así como de tres novelas traducidas a varias idiomas. Ndongo es colaborador habitual de medios españoles como El País, ABC, Mundo Negro, The Corner y la revista impresa Consejeros, entre otros.

Y está maravillosa ilustración de César Sebastián Díaz, que ilustra la entrada, nos la hemos tomado prestada del imprescindible congreso 'Memorias Periféricas de la Guerra Civil y el Franquismo. Literaturas, Culturas, Ideologías' realizado en 2022 en la Universidad de Valencia.

jueves, 7 de diciembre de 2023

El caso Cuenca

Victor Sanz, en "El exilio español en Venezuela", recoge un interesante relato:

Manuel Cuenca

Zaragoza 1885-Caracas 1958

Padre de los anteriores. Ingeniero químico industrial. Ocupó el cargo de jefe de las azucareras de Zaragoza y del Servicio Agronómico de Fernando Poo [y por lo tanto, parte de las autoridades que integran estatutariamente el Patronato Indígenas], en la Guinea Española, donde se encontraba al inicio de la sublevación. Pidió permiso para salir de vacaciones y cuando el barco en que viajaba pasó por Lisboa, se quedó y fue a España, poniéndose a las órdenes del gobierno republicano. Fue designado jefe de laboratorios del Servicio de Inteligencia. Con el fin de la guerra en Cataluña salió para Francia, durante la ocupación alemana fue detenido por los nazis y le enviaron al campo de concentración de Buchenwald hasta el fin de la guerra. Regresó a París y de allí vino a Venezuela , estando gobernando la Junta Cívico-Militar, con Betancourt de presidente. Al exiliarse a Venezuela, logró un puesto de profesor en un liceo de Boconó, Estado de Trujillo. 

Siguió trabajando un tiempo más, pero por razones de salud se vio obligado a retirarse. O.R.V. , Informante, Fernando Cuenca (hijo).

De ser así, tendríamos el 6º confinado en un campo de concentración nazi (Buchenwald), vinculado al territorio ecuatorial, que se sumaría a Isidro Álvarez (Laufen), José Epita Mbomo (Neuengamme), Fernando Fernández Lavín (Mauthausen), Otto B. Löbig (Dachau) y Carlos Grey Molay (Mauthausen).

Hay poca información accesible sobre el periodo africano de Manuel Cuenca, si bien es cierto, que "La Guinea Española" recoge un viaje (1935) del capataz Manuel Cuenca en el vapor Legazpi. 

Tiene también la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Las crónicas dicen que el ingeniero químico Manuel Cuenca Vázquez era natural de Ferrol, nacido el 3 de octubre de 1882, e hijo de un general de la Guardia Civil. Titulado en Bélgica, es un alma errante: a lo largo de su vida profesional, habría trabajado en Zaragoza, Paraguay, Cuba, Fernando Póo y finalmente exiliado en Venezuela, pasando por Francia y Alemania. 
Iniciado el conflicto armado, tras el triunfo del golpe de Estado en Santa Isabel, escapa de Fernando Póo con la excusa de disfrutar de sus vacaciones reglamentarias, incorporándose a la España republicana como Director del Laboratorio del Departamento de Información del Estado, y más tarde en el Laboratorio Químico del Ministerio de Defensa Nacional. Caído el frente catalán, participa en la retirada al territorio francés, sufriendo sucesivos internamientos en los campos de Argelès-sur-Mer, Bram, Montolieu, Septfonds y Montauban. Pedirá infructuosamente refugio en México, hasta que con la invasión alemana de Francia será confinado por los nazis en el Campo de Concentración de Buchenwald. Tras su liberación, se exiliará a Venezuela, en donde paulatinamente se irán reagrupando sus hijos: Fernando, Juan, y María Teresa Cuenca. 

Faltaría tan sólo Luis [Victoriano] Cuenca Estevas. No les acompaña tampoco la madre de éstos, Soledad Estevas Fernández en el exilio venezolano, ya que se habrían divorciado en 1938.

Los 4 hermanos cuentan con mucha historia, os lo contamos en gallego (para variar):
  • Femando Cuenca. Vigo 1918. Capitán republicano. Presenciou as negociacións de rendición notificandoas ás forzas na estrada de Estremadura. Agachado en Madrid fuxe a México e en 1947 chega a Venezuela. 
  • Juan Cuenca Estevas. Ourense 1914. Milita nas Juventudes Socialistas. Realiza traballos de intelixencia. Condenado a morte. Fuxe e chega a Venezuela en 1952. Abre a libraria "Europa". 
  • Maria Teresa Cuenca de Tejero. Vigo 1913. Secretária de Indalecio Prieto e do ministro do Aire Hidalgo de Cisneros. Reclamada radialmente polo réxime de Franco fuxe a Franza en 1940 e posteriormente chega a Venezuela. A desaparición por parte da policia do seu fillo fixo dela unha figura pública. Traballaba no IVSS coma secretária e moraba na urbanización Los Caobos. O su fillo, Alejandro, nado en 1940, chega a Venezuela en 1957. Militante da Juventud Comunista, en 1967 é detido nunha rúa céntrica polo Servizo de Intelixéncia das Forzas Armadas. É desaparecido e presumibelmente morto por mor das torturas. 
Luis, que habría fallecido en Somosierra pocos días después de dar inicio la guerra civil, es conocido por formar parte del grupo que asesinó a Calvo Sotelo.

