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domingo, 21 de febrero de 2021

... yo vivía entonces en Fernando Poo

Es cierto, no se trata de la guerra civil y sus consecuencias en el territorio ecuatorial.
Sin embargo, ¿quién mejor que Horacio Quiroga permite conocer el entramado social del país?:


El alcohol

Un hombre honrado puede mantenerse tal entre pillos, y a un cuerdo le es posible desempeñar entre locos un papel bastante agraciado. Pero el hombre que se halla ineludiblemente entre borrachos deberá inmediatamente sumergir su cabeza en el alcohol, por poco que su propio interés le inspire respeto.

—Esta máxima es vulgar —dijo el hombre que hablaba con nosotros— pero profunda. Su transgresión ha costado algunos tronos y no pocas cabezas. Otros han perdido su novia, y es una aventura de éstas la que traído al recuerdo aquella sentencia. Ustedes verán cómo.

Hace algunos años, la casualidad, o sea serie de circunstancias anodinas que reúnen alrededor de una mesa de bar a cinco o seis individuos que esa mañana no se conocían, quiso que yo me hallara en esa situación en un nine o’clock rhum del Boston, con cuatro compañeros a la mesa, y tres japoneses enfrente, hundidos en los divanes, que nos observaban en silencio con sus ojillos entornados.

Los divanes del Boston, ustedes lo saben, se prestan a estas irónicas meditaciones.

El ron subía, y con él nuestro calor. De mis cuatro compañeros sólo recordaba bien, con una visión anterior a la entrada en el Boston, a dos viejos amigos. Los otros dos debían haberme sido presentados probablemente en el día. Pero a todos los tuteaba por igual. Digo mal: con uno de nosotros no estaba contento porque no bebía. Era un hombre mayor que nosotros, tranquilo y serio, pero de sonrisa sumamente agradable cuando nos dirigíamos a él. Fuera de esto, nada. Se abstenía decididamente de beber, con una breve sonrisa que pedía lo dejáramos en paz, y nada más. Pero como no parecía haber en ello ni rastro de hipocresía, y aún intervenía de buen grado en nuestros comentarios en voz alta, corteses y profundamente provocativos, respecto de los tres orientales que creían dominar la situación desde el fondo de sus divanes, no insistimos. El ron había alcanzado ya una altura infranqueable, y decidimos salir en auto a tomar un poco de aire.

Esto es una perífrasis. Pero cuando el señor abstemio se convenció de que no dejaríamos de efectuar esa toma de aire, y menos de abandonarlo a él a sus propios dioses, llamó al mozo y tranquilamente apuró, una tras otra, cinco copas de ron. Hecho lo cual se acodó a la mesa y nos dijo:

—Cuando ustedes quieran.

¡Magnífico! En el auto, que iba rompiendo el viento como una sirena, porque cantábamos todos, accedió a explicarnos aquel súbito cambio de frente. Hubiera accedido a cualquier cosa, porque cinco copas masivas de ron abren tiernamente al alma o no importa qué.

—Es muy sencillo —nos dijo—. Mientras ustedes se mantuvieron dentro de cierto límite, yo me abstuve. Pero cuando vi que ustedes lo saltaban a pie junto, me libré muy bien de quedarme atrás, y salté a mi vez. Soy soltero, tengo cuarenta y dos años, y el hígado perdido. Tuve una novia, que perdí por no hacer lo que acabo de efectuar en el bar. Bien hecho. Era joven entonces, y creía en las virtudes extremas. Por esto no me había embriagado nunca. Después me he dado cuenta de que no es posible llegar a una real estimación de sí mismo, sin conocer la longitud de las propias debilidades.

»Pues bien, yo vivía entonces en Fernando Poo. Yo soy español, y aquél es un país del infierno. Las mujeres europeas no resisten un año. He conocido allá a un pastor protestante que enviudaba todos los años y se iba a Inglaterra a casarse de nuevo, de donde volvía con una nueva mujer que se moría en breve tiempo. El gobernador intervino por fin, extralegalmente, y puso coto a la fiebre de aquel enterrador de mujeres. Los hombres se salvan, con el hígado destruido para siempre. Esto, los que llevan la peor parte. Los más afortunados mueren de una vez enseguida. Y esto pasa porque las bocas del Níger —enfrente, digamos— están hechas de cieno podrido y de fiebres palúdicas, al punto de que no hay memoria de que mortal alguno haya cruzado las bocas del Níger sin guardar, para el resto de sus días, un pequeño foco de podredumbre en su hígado hipertrofiado.

»Tal es el país donde yo atendía una factoría española, de las muy contadas de esta nacionalidad que había entonces por allá. Todas eran alemanas, algunas inglesas y una francesa. El tráfico, muy escaso y absolutamente comercial, llevaba sin embargo a veces hasta allá a algún buque de guerra costero, y así en una ocasión tuve el disgusto y la obligación de atender a la oficialidad de algunos cañoneros de distinto pabellón, fortuitamente de escala en el país.

»Atendilos, pues, lo mejor que pude. La despensa de los cañoneros, tras una muy larga travesía, estaba agotada. La nuestra de Santa Isabel no era en aquel momento menos mezquina. Organicé no obstante un pasable almuerzo, a base de latas, tarros y frascos de toda especie de conserva. Yo contaba, sobre todo —ahora lo recuerdo— como triunfo final, con una botella, una minúscula media botella de «chartreuse», reservada en mi despensa. Al tomar el café, dos o tres negras trajeron a la mesa solemnemente la preciosa botella. Pero quedaban apenas dos dedos, porque las negras, de nariz y oído muy duros, creyendo que aquello era petróleo —un buen petróleo— habían vertido el resto en la lámpara…

—¡Buen petróleo! —ratificó uno de nosotros, lamiéndose los labios.

—No era malo; pero apenas alcanzamos a gustarlo. La segunda parte —prosiguió— de los festejos que podía ofrecer a mis oficiales, consistió en una ascensión a la montaña inmediata, cosa trivial en el país pero sabrosa para gentes enmohecidas largo tiempo en el mar.

»La ascensión es dura, aun con la ventaja del bosque que cobija en gran parte el cerro. Subíamos, asimismo, airosamente, tras el rastro de los indígenas que cargaban la impedimenta del picnic. Impedimenta de subida, nada más, pues casi toda ella consistía en botellas que debían quedar vacías allá. Los marinos, sabido es, se resarcen en tierra de la forzosa abstención de a bordo.

»Así, pues, mis oficiales trepaban bien que mal, tropezando y sujetándose de las raíces que atravesaban el sendero; bañados en sudor, pero contentos. La cortesía del caso me llevaba del uno al otro, para oír siempre las semiconfidencias malévolas de los oficiales franceses respecto de los alemanes, y las de éstos que me contaban chismes de los franceses. Y los ingleses de ambos. Siempre el mismo tema.

»Llegamos, por fin, cuando la sed y el hambre nos devoraban. Bebimos —bebieron, mejor dicho— de una manera insondable. A la vuelta, bajaban de la montaña, del brazo, alemanes, ingleses y franceses, todos mezclados. A la mitad del camino cantaban, enarbolando la chaquetilla blanca como una insignia, y cada uno se empeñaba en cantar canciones del país de su compañero de brazo. El efecto era extraordinario.

»Yo creía entonces que en un grupo de amigos desprovistos de razón, uno por lo menos debe permanecer cuerdo. Pagué caro esta creencia.