José María Zavala lo recoge en "Los expedientes secretos de la Guerra Civil", a través de la declaración de su hermano Juan:

Hace un año me nacionalicé venezolano, sin perder la nacionalidad española. He venido ahora a España, con mi familia, por asuntos particulares. Resido accidentalmente en Madrid, en la calle del General Álvarez de Castro número 1.
Mi hermano es Luis Cuenca Estevas, que en el libro de la Causa General aparece con el nombre de “Victoriano”. Mi hermano nació en La Coruña, en 1910 o 1911, hijo de nuestros padres Manuel y Soledad. Nuestro padre era ingeniero industrial. Éramos una familia de clase media; mi hermano cursó el Bachiller y se presentó más tarde a unas oposiciones, que no ganó, al Cuerpo de Aduanas.
Reveses de fortuna obligaron a mi padre y a mi hermano Luis a marcharse a Cuba en 1928, donde tuve noticias de que Luis anduvo envuelto en los jaleos de los estudiantes que ocurrieron en La Habana en aquella época, aunque ignoro si fue durante la Presidencia de Machado o con posterioridad a la misma.
Mi padre y hermano regresaron a España en 1932, pero muy poco después mi padre volvió a marcharse de España al Gran Chaco, entre Bolivia y Paraguay. Mi hermano Luis se afilió a las Juventudes Socialistas con marcada inclinación a la figura de Indalecio Prieto, a quien acompañaba en todos los mítines en que éste intervenía, asistiendo también a los que iban Fernando de los Ríos y Besteiro.
Mi hermano Luis vivía con entera independencia de mí, quizá influido por disgustos familiares –y no por causa mía–, que no vienen ahora al caso mencionar, y por eso no tenía noticia muy exacta de la vida que llevaba. Ignoro cuáles fueron sus medios de vida en aquel entonces, aunque tuve noticia de que tenía unas representaciones y después que estuvo trabajando en un sindicato.
Sí sabía la estrecha amistad que unía a mi hermano Luis con el teniente Castillo y la que tenía, aunque más superficial, con el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés, afines a sus ideas. (...)

 




sábado, 3 de junio de 2023

Un poco más de Grey Molay

Pero ¿quién fue José Carlos Grey Molay?

Max Liniger-Goumaz afirma que era «Fernandino, nacido en Santa Isabel el 4 de julio de 1913; Medio hermano de Grange Molay. Estudios primarios en Santa Isabel. Estudios secundarios en Barcelona desde 1928. Inició estudios de medicina en la Universidad de Barcelona en 1933». Su historia conocida seguirá con la interrupción de los estudios a los 23 años por el estallido de la guerra civil, seguido de la  huida/expulsión a Francia con los restos del ejército republicano, maltrato por las autoridades francesas, hasta la incorporación a la 29 Compañía de Trabajadores Extranjeros destinado en el Caserne Toulouse y Niederhaslach, participando en la resistencia francesa a la invasión alemana. Finalmente es detenido e internado en el campo de tránsito de prisioneros de guerra Frontstalag 140 ubicado en el castillo de Belfort (Francia) y deportado al campo de concentración de Mauthausen.

Liberado en 1945, nunca podrá regresar ni a Barcelona ni a Guinea Ecuatorial, por estar ambos territorios bajo control franquista. 

Consolidado su exilio en Francia, nunca terminó su formación en medicina, especializándose como electricista. Murió en 1982, tras 46 años de exilio.

En su última década, tras la independencia de Guinea Ecuatorial y viendo la deriva del gobierno de Macías, particiàrá en la  Alianza Nacional de Restauración Democrática, representando a la organización en varias conferencias internacionales. Los problemas de los refugiados pesaron mucho en su accionar, presidiendo en Ginebra (1978) una conferencia organizada en el Consejo Mundial de Iglesias sobre ese tema.

Igualmente, la convicción de conciliar el desarrollo de África con las aspiraciones de su pueblo  fue una inquietud en sus últimos días.

Gustau Nerín, lo resume en un tweet: «afrocatalà deportat a Mauthausen, lluitador contra el feixisme i contra la dictadura de Macías».

¿Pero sabemos algo más de él? Contextualicemos: Los Fernandinos gozaron de cierto poderío social y económico en la guinea colonial, tanto como para poder cursar estudios en España (especialmente Barcelona), pero nunca fueron una población numerosa. De hecho, sus apellidos son recurrentes... y Grey o Molay no son de las más conocidos.

Así que no es de extrañar que Liniger afirme con convicción que Agustín Daniel Grange Molay era su medio hermano. Grange podría haber pasado a la historia como próspero finquero, concejal del Ayuntamiento de Santa Isabel y propietario de la funeraria local, pero en los años previos a la independencia destacó por integrar en representación de la Unión Democrática Fernandina UNDEMO la comisión ecuatoguineana de la Conferencia Constitucional de Madrid para la Independencia de Guinea Ecuatorial. Las crónicas de ésta se refieren a él indistintamente como "Grey Molay" o "Grange Molay" y fue de los defensores de una independencia sin división territorial. Con el nacimiento de la república, fue ministro de agricultura ya como integrante de MONALIGE y único fernandino en el primer gobierno de Macías. Tras pasar por varias etapas de arresto domiciliario, en 1972 fue nombrado ministro de educación, si bien al año fue cesado por usar la palabra "intelectual" en un consejo de ministros. Rafael de Mendizábal Allende en Misión en África. La descolonización de Guinea Ecuatorial (1968-1969), se referirá a él como «fernandino, feligrés de la Iglesia Evangelista, de labio leporino, parco en palabras, inepto, petulante e hispanófobo».

Pero esa es otra historia...

Y puestos a ficcionar sobre apellidos poco comunes y por buscar el contexto familiar: ¿recuerdan a la madre de Ignacio Garriga, doña Cloti Vaz de Concicao Molay, nacida en Barcelona, oriunda de Santa Isabel? Tiren de ese hilo y tal vez se lleven una sorpresa...

martes, 16 de mayo de 2023

Adoquín de la memoria

Tal vez -ficcionábamos en algún tweet- algún día José, Carlos, Fernando, Isidro o Manuel puedan tener su propio adoquín de la memoria...  

Pues parece que lo veremos: Carlos Grey Molay (conocido también como Greykey), prisionero n° 5124 del Campo de Concentración de Mauthausen, va a tener un adoquín de la memoria en Barcelona.

La semana pasada publicaban los medios: 

Dos Stolpersteine en Sarrià - Sant Gervasi recordarán a dos represaliados por el nazismo en el lugar donde vivieron

De las doce piedras de memoria que se colocarán este año, dos serán en el distrito, en los lugares donde las personas homenajeadas vivieron en algún momento de sus vidas.

Por una parte, la que se dedica a Carlos Grey Molay, que es la primera persona afrodescendiente del Estado español que contará con una Stolperstein. Nació el 4 de julio de 1913 a Fernando Póo, entonces colonia española (actualmente Bioko, en Guinea Ecuatorial). Fue un combatiente republicano notable que estuvo recluido y sobrevivió al campo de Mauthausen.

Aunque de orígenes humildes, pudo estudiar e ir a la Universidad de Barcelona, donde cursó medicina. El estallido de la guerra hizo que se uniera a las tropas que combatían contra los sublevados. Después de la derrota pasó a Francia, donde participó en la guerra contra Alemania. Detenido, fue enviado a Mauthausen en 1941 con la matrícula 5124. Después de la liberación volvió a Francia, donde permanecería el resto de su vida. Murió en 1982.

La colocación del adoquín en memoria de Carlos Grey Molay tendrá lugar en la calle de Atenas, 3, el jueves, 18 de mayo, a las 10.00 h. Lo hará el alumnado del CFA Montserrat Roig, del distrito de Sant Martí.

Cinco sobrevivientes de los campos de concentración conocemos, vinculados al territorio ecuatorial. Pero seguro que hay más...:

  • N° 31635 de Neuengamme: se trata del corisqueño José Epita Mbomo, "Yoni". Llegó a España en el viaje de vuelta de la Patrulla Atlántida y se acabó especializando como electricista y mecánico de hidroaviones en la base militar de Los Alcázares. Probable tío de Raquel Ilombe, fue el primer negro en casarse con una blanca en Cartagena, en donde se arraigó y le pilló la guerra. Derrotado el gobierno Republicano, acabó exiliado en Francia, donde luchó en la Resistencia contra la invasión alemana. Tras la derrota francesa, fue deportado a campos nazis y sobrevivió a un naufragio. Rehizo su vida en Francia tras la liberación.
  • N°5124 de Mauthausen (el más conocido). Carlos Greykey o Greymolay, ecuatoguineano de origen, creció en Barna en donde estudió medicina y luchó por la República. Como otros republicanos, sufrió exilio y acoso en Francia, hasta la invasión nazi. "Carlitos" pasó a defender la soberanía y libertades del país anfitrión, terminando finalmente en un campo de concentración alemán. Tras su liberación, se arraigó en Francia.
  • N° 4782 de Mauthausen: el cántabro Fernando Fernández Lavín, que había iniciado su exilio tras el bombardeo de la ciudad de Bata por el vapor Ciudad de Mahón. Se incorporó al frente catalán hasta "la retirada" republicana a Francia. Participó en la resistencia francesa a la invasión alemana, hasta la derrota. Y ya internado en el campo de concentración, participará de las estructuras clandestinas que acabarán tomando el campo tras la huida de las SS. Tanto él como Carlos Grey Molay  han quedado inmortalizados en las fotografías de Francesc Boi, el fotógrafo de Mauthausen.
  • N° 59282 de Sachsenhausen: Isidro Álvarez Martínez, el cartero batense. Como funcionario leal, integró el núcleo duro del Frente Popular en Río Muni, tuvo que huir, con el desembarco de falangistas y tropa marroquí en la bahía de Bata, y retornar al territorio peninsular por barco usando los puertos franceses. Al igual que sus compañeros, se ve empujado a "la retirada" a Francia, resiste a los alemanes y acaba en un campo de concentración.  Los años siguientes pasará por diferentes establecimientos, hasta recaer en los campos argelinos y finalmente retornar a España.
  • El 5° identificado (por ahora) es el ingeniero Manuel Cuenca Vázquez. En su caso, habría quedado en la isla de Fernando Póo tras el golpe de Estado del 19 de septiembre de 1936 en Santa Isabel. Triunfando el gobierno de Burgos, habría aprovechado un permiso reglamentario para reincorporarse al territorio leal a la república vía Lisboa. Acabará exiliado en Francia y finalmente en el campo de concentración de Buchenwald. Tras su liberación se verá exiliado a Venezuela.
Ya tenemos uno en Barcelona... tal vez algún día nos tropecemos con los adoquines por las calles de Malabo o de Bata.

jueves, 5 de mayo de 2022

Un guineo más en Mauthausen

Seguro que recordáis el sufrimiento de Carlos Grey-Molay (en diversos archivos y publicaciones se le identifica como José Carlos Grey-Key), Carlitos, en el campo de concentración de Mauthausen o el de José Epita Mbomo en Neuengamme.

Pero no fueron los únicos guineos que fueron confinados por los nazis... os contamos el caso de Fernando Fernández Lavín:

Cuenta Jesús Gutierrez Flores en “Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla" que Fernando Fernández Lavín nació en la localidad de Quintana de Soba (Cantabria) en 1914, «en cuya escuela aprendió las primeas letras, pastoreó el ganado de sus padres y segó y recogió la hierba de sus brañas. Salió de su tierra para emplearse en una explotación maderera en Guinea, hasta que la guerra le sorprendió con 20 años».

Al igual que otros conciudadanos, abandonará el territorio ecuatorial tras el triunfo del golpe de Estado y -en su caso- retornará vía Francia con un grupo de vascos. Ya en Cataluña, se incorpora como soldado de la quinta del 35 (había realizado el servicio militar en la Guardia Colonial).

Luchó en los frentes de Madrid, Teruel y el Ebro, para concluir en Cataluña con el grado de comandante. Fue herido en 1938 e ingresado en el Hospital Militar de Barcelona, donde conoció a la que será su mujer (Feliciana Alonso) que visitaba a unos chicos de Irún.
Traspasó nuevamente la frontera francesa con los vencidos y fue reclutado en una compañía de trabajo para después reforzar la línea Maginot que pretendía contener la amenaza del vecino alemán. Hecho prisionero, fue confinado en Mauthausen el 12 de diciembre de 1940, en donde coincidirá con Carlos Grey-Molay.

Está documentado que en el campo de concentración, Fernando Fernández Lavín se significó como miembro destacado de la organización de resistencia interna.

Carlos Hernandez de Miguel en "Los últimos españoles de Mauthausen" relata, por ejemplo, que «en septiembre de ese año, los deportados dieron un último paso en su nivel organizativo y fundaron el AMI, Aparato Militar Internacional. A esas alturas, los españoles ya llevaban meses con estructuras paramilitares que, aunque contaban con escasísimas armas, sí estaban relativamente bien organizadas. Por esa razón, Fernando Fernández Lavín, primero, y Miguel Malle, desde comienzos de 1945, fueron los dos máximos responsables del mando central del AMI junto al general soviético Andréi Pirógov. El papel de esta estructura militar cobró especial importancia,(..) en los momentos finales de la historia del campo y, también, durante las horas y días que siguieron a la liberación».

Fernando Fernández Lavín, comandante de la AMI, organización resistente clandestina creada en 1944 en el campo de Mauthausen, 4-7 de mayo de 1945 (Foto de Francesc Boix). 

Tras ser liberado, requirió atenciones médicas por una fuerte bronconeumonía y daños en el hígado. Regresó finalmente a España en 1954, trabajando como conductor de autobuses en Barcelona hasta sacar una oposición como administrativo.

Autor:Francesc Boix i Campo. Porta d'entrada al camp de presoners.Varis deportats encarregats del control del camp fins a l'arribada dels americans. Fernando Fernández Lavín, membre del Aparell Militar Internacional (AMI). Tira de sis imatges, marca PERUTZ, amb la numeració: 4, 3, 2, 1, 45, 44, a la part superior.