»En efecto, como yo había bebido apenas por lo antepuesto, era fuertemente solicitado por mis oficiales que venían por turno a ofrecerme con voz pastosa la seguridad de una eterna amistad. Yo les aseguraba iguales sentimientos de mi parte, con lo que se retiraban consolados. Uno de ellos, un alférez de navío inglés, que hasta entonces se había mantenido casi en forma, aunque un poco rígido, vino de pronto a gimotear en mi cuello tales hondas y contenidas lágrimas de amistad no comprendida por mí, que hube, a mi vez, de tenerlo por largo rato abrazado para que cesara de llorar. Se alejó por fin, tragándose las lágrimas, para volver al rato; pero ya seguro de mi amistad, porque yo no era de la pasta de esos oficialillos franceses y alemanes e ingleses: «tutti quanti». Estábamos ligados por una fraternidad hasta la muerte.

»Y en prueba de ella, al costear un precipicio, arrojó al vacío su chaquetilla y su gorra, exclamando que no las precisaba para nada porque poseía mi amistad.

»Como yo era en cierto modo responsable del decoro de mi gente, logré hacerle aceptar mi blusa y mi sombrero, y continuamos bajando, siempre al son de la algarabía internacional.

»El tiempo, dudoso hasta ese instante, se resolvió en brusca manga que nos empapó hasta los huesos. Pasó pronto, pero dejó el sendero hecho un torrente. Inútil que les cuente al detalle mi tarea con catorce locos que pretendían a cada instante regresar arriba a acampar allá por el resto de sus días. Al caer la tarde mi oficial inglés cayó en un zanjón disimulado por zarzas espinosas y lleno de agua. No pude sacarlo sino a expensas de su pantalón que quedó en el fondo retenido por las espinas. Seguimos adelante, hasta que mi amigo se echó al suelo y dijo que no podía dar un paso más porque no tenía pantalón. Juraba con el puño en el barro que se quedaría allí para siempre. Tuve que darle mi pantalón, y sus compañeros agradecidos me incorporaron del brazo a su grupo, porque yo, aunque español, era un hombre repleto de méritos.

»Ahora bien: el pastor inglés, enterrador de mujeres de que les hablé al principio, había llevado con su primera esposa a su cuñada. Tuve ocasión de tratar a ésta: no creo que bajo el sol haya latido jamás un corazón más lleno de ternura que el suyo. Nuestra simpatía fue tan viva que tres meses después estábamos comprometidos. Esto pasaba pocos días antes de la aventura.

»En Santa Isabel no había entonces más que una calle que mereciera el nombre de tal, y arrancaba lógicamente del puerto. Por ella habíamos ascendido doce horas antes, y por ella me vi forzado a bajar con mis oficiales, ya de noche oscura, a grito herido y entre un infernal ladrido de perros. Conforme íbamos pasando, las persianas se enderezaban, y nos veían. Supondrán cuánto había hecho yo para disuadir a mi gente de esa entrada triunfal. Nada conseguí. Descendíamos la calle del brazo, roncos, desprendidos y embarrados. Pero yo, además de esto, pasaba en calzoncillos y con las mangas de la camisa abiertas en dos.

»Éste es el espectáculo que dimos a todo Santa Isabel que nos atisbaba detrás de las persianas. El escándalo fue vivo y, sobre todo, en mi novia, pues casi únicamente a mí se me creyó realmente borracho. El alcohol, para una miss, no es cosa de mayor monta. Pero quinientos años de Biblia velan la naturalidad de muchas almas, y aun de la de aquella mujercita, que era un ángel. La enorme ligereza de mi ropa, lucida frente a su casa, no tenía redención. Rompió conmigo, sin una explicación.

»Poco después abandoné Fernando Poo, como pensaba hacerlo, y supe más tarde que la criatura, reintegrada a su país antes de ser devorada por la anemia, se había casado con su cuñado, al enviudar éste. De modo que regresó a Santa Isabel, donde murió, naturalmente, antes de un año.

»Nada más —concluyó nuestro hombre— puedo decirles. Si en vez de convertirme en guardián de locos en aquella ocasión, corro la aventura con ellos, hubiera bajado la calle sin distinguirme de los otros, y con un pantalón, por consiguiente. De aquí mi actitud de hace un rato. Desde aquella historia, me apresuro a sumergir mi cabeza en el alcohol cada vez que mis compañeros comienzan a hablar lenguas que no conocen. Sigamos, pues. ¿Dónde estábamos? Yo sé una canción en nebi-nebi, los negros de allá. ¡Atención!, para hombres solos. Comienza así…

martes, 16 de febrero de 2021

Mapa de 1938


¿Recordáis cuando se modificó el parte meteorológico del telediario para que los españoles (y no sólo los escolares) dejaran de pensar que las islas Canarias eran mediterráneas y se ubicaban al sur de las islas Baleares?...

Es una historia vieja, pero todavía en 2017, el Senado aprobó una moción para que los libros escolares coloquen a las islas en su ubicación real, y no en un recuadro bajo Baleares:  «...Es desolador -dirá la proponente- que aún hoy en día haya que estar explicando a la gente que Canarias no está debajo de Baleares ni tampoco junto a Ceuta y Melilla o Portugal, ni que hay una barrera marítima que nos separa del resto de mundo que se abre y se cierra cuando queremos que entre algún barco. Hasta estos extremos tan ridículos hemos llegado cuando se interpela a alguien sobre dónde está Canarias (...). De hecho, a esta misma hora, la web de Radiotelevisión Española que ilustra el tiempo continúa situando al archipiélago canario debajo del balear».
«Les contaré una anécdota -contarán en la réplica- de mi época de formación universitaria. Vine a estudiar un año a la península y al principio me chocaba bastante, incluso me reía -aunque es verdad que es un asunto muy serio-, cuando me decían que yo vivía relativamente cerca porque Canarias estaba al lado de Cádiz y que cómo hacíamos para atravesar el muro que separaba el archipiélago canario del resto (...)».

Un año antes, nuestra entrada El presidente africano (sobre Juan Negrín, que fue presidente del Gobierno), generó furibundas réplicas sobre la condición europea y mucho europea tanto del presidente como de las islas Canarias.

Pero eso no es nada..., ¡apiadaos de la generación que aprendió que Fernando Poo y Río Muni estaban al norte de Marruecos!


Area geogràfica: Espanya;Portugal
Títol: España y Portugal : mapas Paluzíe editados por Imprenta Elzeviriana y Librería Camí, E.C.
Autor: [Edicions Paluzie]
Any de l'obra original: 1938
Altres autors: Imprenta Elzeviriana y Librería Camí, E.C.
Descripció: 1 Mapa, col. -Mapa escolar (en tons vermells). - Conté finestres de: Islas Canarias ; Guinea española ; Sahara español (Río de Oro). [Edicions Paluzie] = mapes dels Paluzie, editats o reeditats per Imp. Elzeviriana i Llib. Camí
Registre: RM.293275
Matèria: Mapes escolars; Mapes
Veure georeferenciat: Array
Editor digital: Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya
Col·leccio digital: Mapes d'Espanya (s. XV-XX), http://cartotecadigital.icgc.cat

martes, 9 de febrero de 2021

La OJE

Este paseo por la Calle 19 de Septiembre le ha dedica varias entradas a la Falange, Flechas y Pelayos, así como a la Sección Femenina, pero no sería un recorrido completo si no incluimos alguna alusión a la Organización Juvenil Española.

Sección Femenina y OJE, en el acto de despedida ante la Diputación Provincial de Fernando Poo, previo a salir de viaje hacia España.

Su presencia fue lo suficientemente importante, como para que llegada la independencia, el 12 de octubre de 1968, el mismo día en que Manuel Fraga Iribarne firmaba en la vieja Santa Isabel el acta por el que nacía una república, se firmaron varios acuerdos.
En concreto, el Convenio cultural entre el Reino de España y la República de Guinea Ecuatorial, en su artículo 10º establecía que "el Gobierno español prestará al Gobierno de la República de Guinea Ecuatorial toda la ayuda posible para la enseñanza y la práctica de la educación física y deportiva, a través de la Organización Juvenil, la Sección Femenina, la Delegación de Deportes u otras organizaciones similares".