Falleció en 1993 en Barcelona, sin regresar nunca al territorio ecuatorial.
  • El cuarto guineo confinado en un campo de concentración nazi (inicialmente en Sachsenhausen y finalmente en Laufen), fue Isidro Álvarez, el cartero de Bata. Sobre su vida encontrarás más información en el blog deportados de Asturias.
Pero si quieres saber más sobre Carlos Greykey, accede a

miércoles, 6 de mayo de 2020

75 años de la liberación de Carlitos

Ayer publicaba El Diario: Las pruebas de la responsabilidad franquista en la deportación de españoles a campos nazis, a 75 años de su liberación:
El 5 de mayo de 1945 una unidad del Ejército estadounidense liberó el campo de concentración nazi de Mauthausen, llamado "el campo de los españoles" debido al gran número de compatriotas que sufrieron y/o perecieron tras sus alambradas. La liberación no fue un acto premeditado y tuvo poco de épico. Un pelotón de 23 hombres, liderado por el sargento Kosiek, se topó por casualidad con el recinto mientras realizaba una misión rutinaria de reconocimiento. Los SS habían huido y dejado la custodia de decenas de miles de famélicos prisioneros a un asustado grupo de policías de Viena que no tardaron ni un segundo en rendirse.

Los libertadores apenas estuvieron cuatro horas en el recinto porque recibieron la orden de regresar a su base con los cuatro únicos prisioneros estadounidenses y británicos que había en el campo. El resto de los "liberados", un ejército de hombres y mujeres enfermos, desesperados y hambrientos, quedaron abandonados entre un océano de cadáveres. Afortunadamente, la organización clandestina internacional, creada por los propios prisioneros españoles durante su cautiverio, se hizo con un arsenal de armas y mantuvo un cierto orden hasta que, casi 24 horas después, llegó el grueso de las tropas estadounidenses. La pesadilla había terminado.

Mauthausen fue el último campo de concentración nazi en ser liberado. Su importancia histórica para nuestro país no fue reconocida hasta el pasado año. Desde 2019, el 5 de mayo es considerado oficialmente el Día de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en campos de concentración y a todas las víctimas españolas del nazismo. Más de 9.300 de nuestros compatriotas, de los cuales al menos 300 eran mujeres, sufrieron años de cautiverio en los campos de la muerte de Hitler.

5.500 de ellos perecieron en ellos de la misma forma que los judíos, los gitanos, los soviéticos, los testigos de Jehová o los homosexuales: en la cámara de gas, ahorcados, apaleados, en macabros experimentos médicos, devorados por los perros, de hambre, de todo tipo de enfermedades… Mauthausen y su letal subcampo de Gusen son el símbolo de la deportación española porque por ellos pasó el 80% del total: más de 7.500 hombres y mujeres. El resto se repartió por Dachau (756), Buchenwald (636), Ravensbrück, Bergen Belsen, Auschwitz, Flossenbürg, Natzweiler, Neuengamme, Sttuthof, Sachsenhausen…
Deportados por Franco, Hitler y Pètain

Investigadores y asociaciones de Memoria Histórica coinciden en denunciar que el olvido que han sufrido estas víctimas españolas del nazismo por parte de nuestra democracia obedece a una única razón: también son víctimas del franquismo. La documentación que se conserva en los archivos demuestra que estos hombres y mujeres acabaron en los campos nazis por obra y gracia de un triángulo político formado por Francisco Franco, Adolf Hitler y Philippe Pétain, el líder de la Francia colaboracionista. Sin embargo, en la graduación de responsabilidades el dictador español aparece destacado en primer lugar. (...)

Pese a que no se le haya dado la relevancia de otros campos de concentración, no debe ser olvidado.
Y en lo que a este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel se refiere, tampoco debemos olvidar que el 5 de mayo supuso la liberación de Carlos Greyekey, Carlitos, nacido en la isla de Bioko y emigrado muy joven a Barcelona. Ahí hizo su vida e inició estudios de medicina. Iniciada la guerra se sumó a la defensa del Gobierno, siendo expulsado al exilio con la caía de la República. Al igual que los demás exiliados republicanos sufrió el maltrado por parte de las autoridades fancesa, hasta que iniciada la invasión alemana se sumaron a la defensa de las libertades del país. Con la derrota de la República francesa, fue confinado en Mauthausen, en donde inicialmente fue tratado con menor rigor que al resto de sus compañeros por el color inusual de su piel, hasta caer en desgracia. Así con todo, logró sobrevivir hasta la liberación del campo de concentración, iniciando su exilio como apátrida: con un gobierno español que le desconocía y una república de Guinea Ecuatorial inexistente. Falleció en los 80, nacionalizado francés.

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lunes, 2 de marzo de 2020

El caso de Carlitos

Es cierto, hubo ecuatoguineanos que lucharon en la guerra civil: uno de ellos estuvo incluso entre los que sufrieron el exilio tras la derrota de la República y acabó confinado en un campo de concentraciónLucía Mbomío lo cuenta en Prisionero 5124: Grey Molay, el republicano negro, uno de sus artículos de Afroféminas.

En Guinea Ecuatorial, ante la ausencia de archivos y la dificultad de acceder a fuentes primarias de información, es habitual recurrir a la literatura como respaldo documental.

Lo vamos a hacer también nosotros.

David Wingeate Pike en Españoles en el Holocausto - Vida y muerte de los republicanos en Mauthausen recoge que «A diferencia de los polacos, los rusos y muchos alemanes y austriacos, todos los españoles estaban allí por ser antifascistas. Casi en su totalidad eran veteranos de la guerra civil española y, curiosamente, incluían al único negro de Mauthausen: Carlos Gray Key, originario del Marruecos español pero nacido en Barcelona». El autor no acertó ni en el nombre ni en el origen.

«Con estos testimonios -añadirán Montse Armengou, Ricard Belis en El convoy de los 927- dejan de ser fotografías horrorosas para convertirse en historia vividas y sufridas, como la de Carlitos, un muchacho de Barcelona que no dejaba de decir "¡Me cago en Dios!" porque los alemanes se divertían dejándolo en carne viva de tanto fregarlo con agua y jabón. Era negro y los oficiales estaban empeñados en que se volviera blanco. Las humillaciones parecían no tener fin.»

En "El fotógrafo de Mauthausen" reproducen un edulcorado ejemplo de estas humillaciones:


O como relata Joaquim Amat-Piniella en K. L. Reich, «entre la multitud destacaba un punto negro. Era un muchacho barcelonés nacido en el África española. El oficial que lo descubrió desde arriba lo hizo llamar para que se presentara. El cuerpo del negro, robusto y musculoso (el hecho de ser negro le había valido un buen Kommando) sorprendió a los alemanes. Según sus convicciones racistas, los negros eran seres con las extremidades flacas, el vientre abombado y con expresión de caníbales. Aquel muchacho no era únicamente bello, sino hasta culto. Hablaba varios idiomas, entre ellos el alemán. Una vez en el mirador, tuvo que permanecer largo rato en la posición de "firmes", mientras el grupo de visitantes saciaba su curiosidad. Los prejuicios racistas se tambaleaban. Uno de los soldados, un joven linfático, con cara de infeliz, no pudo refrenar su necesidad de comprobar que no existía superchería; humedeció su dedo índice con saliva y frotó con fuerza la piel del negro. Su cara expresó desencanto y admiración a un tiempo: el color era sólido».


Carlos Hernández de Miguel en Los últimos españoles de Mauthausen - La historia de nuestros deportados, sus verdugos y sus cómplices, narra que «En este océano de vejaciones, lo peor que le podía ocurrir a un prisionero era atraer las miradas de los SS. Carlos Grey-Molay (En diversos archivos y publicaciones se le identifica como José Carlos Grey-Key) no pudo evitar convertirse en el centro de atención de los soldados y oficiales alemanes. Carlitos, tal y como le llamaban sus compañeros, era negro. Nacido en Barcelona, su familia provenía de la colonia española de Guinea. José Alcubierre fue testigo de su llegada al campo el 7 de junio de 1941: "Los alemanes le miraban como a un bicho raro. Le tocaban para ver si su piel desteñía, le abrían la boca para mirarle los dientes y se reían sin parar. Luego le empezaron a lavar con agua y jabón. Le frotaban con fuerza para ver si eran capaces de quitarle el color negro. Los prisioneros polacos empezaron también a reírse y nosotros nos enfrentamos a ellos porque se trataba de un compañero. Aunque era español le tenían en una barraca aparte. En cuanto podía se venía con nosotros, pero los SS le decían: Tú eres negro, así que no te juntes con estos". Como si fuera una atracción de circo, Carlitos fue admirado por el propio comandante Ziereis, que decidió colocarle como camarero en el pabellón de los oficiales. El propio Himmler tuvo ocasión de contemplar esta «rareza de la naturaleza» en una de las tres visitas que realizó al campo. Mariano Constante, que trabajaba como ordenanza de los SS, estaba presente: "Ziereis hervía en deseos de que su jefe supremo admirara aquel representante de una raza aún más baja que la de los subhombres. Hizo toda una serie de comentarios abominables sobre nuestro compatriota y su color de piel, acompañando sus explicaciones de bromas que provocaban la risa histérica de sus secuaces y que remató con este comentario: Es un negro español, sí, pero desciende de los negros de África, y lo que es más, de una tribu de antropófagos. Su padre comía carne humana". La curiosidad inicial entre los alemanes degeneró pronto en un profundo rechazo hacia el "salvaje" que tocaba su comida. Grey-Molay fue destinado a limpiar los retretes de los SS y, finalmente, a la cantera. Carlitos, el negro de Mauthausen, consiguió sobrevivir gracias a la ayuda de sus compañeros. Las secuelas de la tuberculosis y el recuerdo de las vejaciones a que fue sometido le acompañaron hasta el fin de su vida».