En este caso, reproducimos por su interés un artículo de Trocha. Veteranos OJE-Cataluña.
Puedes consultar el artículo completo en: La OJE de Guinea



Retazos de nuestra historia 

Guinea Ecuatorial fue durante unos años colonia y provincias de España. Se llamaba Guinea Española y estaba formada por: Rio Muni y las islas de Fernando PooElobeyAnnobónCorisco y otras más pequeñas. Todos estos territorios están en el llamado Golfo de Guinea (África). Tiene una superficie total de 28.051 Km2. y una población aproximada de 1.015.000 habitantes, siendo su idioma oficial más extendido el español. La presencia y soberanía de España en la colonia (incluidos los años de existencia de las provincias de Fernando Poo y Rio Muni) abarca de 1885 a 1968; año, este último, en que accedió a la independencia y pasó a denominarse Guinea Ecuatorial.

Pues bien, la presencia de la OJE en dichos territorios es bien temprana. Nuestra Organización nacía en el año 1960 y en el año 1962 ya estaba presente en Guinea. Recuerdo perfectamente que en el Campamento Nacional de Mandos de Covaleda, en el verano de dicho año, tenía como compañeros cursillistas a un grupo de guineanos que, por cierto, en aquellos tiempos, llamaban la atención a las mozas de los pueblos próximos, porque nunca habían visto a negritos con el uniforme de la OJE. Calculo que serían entre 10 o 12 acampados, los cuales convivían con el resto en perfecta armonía y con un gran espíritu de camaradería. Uno de ello sabía tocar la guitarra y cantar muy bien. Siempre se le pedía que actuase en los fuegos de campamento.

Esta experiencia de Covaleda resultaría satisfactoria porque, desde entonces, se fueron repitiendo las expediciones de ecuatoguineanos para participar en dicho Campamento Nacional y obtener las preceptivas titulaciones de Mandos Juveniles.

Durante el año 1963 no solo se acudió a la cita de Covaleda, sino que se formó una expedición con afiliados de los tres grados (flechas, arqueros y cadetes), para realizar una visita a la Península, siendo agasajados por diversos organismos oficiales y autoridades, pero sobre todo pudieron disfrutar de la compañía de sus anfitriones: los camaradas de la OJE. Estuvieron en muchas ciudades españolas, parándose principalmente en Madrid y Barcelona.

Este año 1963 cabe destacar, también, las primeras experiencias campamentales habidas en Guinea Ecuatorial. "Mioko", fue el primer campamento donde tuvo lugar un curso de mandos para la región ecuatorial, el cual constituyó un éxito de participación y muy esperanzador por los resultados obtenidos. Los campamentos de Guinea Ecuatorial, ya iniciados en curso anterior, marcan un hito en la historia de la OJE, porque debido a los cambios estacionales, éstos se celebraban en el invierno del continente europeo: diciembre del 63 y enero del 64. La isla de Fernando Poo, y más concretamente "Mioko" fue el primer campamento. Se presentaron 621 solicitudes para cubrir 300 plazas en dos turnos.

Un comentarista de la época decía: “Era increíble ver reunidos a los pamues, bubis, combes, mecombes, hausa, fernandinos, annobonenses y los corisqueños, todos ellos razas étnicas diferentes, junto con europeos e, incluso dos libaneses, tres marroquíes y tres sirios.” Como siempre, en aquel campamento de la OJE todos eran camaradas. El primer Cuadro de Mandos, dirigido por Gonzalo Salvador, estuvo formado por hombres muy preparados, como Fernando Soto, Mario Herrero y otros.

Las actividades propias de la OJE se desarrollaban a partir de entonces con una gran dinámica y toda normalidad. El crecimiento de la Organización ya es un hecho. El año 1966 se inauguró la primera instalación campamental de Rio Muni, concretamente en la pradera de Utonde, y se bautizó con el nombre de "Africa". Guinea ya tiene dos emplazamientos para campamentos. El primer turno de Utonde se celebró del 4 al 21 de julio de 1966. El campamento se organizó con tres sectores diferenciados por grados: sector “Mioko”, para flechas; sector “Bonkoro”, para arqueros y sector “Kilimanjaro”, para cadetes. Sin embargo, ello no fue impedimento para que un nutrido grupo de afiliados acudiera también al Campamento de Covaleda, aquel verano de 1966, para participar en el Encuentro Nacional de Arqueros.

Pero, no solo se participaba en los campamentos, marchas, deportes… nuestros camaradas también formaban parte de la Junta Nacional Juvenil de la OJE, que, aquel año 1966 (de frenética actividad para ellos) se reunió por primera vez, en la ciudad de Ávila.

Tenemos constancia de que existían Hogares de la OJE en Rio Muni y en Fernando Poo. Estos centros tenían una vida muy activa, donde no solo se realizaban las actividades propias de la Organización, sino que servían, también, como lugar de esparcimiento y recreo con celebración de fiestas y bailes apropiados a la edad de los afiliados.

El año 1968 la presencia de la OJE tocó a su fin. Guinea Española se convirtió en Guinea Ecuatorial y, en uso de su soberanía pasó a regir sus propios destinos. No obstante, algún camarada ecuatoguineano nos dejó escritas sus impresiones de su paso por la OJE. Ángel Alongo Nchama nos describe su visita al Campamento de Utonde: “…en mis constantes visitas a esta escuela de vida encontraba siempre en sus playas a la Guinea del mañana. Una Guinea que no era nada, después fue oscura con manchas, luego triste, sola, y que hoy se vuelve esperanzadora, tanto en las noches de luna clara, como cuando el susurro del Utonde invitaba a un buen baño”.

Evidentemente, a aquellos muchachos, camino de hombre, no se les escapaba que España les había dado conciencia de pueblo, de país, superando el ancestral tribalismo, y que la OJE estaba contribuyendo a formarlos para un futuro más prometedor. Así pudo decir el Hno. Mariano Magaz: “Pretendo mirar a través del prisma poético –sin pretensiones de poeta– la cotidianidad de la existencia guineana, para descubrir los múltiples aspectos de optimismo y esperanza que encierran. Apuesto, también, para que el guineano cobre conciencia de los valores de su entorno, cultura e identidad, que le hagan ser más él mismo”.
Francisco C. L. (10/10/2008)



 Filmación de NODO que recoge la visita a Madrid de una escuadra de arqueros de la OJE de Guinea, en julio de 1962. Son atendidos por otra escuadra de arqueros de la OJE de Madrid, que los reciben en el albergue de la Casa de Campo y los acompañan durante la visita a la ciudad. 

Otras fotografías de actividades de la OJE en la Guinea Española

Para saber más:
Crónicas de la Guinea Ecuatorial -> álbum de fotos OJE.
Presencia de la OJE en la Guinea Ecuatorial (del sitio web "Historia de la OJE").
Desde Rio Muni. Revista Magalia de Instructoras Generales de Juventudes.


martes, 26 de enero de 2021

La desconocida calle

¿Recordáis la entrada de El callejero y la memoria histórica?

El pasado 24 de enero, Adzubenam Villullas nos contaba en La Provincia – Diario de Las Palmas:



MEMORIA HISTÓRICA | LOS RESQUICIOS DE LA DICTADURA EN EL CALLEJERO

La capital [canaria] conserva una vía dedicada a Juan Fontán, quien fuera gobernador de la excolonia española de 1937 a 1942 | Participó en el bombardeo de la ciudad de Bata

El 4 de octubre de 1936 el buque Ciudad de Mahón partió del Puerto de La Luz y de Las Palmas con destino a Guinea Ecuatorial, a bordo iba un contingente de tropas que formaban parte del bando sublevado de la Guerra Civil. Diez días más tarde, la embarcación arribó frente a las costas de la excolonia española y tras un intenso bombardeo logró hundir el Fernando Poo, el cual defendía en aquellos territorios el gobierno de la República. El capitán de artillería Juan Fontán y Lobé (Palma de Mallorca, 1894-1944) fue uno de los militares que comandó el ataque. Con un destacado papel en la Guerra Civil y en los primeros años de la dictadura -entre otros cargos, fue gobernador de la Guinea colonial (1937-1942) y diputado en las primeras cortes del franquismo-, este mallorquín conserva una calle a su nombre en el barrio de Schamann de Las Palmas de Gran Canaria, un hecho que ha pasado desapercibido para las distintas corporaciones que han pasado por el Ayuntamiento capitalino.