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viernes, 14 de febrero de 2020

Anulación del Consejo de Guerra al radiotelegrafista de Bolondo

La Generalitat de Catalunya ha hecho un gran esfuerzo por dignificar a las víctimas sacándolas del olvido.

El pasado 7 de julio, en aplicación de la Ley 11/2017, del 4 de julio, de reparación jurídica de víctimas del franquismo, publicada en el DOGC núm. 7406, de 6 de julio de 2017 (corrección de erratas en el DOGC núm. 7406, de 17.7.2017) el Arxiu Nacional de Catalunya publicó en formato PDF la lista de reparación jurídica de víctimas del franquismo (1938-1978).
Los argumentos en el sentido de no reabrir viejas heridas del pasado son inconcebibles en un contexto democrático, ya que el restablecimiento de la dignidad de las víctimas no busca la venganza sino la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición.
Tras cuarenta y dos años de la muerte del dictador Franco ninguna ley ha declarado expresamente la nulidad de los juicios del franquismo.
Por este motivo, la presente ley, de conformidad con el ordenamiento jurídico, declara la ilegalidad de los tribunales y de los procedimientos y consejos de guerra instruidos en Cataluña desde el 5 de abril de 1938 hasta diciembre de 1978 por la Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación, denominada posteriormente Auditoría de Guerra de la IV Región Militar.
Son 66.629 expedientes hasta la fecha. De entre éstos, se puede identificar sin lugar a dudas a Ricardo Echevarria Rezamosa [Retamosa], sevillano de 30 años, vecino de Santa Isabel de Fernando Poo.

Como es habitual, no hay mucha información sobre él, si bien el Diario Oficial editado por el Gobierno de la República en Valencia, recoge su ascenso a teniente, así como una circular posterior en la que se dispone que «el teniente de Ingenieros D. Ricardo Echevarría Retamosa, de la Sección de Transmisiones de la 20 Brigada Mixta, pase destinado a la Jefatura de Transmisiones del Estado Mayor del Ejército de Tierra, incorporándose con urgencia».

Ricardo Echevarria, Teniente de la Unidad de voluntarios de Transmisiones de Campaña, fue sometido a un juicio sumarísimo por un Consejo de Guerra, sobreseyéndose su caso en 1941.
A finales de 1946, La Guinea Española daba noticia de su reincorporación al territorio ecuatorial: «Han ocupado sus vacantes D. Ricardo Echevarría y Sra. en la radio de Bolondo». En abril de 1947, se publica una sentida despedida, que incluye el agradecimiento por su celo como radiotelegrafista durante el accidente del avión de Iberia pilotado por el capitán Sastre en junio del año anterior «aunque tardía, vaya nuestra felicitación a nuestro buen amigo».

En 2017, la Generalitat de Catalunya decreta la nulidad de ese juicio sumarísmo y “restablece el honor, la dignidad y la memoria” de una víctima “injustamente procesada por los tribunales franquistas”.


El Archivo realiza un trabajo ejemplar, si bien la tarea sigue en proceso: se dan ausencias notorias como la del barcelonés Carlos Grey Molay, el republicano negro del campo de concentración de Mauthausen, o la de Josep Serra Companys, primo del president Lluís Companys, que por su lealtad y defensa de la ciudad de Bata (Río Muni), acabó en el campo de concentración del viejo lazareto de Gando.

miércoles, 22 de enero de 2020

Ojos que no ven

Juan Valbuena, en su proyecto sobre la relación entre España y Guinea Ecuatorial, Ojos que no ven,corazón que no siente, describe este periodo:

Imagen familiar en el parque de Punta Fernanda, al fondo Monumento a los Caídos en la guerra civil.
Fotografía del album familiar de Erika Reuss incluido en la selección de OQNVCQNS.
«España y Guinea estaban muy lejos, las escasas comunicaciones consistían en un barco mensual y la inercia política fue convirtiendo a la colonia africana en una especie de virreinato donde los sucesivos gobernadores tenían atribuciones casi absolutas. La inestabilidad social de la metrópoli llegaba amortiguada y con mucho retraso: la instauración de la II República en 1931 no supuso grandes cambios en la cuestión colonial, si bien se nombró por vez primera a un civil como Gobernador de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea. Duró poco en el cargo: era el otoño de 1932 y, en su primer viaje de reconocimiento, el diplomático Gustavo de Sostoa fue asesinado en extrañas circunstancias por el Sargento Castilla, la máxima autoridad de la remota isla de Annobón. Tres años después tiene lugar un episodio vinculado a Guinea con una gran repercusión en la política española: el Inspector General de Colonias, Antonio Nombela, puso en conocimiento de las Cortes un caso de corrupción vinculado a la cancelación de un contrato público de transportes marítimos con la colonia. El escándalo consiguiente dio pie a la ruptura de la coalición conservadora en el poder y la posterior convocatoria de las elecciones, en febrero de 1936. La victoria del Frente Popular en esos comicios se considera el punto de no retorno que desencadenó el levantamiento del ejército y la trágica Guerra Civil, un conflicto que acabó con la victoria del General Franco y su nombramiento como Caudillo de España.

El día 18 de julio de 1936 fue un día normal en la colonia, donde glorioso, alzamiento y nacional son tres palabras que no describen lo ocurrido. Hasta el mes de agosto no hubo movimientos significativos, estos devinieron en la paradójica situación de que, durante algunas semanas del mes de septiembre, el continente permaneciera fiel al gobierno republicano del Frente Popular mientras la isla ya se había alineado con las tropas sublevadas. En octubre hubo un único enfrentamiento armado que se saldó con dos soldados negros muertos, uno por cada bando. También fallecieron por error los llamados Mártires de Bata, unos seglares y religiosos hechos prisioneros en las bodegas de un barco hundido por el fuego amigo del Ciudad de Mahón, nave que llegó desde Canarias con tropas leales a los golpistas para tomar el control de la región continental. Desde ese momento, Guinea fue zona nacional. La Administración española resultante modificó los estatutos del Patronato de Indígenas, ahondando más en la separación entre indígenas y negros emancipados, cuyos derechos eran equiparables a los de los blancos gracias a su “grado de cultura, educación, moralidad y posición económica” individual o familiar. En esta rígida estructura legal, que se mantuvo vigente hasta los años sesenta, serían considerados indígenas -sujetos sin independencia jurídica efectiva- todas las personas negras, ya fueran originarias de Guinea o hubieran llegado como comerciantes o fuerza de trabajo en cualquier momento. Poco a poco, la colonia dejó de ser un lugar abierto al que se podía llegar sin papeles. Se disparó la expedición de documentos y salvoconductos (wakabuk, en pichin), la burocracia y la fotografía útil aparecieron con fuerza en escena y se generalizó el control de movimientos por el territorio. Se empezó a perseguir la ociosidad, el comercio informal y se impuso la habitual construcción “vagos y maleantes”. Pese a todas estas medidas, no se consiguió establecer un mecanismo fiable de identificación y marcación de origen, por lo que existió bastante confusión, y muchas personas fueron asignadas erróneamente a lugares o grupos humanos a los que no pertenecían. Como cuenta Enrique Martino, el valiente investigador español que puso en marcha opensourceguinea.org, sigue sin haber una estructura individualizadora fuerte, la gente tiene varios documentos diferentes y las cifras de los censos bailan a lo largo de las décadas (...). Las dificultades económicas consecuencia de la Guerra Civil y el aislamiento internacional tras el fin de la Segunda Guerra Mundial hicieron de España un país eminentemente autárquico. Las necesidades de abastecimiento de materias primas en todos los sectores convirtieron los productos procedentes de Guinea en preciados bienes. La oferta y la demanda de los mismos no dejó de aumentar en décadas, propiciando las explotaciones privadas intensivas: especialmente de madera en el continente y de cacao en la isla. La presencia del Estado estaba destinada a garantizar el bienestar de los colonos -ahora llamados coloniales-, sus posesiones y sus negocios. Se estima que el 90% de las exportaciones de productos que salían de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea llegaban a los puertos de la península, en una relación de dependencia económica característica del colonialismo. El escaso número de españoles que ha habido siempre en Guinea es llamativo; sin duda, esto ha propiciado históricamente una especie de régimen de finca privada protegida por recursos públicos, lo que acaba explicando ciertas inercias en la relación entre ambos territorios. Es sorprendente también el reducido número de familias de guineanos casi todas de origen Krio, que acabaron residiendo en España, muchas de ellas en Barcelona y Bilbao. Como contraejemplo de la historia de aquellos años: José Grey Molay, nacido como Carlos Graykey en Barcelona en 1913. Brillante estudiante que no pudo acabar Medicina por el estallido de la Guerra Civil, luchó en ella por el bando perdedor y, como muchos otros españoles, tuvo que exiliarse, cruzando a pie los Pirineos. En la Segunda Guerra Mundial fue derrotado de nuevo en territorio francés, capturado e internado en el campo de concentración de Mauthausen donde, según la investigación llevada a cabo por la periodista Lucía Asué Mbomío, le adjudicaron el número 5124, la S de Spanier y el triángulo azul de los apátridas. Fue el único prisionero negro retratado por el fotógrafo español Francisco Boix, cuyas imágenes y testimonio se utilizaron en los Juicios de Nuremberg. Liberado en 1945, nunca quiso volver a España y hasta 1982 vivió en La Corneuve, un barrio de la periferia de París con gran número de vecinos de origen africano....».