“Al documentarnos para una de las entradas de nuestro blog empezaron a aparecer resultados en el buscador; una visita con Google Street View nos permitió confirmar que no era ningún error, en Las Palmas de Gran Canaria había una calle con el nombre de Juan Fontán”, señalan sorprendidos a este periódico los miembros del Colectivo Biafra, una asociación de Guinea Ecuatorial que se dedica a mantener viva la memoria histórica de la Guerra Civil española y la posterior dictadura franquista en el país africano -cuya independencia se produjo en 1968 tras siglos de colonización-.

Los del Colectivo Biafra siguieron investigando y descubrieron que el nombre de Juan Fontán seguía sin aparecer en la última revisión del callejero de la capital para borrar los últimos resquicios del franquismo. Maximiliano Paiser, uno de los miembros del Consejo Asesor de Memoria Histórica de Las Palmas de Gran Canaria que elaboró la lista de rótulos a modificar, ha reconocido a este periódico que desconocían “por completo” quién fue este militar mallorquín; “de haber sabido quien era lo habríamos incluido”, aclara.

El historiador Sergio Millares, concejal de Participación Ciudadana de la capital en la pasada legislatura, señala que “desconocía” la existencia de tal calle en la ciudad, pero en este caso sí conoce la figura del militar franquista. “Fue un criminal, vinculado a la represión de la guerra y la dictadura”, explica, “pero su nombre ha pasado desapercibido”, puntualiza. En opinión de Millares el rótulo de Juan Fontán debería incluirse en el listado de calles a ser modificadas. “Se trata de un ejercicio de oxigenación democrática, aquellos que tuvieron un papel directo en el aparato del franquismo, especialmente en su primera etapa, no tienen cabida en el callejero”, sentenció.

Bajo su mandato en la pasada legislatura (2015-2019) el Consejo de Cultura aprobó cambiar los rótulos de las calles Juan Saraza Ortiz -delegado del sindicato vertical en Las Palmas durante buena parte de la dictadura-, del Doctor García Castrillo, y del falangista Mario César; además de Sargento Provisional, Alférez Provisional, Calvo Sotelo y la plaza del General García Escámez. Esta última está situada muy cerca de la citada Juan Fontán, en Schamann. En cambio, aquellas que hacen alusión a batallas como la de Teruel, del Ebro o de Brunete decidieron mantenerlas, “pues allí lucharon y murieron personas de ambos bandos”, matiza Millares. 

Fuentes municipales de la concejalía de Cultura, que encabeza Encarna Galván, han asegurado a este periódico que la Mesa Técnica de Memoria y Patrimonio deberá “consensuar” la propuesta de retirada del nombre de Juan Fontán del callejero de la capital para después pasar al Consejo de Cultura, del que depende su aprobación definitiva. Este organismo municipal no se ha podido reunir en el último año por motivos de seguridad sanitaria por la pandemia; de hecho, todavía tienen pendiente ratificar la sustitución de Juan Saraza Ortíz, Doctor García Castrillo y Mario César por los nombres de la pintora Pilar de Lugo, la nadadora Pastora Martín-Fernández y la escritora Olivia Stone, respectivamente.

La pregunta para la mayoría de los capitalinos sería: ¿Quién fue realmente Juan Fontán? La ligazón de este mallorquín con Las Palmas de Gran Canaria comienza tras la Guerra del Rif (1911-1926), contienda en la que participó como teniente de artillería. Durante la II República fue presidente en la provincia de Las Palmas del partido Acción Popular, miembro integrante de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Fue propietario del periódico Acción, cuyo primer número salió a la calle en abril de 1935. Este rotativo se editaba desde la imprenta del Obispado de Canarias y tenía como “postulados fundamentales” la religión y la patria, según detalla el Archivo de Prensa de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

Fontán participó activamente de la política local durante la República, incluso, llegó a crear una milicia callejera para “oponerse a los desmanes de los que se llamaban republicanos”, según detalla el obituario que le dedicó el diario Falange a su muerte. Un artículo en el que destacaron de él su fidelidad al dictador. “Cuando se inició el Alzamiento nacional [golpe de Estado del 18 de julio] se incorporó inmediatamente”, precisa el texto. A los pocos meses de comenzar la guerra el mallorquín sería designado como capitán para dirigir la expedición a Fernando Poo (isla que forma parte de Guinea Ecuatorial), “con el objeto de que en aquellas posesiones no mandaran los rojos”, puntualiza el periódico falangista.

La travesía para atacar los territorios que conforman la actual Guinea Ecuatorial -por ese entonces única colonia española en el África subsahariana- partió el 4 de octubre de 1936. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre cuántas personas iban a bordo del buque Ciudad de Mahón; según los diferentes cálculos recogidos por el historiador de la Universidad de Huelva José Luis Bibang Ondo Eyang fueron entre 500 y 800 hombres.

“Los sublevados procuraron disfrazar la identificación del buque”, señala el doctorando Bibang Ondo Eyang en su artículo La Guerra Civil en la Guinea Española: un episodio quizá insignificante. Para ello le cambiaron el color y el nombre, pasando a llamarse Ciudad de Macao. Diez días más tarde de zarpar de Gran Canaria, el 14 de octubre, logró acercarse a la bahía de Bata, la capital de la Guinea española continental, todavía en manos republicanas. Su objetivo era el Fernando Poo, otro buque de Trasmediterránea convertido en cárcel para religiosos “y demás simpatizantes de los rebeldes”, indica el experto.

Debido al camuflaje, los republicanos creyeron que el barco estaba allí por otros motivos. “Tan pronto como se acercó el Ciudad de Mahón al Fernando Poo, disparó dos cañonazos contra este último”, señala el historiador. Estos causarían importantes daños en el casco del buque republicano, por lo que terminó por encallar y hundirse. Según los expertos que cita Bibang Ondo Eyang, el 90% de la población blanca de Bata huyó al Camerún francés al estar desarmados, por lo que los sublevados ocuparon así la ciudad.

Los restos del buque semihundido pudieron verse durante años en la bahía de Bata. En aquel ataque murieron nueve personas del bando sublevado y siete del republicano, según el historiador. Tras la toma de la zona, el Ciudad de Mahón zarpó para Santa Isabel -la actual Malabo, capital de Guinea Ecuatorial- con 50 prisioneros, destaca Bibang Ondo Eyang. Muchos de estos acabarían en el campo de concentración que los franquistas habían creado en el lazareto de Gando, junto al aeródromo de Gran Canaria.

Fontán permaneció en el país africano hasta mayo de 1937, momento en el que se incorporó al Cuartel del General Franco en la metrópolis colonial, donde prestó servicios hasta ser designado gobernador de la Guinea Ecuatorial, según subraya el obituario de Falange. Un cargo que ostentó hasta 1942. Pasa a ser nominado entonces Director General de Marruecos y Colonias y, por designación directa del dictador, procurador en las primeras Cortes franquistas. Finalmente, el militar falleció ejerciendo dicho cargo el 14 de julio de 1944. Durante su trayectoria llegó a escribir 13 obras sobre el continente africano y sus gentes, custodiadas ahora por la Biblioteca Nacional.

El Colectivo Biafra señala que “su temprana incursión a Guinea Ecuatorial y su fallecimiento a mediados de los 40 hace que se le haya olvidado”. Sin embargo, la asociación destaca que les resulta “extraño” que el Ayuntamiento de la capital grancanaria “haya mantenido la calle a un golpista que llegó a conformar una milicia en la ciudad durante la II República”.

“Nos faltó tiempo para seguir conformando el listado de calles a modificar”, subraya al respecto Maximiliano Paiser, miembro de la comisión que elaboró el último informe municipal. “Seguramente si analizamos en profundidad todo el callejero saldrán los nombres de este capitán y los de otros que no habíamos tenido en cuenta”, aclara.

Lo cierto es que en uno de los extremos de la calle Juan Fontán se encuentra el colegio Timplista José Antonio Ramos, centro que hasta 2013 se llamaba García Escámez, en recuerdo del general franquista jefe del Mando Económico de Canarias entre 1943 y 1946 y cuyas alusiones públicas están siendo borradas de la ciudad; de hecho, el Ayuntamiento ha anunciado que retirará el busto que hay en su memoria en la plaza homónima en Schamann.

El callejero de Las Palmas de Gran Canaria ha sido revisado en varias ocasiones. Con la llegada de la democracia, durante los primeros mandatos se cambiaron los nombres de las principales calles de la ciudad que hacían alusión a la Guerra Civil y la posterior dictadura. De esta manera, la calle General Franco pasó a ser la avenida Primero de Mayo, la plaza de la Victoria se convirtió en plaza de España, General Mola se rotuló como Mendizabal o la calle 18 de julio -fecha que conmemoraba el golpe de Estado- pasó a ser Quince de Noviembre; entre otras. Además, en 2017 bajo el mandato del socialista Augusto Hidalgo, la ciudad rindió homenaje a dos represaliados por el franquismo durante la contienda, el médico Manuel Monasterio Mendoza y el diputado Eduardo Suárez Morales, al rotular sendas plazas con sus nombres. Ambas están situadas en el Distrito Isleta Puerto Guanarteme. El Ayuntamiento también ha aprobado el cambio inminente de Juan Saraza Ortiz, Mario César y Doctor García Castrillo; en una segunda fase se modificarán otras como puede ser la plaza general García Escámez -cuyo busto situado allí también será retirado pronto-, para poder cumplir así con la vigente Ley de Memoria Histórica. | A. V.

Si te interesa este tema, puedes consultar por ejemplo:

miércoles, 20 de enero de 2021

El testimonio de un tal Ricardo

En este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, son recurrentes las citas a Juan Rodríguez Doreste sobre su vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazarero de Gando:
«Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora. (...) Y así un día aparecieron por Gando, derrotados, pálidos, con evidentes señales del estrago corporal que les había causado una reclusión que lindaba en infrahumana. Constituían un buen contingente, muy heterogéneo de composición, pero muy homogéneo en la solidaridad, en el buen espíritu. Venían funcionarios caracterizados: el tesorero de Hacienda, el jefe de Correos, el jefe de la Policía gubernativa, el comisario López García, pintoresco personaje, realmente detenido por error, pues no era ni chicha ni limonada, dependientes de la Curaduría, algunos profesionales, cultivadores y finqueros, escritores, un excelente poeta, etc. y la totalidad de la tripulación del Fernando Poo».

Pero no es el único relato que recopila vivencias de los presos coloniales en Gando.

Así, recoge Rafael Tórres en Los Esclavos de Franco que «según testimonio de un tal Ricardo [Sáinz García], abogado residente en Santa Isabel, colaborador del Diario de Guinea y de la prestigiosa Revista de Criminología Forense, recogido por María Manuela de Cora en su libro Retaguardia enemiga, la bestialidad era la tónica del trato de sus captores. Cuenta Ricardo, detenido en los primeros días de la sublevación y mantenido preso sin ninguna imputación formal, que una de las peores torturas era la conocida como "la pena del palo", que se aplicaba por cualquier infracción del reglamento o ante la menor indisciplina. Consistía en situar al penado, erguido, ante un poste en cuyo extremo superior lucía una bombilla, y mantenerlo ahí, de pie, sin dormir, ocho o quince noches seguidas, obligándole durante el día a cumplir el trabajo forzado ordinario. Los compañeros, que asistían al derrumbamiento físico y mental del así castigado, procuraban quitarle parte de la faena, pero sobre la víctima se cernía durante esas jornadas, por parte de la guardia, una vigilancia reforzada. El atrabiliario obispo Pildain, que odiaba a Unamuno, a Galdós y a las mujeres, no reparaba durante sus frecuentes visitas al campo en esas aberraciones que se cometían con los que, a todo trance, pretendía inducir a confesar y comulgar para arrancarles sus pecados».

Palo ubicado en el patio del campo de concentración del Lazareto de Gando en Gran Canaria, recurrente en los testimonios de maltrato. Fotografía cortesía de Fernando Caballero Guimerá, incluida en "Los campos de concentración de Franco" de Carlos Hernández de Miguel.

lunes, 11 de enero de 2021

Los gitanos de Fernando Poo

Ésta es una historia olvidada...

La recoge Carmen Doncel en «“Cuando Franco quiso mandarnos a Fernando Poo”. Miedos y esperanzas en la memoria de un hombre gitano», y se cita en Gitanos: una historia negada:

Tío Silvino:
Hubo algo, aquí en Madrid que mataron a dos serenos, y entonces hubo una orden de que todos los gitanos de España iban a salir de España. Y la hija lo detuvo y le dijo que no, que eso no podía hacerlo.
Carmen:
¿La hija de quién?
Tío Silvino:
De Franco.
Carmen:
Ah, ¿sí?
Tío Silvino:
Claro. Que eso no podía hacerlo porque éramos muchos y si había un día un levantamiento de armas que podíamos estar en contra de ellos. Entonces aquí, después de rechazar eso, dio la orden de que todos los gitanos que estuvieran viviendo en sus casas que tenían marchar de sus casas. Y eso sí se cumplió.
Carmen:
¿Y dónde se fueron entonces?
Tío Silvino:
Aunque no fuera más que 24 horas, salir de la casa y volver a entrar.
Carmen:
Pero ¿por qué?
Tío Silvino:
Caprichos de don Franco. Salieron todos en general. Mi padre vivía en Oviedo. De aquella había tres familias en Oviedo viviendo en casas, y tomó la guardia civil y la policía, hablaron con mi padre: «Jiménez, pasa esto, tenéis que salir». «Pero, ¿cómo voy a marcharme yo de mi casa». «Es una orden, tiene que salir. Márchese usted hoy y vuelva mañana, pero tiene que salir. Tenemos que hacer el visto bueno de que ha salío de su casa». Tenía que hacer el visto bueno. Las tres familias que había, las tres tuvieron que salir, y en Gijón y en Avilés… Bueno, en Asturias, en todas las partes, porque mataron los gitanos allí a dos serenos, pero ¿qué culpa tenemos los gitanos de Oviedo, ni los de aquí tampoco?
Carmen:
Y eso ¿en qué año fue más o menos, Aquilino?
Tío Silvino:
Pues te voy a dicir…
Carmen:
¿Era usted pequeño?
Tío Silvino:
Sí, pero no recuerdo en qué años fue.
Carmen:
¿Después de la guerra?
Tío Silvino:
Sí, sí, sí, por supuesto, por mucho […] entre el 50 y el 60.

[…]
Tío Silvino:
Y esto que estamos hablando, Franco quiso mandarnos a las islas de Fernando Poo y la India dijo que se los mandaran a sus tierras que eran de allí.
Carmen:
Ah, ¿sí? Yo no sabía esa historia Aquilino. ¿En qué año?
Tío Silvino:
Pues esto fue en la posguerra, no recuerdo en qué año, en el cincuenta y tantos. ¿Tú no sabes que aquí mataron a unos serenos que todos los gitanos tuvieron que salir de sus casas porque estaban muy afectados?
Carmen:
Sí, me acuerdo que me lo contó.
Tío Silvino:
En aquella época.
Carmen:
¿A la isla de Fernando Poo?
Tío Silvino:
Y la hija de Franco dijo que no, que éramos españoles, que llevábamos muchos años aquí, ella fue la que aconsejó a su padre, que era imposible, que si se levantaba una guerra y estos hombres que saltábamos de aquí, que sacaban de España, que serían grandes enemigos. Y por eso no salimos de aquí. Pero él dijo esto.


Las fuentes orales -analiza Begoña Barrera- son un instrumento privilegiado para el acceso a una historia de los gitanos que en ocasiones no ha dejado documentación escrita en la que rastrear este pasado. Convencida de la necesidad de recuperar los testimonios de los propios protagonistas de la historia, Carmen Doncel entrevista al Tío Silvino, un «hombre de respeto» gitano de Asturias, que le descubre un suceso para ella (y para la mayoría de nosotros) desconocido: en 1954, un conflicto entre un grupo de gitanos y una pareja de serenos en el Puente de Vallecas acaba con la vida de uno de estos últimos y deja mal herido a su compañero. Más allá de ser llevados ante la justicia, los gitanos involucrados en el acontecimiento se ven sometidos a una oleada de rechazo y de ataques que pronto se extienden a todos los gitanos del España. En la segunda mitad de esta década, la prensa contribuye a magnificar lo ocurrido en Vallecas y a emplearlo en una campaña de xenofobia contra la población gitana (un proceso justamente paralelo al de su construcción como «enemigo público» en lo parapenal, [...]). El resultado de todo ello no es solo la estigmatización y la criminalización de muchos grupos de gitanos que nada tenían que ver con la reacción agresiva que habían protagonizado los de Vallecas, sino la extensión de la sensación de inseguridad y vulnerabilidad entre todo su pueblo que, tristemente acostumbrado a vivir bajo la amenaza de ser expulsados de sus casas, teme acabar sus vidas siendo «mandados por Franco a Fernando Poo». Como explica Carmen, poco importa si esta última opción estuvo o no en la agenda del gobierno franquista; lo que resulta verdaderamente significativo es entender cómo la subjetividad del Tío Silvino, como la de tantos otros gitanos, se ha construido sobre esta horrible expectativa, que marcó su forma de ser y su modo de relacionarse con la sociedad mayoritaria, de la que inevitablemente desconfiaba.

martes, 5 de enero de 2021

Los condenados a muerte de Fernando Poo

Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea», y a su vez, Francisco Sánchez Ruano afirmaba en Islam y Guerra Civil Española: moros con Franco y con la República que tras la caída de Bata «los prisioneros españoles y guineanos que hicieron los canarios fueron fusilados en su mayoría».

Para el académico Max Liniger-Goumaz en su Diccionario Histórico de Guinea Ecuatorial,
 no habría duda: sí hubo ejecuciones tras el triunfo de los golpistas.

Están documentadas muertes extrañas como la del barbero Caparrós, ahogados en el hundimiento del Fernando Poo como el primer maquinista Eduardo Selma, detenidos de los que no se vuelve a saber como el sargento Anastasio Núñez, un accidental tiro en la pierna del dueño del chiringuito en la plaza España, y hay referencias a muertos anónimos en las escaramuzas de Bolondó y Kangañe o en el bombardeo a Bata.... y ante la duda, la lógica nos dice que apliquemos el principio de la Navaja de Ockham ecuatorial; Pero ¿hubo fusilamientos?, ¿cómo saberlo con el paso de los años y las limitaciones informativas propias del territorio?

La memoria histórica en la península ha recaído en gran parte en familiares y vecinos: 
En lo que a los europeos se refiere, la mayoría de los afectados en Guinea carecían de familia y los vecinos estaban comprometidos por un pacto de silencio. Y en cuanto a los ecuatoguineanos... ésa es una tarea ardua por hacer.


El nombre de Fulgencio Rosique Maya se encuentra entre
los 4.000 del muro de la memoria en el cementerio de Granada.

En cualquier caso, fusilados vinculados en algún momento con el territorio ecuatorial hay -lamentablemente- varios. En este paseo por la vieja Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, hemos recogido algunos de ellos, como el del antiguo gobernador Núñez de Prado en Navarra (-se cree- † 10.09.1936), la del guardia civil Fulgencio Rosique en Granada († 05.08.1936) o la del ex-subgobernador en Annobón Restituto Castilla en Madrid († 08.04.1940). 

Y hay mas... ¿pero con vinculación directa con el golpe de Estado en Santa Isabel y Bata? Alguno hay debidamente documentado que hacen creer que Patricio Nbe y Sánchez Ruano no están desencaminados:

Sí hay constancia, por ejemplo, del fusilamiento del practicante de Río Muni Luis González Peña en Las Palmas († 23.04.1937), al cual -cuatro años después- el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas le condenó a una multa de 5.000 pesetas el 3 de abril de 1940, posteriormente -años después del fusilamiento y multa- fue indultado. O el fusilamiento del abogado Rafael Masiello Guerrero († 02.04.1939) en Cuenca.

O de las cuatro sentencias de muerte por el delito de auxilio a la rebelión en la causa 537/36 a los civiles Generoso Rey García, Gregorio Álvarez Alonso, Vicente Moreno Cancho y Esteban Sánchez Navarro. 
Juan Medina Sanabria, resume en su trabajo Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración:
La Causa contó con el Juez Instructor Comandante de Artillería Antonio Lucena Gómez, y se instruyó para enjuiciar a los anteriormente citados, Directivos del Movimiento rebelde rojo F.P. y ejecutores de actos de violencia en la Guinea Continental, realizadores de incautación del armamento y municiones a los europeos, asaltos a mano armada, apoderándose de vehículos privados, detención de los Misioneros y Religiosas, disparando en la playa contra el buque "Ciudad de Mahón" y las lanchas de expedicionarios que intentaban desembarcar en Bata, etc.
El consejo de guerra se celebra el 3 Noviembre 1938, en el salón de actos del RIC-39, en La Isleta, donde se condena a muerte a cuatro de los implicados, siendo aprobada esta sentencia por el Capitán General Vicente Valderrama, con fecha 23 Noviembre 1938. Dada cuenta la sentencia al Cuartel General del Jefe del Estado, con fecha 3 Octubre 1939, la misma es conmutada por la inferior en grado, pasando las penas de muerte a la de reclusión perpetúa. 
La conmutación de la pena de muerte quedó en 30 años de prisión, la cual fue reducida paulatinamente, incluyéndoles en sucesivas resoluciones de libertad preventiva y reducción de pena en la década posterior. En cualquier caso, el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas igualmente les condenó a la pérdida total de bienes en la Colonia y al destierro de la misma. Y en el caso de Vicente Moreno, la inhabilitación.

Peor suerte tuvo el comerciante Jaime Gay Compte, incluido en la causa 521/36, para quien el fiscal solicitaba la petición de pena de muerte por el delito de rebelión. 
Resumía Francisco Sánchez Ruano:
Presidido por el coronel José de Roas Fernández, actuando como capitán jurídico Ángel Dolla y fiscal Ildefonso Salazar y del Hoyo, quien solicitó una pena de muerte (...). Empero la sentencia rebajaría notablemente estas peticiones (…). El principal beneficiado de la reducción, respecto a la petición fiscal sería el ingeniero Jaime Gay quien vio disminuida su grave situación. Sin embargo no le serviría mucho pues moriría pocos años después víctima de los malos tratos carcelarios.
Así, su pena quedó en 30 años de prisión, que no llegó a cumplir por fallecer durante el complimiento de la misma. Eso sí, cuenta con el habitual expediente de indulto una década después de su muerte en Las Palmas  († 16.04.1939).

Y hubo otros, como Manuel Pérez Teira, tripulante del Fernando Poo, fallecido en prisión preventiva en Santa Isabel († 01.12.1936) que no llegaron a ser juzgados, o como el brigada Sebastián Nacarino Romero que falleció en Valencia († 20.12.1943) tras su paso por prisión.
Y Nacarino, al igual que otros conciudadanos, cuenta con un expediente de indulto posterior a su muerte.

Pero ante la duda... repasa La Navaja de Ockham ecuatorial.



martes, 22 de diciembre de 2020

El caso del maestro nacional

Decíamos en varias ocasiones durante este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, que la función pública se convirtió en un nuevo y cruel campo de batalla.

Veamos el caso del maestro nacional José Lozano Alonso:

No hay mucha información accesible sobre él. Sí consta, que para evitar tal especulación, el Gobernador General dispuso la creación de una Junta de Subsistencias, por medio de una ordenanza de 15 de agosto de 1936. Se trataba de un órgano cuyas funciones principales, según rezaba la misma disposición, eran: racionar los braceros disponibles entre los finqueros coloniales; controlar y regular los precios de los productos; y proponer cualesquier otras medidas que consideren «procedentes» para el mantenimiento de la estabilidad de la actividad económica colonial durante el curso de la guerra. Y en la Guinea continental, las funciones de la Junta de Subsistencia las desempeñaba un Comité compuesto por los señores: Toribio Villalobos (presidente), Serra Companys, Rafael Iranzo y Jose Lozano Alonso.

A su vez, la historiografía franquista resaltará que junto con el agricultor Alejandro Torres García; el procurador Sierra Companys, primo del Presidente de la Generalidad, de Cataluña; el agricultor Francisco Padrón y el industrial Enrique Brutinel conformaron el Frente Popular en el territorio continental, con la anuencia del subgobernador Hernández Porcel, desoyendo el bando del 5 de junio de 1936. Tiene, además, la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Cuando el conflicto armado llegó al territorio ecuatorial, se vio obligado a exiliarse con su familia y - conforme a Pozanco- con fecha 11 de enero de 1937 se repatriaron a la península con el vapor "Asia", vía Burdeos.

Un mes después, el 15 de febrero de 1937, el gobierno republicano le reintegró (aunque fuera simbólicamente) en su puesto.

Él no fue de los 150 del campo de concentración de Gando, ya que cumplió condena en diferentes instituciones de Madrid: el 23 de diciembre de 1939, un Consejo de Guerra le condenó a doce años de prisión, a los que se suma la sentencia en 1940 del Tribuna Regional de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel, que resolvió que a sus «41 anos de edad, hijo de Amador y Consuelo, maestro nacional, natural de Granada, con domicilio en la calle de la Misericordia, número 12, y cuyo actual paradero se ignora. Fallamos: Que procede imponer e imponemos a José Lozano Alonso, co­mo políticamente responsable de hechos menos graves, a la pena de inhabilitación total para, el cargo de maestro y ses años de destierro de estos territorios y al pago de la multa de dos mil quinientas pesetas».

En los años posteriores cumple condena y se beneficia de diferentes conmutaciones de pena "a propuesta del Patronato Central para la Redención de las Penas por el Trabajo". Pasando así a libertad condicional habiendo cumplido ya casi la totalidad de la condena del 39.

Las consecuencias y ensañamiento de esa persecución perdurarán por años.

Todavía en 1963, es decir con una edad ya avanzada (nació el 2 de julio de 1897), a «Don José Lozano Alonso: se le asigna puntuación doble por sus servicios en Guinea, alcanzando un total de 43.119 puntos. Se desestima en cuento no es computable el tiempo que estuvo separado del servicio».

Hasta la publicación de la Orden por la que se dispone el cumplimiento en sus propios términos de la sentencia del Tribunal Supremo de 10 de noviembre de 1970, recaída en el recurso contencioso-administrativo, interpuesto por el Maestro nacional don José Lozano Alonso.

«Fallamos: Que estimando en parte. el recurso contencioso administrativo que don José Lozano Alonso, Maestro nacional jubilado. interpuso contra la denegación por silenció administrativo una vez denunciada la mora, de la petición que formuló ante la Dirección General de Enseñanza Primaria en escrito de 24 de noviembre de 1967, sobre reconocimiento dé servicios, debemos declarar y declaramos no hallarse ajustada a derecho, por lo que la anulamos, yen su lugar declaramos así mismo que el tiempo, comprendido entre el 8 de junio de 1937 y el 29 de abril de 1963, en que estuvo separado del Cuerpo como consecuencia de expediente de depuración; tiene que serle computado a efecto de trienios, excepto el que abarcó la pena conmutada de la reclusión que le impuso el Consejo de Guerra de Madrid celebrado el 23 de diciembre de 1939 -doce años-, con abono de las cantidades dejadas de percibir en tal sentido desde la vigencia de la Ley 31/1965, de 4 de mayo; todo ello sin especial pronunciamiento, en cuanto a costas».

lunes, 14 de diciembre de 2020

El viejo alcalde de Las Palmas

Este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel se nutre de numerosas fuentes: son recurrentes La Gaceta y el Boletín Oficial del Estado, La Guinea Española y el Semanario Ébano, así como diversas bases de datos memorialistas. Sin olvidar algunos blogs especializados, entre los que destacan Benito Sacaluga Rodríguez, El exilio de los marinos republicanos o el de Pedro Medina Sanabria. Y -por supuesto- Crónicas de la Guinea Ecuatorial, el portal de la diáspora del 69.
Igualmente son varios los libros que citamos y consultamos, pero de éstos resulta una fuente privilegiada de información el libro Cuadros del penal: (memorias de un tiempo de confusión) de Juan Rodríguez Doreste.
Gracias a esa memoria es posible conocer del sufrimiento de los 150 presos coloniales y tripulación del Fernando Poo en el campo de concentración del viejo lazareto de Gando.

¿Pero quién era Juan Rodríguez Doreste al que le prologó el libro Felipe González?

Fue un periodista y militante del PSOE en Canarias, que se significó como compromisario para la elección del presidente de la II República.
Caricatura de Doreste realizada con esmaltes por
el recluso Gonzalo Carrillo, de Fernando Poo
Cumplió prisión en Gando, y décadas después, en democracia fue elegido alcalde de Las Palmas y senador.

El Diccionario Biográfico del socialismo español lo describe así:

Las Palmas de Gran Canaria (Canarias) 29/11/1904 -- Las Palmas de Gran Canaria (Canarias) 26/07/1988 
Profesor mercantil, escritor y crítico de arte. En 1914 inició sus estudios en la Escuela de Comercio de Las Palmas, obteniendo el título de profesor mercantil en 1921. Viajó por vez primera a París y a su regreso ejerció durante dos años como profesor de Física y Química, trabajando por las tardes en una agencia marítima. Entre 1923 y 1925 vivió en Madrid, donde fue para preparar oposiciones. Estudió Filosofía e Historia del Arte en la Universidad Central. Allí asistió a las clases de Ortega y Gasset y conoció a Negrín. Regresó a Las Palmas sin haber efectuado los exámenes de la oposición comenzando a trabajar como funcionario de Obras Públicas en la Junta del Puerto y posteriormente en la Junta de Carreteras. En 1926 publicó en Diario de Las Palmas su primer artículo periodístico sobre la obra musical de Víctor Doreste. En 1927 comenzó a colaborar en La Rosa de los Vientos (Tenerife), donde publicó sus dos primeros ensayos «El ángulo recto en el cubismo» y «En torno a Goya», con ocasión de su centenario. Colaboró también en Cartones y Cosmópolis. En 1928 se hizo socio de El Museo Canario y en 1930 entró a formar parte de su Junta Directiva, en la que fue director, presidente y secretario en diferentes etapas de su vida. Ese mismo año comenzó a trabajar en el diario El País, del que fue redactor-jefe hasta 1931. Ingresó en la AS de Las Palmas en 1929. Fue director del diario Avance, órgano del PSOE en Las Palmas entre 1931 y 1933. Asistió como delegado al XIII Congreso del PSOE en 1932, donde fue propuesto para formar parte de la Comisión de «propaganda». En abril de 1936 fue elegido compromisario del PSOE por Las Palmas para la elección del nuevo Presidente de la República (Manuel Azaña). En mayo de ese mismo año fue iniciado en la masonería con el nombre simbólico de «Ortega y Gasset», perteneciendo a la logia «Andama» de Las Palmas, donde alcanzó el grado 1º. 
Al producirse el golpe de Estado del 18 de julio estuvo escondido hasta que finalmente se entregó a finales de septiembre. Fue encarcelado en el campo militar de la Isleta y en 1937 trasladado al penal de Gando del que Salió a finales de 1940. De 1941 a 1956 trabajó como subdirector y director de la firma exportadora de fruta Hijos de Juan Rodríguez SA, compaginándolo con varios proyectos periodísticos avalados por el diputado socialista exiliado en México José Antonio Junco Toral como fueron Canarias Deportiva y Canarias Económica en 1945 y la constitución de Editorial Prensa Canaria en 1952 con el objetivo de la reaparición de Diario de Las Palmas. En 1956-1957 residió en La Habana, México y Caracas. A su regresó a Gran Canaria dirigió la firma consignataria «Camilo Martinón Navarro» donde trabajó hasta su jubilación en 1975. 
Participó en la reorganización del PSOE en Gran Canaria y colaboró activamente en la campaña electoral de 1977. Fue elegido concejal del ayuntamiento de Las Palmas en las elecciones municipales de 1979 y designado alcalde el 26 de agosto de 1980. Dimitió el 30 de julio de 1982 al ser sometido a una moción de censura. Volvió a ser alcalde en mayo de 1983 al obtener la candidatura del PSOE mayoría absoluta en las elecciones municipales celebradas ese año permaneciendo en el cargo hasta 1987. Además fue elegido senador por Gran Canaria en las elecciones de 1982 y 1986. Escribió dos libros autobiográficos: Cuadros del penal (1978) y Memorias de un hijo del siglo (1988). Fue Académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y de la de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla y secretario del Museo Canario de Las Palmas. Falleció en Las Palmas de Gran Canaria el 26 de julio de 1988.
No olvidéis leer:
Cuadros del penal: (memorias de un tiempo de confusión)

viernes, 11 de diciembre de 2020

Absolución a Juan Giménez García

El portal Víctimas de la Dictadura en Castilla-La Mancha recoge la ficha de:

Juan Giménez García (de profesión dependiente)
era natural de Almansa.
Prisión

Otros datos que tenemos de Juan son:
Edad: 40
Sexo: Hombre
Estado civil: Soltero/a
Partido: PSUC
Filiación sindical: UGT
Inicio de la condena: 25/08/1939
Fin de la condena: 11/12/1939
Tribunal: Causa 4146-39 (Almansa)
Sentencia: Absuelto

Observaciones:
Consejo de guerra celebrado el 11 de diciembre de 1939. Cuando se dio el golpe de Estado estaba trabajando en la Guinea española.
Falleció apenas medio año después de su liberación.

Fuentes: Archivo General e Histórico de Defensa 14914/10

Investigadores: Julián Vadillo Muñoz

domingo, 6 de diciembre de 2020

Constituciones truncadas

En La república truncada contábamos los intentos fallidos de la República por instaurar mejoras en el
territorio ecuatorial.

¿Pero y las Constituciones?

Las convulsas constituciones españolas fueron igual de fallidas.

La primer de ellas, la Constitución de Cádiz de 1812 fue debatida en Cortes en un periodo de ficticia república, ante la ausencia del Rey que vivía un cómodo exilio en Francia. Esta Constitución preveía:
Art. 10. º El territorio español comprende en la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia, Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla y Valencia, las islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de África.
Art. 22. º A los españoles que por cualquier línea son habidos y reputados por originarios del África, les queda abierta la puerta de la virtud y del merecimiento para ser ciudadanos: en su consecuencia las Cortes concederán carta de ciudadano a los que hicieren servicios calificados a la Patria, o a los que se distingan por su talento, aplicación y conducta, con la condición de que sean hijos de legítimo matrimonio de padres ingenuos; de que estén casados con mujer ingenua, y avecindados en los dominios de las Españas, y de que ejerzan alguna profesión, oficio o industria útil con un capital propio.
De vida efímera, en el momento en que el Rey retomó el poder fue anulada y se sucedieron diversas normas fundamentales con escasa repercusión para el territorio.

La caída de la primera República Española, impidió igualmente que prosperase el Proyecto de Constitución Federal de 1873:
TÍTULO I. De la Nación española
Art. 1.º Componen la Nación española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas.
Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas, según sus necesidades territoriales.

Art. 2.º Las islas Filipinas, de Fernando Póo, Annobón, Corisco, y los establecimientos de Africa, componen territorios que, a medida de sus progresos, se elevarán a Estados por los poderes públicos.
Art. 3.º Son españoles:
  1. Todas las personas nacidas en territorio español.
  2. Los hijos de padre o madre españoles, aunque hayan nacido fuera de España.
  3. Los extranjeros que hayan obtenido carta de naturaleza.
  4. Los que, sin ella, hayan ganado vecindad en cualquier pueblo del territorio español.
La calidad de español se adquiere, se conserva y se pierde con arreglo a lo que determinen las leyes.
TÍTULO III. De los Poderes Públicos
Art. 39. La forma de gobierno de la Nación española es la República federal.

Art. 40. En la organización política de la Nación española todo lo individual es de la pura competencia del individuo; todo lo municipal es del Municipio; todo lo regional es del Estado, y todo lo nacional, de la Federación.

Art. 41. Todos los poderes son electivos, amovibles y responsables.

Art. 42. La soberanía reside en todos los ciudadanos, y se ejerce en representación suya por los organismos políticos de la República constituida por medio del sufragio universal.

Art. 43. Estos organismos son:
  1. El Municipio.
  2. El Estado regional.
  3. El Estado federal o Nación.
La soberanía de cada organismo reconoce por límites los derechos de la personalidad humana. Además, el Municipio reconoce los derechos del Estado, y el Estado los derechos de la Federación.
Art. 44. En África y en Asia posee la República española territorios en que no se han desarrollado todavía suficientemente los organismos políticos, y, por tanto, se regirán por leyes especiales, destinadas a implantar allí los derechos naturales del hombre y a procurar una educación humana y progresiva.
El golpe de Estado de Pavía del 3 de enero de 1874 impidió completar su debate en Cortes... quedando en el olvido (¿observaron que el proyecto identificaba a los diversos territorios insulares de Guinea como potenciales Estados federados y no como una unidad territorial indivisible?).

La segunda República se dotará igualmente de su correspondiente Constitución en 1931:
Art. 8º El Estado español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía. Los territorios de soberanía del norte de África se organizarán en régimen autónomo en relación directa con el Poder central.
Art. 12 Para la aprobación del Estatuto de la región autónoma se requieren las siguientes condiciones:
a) Que lo proponga la mayoría de sus Ayuntamientos o, cuando menos, aquellos cuyos Municipios comprendan las dos terceras partes del Censo electoral de la región. (...)
En cualquier caso... ninguna de estas posibilidades tuvo la oportunidad de desarrollarse al verse su aplicación truncada por sistemáticos golpes de Estado.